CAPÍTULO 39
Narra Andrew
Estamos en la casa de Joshua celebrando su cumpleaños. La atmósfera está llena de risas y música, pero no puedo apartar la mirada de Ainhoa. Ella luce un vestido negro que se detiene justo en la mitad del muslo, con una sutil abertura que añade un aspecto sexy y toque de elegancia. Optó por dejar su chaqueta de cuero en el auto debido al calor dentro de la casa, y eso, sin duda, juega a mi favor, ya que me permite apreciar cada una de sus curvas con mayor detalle.
En medio de la animada celebración, mi atención se centra en Ainhoa, que se mueve con gracia por la habitación. Su cabello cae suavemente sobre sus hombros, y su sonrisa ilumina el lugar. Cada gesto, cada movimiento, parece un recordatorio de por qué me enamoré de ella.
—¿Y si mejor nos vamos a mi departamento— susurre en su oído. —Mira que verte así solo haces que me encienda.
Sus mejillas se comienzan a teñir de rosado, y con una de mis manos muevo su cabello hacia un costado y comienzo a repartir besos húmedos por la curva de cuello.
—Y si bailamos un rato, ¿y luego nos vamos? —me pregunta en un susurro mientras se gira para verme de frente.
Ruedo los ojos —Está bien, pero primero iré a fumar afuera. —me mira con una sonrisa —Necesito despejar mi mente y verte en ese vestido ahora no me ayuda.
Coquetamente se acerca a mi cuerpo y con su mano roza mi bulto bastante pronunciado.
—Mmmh.. alguien quiere salir a jugar. —Dice coqueta, acariciando mi bulto sobre mi pantalón.
Carraspeo —No incites si no vas a terminar el trabajo— le digo con voz ronca.
Sonríe —Ve a fumar— deja un beso en mis labios —Estaré con Ray.
Salgo por el ventanal y camino hasta la escalera, sentándome en uno de los escalones. Saco mi cigarro y lo prendo, sonrió internamente al recordar a la dueña de mi sonrisa.
—Hola guapo. —Me saluda Ashley sentándose a mi lado.
—¿Qué estás haciendo aquí, Ashley?—pregunto, exhalando humo y en un tono firme.
—Es una fiesta de Joshua y también es amigo mío, solo fue coincidencia además vine con unos amigos ¿Y tú?—responde con una sonrisa traviesa, sus ojos coqueteando abiertamente conmigo.
—Estoy aquí con Ainhoa.
Ashley hizo una mueca de desprecio. —¿Todavía estás con ella? Pensé que habías terminado eso hace mucho tiempo.
—¿De qué estás hablando? Ainhoa es lo mejor que me ha pasado. No sé por qué piensas que he terminado con ella—, respondo con una mirada de confusión.
Ashley inclina la cabeza, jugueteando con un dedo en mi pecho. —¿En serio? Cuando conseguiste el contrato en el bufete, pensé que después de unos meses, ya te habías deshecho de ella y podríamos volver a estar juntos —dice, su voz cargada de insinuación.
Le di un manotazo suave para quitar su mano —Yo no estoy con ella por esa razón. Yo la amo.
Ella ríe amargamente, pero su mirada lasciva no desaparece. —Yo te veo aquí conmigo, no sé quizás en la caseta de la piscina y fingimos que ella no está aquí y lo pasamos bien—, dice Ashley con una sonrisa traviesa—Andrew, no puedo seguir así. Sigo amándote y no puedo vivir sin ti.
Se acerca más a mi.
—Ashley, ya te dije que soy feliz con Ainhoa—, respondo con firmeza.
—¿Pero por qué no puedes amarnos a las dos?— me mira con una sonrisa pícara. —Podríamos tener una relación abierta. Nadie tiene que enterarse.
La miró sorprendido, ¿es broma?, yo jamás aceptaría algo así.
—No, Ashley—, respondo con firmeza, negando cualquier posibilidad de diálogo. —Esta conversación no va a suceder.
Ashley se inclina, besándome de manera sorpresiva. La apartó bruscamente, poniéndome de pie, tensando la mandíbula.
—¿Por qué lo hiciste? —pregunto, mi tono de voz más duro y seco, limpiando mis labios con el dorso de mi mano.
—Porque te amo, ¿por qué otro motivo una chica besa a un chico que le gusta? —responde Ashley, con los labios entreabiertos, tratando de seducirme.
—Ashley, basta —digo con firmeza—. Respeta mi relación con Ainhoa y deja de inventar cosas para dañarla.
—¿Realmente no sentiste nada con el beso? Si quieres, puedo darte otro para recordar viejos tiempos. —Dice acercándose, su mirada intensa buscando una reacción en mí.
Mi paciencia se agota; la sujeto de las muñecas, impidiendo cualquier intento de acercarse. —¡Ashley!, ¡es suficiente!.
—¿Por qué a mi nunca me quisiste como la quieres a ella?
—Lamento si te lastimé, de verdad que lo siento. Quizás nunca te pedí perdón como debí. Y ahora lo hago de todo corazón. Siento mucho haberte mentido y lastimado. Fuiste una bonita relación, cuando estábamos bien... Te pido por favor que sigas con tu vida, da vuelta la página. Y por sobre todo se feliz.
Ashley parece molesta, pero no hay más que pueda decir. Antes de que hable de nuevo, me adelanto.
—Que te vaya bien.
Entro nuevamente a la casa en busca de Ainhoa, al poner un pie dentro de la sala me encuentro con Ray, su mirada me atraviesa como una lanza, con una mezcla de preocupación y acusación. Mi mente corre desesperadamente, tratando de procesar lo que acaba de pasar afuera.
—Ander, ¿dónde estabas?
—¿Dónde está Ainhoa?
Ray titubea antes de responder, como si quisiera elegir cuidadosamente las palabras. —¿Qué pasó, Andrew? Ainhoa había ido a buscarte, pero volvió y venía mal. Trate de detenerla pero no me dejo. Se fue muy triste y enojada.
Mi corazón late descontroladamente mientras las palabras de Ray golpean mi conciencia. Un nudo se forma en mi garganta y siento un peso abrumador en el pecho. La sala parece cerrarse a mi alrededor, y mis pasos hacia la salida se vuelven inciertos, cargados de ansiedad y desesperación.
Pasó mis manos desesperadas por mi cabello, desordenandolo. —Ashley... eso fue lo que pasó. —Miró para todos lados —Ray, tengo que encontrarla. —Mis palabras salen apresuradas mientras mi mente trabaja a toda velocidad para idear cómo lograr que Ainhoa quiera escucharme.
Salgo apresurado en dirección hacia la salida, cruzó el umbral de la puerta y me detengo de golpe, mi cuerpo se paraliza y se congela al mismo tiempo en que veo a Ainhoa besando a otro tipo.
Esto no puede estar pasando. Pienso.
Mi chica, mi Ainhoa, besando a otro. Respiro profundo, tratando de ignorar la mano de ese idiota en su culo. Doy grandes zancadas, y con cada una, la tensión en mi cuerpo aumenta. Le quito a Ainhoa de sus brazos.
—¡Ey! Búscate a tu chica. —Me reta enojado.
La sangre hierve y por inercia llevo mi codo hacia atrás, dándole un derechazo en toda su quijada, mientras le hablo con furia. —Ella es MI chica.
Vuelvo a coger a Ainhoa del brazo alejándola del lugar.
—¡Suéltame! —Exclama enojada, intentando soltarse.
—Ainhoa, por favor, escúchame —susurro, mi voz quebrándose.
Eleva la mirada, sus ojos revelando una mezcla de dolor y decepción. No puedo soportar verla así, sabiendo que, de alguna manera, soy responsable.
—¡Tú me engañaste, Andrew! Te vi con Ashley —grita, y sus lágrimas ruedan por sus mejillas—. ¿Cómo pudiste, Andrew? —susurra, su voz se quiebra, reflejando su tristeza y enojo. —Ella siempre estuvo entrometiéndose en nuestra relación, socavando nuestra confianza. ¡Te odio!— Me empuja— ¡Te odio!
Recibo los pequeños empujones mientras escucho cómo me odia, tomó sus muñecas e intento buscar su mirada para que me crea. —No fue lo que parece, te lo juro amor. Ashley.... —intento explicar desesperadamente, pero ella me corta con un gesto de frustración.
—No importa, Andrew. No importa qué excusa tengas. Vi lo que vi. —dice, apartando su mirada y soltándose de mi agarre.
Que me odiara no fue lo que más me dolió, sino lo siguiente, y lo siguiente. —Odio el día en que te conocí. Desearía nunca haberme enamorado de ti.
Desearía nunca haberme enamorado de ti. Esas palabras me hicieron darme cuenta de que la perdí para siempre.
—Eres un cobarde... me destruiste. Yo te amaba, pero ya no más. Te odio. Esto... Esto se acabó.
No puedo creer que esto me esté pasando,y sin poder aguantar más una lágrima baja por mis mejillas, mientras trago con fuerza el nudo que se formó en mi garganta.
—Ainhoa, por favor —susurro con la poca fuerza que me queda, mi voz casi desaparece en el aire cargado de dolor. Imploro con la mirada, buscando desesperadamente algún indicio de comprensión en sus ojos, pero solo veo tristeza.
No me dice nada, simplemente se da media vuelta y comienza a caminar en dirección a su casa.
—¡Ainhoa!— grito siguiéndola.
—No. —se gira para mirarme y me apunta con su dedo. —No me busques nunca más. Ni me sigas.
No puedo creer que esto me esté pasando. La realidad me golpea como una ola fría y despiadada, arrastrando consigo todos los sueños que compartimos. Mientras la veo alejarse, mi corazón se encoge, y sin poder contener más la tormenta de emociones, las lágrimas se deslizan por mis mejillas.
Cierro los ojos para evitar que las lágrimas sigan desplazándose, pero estás son más fuertes y continúan su curso. Cada paso de Ainhoa alejándose de mí parece aumentar la distancia no solo física, sino también emocional, como si un abismo infranqueable se hubiera abierto entre nosotros.
—Amigo, vámonos— susurra Ray apoyando su mano en mi hombro.
Niego. —Acompáñala, no quiero que se vaya sola. Puede pasarle algo. —suspiro— Estaré donde mi hermana.
Mis palabras se deslizan entre la tristeza y la desesperación. Ray asiente comprensivo.
—La acompañaré de lejos. Te aviso cuando Ainhoa esté en su casa. Todo se solucionará, dale un poco de espacio.
Ray se aleja en la dirección de Ainhoa. Observó su figura desvanecerse en la oscuridad, una sensación de impotencia se apodera de mí.
Doy un paso hacia atrás, apoyándome en la pared más cercana. Cierro los ojos, intentando contener el nudo en mi garganta. Los recuerdos de los momentos felices que compartimos se mezclan con la cruel realidad de su partida.
Llegó hasta la casa de mi hermana, presiono el timbre y me recuesto contra la pared, esperando a que Cass abra la puerta.
En cuestión de segundos, la puerta se abre y aparece Cass sorprendida al verme.
—Ander, ¿qué haces acá?
—¿Estabas durmiendo?
Ella niega con su cabeza. —No, no... pasa ¿estás bien?
Caminamos por el pasillo de su casa hasta llegar a la sala, donde Jack recoge unas copas y vasos.
—¿Cuñado, estás bien? ¿Qué pasó?
Me dejo caer en el sillón soltando un suspiro. —Ainhoa... y yo.... terminamos. —tragó con dificultad.
Comienzo a relatarles todo lo sucedido, atento a las reacciones de Cass y los gestos que va provocando en ella al escuchar mi relato. La incredulidad en sus ojos y la compasión en su mirada intensificaron el peso en mi pecho. Jack deja de recoger las copas, enfocando su atención en mis palabras. Detalles de la discusión, las lágrimas de Ainhoa y mi propio dolor resuenan en la habitación, marcando un silencio pesado. Cass me mira con una mezcla de preocupación y tristeza, mientras Jack, con gesto compasivo.
Cass rompe el silencio con un suspiro lleno de compasión, y se sienta a mi lado. Sus ojos reflejan una mezcla de empatía y pesar mientras me rodea por los hombros.
—Lo siento mucho, Ander. No puedo ni imaginar lo que estás pasando.
Jack, por su parte, apoya su mano en mi hombro, su semblante serio. Mis palabras resuenan en el aire, dejando una sensación amarga que flota entre nosotros.
—No sé qué hacer, Cass. Me siento como si hubiera perdido todo. —confieso, luchando por contener la emoción que amenaza con desbordarse.
Jack aprieta mi hombro. —Las cosas van a mejorar, Ander.
—Ahora lo más importante es cuidarte a ti mismo. Y si necesitas hablar, aquí estamos. —añade Cass.
Jack asiente. —Dale espacio y luego intentas explicarle lo sucedido.
—Deberías descansar, Ander. La noche fue intensa y mañana es otro día. —sugiere Cass con compasión.
—No quise irme a mi departamento, allí están sus cosas. —mi voz apenas es un susurro cargado de pesar. Cass y Jack intercambian una mirada comprensiva mientras me siento en el lugar donde solíamos compartir risas y confidencias.
—Puedes quedarte todo lo que necesites. Iré a preparar la habitación de invitados. —dice Jack.
—Gracias Cass, solo será el fin de semana. El domingo en la noche volveré a mi departamento.
—Vamos arriba, ve a descansar. —Dice Cass poniéndose de pie.
*****
Han transcurrido ya dos largas semanas desde que me refugié en la casa de mi hermana. Después del bufete, me escapo hacia aquí para pasar la tarde con Anastasia. Las cosas en el trabajo parecen ir bien; Roger continúa tratándome como siempre, como si estuviera ajeno a cualquier situación, pero sé que debe de intuir algo. Tal vez sospeche que Ainhoa y yo ya no estamos juntos, o quizás piense que hemos discutido. No lo sé con certeza, pero tanto él como Rachael eluden mencionar a Ainhoa cuando estoy presente.
No he visto ni hablado con ninguno de mis amigos; solo he tenido una conversación con Ray, quien me contó que intentó hablar con Ainhoa. Según su percepción, ella estaba dispuesta a escucharme, pero en ese preciso momento llegó un maldito mensaje en la que supuestamente aparezco yo y Ashley en la misma cama. Si todo iba mal, esa imagen, terminó por empeorar toda posibilidad que pensé que tendría de poder solucionar todo con mi ángel, porque ella parece y es mi ángel.
—Ander, por favor. Vuelve al gimnasio, anímate. Cómprate un perro o un pez. Pero no puedes seguir así. —Me habla Cass distrayéndome de mis pensamientos.
—¿Y qué hago? Si no me escucha. Piensa que besé a Ashley y luego me fui a su casa y me acosté con ella. —digo con rabia lanzando mi celular al sillón del frente.
Cass me mira con una mueca, abre la boca para hablar pero entra Anastasia a la sala.
—¿Tío me lees un cuento? —pregunta acercándose a mi lado con su libro de princesas.
Le sonrió —Claro mi princesa —La tomó y la siento en mi regazo —ven siéntate conmigo. ¿Cuál quieres que leamos?
Cass nos mira con ternura.
—Este. —Apunta con su dedo a una princesa castaña y de vestido amarillo —mira ella se parece a Ainhoa.
Le sonrió ocultando mi tristeza —Si, Ainhoa se parece a la princesa.
—¿Cuando vamos a id al paque a dale comida a lo patitos con Ainhoa?
Mi corazón late más rápido y siento el nudo en mi garganta atrapando mis palabras. Miro a Cass pidiéndole ayuda.
Cass se agacha y le habla con ternura. —Mi amor... —Cass me mira con pesar—... Ainhoa... no vendrá más a casa ni podrá ir con ustedes al parque.
Anastasia hace un puchero y luego asiente, como si comprendiera lo que está sucediendo. Se acomoda en mi regazo y comienzo a leerle el cuento. Intento concentrarme en las palabras del libro, pero mi mente vaga constantemente hacia Ainhoa y todo lo que ha sucedido. Mientras leo sobre princesas y castillos, mi corazón está inmerso en un laberinto de emociones confusas. Anastasia deja su libro a un lado y me mira con sus ojos inocentes. Abre sus bracitos y me rodea el cuello con ternura. La envuelvo en mis brazos y dejo que mis labios reparten besos suaves en su cabecita.
—¿Y si le llevas flores? —sugiere Cass, rompiendo el silencio.
—¿Flores? —repito con incredulidad—. ¿Crees que unas flores solucionarán esto?
Cass suspira, inclinándose hacia mí. —No lo sé, Andrew, pero quedarse aquí sin hacer nada tampoco está ayudando.
Suspiro, sintiendo el peso de la situación. —Lo intenté, Cass. Pero no me contesta las llamadas ni los mensajes, y le pidió a Ray que me alejara de ella... —Me quedo en silencio unos segundos— No quiere verme.
****
Decidí seguir el consejo de Cass sobre el ejercicio. No he retomado el gimnasio, pero ahora salgo a trotar cada dos días cuando regreso del bufete.
Estoy llegando a la cuadra de mi edificio, el aire fresco de la tarde acaricia mi rostro cansado. De repente, divisó a Vivian y Damián caminando en mi dirección por la misma cuadra. Un suspiro escapa de mis labios al verlos.
Damián no se ve contento. Pienso.
«Claro que no si piensa que engañaste a Ainhoa». dice mi subconsciente.
—Genial, acabo de ganarme un puño en la mandíbula. —susurro para mí mismo, viéndolo acercarse a mi enojado.
—Te voy a partir la cara, imbécil. —dice Damián.
Y de repente, siento el impacto en mi rostro, provocando que mi equilibrio vacile ante la fuerza del golpe. Mi mano se posa instintivamente sobre mi mandíbula, moviéndola en un intento de aliviar el dolor.
—¡Damián! —grita Vivían.
—¡Este imbécil engañó a mi mejor amiga!... ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Le aplaudo?— me mira— ¿te aplaudo? —añade molesto. —Y créeme, no soy el único que quiere partirte la cara. —me señala.
—¡QUE NO LA ENGAÑE! —grito. —Todo fue un maldito plan de Ashley...
Mis palabras quedan suspendidas en el aire, envueltas en la tensión que flota entre nosotros. El sol se filtra a través de las hojas de los árboles, creando sombras que danzan en el suelo como testigos mudos de la escena que se desarrolla.
—¿Ashley? —pregunta enojado Damián.
—Esa loca está obsesionada contigo. —espeta molesta Vivían. —¿Por qué te metiste con esa loca? siempre te lo dije amigo.
Hago una mueca. —Sí lo sé, pero jamás se me pasó por la mente que haría esto. Después de que se topó con Ainhoa en mi departamento se había alejado... hasta ahora.
—Espero que estés diciendo la verdad, Andrew. Ainhoa está destrozada. —Damián me mira con seriedad.
Asiento con determinación. —Lo sé. He intentado aclarar las cosas con ella, pero no me quiere escuchar.
Damián mira a Vivía y luego a mí antes de hablar. —Mira Andrew, no debería decirte esto pero... —se queda en silencio unos segundos, dudando de lo que podría decir. —Puede que cometa un error, o no lo sé. Si de verdad la amas lucha por ella.
Frunzo el ceño mirándolo fijamente —No se que hacer para que me escuche, mi hermana me sugirió que le lleve flores.
—Deberás hacer algo más que llevarle flores —murmura Vivían.
Miro a Vivían sin comprender nada.
—Andrew, ella se va a Italia. —Dice Damián.
Mi corazón deja de latir.
—¿Qué? —pregunto, mi voz apenas un susurro frente a la noticia impactante. —¿Italia? —Mi voz se quiebra.
Damián asiente, —Sí, Andrew. Se ganó una beca. Digo, ella antes de conocerte postuló a esa beca porque su sueño es terminar su carrera en Italia.
Un nudo se forma en mi garganta, y una sensación de asfixia amenaza con consumirme. Italia, el país de los sueños, donde sus aspiraciones académicas podrían alcanzar nuevas alturas. Pero eso también significaría perderla, verla alejarse hacia un futuro que no comparto.
—No puede ser... —murmuro, luchando por procesar la magnitud de la noticia.
Vivían me mira con compasión. —Lo siento, Andrew. Tal vez debas hablar con ella, explicarle todo.
—¿Cómo le digo que la amo y que no quiero perderla, pero al mismo tiempo no quiero ser un obstáculo para sus sueños? —pregunto en voz alta, aunque en realidad la pregunta se queda suspendida en mi mente.
*****
—Se va en cuatro horas. —Dice Ray a mi lado.
—Andrew William Miller, levanta tu asqueroso culo de mi sillón y vete a Italia y haz que Ainhoa te perdone. —Espeta Cass enojada. —Estoy cansada de verte en mi casa —baja un poco el tono— Me gusta estar con mi hermanito y que su sobrina comparta con él, pero no puedo seguir viéndote así. Estás miserable. Solo vas del bufete, a mi casa y luego a tu departamento, ya no al gimnasio vas. No cuenta salir a trotar dos veces por semana.
Las palabras de Cass me golpean como una bofetada. Su franqueza me arranca la máscara de autocontrol que he llevado durante semanas. Siento la aguda realidad de mi propia decadencia. La sala, que solía ser un refugio, se convierte en una prisión de juicio. Cierro los ojos, intentando contener la tormenta de emociones que amenaza con desbordarse.
—Cass, lo siento, de verdad lo siento —balbuceo, pero las disculpas suenan tan vacías, incluso para mí.
Ella se cruza de brazos, observándome con ojos que reflejan tristeza. Mi hermana siempre ha sido mi ancla, mi voz de la razón, y ahora, verla mirarme con ese desdén duele más de lo que estoy dispuesto a admitir.
—Estás perdiendo a la mujer que amas, Andrew. ¿Vas a quedarte aquí lamentándote, o vas a hacer algo al respecto?
Ray, que ha permanecido en silencio, interviene. —Tienes tiempo, hermano. Ainhoa aún no ha subido al avión. No todo está perdido.
—No puedo pedirle que deje su sueño de irse a Italia, por mí. Es su sueño y con eso no hay trato.
Mis propias palabras resuenan en mi mente, y por un momento, me sumerjo en la realidad de la situación. Ainhoa merece perseguir sus sueños, incluso si eso significa que nuestros caminos se separen.
La mirada de Cass se ablanda. —Andrew, no se trata de pedirle que renuncie a su sueño. Se trata de demostrarle que eres parte de él, que eres capaz de apoyarla en sus metas. Haz algo, porque si no lo haces, te arrepentirás toda la vida.
𓃭
Holaaa!!! ✨
Espero que les siga gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla .
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Más el epílogo 💔
Gracias por leer, un abrazo 🧡
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