Narra Andrew
El ambiente que antes estaba cargado de pasión se convirtió en un campo minado de tensión, donde cada palabra parece un puñal listo para herir. Ashley no para de soltar comentarios hirientes y su mirada hacia Ainhoa está impregnada de desprecio.
—Creo que... —Ainhoa gesticula incómoda mirando hacia las escaleras— ...subiré a cambiarme.
—Andrew, cariño, ¿no le has dicho que esa es mi camiseta favorita y que te encanta que la lleve puesta cuando me hacías grit....? —sus palabras son como un dardo venenoso que perforó el aire.
Fue la gota que colmó el vaso, una pesada gota de mentira que se estrella contra mi paciencia. La verdad es que no me gustaba que Ashley usara mi ropa. Permitía que lo hiciera solo en ocasiones muy específicas, pero en el fondo, prefería que no lo hiciera. Pero con Ainhoa, todo es diferente. Cuando ella toma una de mis camisetas y la viste, algo en mí se enciende. Verla con mis camisetas o chaquetas le añade un toque de sensualidad que me vuelve completamente loco. Es como si esas prendas, que antes era solo ropa, se convierte en una extensión de su belleza. Y eso me hace desearla aún más, si eso fuera posible.
—¡Basta, Ashley! —interrumpo enojado, mis ojos chispeando furia—. Ainhoa, eso no es cierto.
—Cariño, no le mientas. Dile que no me has olvidado y que por eso llevas puesta esa camiseta. —Sus ojos me desafían intensamente.
Ainhoa sube las escaleras rápidamente, dejándome atrás en medio de ese campo de batalla con Ashley. La atmósfera se vuelve aún más densa, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad, dispuesto a estallar en cualquier momento. Las palabras de Ashley parecen cuchillos afilados, listos para cortar cualquier atisbo de paz que queda en la habitación.
—Sabes que eso es mentira, ¿por qué mientes? —Mi voz es firme, pero también resuena con frustración mientras sostengo la mirada de Ashley.
—¿Por qué ella sí puede usar tu ropa y yo no podía?
—Ashley, no quiero tener estas conversaciones contigo. Por favor, déjame en paz. No sigas llamándome o enviándome mensajes —mi paciencia está llegando a su límite, y mi voz muestra la tensión que estoy sintiendo.
—No, Andrew, no. Tú eres mío y solo mío. Si no eres mío, no eres de nadie, ni mucho menos de esa —su tono se vuelve más desafiante con cada palabra, como si estuviera dispuesta a luchar por lo que consideraba suyo o sea yo.
—Basta, por favor —mi voz suena ronca, y mi mirada refleja una mezcla de agotamiento y enojo. No quiero que esta discusión se prolongue más.
Ainhoa baja las escaleras y camina directamente a la puerta.
—Ainhoa, yo te llevo... espérame. —Pido y miró a Ashley. —Por favor vete. No tienes porque venir aquí a decir mentiras.
Ainhoa niega con la cabeza, veo la tristeza y desilusión en sus ojos. Responde sin ni siquiera mirarme. —No te preocupes, puedo irme sola. Quédate aquí con ella y no me busques.
Me dio una punzada en el corazón, ¿cómo no la voy a buscar? si yo a ella la quiero y haré todo lo que esté en mis manos para verla sonreír siempre.
Ashley sonríe como si ella hubiese ganado un premio.
—No vas a estar con ella —dice Ashley con una determinación férrea, como si estuviera dispuesta a impedirlo a toda costa.
—Dejemos estas discusiones atrás como gente madura, yo quiero hacer las cosas bien, te lastime lo siento. Pero no dejaré que arruines esto.
—Como ella lo arruinó —susurró Ashley con resentimiento, sus ojos lanzando chispas de rabia mientras aprieta los puños con fuerza. —Vuelve conmigo, intentémoslo y hagamos esto mejor.
suspiro. —Cometí errores y no fui lo suficientemente maduro para afrontar lo que me estaba sucediendo. Debí conversar contigo antes de que todo se me fuera de las manos.... Era lo que debí hacer y no lo hice, pero a pesar de eso, ambos sabemos que ella no arruinó nada, nuestra relación ya estaba arruinada, —intento explicar, pero parece que mis palabras caen en oídos sordos.
—Tu familia debe estar contenta. Siempre me trataron mal y te incitaron a que terminaras conmigo —las palabras de Ashley son como dardos venenosos que me alcanzan en lo más profundo. —Ni siquiera esa mocosa que tienes como sobrina quería estar conmigo, quizas cuanta mierda le metieron en la cabeza sobre mi.
Me tense aún más y mi sangre comienza a hervir, no voy a permitir que hable mal de mi familia ni mucho menos de mi sobrina. —Basta.... ¡Basta! no vas a hablar así de mi familia ni de mi sobrina. Ellos no tienen nada que ver con lo que pasó. Sabes perfectamente que siempre te trataron bien e intentaron hacerte sentir acogida, pero tú no ponías de tu parte.
La tensión sigue en el aire, y la discusión amenaza con desbordarse en una tormenta de emociones incontrolables. No estoy dispuesto a seguir arrastrando esta interminable discusión. Mi paciencia está sobre el límite.
—Yo siempre te fui... fiel, Andrew... —comenzó a decir haciéndose la inocente de todo esto, pero no la dejé terminar, soltando una carcajada irónica.
—¿Siempre me fuiste fiel?, ¿segura? —mi tono es sarcástico—. Tú y yo sabemos muy bien que eso no es cierto y nuestra relación se deterioró por las acciones de ambos. No me mires así, Ashley. —la apunto con mi dedo —Tú también te equivocaste, y no solo una vez, sino en varias ocasiones, y yo fui el estúpido que te perdonó una y otra vez porque te amaba. —expreso todo con movimientos de manos.
La atmósfera sigue tensa, como si cualquier palabra adicional pudiera encender una nueva confrontación.
—Andrew, yo... —Ashley comienza a hablar con voz temblorosa, pero la interrumpo con un gesto de stop con la mano.
—Ashley. Deja de buscarme. Lo nuestro se acabó hace meses, y no hay nada que puedas hacer para que vuelva contigo. —dije con voz firme, mis ojos reflejando una determinación inquebrantable. —Y ahora por favor vete de mi casa.
Ashley se da media vuelta y camina hacia la puerta de entrada, pero antes de salir, se detuvo y me lanzó una mirada llena de desafío. —Esto no se quedará así, recuerda que eres mío. Te recuperaré.
Niego con la cabeza, es mejor callar para no extender más la discusión. Ahora solo me importa ir a hablar con Ainhoa. Me encamino hacia el rincón de la habitación donde suelo guardar mi casco y las llaves de mi moto.
Monto en mi moto, sintiendo el motor vibrar bajo mí. La noche está tranquila, iluminada por las luces de la ciudad.
Mi mente está enfocada en Ainhoa y en la conversación que debemos tener, ella es quien realmente me importa y a quien quiero en mi vida.
Arranco la moto y me adentro en las calles de la ciudad, hacia su casa, mi único objetivo es lograr que ella quiera hablar conmigo, y si lo logro arreglare todo este mal entendido y espero que todo salga bien.
*****
2 semanas después
Ainhoa se encuentra en mi departamento, está en el sillón de mi sala, mientras yo me sumerjo en la preparación para mi crucial examen de 'La Barra'. La presión por este examen me inquieta, ya que determinará mi futuro como abogado.
Roger me pidió amablemente que estas dos semanas que faltan para el examen no fuera al bufete, que me dedicara a estudiar y pasar ese examen, que no me preocupara por nada más que en aprobar ese examen y que cuando vuelva me tendrá mi contrato listo y seré uno más de su equipo de abogados. En realidad no fue tan amable más bien me amenazó, me dijo que si me veía en el bufete antes de dar mi examen me despediría. Pero también me ofreció ayuda para estudiar, cualquier duda o consulta no dudará en hablarle que él me ayudaría, Rachael de igual manera me ofreció su ayuda y cualquier cosa le escribiera.
Ainhoa ya está de vacaciones y tres días después de mi examen se irá a Chile de vacaciones a ver a su familia junto a sus hermanos. Estaremos aproximadamente tres semanas sin vernos.
Desde que llegó a casa no le he hablado mucho, ni ella ni a mi. Si la he descubierto mirándome fijamente; y me sonríe cuando nuestras miradas se encuentran. Siento que en cualquier momento se quejará o algo por no estar pendiente de ella, aunque ella está sumida en un libro y con auriculares puestos.
Ainhoa rompe el silencio. —¿Andrew? —llama mi atención de repente.
—Mmhh... —murmuró sin apartar la vista de mis mac y libros.
No obtuve respuesta inmediata, así que levanto la mirada. —¿Qué pasa, amor?
—Nada, olvídalo. —niega con rapidez y regresa a su libro, esbozando una sonrisa.
La observo durante unos minutos antes de volver a concentrarme en mis estudios. Siento su mirada fija en mí nuevamente, alerta ante cualquier indicio de que se avecine una discusión.
Finalmente, se levanta del sofá, deja su libro sobre el asiento y busca sus zapatillas. La observó atentamente mientras mi respiración se acelera y mi mente empieza a generar posibles respuestas ante una discusión que preferiría evitar.
Se encamina hacia la puerta y suspira profundamente.
—¿A dónde vas? —le pregunto al tiempo que cierro mi portátil.
—A tu habitación. —me responde con una sonrisa.
La miró, inclinando la cabeza confundido. —¿Por qué?
—Porque tengo un poco de sueño y aquí estás estudiando, y tu cama es más cómoda.
—¿Estás bien? —pregunto preocupado.
Asiente sonriendo. —Sí, ¿por qué no estaría bien?
Me encojo de hombros y niego con la cabeza. —No lo sé, ¿estás molesta porque no te he prestado atención?
Sonríe mientras me acercó y rodeó mis brazos en su cintura. —No, no me enfadaría por eso, estás ocupado estudiando. —Dice poniéndose de puntillas para rozar sus labios con los míos.
—Sí, pero has tratado de hablar conmigo y no te he prestado mucha atención. —Respondo un poco apresuradamente.
Nuestros labios se unen en un beso sensual que eriza cada vello de mi piel. Su lengua busca la mía con pasión, haciéndome desear más de ella.
Mis manos descienden hasta su culo, apretandolo suavemente y arrancando un gemido de los labios.
—Te prefiero cuando llevas vestido, falda o algo corto. Odio estos pantalones. —Le susurro entre besos.
Ella ríe y me responde de manera juguetona. —No es mi problema que no te gusten mis pantalones.
—Tendré que deshacerme de ellos.
Repite las palabras, pero esta vez con más sensualidad y provocación, encendiéndome aún más. —No es mi problema, Andrew Miller.
Atrapó su labio inferior entre mis dientes antes de besarlo de nuevo, repitiendo el proceso con su labio superior. Luego, la beso con pasión, llevándola hacia el sofá para que se sienta a horcajadas sobre mí.
Comienzo a besar su cuello mientras mis manos acarician su espalda con suavidad. Cierro los ojos y me dejo llevar por la calidez de su piel y el aroma de su perfume. Ella suspira y entrelaza sus dedos en mi cabello, instándome a continuar. Mis labios trazan un camino ardiente por su cuello, dejando pequeñas marcas de deseo a su paso.
Nuestras respiraciones se aceleran en un ritmo frenético, y puedo sentir el latido acelerado de su corazón. La pasión entre nosotros crece, y cada caricia y beso avivan la llama que arde en nuestros cuerpos. Ella se inclina hacia atrás, exponiendo su cuello y hombros con una invitación irresistible. Mis labios descienden por su clavícula, dejando un rastro de besos ardientes. La siento estremecerse bajo mis manos, y su suave gemido aumenta mi deseo.
Pone sus manos en mi pecho y me aleja cortando el beso con una sonrisa. —Debes volver a estudiar. —Dice para luego ponerse de pie y dar media vuelta caminando hacia las escaleras.
—¡Ainhoa!
Se da vuelta con una sonrisa angelical y me mira.
—Si dime, amor— habla con dulzura.
—Vuelve aquí. —Niega con una sonrisa y yo me pongo de pie—No puedes dejarme así —Apuntó mi bulto caminando hacia ella.
—No es mi problema. —Dice comenzando a correr mientras ríe. —Además debes volver a estudiar—grita riendo.
Salgo corriendo detrás de ella —No llegarás muy lejos.
Escucho la risa contagiosa de Ainhoa mientras sube apresuradamente las escaleras, no pienso dejarla escapar tan fácilmente.
—Me lo pagarás.
Subo las escaleras y la alcanzó en la parte superior de la escalera, su risa se mezcla con mi aliento al mismo tiempo que la rodeo con mis brazos sosteniendo su escape. Su risa es más fuerte y luego se convierte en un suspiro y cuando nuestras miradas se encuentran, cargadas de deseo y complicidad. Los latidos de nuestros corazones parecen resonar en armonía, alimentando la emoción que fluye entre nosotros.
—¿Pensaste que podrías escapar de mí tan fácilmente? —le susurro con una sonrisa traviesa.
Ella se muerde el labio inferior, con una mirada traviesa en sus ojos. —Tal vez quería que me persiguieras.
Nuestros labios se encuentran una y otra vez en un beso que arde con intensidad. El tiempo se detiene mientras nos entregamos al deseo y la pasión que compartimos. Cada beso es una provocación más, una invitación a explorar los confines de nuestra atracción. Mis manos recorren su cuerpo con lujuria, dejándola sin aliento. Cada caricia despierta un gemido en sus labios y aumenta la tensión entre nosotros. Es como si estuviéramos bailando al borde de un precipicio, listos para caer en la vorágine del deseo juntos.
Ainhoa responde a mis caricias con igual intensidad, sus manos explorando mi cuerpo con un hambre que iguala la mía. La pasión se apodera de nosotros, y la necesidad de estar más cerca se vuelve insaciable.
Sin dejar de besarnos, la empujó por la cintura y la acorraló contra la pared. Nuestros cuerpos están pegados, sin espacio por la distancia. Siento su calor irradiando a través de su ropa, y la electricidad entre nosotros es palpable.
—Creo que he perdido mi interés en estudiar por ahora —admitió y luego muerdo su labio inferior.
Ainhoa gime suavemente, y su mirada está oscura llena de deseo mientras sus dedos se entrelazan en mi cabello. Ella arquea la espalda, buscando más contacto, más de mí. Mis manos exploran su cuerpo con devoción, descubriendo cada rincón y curva, memorizando cada reacción y susurro de su piel. Mis manos viajan hasta su culo, levantándola para que enrolle sus piernas en mi cintura. Sin dejar de besarnos apasionadamente, camino con ella a la habitación, y la recuesto sobre la cama con delicadeza.
Sus manos encuentran su camino hacia abajo, explorando la curva de mis caderas antes de deslizarse hacia la hebilla de mi cinturón. Mis dedos siguen el contorno de su silueta, deslizándose por su piel suave y tentadora. Mis labios bajan por su cuello, su pecho, su abdomen, mientras ella arquea la espalda y gime de placer. Sin dejar de besarnos, nos despojamos de la ropa, una prenda a la vez, revelando cada centímetro de piel que anhelamos con pasión. Nuestros cuerpos desnudos se encuentran, y la electricidad de la excitación recorre cada poro de nuestra piel.
—Eres tan hermosa, tan perfecta... —Le susurro.
Mis labios encuentran los suyos con avidez mientras mi mano continúa su descenso por su cuerpo, acariciando sus pechos con delicadeza antes de descender lentamente por su vientre. Puedo sentir la aceleración de su respiración, la anticipación y el deseo palpable en el aire. Su gemido se intensifica cuando llegó a su zona más íntima, y mis dedos la acarician con lujuria y ansias insaciables. Puedo sentir cómo su piel se eriza bajo mis caricias, sus caderas moviéndose al compás de mis toques, buscando más, anhelando una satisfacción que solo yo puedo darle.
Cada uno de mis dedos se desliza entre sus pliegues, sumergiéndose en su caliente humedad. Sus labios juegan con el lóbulo de mi oreja mientras sus jadeos escapan de sus labios con cada uno de mis movimientos. El sonido de su deseo me incita a continuar, y eso es precisamente lo que hago. Su gemido en mi oído enciende aún más la llama de la pasión dentro de mí. Introduzco uno de mis dedos en su interior, sintiendo cómo su cuerpo se tensa y su espalda se arqueó en respuesta. El placer que le proporcionó es mi única preocupación en este momento, y mi mano se mueve con destreza, llevándola cada vez más cerca del éxtasis.
Ella gime y susurra mi nombre con fervor, sus palabras llenas de deseo y lujuria. Nuestros cuerpos siguen entrelazados en un abrazo apasionado mientras el placer nos consume por completo. La pasión arde más brillantemente que nunca, y estamos dispuestos a entregarnos por completo al fuego que nos consume.
—Te deseo —Me susurra entre gemidos.
Busco un preservativo en uno de los cajones de mi mesa de noche, sin dejar de besarle y lamerle el cuello. Nuestros labios se encuentran en un beso apasionado mientras desenrollo el preservativo y me lo colocó con cuidado. Cada segundo que pasa, la tensión y el deseo aumentan.
Me introduzco lentamente en ella, sintiendo su cuerpo cálido y receptivo rodeándome. Sus piernas se enroscan a mi alrededor, atrapándome en un abrazo sensual mientras seguimos besándonos con pasión. La intimidad entre nosotros es electrificante, y nuestros movimientos son una danza erótica de lujuria compartida. Cada embestida es una expresión de deseo, cada gemido es una melodía de placer que llena la habitación. Sus susurros de deseo llenan la habitación, y mis manos encuentran su espalda, araña suavemente mi piel mientras nos entregamos por completo al éxtasis del momento. El sudor brilla en nuestros cuerpos, y la temperatura sigue aumentando. Nuestras bocas se buscan con ansia, nuestros labios se unen en un beso apasionado mientras el clímax se acerca como una ola imparable. Los movimientos se vuelven más frenéticos, la tensión se eleva al máximo y nuestros cuerpos alcanzan el punto de no retorno.
La siento como se tensa bajo mío, está a punto de llegar al clímax. No puedo evitar aumentar mis movimientos, respondiendo a sus deseos y necesidades con intensidad. Ella lo recibe con gemidos y susurros de placer, su cuerpo vibrando con cada embestida. Nuestros cuerpos se funden aún más en un baile frenético de lujuria y deseo. Sus uñas se clavan en mi espalda mientras sus piernas me rodean con fuerza. El placer la consume, y sus gemidos llenan la habitación. Estamos al borde del abismo, y juntos nos dejamos llevar por el éxtasis. El clímax se desata en una explosión de placer, y ella se desliza en un torrente de sensaciones placenteras. Cada movimiento, cada roce, la lleva a un lugar de éxtasis indescriptible. Mi propio placer se une al suyo, y juntos alcanzamos el punto más alto de la pasión compartida. Nuestras respiraciones entrecortadas llenan la habitación mientras nos entregamos por completo al placer que nos envuelve.
Permanecemos entrelazados, nuestros cuerpos aún temblando de placer mientras el éxtasis se desvanece lentamente. Nuestros latidos se calman, pero la conexión entre nosotros permanece intensa. Nuestras miradas se encuentran, y compartimos una sonrisa cómplice, una confirmación silenciosa de la pasión desenfrenada que compartimos. Nos abrazamos con ternura, nuestros cuerpos aún vibrando con la electricidad del momento.
—¿Te quedarás? —pregunto acariciando su vientre con mi pulgar.
—No, la verdad es que ya me diste lo que quería —dice juguetona mientras se pone de pie y toma mi camiseta.
Arqueo una ceja, tratando de ocultar una sonrisa. —¿Eso es lo que soy para ti... solo sexo? —La agarro del brazo y la hago caer sobre la cama, riendo juntos.
Ella asintió con una sonrisa traviesa. —Sí.
Comienzo a hacerle cosquillas y ella comienza a reír.
—N-no pa-para —dice entre risas.
—Di la verdad entonces. —dije mirándola a los ojos y deje de hacerle cosquillas
—Es-es ... la ver-ad. —Sus palabras se mezclaron con la risa, y su mirada reveló el cariño que compartimos en ese momento.
Volví a hacerle cosquillas, mis dedos rozan sobre su piel, provocando risas contagiosas que llenan la habitación y se mezclan con la suavidad de la luz del sol que entra por la ventana abierta. Cada carcajada de Ainhoa la atmósfera se llena de una calidez que va más allá de la pasión compartida.
Las cosquillas se convirtieron en caricias sensuales mientras nuestros cuerpos se encienden lentamente. Me muevo colocándome sobre ella atrapándola con mi cuerpo y ella baja la mirada descaradamente hasta mi polla mientras se muerde el labio, vuelve a mirarme y su vista refleja deseo. La beso nuevamente con intensidad dejándonos caer nuevamente en la lujuria y el placer que nos provocamos.
—Me quedaré —susurró cerca de mis labios, su aliento cálido acariciando mi piel.
Sus labios encontraron los míos en un beso suave, lleno de ternura.
—Iré a darme una ducha —dice separándose de mis labios.
Jugueteó con una sonrisa pícara. —Si quieres, puedo acompañarte.
Ella niega entre risas. —No, gracias. Si entramos juntos, no saldremos de ahí. y no continuaras con tus estudios. Además, no quiero que mi padre me desherede por distraer a su abogado estrella —dijo burlonamente mientras se alejaba hacia el baño.
La risa resuena en la habitación mientras la observo con cariño. Ainhoa se pierde tras la puerta del baño y escucho la ducha. Me recuesto en la cama, dándome ánimos para volver a los libros.
𓃭
Holaaa!!! ✨
Espero que les siga gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.
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Actualizaciones: Lunes y Jueves.
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