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EPÍLOGO

Cinco años después....

El sol de otoño pinta la sala con su brillo dorado, creando un rincón acogedor donde me encuentro sentada en el suelo con Matteo, mi hijo de un año, deleitándome en un juego animado con Hunt, nuestro gato.

La risa contagiosa de Matteo se entremezcla con los rápidos movimientos de Hunt, creando una alegría que llena cada rincón de la habitación.

De repente, el sonido de la puerta cerrándose captura la atención de Matteo, quien dirige sus ojos llenos de expectación hacia el pasillo de entrada.

—¿Quién llegó, mi amor? —le pregunto con dulzura.

—¡Papá! —exclama Matteo, su rostro iluminándose con una sonrisa radiante. Hunt, notando la excitación, se apresura a unirse a la bienvenida, y Matteo, con pasitos torpes, nos encaminamos hacia la entrada.

Nos encontramos a medio camino en el pasillo. Niky nuestro perro, se abalanza hacia mí moviendo su cola con entusiasmo.

—¡Hola, campeón!— exclama Andrew, inclinándose para recoger a Matteo en sus brazos, mientras que nuestro hijo ríe y alza sus manitos tocando el rostro de Andrew.

—Ciao, amore mio. —Saluda Andrew, depositando un beso tierno en mis labios.

—Ciao, amor. ¿Qué tal el paseo con Niky? —pregunto sin dejar de acariciar la cabeza de nuestro perro.

Andrew me mira con una chispa traviesa en los ojos. —Niky y yo exploramos el parque, ¿verdad, compañero? —dice a Andrew, acariciando la cabeza de Niky, quien responde con alegría moviendo la cola y soltando pequeños ladridos. Mientras que Hunt se pasea entre los pies de Andrew.

—¿Sí? ¿Y qué descubrieron ustedes dos intrépidos exploradores? —pregunto, jugando con la complicidad de la escena.

—Oh, solo los tesoros de siempre: hojas crujientes y árboles que parecen tocar el cielo. Niky insistió en saludar a cada persona que encontramos en el camino. —Andrew ríe, mientras Matteo, con una risita encantadora, pide ser bajado y se dirige a abrazar a su peludo amigo.

Andrew y yo nos miramos, intercambiando miradas cómplices que son el reflejo de un amor que ha resistido el tiempo y las tormentas.

Hace cinco años, las calles adoquinadas de Milán fueron el escenario perfecto para nuestro nuevo comienzo, alejándonos de la causante de todos nuestros problemas. Cada rincón, cada callejón, lleva la huella de momentos compartidos, de risas que resonaron en la quietud de la noche, y de los nuevos recuerdos que tejimos en esta ciudad.

La noche cae, Andrew y yo estamos caminando de la mano, paseando por la ciudad que desde hace dos años llamamos hogar. Pasamos junto por la imponente Catedral de Duomo.

Mi corazón late con fuerza cuando, al girarme, encuentro a Andrew arrodillado, sosteniendo una caja en forma de corazón que revela un anillo resplandeciente.

—Ainhoa Campbell, ¿te casarías conmigo? —preguntó Andrew, sus ojos reflejando la devoción que siempre ha sentido. —Tú eres la luz que ilumina mi vida, la melodía que llena mi silencio. No solo quiero casarme contigo, sino que quiero pasar el resto de mi existencia demostrandote lo que significas para mi.

Dejó de respirar por unos segundos y las lágrimas de felicidad llenan mis ojos. Asiento repetidas veces con una sonrisa radiante.

—Sí, mil veces sí.

En los meses que siguieron, nuestra vida se convirtió en una mágica sinfonía, una danza donde cada preparativo para la boda era una nota armoniosa que resonaba en los rincones de nuestra historia. Entre pruebas de vestido y degustaciones de pastel, cada elección estaba impregnada de amor y significado. Desde la selección de las flores hasta la elección de la melodía que nos acompañaría en nuestro primer baile como esposos, cada detalle se convertía en un pincelazo de romance que pintaba nuestro camino hacia un futuro compartido.

La boda se celebró rodeados de nuestros familiares y amigos más íntimos. En la encantadora villa a las afueras de Milán, rodeados de olivos y viñedos, sellamos nuestro amor bajo el cielo italiano. La brisa cálida acaricia nuestros rostros mientras intercambiamos nuestros votos.

Andrew con los ojos fijos en los míos, pronuncia con voz segura: —Ainhoa, mi amor. Desde el momento en que nuestros caminos se entrelazaron, supe que mi vida cambiaría para siempre. —toma mis manos y continua sin dejar de mirarme. —Hoy, en este lugar lleno de magia, te prometo amarte en cada amanecer y sostener tu mano en cada anochecer. Eres mi confidente, mi compañera de risas y lágrimas, y hoy, ante todos, te prometo amarte más de lo que las palabras puedan expresar.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras respondo: —Andrew, mi amor, desde el momento en que tus ojos encontraron los míos, supe que estaba destinada a amarte. En este día especial, prometo ser tu refugio en los días grises, tu cómplice en las risas, y tu amor eterno en cada capítulo que escribamos juntos. Tú eres mi ancla en las tormentas, mi risa en la calma, y hoy, ante todos, prometo amarte con todo lo que soy y ser tu compañera incondicional.

Un año después de intercambiar nuestros votos bajo el sol italiano, me encuentro en mi día libre terminando de adornar la mesa que está en la terraza con unas velas, unas copas y todo lo necesario para que la velada salga perfecta. Acomodo con una sonrisa la caja cuadrada de color negro con un listón dorado sobre la ya perfecta mesa.

Desde la terraza escuchó la puerta cerrarse y salgo a su encuentro. Nos encontramos a mitad de camino y él se encuentra saludando a Niky y Hunt quienes se levantaron rápidamente del sofá para ir a darle la bienvenida. Miro la escena con una sonrisa y él me devuelve la sonrisa, pero esta es curiosa indicando que todo está transcurriendo según lo planeado.

—¿Qué es todo esto?— preguntó, luego de saludarme con un tierno beso en la frente y sus ojos brillan de curiosidad.

Sonrió y señaló hacia la terraza guiandolo hacia la mesa perfectamente adornada.

—Abre la caja, mi amor. Tengo algo para ti. —Le digo, entregando la caja con una sonrisa.

Andrew me mira curioso y coje la caja entre sus manos abriendo lentamente, al principio su rostro parece no comprender la situación cuando saca un par de zapatitos, luego saca un body de color blanco invierno con la frase "¡Pronto seremos tres!" estampada en él.

Los ojos de Andrew brillan y su rostro se ilumina cuando comprende el mensaje.

—¿Estás...? —empezó a decir, su voz temblorosa y atónito por la noticia.

Asiento con una sonrisa radiante. —Sí, Andrew. Vamos a ser papás. —Le respondo enseñándole la ecografía que está bajo el body.

Se acerca y me rodea con sus brazos con una delicadeza y ternura que me sorprendió.

—¿De verdad? —preguntó, aún sin poder creerlo del todo. Pero su enorme sonrisa me indica que la noticia le encantó.

—De verdad. —Respondo, mis labios rozando los suyos en un beso tierno, pero apasionado.

—Me has hecho el hombre más feliz. —Dice agachándose y repartiendo besos mi vientre.

—Bueno, en realidad seremos cinco— añado mirando a Hunt y Niky que están dormidos en el sillón.

El día que le dimos la bienvenida a nuestro hijo al mundo, el apartamento se llenó con el llanto del recién nacido. Ese sonido, más dulce que cualquier melodía, marcó el comienzo de una nueva etapa en nuestra vida.

Nuestra rutina diaria se llenó de pañales sucios, llantos de bebé, noches en vela y momentos que solo los padres, y padres primerizos comprenden. Cada rincón de nuestro hogar se impregnó con el amor que emana nuestra pequeña familia. Andrew se convirtió en el padre más dedicado, y verlo sosteniendo a nuestro hijo en brazos crea una imagen de ternura que guardare por siempre en mi corazón.

Así, mientras el sol se despide por los tejados de Milán, disfrutamos la belleza de la vida que hemos construido juntos en estos largos seis años juntos.

Las tardes se volvieron un escenario de risas y juegos en nuestro hogar.

Nuestro hijo juega despreocupadamente con Niky y Hunt, mientras nosotros los observamos desde el umbral del gran ventanal que da a nuestro patio trasero. Andrew tiene sus manos cálidas sobre mi pequeña barriga, recibiendo las pequeñas pataditas que da nuestro segundo hijo.

Andrew me mira con ojos llenos de amor y asombro, como si el brillo en mis ojos refleja el universo entero que habita en nuestro hogar. Nos abrazamos, compartiendo la emoción y la expectativa del nuevo integrante que se uniría pronto a nuestra familia.

—Gracias por esta hermosa familia. Te amo, mi amor —susurró besando con ternura mis labios.

—Y yo a ti amor más de lo que las palabras pueden expresar —respondo, sintiendo la plenitud en cada latido de mi corazón.

𓃭

Holaaa!!!

Ahora si que es el !fin!

Gracias a cada uno de ustedes por ser parte de esta travesía 🧡 En especial a aquellas personitas hermosas 🫶🏻 que me apoyaron en todo momento.

💚🧡🖤

Dejo a todos invitados a leer Flavors of Desire: Sabores del Deseo🔥 que se encuentra en mi perfil 🧡

Nos veremos pronto! 🧡

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