CAPÍTULO 35
Narra Ainhoa
Mi boca se abre, sorprendida. Siempre supo hablar francés, y todas esas confesiones que le hice en francés las entendió completamente.
—Me engañaste, siempre supiste hablar francés.
Sonríe coqueto —Si, así que todas tus confesiones las entendía. Solo fingí no entender.
Niego divertida. —Te odio.
—Viví en Montreal, como no voy a saber hablar francés. —Dice sonriendo.
Se acerca a mi y estira sus manos para ayudarme a poner de pie —Tu ne me détestes pas, tu m'aimes comme je t'aime.
Siento un cosquilleo en mi vientre, y desde hace mucho tiempo que creo que siento algo más que solo quererlo.
—Vamos a dormir mejor, Romeo.
Llegamos hasta su habitación y mientras Andrew cierra la puerta yo me dejo caer en la cama cerrando mis ojos, estoy muy cansada.
Escucho la risa de Andrew y sus pasos hacia la cama, está se hunde a un costado mío y abro los ojos, Andrew está acostado de lado junto a mi sosteniendo su cabeza con su mano. Le sonrió y él me devuelve la sonrisa.
Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía y la complicidad que compartimos. Andrew con su otra mano está acariciando mi cabello, me encanta ese gesto que tiene conmigo.
La habitación está oscura y solo se ilumina por la luz de la ciudad que entra por la ventana.
—Tus ojos brillan, y me gusta ese brillo que tienen.
Sonrío, —Los tuyos también brillan.
Andrew no deja de acariciar mi cabello de una forma muy tierna y relajante, el momento es precioso ante mis ojos.
Besa mis labios, en un beso tierno y cariñoso.
No sé si este momento es real o producto de mi imaginación. Siento que es demasiado perfecto para mí. Tal vez debo estar muy borracha aún. Quiero este Andrew cariñoso siempre, pero también me gusta ese Andrew más rudo y directo que provoca que mi cerebro se desconecte y me avergüence ante él.
Nos separamos lentamente de nuestro beso, con una sonrisa en nuestros labios. Andrew se acurruca a mi lado y susurra al oído: —Descansa, mi amor. Mañana será otro día.
—Tengo que cambiarme y tengo mucho sueño—, dije bostezando.
—Ven vamos siéntate—, dice poniéndose de pie —Te ayudo—, dice coqueto.
Me ayudó a incorporarme con cuidado y ternura, sube mi vestido para que no se arrugara.
Por inercia me cubro mi cuerpo, recordando que estoy sin bragas.
—Qué te cubres, si ya te he visto desnuda y me he comido todo.
Ante ese comentario tan lujurioso siento una corriente eléctrica atravesar todo mi cuerpo, acompañados de muchos fuegos artificiales que estallaron dentro de mi.
—Me dejaste sin bragas.
—Ah, cierto. —dice caminando hasta su armario y vuelve a salir con algunas de mis cosas, entre ellas unas bragas negras.
—Gracias. —le digo mientras me pongo mis bragas.
Suspiro y tragó con dificultad, lo que precisamente está haciendo en este momento no me enfría para nada.
Está frente a mí quitando su camiseta, y sus pantalones, quedando solamente en bóxer y mirándome con una sonrisa, mientras yo lo veo con la boca entreabierta. Está ahí mostrándome sus increíbles abdominales y su cuerpo marcado y tonificado.
Se acerca hasta mí, mientras se pasa una mano por el cabello. Quiero pedir a los ángeles, a las estrellas o a quien se le pida este tipo de cosas. Por favor, por favor que nadie me despierte.
—¿Qué miras?, ¿disfrutando de la vista? —dice con un tono muy coqueto y una sonrisa seductora.
Levanto mi vista para mirarlo a los ojos mientras asiento —Ajá —asiento mientras muerdo mi labio inferior.
Me toma por el cuello y levanta mi mentón. —Yo también la disfruto y no sabes cuanto—. Dice mientras me besa con demasiada intensidad, un beso caliente que mueve hasta la última célula de mi cuerpo, eriza todo. Su lengua explora cada parte de mi boca. Lentamente hace que me recueste quedando él sobre mí, su mano que está en mi cuello bajo hasta mi cintura, pasando por entre mis pechos.
Mis manos acarician su espalda, y con cada caricia sus músculos se tensan. El beso cada vez es más intenso. Explorando cada rincón de mi boca con su lengua. Sus manos recorren mi cuerpo, acariciando cada parte de el. Suelto un jadeo cuando sus besos bajan por mi cuello, me besa con tanta intensidad lame y muerde aquella zona.
Subo una de mis piernas hasta su cadera, provocando que nuestras zonas se rocen, haciendo que ambos soltamos un jadeo. Él instintivamente lleva su mano a mi pierna para acariciarla, disfruto cada caricia y sensación que él me está provocando. Su mano pasa de forma provocativa muy cerca de mi entrepierna haciéndome gemir.
Una especie de electricidad me deja con cada roce de sus dedos.
Llevo mis labios a su cuello, beso su cuello con pasión. Andrew me está haciendo sentir viva y querer más de él.
Sus besos bajan por mi cuello hasta llegar a mi escote, en donde besa cada uno de mis pechos. Con su mano saca uno de ellos y lo empieza a lamer jugando con mi pezón. Gimo ante el contacto de su boca con mi pecho.
Andrew desliza sus dedos por encima de la sedosa tela, que ahora se encuentra empapada por el calor de nuestro deseo. Mientras su boca persiste en mis pechos, muerde delicadamente uno de mis pezones, tirando suavemente con sus dientes, arrancándome gemidos de placer.
Mis manos exploran la escultural desnudez de su espalda, sintiendo la firmeza de cada músculo hasta llegar al borde de su bóxer, provocando un gruñido ronco que resuena en la habitación.
Sus dedos deslizan la fina tela, ejerciendo una presión tentadora sobre mi sexo, provocándome gemidos más intensos.
—Estás tan húmeda —murmura, volviendo a mis labios con una intensidad que me hace estremecer.
Un gemido escapa de mis labios ante su provocador contacto. Andrew acaricia mi clítoris con sus dedos, mientras uno se aventura dentro de mí, desatando gemidos más profundo.
—Oh, Andrew —susurro entre gemidos, dejando que mi deseo se exprese.
—Que sexy suena mi nombre en tus labios, me enciende aún más —dice, mordiendo suavemente mi labio inferior.
Sus dedos se sumergen y emergen con rapidez, su pulgar trazando círculos traviesos en mi clítoris. Añade otro dedo, y no puedo evitar moverme al ritmo de su habilidad. Un tercer dedo se introduce, provocando gemidos más intensos que escapan de mi garganta.
Mis manos buscan su miembro ya endurecido, comenzando a acariciarlo con destreza. Andrew suelta un gruñido ronco.
—Oh nena— me dice con su voz ronca.
Me acerco a su oído, liberando un gemido provocativo —Andrew...— le susurro.
Andrew se tensa al sentir mi gemido en su oído, pero su gruñido revela que mi provocación lo excita aún más. Retira sus dedos de mi interior, llevándoselos a la boca y lamiéndolos con lascivia. Esa acción desata en mí una ola de placer, casi llevándome al clímax.
Andrew sin dejar de mirarme, con mirada intensa, lujuriosa y oscura.
—Si me sigues mirando así me correré ahora mismo— Le dije excitada.
—Dame un segundo y te daré el segundo mejor orgasmo de tu día— me dice mientras se acerca a besarme.
—¿El segundo? —Pregunto curiosa.
—Si, el primero te lo di en el baño de la discoteca.
Dice mientras se hunde, suelto un gemido que se mezcla con un gruñido suyo, creando una sinfonía de placer compartido. Después de unos segundos, comienza a moverse lentamente, como una danza sensual coreografiada por el deseo que nos consume. Sus labios, ardientes y hambrientos, encuentran refugio en los míos, mientras una de sus manos sostiene su peso y la otra se aventura a masajear mi pecho, intensificando la conexión entre nosotros.
Instintivamente, elevo mis caderas para recibir sus embestidas con mayor profundidad, sincronizándome con el ritmo de su pasión desbordante. El éxtasis nos envuelve mientras compartimos un beso cargado de deseo, nuestros jadeos entrelazándose en el aire cargado de electricidad. Cada embestida se vuelve más profunda, más intensa, llevándome al borde de la liberación. Siento sus dedos expertos explorando mi sexo, añadiendo una capa adicional de placer que me hace arquear la espalda. Mis uñas se clavan instintivamente en su espalda, revelando la vorágine de sensaciones que nos envuelve.
—Oh, A-Andrew... voy a... voy a correrme —gimo, incapaz de contener el placer.
Sus músculos se tensan, y juntos nos sumergimos en un orgasmo compartido, entregándonos al éxtasis.
Aún sobre mí, me miro, sus ojos brillan con mucha intensidad.
—Te amo, Ainhoa.
Su declaración me toma por sorpresa, pero una sonrisa se forma rápidamente en mi rostro. Mi corazón late con fuerza, y le devuelvo la sonrisa. El sentimiento es mutuo, pero quiero que sepa que no lo digo por mera cortesía.
—No necesito que me respondas ahora, solo quise decírtelo porque quiero que sepas lo que siento por ti.
Me acerco a sus labios y le doy un beso, en el que exprese todo lo que no le dije con palabras. Se separó lentamente de mi y me dio un beso en la punta de la nariz antes de dejarse caer sobre mi cuerpo, recuperando su respiración, su cabello está despeinado, paso mis manos por su cabello para acomodarlo un poco.
Se levanta un poco y roza sus labios en mi frente en un tierno beso antes. Se pone de pie y toma su boxer para vestirse y yo hago lo mismo, me visto con la camiseta que él me entrego y mis bragas.
Caminamos juntos al baño hablando de trivialidades. Una vez en el baño, término de cepillar mis dientes y tomo una toalla desmaquilladora para quitarme el maquillaje. Andrew suavemente apartó la toalla de mis manos y, con la otra mano, levanta mi rostro para comenzar a desmaquillarme con delicadeza. Sus movimientos son suaves y precisos, cuidando de no lastimar mi piel.
—Estás perfecta. —susurra, sellando sus palabras con un beso en la punta de mi nariz. —Voy a darme una ducha, ¿te animas a acompañarme? —propone mientras se encamina hacia el grifo y deja caer el agua.
Sin decir ninguna palabra, tomo mi cabello en rodete y me quito la camiseta bajo su atenta mirada, Andrew sonríe coqueto y comienza a despojarse de la poca ropa que tiene, o mejor dicho de la única prenda que tiene puesta.
Nuestros ojos se encuentran en un juego silencioso, la intensidad del deseo palpita en el aire mientras nos sumergimos en la ducha. El agua caliente cae sobre nosotros, creando un velo que despierta cada poro de nuestra piel. Andrew se acerca, sus manos recorren mi espalda con una suavidad que desencadena escalofríos. El vapor del agua envuelve nuestros cuerpos, fusionándolos en un abrazo sensual.
Sus labios encuentran los míos en un beso apasionado. Cierro los ojos, entregándome al éxtasis que nos envuelve. La sinfonía del agua chocando contra el suelo se mezcla con nuestros suspiros entrelazados. Cada contacto es un susurro en el lenguaje silencioso del deseo.
Andrew me sostiene con firmeza, su cuerpo se convierte en un imán que me atrae sin remedio. La tensión acumulada se libera en un torbellino de sensaciones, y el mundo exterior se desvanece. Las manos de Andrew exploran cada rincón de mi piel, dejando una estela de fuego a su paso.
La tensión sexual se intensifica con cada beso, cada mordisco suave en los labios, como si tratáramos de fundirnos en uno solo. Andrew me guía hacia la pared de la ducha, y arqueó mi espalda en respuesta a la firmeza de su agarre. Siento sus labios deslizarse por mi cuello, explorando cada rincón con una devoción que aviva el fuego que arde dentro de mí. Sus manos expertas encuentran su camino, acariciando lugares prohibidos que me hacen jadear de placer. La urgencia se apodera de nosotros, y nuestras respiraciones entrelazadas danzan en el aire cargado de anticipación.
Salimos del baño y me acuesto bajo las sábanas, Andrew me toma de la cintura y me acerco a su cuerpo.
—Bonne nuit, belle, repose-toi— dice susurrando a mi odio.
Su voz.... en francés me prende aún más, tan ronca, tan sexy.
Trago con dificultad. Si pudiera elegir que escuchar siempre, fácilmente escogería escuchar la voz de Andrew hablando en francés.
—¿Algún otro idioma que sepas hablar? —pregunto.
—Eso no te lo diré confiesas muchas cosas en otro idioma y no me perderé esa oportunidad. —Sonríe con superioridad.
—Sei uno stupido presuntuoso, ma sei molto bello e scopi in modo delizioso. —Sonreí.
Espero que no sepa hablar italiano. Siempre sale con algo que me sorprende.
—Amore mio —dice con acento italiano — no necesito saber italiano para entender eso. —termina de decir con un tono coqueto.
Mis mejillas se encendieron y me reí nerviosa.
—Buenas noches Andrew.
Me acomode en los brazos de Andrew y cerré los ojos para sumergirme en un dulce descanso, sentía como Andrew acariciaba mi cabello, su respiración tranquila y constante se convirtió en una melodía reconfortante.
*****
El sol de la mañana comenzó a filtrarse a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Abrí los ojos lentamente y vi a Andrew parado frente a la cama abrochando su reloj a su muñeca, está pulcramente vestido, y su cabello húmedo.
—Buenos días —susurró Andrew con voz cálida.
En algún momento dejará de ser perfecto este hombre.
—Buenos días—respondo con pereza.
Tomo mi celular para ver la hora de mi celular. 8:25 de la mañana y este hombre está listo.
—¿A qué hora te levantaste?
—A las siete.
Abro mis ojos con sorpresa —¿A las siete?, pero si nos acostamos tipo cuatro de la madrugada.
—Sí, salí a trotar a las siete y luego volví. —dice con una sonrisa. Sentándose a mi lado. —¿Qué? — me pregunta.
Mi cara de desconcierto total —¿Qué tan jodida tienes tu mente que te levantas a las siete para salir a trotar? Estás demente.
Suelta una carcajada —Normalmente a las seis cuarenta y cinco de la mañana ya estoy en el gimnasio.
—¿Por qué? —pregunte con una mueca.
—¿Por qué, qué?
—¿Por qué vas al gimnasio a las seis cuarenta y cinco de la mañana, todos los días? — Pregunte negando con un gesto de desagrado.
Andrew ríe —Porque me gusta, ¿que tiene?
—¿Estas demente?, eso debe ser. —levantó las manos para intensificar mi alegato —¿Quien en su sano juicio hace esta atrocidad que tú haces?
Comienza a reír con fuerza —No es para tanto, ¿tú papá no va al gimnasio?
—Si, pero no es demente como tú, él va en la tarde.
Andrew suelta una carcajada —Arriba, tienes clases y yo tengo que ir al bufete.
—No, tengo sueño y me duele la cabeza —, me quejo. —No iré, me quedaré aquí. —añado acomodándome nuevamente en la cama con una sonrisa y cubro mi rostro con las sábanas.
Andrew niega divertido soltando una suave risa. —Vas a ir, si yo no puedo faltar al trabajo, tu tampoco vas a faltar a clases. —Sonríe ante mi rostro de odio —¿A que hora sales hoy?
—Entró a las diez y salgo a las tres de la tarde—, dije volviendo a cubrir mi rostro con la sabana. —No salgo nunca más de fiesta entre semana.
Lo escucho reír ante mi comentario quitando la sábana de mi rostro —Algo me dice que no es primera vez que dices eso— besa suavemente mis labios. —Arriba, no quiero llegar atrasado —mira su reloj —y se me hace tarde.
—A veces te pareces a mi papá —dije levantándome de la cama, camine hasta el baño y me paré bajo el umbral de la puerta —¿Quieres acompañarme a la ducha? —sonreí coqueta.
—Ainhoa, no me puedes preguntar eso después de haberme dicho que me parezco a tú papá.
Arrugue la nariz —Si, tienes razón. Arruine el momento. —me acerco a él y le beso los labios —¿Quieres acompañarme? —susurre sobre sus labios.
Andrew suspira y me mira —Créeme, si entramos juntos a la ducha, no llegarás a clases.
Bufo —Eres un aburrido Miller—, dije y entré al baño escuchando su risa.
Traducciones:
—Tu ne me détestes pas, tu m'aimes comme je t'aime: No me odias, tú me quieres como yo te quiero a ti
—Sei uno stupido presuntuoso, ma sei molto bello e scopi in modo delizioso: Eres un tonto engreído, pero eres muy guapo y follas riquísimo.
—Bonne nuit, belle, repose-toi: buenas noches hermosa, que descanses.
𓃭
Holaaa!!! ✨
Espero que les siga gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.
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Actualizaciones: Lunes - Jueves.
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