Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 36

Narra Ainhoa

Semanas después...

Los libros y apuntes se amontonan alrededor mío, pero mi concentración parece estar en cualquier lugar excepto en mis estudios. Cierro mi libro de texto con un suspiro frustrado y pongo la cabeza entre las manos. Este estrés constante y los cambios de humor me han tenido en un torbellino emocional, y lamentablemente, Andrew ha tenido que soportarlo todo, es tanto así que ni en mi casa me aguantan.

La puerta del departamento se abre, y Andrew entra con una expresión cansado en su rostro. Cuando me ve, su rostro y sus ojos se llenan de preocupación.

—Ainhoa, amor, ¿estás bien? —pregunta con preocupación mientras se acerca.

La preocupación de Andrew me resulta casi conmovedora, pero a medida que sus ojos tristes y su mirada ansiosa se posan en mí, siento una punzada de irritación. El día había comenzado tan bien, con risas y cariño, pero en el transcurso de la mañana, algo en mí cambió. Quizás sea el estrés o no lo sé.

—Estoy bien, Andrew, solo un poco cansada —le respondo, forzando una sonrisa que no llega a mis ojos.

Él se acerca y me rodea con sus brazos, buscando consolarme. Mi humor oscila en segundos.

—Solo necesito un poco de espacio, Andrew. ¿Puedes entenderlo, o siempre tienes que ser tan empalagoso?

Mis palabras son más cortantes de lo que pretendía, y su expresión pasa de preocupado a herida en un instante.

—Ainhoa, no era mi intención... —comienza a decir antes de que mi paciencia se agote por completo.

—¡No importa, Andrew! Estoy estresada y cansada de todo, necesito espacio. —Las lágrimas empiezan a nublar mis ojos, y la ira se apodera de mí. Mi mente divaga hacia lugares oscuros que no puedo controlar.

Los ojos de Andrew, llenos de sorpresa y confusión, solo alimentan mi rabia. Nos encontramos en una discusión que ninguno de los dos esperaba, y las palabras siguen saliendo sin piedad.

—¡Y-yo... lo siento, Ainhoa! No pensé que te molestara tanto —balbucea con un tono herido mientras se aleja.

Ver su expresión llena de tristeza por mis palabras hace que mi corazón se retuerza de dolor. —No, amor, espera... —dejó de lado mis libros y me apresuró tras él.

Andrew ni me mira y sigue su camino hasta la planta de arriba.

—¡Andrew! Estoy tratando de hablar, por favor, esperaaaa...

Gira hacia mí con enojo. —¿Qué, Ainhoa? ¿Qué? Me pediste espacio y te lo estoy dando, ¿qué quieres ahora?

Mis ojos se llenan de lágrimas y mi labio inferior tiembla. Esta discusión ha sido una de las más intensas, y sus palabras me hieren profundamente como yo lo herí a él.

—Por favor, Ainhoa.... ¿te vas a poner a llorar?

Un nudo se forma en mi garganta, pero me esfuerzo por mantener las lágrimas a raya. —N-no... —mi voz tiembla en un susurro. Pasó rápidamente junto a él, encaminándome hacia su habitación.

—Ainhoa, espera... — Andrew intenta tomar mi brazo, pero lo apartó de inmediato.

Ignoró su voz y llegó a su habitación, cerrando la puerta con un portazo. Las lágrimas finalmente se deslizan por mis mejillas, pero no pienso ceder ante ellas. Camino hacia el ventanal gigante y lo abro de golpe para dejar entrar el aire y despejar mi mente.

La puerta vuelve a abrirse, pero no me giro, manteniendo mi enojo. —Amor... —susurra, tocando mi hombro. Sin embargo, apartó el hombro, negándole el acceso.

Suspira con pesadez. —Dame paciencia... —murmura muy bajo, más como un ruego.

Mi indignación hierve. —¿Dame paciencia? ¿De verdad? ¡¿Necesitas paciencia para soportarme?! —lo provocó, desafiante.

Andrew aprieta los ojos con fuerza y parece buscar paciencia. —Ainhoa, por favor, detente. No voy a caer en tus provocaciones. ¿Necesitas espacio? Tendrás espacio. Estaré en la sala o aquí, y puedes usar la habitación que prefieras. Si deseas ir a tu casa, te llevaré. Pero no seguiré discutiendo contigo.

Le sostengo la mirada, mi deseo de discutir es palpable. Pero él ve mis intenciones y se da la media vuelta, decidido a dejar la habitación.

—¡Está bien! ¡Déjame sola! —gritó con frustración.

Andrew se gira bruscamente, su mirada inexpresiva —Ainhoa, estoy agotado... ¿Qué te pasa? —sus palabras tratan de reflejar paciencia, y la suya está llegando a su límite.

—Lo siento. No debería haber dicho esas cosas. Me encanta cómo eres conmigo, y aprecio tu constante atención —mis ojos se llenan de lágrimas sinceras —No quiero seguir discutiendo por tonterías contigo.

Andrew se sienta a mi lado, rodeándome con sus brazos. Busco consuelo en su calor y amor, pero el olor de su perfume de repente me resulta insoportable.

Me alejó bruscamente de Andrew, y su expresión se vuelve extraña. —¿Qué perfume te pusiste? —no puedo soportar el aroma, y corro hacia el baño para vomitar.

Andrew me sigue al baño, sosteniendo mi cabello como tantas veces antes. Una vez que me siento mejor, me siento en el suelo y Andrew se coloca en cuclillas frente a mí, con una expresión que no logro descifrar. Puede ser preocupación, miedo, o incluso terror. Mientras escucho sus próximas palabras, mi rostro se descompone y siento cómo todos los músculos se tensan ante su pregunta.

—Amor... ¿podría ser que estés... —mira hacia mi vientre —embarazada? —Sus ojos vuelven a encontrarse con los míos, y mi corazón late con fuerza mientras el pánico comienza a apoderarse de mí.

El silencio en el baño se hace insoportable, sólo roto por el sonido de mi respiración agitada y el eco de las palabras de Andrew en mi mente. No puedo creer lo que acabo de escuchar. Embarazada. La palabra se repite una y otra vez, como una melodía aterradora que no puedo dejar de tararear. Mis manos tiemblan, y mi mente es un caos de pensamientos e incertidumbre. ¿Podría ser cierto? ¿Realmente estoy embarazada?

Andrew, notando mi desconcierto y ansiedad, busca desesperadamente señales de mi respuesta. Parece preocupado y atormentado, sus ojos oscuros buscando algún indicio de lo que estoy pensando. Se inclina para darme un abrazo reconfortante, y me aferro a él como a un ancla en medio de una tormenta emocional.

—No lo sé —musitó finalmente, con la voz temblorosa. Mis ojos se llenan de lágrimas, y un nudo se forma en mi garganta. —No tengo ni idea, Andrew. No me he sentido bien últimamente, pero... no sé.

Él asiente lentamente, su mirada todavía llena de preocupación. —Deberíamos conseguir una prueba de embarazo, Ainhoa. Para estar seguros.

Asiento, incapaz de decir una palabra más. La realidad de la situación comienza a pesar sobre mí, y me doy cuenta de que nuestra vida juntos podría cambiar drásticamente. La incertidumbre del futuro se cierne sobre nosotros, pero al menos estamos juntos en esto, enfrentando lo desconocido como equipo. El miedo y la preocupación nos unen, y sé que pase lo que pase, lo superaremos juntos. O eso espero.

—Iré a la farmacia por una prueba —me dice poniéndose de pie.

Me muerdo la mejilla por dentro, pensando en esa posibilidad qué ¿pasaría si realmente estoy embarazada? —¿Q-quieres que te acompañe? —mi voz tiembla.

La verdad es que no quiero ir con él. Prefiero quedarme aquí, pero tengo que hacerlo, esto es algo de a dos.

Besa la punta de mi nariz —No amor, quédate aquí.

Asiento sin decir ninguna palabra. Andrew trata de ser tierno y mostrarse calmado, pero levemente me ha dejado ver en sus ojos que está igual o peor que yo al borde de un ataque de pánico. Como vamos a ser padres, no llevamos ni ocho meses juntos, él está recién graduado. El destino no nos puede estar jugando esa mala pasada.

Miro el techo del baño buscando respuestas ¿en qué momento? siempre nos cuidamos. Sumergida en mis pensamientos, pensando en que haré y quizás en como me jodi mi juventud. Mi mente solo piensa en eso, y solo pienso en que haré y como seguiré con mi vida si llega a salir positivo.

—Volví amor —escucho su voz entrando a la habitación. —Ainhoa sigue en el piso. No te has movido desde que me fui.

Niego mientras él me entrega la caja de la prueba, y mis dedos tiemblan mientras la sostengo. La angustia y el temor atormentan mi mente, y una opresión en el pecho me dificulta respirar. Las lágrimas amenazan con caer, y un nudo se forma en mi garganta mientras un sollozo apenas contenido escapa de mis labios.

Con la mirada fija en la caja, reúno el coraje suficiente para abrirla. Los pensamientos corren descontrolados por mi mente. El pequeño dispositivo que contiene podría cambiar mi vida para siempre. El tiempo parece detenerse mientras examino la prueba de embarazo, mi futuro en un frágil pedazo de plástico y papel.

Siguiendo las instrucciones, procedo con el examen, y pongo una alarma en mi celular. Abro la puerta y ahí está Andrew parado de frente a la puerta mirándome. Se acerca a mí y me rodea con los brazos.

—Tenemos que esperar cinco minutos. —Susurre.

Andrew asiente, y su mano se posa con delicadeza en mi espalda, proporcionando un apoyo silencioso. Nos sentamos juntos en el suelo del baño, observando cómo el tiempo avanza con agonizante lentitud.

—No pasará más rápido si lo miramos —susurra con ternura, tratando de aliviar la tensión que inunda el aire.

Ambos permanecemos en silencio, perdidos en nuestros propios pensamientos mientras esperamos los eternos minutos. La ansiedad flota en el aire, y puedo sentir que Andrew está tan preocupado como yo. Los segundos se hacen eternos y , nuestras emociones se vuelven más intensas, y finalmente, no puedo soportarlo más.

—Andrew, ¿qué piensas? —le pregunto con voz temblorosa, mis ojos buscan los suyos en busca de respuestas.

—Pienso... que si llegara a salir positivo. ¿En donde lo concebimos?

No puedo creer que esté pensando en eso en un momento como este. —¿De verdad estás pensando en eso? —mi voz tiembla de incredulidad.

—¿En qué quieres que piense, Ainhoa? —responde con calma. —No puedo evitar sentir miedo, pero uno de los dos debe mantener la calma, ¿no crees?

—Fue la noche de la discoteca. No sé si fue en el baño o aquí en el departamento. —respondo rápidamente, mi mente ya había repasado cada detalle de esa noche.

—Esa noche... podríamos repetirla. —Andrew besa mi mejilla con un gesto de afecto.

—¡Andrew! —Exclamo con enojo reprimido. —¡No puedes decir eso en un momento como este!

Una risa escapa de sus labios, tratando de aligerar la atmósfera. —Jajaja... la noche fue buena..... muy buena —susurra con un guiño juguetón.

—¿Y si el resultado es positivo? ¿Qué haremos entonces? —pregunto, mi voz ahora temblando por el miedo. —Tengo solo veinte años, no quiero arruinar mi juventud debido a un descuido que podríamos haber evitado. ¡Andrew, no estoy preparada para ser madre! —mis ojos se llenan de lágrimas — ¡Tengo VEINTE años! —exclamó desesperada. —He arruinado todo y de paso a ti. —cubro mi rostro con las manos.

—Amor, por favor, no digas eso. —pide quitando mis manos de mi rostro —Si el resultado es positivo, enfrentaremos esto como adultos responsables que somos. Estaré a tu lado. No arruinarás tu juventud y no me has arruinado a mi. No digas esas cosas.

—¿Adultos responsables? —mi voz suena irónica—. No somos adultos responsables. Tengo VEINTE años, y tú VEINTITRÉS. ¿Cómo vamos a criar a un hijo cuando ni siquiera he terminado la universidad? ¿Te das cuenta? —Las lágrimas fluyen con frustración—. No podré seguir estudiando.

Andrew suelta un suspiro profundo mientras toma mis manos con cariño y me mira con intensidad.

—Ainhoa, escúchame. Esto es una situación difícil, lo entiendo. Pero, independientemente de las dificultades, te prometo que estaremos juntos en esto. No importa lo jóvenes que seamos, lo que tengamos que enfrentar lo haremos juntos. No te subestimes, eres fuerte y capaz. Terminar la universidad no es imposible, no voy a permitir que dejes la universidad, me haré responsable, lo hicimos los dos y si que lo disfrutamos.

Una sonrisa irrumpe entre mis lágrimas, sus palabras son tan hermosas que me abruman aún más.

—No quiero arruinar tu vida, Andrew. —susurro entre sollozos sin mirarlo.

—Amor, mírame... —dice levantando mi rostro con delicadeza limpiando con su pulgar mis lágrimas. —Escúchame bien. Tú no arruinarás mi vida, al contrario, eres mi vida. Lo que venga, lo enfrentaremos juntos. Porque es como se debe y quiero hacer.

Sus ojos transmiten amor y determinación, y mis lágrimas fluyen sin control. Andrew ha inyectado una pequeña dosis de esperanza en medio de mi tormento. Estoy asustada, pero sé que no estoy sola en esta montaña rusa de emociones. Sus brazos me envuelven con una intensidad que parece contener todos nuestros sentimientos.

—¿Te imaginas una mini-Ainhoa correteando por estos pasillos? —susurra, y sus ojos centellean con un brillo incontenible.

—O un mini-Andrew, con ese tono de piel que vuelve locas a todas.

—Y tus hermosos ojos —concluye él, con una sonrisa que refleja la belleza de nuestros sueños compartidos.

Mantengo la respiración por un instante, sintiendo su mano posarse con delicadeza en mi vientre, y una oleada de emociones me recorre. En ese breve momento, me invade una mezcla abrumadora de asombro y temor.

El sonido de mi teléfono interrumpe nuestra conversación y el ambiente cálido que se había comenzado a formar se desvanece; con manos temblorosas, recojo la prueba de embarazo, y nuestras miradas se cruzan, comunicando el miedo compartido. Con un suspiro tembloroso le entregó la prueba.

—Lo miras tú, Andrew —murmuró con voz temblorosa, incapaz de soportar la carga de la noticia que podría cambiar nuestras vidas para siempre.

Andrew toma la prueba en sus manos, y su mirada se llena de una mezcla de nerviosismo y determinación. El tiempo se desvanece en ese momento, y el silencio se vuelve atronador en la habitación.

—¿Dos rayitas es negativo y una rayita es positiva? —balbucea, nervioso, sus ojos anclados en la prueba..

Mi garganta se aprieta.El tiempo se ralentiza y mi corazón late con fuerza en mi pecho. Tragó con fuerza, mi garganta seca, y mi voz sale apenas en un susurro quebrado.

—Dime, Ainhoa, ¿dos rayitas significa que no estás embarazada y una que sí lo estás?

—Una rayita es no y...y dos es sí —respondo con voz temblorosa.

El rostro de Andrew muestra una gama de emociones, sus ojos revelan alivio, pero también un destello de decepción. Un largo suspiro escapa de sus labios, liberando la tensión en el aire. Siento que puedo volver a respirar, que la carga de incertidumbre se ha levantado.

—No estás embarazada, amor —dice Andrew con una sonrisa sincera mientras guarda la prueba.

Las lágrimas llenan mis ojos, pero esta vez son lágrimas de alivio. Me lanzo a los brazos de Andrew, abrazándolo con fuerza.

—Gracias, Andrew —susurro—. Gracias por estar a mi lado, pase lo que pase.

Él me sostiene con ternura y me besa en la frente. —Siempre estaré contigo, Ainhoa.

Nos quedamos en silencio, abrazados, sintiendo la conexión que compartimos más fuerte que nunca. Aunque enfrentamos un momento de incertidumbre juntos, nuestro amor ha demostrado ser más fuerte que cualquier desafío que la vida haya presentado en nuestro camino. La tranquilidad y la gratitud llenan la habitación, y sé que, pase lo que pase, enfrentaremos el futuro juntos.

—Amor creo debería ver un doctor. No te has encontrado bien en toda la semana. No comes bien....

—No quiero contárselo a mi mamá. Y decirle necesito que me revises porque no se que me pasa, y también me tuve que hacer un test de embarazo, si porque tengo relaciones con mi novio y en un momento de calentura —tres me hace con los dedos riendo— olvide todas tus hermosas charlas sobre el preservativo que no solo previene embarazo, sino que también ETS. –Termino de hablar con ironía.

—No me refería a tu mamá, hay más doctores en esa ciudad. Podemos buscar en otro hospital a una doctora.

—Quizás solo me faltan vitaminas. —dije encogiéndome de hombros. —O quizás es solo el estrés de los exámenes.

—Deberías ver un médico, no es normal. —Dice agrazándome.


𓃭

Holaaa!!!

Espero que les siga gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla .

¿Qué les parece el capítulo?

Tu apoyo es esencial para mi, así que no olvides comentar y votar 😊

Gracias por leer, un abrazo 🧡

Actualizaciones: Lunes - Jueves y Sábado por medio

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro