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CAPÍTULO 29

Narra Andrew

—Es muy bonita tu novia, hermanito. —me dice Cass pellizcando mis mejillas.

Anastasia se tapa su boca con sus manitos escondiendo su sonrisa.

—Mamá no le pelliqui las mejila a tío Ande.

—Si —sonrío mirando a la cocina en donde está Ainhoa con mi mamá. —Es muy bonita, de verdad que ella es maravillosa y estoy muy feliz de haberla encontrado.

—Te ves feliz, hermanito. Hace tiempo no te veía así de contento.

—Es que, Ainhoa es fantástica. Sus hermanos la adoran, sus amigos y se ganó a mis amigos también.

—Bueno a Ray no necesitan hacer grandes méritos para ganárselo. Con una sonrisa coqueta y un guiño. Felicidades te has ganado Ray—. Dice con tono de broma.

Suelto una carcajada y Jack también. —No seas malo con el pobre Ray, es un chico muy alegre y simpático. "Livianito de sangre" —añade Jack.

—y, ¿Vivían? Sabemos que ninguna de tus ex logró llevarse bien con ella.

—Vivían tiene su personalidad, y si es la más...

—Complicada. —termina por mi Jack.

Asiento —Se llevan bien, incluso ella sale con su mejor amigo.

—Qué buenas amigas tienen ustedes dos, se intercambian a los mejores amigos.

Reimos

—y Anastasia le tomó mucho cariño. —dice mi hermana.

—Igual que a Ashley—. Dice Jack con una tos exagerada.

Sonrío. —Es muy dulce y Anastasia la quiere, siempre que hablo con mi princesa pregunta por Ainhoa... Se la ganó el primer día cuando salimos los tres.

Cassandra me golpea con un cojín la cabeza —Usaste a mi hija. —me apunta con el indice. —A tu sobrina, tu princesa para sumar puntos con una chica. Que bajo caiste Miller.

Cassandra me golpea muchas veces seguidas mientras Jack ríe junto a Anastasia.

—Pero que buena jugada, cuñado. A mi no se me habría ocurrido. —dice Jack entre risas.

—¡Jack!

—Cariño, admítelo. Fue inteligente.

—En mi defensa su señoría. Los hechos no fueron como usted lo dice. Anastasia no fue utilizada con ese fin ni con ningún otro. Solamente el momento se dio y lo aproveche. —respondo burlándome.

—Y ¿Qué tal el suegro? ¿Ya te acepto o aún te apunta con una pistola cada vez que vas a ver a su hija? —pregunta Jack.

—Es mi jefe.

—Ander, tú sí que estás loco. Tú jefe es tu suegro. No lo puedo creer —niega divertido.

—O muy enamorado..... —añade Cass.

—¿Qué tiene de malo? —pregunto confundido.

—Este chico no es muy inteligente que digamos. —Murmura Jack.

—El amor lo volvió bruto.— Dice mi hermana y Anastasia ríe.

—Ves... hasta tu princesa piensas que el amor te volvió bruto. —mira a Anastasia —¿Cierto, hija?

—¡Shiiii!

Frunzo el ceño. —Cass.

—Estás loco. Ander de verdad. Si ya debe odiarte porque sales con su princesa. Sus días son los peores teniendo que no solo verte en su oficina, sino que también te tiene que ver en su casa. Y encima—comienza a hablar bajo — comiéndote y tirandote a la hija de tu jefe. Tú sí que tienes pelotas hermano.

Cass suelta una carcajada. —Y pelotas bien grandes.

—¿Cómo le estará yendo a tu novia con el interrogatorio de la suegra? —pregunta Jack llevando su copa de vino a su boca.

Suelto una risa —No seas malo, tú no pasaste por ese interrogatorio.

Mamá le había pedido a Ainhoa que la acompañara a la cocina a buscar el café y ya llevan un buen rato metidas en la cocina. ¿Será que realmente le está haciendo un interrogatorio o solo la está queriendo conocer?

—No. Pero créeme que Ainhoa si, está saliendo con el bebito de mamá, el príncipe. Las luz de sus ojos. —dice Cass bromeando.

—Sabes que eso no es así.

—Si lo es. Tú y Anastasia son todo para ellas.

—Cassandra —la reprende mamá sería —Sabes que eso no es cierto yo quiero a mis dos hijos por igual.

Ainhoa ríe —mi mamá dice lo mismo.

Mi madre viene de la cocina con una bandeja en sus manos y Ainhoa viene detrás de ella con una sonrisa. Al llegar a mi lado la tomó de la mano y la jalo para que se siente a mi lado.

—Ves que es verdad. Todas las mamás tienen un hijo favorito —Cass mira a Ainhoa —¿Quién es el hijo favorito de tu mamá?

Sonríe, me mira y luego responde riendo —Mi hermano mayor es el favorito.

—Yo pensé que era Nate. —Me dice Andrew mirando.

—Igual no soy la favorita de mamá.

—Pero si es la favorita de su padre, su princesa, la luz de sus ojos —añade Jack, mirándome con maldad.

Mamá ríe negando —No tengo hijos favoritos.

—Sabes que es Ander, ya lo tengo más que asumido y no me afecta. —dice Cass sonriendo.

Mientras ellas conversan, Anastasia se sienta al lado de Ainhoa con sus juguetes de doctora.

—Ainhoa, ¿juegas conmigo?

Le doy un beso en la mejilla a Ainhoa y mira a Anastasia con una sonrisa —Claro que sí.

Anastasia comienza a jugar con Ainhoa y yo las miro con ternura, mientras juegan

*****

El sonido de las olas rompiendo suavemente contra la costa crea una música relajante y tranquilizadora para nuestros oídos, caminamos en silencio por la playa con nuestros dedos entrelazados. La intención de Ainhoa de salir a caminar a la playa fue principalmente para que pudiera relajarme y despejarme. Estoy a una semana de mis exámenes y mis nervios son un torbellino de estrés y ansiedad.

A veces, noto la mirada de Ainhoa fijada en mí. Me detengo en seco y, con suavidad, tiró de su brazo para que quede frente a mí.

—Gracias por preocuparte por mi. Y, intentar hacer que me distraiga.

Ella apoya su cabeza en mi hombro, y su suave perfume me envuelve. —Me importas y por eso me preocupo por ti. —Me mira directamente a los ojos. —Amor. Te fue bien en ese examen, debes manifestarlo.

Sonrío, aunque por dentro mi corazón palpita fuerte, agradecido por tenerla a mi lado. La abrazó con fuerza, sintiendo la seguridad de su presencia, como un bálsamo para mis preocupaciones.

Permanecemos en silencio, los dos abrazados, mirando el horizonte. El sol comienza a descender lentamente, bañando el cielo en tonos dorados y cálidos. La tranquilidad de la playa, el murmullo del mar, y la compañía de Ainhoa se unen en un momento de calma.

******

Los días previos al examen son un torbellino de estrés y ansiedad. Mis noches son inquietas, en las que apenas duermo y solo sueño en que estoy dando el examen. Ainhoa me ha tenido una paciencia increíble, la admiro. En los momentos que lograba despejar mi mente, es porque ella estuvo ahí, dándome ánimos.

Durante las horas de estudio, me siento atrapado en un vórtice de información, leyes, y conceptos legales que parecen entrelazarse y confundirse en mi mente. Mis apuntes están llenos de anotaciones y marcadores de libros, como si tratara de encontrar una clave secreta que me libere de esta pesadilla.

El día del examen finalmente llega, y mi estómago se retuerce de nervios. Mientras camino hacia la sala de examen, me repito una y otra vez que he estudiado lo suficiente, que estoy preparado. Pero la duda y la inseguridad me persiguen como sombras.

Al ingresar a la sala, tomó asiento y miro el examen frente a mí. Las preguntas parecen desafiantes y crípticas, como si estuvieran diseñadas para poner a prueba no solo mi conocimiento legal, sino mi capacidad para razonar bajo presión. Respiro hondo y comienzo, recordando todas las horas de estudio y dedicación que he invertido en este momento.

Los tres días de exámenes se convierten en una montaña rusa de emociones. Hay momentos de confianza y claridad, donde siento que estoy en control. Pero también hay momentos de pánico, donde una sola pregunta puede hacer tambalear mi seguridad.

Tres días y cuatro horas quince minutos después, camino fuera de la sala de pruebas con una mezcla de alivio y agotamiento. Sea cual sea el resultado, sé que he dado lo mejor de mí. Ahora solo queda esperar, con la esperanza de que mi esfuerzo haya sido suficiente para superar este monumental desafío y dar un paso más cerca de convertirme en abogado.

Mi sonrisa se ensancha cuando veo a Ainhoa apoyada en mi auto esperándome, está concentrada leyendo su libro, la admiro desde lejos. Sonríe y luego frunce el ceño. Me acerco a ella, intentando no distraerla mientras sigue concentrada en su libro.

Siempre anda con su libro a todas partes. Pienso.

Noto su sonrisa que trata de reprimir y lucha por fingir que no se ha dado cuenta de que estoy a su lado.

—Estás increíblemente guapa hoy, mi amor —le digo con una sonrisa.

Cuando me ve, su rostro se ilumina, y me estrecha en un abrazo que solo ella puede darme.

—¿Cómo te fue, amor? —pregunta con una sonrisa suave, mientras lleva sus manos por detrás de mi cuello.

—Supongo que lo sabremos cuando lleguen los resultados. —Mis palabras suenan más optimistas de lo que realmente siento.

—Estoy seguro de que te fue genial. Has trabajado tan duro para esto, amor. —Su apoyo me reconforta, y siento que, sin importar el resultado, tengo a alguien que me apoya.

Me besa los labios y con una sonrisa me pregunta: —¿Quieres ir a tu departamento a descansar? —Hace un puchero— Te ves cansado, tienes ojeras. Pareces un panda. —dice lo último con una voz tierna.

Sonrío.

—Tal vez, cuando lleguemos a tu departamento, pueda mimarte un poco. Hacerte aliviar las ojeras y el estrés con un masaje y un baño relajante. —Añade rozando nuestras narices.

—Eso suena tentador. —me acerco y le susurro con voz ronca— ¿El masaje es erótico? porque si no no quiero nada. —sonrió.

Me golpea el brazo riendo. —¡Andrew!

Ainhoa y yo entramos en el cuarto de baño de mi departamento, con la luz tenue de las velas que ella ha preparado, creando una atmósfera íntima y acogedora. El suave aroma de las velas perfuma el aire mientras nos miramos con una complicidad que solo nosotros entendemos. Ainhoa comienza a desvestirse, y no puedo evitar admirar su belleza mientras sus prendas caen al suelo. Su cuerpo es perfecto a mis ojos, cada curva y cada detalle una obra de arte que me deja sin aliento.

Nos sentamos frente a frente, nuestras rodillas rozándose, y nuestros ojos revelando la pasión y el deseo que compartimos. Las burbujas rodean nuestros cuerpos, creando una sensación de ligereza y relajación.

Con suavidad, acerco mi mano a su rostro y acarició sus mejillas, sintiendo la suavidad de su piel bajo mis dedos. Me inclino para besar los labios de Ainhoa, un beso cargado de amor y deseo que nos envuelve en una burbuja de intimidad. Nuestros besos se vuelven más profundos y apasionados, mientras nuestras manos recorren nuestros cuerpos, explorando cada rincón y descubriendo los secretos de la piel del otro.

Cierro los ojos por un momento, sintiendo el roce de sus labios en mi cuello, la suavidad de su piel bajo mis dedos, y me dejo llevar por la sensación de estar completamente entregado al amor que compartimos.

*****

Me despierto temprano esta mañana, sabiendo que este es el último día que pasamos juntos antes de que Ainhoa viaje a Chile. Ainhoa está durmiendo a mi lado y la observo durante unos segundos, admirando su belleza mientras dormía. Me acerco a su lado y beso su mejilla con delicadeza.

Finalmente, me levanto con cuidado, tratando de no despertarla. Bajo hasta la cocina para preparar el desayuno comienzo a hacer café y preparó unas tostadas. Después de unos minutos, siento a Ainhoa abrazándome por la cintura y dejando un beso en mi espalda. Me doy media vuelta y le sonrió.

—Buenos días, dormilona—, dije besando su frente.

—Buenos días ¿Qué estás haciendo?

—Preparando el desayuno —respondo con una sonrisa mientras muevo las sartenes en la cocina—. ¿Quieres un café? —añado, esperando que su respuesta sea afirmativa.

—Sí, por favor—, me dice con una sonrisa sentándose en el asiento.

—Tengo preparado todo en la terraza. —ella sonríe y se pone de pie.

Tras unos minutos, todo está listo. Nos dirigimos a la terraza para disfrutar del desayuno juntos. Ainhoa se va a acomodar en su asiento, pero la tomo de la cintura y la acomodo sobre mis piernas, envolviéndola en un abrazo cálido.

Cinco horas después, nos encontramos caminamos por el aeropuerto con nuestras manos entrelazadas. Su familia se encuentra un poco más adelante, y nosotros, quedamos un poco más atrás en ese momento de intimidad antes de la despedida.

—Te voy a extrañar —susurró Ainhoa mientras sus brazos se aferraban a mi cintura. La sensación de su cuerpo junto al mío.

—Yo también te voy a extrañar, amor —respondo, apretándola un poco más en mi abrazo.

Nos acercamos a su familia, quienes la esperan con cariño. Sus padres la abrazan y le expresan su amor, y sus hermanos, se despiden de mí. Finalmente, Ainhoa llega hasta mí, y en ese instante, su familia nos da un poco de privacidad. La tomó por la cintura y la acerco a mi cuerpo, sintiendo su calor y su fragancia que tanto amo.

—Cuídate y pásalo bien. Te llamaré todos los días —prometo, mientras acaricio su mejilla con el pulgar.

Ella hizo un puchero adorable, y sus ojos brillan con una mezcla de tristeza y amor. Me abraza con fuerza, y puedo sentir su corazón latir contra el mío. Le tomó su rostro con suavidad, y nuestros labios se encontraron en un beso tierno y apasionado.

—Te aviso cuando llegue —susurró Ainhoa cuando finalmente nos separamos. Beso sus labios una vez más antes de dejarla ir con sus hermanos.

Finalmente, Ainhoa se aleja con sus hermanos y su padre posa una de sus manos sobre mi hombro. Camino junto a sus padres hacia la salida del aeropuerto, conversando sobre trivialidades.


𓃭

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