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Capítulo 8

"En mis sueños
tú eres mío
Pero...
En mi vida
tú eres un sueño"

Desde que tengo memoria nunca he sabido lo que es tener una pelea con alguien, ya sea de manera verbal o con golpes, nunca he discutido con mamá, ni con papá, ni con Eli, y todas las personas que han pasado por mi vida no tienen absolutamente nada que quejarse sobre mi persona. Soy una persona demasiado pacífica que prefiere evitar los problemas; aunque de alguna manera tragicómica que todavía no comprendo, los problemas suelen buscarme a mí.

Supongo que siempre hay una primera vez para todo y cuando las malas noticias llegaron esa tarde de sábado, no pude evitar ahogarme nuevamente entre la culpa y el arrepentimiento mientras la bañera se desborda, conmigo adentro.

—¿Estás seguro de esto hijo? ¿No estás tomando una decisión demasiado apresurada?, sabemos que eres mayor de edad y que puedes tomar tus propias decisiones. Pero esto es demasiado pronto, ¿no crees? No estamos listos para dejarte ir todavía —esa era la voz de mamá a punto de romper en llanto, aunque no sé muy bien qué clase de llanto, si el orgulloso ya que su pequeño no tan pequeño hijo había crecido o del tipo, ¡joder!, crecen tan rápido.

—Sí mamá, sé que es todo demasiado inesperado, pero estuve pensando bien las cosas y quiero empezar con mi vida por cuenta propia, quiero emanciparme por completo de ustedes, voy a cumplir 23 años, puedo empezar a vivir solo —esa era la voz de Eli mientras sus manos reposaban sobre una enorme maleta con ruedas llena de ropa y de toda clase de productos para el aseo personal masculino.

Mi hermano, mi Eli, en ese momento está despidiéndose de nuestros padres para irse a vivir por su cuenta. Ya sus maletas están hechas y en un par de horas vienen por el resto de sus cosas. Sus ganas de emanciparse tienen un nombre y llevan su mismo apellido: yo.

Por el maldito error que cometí ese odioso domingo ha tomado la iniciativa de irse. Quiere alejarse de todo, quiere alejarse de mí, y todo es mi jodida culpa.

—Bueno —esta vez habló papá y yo de alguna manera u otra quería que él interviniera para que Eli no se fuera de casa, pero supongo que nuevamente estoy siendo demasiado estúpida. Papá va a ser el primero en apoyar su decisión—, espero que hayas pensado en esto con la cabeza fría Elías, no obstante, sólo me queda decir que esta casa siempre va a tener las puertas abiertas para ti todo el tiempo, y espero que no tengas ningún inconveniente viviendo solo.

—Gracias papá —habló el susodicho y aunque no lo veía podría jurar que estaba sonriendo.

—¿Dónde estás pensando quedarte? —preguntó mamá sin cambiar todavía su tono de voz emocionado.

—Alquilé un aparta estudio en North Fork, muy cerca de dónde Declan estaba tomando terapias hace ya varios años. Gasté una parte de mis ahorros en el primer mes y con el resto compraré comida para mantenerme. Norma me consiguió un puesto como recepcionista en la empresa de su padre y le prometí que empezaría a trabajar desde el lunes a primera hora de la mañana, mientras termino con lo de la mudanza y arreglo el horario con la universidad.

—¿Entonces es un hecho? —escuché la voz de mamá en un auténtico hilo.

—Mamá, no eres la primera mujer que debe soportar la emancipación de su hijo mayor, estaré bien —habló Eli y mi corazón se estrujó un poco más de lo que estaba al principio de toda la conversación. Luego se escucharon golpes en la puerta de entrada y escuché tres pares de pasos con dirección a esta.

—Tyler, muchas gracias por ayudar a mi hijo con el tema de la mudanza, Onyx y yo tenemos que irnos al trabajo y no podemos ayudarlo —dijo mamá.

—No se preocupe Señora Alma, Eli es mi amigo y no tengo ningún inconveniente en ayudarlo.

Tyler West, el mejor amigo de mi hermano desde el kínder, por no decir que nacieron juntos o salieron del mismo huevo con el irritante parecido que tienen ambos, no físicamente, emocional y mentalmente. Único en su especie y un auténtico señor parranda, modelo de una de las marcas de moda más populares de toda California, cabello rubio, ojos verdes; he escuchado el rumor de que es gay, pero a decir verdad, todo hombre que use maquillaje aun cuando es parte de su trabajo es motivo de burlas o de malos comentarios.

—¿Nos vamos? —preguntó el susodicho.

—Espera, iré por otra maleta con otras de mis cosas —habló Eli y empezó a subir las escaleras con dirección a dónde su servidora esperaba con su última maleta, sentada sobre la cama que en cuestión de unas horas iba a desaparecer de esta alcoba.

Entró en la habitación y casi de inmediato levanté la mirada y sus ojos se cruzaron con los míos.

—¿Enserio te irás? Todo esto es culpa mía ¿cierto? —hablé con los ojos cristalizados por lo que tuve que llevarme ambas manos a la cara y fregármelos para que las lágrimas no cayeran de estos.

Elías arrugó la nariz y caminó hasta mí, rascándose la cabeza ligeramente.

—Declan...

—No digas nada Eli, esta vez hablaré yo y vas a escucharme antes de cruzar por esa puerta y no volver jamás —suspiré mientras me aclaraba la garganta para que mi voz no sonara quebrada—. Lo siento, ¿sí? no debí besarte esa noche, lo arruiné, lo sé, mandé todo a la mierda por ser una estúpida borracha ese día. No estaba pensando con claridad; estaba ebria Eli, no tienes que hacer nada de eso, fue un error, lo admito, juro que me voy a arrepentir de eso toda mi vida. Te prometo que no volverá a suceder, sé cuál es mi lugar en esta historia.

El chico delante de mi cuerpo tomó asiento a mi lado e intentó pasar un brazo por encima de mis hombros, lo vi intentándolo varias veces pero finalmente puso las manos a los costados y se quedó así, sin decir nada.

—Lo siento mucho enserio —sentí dos lágrimas rodar por mis mejillas y me las sequé de inmediato.

—Declan, esta decisión es sólo mía, no tiene nada que ver contigo. Hago esto porque es lo mejor, es lo mejor para ambos; van a seguir pasando cosas, los errores siempre van a estar ahí aunque tratemos de evitarlo.

—¿Qué significa todo eso? —me sequé las lágrimas y lo miré confundida.

—No puedo decirte eso, pero con creer que es lo mejor es suficiente, créeme...

Se puso de pie, tomó la maleta y se la terció.

—Adiós Declan.

Fue lo último que dijo antes de salir por esa puerta dejándome descolocada, confundida y sintiéndome estúpida por décima vez en el mismo día.

"Los errores siempre van a estar ahí aunque tratemos de evitarlo", sus palabras hacían eco en mi mente y yo me sentía todavía más culpable. La había cagado, la había cagado en grande, arruiné mi vida, mi relación con mi hermano y destruí una familia, todo por unas copas de más, todo porque simplemente mi vida sería mucho mejor si fuera una persona normal, una persona que no siente cosas por su hermano, una persona que no lleva el apellido que llevo, una persona que no debería vivir en esta casa y que desearía vivir en otra.

Los días siguieron pasando, veía a mi hermano en la universidad casi a diario, pero nunca me acercaba a saludar y él tampoco lo hacía. Era como si ambos hubiéramos tomado caminos y destinos diferentes, como si nunca hubiésemos vivido juntos, como si nada, ni siquiera la sangre nos uniera. Éramos dos desconocidos, con un pasado en común pero desconocidos después de todo.

—¿Hasta cuándo piensan que van a poder seguir así Declan? —Le escuché preguntar a Tatum y yo simplemente apoyé aún más mi rostro contra mi mesa—, son hermanos joder, por más que se ignoren o no se hablen seguirán siendo hermanos.

—Las cosas cambiaron Tat, lo arruiné, mandé todo al carajo. Ahora sólo me queda seguir con mi vida y afrontar el error que cometí —suspiré sintiéndome pesada, agotada; dicen que una persona puede soportar cierta cantidad de peso sobre sus hombros y por alguna razón yo sentía que acababa de llegar a mi límite, sentía que por más que lo intentara me iba a ser imposible avanzar, estaba estancada, siempre había estado estancada pero eso simplemente había empeorado desde ese domingo hasta el día de hoy. Ahora, seguía caminando, pero esa odiosa carga simplemente se hacía y se hacía más pesada—. A veces siento que es lo mejor, tal vez con él estando de ese lado y yo desde este, algún día mis sentimientos se eliminen de raíz y todo vuelva a ser como antes, al menos con esa idea en la mente estoy tratando de seguir con mi vida.

La profesora de latín, la señorita Mclntyre, Lillian Mclntyre, alias la señorita del apellido impronunciable vio mi interesante intercambio de frases con mi amiga e inmediatamente frunció el ceño y habló: —Señorita McDonald, podría repetirnos por favor la correcta pronunciación de la famosísima frase de Shakespeare en latín, "ser o no ser, esa es la cuestión"

Como era de esperarse la mirada de la mitad de los compañeros de mi curso se volvieron para mirarme y yo elevé el mentón para mostrar seguridad mientras tragaba saliva y decía:

—Lo siento mucho Señorita Lillian, pero no estaba poniendo atención —hablé con la voz en un solemne balbuceo ganándome de inmediato la mirada reprobatoria de la maestra y un par de burlas de mis compañeros.

—Eso lo sé señorita McDonald, por lo menos tuvo la decencia de ser sincera. Pero no es la primera vez que digo lo mismo de siempre, si no le interesa mi clase puede irse, igual yo no soy la que paga el semestre —varios compañeros volvieron a reír, incluida Tatum y yo la miré con el ceño fruncido mientras tomaba mis cosas y me ponía de pie.

—Estoy de acuerdo con usted por primera vez, así que me temo que tendré que acatar su orden indirecta y salir del salón, no me siento bien —caminé hasta la puerta del aula con varias miradas de sorpresa y asombro de varios y salí del salón sin decir una sola palabra; ya después me pondría al corriente con la clase, no iba a reprobar por solo faltar media hora.

Caminé hasta la enorme zona verde después de la cancha de baloncesto, los pasillos estaban completamente vacíos con excepción de un par de chicas en algunos de los baños, el equipo de baloncesto no estaba entrenando y al parecer nadie tenía clases de gimnasia a esa hora. Me trepé en uno de los árboles que encontré, como cuando era niña y Eli y yo jugábamos a las escondidas en la copa de los árboles de la casa de los abuelos; me senté en una de las ramas, apoyé mi cabeza sobre el tronco y cerré los ojos suspirando.

Estaba cansada, últimamente siempre estaba cansada, no dormía bien y simplemente usaba demasiado maquillaje para que mi mal estado no saliera a la luz.

—¿Por qué estás aquí tú sola? —un chico de cabello rubio con unos bonitos ojos grises debajo de unos enormes lentes de pasta me sonreía de manera amable desde abajo del árbol.

Por alguna razón que desconozco le devolví la sonrisa mostrando todos mis dientes y contesté:

—Hola, ¿de dónde saliste? Creí que estaba sola —fruncí ligeramente el ceño y el chico arrugó la nariz de esa misma forma que Eli y Tatum lo hacían por alguna razón. Últimamente esa maña estaba siendo demasiado recurrente en las personas que conocía—, nunca te había visto por aquí.

—Soy nuevo, mi nombre es Liam Maverick, me transfirieron desde Chicago, este es mi primer día. Iba a la oficina del director pero te vi ahí trepada y quise acercarme. Una persona en una posición como la tuya te da una primera impresión de ser alguien interesante. ¿No tienes clases justo ahora chica del árbol?

Su ocurrencia me robó una sonrisa así que bajé de donde estaba y me planté a su lado, era varios centímetros más alto que yo, pero eso era algo normal en mi vida.

—¿Chica del árbol? ¿Sueles decir siempre lo primero que se te viene a la mente Liam? —Sonreí y él asintió con las mejillas ligeramente rojas—. Mi nombre es Declan por cierto, es un gusto conocerte, "chico de los lentes" —le extendí mi mano y él la tomó y la apretó ligeramente.

—El gusto es mío Declan, alias "la chica del árbol" —me guiñó un ojo y yo solté una risita—. Si no es mucha molestia, ¿podrías guiarme hasta la oficina del director y almorzar conmigo cuando las clases concluyan?, claro, si no estoy abusando de tu gran amabilidad.

Negué con la cabeza y entrelacé su brazo con el mío, me incliné para tomar mis cosas y luego empecé a caminar con dirección a la oficina del director con el inusual chico que acababa de conocer en tan complicadas situaciones.

Por lo menos me hizo sonreír y dejé de pensar por un segundo en mi horrible y miserable vida.

Liam Maverick, definitivamente es un espécimen muy particular.

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