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Sábanas de seda

Advertencia: sexo explícito.

Teletransportarse no había sido nada demasiado complejo para alguien como JongIn, sin embargo, era la primera vez que KyungSoo experimentaba algo como eso y la sensación fue sumamente desconcertante. Estar y ya no estar, ser dividido en cientos de partículas que se desintegrarían para viajar en el espacio-tiempo a una velocidad abismal y luego volver a unirse en un solo ser era algo que KyungSoo no quería sentir muy seguido. Se había mareado y una sensación nauseabunda apareció cuando reaparecieron en una habitación vacía.

El desagrado momentáneo debió haber sido visible en su expresión, pues JongIn no tardó en tomarlo de las mejillas y examinarlo concienzudamente a pesar de su excitación profunda y el deseo sexual que nacía en oleadas desde su cuerpo. El gesto fue dulce, extremadamente tierno y atento, tanto que KyungSoo no pudo evitar dejar a un lado el repentino malestar y sonreír tontamente mientras se abrazaba al menor con todas sus fuerzas.

-¿Estás bien? ¿Necesitas un poco de agua? -preguntó JongIn con la nariz enterrada en su cabello, sus manos deslizándose sinuosamente por su cintura y caderas-.

-Estoy bien, así que ven aquí -su petición fue expuesta en un bajo susurro íntimo y especialmente cautivador-.

JongIn no se molestó en desobedecer y se alejó de su escondite temporal para que su rostro quedara expuesto ante los ojos de KyungSoo; KyungSoo acarició su pecho por encima de la ropa, su cuello, sus hombros y finalmente tiró lentamente de él hacia abajo para besarlo en la boca.

A diferencia del derroche de deseo puro que se habían demostrado en el patio, ahora, en medio de la intimidad y la seguridad de una habitación, todo se volvió extremadamente dulce, nuevo e íntimo.

KyungSoo acostumbraba a cazar y mantener sus encuentros en la calle, en callejones sucios, podridos y desagradables, nunca se había molestado en ser atendido o atender a alguien más en la comodidad de una alcoba privada, donde nadie más que su pareja lo vería plenamente desnudo y cumpliría sus deseos y exigencias. Por ello le pidió a JongIn trasladarse, porque él no era un simple trabajo de necesidad más, era especial y quería que esto también fuera diferente.

Él había captado rápidamente el giro de la situación y no puso quejas por ello; como lo hizo afuera, se acomodó a lo que le ofrecía y lo aceptó de inmediato.

Así que sus labios continuaron danzando tranquilamente, palpando las texturas de la carne hinchada, saboreando la boca con un poco más de conciencia, disfrutando de los beneficios de la lentitud y la ternura.

Sin darse cuenta, JongIn los dirigió suavemente hacia la cama. Seguían abrazados mientras se besaban, ambos con los ojos cerrados y muy juntos, sin embargo, JongIn era dueño de este espacio y conocía cada rincón del mismo, también era un hombre atento que pensaría en la comodidad de ambos en medio de todo este proceso, por ello no tardó en manejarlos hacia el colchón y posarlo sobre las finas mantas y acolchadas almohadas.

Se posó sobre su cuerpo inmediatamente después, deshaciéndose de los zapatos en el camino sin dejar de besarlo y compartir aliento. KyungSoo rodeó sus caderas con sus muslos y descansó sus piernas en la espalda baja del menor mientras jugueteaba con su cabello y lamía su lengua. Se separaron en medio de un sonido húmedo poco decoroso y KyungSoo le acarició delicadamente una mejilla mientras sonreía cariñosamente.

-Desnúdame -pidió contra sus labios y JongIn volvió a besarlo, un poco más fuerte pero definitivamente no tan desenfrenado y salvaje como antes-.

Con la pasión creciendo con cada segundo que transcurría, los movimientos de JongIn se volvieron un poco más bruscos y crudos, quizás por la nueva situación en la que se veía envuelto, por la inexperiencia y las expectativas; sea cual sea el caso, KyungSoo se mantuvo en un estado de paciencia absoluta. Lo besó en los labios y en el cuello, también en la garganta y las clavículas, y mientras él se movía decididamente, JongIn funcionó como un espejo que imitó sus acciones y le arrancó suspiros y jadeos bajo el paso de sus labios húmedos y su lengua dedicada.

De esta manera lo desnudó. Mientras sus labios descubrían un nuevo tramo de piel, sus manos se movían para deslizar la tela de su cuerpo y así dejarle espacio libre a su boca. Por ello, sabiendo más o menos lo básico, JongIn fue capaz de encontrar cada punto placentero escondido en su cuello, en su pecho y sus hombros. Se había fascinado por la sensibilidad de sus pezones y no se cansó de mantenerlos en su boca, rodarlos con su lengua y tirar de ellos con sus dientes.

Así, con la confianza renovada y siendo impulsado por los bajos y cortos gemidos de KyungSoo, sus movimientos se volvieron audaces y sus dedos despojaron la ropa que cubría todo su cuerpo, dejando nada más que piel inexplorada bajo su dominio.

Sus ojos lo habían recorrido enteramente, desde su rostro hasta sus pies, y sus mejillas se habían avivado con el color de la vergüenza y la virtud. KyungSoo lo abrazó por el cuello y lo atrajo hacia él para besarlo, sintiéndose incapaz de mantenerse lejos de él por mucho tiempo.

JongIn le rodeó los hombros y apretó su cuerpo, masajeó sus músculos y se acostó sobre él, cubriendo su desnudez con su amplia anatomía y percibiendo el calor directo de un cuerpo despojado contra el suyo totalmente vestido. Una de sus manos fue hacia la cabeza de KyungSoo y la acunó dulcemente en su palma abierta, así que, para agradecer el gesto, KyungSoo rodó caricias sobre su espalda y ancló sus pies entre sus femorales, totalmente apretados el uno con el otro.

Alejándose de sus labios, KyungSoo acarició su frente, apartando los mechones de su flequillo del camino, bajó a su mejilla y rascó afectuosamente su barbilla con una pequeña sonrisa.

-Te ayudaré a desvestirte, mi joven amo.

JongIn no puso peros y se arrodilló en la cama; KyungSoo lo siguió y con dedos diestros comenzó a desatar nudos y abrir pliegues de tela sedosa; alejó la túnica de sus hombros y esta cayó, laxa, sobre la cama, dejando al descubierto el pecho bien formado y musculoso de JongIn. KyungSoo admiró la vista con asombro y avaricia, la piel morena extendiéndose por toda la superficie, embelleciendo los músculos duros y entrenados, totalmente suave y perfecta bajo el tacto.

KyungSoo suspiró mientras paseaba las manos por los amplios pectorales y su rostro se calentó al llegar a la cinturilla de los pantalones. Cruzaron una mirada fugaz y JongIn asintió, dándole su permiso para continuar. Así pues, KyungSoo bajó el pantalón por los fuertes muslos y firmes pantorrillas y este quedó estancado en los tobillos huesudos. JongIn lo apartó con un solo movimiento y entonces solo fueron piel, fascinación y expectación.

Tomando las riendas una vez más, KyungSoo se acercó y abrazó lo que fácilmente podría considerarse el cuerpo masculino perfecto; descubrió la fortaleza de la espalda ancha del menor y se enredó entre sus brazos, acurrucándose en el lugar seguro de su pecho mientras besaba sus lunares y adoraba sus pezones con reverencia.

Estando piel contra piel, todo era mucho más caliente y húmedo, indiscutiblemente más profundo, no había comparación. Podía sentir cada valle y depresión del cuerpo de JongIn, contrastar su temperatura con la de él, descubrir la humedad que nacía y fluía constantemente de la punta de su sexo, sentir la intimidad erecta contra su estómago y las grandes manos acunándolo directamente. Tan indescriptiblemente excepcional.

JongIn lo tomó de los glúteos y lo alzó; KyungSoo rodeó su cintura con sus piernas y jadeó cuando el menor se sentó en el centro de la cama con él en su regazo. Se pegaron el uno al otro y volvieron a besarse casi de inmediato. KyungSoo echó sus brazos hacia la espalda musculosa de JongIn y acarició toda la extensión, desde sus hombros hasta su cintura, apretando y pellizcando la carne, acariciándola y estrujándola con devoción mientras JongIn sujetaba sus nalgas con fascinación, las apretujaba y las amasaba con asombro, luego subía por su cintura y bajaba hacia sus piernas generosas. Finalmente, una de sus manos terminó sobre su nuca cubierta por el largo cabello y la otra abarcaba todo su trasero, sus dedos explorando los confines que se escondían entre ambas mejillas.

-¡Oh! -gimió con asombro y deleite cuando el índice de JongIn rozó su entrada palpitante, su cuerpo aflojándose y arqueándose como la cuerda de un arco-

JongIn besó su garganta e hizo más presión sobre su agujero, provocándole un escalofrío y un gemido más fuerte.

-¿Eso está bien? -preguntó el menor, besando y lamiendo parte de sus clavículas y el lateral de su cuello salpicado en lunares-.

KyungSoo cerró los ojos y clavó sus uñas cortas en los hombros anchos de JongIn.

-Sí, sí... Continúa, por favor.

Y entonces JongIn lo había recostado en la cama suavemente, aferrándose a sus muslos mientras lo besaba una y otra vez, toques que perduraron sobre su boca y provocaron sonidos indecentes. Con sus uñas rasgando su espalda, KyungSoo lo atrajo mucho más hacia él, pecho con pecho y pelvis con pelvis mientras seguían besándose y removiéndose sobre las sábanas.

-Abrázame fuerte -pidió en un aliento entrecortado mientras JongIn lo tomaba nuevamente por los hombros y lo aplastaba casi dolorosamente entre su cuerpo y la cama-.

A pesar de esto, KyungSoo no puede hacer más que sentir satisfacción y deleite, sentirse dichoso y completo mientras se funde con el peso de JongIn y se empapa de sus caricias, sus besos y su calor.

Aunque agradecía y amaba la atención que ponían las manos inmensas de JongIn sobre su cuerpo, sabía que no era suficiente. Hacía demasiado calor y el fuego de su deseo debía ser controlado y manejado, así que, siguiendo su instinto, tomó la diestra del menor y mirándolo a los ojos la llevó directamente a su región inferior, sobre su zona más íntima, cubriéndolo por completo. KyungSoo se arqueó al sentir el calor del contacto y JongIn afianzó la conexión íntima y táctil sobre su sexo con un poco más de seguridad ahora que notaba la reacción positiva de su cuerpo.

Masajeó, apretó y acarició esa zona de su anatomía, humedeciendo toda la superficie dura y palpitante; con sus dedos trazó los rastros de las venas y la punta sensible y mojada y con su palma ahuecó las pesadas bolas que colgaban. KyungSoo se mantuvo con los ojos cerrados, con las manos sobre sus brazos y la boca abierta.

-Mi joven maestro es tan hermoso -suspiró JongIn con adoración, un susurro sobre sus labios que provocó un sonrojo violento y un aleteo en su corazón-.

Que le dijera estas palabras dulces en medio de un secreto íntimo significaba mucho para KyungSoo. Sabía que no estaba en su mejor momento, que su cuerpo no era el mismo de antes, que estaba más delgado y más gris de lo que fue alguna vez y, sin embargo, ser encontrado hermoso por el hombre que tenía su corazón era un conocimiento extremadamente tierno.

Lo besó en la boca y, sintiéndose incapaz de ser el único que disfrutara de esto, bajó su mano y tomó también la parte más íntima de su discípulo. El lado más desvergonzada de su zorro expuso todo su esplendor lujurioso, sensual y complaciente en la escena, guiándolo para que supiera qué debía hacer, dónde debía tocar, tomando cada suspiro, cada gruñido y cada jadeo de JongIn como un indicativo que no tardaba en seguir. Nunca, en ningún momento, creyó que estaría feliz de tener una naturaleza tan sinvergüenza y sexual, sin embargo, ahora que tenía a JongIn gimiendo su nombre, completamente destrozado sobre él, no quisiera haber nacido de otra manera.

Así, cuando ambos estuvieron lo suficientemente preparados y receptivos, KyungSoo alzó sus caderas y abrió más sus piernas.

-Continúa... T-te necesito dentro.

-KyungSoo -su voz salió rota y temblorosa, pero también indiscutiblemente dudosa e inexperta-.

KyungSoo abrió los ojos ante su llamado y la plaga de la incertidumbre llenándolo; dejó ir su agarre sobre su miembro palpitante y JongIn siseó en respuesta, luego volvió a tomar su mano y, como lo había hecho anteriormente, guió su diestra lentamente hacia el pliegue más íntimo entre sus nalgas. Sin dejar de mirarse a los ojos, KyungSoo tomó el índice del menor, lo embadurnó de la humedad que se había desprendido del sexo de JongIn y lentamente lo introdujo dentro de él. Suspiró, sintiéndose curioso ante la sensación invasiva, y hundió aún más el dígito grueso y largo hasta mantenerlo dentro en su interior por un momento.

-Está mojado ahí dentro -mencionó JongIn con asombro y KyungSoo sintió un fuerte golpe de vergüenza-.

Había estado tan entusiasmado y tan ansioso por todo que no había notado que su entrada se había lubricado naturalmente para darle la bienvenida al miembro de JongIn. No podía sentirse culpable por ello, no cuando KyungSoo nunca había sobrepasado las pajas superficiales que había realizado en aquellos callejones oscuros; de alguna manera impresionante, aún siendo lo que era y necesitando lo que necesitaba para sobrevivir, KyungSoo había mantenido la pureza de su cuerpo intacta hasta este momento, cuando podía explorar y sentir por primera vez junto al hombre que amaba.

-¿Cómo se siente? -preguntó JongIn, besando suavemente la piel de sus pectorales y sus pezones erectos, moviendo con más confianza el dedo en su interior-

-Un poco extraño, pero muy bien... Puedes colocar otro.

-¿No te dolerá?

JongIn le besó la mandíbula y la barbilla y KyungSoo lo atrajo a su rostro para un beso.

-Mi cuerpo se adapta rápidamente a los cambios. Aunque lo pongas en mí ahora mismo, podré soportarlo muy bien.

-Eso es impresionante.

KyungSoo rió contra sus labios y picoteó los ajenos con cariño mientras acariciaba el cabello lacio y largo de los laterales del rostro del menor.

-Son los beneficios de ser un zorro.

JongIn sonrió y volvió a besarlo y, a pesar de sus palabras, se tomó la molestia de abrirlo y prepararlo un poco antes de entrar en él. Que fuera tan considerado era algo que lo cautivaba y derretía y, de ser más sentimental, lo llevaría al punto de las lágrimas sin ningún problema.

Cuando lo creyó suficiente, JongIn extrajo tres de sus dedos de su entrada y se colocó en posición. Acunó su rostro con sus manos, los antebrazos reposando sobre la cama y, sin perderlo de vista, entró lentamente en él. KyungSoo se mordió el labio inferior con fuerza y su cuerpo se arqueó contra la pelvis del más alto, tramo a tramo aceptando lo que se le daba, recibiéndolo como si estuviera en casa, con sus paredes acomodándose en el grosor de su pene ardiente sin ningún tipo de dificultad.

Un suspiro lo abandonó cuando JongIn se hubo asentado por completo en su interior y no tardó en abrazar al chico tembloroso sobre él. Lo rodeó con sus brazos y con sus piernas, consolándolo mientras se recuperaba de la ola de sensaciones nuevas, besando su rostro y sus labios con dulzura mientras JongIn recobraba el aliento.

-¿Estás bien? ¿Se siente bien?

Sin aliento, JongIn asintió y dejó su frente sobre la suya con los ojos cerrados.

-Sí. Se siente muy bien.

KyungSoo esperó a que se recuperara un poco más y, cuando lo creyó listo, comenzó a moverse suavemente contra él, movimientos ondulantes que le arrancaron jadeos y suspiros sonoros. JongIn bajó una de sus manos a su cintura y la otra se apoyó junto a su rostro, dando inicio a su propio mecer constante.

Fue fácil guiar a JongIn; él era rápido en entender y le gustaba sumergirse en el momento una vez había captado cómo tenía que hacer las cosas. Era un aprendiz excepcional, realmente destacado incluso en los temas de la cama y la intimidad.

Con un inicio un poco torpe y sin una pizca de ritmo ni sentido, JongIn fue mejorando cada vez más al pasar los minutos y encontrar la manera más cómoda para moverse. Pronto estaba entrando y saliendo de él como si hubiera hecho esto toda su vida, agarrándolo y acariciándolo como lo haría con un instrumento, besándolo y lamiéndolo en las zonas que había notado que le provocaban gemidos más extendidos y pronunciados y aumentando, aumentando y aumentando.

Sin darse cuenta de cuándo ocurrió, KyungSoo se había convertido en una masa floja a merced de su discípulo, una versión desastrosa de sí mismo, sudoroso, destrozado, tembloroso y sollozante. Y qué bueno era, qué bien se sentía ser arruinado de esta manera por JongIn y solo JongIn.

-Te quiero. Te quiero mucho -dejó escapar cuando el punto más crítico de su interior fue maltratado despiadadamente por el trozo de carne en sus entrañas-.

Al escucharlo, JongIn se detuvo abruptamente y lo tomó de las mejillas para que lo mirara a los ojos. KyungSoo gruñó en desacuerdo y apretó su miembro alrededor de sus paredes flexibles.

-¿Qué dijiste? ¿Me quieres? -fueron preguntas entrecortadas, anhelantes y apresuradas en medio de su desesperación por liberarse-.

KyungSoo devolvió su mirada y, reuniendo todo su coraje, asintió y lo besó en la mejilla.

-Te quiero. Te amo. Lo eres todo para mí. ¡Ah! ¡JongIn! ¡Hmpf!

Renovado con un nuevo vigor, JongIn lo embistió con un poderío nunca antes visto, fuerte y veloz, duro y profundo. KyungSoo se tensó y aflojó cuando sus muñecas fueron colocadas sobre su cabeza, sostenidas por una sola mano de JongIn en un agarre pétreo y firme mientras era besado con seductora e interminable pasión. La imagen y la sensación fue sumamente desconcertante, pero también indescriptiblemente caliente.

Con un hilo de saliva persistiendo en unir sus bocas húmedas, JongIn lo miró con profundo deseo, como si quisiera romperlo en ese momento, pero también como si quisiera protegerlo y cuidarlo para toda la eternidad. Finalmente, sin ningún tipo de temblor o mínima duda, le confió las palabras que, sin darse cuenta, KyungSoo había esperado toda su vida.

-También te amo. Eres el dueño de mi vida y de mi corazón. Te adoro profundamente, KyungSoo.

Y lo admite, tal vez derramó un par de lágrimas que no se molestaría en recordar más adelante, pero fue prontamente recompensado con un nuevo beso plagado de afecto y alivio.

Ninguno de los dos duró demasiado. Antes de darse cuenta, KyungSoo se había corrido con un estremecimiento profundo y un gemido inaudible. JongIn, derrochando mucha más sensualidad, había echado su cabeza hacia atrás, exponiendo su garganta, y había derramado toda su esencia tibia y pegajosa en los confines de su interior. Deshuesados, sudorosos y apestosos, no tardaron en abrazarse con fuerza, en besarse las mejillas y las sienes y sostenerse firmemente el uno al otro mientras la bruma del orgasmo pasaba y sus efectos desaparecían.

Luego, mucho tiempo después, JongIn lo había cargado y llevado a su bañera, la llenó de agua tibia con ayuda de su magia y los aseó juntos (o al menos lo intentó antes de que KyungSoo de abalanzara sobre él y lo tomará una vez más). Finalmente, acomodó su cama para los dos, se recostaron en las sábanas limpias y volvieron a abrazarse con fuerza.

Las palabras no habían sido necesarias en ese momento. Con mantenerse de esa manera: juntos y atentos el uno con el otro, sabían que todo estaría bien y que todo ya había sido dicho.

Por ahora, KyungSoo no necesitaba ni quería nada más.

⋆.ೃ࿔*:・

Incluso después de hacer el amor, las cosas no cambiaron drásticamente entre ambos, solo hubo una que otra diferencia que apareció inevitablemente.

Seguían entrenando, seguían comiendo juntos, seguían reuniéndose para tomar té en las tardes, pero ahora, KyungSoo tenía la libertad de sentarse en el regazo de JongIn cuando quería hacerlo, se bañaban juntos todos los días, dos veces al día, compartían la misma cama al caer la noche y se revolcarían íntimamente sobre las sábanas, descubriendo los beneficios de ser poco decorosos y un poco descarados.

Por sugerencia de JongIn, KyungSoo había comenzado a alimentar su poder espiritual durante cada nuevo encuentro sexual. KyungSoo aceptó la idea con cierta reticencia al inicio, pero luego de tres días de mantenerse alimentado de esta manera por la fuente de poder increíblemente fuerte y cooperativa de JongIn, había notado cómo su propio poder espiritual comenzaba a nacer nuevamente. Aún no podía hacer demasiado, pero lo que tenía bastaba para encender talismanes con más fortaleza y efectividad y hacer un par de trucos sencillos.

Ya que tenían una vida sexual bastante activa luego de su primera vez, KyungSoo calculaba que, de seguir así, luego de tres meses con la misma rutina podría formar ataques de energía con sus palmas. ¡Muy alentador! ¡Gracias, JongIn, por ser tan increíblemente calenturiento!

Otra cosa que KyungSoo había disfrutado al descubrir con este cambio de relación entre ambos es que JongIn era un completo romántico que disfrutaba regalarle objetos hermosos, ropa suave y bonita y joyas discretas. Había construido una dulce tradición de obsequiarle fragmentos de poesía y salir a caminar a su lado en los alrededores de la Villa, esperando la llegada de la tarde para mirar los cambios en el cielo mientras las hojas de los árboles se mecían sobre sus cabezas. KyungSoo, sabiendo que era un hombre de artes, le retribuía sus regalos con piezas musicales de amor compuestas por él mismo, algún dibujo de su rostro en perfecta armonía o de sus flores favoritas, o simplemente algún paisaje esplendoroso y muchas confesiones amorosas y cursis mientras se revolcaban en las sábanas.

Sí, KyungSoo podía tomar esta vida sin ningún problema, sin embargo, él era muy consciente y tenía el pensamiento palpitando en algún lugar de su mente de que esto era solo una pequeña ilusión, un momento de relajación y bruma sentimental antes de que todo estallara y las cosas se complicaran nuevamente. Era una triste y desalentadora realidad, pero él estaba preparado para ser golpeado por ella en el momento indicado.

Por ahora, casi dos meses después, aceptaría lo que tenía y lo disfrutaría hasta el último momento.

Esquivó un ataque de JongIn en medio del entrenamiento, bloqueó una patada y detuvo lo que sería un golpe muy doloroso de un codo sobre su mejilla, pero, a pesar del éxito en sus movimientos, no pudo evitar trastabillar y caer de culo en el suelo al perder el equilibrio. JongIn, sorprendido, no tardó en encontrarse con él y tomarlo delicadamente por los hombros sin atreverse a sacudirlo.

-¿KyungSoo? ¿Qué ocurre, estás bien?

-Hmm -contestó con los ojos cerrados, recostándose contra el pecho duro y sudoroso de JongIn. El inmortal, por otra parte, no tardó en abrazarlo contra su cuerpo y acariciar su cabello medio recogido-. Me mareé.

-Oh. Dije que debías desayunar antes de entrenar.

-Sí, lo hiciste, lo siento; debo hacerte caso más seguido.

-Hmm, debes hacerlo. ¿Quieres que traiga un poco de agua para ti?

KyungSoo sonrió, acurrucándose contra la roca firme y caliente que componía el torso de JongIn. Cerró los ojos, tomó un poco de su aroma y suspiró largamente, disfrutando de sus caricias.

-Solo quiero que me abraces un poco más. Luego estaré mejor.

JongIn rió por lo bajo, pero de igual forma lo complació al rodearlo de una manera mucho más cómoda y acomodarlo sobre sus muslos. KyungSoo colocó sus manos sobre su pecho y descansó la mejilla contra su pectoral, sin atreverse a abrir los ojos y dedicándose a sentir los latidos veloces del corazón de su pareja. Fue entonces cuando volvió a llegar a su hogar, su rincón seguro y anhelado, y podría respirar en completa paz.

JongIn repartió suaves besos sobre su coronilla mientras le acariciaba el pelo ahora suelto (comenzaba a pensar que JongIn tenía un gusto culposo con mirarlo con todas sus hebras en libertad), luego reposó su mejilla sobre su cabeza y formó círculos conciliadores en el centro de su espalda con su mano libre.

-La próxima vez asegúrate de comer antes de venir a entrenar, de lo contrario, tendré que alimentarte yo mismo.

KyungSoo sonrió y se alejó de su escondite para alzar su rostro y besar su barbilla dulcemente.

-No me molesta que me alimentes, puedes hacerlo todos los días.

Dejó otro pequeño beso y JongIn formó un sonido con su garganta antes acunar el óvalo de su cara, inclinarse y besarlo en la boca. El contacto fue totalmente una cursilería demasiado tierna, suave y dulce, sin embargo, al acabarlo, JongIn lo reprendió mordiendo su labio inferior con una presión considerable. KyungSoo se quejó con un lloriqueo y JongIn lamió el trozo de carne maltratado como consuelo.

-No lo hagas de nuevo, es peligroso que te descompongas en medio de un entrenamiento.

-¡Aigoo! ¡Soy yo el mayor! Además, sé que mi amado maestro temporal es muy atento conmigo y sabrá ser suave cuando me encuentre indispuesto -batió sus pestañas encantadoramente y JongIn rió con suavidad antes de picotear un poco de la dulzura de su boca-.

-Este discípulo temporal me causa muchos problemas.

KyungSoo sonrió con diversión y besó sonoramente su mejilla.

-También lo ama lo suficiente como para soportarlo.

-Lo hago.

Las mejillas de KyungSoo cobraron vida y sus labios se apretaron para reprimir un gritito idiota ante la mirada intensa y sincera dirigida hacia él. Besarlo fue inevitable y, de hecho, se encontraba lo suficientemente entusiasmado y repuesto como para llevar las cosas más lejos, así que pronto el rumbo del contacto fue haciéndose cada vez más explícito y menos inocente y la ropa comenzaba a aflojarse en los hombros y el pecho.

Aún así, a pesar de su deseo por continuar y llevar las cosas a su habitación, o a la cocina o la sala de estar, a donde puedan llegar primero, las puertas del porche se corrieron y una exclamación terminó separándolos casi inmediatamente.

-¡JongIn, te necesito en el bosque del emperador ahora mismo! ¡Los dragones han llegado para luchar, así que debemos aprovechar esta oportunidad cuanto antes para unir nuestras fuerzas!

La voz de BaekHyun, que podría parecer estridente, de hecho, estaba cargada con nada más que temple y determinación. No se había sobresaltado ni acongojado por la escena poco decorosa delante de él, de hecho, no flaqueó ni preguntó cosas tontas e innecesarias en ese momento, simplemente dictó sus órdenes y esperó a que estas fueran cumplidas.

KyungSoo miró a JongIn con preocupación, el corazón acelerado dentro de su pecho mientras la expresión de su chico se endurecía y sus ojos se volvían dos piedras de acero. Apretó por un segundo de más su cintura y asintió a la demanda del recién llegado. BaekHyun se dio la vuelta de inmediato para darles algo de privacidad y desapareció tan prontamente como había llegado, seguramente para echarle una mano a su marido en la guerra.

JongIn le acomodó la ropa cuidadosamente una vez más, con parsimonia, como si nada hubiera ocurrido hace un momento. Tomó su cabello en una de sus manos y lo ató nuevamente con delicadeza, finalmente lo tomó de las mejillas y se inclinó para darle un beso prolongado en la frente. Cuando habló, lo hizo en un suave y ronco susurro.

-Debo ir.

Al escucharlo, el corazón de KyungSoo se rompió en mil pedazos y su zorro aulló con disconformidad. Se aferró a la tela de su ropa, pero al final terminó aflojando su agarre pues sabía que no tenía sentido hacer algo así en este momento. No podía romper la voluntad de JongIn ni tampoco hacerlo cambiar de opinión, era una derrota clara desde el inicio y, sin embargo, dolía mucho no poder cumplir con este deseo suyo tan egoísta y caprichoso.

Sus labios se apretaron en una fina línea y un abrazo llegó prontamente, rodeando el cuello del menor mientras tomaba una bocanada pura de su aroma.

-Iré contigo -afirmó contra su cuello y JongIn se tensó contra él-.

-KyungSoo.

-Iré contigo y no vas a hacerme cambiar de parecer.

-KyungSoo, ahora mismo no... -su voz fue suave y cuidadosa, sedosa y amable para no causar dolor, pero, a pesar de eso, KyungSoo no era tonto y sabía que el significado tras estas dolería sin importar la forma en la que hayan sido formuladas, por eso endureció sus facciones y se enfrentó a JongIn con seguridad, la barbilla bien alzada con la determinación que lo caracterizaba-.

-Sé que no soy tan fuerte y útil como antes, sin embargo, puedo ayudarte a rescatar a esas personas. No soy totalmente un desperdicio y no voy a causarte ningún tipo de molestia. Prometo que no seré un estorbo y me mantendré a salvo, así que toma lo que ofrezco y vamos a levantarnos para ayudar allá.

Se puso de pie fácilmente y extendió una mano hacia el menor, expresión insoldable y segura. Finalmente, luego de un par de segundos sin cambios, JongIn suspiró largamente y tomó su mano para ponerse en pie también. Con ayuda de la magia, JongIn hizo aparecer su espada, un par de mandarinas junto con un bollo que le dio de comer y un bolso pequeño que también le pasó y que KyungSoo recibió con confusión.

-Sabía que dirías algo así, así que preparé algunas cosas para cuando llegara el momento indicado. Mantenlo contigo, será suficiente para mantenerte a salvo si tenemos que separarnos por alguna razón.

KyungSoo asintió, de acuerdo con él, y metió el bolsito con cuentas en sus mangas casi de inmediato, peló rápidamente el par de mandarinas y casi se atragantó con todo lo que había introducido en su boca y tragado dificultosamente y a tiempo récord antes de recibir un visto bueno. Aún así, JongIn se tomó un momento más para mirarlo y sin dudarlo se inclinó para darle un beso en los labios. Al separarse, lo hizo con sus frentes juntas y su mano acunando su nuca con firmeza.

-No te pongas en peligro y no dudes en huir si llega a ser necesario, ¿de acuerdo? Recuerda que eres mi vida, así que debes cuidarte, KyungSoo.

KyungSoo asintió de inmediato con la seriedad invadiendo sus facciones mientras sellaba su palabra con un corto beso.

-Lo haré. Es una promesa.

Esta vez quien asintió fue JongIn, y lo hizo antes de alejarse, tomarlo de la mano y desaparecer de la seguridad, la calma y los hermosos recuerdos que habían formado en la Villa Kim.

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