Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 7

ANDREW

A las seis cuarenta y cinco de la mañana, estacioné mi auto en el gimnasio y cerré la puerta con suavidad. Con mi bolso deportivo al hombro, y avancé hacia la entrada del lugar.

La sala de ejercicios está escasamente poblada, pues son pocos quienes poseen la voluntad de abandonar la dulce comodidad de sus colchones para atarse las zapatillas y sudar un poco. En mi caso, eso ya es una parte esencial de mi rutina: gimnasio, clases, bufete. Claro, hay otras actividades en medio, pero esas tres son inquebrantables en mi día a día.

Con firmeza, me encamino hacia las trotadoras eléctricas para un breve calentamiento. Los auriculares en mis oídos y música motivadora, comienzo un suave trote. Después de quince minutos, me traslado al área de pesas, donde invierto unos cuarenta y cinco minutos en ejercicios variados para diferentes grupos musculares. Hoy toca brazo y espalda, así que mis esfuerzos se centraron en esas áreas.

Concluida la rutina de ejercicios, realizo treinta minutos de cardio, alternando con saltos de cuerda y el saco de boxeo. Los últimos diez minutos fueron de carga en la trotadora.

Mientras me dirijo a las duchas, observo mi reloj: aún dispongo de treinta minutos antes de las clases.

—El desayuno tendrá que esperar —murmuro para mí mismo.

𓃭

—Miller —Me llama el profesor Brown.

Me aproximo a él, a pesar de que no tengo clases con él hasta el viernes.

—Buen día, profesor —lo saludo cordialmente al llegar a su lado.

—Buen día, Andrew. Te he llamado para saber cómo han sido estos días en el bufete.

—Han sido bastante intensos, profesor. He estado inmerso en un caso de divorcio complicado y también he participado activamente en la redacción de contratos para una empresa cliente. La carga de trabajo ha sido elevada, pero he estado esforzándome por equilibrarla con mis estudios —respondo con sinceridad.

El profesor Brown asiente con una expresión evidente de comprensión

—Es crucial aprender a manejar la presión y encontrar ese equilibrio, Andrew. Recuerda que tu formación académica es fundamental, pero también es valioso ganar experiencia en el mundo real. Asegúrate de no descuidar ninguna de las dos áreas.

Le agradezco por el consejo y tomo nota mentalmente de sus palabras. La figura del profesor Brown siempre ha sido una guía sabia para mí.

—Además —continúa el profesor—, hay una conferencia sobre derecho comercial en un mes. Creo que sería beneficioso para ti asistir, considerando tus actuales responsabilidades en el bufete.

Asiento, agradecido por la sugerencia. La oportunidad de aprender más y ampliar mi perspectiva es algo que no puedo dejar pasar.

—Definitivamente asistiré a la conferencia, profesor. Aprecio mucho su apoyo y orientación.

El profesor Brown sonrió y asiente una vez más posando su mano sobre mi hombro.

—Me alegra escuchar eso, Andrew. Sigue adelante con tu trabajo arduo y tu búsqueda constante de conocimiento. Eso te llevará lejos en esta profesión.

Me despido del profesor y me dirijo a mi clase, caminando por el pasillo me topo con Ray y Federico.

—Hola, Ander —me saludó Federico.

Saludo a ambos, Federico ha sido mi amigo desde la infancia y me llama Ander por una razón muy cómica para mi, pero vergonzosa para él.

Además ahora dice que gracias a él tengo el mejor apodo y me queda perfecto para un hombre como yo.

Gracias a él y a ese apodo, muchos de mis amigos que he hecho a lo largo de mi vida me llaman Ander, incluso mi familia se ha acostumbrado al apodo.

—¿Qué clases tienes ahora? —preguntó Ray, dando un sorbo a su bebida energética.

—Derecho Civil, ¿y tú?

—¿Con la profesora sexy?

Asiento —Sí, con la profesora Maia.

—Me arrepiento tanto de no haber tomado el curso con ella. Dicen que la sala huele a fresas cada vez que entra —comentó Ray, lo que nos hizo reír a Federico y a mí. Ray rueda los ojos de enamorado y continúa hablando. —Me encanta esa profesora, y sé que está prohibido invitarla a salir. Pero me encantaría tener una cita con ella, si me lo permitiera le bajaría hasta la luna. —sonríe y bebé de su bebida—. A mí me toca con Lewis, "procedimientos civiles", y es un monólogo de ochenta minutos. No sé cómo logra hablar durante ochenta minutos seguidos sin cansarse.

El profesor Lewis es un experto en su área, pero parece disfrutar hablando durante toda la clase. Los momentos de silencio son raros, sólo ocurren cuando un compañero está resolviendo alguna duda.

Mientras Ray sigue hablando de la profesora Maia y sus fantasías, Federico decidió intervenir.

—Ander, ¿recuerdas cuando intenté invitar a salir a la ayudante de la profesora de matemáticas en la preparatoria?

Levanto una ceja, curioso por volver a escuchar la historia.

—Sí, claro que recuerdo —respondo.

Federico ríe y prosiguie.

—Fue un completo desastre. Me puse tan nervioso que comencé a tartamudear y mezclé todas mis palabras. Al final, ella solo sonrió amablemente y me dijo que estaba halagada, pero que tenía una política de no salir con estudiantes.

Ray suelta una carcajada.

—¡Vaya, Federico, no sabía que tenías ese tipo de historias! —dice entre risas.

Federico se encoge de hombros y sonríe.

—A todos nos ha pasado alguna vez, ¿verdad, Ander?

—Sí, todos hemos tenido momentos embarazosos — confirmo, mientras nos dirigimos hacia nuestras respectivas aulas.

—Sí, todos hemos tenido momentos embarazosos —confirmé, mientras nos dirigíamos hacia nuestras respectivas aulas.

Después de esa pequeña charla nos separamos, cada uno encaminado hacia sus clases. Mientras me siento en mi asiento en la clase de Derecho Civil, no pude evitar sonreír ante las ocurrencias de mis amigos. A pesar de las dificultades académicas y los desafíos de la vida, siempre encontramos tiempo para reírnos y apoyarnos mutuamente.

𓃭

Después de terminar las clases quede con Ashley en el centro comercial, las cosas entre nosotros siguen igual, logramos solucionar nuestra discusión del viernes teniendo sexo como siempre y no hablando de lo que realmente importa.

Me subo a mi auto, pongo un poco de música y comienzo a conducir hasta el lugar de nuestro encuentro. Almorzaremos en uno de los restaurantes que hay dentro del centro comercial, el favorito de Ashley, según ella ahí fue en donde se enamoró de mi.

Llego hasta el restaurante y allí está ella esperándome con unos jeans negros ajustados a su cuerpo y un sweater a juego.

Me mira con una sonrisa radiante —Hola mi amor—. Me abraza devolviéndome el beso.

—¿Entramos? Debo estar en el bufete a las cuatro—. Comento mientras miro la hora en mi celular.

Entrelaza nuestros dedos y me guía por el lugar.

Llegamos hasta una mesa que tiene una vista hacia las montañas, para ser un restaurante que está en un centro comercial tiene una muy bonita vista.

El camarero se acerca hasta nuestra mesa.

—Buenas tardes, bienvenidos al 'Boulevard Kitchen' ¿Qué desean ordenar?

—Para mi un rissotto con salsa de champiñones con un jugo de frambuesa, por favor.

—Y para mi unos fetuccini a la huancaína con lomo salteado y para beber una limonada, por favor. —Pido.

El camarero anota nuestras órdenes y se retira.

—¿Cómo te ha ido en el bufete?

—Me ha ido bien, trabajar con Campbell es magnífico. Es un hombre que sabe demasiado.

Comienzo a contarle cómo han sido mis días con Campbell y lo feliz que me siento al estar viviendo esta oportunidad. Omitiendo la parte en que vamos a trabajar a su casa y la forma en que me quedo contemplando a su bella hija cuando está distraída.

Al cabo de diez minutos el camarero vuelve con nuestros pedidos y nos los deja sobre la mesa, con Ashley continuamos conversando. Ella me cuenta cómo han sido sus días en la universidad y un par de discusiones que ha tenido con su mejor amiga.

Después de pagar y salir del restaurante, le propongo a Ashley que fuéramos a tomar un helado antes de que tuviera que ir al bufete. Nos sentamos en una de las mesas disponibles para disfrutar del helado. Las cosas iban muy bien entre nosotros; de vez en cuando nos repartimos algunos besos, conversamos y pasamos el tiempo como si nada. Había olvidado la existencia de Ainhoa, hasta que escucho su risa, una risa tan contagiosa que parece el canto de los ángeles.

Disimuladamente, busco con la mirada su origen mientras Ashley habla sobre su perro, o eso creo... Sin embargo, ya no le prestó atención; en mi mente solo resuena esa hermosa melodía que brota de sus labios.

Finalmente, la encuentro. A pocos metros de distancia, está sentada con una coleta alta que deja caer sus rizos. Su vestimenta es sencilla, pero al mismo tiempo se ve perfecta. Está acompañada por un grupo de chicos, son los mismos chicos con los que estuvo en la fiesta de la otra noche. Se encuentra apenas a unas cuantas mesas de la nuestra, sentada en la misma dirección en la que está Ashley por lo que me es muy difícil no desviar mi vista hacia ella.

La risa de Ainhoa comienza a distraerme de Ashley, y aunque me esfuerzo por concentrarme en lo que me dice, estoy perdiendo la batalla. Nuestras miradas se cruzaron entre la multitud, ella se remueve inquietamente en su asiento. Noto que sus mejillas adquirieron un leve tono rosa, signo de su nerviosismo. Con solo mirarla, logro ponerla nerviosa.

Me he dado cuenta que, cuando estoy cerca de ella, Ainhoa se comienza a poner nerviosa, aunque se esfuerza por ocultarlo. Algo en su interior se vuelve vulnerable en mi presencia y la deja al descubierto.

Por un momento creí que era sólo alucinaciones mías pero lo comprobé cuando Roger me invitó a cenar y yo acepté, y luego me ofrecí llevarla a casa de su amiga.

Al principio se negó, pero finalmente decidió aceptar por las palabras dichas de su padre. Una vez que ya estábamos en mi auto que estaba inundado por su aroma dulce, me acerqué a ella y le susurré.

—Te llevaría a donde tú me pidas.

Con toda la confianza del mundo, tome un mechón de su cabello y lo coloque detrás de su oreja, me di todo el tiempo del mundo para mirar sus reacciones y sentir como se tensaba bajo mi tacto, baje lentamente acariciando su mejilla, trago con fuerza. Me volví para mirar al frente y encendí el motor.

Su piel es suave y cálida, provocando en mí el anhelo de seguir acariciándola. De reojo, capté su nerviosismo:su respiración acelerada y las mejillas teñidas de rubor.  Mi propio corazón latía con intensidad ante aquel mínimo roce de piel contra piel. Deseé deslizar mi pulgar por su labio inferior, aunque me contuve.

—¿Dónde vive tu amiga? —indagué con suavidad.

—Vi-ve en... en el edificio Li-Lincoln, 534 —titubeó.

—Bien, te llevaré allí.

Aunque intentaba ocultarlo, la tensión me afectaba tanto como a ella, sumiendo mi interior en una danza de nervios que disfrazaba con destreza...

Algo le susurro a una de las chicas que está sentada a su izquierda y su amiga me miró 'Disimuladamente'. No fue tan disimulada, pareció más bien el exorcista cuando se giró a verme, llevándose un manotazo de Ainhoa y después ocultó su rostro avergonzado entre sus manos.

—Amor, ¿me estás escuchando? —Ashley me reclamó.

Vuelvo mi vista a Ashley—Eh... sí, claro.

—Entonces, ¿qué te estaba diciendo? —Su expresión ya no era de alegría, se había vuelto seria.

Entiendo por qué lo hace, no le estoy prestando atención. Mi mente está puesta en la hermosa chica de cabello castaño y ojos verdes que está a solo unos metros de distancia.

—Me estabas hablando sobre... —Siento un nudo en el estómago, tengo que pensar rápido para evitar una discusión en público. Abro la boca para decir algo, pero Ashley se adelantó.

—Olvídalo, mejor vámonos —dice con tono de decepción mientras se levanta.

Ella comienza a caminar entre las mesas en dirección a la salida de la heladería. Me pongo de pie rápidamente y me doy cuenta de que Ainhoa me está mirando. La ignoro y salgo tras mi novia; debo recordar que Ashley merece mi atención, ella es la que importa. Después de todo, ella es mi novia.

Tomo suavemente a Ashley del brazo —Amor, lo siento... estaba distraído, en el bufete estamos viendo un caso súper importante y Campbell confío en mí para preparar la defensa, y así tener un caso contundente y ganarlo. —Miento.

Me siento mal mintiéndole de esa forma, si tenemos un caso importante pero Campbell no me dejo todo el trabajo a mi, en eso le mentí un poco. Tengo que sacarme a Ainhoa de mi mente como sea.

Acuno sus mejillas entre mis manos y comienzo a repartir besos por todo su rostro ocasionando que comience a reír.

—Te llevo a mi departamento y me esperas ahí, ¿te parece? Yo voy al bufete y después podemos ver una película juntos.

Ashley sonríe y asiente con la cabeza.

Beso sus labios, y caminamos hasta mi auto.

𓃭

Estoy en mi puesto trabajando, Roger está en una reunión y me dejo a cargo unos documentos para revisar.

Abro el expediente del caso y lo comienzo a leer. Es sobre un misterioso asesinato que ha dejado perplejas a las autoridades.

—Esto es mucho más intrincado de lo que parecía inicialmente—, reflexiono en voz baja, mis ojos escudriñando cada detalle del informe una vez más. La presencia de los sospechosos, Lucas Martinez e Isabel Montero, había alterado por completo el panorama. La interconexión entre ellos y la víctima, Michael Thompson, me parecía tanto intrigante como preocupante.

—Todo apunta a que fueron ellos, las huellas, el ADN encontrados en la escena coinciden, aunque....

Sigo leyendo el expediente, hay un tercer sospechoso.

—Lucas tenía motivos financieros, sí, pero ¿sería capaz de llevar su descontento a tal extremo? Isabel, con su historia de amor y conflicto, podría tener emociones desbordadas, pero ¿realmente sería capaz de cometer un asesinato tan brutal? Y Julia, la supuesta novia y los mensajes de texto sugieren una posible trama, pero ¿qué esconde la superficie en su caso?

Dejo a un lado el expediente, ya que estoy empezando a tener dolor de cabeza. Giro en mi silla y contemplo las vistas desde mi posición, buscando despejar mi mente. Sin embargo, mi mente comienza a divagar y la imagen de Ainhoa ocupa mis pensamientos.

—¿Por qué no puedo sacarte de mi mente? ¿Qué hechizo me lanzaste?—, exclamo con frustración.

Decido que era hora de tomar un descanso, así que saco mi cajetilla de cigarrillos de mi mochila.

—Un cigarro calmará mi mente—, pienso mientras me pongo de pie y me dirijo al pasillo hacia el ascensor. Presiono el botón para subir a la terraza. Un minuto después, las puertas del ascensor se abren y me encuentro con aquellos hermosos ojos verdes que no pueden abandonar mi mente.

Ella me mira desde el interior del ascensor.

—Hola. Tu papá está en una reunión y no sé a qué hora terminará—, anuncio al entrar al ascensor.

Ella hizo una mueca. —Me dijo que estaría listo a las seis.

Las puertas del ascensor se cerraron, dejándonos solos en un pequeño espacio de metal. Mis ojos no pueden apartarse de ella, y el aire se llenó con el aroma de vainilla.

—¿A dónde vas?—, preguntó.

—Iba a la terraza. Necesito un poco de aire—, respondo.

—¿Puedo... puedo acompañarte?—, titubea.

—Por supuesto—, contesto con una sonrisa mientras presiono el botón para subir.

—Te vi en la heladería—, dice, bajando la mirada hacia sus pies.

La observo a través del espejo del ascensor. —Sí, yo también te vi.

El momento se vuelve incómodo. Quiero decirle que se ve hermosa y que no puedo dejar de pensar en ella, pero se que no debo expresarlo.

Las puertas del ascensor se abren y salimos juntos a la azotea. Camino hasta la barandilla y me apoyo en ella. Miro hacia atrás y veo a Ainhoa dudando si acercarse o no.

—Ven, no muerdo—, bromeo.

Ella ríe y se acerca lentamente. Saco un cigarrillo de mi cajetilla y le ofrezco uno, pero niega con la cabeza.

—No, gracias—, dijo, mirando hacia el horizonte. —Qué bonita vista, nunca había subido hasta aquí.

Suelto el humo. —Me gusta este lugar. Desde que estoy aquí, cada vez que estoy estresado por un caso, subo aquí a tomar aire fresco—, explico mientras le doy una calada al cigarrillo.

Me miró con incredulidad. —No es muy fresco el aire que entra en tus pulmones—, soltó una risa suave.

—Bueno... en eso tienes razón, pero me relaja y me ayuda a despejar la mente—, admito.

Es exactamente lo que he planeado hacer cuando subí aquí: despejarme y sacarla de mi mente. Sin embargo, con ella aquí presente, esa tarea se está volviendo más complicada.

Me mira con curiosidad—¿Y cuántos escapes a la azotea llevas hasta ahora?

Comienzo a reír —No llevo la cuenta... pero varias.

—Mi padre es un poco intenso. Le gusta la perfección...

Exhalo el humo y hablo. —Por algo es considerado uno de los mejores abogados del país. Muchos desearían trabajar en su bufete.


Asintió con una sonrisa y sostuvo mi mirada. —A muchos les encantaría estar en tu lugar, un estudiante de último año en el bufete más prestigioso...

Apago el cigarrillo y lo arrojo al contenedor cercano, luego me aproximo a ella y me acomodo un poco más cerca. —Me siento bien aquí —confieso mientras me inclino hacia ella, encontrándome con sus ojos. —Las vistas desde este lugar son realmente hermosas.

Suspira nerviosamente, pero con una sonrisa dibujada en su rostro, volviendo a contemplar el horizonte.

Ainhoa se remueve ligeramente, sus mejillas adquieren un tono suave mientras desvía su mirada hacia mí. —Creo que este lugar tiene un encanto especial para escapar a un rincón tranquilo —susurró, dejando que sus palabras flotaran en el aire.

Sonrío con complicidad, sintiendo la energía entre nosotros. —Quizás este lugar sea mucho más cautivador cuando no estoy solo aquí arriba —respondo, permitiendo que mi voz sonora un poco coqueta.

Ella río suavemente, inclinando su cabeza levemente. —¿Estás tratando de decir que eres aún más encantador en compañía?

Juego con un mechón de su cabello suelto y acaricio su mejilla, dejando que mi dedo rozara su piel. —Podría ser que la compañía adecuada haga que las cosas sean aún más... interesantes.

Ainhoa cierra los ojos por un momento, disfrutando del contacto. Luego los abre y me mira intensamente.

Nuestros ojos se encuentran en un momento de complicidad, y siento la tensión delicada entre nosotros. Ainhoa muerde ligeramente su labio inferior, sus mejillas enrojecieron un poco más. —Tal vez deberías considerar venir aquí cada vez que necesites un respiro de la intensidad de mi padre.

Mi sonrisa se ensancha mientras nuestros rostros se acercan un poco más. —Podrías convertirte en mi cómplice en esta escapada secreta.

Ainhoa se muerde el labio nuevamente, sus ojos brillando con complicidad. —Eso suena peligrosamente tentador.

El espacio entre nosotros se reduce a nada mientras nuestras bocas están a solo un suspiro de distancia. La conexión entre nosotros es eléctrica, y sabemos que estamos a punto de ceder a la tentación.

Justo cuando nuestros labios están a punto de tocarse, el sonido de un teléfono rompió el momento mágico. Ainhoa se aparta ligeramente, y ambos compartimos una risa nerviosa.

—Si, ya estoy aquí... okey te encuentro en tu oficina.

Cuelga su teléfono y me mira.

—De...debo irme, mi padre ya salió de la junta. —dijo rápidamente.

Con mi pulgar acariciando su mejilla antes de retirar mi mano.

—Nos vemos. —Le dije y le doy un suave beso en su mejilla.

𓃭

Holaaa!!!

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

¿Qué les parece el capítulo?

No olviden dejar su voto o un comentario.

Se los agradeceria muchísimo 🫶🏻

Gracias por leer, un abrazo 🧡

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro