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CAPÍTULO 6

AINHOA

Mark ya está comenzando a irritarme. Ha pasado más de media hora y sigue molestando sin descanso. Al principio, su burla me hacía reír, pero después de los primeros veinte minutos, dejó de ser divertido.

—¿Cuándo te mudas con tu novia, tarado? —pregunto.

—¿Llamaste a mi novia tarada? —me dice, sorprendido, con su mirada alternando entre mí y su novia Gemma, quien está riendo junto a Nathan.

Niego mientras ruedo los ojos —No, idiota, no llamé tarada a Gemma, te llamé tarado a ti. Ta-ra-do.

Se lanza sobre mí y comienza a hacerme cosquillas otra vez. Nathan se une a nuestra pequeña disputa, y pronto estamos peleando como niños de seis años, mientras Gemma nos observa, tratando de que dejemos de pelear.

—No me llames tarado... tarada.

—¡Paren!— Exclamó Gemma, pero fue ignorada por nosotros.

—Eres un tarado.

—Tarada tú.

—Tarados son ambos —Dice Nathan tirándome un cojín el rostro.

—¡Déjenme en paz! —Chillo siendo aplastada por los dos simios que tengo de hermanos.

—Parecen niños de nueve años atrapados en cuerpos adultos —comentó Miranda, entrando a la sala.

Miranda, nuestra especie de nana, no me gusta llamarla así, porque es mucho más que eso; es parte de la familia. La he visto en casa desde que tengo memoria, ocupándose de los quehaceres domésticos. La consideramos tan cercana que en ocasiones importantes, la invitamos a pasar tiempo en casa con su pequeña familia.

—Nathan, quítate de encima de mí, me aplastas. —Pido empujando a Nathan.

—Pensé que ya tenía hijos adultos —comentó mi padre, apenas logrando contener la risa.

—Ander Miller... ¿eres tú? —preguntó Gemma de repente.

No sabía que Andrew estaba en casa, y cuando escuché su nombre, literalmente caí del sillón al suelo.

—¿Gemma? —la llamó, sorprendido por su presencia.

Los simios comenzaron a reírse por mi caída y añade Nathan tratando de contener la risa —¿Ustedes se conocen?

—¿Ander?—Preguntó Gemma confundida.

¿Por qué? le dice Ander a Andrew.

Decidieron simplemente ignorarme y continuaron su conversación mientras Nathan y Mark intercambian miradas de sorpresa y curiosidad.

Gemma me mira y asiente con una sonrisa —Sí, solíamos ser vecinos cuando éramos pequeños. —Explica mientras se abrazan.

—Qué pequeño es el mundo para encontrarte aquí.

Mis hermanos dejaron de jugar y yo sigo en el suelo, pero Andrew ni me mira; su atención está completamente en Gemma.

Andrew ríe —¿Qué te trae por aquí?

La situación me hace sentir como si estuviera en un partido de tenis, mirando hacia donde fuera que se encontrara el foco de la conversación. Sin embargo, para ser honesto, mi mirada se aferra a los labios de Andrew cuando mi vista está en él.

—Mark es mi novio —dice Gemma con una sonrisa —... y ¿tú? ¿Ainhoa es tu novia?

La pregunta me toma por sorpresa, y mi reacción fue toser como si fuera una foca retorcida, dejando en claro que estoy algo incómoda con la situación.

Andrew desvía su atención hacia mí, sus ojos color café se encuentran con los míos, y en ese momento, el aire decidió escapar de mis pulmones. ¿Cómo se respira correctamente?

—No, Ainhoa no es mi novia —responde Andrew, y su respuesta resuena en mis oídos de manera más intensa de lo que esperaba. —Trabajo con Roger.

—Así que te convertiste en abogado.

—Sí, me quedan un par de meses para terminar la universidad.

Mientras ellos se ponen al día y comparten sus historias, yo decido levantarme sin hacer ruido y caminar hacia la cocina. Mi madre y Miranda están ocupadas preparando la cena, así que me ofrezco para ayudar.

—¿En qué puedo ayudar? —pregunto mientras me acerco a Miranda.

Miranda me mira con cariño. —Estamos bien, cariño, tenemos todo bajo control.

—Por favor, no me envíes de nuevo allá. —digo en un tono de súplica fingida.

Mi madre suelta una risa. —Entonces puedes encargarte de saltear las verduras.

—Cariño, Andrew se quedará a cenar —anunció mi padre al entrar en la cocina. —Lo convencí de que se quedara —añade con una sonrisa de satisfacción.

En tono jocoso, le respondo a mi padre sin mirarlo. —Está convirtiéndose en el consentido del jefe, espero que eso no te cause problemas con tu equipo.

La risa de mi padre resuena en toda la habitación. —No tengo consentidos, pero ha estado haciendo un excelente trabajo. Si sigue así, le irá muy bien.

—¿No lo vas a adoptar?—, pregunto en un tono divertido.

Mi madre se ríe y continúa con la broma. —Bueno, por mí no hay problema. Los chicos se llevan bien con él, y tenemos la habitación de invitados disponible.

Veo a Mark entrar por el rabillo del ojo y añado con picardía— O mejor aún, puedes darle la habitación de Mark y así podrá mudarse con su novia.

Mi hermano frunce el ceño y se unió a la conversación —¡Oye, no estás regalando mi habitación, Ainhoa!

La comida está servida y termino de ayudar a Miranda a llevar lo que falta a la mesa.

—Andrew siéntate por favor. —Dice mamá apuntando al puesto que estaba a mi lado.

Mis piernas comienzan a temblar cuando me acerco a mi asiento, tener tan cerca a Andrew descoloca mi sistema nervioso, ya lo he comprobado en varias ocasiones.

Necesito concentrarme para comer, sino moriré asfixiada en esta mesa frente a sus ojos y el principal culpable será Andrew Miller.

Todos alrededor de la mesa entablan una conversación, incluida Miranda.. todos menos yo. No puedo hablar y comer a la vez, siento que en cualquier momento mi comida se iría por las vías equivocadas.

—Enana —Llamó Mark mi atención y lo mire —¿Por qué estás tan callada?

Siento la mirada de Andrew clavarse en mi perfil.

No lo mires, no lo mires, no lo mires; me repito a mi misma, no mires a Andrew.

—Solo estoy disfrutando de la cena.

—Es raro en ti, tú nunca te callas. —Añade Nathan.

Gemma me mira detenidamente cómo si intentará leer mis pensamientos.

Por debajo de la mesa siento como la pierna de Andrew se mueve y roza la mía. Aprieto con toda mis fuerzas el tenedor, dejando de respirar, mi pulso se acelera.

Alejo mi pierna, si quiero seguir viva necesito mantener mi pierna alejada de la suya y mi concentración al máximo con cada bocado me que llevo a la boca.

Mi celular vibra y en cuanto hago un movimiento para sacarlo de mi bolsillo, mi padre inmediatamente me mira.  

—Ainhoa, sabes que los celulares están prohibidos a la hora de comer. Es uno de los pocos momentos que tenemos para compartir todos juntos como familia. —Dice con un tono reprobatorio.

Me siento avergonzada, la mirada de Andrew vuelve a clavarse en mi.

—Lo siento Papá, es Margot. Tenemos que terminar unos planos con sus respectivos informes para mañana.

El ceño de mi papá se relaja y habla —Está bien cariño, si debes retirarte puedes hacerlo, los estudios están primero.

Sonrío —Gracias, si me disculpan —hablo mientras me pongo de pie. —Iré por mis cosas, debo ir a su casa.

Todos asienten y me encamine rápidamente a mi habitación leyendo los mensaje de Margot.

Tomo mi mochila, guarde la ropa que me pondré mañana y mi Mac. Cuelgo mi mochila al hombro y bajo por las escaleras. Mi padre y Andrew están parados en la puerta despidiéndose.

Andrew me miro y hablo —¿Quieres que te lleve, Ainhoa?

Porque su forma de pronunciar mi nombre suena tan sexy en sus labios.

Fuerzo una sonrisa —No gracias, tomaré el metro.

No quiero volver a estar sola con él, aún recuerdo mi comentario estúpido que le dije el otro día.

—No me molesta, además... llegarás más rápido.

—De verdad Andrew, no te molestes.

—Ainhoa, no seas testaruda y acepta el favor... llegarás mas rápido y tendrán más tiempo para terminar los planos y los informes.

Resoplo —Está bien.

Me despido de mi familia y salgo a la calle junto con Andrew.

Al igual que lo hizo la vez anterior abre la puerta del copiloto para mi y luego se sube por el lado del piloto.

—Abróchate el cinturón. —Dice a la vez que él abrocha el suyo y luego se acerca a susurrarme en el odio. —Te llevaría a donde tú me pidas, solo hazlo.

Todo mi cuerpo se tensa, su aliento tibio choca contra mi oreja y luego toma uno de mis mechones sueltos y lo pasa por detrás de mi oreja despacio, deslizando su mano por mi mejilla lentamente y se vuelve al frente para encender el motor.

Mierda... mierda me acaba de tocar el rostro y mi cerebro dejo de funcionar, mi respiración está muy acelerada, mi corazón se me va a escapar. Trago saliva e intento calmar mi respiración.

No es buena idea estar a solas con él, lo sé debí haberme ido en metro. Si hubiera elegido el metro ahora no estaría a punto de sufrir un colapso.

—¿Dónde vive tu amiga? —Me preguntó.

—Vi-ve en... en el edificio Li-Lincoln 534, la ca-calle se llama igual —tartamudeo.

—Bien, te llevaré allí. —Dice calmado.

Cómo puede estar tan calmado y yo aquí sufriendo un colapso nervioso.

Conduce por las calles de la ciudad están casi vacías, hay pocos autos y transeúntes. Andrew ya un poco por sobre el límite de velocidad. El silencio es horrible, muy incómodo y yo estoy nerviosa, su fragancia inunda mis fosas nasales provocando un corto circuito en todo mi cuerpo.

—Llegamos. —Dice deteniendo el auto.

El viaje fue rápido aunque incomodo.

—Gracias por traerme, no te hubieras molestado. —Le  agradezco sin mirarlo a la cara mientras me desabrochaba el cinturón.

—Cuando necesites un aventón me lo pides.

Río con ironía —Además de abogado eres chofer.

Suelta una risa suave —De día abogado y por las noches chofer—Dice guiñando el ojo.

—Bueno gracias.

Me bajo de su auto y comienzo a caminar hacia la entrada del edificio sin mirar atrás, sé que me está mirando porque siento sus ojos clavados en mi espalda.

—Por fin llegas. —Sus ojos me analizan —¿Estás bien?

Me pregunta Margot haciéndose a un lado para dejarme entrar a su departamento.

Su departamento me encanta, no es grande pero tampoco es pequeño. El departamento tiene un encanto especial; no es amplio, pero tampoco se siente pequeño. Los imponentes ventanales que dan a la ciudad capturan de inmediato mi atención al entrar. A la izquierda, se encuentra una pequeña cocina de estilo americano con cuatro asientos.La cocina, de diseño moderno, está equipada con todos los electrodomésticos esenciales.

En la parte trasera acompañado de esos enormes ventanales, hay un sofá negro en forma de "L" se complementa con una mesita ratona de madera. Algunos muebles cercanos albergan la televisión, acompañada de fotos y adornos sencillos. Hacia la derecha, tres puertas se presentan ante mí: la primera conduce al baño, la segunda a su habitación y la tercera a la habitación de invitados.

Y no podía faltar su gato, negro que sale desde su habitación a recibirme.

—¡Hola, Oscurito! —Saludo con una caricia en su lomo.

—Se llama Salem.

—Lo sé, pero me gusta llamarlo Oscurito.

Sonrío y me siento en el sillón, sacando mi Mac con mis cosas. Margot se sienta a mi lado y comenzamos a trabajar en los planos y en los informes correspondientes.

—¡Las medidas simplemente no concuerdan! —Exclamo frustrado después de un rato.

—Dale otra revisión minuciosa. Ayer repasamos los cálculos y estaban correctos —me recuerda Margot con calma.

—Tienes razón, debo estar pasando algo por alto —respondo, respirando hondo para retomar la concentración. Margot y yo somos estudiantes de arquitectura, y la precisión en los detalles es esencial al momento de trabajar en los planos.

Me sumerjo nuevamente en los informes y planos extendidos ante nosotros. Analizamos las proporciones y las dimensiones, verificando que las escalas sean coherentes y los espacios estén distribuidos de manera eficiente. Margot toma el lápiz y comienza a marcar posibles ajustes en el diseño mientras yo tomo notas en mi Mac.

—Creo que el problema está en la relación entre el área de estar y la cocina. Si reducimos el espacio de la cocina en unos metros cuadrados, podríamos ganar más amplitud en la sala —observa Margot, señalando con el lápiz en el plano.

Asiento con aprobación y comienzo a calcular los cambios necesarios en las dimensiones. Mientras trabajamos, empleamos términos técnicos propios de la arquitectura: "espacio negativo", "distribución funcional", "relación espacial", "proporciones áureas". Nuestras voces se llenan de entusiasmo y determinación mientras discutimos sobre cómo optimizar el flujo de energía y luz natural en cada habitación.

Salem, deambula a través de nuestras herramientas y planos, aportando su propia dosis de diversión al proceso. Margot y yo intercambiamos ideas y sugerencias, debatiendo sobre la mejor manera de incorporar elementos de diseño sostenible y cómo jugar con las texturas para lograr un ambiente acogedor y moderno al mismo tiempo.

Después de horas de trabajo conjunto, finalmente conseguimos ajustar las medidas y resolver el dilema que nos había desafiado al principio. Con los planos corregidos y los informes completos, sentimos un gran sentido de logro.

Margot se pone de pie para preparar dos tazas de café, aún nos queda terminar el informe.

Me quedo en el sillón mientras conversamos.

—....Me vino a dejar Andrew.

Margot se dio vuelta con asombro —Y hasta ahora me lo dices, tuviste dos hora para contarme. Pensé que éramos amigas —Dice fingiendo tristeza volviendo a sentarse a mi lado con dos tazas de café.

—Estaba en mi casa y mi padre lo invito a cenar.....

Comienzo a contarle todo lo ocurrido desde su encuentro con Gemma, su amiga de la infancia, hasta la llegada al edificio.

—¿Te gusta?

—No.. No.. No sé.

—Te gusta, lo sé.

—No me puede gustar alguien que conozco hace menos de tres semanas.

—Si puede gustarte alguien, se le conoce como "atracción física" —Sonríe —Necesito conocerlo, debes invitarme a tu casa cuando este.

—No, no lo haré. Seguro soltarás algún comentario que me haga sentir avergonzada frente a él.

Me mira con ojos de gato con botas. —Por último, ¿puedes mostrarme una foto de él? ¿Lo sigues en Instagram? —Dice, extendiéndose sobre mí para tomar mi teléfono.

Niego rápidamente. —No, por supuesto que no lo sigo.

—Pero, ¿él te sigue a ti?

Niego nuevamente.

—Pero... no me dijiste que vio una de tus historias. —Dice con mi celular en manos.

Asiento con la cabeza tomando un sorbo de café.

—¿Y no te sigue?

Niego.

—Deja de mover la cabeza y habla. ¿Cómo lo bus...?

Se queda en silencio y me mira con una sonrisa que asusta.

—Lo buscaste y miraste sus fotos. Está entre los primeros resultados de búsqueda.

Margot comienza a ver sus fotos.

—Mira, tiene una foto sin camiseta... pero qué tableta de chocolate.. —Habló lentamente, mordiéndose el labio inferior. —Desde hoy me declaro amante del chocolate.

Me acerco para ver qué foto está viendo, pero Margot se aleja rápidamente, mirándome con una expresión que dice 'no me mates'.

Su rostro lo dice todo.

—No... No... No... Júrame por Salem que no le diste "me gusta" a la foto.

—Lo siento, amiga, fue sin querer.

Comienzo a hiperventilar. —Por favor, dime que no es cierto.

—La foto es de hace cinco meses.

—Pero, Margot, ahora sabrá que estuve mirando su Instagram...

—No... No te preocupes tanto. Probablemente ni siquiera se dé cuenta. —Margot trató de tranquilizarme mientras hojea las fotos en mi teléfono.

—Pero... ¿y si lo hace? ¿Y si ya vio que miré sus fotos y le di "me gusta" a una de ellas? ¡Dios mío, qué vergüenza!

Margot suelta una risa comprensiva. —Vamos, no es el fin del mundo. Tal vez hasta le resulte halagador que alguien esté interesado en sus fotos. Y lo de darle "me gusta" fue un accidente, ¿verdad?

Sus palabras no tienen sentido para mi.

—Entonces, ¿por qué no le das "seguir" en Instagram? Eso podría ser una forma sutil de mostrar tu interés.

—No quiero que piense que soy una acosadora o algo así.

—Acosadora psicópata. —Murmuro para mi misma.

Margot me queda mirando con explícame eso.... Y comienzo a contarle lo que sucedió ese día que pasó por mi a la universidad.


𓃭

Holaaa!!!

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

¿Qué les parece el capítulo?

No olviden dejar su voto o un comentario.

Se los agradeceria muchísimo 🫶🏻

Gracias por leer, un abrazo 🧡

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