CAPÍTULO 3
AINHOA
Es viernes por la tarde, y nos encontramos en un parque cercano a mi casa con mis amigos. Estoy con la espalda apoyada en un árbol con mis piernas estiradas. Damián tiene su cabeza apoyada sobre mis piernas comiéndose mis uvas.
Una parte de mí no quiere regresar a casa, ya que mi padre sigue trabajando allí, acompañado de Andrew. Ha sido así toda la semana, excepto el miércoles cuando no estuvieron en casa.
—... Solo falta que le des una habitación y lo adoptes —bromea Rafael.
—Pero bien que te gusta verlo todos los días —añade Derek en tono bromista.
Los miro con los ojos bien abiertos y mi boca en forma de 'o'.
—¿Qué dices, tarado? No me gusta tenerlo en mi casa —respondo, tratando de negar—. Además, ayer sin querer escuché una conversación suya mientras él hablaba por teléfono, y al parecer estaba discutiendo con su novia. Dijo algo de que estaba trabajando y no podía estar contestándole a cada rato.
—Bueno, si termina con su novia, la siguiente en la fila eres tú —bromea Damián.
—Como si quisiera tener algo con él —respondo con ironía.
—No mientas, ¿me vas a negar que has soñado con él estas noches? —interviene Margot, poniéndome en un aprieto.
Quedo mirando a Margot, sabiendo que es verdad. He tenido sueños con Andrew, pero no puedo admitirlo en voz alta.
—¿Fue un sueño picante? —preguntó Damián, burlándose mientras me quita la última uva.
—Para mayores de 21 años —dice Margot riendo.
—Quiero todos los detalles jugosos de ese sueño —exclama Camille— y también quiero ver una foto de él, para saber si es tan guapo como dices.
—¡Ey!, yo no he dicho que esté guapo, jamás he dicho eso —me defiendo, aunque sé que mis ojos pueden delatarme.
Mis amigos comienzan a reírse sin creerme nada.
Suelto un bufido, sintiéndome un poco avergonzada por la insistencia de estás personas que suelo llamar amigos.
—Con ustedes no se puede hablar de nada serio —murmuro.
—No puedes hablar de sexo con nosotros —bromea Rafael.
—Si sabes cómo nos ponemos, ¿por qué nos invitas? —dice Damián riendo.
Risas y complicidad llenaron el aire mientras continuamos con nuestras bromas y juegos.
—¿Cómo estamos para la fiesta de esta noche? —preguntó Damián cambiando el tema.
Las horas pasaron volando hablando de la fiesta a la que asistiremos esta noche.
Mire la hora en mi celular.
—6:50 PM, creo que es hora de ir a mi casa —Anuncio moviendo a Damián bruscamente de mis piernas.
—¡Ey! —Exclamó —Con más delicadeza.
—Quiere irse rápido para alcanzar a ver a Andrew antes que él se vaya. —Dice Margot riendo.
Entrecierro los ojos —Los odio, ¿lo sabían?
—No puedes odiarnos. —Repone Margot.
—Nos amas. —Añadió Damian tirándome un beso.
Pongo los ojos en blanco. —Nos vemos más tarde.
Me despido con una sonrisa de los chicos, dejando atrás el lugar junto a sus risas y los comentarios guarros. Comienzo a caminar rumbo a mi casa. Estoy a unas cuatro cuadras de distancia, así que no tardo mucho en llegar.
Después de unos diez minutos, aproximadamente, diviso mi hogar, y para mi sorpresa, el auto de Andrew sigue estacionado afuera.
—Aún sigue aquí. —Murmuro.
Al llegar a la puerta comienzo a buscar las llaves en mi mochila, estuve allí unos cinco minutos buscándolas.
—Diablos, otra vez perdí las llaves.
Finalmente las encuentro en mi bolsillo.
—Genial, allí estuvieron todo este maldito tiempo.
Siempre pierdo mis llaves, por lo que mis padres y hermanos decidieron tener en casa varias copias de juego de llaves para tener de repuesto en caso de perderlas.
Me dirijo a la puerta, pero para mi sorpresa, no alcanzo a introducir la llave, está se abre y frente a mí está el Dios griego, digo Andrew, luciendo impecable en un traje que da la impresión que fue hecho a su medida, saliendo de mi casa.
Lo miro de pies a cabeza y al notar lo guapísimo que está y es, trago saliva con algo de dificultad.
—Hola, Ainhoa —Me saluda pronunciando mi nombre de aquella forma tan seductora.
—Hola—respondo tímidamente, sintiendo cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho y mi respiración se vuelve agitada.
Andrew pasa junto a mí, dejando la puerta abierta, y se dirige hacia su auto. Lo sigo con la mirada, admirando la elegancia de su porte. Sin embargo, mi mirada también se desvía hacia algo más, algo que no pude evitar notar: su culo bien formado.
Trato de apartar rápidamente la mirada, sintiéndome avergonzada por la dirección de mis pensamientos. Pero los continuos encuentros con Andrew están generando un torbellino de emociones dentro de mí, y es claro que no puedo evitar sentir una poderosa atracción hacia él.
Voy directamente a la cocina, sintiendo el hambre revoloteando en mi estómago. Necesito comer algo antes de empezar a arreglarme para la noche que se avecina. No soy precisamente una experta en la cocina, así que preparo algo rápido y sencillo para cenar. La cocina siempre me ha parecido un lugar misterioso y poco amigable.
—Hola, hija —saluda mi mamá, entrando a la cocina con una sonrisa cálida en el rostro.
—Hola, ¿cómo estás? —pregunto, devolviendo su saludo con una mirada afectuosa.
—Bien, cariño. ¿Y tú? —indagó mientras toma un vaso del estante para servirse un poco de limonada.
—Bien, mamá. ¿Cómo te fue hoy en el hospital? —pregunto con interés, sabiendo lo ocupada que siempre está con sus responsabilidades.
Así, estuvimos conversando un rato más en la cocina. Mi madre me cuenta sobre su día a día en el trabajo, sus compañeros y los proyectos en los que está involucrada. Por mi parte, le comparto detalles sobre mis clases y los exámenes que se aproximan. Siempre me reconforta hablar con ella, como si su presencia tuviera el poder de disipar cualquier preocupación o inquietud que pudiera tener.
Después de un rato, nos damos cuenta de que el tiempo pasa volando y aún tengo que comenzar a arreglarme para la noche que nos espera. Las fiestas la organizó la fraternidad de los jugadores de jockey y estás no se caracterizan por ser tranquilas, todo lo contrario son muy alocadas y hay un sin fin de alcohol y otras cosas más.
Me despido de mi madre con un abrazo cariñoso y me dirijo a mi habitación, donde comienzo a prepararme para lo que se perfila como una noche llena de locuras y emociones.
Entro a mi habitación y abro mi armario en busca del atuendo perfecto para la noche.
Después de revisar varias opciones, finalmente encuentro un vestido que me había regalado mi madre en mi último cumpleaños. Es de un color negro elegante que realza mis curvas. Sin dudarlo, decido que será la elección adecuada.
Me maquillo con delicadeza, resaltando sutilmente mis facciones y poniendo especial énfasis en mis labios, dejándolos en un tono suave y seductor. Con mi cabello no hice mucho, solamente ordeno mis ondas.
Saco un abrigo que hace juego con el outfit que llevo esta noche, una vez lista bajo las escaleras y me despido de mis padres, quienes me miraron con una mezcla de cariño y curiosidad. Margot, Rafael y Derek ya están esperándome en la puerta. La emoción en sus rostros es evidente, sabiendo lo que se viene.
Mientras nos dirigimos a la fiesta, el ambiente se llena de risas y bromas.
Finalmente, llegamos al lugar de la fiesta y la música y la animación se apoderaron del ambiente. La puerta está abierta, algunos chicos están en el porche de la entrada, otros en los sillones, bailando, jugando, etc.
Entramos y comenzamos a saludar a la gente que conocíamos riendo y conversando.
—Iré a la cocina por algo de beber, ¿les traigo algo?— Nos preguntó Rafael a Margot y a mí.
Ambas asentimos, Derek y Damian se fueron a saludar a algunos de sus amigos que están más lejos y Rafael fue en busca de algo de beber con Camille.
Entre risas y burlas amistosas, Margot y yo nos sumergimos por completo en el juego de Beer pong. Aunque no soy una experta en el juego acepté el desafío con una sonrisa, decidida a disfrutar al máximo de la experiencia. Los chicos que nos han invitado a unirnos al juego resultaron ser simpáticos y divertidos. Nos alientan con cada lanzamiento, y a medida que las partidas avanzan, la competencia se vuelve más intensa y emocionante. Los vasos con cerveza van disminuyendo a medida que acertamos los lanzamientos, y cada acierto está acompañado de celebraciones y aplausos.
—Bebe chica, bonita— Me dijo el chico de rulos.
Tomo el vaso con cerveza y me lo bebo rápidamente. Entre risas y juegos, el tiempo parece volar sumergidos en una burbuja de diversión.
Es mi turno de lanzar la pelota de ping pong pero no le atino a ningún vaso por lo que me toco beber nuevamente.
Después que el juego acabó con Margot nos dejamos llevar por la melodía. La música nos envuelve como un hechizo, y nuestras risas se mezclan con las de los demás en el bullicioso grupo de baile. Muevo mi cuerpo al ritmo de la música, Margot y mis amigos desaparecieron. Me quedo bailando con Jackson un chico de la universidad que he visto en un par de ocasiones. Bailo coquetamente con el chico mientras conversamos de cosas triviales.
Siento que alguien me está observando y, sin saber por qué, tengo la necesidad de buscar el dueño de esos ojos que tanto me miran. Al girarme, nuestros ojos se encontraron en medio de la multitud, y el tiempo pareció detenerse por un instante. La intensidad de su mirada me deja sin aliento, y siento cómo mi corazón late más rápido.
Es Andrew, y en ese momento, su presencia tiene un efecto hipnótico sobre mí. Un escalofrío recorre mi espalda, y la sensación de conexión inexplicable se hace más fuerte que nunca. Andrew no deja de mirarme, siento su vista en mi espalda y mi cuerpo en general.
Quizás es el alcohol que está en mi sistema, pero necesito despejar mi mente de Andrew. Lo vi toda la semana por los pasillos de mi casa y el único lugar en el que pensé que no nos encontraríamos. ¡Boom! lo encuentro aquí en la misma fiesta.
Antes de venir a la fiesta, había buscado su perfil en Instagram y visto varias fotos de él con su novia, lo cual me hizo sentir una sensación extraña en mi cuerpo. Él tiene novia, y yo debo apartarlo de mis pensamientos. Recuerdo las palabras de Rafael, quizás solo necesitaba un buen revolcón para distraerme. Así que busco a Andrew con la mirada, le sonrío mostrándole mi descontento al encontrarlo aquí también y tomo a Jackson por el cuello acercándolo a mis labios, uniéndolos en un beso. Jackson me sigue de inmediato, pasando sus manos por mi cintura y acercándome más a su cuerpo.
Estuvimos así unas cuantas canciones, entre bailes con movimientos coquetos y besos, muchos besos. De vez en cuando involuntariamente busco los ojos de Andrew, en algunas de las ocupaciones que nuestras miradas se con la mirada nos topamos pero corto el contacto ocular de forma inmediata.
—¿Te gustaría ir a mi habitación? —me preguntó Jackson, muy cerca de mi oído. Él es parte del equipo de Jockey de la universidad y vive en la fraternidad donde se realiza la fiesta.
Miro por última vez a Andrew, quien está conversando con una chica. Vuelvo a centrar mi mirada en Jackson y asiento con una sonrisa.
Toma mi mano y me guía hacia las escaleras para subir a su habitación. Mientras ascendemos, giro mi cabeza y me encuentro con los ojos de Andrew, que me mira fijamente, siento como su vista me atraviesa el vestido. Desearía que se acercara a mi y tomara de mi mano de una forma posesiva y evitara que me fuera con Jackson y me quedara con él, pero eso no pasaría. Esta es la vida real, no una novela de Wattpad.
Finalmente llegamos a su habitación, y Jackson me acorrala contra la pared, besándome. No es un beso romántico, sino más bien uno cargado de excitación, destinado a satisfacer nuestras necesidades físicas. Sus manos recorren mis piernas, agarrando el dobladillo de mi vestido para quitarlo rápidamente. La habitación se llena de nuestros jadeos, pero en mi mente sigue presente la imagen de Andrew.
—Eres guapísima, siempre me quedaba viéndote en el campus —me dice entre besos.
Decido dejarme llevar y disfrutar del momento. Haré todo lo posible para apartar a Andrew de mi mente y disfrutar de un buen encuentro íntimo con un chico atractivo. Sin embargo, a pesar del placer que me está dando, una parte de mí sigue pensando en él. Trato de concentrarme en el momento presente, pero su imagen sigue flotando en mi mente, como si se resistiera a desaparecer.
Al final, entre los jadeos y caricias, intento apagar el pensamiento de Andrew y sumergirme por completo en la pasión del momento. Sé que, por lo menos por ahora, debo dejar de lado cualquier sentimiento o deseo que tuviera por él, y permitirme disfrutar de lo que Jackson me ofrece. Quizás, en ese breve instante, lograría escapar de la sombra de Andrew y, tal vez, encontrar un poco de paz en los brazos de alguien más.
Bajo las escaleras y salgo al patio. Veo una espada y un cabello que conozco y que había visto varias veces en mi casa. Está apoyado en la barandilla, no sé si acercarme a él o seguir de largo.
𓃭
Resaca...
Al día siguiente, me despierto con una fuerte resaca. La noche anterior había sido una mezcla borrosa de emociones y recuerdos difusos, especialmente después de haber visto a Andrew. La conversación que tuvimos se desvanece de mi mente, pero la sensación de su presencia seguía presente.
Recuerdo que después de nuestra charla, nos separamos y me uno a Jackson, Margot y Rafael en una especie de competencia de chupitos. La diversión se apoderó de nosotros mientras intentábamos beber más chupitos en el menor tiempo posible.
Las risas y las bromas llenaron el ambiente, y el calor de la amistad nos abrazó en esa noche de desenfreno. Pero ahora, con la resaca golpeándome con fuerza, me preguntaba si habíamos bebido un poco más de la cuenta.
Miro el reloj y me doy cuenta de que tengo que ponerme de pie y enfrentar el día.
Me tomo unos minutos para recobrar fuerzas y levantarme de la cama. Mientras el sol se filtra por la ventana, abro las ventanas para que entra aire fresco a mi habitación. Salgo de mi habitación y voy directo al baño para lavar mi rostro y sentirme más fresca. Me miro en el espejo y mi rostro deja en evidencia mi noche y los chupitos extra que bebí.
Bajo las escaleras, directo a la cocina, tengo mucha sed. Escucho voces provenientes del despacho de mi padre, no quise acercarme, sé que es imposible que Andrew estuviera aquí un día sábado, mi padre es trabajador pero trata de no trabajar los días en que mi madre tiene libre.
—Qué carita tenemos enana. —Dice Nate.
—¿Cómo que enana?, respétame tarado. Soy mayor que tú.
Mark entra riendo —Pareces la Hermana menor. E - na - na.
Hago una mueca —Al menos no tengo cara de tarado.
—Ya están discutiendo—. Dice mi padre entrando con Thomas Brown, su compañero, amigo y padrino de Nathan.
—¡Hola! —Lo saludo con una sonrisa.
—¡Que desayunareee! —Canturreo mientras buscaba en las alacenas.
—¿Desayunar? Enana son las 12:34 de la tarde, ¿cómo vas a desayunar?
—Deja de llamarme enana, tarado. —Le hablo a Nathan enfadada.
Mi padre resopla y comienza a reírse junto a Thomas.
—¿Te quedarás a almorzar?—Pregunta mi madre entrando por la cocina con unas bolsas de supermercado.
—Con la carita que tiene Ainhoa no creo que el tío Thomas decida quedarse, con solo verla uno se espanta.
—Con solo verla uno se espanta —Imito la voz de Nate.
Thomas comienza a reírse, —Extrañaba estas discusiones. Espero que Miller no los oiga.
—¿Quién es Miller?—Preguntó mi madre mientras me sirve un vaso de jugo de naranja.
Le sonrío en agradecimiento cuando me entrega el vaso y al momento en que voy a darle un sorbo mi papá le responde a mi madre.
—Andrew —Dice mi padre.
Escupo todo el jugo de naranja que acababa de beber.
—¡Ainhoa! —Chillo Mark limpiándose el brazo —Eres asquerosa.
Mis mejillas se encendieron de vergüenza mientras trato de disculparme, pero mi familia está ocupada riéndose de mi inesperada reacción. Aunque me siento algo apenada, no puedo evitar sonreír también ante la situación. Siempre he sido un poco torpe, y esta vez no fue la excepción.
—Lo siento. Fue una reacción involuntaria —dije, tratando de contener mi risa.
Mi madre me ofrece una servilleta para limpiarme y yo asiento con gratitud.
Durante el almuerzo, el tema de Andrew vuelve a surgir. Mi padre y Thomas hablan de lo buen estudiante que es Andrew y lo bien que se le da el derecho penal y el gran futuro que tendrá como abogado si sigue así.
Además compartieron algunas anécdotas divertidas sobre sus días de universidad y cómo Thomas y él se metían en situaciones inesperadas. Y luego vino la típica charla de cómo nos está yendo, qué que me parece la carrera de arquitectura y típicas conversaciones aburridas que no valen la pena relatar en estos momentos porque son muuuuuy aburridas y estando con resaca aún peores son.
𓃭
Holaaa!!! ✨
Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.
¿Qué les parece el capítulo?
No olviden dejar su voto o un comentario.
Se los agradeceria muchísimo 🫶🏻
Gracias por leer, un abrazo 🧡
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