Capítulo 11
"El destino de nuestros labios
es encontrarse.
¿Para qué alargarlo?"
Nunca he creído en ese cuento tan rebuscado de las almas gemelas, ni en mis mejores días pude creer esa estupidez de que todos nacimos atados a una persona, que ese hilo que une los destinos de una persona con otra existe y que por más que se jale o se enrede nunca va a romperse. Si fuera así el mundo no estaría lleno de aventuras de una noche, de parejas disfuncionales y de personas que desperdician cosas tan importantes como lo es un primer beso o la primera vez que te acuestas con alguien.
Simplemente esperaríamos a que esa persona a la que estamos atadas llegara.
Si ese famoso hilo rojo existiera yo no sería la hermana de Eli, puesto que si de almas gemelas se trata o estamos hablando de esa famosa "media naranja", Eli siempre sería el indicado para mí. Mi corazón y todo lo que siento siempre a su lado se ha idealizado, aunque suene demasiado cursi para mí gusto.
Acabo de salir de la casa de Tatum, ella y una maleta repleta de cosas para que duerma esta noche en mi casa está caminado con dirección al auto de sus padres, al parecer el Señor Sayers no está contento si su hija mayor sale de casa sin que su chófer personal la lleve o acompañada de su guardaespaldas privado. Es gracioso, pero supongo que ser investigador privado te llena la cabeza de millares de escenarios donde tu familia es asesinada, tu casa es allanada o tu amada hija es secuestrada.
—¿Estás bien? —Me preguntó la chica castaña y yo asentí con la cabeza pegando mi frente contra el cristal de la ventana—. Todo va a estar bien, ¿has recibido más mensajes?
Negué con la cabeza tratando de no mirarla a los ojos, no estaba cómoda, a decir verdad, estoy nerviosa y asustada. Es básicamente por eso que le pedí que fuera a dormir a mi casa, no quería estar sola, no con él o ella asechando por la ventana de mi cuarto, no después de haber recibido esos mensajes y como por arte del destino al llegar a mi casa y que la situación haya empeorado.
—¿Vas a decirme qué pasa? —Insistió y yo la miré con brevedad por un momento y nuevamente apoyé mi frente contra la ventana tratando de ignorarla. No quería hablar, no en ese momento—. Declan, habla conmigo, sé que esta salida de estudio no es sólo por el examen de gramática de la próxima semana.
Suspiré sintiéndome agotada, nuevamente estoy agotada, no he podido dormir bien y eso que sólo han pasado dos días desde el incidente. Al principio creí que había sido buena idea de mamá y papá el cambiarme de mi cuarto al de ellos, ver el cuarto vacío que había dejado mi hermano en la habitación de enfrente y en mi corazón me instó a aceptar la idea de mudarme al piso de abajo; aunque ahora, es otro error del que en este momento me arrepiento.
...
—Mamá, papá, ya regresé —hablé en voz baja apenas hube entrado en la casa justo después de dejar las llaves en el recibidor de la entrada.
—Qué bueno que llegaste hija —escuché la voz de mamá y su rostro sonriente saliendo de la cocina secándose las manos en el delantal de flores con el que ella lavaba la loza—. Tu padre y yo te tenemos una sorpresa.
Asentí con la cabeza y entré en la cocina, papá estaba sentado en el comedor revisando unas cosas en la portátil, caminé hacia él y lo saludé con un beso en la mejilla, luego repetí el gesto con mamá y ambos me miraron sonriendo.
—Onyx —le llamó mamá y mi padre levantó la mirada de la laptop para luego levantarse de la mesa y caminar hasta mamá sonriendo, antes de inclinarse sobre ella y dejar un beso en su frente para luego acercarla a su pecho.
No me molestaba que tuvieran esa clase de acercamientos, a decir verdad me encantaba verlos así de unidos. Eran la pareja perfecta, los ojos mieles de mamá, su cuerpo menudo y delicado, sus finas facciones de piel blanca y aquel cabello negro derramándose en ondas por todo el largo de su espalda; al lado de papá, mamá parecía una pequeña e inofensiva muñeca de porcelana, y los ojos marrones de mi padre que pasaban la mayor parte del tiempo oscuros y duros se suavizaban con sólo ver a mamá o tenerla cerca. Siempre los veía y lo único que pedía era que alguna vez tuviera una relación tan bonita como la de ellos, la misma que a pesar de los años seguía prevaleciendo sobre absolutamente todo.
Después de unos segundos se separaron y se volvieron para verme, luego mamá le hizo un gesto a papá y él se acercó a mí y me cubrió los ojos con sus dos enormes manos. Sonreí poniendo mis manos sobre las suyas y empezamos a caminar fuera de la cocina, rumbo a la habitación de mis padres, o bueno, la que era de mis padres hasta ese día.
Luego escuché una puerta abrirse y papá me quitó las manos del rostro, abrí los ojos y vi todas mis cosas ordenadamente acomodadas en el piso de abajo, el pequeño closet de color celeste, muchos de mis libros ahora ubicados en unas repisas cuadradas que no habían estado ahí antes. Papá seguramente las puso en ese lugar con uno de sus ingenios y con sus hábiles manos. La cama de mimbre oscuro con ese precioso tendido color rosa claro con almohadas blancas, mi bonita mesita de noche rosa y un nuevo escritorio donde ahora estaba mi vieja laptop con otros cajones con libros y lapiceros de colores con una bonita lámpara de escritorio igual que el símbolo de Pixar conocida en la realidad como "flexo", con la enorme ventana que daba afuera por lo que un bonito halo de luz entraba por ésta. Mis cuadros en mosaico con fotos mías con Eli, Simone, Chris, Rocco y obviamente un par de fotos nuevas que había mandado a enmarcar con Tatum.
—Sabíamos que tú habitación era algo estrecha y tu padre y yo pensamos que podrías pasarte aquí desde ahora —habló mamá y yo me di vuelta y me colgué del cuello de ambos teniendo cuidado de no hacerlos caer en el suelo.
—Me encanta, es perfecta, gracias, los amo —sonreí con los ojos cristalizados de la emoción. Eli y yo siempre habíamos querido estar en aquella habitación, era la más grande de toda la casa donde perfectamente podríamos arreglar un pequeño estudio, con su propio baño y toda la cosa; y ahora, sin siquiera pedirlo era mía, aunque bueno, Eli ya no vive con nosotros para que sigamos riñendo por tenerla.
—Nos alegra que te haya gustado hija, ya tu madre y yo nos mudamos a la habitación de tu hermano y estamos pensando en arrendar tu alcoba, el dinero extra nos ayudaría mucho —asentí con la cabeza mirando a papá y luego finalmente los solté y dejé mi maleta sobre la cama antes de soltar un bostezo. Había tenido un día bastante atareado llenando mi cabeza de palabras en latín perfectamente pronunciadas por Liam.
—¿No vas a comer antes de acostarte? —preguntó mamá apenas me vio sacando de los cajones mi pijama de corazones naranjas en un fondo blanco conformada por un short y una camisa de tirantes.
—No te preocupes por eso mamá, comí en casa de Liam —sonreí tomando mi cepillo de dientes para dirigirme al baño, mi propio baño, este es el mejor día de mi vida, o bueno hasta ese momento así era—. Un nuevo amigo que conocí en la universidad hoy; les va a encantar, es un gran chico y tiene familia aristocrática y bastante ilustre.
Mamá y papá me miraron pero no dijeron nada, luego mamá cerró las traslúcidas cortinas de velo suizo y tomando la mano de papá ambos se despidieron con dos besos y finalmente salieron de la habitación y me dejaron sola. Entré en el baño y empecé a cepillarme los dientes con mis ojos clavados en el espejo, enjuagué el cepillo y justo cuando iba a guardarlo en el estuche de siempre escuché un par de ramas crujiendo frente a mi ventana.
Miré las cortinas por un momento a ver si veía alguna clase de movimiento a través del velo blanco y vi algo moverse entre los arbustos, me encogí de hombros; tal vez sea algún animal nocturno o el gato del vecino. Caminé hasta la cama y empecé a quitarme la chaqueta rosa encima de esa pequeña camiseta blanca que tenía debajo, fue cuando escuché el sonido de lo que podría jurar y era el flash de una cámara o el sonido del obturador de una cámara profesional activándose.
Me retiré la chaqueta del todo y nuevamente el sonido se repitió, intenté caminar hacia la ventana y revisar quién demonios era el que estaba tomando esas fotos pero al parecer a mis pies les habían salido raíces. Tomé mi pijama y corrí nuevamente al baño, y lastimosamente desde ese primer y único día, mi cuarto, mi nuevo cuarto dejó de ser territorio seguro para mí.
—Declan, Declan —las manos de Tatum se posaron sobre mis hombros y me sacudieron, fue cuando regresé al presente después de haber tenido un viaje astral al pasado.
...
—Lo siento —susurré aun cuando no tenía en claro del todo porqué me disculpaba—, estaba pensando.
—¿En qué? ¿En Eli otra vez? Creí que ese asunto ya había quedado gran parte en el pasado, o eso fue lo que le dijiste ahorita a mi madre —arrugó la nariz y yo clavé los ojos en el suelo—. Declan, por favor, dime qué pasa.
Suspiré tratando de no ahogarme con mis propias palabras y respondí su pregunta con un inaudible gemido.
—Tatum, no he podido dormir y he actuado extraño porque... ahora tengo un acosador.
La chica castaña me miró con los ojos bien abiertos y justo cuando había abierto la boca para decir algo, el vehículo en el que estábamos frenó frente a mi casa y poco después la puerta fue abierta para que nos bajáramos. Tatum y yo nos miramos sin movernos ni un poco y finalmente yo la tomé de la mano y ambas bajamos del auto; le agradecimos a Alfred por habernos llevado y justo cuando se hubo subido nuevamente al vehículo y este hubiera arrancado, caminé hasta la puerta y la abrí.
—Entonces hay que atraparlo —dictaminó con firmeza Tatum a mis espaldas y yo me volví para mirarla patidifusa—. Te voy a ayudar a atraparlo, esta misma noche.
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