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CAPÍTULO 30

Narra Ainhoa

Cuatro semanas después...

Estoy en el proceso de cerrar mi maleta cuando escucho la voz de Marco, mi tío y de mis hermanos llamándome desde la sala. Miró a Isa mi prima y ambas suspiramos tristes. Nos apresuramos en terminar de guardar las últimas cosas que me faltan, e Isa me ayuda bajando mis maletas mientras me cambio ropa.

—Me falta cambiarme de ropa y estaré lista para irnos —gritó desde la habitación.

—Ainhoa, Ander se va a hacer viejo esperándote en Canadá. —se burla Nate.

Las risas de todos resuenan en la sala. Hoy debemos dirigirnos al aeropuerto para regresar a Canadá. Me pongo un sweater color menta sobre un top del mismo color y unos pantalones blancos acampanados a la cintura. Completo mi atuendo con unas zapatillas verdes menta que hacen juego con mi sweater.

Ruedo los ojos ante el comentario de Nate y respondo: —Ya estoy lista —, respondo mientras bajó corriendo las escaleras.

En ese momento, mi celular suena en mi mano, anunciando la llegada de un mensaje. Por el sonido, sé que es de la persona a la que extraño mucho.

Sexy y atractivo Dios Griego 💕
Ya quiero que llegues pronto, mi amor.
Te pasaré a buscar en tu casa cuando llegues.
No alcancé a ir al aeropuerto, unos clientes solicitaron una reunión urgente con el equipo que está llevando su caso y solo estamos Rachael y yo 😔

Leo el mensaje, pero no tengo tiempo para responder en ese momento, ya que estamos apurados. Marco ha iniciado una conversación en el auto, recordando los momentos felices que pasamos juntos en estas tres semanas en Chile. Las risas y anécdotas vuelan mientras nos dirigimos hacia el aeropuerto.

Finalmente, llegamos al aeropuerto. Nuestro vuelo está programado para despegar a las once y cuarenta y cinco de la noche. Durante el proceso de trámites y recogida de maletas, Nate no pierde la oportunidad de recordar mi épica caída en la nieve durante aquel intento de esquiar. Mis hermanos no dejan de burlarse de aquel accidente desde entonces.

Mientras cruzamos el control de pasaportes, Mark murmura en tono de broma: —Espero que el oficial de inmigración no se dé cuenta de que mi pasaporte está vencido.

Ganándose miradas reprobatorias tanto de nosotros como de Marcos, nuestro tío.

—Cállate, idiota. Si te meten en una celda, no dudaré en dejar que te quedes aquí solo.

—Estoy completamente de acuerdo con Ainhoa. Si te arrestan, no pienso quedarme para sufrir por tu culpa.

Mark se ríe y habla con ironía. —Por eso, y por muchas otras razones, amo a mis hermanos.

A medida que avanzamos hacia la zona de embarque, Marcos se esfuerza en hacer que esta despedida sea más amena. Mark y él conversan sobre diversos temas y trivialidades, mientras Isa se muestra visiblemente afectada, con lágrimas en los ojos.

—Los voy a extrañar mucho. —Nos abraza a los tres juntos. —He disfrutado mucho estar con ustedes en casa. Deben venir a visitarnos más seguido.

Marcos le acaricia la espalda y se une a nuestro abrazo. —Hija para navidad viajaremos, y se verán más rápido de lo que creen.

Nos despedimos en la puerta de embarque, con un abrazo y un beso de despedida, y caminamos hacia el avión entre bromas y burlas que solo nosotros podemos hacer, dejando en vergüenza a nuestros padres y tío que nos mira negando divertido.

Me acomodé en mi asiento del avión y aprovecho de leer y respóndele el mensaje que me había llegado.

Ainhoa
Acabo de subir al avión, solo quiero llegar y abrazarte pronto 🧡
No te preocupes amor, es tu trabajo y debes cumplir.
Estaré esperándote para que vayas por mi😘
Te escribo cuando llegue a Los Ángeles 💕

Mark está sentado a mi lado y Nathe en el asiento de la fila de al frente. Me coloco los auriculares, sumergiéndome en la música para hacer más ameno el vuelo. Mientras las melodías envolvían mis pensamientos.

Durante el vuelo, el tiempo parecía transcurrir demasiado lento. Cierro los ojos de vez en cuando, dejando que la música me transporta a un lugar de tranquilidad, Mark va viendo una película, Nate está durmiendo. Son once horas y media de vuelo hasta llegar  a nuestra primera y única escala que es en  Los Ángeles.

Once horas después, finalmente aterrizamos en el aeropuerto de Los Ángeles. La espera para nuestro próximo vuelo es de tres horas, y yo solo deseo llegar a Andrew lo más rápido posible.

—¿Cuánto falta? —pregunta Nate, estirando las piernas sobre los asientos mientras se queja de la eterna espera

Estoy intercambiando mensajes con mis amigos y con Andrew, sintiendo que el tiempo pasa lentamente. —Falta alrededor de una hora y media, Nate. Pronto estaremos en casa.

—Odio las escalas— espeta Mark. —quiero ver a mi hermosa novia que está esperando a mi bebé—dice con tanto orgullo y felicidad, que llena mi corazón.

Gemma no viajó con nosotros, se quedó en Vancouver solucionando unos problemas y uno de ellos es el que tenía con sus padres. Lo que Mark nos contó a grandes rasgos es que sus padres les pidieron perdón por la forma de reaccionar y que no se preocupara porque no iba a perder nada, podían contar con ellos también siempre que lo necesiten.

—Hermano, vas a ser un papá fenomenal. —Le digo con una sonrisa y apoyó mi cabeza en su hombro.

—Gracias, enana. Eso es lo que pretendo. Ser el mejor padre posible.

—Si pudiera volver a nacer, y decidir dónde nacer. —Nate nos mira con una sonrisa, y nosotros con Mark estamos atentos a sus palabras— decidiría ser hijo de Cristiano Ronaldo o de Schumacher. ¡Eso sí que sería otra onda!

Mark y yo comenzamos a reír —Pensé que dirías que me elegirías como padre —dice Mark fingiendo tristeza.

—Ah, claro, eso. Tú eres mi tercera opción. Si no me llevo bien con los otros dos, entonces te toca a ti —bromea Nate—. Pero en serio, sé que serás un gran padre. —Sonríe mientras se sienta y mira a Mark—. Hermano, sabes que lo harás bien. Eres un hermano mayor increíble, y creo que hablo en nombre de los dos —me mira con una sonrisa y luego a Mark—. Nos tocó el mejor hermano mayor del mundo. Además, tienes a papá y mamá para ayudarte y apoyarte, porque eso es lo que hacen las familias. Y nos tienes a nosotros.

—¿Cuando maduraste tanto, enano? —le dice Mark abrazándolo — Son los mejores hermanos menores, pero también los más insoportables. Aun así, no los cambiaría por nada.

Nuestro tierno momento se ve interrumpido por las voces en los altavoces.

—Pasajeros del vuelo VC-43 con destino a Vancouver, Canadá, por favor, aborden por puerta doce.

—¡Por fin! —exclama Nate, y varios pasajeros se giran riendo ante su emoción.

—Vamos enanos. Es hora de volver a casa.

—Pero que quede claro que Ainhoa es la más enana —dice Nate, cogiendo su mochila, y yo le doy un manotazo.

—Tan violenta que eres hermana, aun no entiendo como Ander te soporta. —Dice sobándose el brazo.

—Créeme, Nate. Todos los días me pregunto lo mismo.

Ruedo los ojos. —Los odio a ambos —respondo cruzándome de brazos mientras camino delante de ellos, escuchando sus risas.

Nos acomodamos en nuestros nuevos asientos, en esta ocasión los tres en la misma fila. Aún nos quedan alrededor de tres horas de vuelo, así que decidimos entretenernos jugando al Uno. Lo que comenzó como diversión termina en una feroz disputa por ver quién ganará. Y aún no puedo creer cómo hemos logrado mantenernos sin gritos, peleas y maldiciones.

—Uno— dije con una sonrisa, tinrado la carta que cambia de color He estado analizando las jugadas de mis hermanos y si mis sospechas no me fallan, no volveré a perder, ninguno tiene amarillo. —Amarillo— Nate no tiene amarillo, por lo que tendrá que sacar cartas hasta que le salga el color, y yo termino con esa carta de las flechas amarillas. Pero mi sonrisa se desvanece cuando Nate solo debe recoger una carta y  tira su carta amarilla, lo sigue  Mark.

—Verde.

Su carta es la carta que cambia el color. —Uno.

Mark me lanza un más cuatro —Azul. Uno —me sonríe victorioso, no porque ganó, sino porque acabo de perder la ventaja. —Enana, creo que perdiste otra vez.

Nate tira su dos azul, ganando la partida.

Tres horas después, finalmente llegamos. Han sido casi veinte horas de viaje. Pasan de las dos de la tarde en suelos canadienses y yo estoy a punto de caerme de sueño. Caminamos en busca de nuestras maletas, ninguno de los tres habla, parecemos zombies de lo cansados que estamos.

Al cruzar las puertas para salir del aeropuerto, nos encontramos con mamá esperándonos, ya que nuestro padre está fuera del país por unas conferencias y asuntos relacionados con su trabajo como abogado.

—Mis niños— nos dice cuando llegamos hasta su lado y nos abraza a los tres juntos. —Los extrañé.

—Cómo no nos ibas a extrañar si somos la alegría del hogar. —dice Nate.

—La casa estuvo muy tranquila sin ustedes. —Nos dice mamá mientras caminamos hacia su auto.

—Bueno es obvio, si Ainhoa no estaba. —Dice Mark riendo.

Le doy un manotazo, y él me lo devuelve en un juego cómplice de risas y afecto entre hermanos.

—Ya.. no empiecen —habla rápidamente nuestra madre antes de que comencemos un pleito. —Ahora que lo pienso, la casa sin ustedes es un paraíso. —añade riendo.

Nosotros abrimos los ojos sorprendidos —pensamos que nos habías extrañado— decimos al unísono fingiendo tristeza.

—Esto es para lo único que se ponen de acuerdo. —niega divertida caminando en dirección al auto.

—¿Qué tal el trabajo? —pregunto.

—Hemos tenido varias reuniones...

Mientras mamá conduce a casa nos comienza a explicar sobre un proyecto en el que está trabajando sobre un proyecto médicos en los que están trabajando.

Llegamos hasta nuestra casa y después de dejar mi maleta lo primero que hago es acostarme en mi cama y enviarle un mensaje a Andrew.

Ainhoa:
Ya estoy en casa, estoy sumamente cansada😪
Fueron casi veinte horas de viaje.

Sexy y atractivo Dios Griego💕
Descansa amor, yo saldré como a las seis de la tarde 😫
Estaré pasando por ti a eso de las seis y quince aproximadamente.
Nos vemos, descansa 🧡

Sonrió y me acomodo sobre mi cama intentando descansar del viaje, pongo una alarma para no quedarme dormida y tener tiempo de arreglarme.

Después de salir de la ducha, me puse unos jeans rotos junto con un  jersey blanco y zapatillas blancas; me seco rápidamente el cabello y me maquillo de una manera muy suave. Andrew me envía un mensaje avisando que está afuera.

Tomo mi bolso, junto con mi celular y mis llaves, y salgo de mi casa. Abro la puerta de casa, y ahí está Andrew, apoyado en su moto esperándome con una sonrisa radiante en su rostro junto con dos cascos.

Con una sonrisa que ilumina mi rostro, me acerco a Andrew.  Sus brazos abiertos me reciben en un abrazo cálido, enrollo mis piernas en su cintura.escondo mi rostro en la curva de su cuello, inhalando profundamente su aroma. Siento el característico cosquilleo en mi vientre, nuestros labios se encontraron en un tierno beso, sellando nuestro reencuentro. Me abrazas con más fuerza apretujándome contra su cuerpo, saboreando el dulce sabor de nuestros labios juntos.

—Mmm, te extrañé tanto—, susurro entre sus labios, sintiendo cómo su amor me envuelve.

—Hola, mi amor— Me susurra con una sonrisa.

—Hola amor—, le respondo sin querer soltarlo —te extrañe tanto— confieso, fundiendo mis labios con los suyos una vez más.

—Yo también te extrañé. —Sonríe, una sonrisa que ilumina su rostro—. Vamos —me dice, tomando uno de los cascos, antes de besarme de nuevo y ayudarme a colocar el casco—. Te ayudaré con esto.

Con cuidado y atención, Andrew asegura mi casco, y luego subimos a su moto. Con firmeza, coloco mis brazos alrededor de su cintura, aferrándome a él. El motor ruge mientras arrancamos y nos deslizamos por las calles de la ciudad.

El viento acaricia mi rostro mientras disfruto la sensación de libertad y proximidad que compartimos. Cierro los ojos brevemente, dejando que el viento me envuelva y me haga sentir viva. Escucho el rugido del motor y el sonido de los autos que pasan a nuestro lado.

Andrew demuestra destreza mientras se desplaza a través del tráfico, y no puedo evitar pensar en lo guapo que se debe de ver conduciendo su moto.

Finalmente, llegamos a una heladería al aire libre en el corazón de la ciudad. Andrew estaciona la moto, y ambos nos quitamos los cascos. Tan pronto como pongo un pie en el suelo, sus labios se posan en los míos con pasión, y mi corazón late con fuerza.

—Te extrañe muchísimo —murmura contra mis labios.

—Yo también te extrañé —le confieso, acariciando su mejilla—. Pero estoy aquí ahora, y eso es lo que importa.

Tomamos asiento en una mesa al aire libre, y mientras compartimos nuestro helado y nuestros dedos se entrelazan. Conversamos y reímos, disfrutando del tiempo juntos. 

—Fuimos al Parque Nacional Torres del Paine —le cuento con una sonrisa iluminando mi rostro—. Es realmente hermoso, el lugar te quita el aliento. Las montañas cubiertas de nieve y los glaciares eran como postales vivientes. Cada rincón del parque era una obra maestra de la naturaleza. Caminamos por senderos rodeados de la majestuosidad de los paisajes, y en cada paso sentía cómo mi corazón se llenaba de admiración. El aire puro y la serenidad del lugar lo hacían aún más especial. —Miro a los ojos de Andrew, compartiendo mi emoción y gratitud por la experiencia

—Nadamos en el Lago Grey, y las vistas eran espectaculares. Había un silencio mágico allí, solo interrumpido por el canto de los pájaros y el sonido del viento. Descubrimos una cascada escondida en el bosque, y te habría encantado la belleza que presenciamos. Caminamos por senderos rodeados de la naturaleza más asombrosa que puedas imaginar.

Mientras cuento estas experiencias, sus ojos brillan con un brillo especial, y sé que está compartiendo mi entusiasmo, nuestros dedos siguen entrelazados. La conversación se extendió por horas, yo le cuento sobre mis vacaciones y él me cuenta sobre sus aventuras en el examen y lo feliz que estuvo cuando recibió los resultados de su examen.

—Estoy tan feliz por ti. Sabia que lo lograrías. —Le digo con una sonrisa acercándome a él.

Llegamos hasta su departamento y al entrar lo primero que hace es rodearme por la cintura con sus brazos abrazos, disfrutando de la calidez y la intimidad del momento, nuestros labios se encontraron en un beso tierno pero lleno de pasión contenida. El tiempo parece detenerse mientras nos perdemos en ese momento, en esa conexión única que solo nosotros entendemos, nos dirigimos hacia su habitación y nos acomodamos sobre su cama.

Andrew comenzó a besar mi cuello con una suavidad exquisita, sus labios recorren mi piel con una devoción que me hace temblar. Cada beso parece desencadenar una explosión de sensaciones en mi cuerpo.

—¿Estás cansada? —me pregunta con una voz ronca y sensual, sin dejar de repartir besos a lo largo de mi cuello, haciendo que mi piel se eriza de anticipación.

—Solo un poco, pero aún tengo energía para hacer esto —respondo con un coqueteo travieso.

Me acomodo sobre su regazo, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío, y su sonrisa ilumina su rostro. Nuestros labios se encuentran en un beso apasionado que parece encender la habitación. Las manos de Andrew se deslizan por mi cintura, trayendo consigo un escalofrío de anticipación. El beso sube la temperatura de la habitación,  nuestros labios se mueven hambrientos el uno sobre el otro. Mis labios dejan un rastro de besos por su mandíbula hasta llegar a su cuello, donde mis labios y lengua trazaron un sendero de deseo que lo hizo gruñir suavemente. Andrew, con paciencia y destreza, comienza a subir lentamente el borde de mi sweater, revelando la piel desnuda que yace oculta bajo la tela. Cada roce provoca una oleada de deseo y electricidad que recorre mi cuerpo. Su toque es suave pero firme, haciendo que mi piel se erice de forma deliciosa.

Mientras tanto, me concentro en desabrochar su camisa, botón por botón, revelando su piel desnuda. Mis dedos acarician su piel, sintiendo el calor que emana de él, y la suavidad de su pecho. La luz tenue de la habitación acaricia su figura, destacando los contornos de su cuerpo atlético.

Delicadamente, Andrew me gira para quedar sobre mí. Abro mis piernas para recibirlo, y siento su peso y su deseo palpitar en cada centímetro de su piel que se encuentra con la mía. Se apoya sobre su brazo, su mirada intensa y ardiente se encuentra con la mía, y nuestras bocas vuelven a fusionarse en un beso apasionado. Sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo desnudo con una devoción que me estremece. Desde mi cuello, desciende por mis pechos, acariciando y provocando que mi respiración se vuelva más agitada. Un gemido escapa de mis labios cuando toma uno de mis pechos, su boca caliente, sus labios y lengua juegan con mi pezón, provocando oleadas de placer.

Su mano desciende por mi vientre, trazando un camino de deseo que me hace retorcer de anticipación. Lentamente, desabrocha mi jeans, y con ambas manos lo baja, levanto mis caderas para ayudar a bajar mi pantalón.

Dejando un camino de besos que van en ascenso hasta mi parte más íntima, besa y muerde la parte interna de mi muslo provocando que suelte un jadeo. Vuelve a mis labios pero sus yemas rozan mis bragas aumentando mi propia humedad y jadeo mientras corre la fina tela y hace presión sobre mi clítoris.

—Me gusta ser yo quien te haga humedecer así— murmura contra mis labios antes de besarme con intensidad.

Dejó escapar un gemido que se mezcla con el suyo. Su beso es apasionado y lento, su lengua explora cada rincón de mi boca mientras sus dedos, con destreza, se deslizan por entre mis pliegues, explorando mi intimidad. Un dedo se introduce con suavidad, y su pulgar ejerce una presión deliberada sobre mi clítoris, desatando una cascada de placer que me hace arquear la espalda y gemir sin control.

Mis palabras apenas logran ser audibles entre jadeos. —Oh... oh, más... más rápido —suplicó, incapaz de contener la creciente ola de éxtasis que se avecina.

Andrew responde a mi pedido, y sus besos, que antes estaban en mis labios, comienzan a descender por mi cuerpo. Sus labios reemplazan a sus dedos, succionando y lamiendo mi piel con una intensidad que hace que mi cuerpo responda con descargas eléctricas de placer. La voracidad de su boca se centra en mi centro, y sus besos me envuelven en un torbellino de sensaciones.

Mi voz, entre gemidos y jadeos, pronuncia su nombre como un mantra. —Oh... Andrew —repito, mientras mis manos se aferran a su cabello.

Él ríe, pero su lengua y sus labios no cesan en su búsqueda de mi éxtasis. Su lengua explora mi entrada, acompañada por la invasión de un segundo dedo que me penetra con suavidad pero firme. Su lengua y sus dedos trabajan en conjunto, arrastrándome hacia el precipicio del placer. Mi cuerpo tiembla, y siento cómo el orgasmo se acerca como una ola incontenible. Mis manos se aferran al edredón, y mi espalda se arquea mientras el clímax me envuelve en una espiral de éxtasis.

Empuje a Andrew para que se recueste sobre la cama. Comienzo a repartir besos por todo su cuerpo, deslizo mi lengua por su abdomen sintiendo cada relieve de sus abdominales, sin dejar de mirarlo a los ojos llevo mis manos hasta el borde de su pantalón desabrochado lentamente el pantalón, sin dejar de lamer y besar su piel. Poco a poco, bajé su pantalón, revelando su erección bajo los boxers. Deshice toda la ropa que queda y comienzo a crear fricción entre nuestros cuerpos, mientras nuestros jadeos se hacen más evidentes.

—¿Dónde tienes los preservativos?— Le pregunto rozando nuestros labios.

—Están en el cajón—.  Dice sonriendo.

Me estiro para ir buscarlos mientras él se queda recostado sobre la cama.

—¿Qué te pasó aquí? —Acarició con delicadeza un pequeño moretón en el costado de mis costillas.

Tomó el preservativo y se lo entregó —Me caí tratando de esquiar.

—¿No sabes esquiar? —Pregunta con una sonrisa.

Niego.

—Si quieres, puedo enseñarte. —propuso con picardía.

Me acomodo sobre él —Eso me encantaría.

Tomo su erección en mis manos, posicionándola en mi entrada. Comienzo a hundirme lentamente, y ambos soltamos gemidos de placer al sentirlo completamente dentro de mí. Inicié un movimiento rítmico, nuestros labios se unieron en un beso apasionado. La pasión se desbordaba en cada uno de nuestros movimientos, y nuestras respiraciones se volvieron entrecortadas. Andrew dio una embestida fuerte que me llevó al cielo, rozando una zona sensible que provocó un gemido más intenso. Nuestros labios se unieron nuevamente en un beso ardiente, mientras sus manos se posaban en mi cintura, ayudando con nuestros movimientos. La unión de nuestros cuerpos en ese momento, entre susurros y gemidos, nos transportó a un lugar de éxtasis y placer que nunca olvidaremos.

Sus manos se aferraron a mi cintura, apoyándome, elevando el placer a un nivel superior. Mis piernas se tensaron alrededor de su cuerpo, fusionando nuestras almas y cuerpos en un torbellino de pasión.

—No puedo aguantar más —jadeé, mis uñas arañando su espalda mientras arqueaba mi espalda.

Andrew respondió aumentando la velocidad de sus embestidas, llevándonos al clímax. Nuestros labios se encontraron en un beso ardiente, y nuestros cuerpos se estremecieron en éxtasis. La oleada de placer nos envolvió, y finalmente nos relajamos, nuestros cuerpos exhaustos y satisfechos.

Solté un suspiro de satisfacción, y Andrew besó mi frente con ternura.

—Eres lo mejor que me ha sucedido, Ainhoa... Te quiero. —susurró, acariciando mi espalda con sus dedos cálidos.

Sonreí y levanté mi cabeza para encontrarme con sus ojos. —Yo también te quiero, Andrew.

El brillo en sus ojos se intensificó, y sus labios encontraron los míos en un beso lleno de ternura y pasión. Pasaron unos minutos mientras seguíamos recuperando nuestras respiraciones, y en eso el hambre se comenzó a apoderar de mí.

—¿Qué tienes para comer? Tengo hambre —le dije.

Andrew soltó una carcajada. —No he hecho las compras, pero podemos pedir algo para cenar.

—¿Qué te apetece comer? ¿Pizza, sushi?—, preguntó mientras toma su celular y lo desbloquea.

Hago una mueca —No me gusta el sushi—, respondí.

Me miró sorprendido. —¿En serio no te gusta el sushi?

Niego con la cabeza. —No me gusta mucho el pescado.

Él se rió. —¿Pizza, hamburguesa o comida china?

—Hace tiempo que no como comida china... —dije sonriendo.

—Entonces será comida china.

Después de que nuestra comida llegó, me siento sobre  en uno de los sillones, mientras Andrew acomoda la comida sobre la mesita, yo me dedicó a buscar alguna película.

—¿Veamos Fast & Furious 5?

Asiente con la cabeza mientras se sienta  a mi lado para disfrutar la comida.

A medida que la película avanza, levanto mi mirada para observarlo, y me encuentro con sus ojos fijos en los míos. Su mirada irradia ternura y cariño, y por un instante eterno, quedamos inmersos en ese encuentro visual. Sus ojos descienden hasta mis labios y luego vuelven a encontrarse con los míos, se acerca para besarme y luego me abraza para seguir viendo nuestra película.

𓃭

Holaaa!!!

Espero que les siga gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

¿Qué les parece el capítulo?

Tu apoyo es esencial para mi, así que no olvides comentar y votar 😊

Gracias por leer, un abrazo 🧡

Actualizaciones: Lunes y Jueves.

Millones de gracias nuevamente a todos.

💚🧡🖤

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