CAPÍTULO 38
Narra Ainhoa
Finalmente, estamos frente al médico en la misma sala donde todo comenzó. Sus manos sostienen los resultados con seriedad, y la ansiedad se apodera de mí mientras esperamos sus palabras.
—Ainhoa, hemos revisado todos los análisis detenidamente. Los resultados no indican un embarazo, pero hemos identificado un desequilibrio hormonal significativo.
Exhalo, sintiendo un alivio mezclado con desconcierto que se refleja en mi rostro.
—Este desequilibrio hormonal podría explicar los síntomas que has experimentado. Es tratable, y con el tratamiento adecuado, deberíamos ver mejoras notables.
—¿Y esto que significa? —pregunto asustada.
El médico, percibe mi inquietud, y se toma un momento para explicar de manera sencilla.
—Lo que tenemos aquí es un desequilibrio hormonal, Ainhoa. Imagina tus hormonas como mensajeros que le dicen a tu cuerpo qué hacer. En este caso, algunos de esos mensajes están un poco confundidos. Pero la buena noticia es que podemos corregirlo con el tratamiento que te he recomendado.
Me mira con empatía antes de continuar, reconociendo la preocupación en mi rostro.
—Este desequilibrio podría estar afectando varias áreas de tu vida diaria, como la energía, el estado de ánimo y hasta el sueño. Pero, con el tiempo, conforme avanzamos con el tratamiento, deberías empezar a sentirte mejor. No es algo que cambiará de la noche a la mañana, pero estamos trabajando en restablecer ese equilibrio para que puedas llevar una vida más plena.
Mis pensamientos se acumulan y, con un nudo en la garganta, formuló la pregunta que llevaa dando vueltas en mi mente.
—Doctor, ¿cuáles son las consecuencias que podría generar este desequilibrio en mi vida diaria? ¿Hay algo en específico que deba tener en cuenta?
El médico, comprendiendo mi necesidad de entender más, respondiendo con paciencia.
—El desequilibrio hormonal podría haber estado afectando tu energía y estado de ánimo. Es posible que hayas experimentado fatiga, cambios en el humor y, en algunos casos, dificultades para conciliar el sueño. Estos síntomas pueden tener un impacto en tus actividades diarias y relaciones. Sin embargo, con el tratamiento, esperamos abordar estos aspectos y ver mejoras significativas.
Antes de que pudiera hacer otra pregunta, el médico añadió con delicadeza.
—También es importante mencionar que este desequilibrio hormonal puede haber tenido cierto impacto en tu vida sexual. Los cambios en los niveles hormonales a veces pueden influir en el deseo y la intimidad. A medida que trabajamos en equilibrar esas hormonas, es probable que también notes mejoras en este aspecto de tu vida. Sin embargo, si tienes inquietudes específicas o necesitas más información al respecto, siempre estoy aquí para discutirlo más detalladamente.
Asentí, agradecida por su honestidad y apertura. La comprensión completa de cómo este desequilibrio afecta diferentes aspectos de mi vida me permite enfrentar el tratamiento con una perspectiva más informada.
—¿Puede afectar otras áreas de mi salud a largo plazo? Y, ¿cómo puede influir en mi capacidad para planificar mi vida, incluyendo, ya sabes, si quiero formar una familia en el futuro?
El médico adoptó un tono tranquilizador.
—Entiendo tus preocupaciones. En cuanto a la salud a largo plazo, estamos trabajando para corregir el desequilibrio y minimizar cualquier impacto negativo. En cuanto a la planificación familiar, es una pregunta válida. Este tratamiento no debería afectar tu capacidad de tener hijos en el futuro, pero es algo que podemos discutir con más detalle si decides explorar esa opción más adelante. Estoy aquí para guiarte y responder todas tus preguntas a medida que avanzamos.
Sus palabras fueron un alivio, aunque sabía que aún quedan desafíos por delante.
—Gracias, doctor. Es un poco abrumador, pero estoy lista para seguir adelante con el tratamiento y trabajar en recuperar mi bienestar.
Con una sonrisa tranquilizadora, el médico asintió.
—Estamos aquí para apoyarte, Ainhoa. Daremos juntos cada paso necesario para que puedas vivir la vida que deseas.
*****
Estoy con Andrew en la casa de un amigo de él junto con Ray celebrando el cumpleaños de otro amigo de ellos.
Verlo con esos jeans negro, y su camiseta ceñida a su cuerpo, a su musculoso y tonificado cuerpo me hace querer pecar.
«Pero con precaución». murmura mi subconsciente.
Gracias a ese pequeño "sustito" y la insistencia de Andrew por que fuera a un médico, resultó ser un salvavidas al descubrir a tiempo el desajuste hormonal que afectaba mi bienestar. Después de unos meses de tratamiento, las palabras del doctor me ofrecen un alivio tangible al confirmar que he ido evolucionando positivamente.
—¿Y si mejor nos vamos a mi departamento— susurra Andrew en mi oído. —Mira que verte así solo hace que me encienda.
Miro disimuladamente su bulto y siento como un calor dentro de mí se enciende, mis mejillas están sonrojadas. Andrew con una de sus manos mueve mi cabello hacia un costado y comienza a repartir besos húmedos por la curva de cuello. Suelto un jadeo silencioso, sus besos están provocando cortocircuitos en mi interior, y su propuesta de irnos a su departamento me está pareciendo cada vez más interesante.
—Y si bailamos un rato, ¿y luego nos vamos? —le pregunto en un susurro mientras me giro, para verlo de frente.
Rueda los ojos —Está bien, pero primero iré a fumar afuera. —me responde y lo miro con una sonrisa mientras él añade. —Necesito despejar mi mente y verte en ese vestido ahora no me ayuda.
Coquetamente me acerco a su cuerpo y con mi mano roza su bulto bastante pronunciado.
—Mmmh.. alguien quiere salir a jugar. —Dije coqueta, acariciando su bulto sobre su pantalón.
Carraspea —No incites si no vas a terminar el trabajo— me dice con voz ronca.
Sonreí —Vale, ve a fumar— deje un beso en sus labios —Estaré con Ray.
Después de estar un rato bailando con Ray, me pareció raro que Andrew no vuelva aún.
—Iré al jardín por Andrew —le informé a Ray.
Él me dedicó una sonrisa burlona —Se te escapó el príncipe.
Le muestro el dedo corazón y me encamino hacia el patio trasero. Cuando llegó a las amplias ventanas, lo veo sentado en las escaleras, conversando con una chica.
La chica se gira hacia él, y mi corazón se contrae con fuerza al darme cuenta de que la chica es Ashley.
¿Por qué está con ella? Mi corazón se rompe en mil pedazos cuando los veo besarse. Mis lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. Él me hizo lo mismo que a ella.
Sin decir una palabra, doy media vuelta y limpio mis lágrimas. No voy a llorar por alguien que no me merece, alguien que solo jugó con mis sentimientos, alguien que nunca me quiso de verdad.
—Ray, me voy. —Dije con determinación.
Ray intenta hablar para detenerme, pero no se lo permito.
—¿Ainhoa estás bien?, ¿qué te pasó? —me pregunta Ray preocupado.
—Pregúntale a tu amigo.
—¿Qué hizo?
—También le estás cubriendo esto.— Hablo desesperada aguantando mis lágrimas.
—¿Qué cosa Ainhoa? Habla claro. —Ray me mira sin entender nada.
—Me caías bien... Andate a la mierda tú y tú amigo. —fue lo último que dije antes de marcharme.
Tomó un vaso y salgo del lugar con bolso y mi celular.
—Voy a olvidar y ahogar todo lo que siento por ti.
Salgo de la casa con mis cosas, sin mirar atrás.
Veo a un chico, ni idea quien es pero me acerco a él coquetamente.
—Hola, hermosa —me saluda posando su mano en mi cintura.
—Hola —le sonreí, pero mi sonrisa no alcanza mis ojos. Tragó con fuerza tratando de ahogar las lágrimas que amenazan con volver.
—¿Qué hace una chica tan bonita... —me miró de arriba abajo —...tan sola por aquí?
El chico baja su mano hasta rozar el borde de mi vestido junto con mi muslo, pero mi piel esta fría y entumecida, incapaz de sentir nada más que la punzante herida en mi corazón.
—Vine a ahogar sentimientos y a olvidar. —Mis palabras salen arrastradas.
Él se acerca a mí y susurra cerca de mis labios —puedo ayudarte con ambas, si quieres.
Siento una mirada intensa en mi espalda, me giro y veo a Andrew mirándome con furia. Le sonrió maliciosamente, aceptando la propuesta del chico y besándolo en los labios, pero mis besos saben a amargura y desesperación.
De un tirón, Andrew me aleja del chico.
—¡Ey! Buscate a tu chica. —Dice el chico enojado.
—¡¡Seee!! Buscate a tu chica —intervengo con sarcasmo.
Andrew me suelta el brazo y le da un puñetazo al chico. —Ella es MI chica. —La furia en su voz me perfora el corazón una vez más.
Luego, se vuelve hacia mí y me toma del brazo, sacándome del lugar.
—¡Suéltame! —Exclamo enojada, pero mi voz suena hueca, sin la pasión que solía tener.
—Ainhoa, por favor, escúchame —susurra.
—¡Tú me engañaste, Andrew! Te vi con Ashley —grito, y las lágrimas brotan sin control de mis ojos—¿Cómo pudiste, Andrew? —intento hablar, pero mi voz se quiebra. —Ella siempre estuvo entrometiéndose en nuestra relación, socavando nuestra confianza. ¡Te odio!— lo empujo— ¡Te odio!
Andrew aprieta mis muñecas con fuerza para que deje de empujarlo con mis manos, busca mi mirada pero, la esquivo. —No fue lo que parece, te lo juro amor. Ashley.... —intentó explicar desesperadamente, pero lo corto.
—No importa, Andrew. No importa qué excusa tengas. Vi lo que vi. —dije apartandome de su agarre.
Las lágrimas corren descontroladamente por mis mejillas, y Andrew me suelta lentamente, pero mi tristeza es tan profunda que me siento hundida en un abismo sin fin.
—Eres un cobarde... me destruiste. Yo te amaba, pero ya no más. Te odio. Esto... Esto se acabo. —Hablo en voz baja.
El rostro de Andrew refleja devastación, y una lágrima rueda por su mejilla. —Ainhoa, por favor —imploró.
El dolor me embarga mientras me alejo de él, arrastrando los pies como si cargara con el peso del mundo sobre mis hombros.
—Ainhoa, por favor —susurra, sus ojos me buscan desesperadamente.
—No. —me giro y lo apuntó con un dedo. —No me busques nunca más. Ni me sigas.
Las lágrimas siguen fluyendo sin piedad, empañando mi visión y reflejando el abismo de tristeza que ha reemplazado lo que solía ser amor y pasión.
Cada paso que doy , siento cómo mi corazón se rompe aún más. Mi mente está llena de preguntas sin respuesta, de recuerdos que ahora son como dagas que se clavan en mi pecho.
Llego a mi casa y me dejo caer en mi cama, sintiendo que el peso de la desesperación me aplasta. Cierro los ojos con fuerza, pero no puedo dejar de ver la imagen de Andrew y Ashley juntos, como un tormento constante que se repite en mi mente.
Voy a mi armario para cambiar mi ropa y de allí cae una de sus camisetas, la tomó e inhalo su aroma, me quito el vestido y me pongo su camiseta junto a unos chándal. Vuelvo a mi cama y me hago un ovillo. Tomo mi celular y comienzo a revisar nuestras fotos, mis sollozos llenan la habitación, una triste sinfonía de un corazón destrozado.
El amor que una vez compartimos se ha convertido en una herida profunda, y la tristeza que me consume era insoportable. El adiós que había pronunciado con rabia había dejado un vacío en mi pecho, un vacío que no podía llenar con nada más que lágrimas y el eco de las palabras que habíamos dicho.
Mi mundo se ha derrumbado, y en ese momento, todo lo que queda es una sensación de pérdida y una tristeza que parece no tener fin.
Han pasado dos días desde que todo se acabó. Y ni siquiera he tenido la fuerza para salir de mi habitación. Cada vez que intento levantarme de la cama, siento que un peso invisible me empuja hacia abajo, manteniéndome prisionera de mi propia desolación.
Mi madre y mi familia están preocupados, en un par de ocasiones Mark golpea la puerta diciéndome que me tenía donas o algún pastel de esos que me gustan pero con ninguno hay caso.
—Ainhoa, tienes que escucharlo.
—No, no lo haré. ¿Cómo sé yo que no me está mintiendo?, no quiero saber nada de él.
—No es lo que tú piensas.
—Ray basta, se que es tú amigo pero no quiero hablar de él, te pedí que vinieras porque te debo una disculpa, ese día no te trate bien.
Hace una mueca —no te preocupes, estabas triste y enojada.
Nos quedamos en silencio unos segundos hasta que él lo rompió.
—Sé que sonará insistente pero por favor escúchalo, te lo juro no te vas a arrepentir. La comunicación es fundamental en una relación.
Lo quedo mirando. Tiene razón, la comunicación es fundamental y tal vez debería darle el beneficio de la duda...
—Dejaré que me...— No termine la palabra, porque mi celular vibra y se ilumina con un mensaje de un número desconocido. Lo desbloqueo y es una foto de él y Ashley juntos en la cama.
El nudo se instaló en mi garganta.
—¿Y así quieres que hable con él? —le pregunto con desdén mientras le muestro la imagen que me llegó.
—Si te digo que la foto es antigua no vas a creer, ¿verdad?
Suspiro y mis ojos comienzan a inundarse.
—Gracias por venir Ray. —Le doy un abrazo antes de que se vaya —No dejes que me busque por favor. No quiero saber nada de él.
*****
—Buenos días, directora. ¿Me mandó a llamar? —pregunto mientras entro a la oficina del la directora de mi carrera.
Han pasado dos largas y tortuosas semanas desde que todo llegó a su fin, y durante ese tiempo he librado una batalla interna constante. Cada día, la lucha se torna más intensa, una especie de combate silencioso que solo yo puedo entender. Desde lo más profundo de mi ser, anhelo escuchar su voz una vez más, como un refugio ante la tormenta de emociones que me atormentan. Pero sé que debo ser fuerte, resistir la tentación de marcar su número y caer en la trampa de la añoranza.
Cada noche, cuando el silencio de la habitación me envuelve, la necesidad de su presencia se intensifica. Cierro los ojos y trato de imaginar que está ahí, al otro lado de la línea, listo para responder a mis palabras. Pero la realidad siempre me devuelve a la cruda verdad: él ya no está en mi vida. La angustia y el deseo se entrelazan, formando una madeja de sentimientos que se enredan en mi corazón.
La ausencia de su voz, de sus risas y sus palabras reconfortantes, me persigue como un eco persistente en el fondo de mi mente. Es un recordatorio constante de lo que una vez tuvimos y que se esfumó entre nuestras manos como un sueño efímero. La tentación de marcar su número se convierte en un constante en mi mente.
—Sí, Ainhoa, te mandé a llamar. La Universidad de Milán ha aceptado tu solicitud para una beca que te permitirá terminar tu carrera en Italia —me dijo con una sonrisa.
Mi corazón comienza a latir con una intensidad que parece querer salir de mi pecho. La noticia de que la Universidad de Milán ha aceptado mi solicitud de beca para terminar mi carrera en Italia me golpea como un torbellino de emociones. Había enviado esa solicitud mucho antes de conocer a Andrew, y como no obtuve respuestas pensé que no me la habían concedido.
—Pero... Esa beca... —balbuceé nerviosa.
—Lo que sucede es que uno de sus estudiantes retiró su solicitud, y tú eras la siguiente en la lista. Necesito que me des tu respuesta lo antes posible. Habla con tu familia y avísame mañana.
—Acepto —respondo sin dudarlo.
—¿No debería hablarlo con su familia?
Niego con una sonrisa —Ellos fueron quienes me sugirieron que postule, y oportunidades como esta no se presentan dos veces en la vida.
Pero mis palabras ocultan un abismo de sentimientos que luchan por salir a la superficie. En el fondo de mi corazón, sé que esta oportunidad es un sueño hecho realidad, un camino hacia un futuro brillante y una nueva vida en un lugar lejano. Sin embargo, por cada paso que doy hacia adelante, siento que dejo atrás el pasado, y con él, los recuerdos y las emociones que compartí con Andrew.
—Bien, entonces enviaré la aceptación enseguida —dice concentrándose en su portátil.
—¿Cuándo comienza?
—En un mes.
—Tan... ¿tan rápido? —pregunto con un nudo en la garganta.
—Sí, Ainhoa, fue sin previo aviso. Italia te espera, y debes estar lista para partir en breve.
Mientras escucho sus palabras, mi mente se llena de emociones encontradas. La idea de estudiar en Italia es un sueño largamente acariciado, pero ahora, en medio de mi dolorosa relación fallida, se siente agridulce.
—Gracias, directora. Aprecio mucho esta oportunidad —respondo, tratando de mantener la compostura mientras mi corazón sigue anhelando lo que ya no puede ser.
—Ainhoa... —Me llama la directora antes de que desaparezca por la puerta.
—¿Sí?
—Mañana dame la respuesta...
Tres horas después, me encuentro estacionando frente a mi casa. Bajo de mi auto y entró en la casa, en la sala mis hermanos jugando videojuegos y mis padres en la cocina charlando.
—Hola —saludo sin ánimo.
—Hola cariño —Saluda mi papá dándome un beso en la frente.
Me siento a su lado y apoyo mi cabeza en mi mano.
—Ainhoa, nos tienes preocupados. Ya me canse de ser una madre compasiva que entiende que su hija no quiera hablar, o este desanimada, pero llevas dos semanas. Tengo dos teorías, no quisiera que sea ninguna de las dos, pero prefiero una más que la otra.
Miro a mi mamá sin mucho animo, y prosigue.
—Tú y Andrew termi.... —No termina su frase, porque mis ojos se comienzan a llenar de lagrimas —¡Ay! Cariño —dice abrazarme.
Papá también se une a ese abrazo y creo que me desahogue como nunca, solo falto que mamá te envolviera en sus brazos para que tu coraza se haga pedazos.
Mis hermanos entran a la cocina.
—¿Qué pasa? —preguntaron al unisono.
—Chismosos —dije entre llanto y risa.
—Vivo del chisme hermanita y si eres la protagonista mucho mejor.
—Nathan— lo regaño mi padre.
A los minutos después de haberme tranquilizado, cuento a grandes rasgos lo que sucedió.
—Andrew y yo terminamos, últimamente no nos estábamos entendiendo. —mentí. —Ademáaaaaas.....
Ahora, enfrento una decisión crucial. Aceptar la beca para estudiar en Italia o rechazarla. Me siento atrapada entre dos mundos, cada uno con sus pros y contras. Si acepto, significa una nueva vida lejos de todo lo que conozco. Si rechazo, me quedaría en Vancouver.
—Me dieron la beca para Italia. —dije con una mueca.
Mi familia hizo un pequeño baile de celebración, pero al ver mi poca emoción se quedaron quietos y me miraron.
—¿Por qué no suenas contenta? —Preguntó Mark.
Sonrío triste y encojo los hombros.
—No sabes que decisión tomar. —inquiere mi padre.
—La tome, pero no se si es la correcta.
—Cariño, si no quieres irte no lo hagas. —dice mi mamá.
—Pero... es una oportunidad increíble. —dice Nate junto con mi papá.
—Si, cariño, pero aceptar....—mi madre se queda en silencio miro a cada uno de mis hermanos, luego a mi padre para que guardaran silencio y, luego me miro a mi.
Cada uno de mis familiares tienen sus opiniones y sus propias razones para que acepte. Todos hablan al mismo tiempo y me siento abrumada, yo tengo mis propias razones para aceptar o rechazar.
Si acepto tengo; Esta beca es una oportunidad que se presenta una vez en la vida. Me permitirá estudiar en una prestigiosa universidad en Italia y abrirá puertas a un futuro prometedor; podría tener un crecimiento personal, vivir en otro país me brindará la oportunidad de crecer personalmente, perfeccionar mi italiano y experimentar una cultura diferente. Esto enriquecerá mi vida de formas que no podría lograr quedándome en casa; Independencia, estudiar en Italia me dará la independencia que necesito para tomar mis propias decisiones y descubrir quién soy fuera de mi entorno familiar y lejos de Andrew. Ampliaría mis horizontes, tendré la oportunidad de conocer personas de diferentes partes del mundo y construir una red de contactos global que será valiosa en mi futura carrera.
En cambio si rechazo; Podría ver crecer a mi sobrino, estar presente en su vida seria una experiencia que no quiero perderme. Ver sus primeros pasos, escuchar sus primeras palabras y ser una tía presente son cosas que valoro profundamente. Estaría cerca de mi familia, y ellos son mi pilar, y quedarme cerca de ellos me brindaría un apoyo emocional constante. La distancia entre Italia y mi hogar es significativa. Estaría cerca de mis amigos, que son una parte importante de mi vida, y quedarme en Vancouver me permitirá mantenerlos conmigo, además quedarme aquí significa tener una pequeña posibilidad de intentar hablar o una nueva oportunidad con él.
—... Haz lo lo que te diga tu corazón. Nosotros te apoyaremos. La decisión que tomes hazlo porque tú ahora quieres ir. Nosotros no vamos a influir en tu decisión.
—Es que... ya la tome.
Me miran expectantes..
—Yo....creo que...
𓃭
Holaaa!!! ✨
Espero que les siga gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.
¿Qué les parece el capítulo?
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Quedan dos más capítulos, y el epílogo😞
Gracias por leer, un abrazo 🧡
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