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CAPÍTULO 23

Narra Andrew

Los hermanos de Ainhoa se han dado cuenta de todos nuestros intercambios de miradas y de todo lo que está pasando entre nosotros, por ende uno de los días que fuimos con el equipo a trabajar a su casa, ambos hermanos me interceptaron y me llevaron al salón a tener una conversación conmigo.

Todo esto ocurrió un día después del juicio de Lorenzo.

—Se que tu y mi hermana algo tiene Andrew Miller. Ahora no somos amigos. Te hablare como el hermano mayor —Dice Mark cruzando los brazos al igual que Nate quien me mira serio.

Si las miradas mataran, yo ya estaría muerto, sepultado y a mil kilómetros bajo tierra, con las miradas que me lanzan los hermanos monster. 

—Cuida a nuestra hermanita, es lo mejor que tenemos y es un sol. No se merece que le dañen su corazón.

Nate me apunta con el dedo —Es una hermosa persona y si nos enteramos que derrama una —hace énfasis en la palabra una con su dedo— lágrima por ti. Date por hombre muerto.

Iba a hablar pero no me dejaron.

—Silencio, Miller, estamos hablando —intervino Mark—. Ainhoa merece que le bajen el cielo y las estrellas, y no quiero que su felicidad desaparezca por tu culpa ni por ningún otro idiota. Si me entero de que le has causado algún daño, olvídate de que somos amigos, olvida que eres amigo de la infancia mi novia, porque te costara respirar y además te quedarás sin pelotas, ¿entendido?

Entiendo perfectamente a sus hermanos, yo hice exactamente lo mismo cuando Cass llevó a su novio y actual marido.

Asiento con la cabeza.

—Quiero oírte Miller—dice Nate enojado.

Mark y Nate intercambiaron una mirada cómplice. Después de un momento, Mark habló de nuevo, esta vez con un tono más duro y una sonrisa en el rostro. Sin dejarme hablar nuevamente.

—Andrew, Ainhoa es una persona extraordinaria, llena de luz y amor. Es un regalo para todos nosotros, y no puedo evitar preocuparme por su felicidad. Siempre ha merecido a alguien que la valore y la haga sentir especial.

Nate asintió con vehemencia y añadió: —Exactamente, Andrew. Ainhoa es un rayo de sol en nuestras vidas, y no podemos soportar la idea de que alguien le cause daño. Por eso te pedimos, no, te exigimos que la cuides como el tesoro que es.

Me sentí profundamente conmovido por las palabras de sus hermanos y la forma en que se cuidan, se quieren y protegen los unos a los otros a pesar de que discuten y pelean el noventa por ciento de las veces.

Tome aire y hable, —Ainhoa es una persona excepcional. Desde el momento en que la conocí, su luz y alegría iluminaron mi vida de una manera que nunca antes había experimentado. Es única, y no puedo evitar sentirme afortunado de tenerla en mi vida.

Mark y Nate intercambiaron una mirada, sus rostros se suavizaron un poco, y pude notar un atisbo de aprobación en sus ojos.

—Estoy dispuesto a hacer todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de que siempre sonría, de que su corazón esté lleno de alegría y de que nunca le falte nada. No se merece menos que el mundo, y haré todo lo posible para darle el mundo que se merece.

Las palabras que compartí parecieron calar hondo en ellos, y una sonrisa de aceptación se extendió en sus rostros.

—Bien, Andrew, eso es lo que queríamos oír —dijo Mark, extendiendo su mano para darme un apretón de manos—. Sabemos que Ainhoa es especial, y confiamos en que la cuidarás como se merece.

Nate asintió, mostrando un signo de aprobación.

Terminamos la conversación en mejores términos de los que habíamos comenzado, con un entendimiento mutuo de que todos compartimos el mismo deseo de ver a Ainhoa feliz y protegida. Era un compromiso que asumí con todo mi corazón, y estoy decidido a demostrarlo con cada acción que emprendiera a partir de ese momento.

*****

No me siento preparado para una nueva relación. Quiero tomarme un tiempo para estar solo y alejarme de las complicaciones emocionales que conlleva una relación.

Mientras espero a que Damián venga por Ainhoa, me encontré contemplando su reflejo en el espejo. Un torbellino de emociones me invadió. Verla triste me hizo comprender cuánto significa para mí. No quiero perderla, y para eso, debo jugármela de verdad.

Ainhoa es completamente diferente de Ashley; no tenían nada en común. Ashley era calculadora, vengativa y egoísta, mientras que Ainhoa era todo lo contrario: dulce, encantadora y libre. Es evidente que con ella no tendré una relación tóxica como la que tuve durante dos años. Llegó el momento de darle una oportunidad a esta chica que ha transformado mi vida por completo, permitiéndome verla llena de colores y alegría.

Quiero estar con Ainhoa, quiero hacerla feliz. Puede que cometiera algunos errores con ella desde que la conocí, y tal vez temiera que la hubiera dejado sola nuevamente, pero estoy decidido a hacer las cosas bien si Ainhoa me lo permite. Quiero hacer todo de la manera correcta, quiero y deseo bajarle el mundo, como le dije a sus hermanos. Estoy dispuesto a vivir nuevas experiencias y emociones con ella. Es hora de ser completamente feliz a su lado y dejar que esa chica que ocupa cada rincón de mi corazón y mente sea la protagonista de mi vida y nuestra historia.

*****

Después de conversar y solucionar nuestros temas, Ainhoa está en la pista de baile mientras yo me encuentro en los sillones junto Derek y Damián. Desde que Vivían empezó a salir con Damián, hemos compartido todos como un grupo grande. Además que Camille y Ray también se llevan muy bien. Por ende, me topo con Ainhoa en todas partes, y no cambiaría eso por nada del mundo. Me encanta estar con ella y disfrutar de sus locuras.

Ella, Margot y Vivían no dejan de beber ni de bailar, yo diría que ya se han tomado todo el bar.

—¿Es que estas mujeres no se cansan? —preguntó Damián.

—Amigo, deberías conocerlas mejor que yo. Después de todo, son tus amigas —respondí riendo.

—Sí, pero ellos son tus amigos. —dice Damián apuntando hacia Vivían y Ray.

Derek se unió a la risa. —Tienes razón, pero cuando se juntan con Ray y Vivían, la diversión se multiplica. Además, Ainhoa y Margot son de las que pueden bailar toda la noche —añade, poniendo una mano en mi hombro—. Así que acostúmbrate, amigo, porque con Ainhoa y Margot juntas la fiesta nunca se detiene.

Damián añade, —Y cuando está ebria habla puras incoherencias.

—¿Más aún? —pregunto riendo mientras recuerdo rápidamente todas las veces que Ainhoa dice cosas y luego se avergüenza.

Mis ojos permanecen fijos en Ainhoa mientras continúa con su baile. La manera en que mueve sus caderas al ritmo de la música me tiene completamente hipnotizado. Cada uno de sus movimientos parece una coreografía sensual y, al mismo tiempo, completamente natural. Mi corazón late a toda velocidad y no puedo evitar sonreír cada vez que nuestros ojos se encuentran en medio de la multitud.

Como si el mundo entero se desvaneciera a nuestro alrededor, ella comienza a moverse de manera aún más sensual, sin apartar su mirada de la mía. Es como si me estuviera invitándome a bailar con ella. Dejo mi vaso sobre la mesa y me levanto, siguiendo un impulso que no puedo seguir conteniendo. Camino directamente hacia ella, cruzando el espacio entre nosotros con determinación. Cuando llegó junto a ella, no pude resistir la tentación y pongo mis manos sobre su cintura, sintiendo el calor de su cuerpo bajo mis dedos.

—Hola, bonita. —Le susurro en su oído.

La música sigue sonando a nuestro alrededor, pero en ese momento, lo único que importa somos nosotros en medio de la multitud.

Nuestros cuerpos se sincronizan a la perfección, como si hubiéramos estado practicando esta danza sensual durante toda la vida. Ainhoa continúa moviéndose con sensualidad, sus caderas rozan las mías de una manera provocativa. El roce de su piel contra la mía me hace estremecer, y no puedo evitar acercarme aún más, sintiendo su aliento caliente en mi oído.

Ainhoa elevó una ceja, y una sonrisa traviesa se dibujó en sus labios mientras continúa bailando. Sus manos se deslizan desde mi pecho hasta mis hombros, y luego descendieron por mi espalda, enviando una corriente eléctrica a lo largo de mi columna vertebral. Cierro los ojos por un momento disfrutando del momento, y sumergiéndome en la sensualidad de aquel momento.

Ella me susurro suavemente en mi oído, enviando un escalofrío a través de mi cuerpo. —¿Sabes, Andrew?—, dijo con voz seductora, —desde que te vi por primera vez en aquella fiesta que he querido bailar así contigo.

Mi deseo por ella se intensifica aún más, y no puedo evitar responder con pasión, —Ainhoa, has estado en mis pensamientos desde que te vi por primera vez, y quiero que sigas ahí por siempre.

Nuestros labios se encuentran en un beso ardiente, y el mundo exterior desaparece por completo. En ese momento, somos dos almas ardientes, entregadas al deseo que ha estado latente durante un tiempo. La pista de baile se convierte en nuestro propio escenario privado, y el calor de la pasión nos envuelve por completo.

La música sigue retumbando en nuestros oídos, pero solo somos conscientes de los latidos apresurados de nuestros corazones mientras nos entregamos al placer del baile y del deseo. Ainhoa y yo nos sumergimos en un mundo de sensaciones, donde cada caricia, cada beso, tiene un significado más profundo que las palabras.

Nuestros labios se mueven en un beso apasionado, explorando con ansias que han estado contenidas durante demasiado tiempo. Sus manos se deslizan por mi espalda, mientras las mías acaricia su cintura y ascendían lentamente por su torso. La electricidad que pasa entre nosotros era palpable, y la química que compartimos se enciende como un fuego voraz.

Ainhoa susurró mi nombre entre besos, y su voz cargada de deseo y cada célula de mi cuerpo se pone en alerta enviando sensaciones nunca antes vividas.

Nuestros labios y cuerpos se convierten en una mezcla de deseo desenfrenado. La tensión sexual entre nosotros es palpable, y no podemos resistirnos el uno al otro. Ainhoa se acerca más, su cuerpo presionando el mío con una urgencia irresistible. Mis manos ascienden por su espalda hasta llegar a su cabello, y tiró suavemente de él, inclinando su cabeza hacia atrás y dándome acceso completo a su cuello.

Mis labios recorren su piel suave y perfumada, dejando un rastro de besos ardientes mientras saboreo su esencia.

Nos separamos solo lo suficiente para poder mirarnos a los ojos, nuestras respiraciones entrecortadas son testigos del deseo que nos consume. Ainhoa sonrió de manera traviesa, y sus labios, húmedos por nuestros besos compartidos, parecen invitarme a explorar más.

—Andrew —susurró, su voz cargada de lujuria—, ¿qué esperas para llevarme a un lugar más privado?

Mi corazón late con más fuerza antes sus palabras, todo mi cuerpo se enciende y mi bulto empieza a hacer presión contra mis pantalones..

—Ainhoa, estás ebria —Susurro sobre sus labios.

Vuelve a besarme con intensidad. También estoy ebrio, pero no tanto para no razonar y saber que esto no está bien, pero no deja de restregar su cuerpo en mi, y los besos que hemos estado compartiendo no son para nada tiernos.

No soy de piedra y si sigue besándome así, o moviendo sus caderas, no se cuanto podré aguantar.

—Dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad y yo estoy muy borracha. Y te quiero ahora.

Miro el techo en busca de ayuda divina.

—Vamos, no seas aguafiestas, tú también lo deseas.

Me tomó de la mano y comenzó a guiarme fuera de la pista; atravesamos la multitud que sigue moviéndose al ritmo de la música. Una vez en un rincón más apartado, nuestras bocas se encuentran de nuevo con una pasión incontenible. Mis manos se deslizan por su espalda, acariciando cada centímetro de su piel mientras ella responde con susurros sensuales. Ainhoa desabrocha lentamente los primeros botones de mi camisa, revelando mi pecho mientras sus dedos exploran.

—Ainhoa.... —Susurro. —Estás borracha, no quiero aprovecharme de tú estado.

Sonríe con coquetería —No te estas aprovechando de mi, si tienes miedo de que cuando se me pase me arrepienta, grabemos un video en donde ambos damos nuestro consentimiento. —Dice sacando su celular y abre la cámara frontal para grabarnos.

Esta mujer está loca y me dejará loco si sigue así.

—Yo, Ainhoa Alexandra Campbell Salazar...

—Me gusta tu segundo nombre, Alexandra. —Susurro en su oído.

Deja de mirar la cámara y me mira con una sonrisa —Shhh... no arruines el momento. Volveré a empezar, Yo, Ainhoa Alexandra Campbell Salazar, doy mi consentimiento a que este hombre me succione el alma.

Frunzo el ceño —Ni que fuera un dementor para succionarte el alma.

—A la mierda con el consentimiento, ya lo di. —Deja de grabar y guarda su celular en su bolsillo trasero.

Ainhoa une nuestros labios, nuestros cuerpos continúan respondiendo al llamado del deseo, y cada caricia, cada beso, aumenta el placer y las ganas de continuar. Debo controlarme, sacar fuerzas de donde sea y no seguir adelante. Ella está borracha, por más que diga todas esas cosas y grabara ese video, no está en sus cinco sentidos. Ainhoa desliza sus manos bajo mi camisa, sus yemas trazan un camino de electricidad por mi piel, mientras mis manos intentan controlarse..

Ainhoa detiene el beso —Lo siento, necesito ir al baño. —dijo tapándose la boca reprimiendo una arcada.

Corre hasta al baño y la sigo corriendo, pero los baños no son individuales por lo que no pude entrar con ella, dos minutos después salió pálida.

—¿Estás bien? —preguntó y ella negó —Ven vamos, te llevaré a casa— La abrace por la cintura.

—¿Y mi hermano?

—Se fue, y me pidió que te cuidara y te llevara a casa.

Se aferró a mi abrazo, y comenzó a hablar muy rápido.—Llévame a tú departamento. Se supone que me quedaría en casa de Margot, pero...

—Tranquila, vamos a la mía.

Salimos del local y Ainhoa se tambalea.

—¿Estás bien?

Asintió sin mirarme.

—El viento está muy fuerte —dice estallando en una carcajada.

Rio con ella y la acerco más a mi cuerpo.

Finalmente, llegamos a mi auto. Abro la puerta del copiloto y la ayudó a entrar. Ainhoa se esfuerza torpemente en intentar colocarse el cinturón, y tengo que intervenir para ayudarla.

—Gracias por ayudarme —me dice con una sonrisa.

Le doy un beso en la mejilla y luego caminó hacia el lado del conductor para subir y comenzar a conducir directamente a mi departamento. Enciendo la radio y selecciono música tranquila. De vez en cuando, echo un vistazo a Ainhoa asegurándome que se encuentre bien. Va con la cabeza apoyada en la ventanilla y sus ojos cerrados.

—Detén el auto. — Hablo de repente.

Giro el volante rápidamente y detengo el auto. Ainhoa desabrocha su cinturón con rapidez y sale del auto corriendo. Hice lo mismo y la encuentro inclinada hacia adelante, devolviendo el alcohol que había consumido. Le sostengo el cabello y la tomó por la cintura.

—Lo siento, no deberías ver esto —murmuró, visiblemente avergonzada.

Le acarició la espalda con cuidado mientras continúa vomitando. Después de un momento, cuando termina, la ayudó a enderezarse y le ofrezco una botella de agua que tengo en el auto.

—Toma, esto te ayudará a sentirte mejor —le dije con ternura.

Ainhoa aceptó el agua con gratitud y bebió un sorbo. Luego, se limpia la boca con el agua que le entregó y la recibe con una mano temblorosa y suspira aliviada después de beber un gran sorbo de agua..

—Gracias, Andrew. Lo siento, esto es realmente vergonzoso.

Sonreí sin darle importancia. —No tienes porqué disculparte. Todos hemos pasado por momentos así en algún momento de nuestras vidas. Lo importante es que estés bien. Si supieras todas las veces que he tenido que ver a Ray vomitar, al menos tú me pediste que detuviera el auto.

Ainhoa sonríe y volvemos al auto. Cerró los ojos y se recuesta en el respaldo del asiento mientras vuelvo a poner en marcha el auto.

Prendo la radio y está sonando una canción que no conozco, e iba a cambiar la canción.

—No la cambies por favor —pide y comienza a cantar bajito. —Por eso esperaba con la carita empapada.

A que llegaras con rosas, con mil rosas para mí

Porque ya sabes que me encantan esas cosas.

Me detengo en un semáforo en rojo —¿Te gustan las rosas? —pregunto.

—No —Sonríe —Me gustan las peonías, ¿por qué?

Niego sin despegar la vista de la carretera mientras sigue cantando.

Después de ese intercambio, un cómodo silencio reinó, interrumpido solo por la suave música de fondo. Ainhoa va con los ojos cerrados, y yo estoy concentrado en la carretera.

Finalmente, llegamos a mi departamento. Ainhoa se despertó cuando apagué el motor y lentamente abre los ojos.

—¿Ya llegamos? —preguntó con voz somnolienta.

Asentí mientras me bajo y me dirijo a su lado del auto y para abrir su puerta y ayudarla a salir.

—Sí, estamos en mi departamento. Vamos a entrar y te pondrás cómoda.

Caminamos juntos hacia la entrada de mi edificio y luego subimos en el ascensor hasta mi piso. Una vez dentro de mi departamento, la guío hasta mi habitación. Una vez dentro, Ainhoa se sienta en la cama y comienza a mirar la habitación. Fui al armario en busca de una camiseta y unos pantalones para que duerma más cómoda.

Salgo del armario y le entregó la ropa. —Ponte cómoda, es lo más pequeño que encontré.

Se pone de pie y va hasta el baño para cambiarse, aproveche de ponerme mi ropa para dormir y arreglar mi ropa para el día de mañana y así no vengo a buscar la ropa en la mañana y despertarla.

—Puedo dormir en el sofá —dice saliendo del baño—, no es necesario que dejes la comodidad de tu cama.

—No te preocupes por eso... tú duerme aquí y yo iré a la habitación de invitados. —dije con mis cosas en mis manos.

—Y si... — se apoya en el umbral de la puerta del baño jugando con sus dedos sin mirarme—, ¿y si duermes conmigo?

No esperé su petición, pero sonreí sin poder evitarlo. —¿Estás segura?

Levanta la vista y me mira con una gran sonrisa —Si, solo vamos a dormir.

Asiento y caminó hasta mi armario para dejar mi ropa nuevamente ahí. Cuando vuelvo a salir del armario, me mira directamente a los ojos.

—Si quieres puedes quitarte la camiseta—, dice sonriendo coqueta, sin dejar de mirarme.

Comencé a reír, —Si que estás ebria...—, dije abriendo las cobijas de la cama para que nos acostáramos.

Ainhoa se acomodó a mi lado, manteniendo cierta distancia respetuosa.

—Gracias por quedarte—, murmuró.

—No tienes que agradecer—, respondí con suavidad.

Ainhoa se acurrucó y se acomodó para dormir, revise mi celular comprobando que tengo la alarma puesta, ya que debo que estar en el bufete a las nueve treinta de la mañana y son las cuatro cincuenta.

—Buenas noches Dios griego —susurró.

Sonreí sintiendo un cosquilleo en mi interior —Buenas noches hermosa.

La alarma de mi celular me despertó y la apagué rápidamente para no despertar a Ainhoa quien tiene su cabeza apoyada en mi pecho y mi brazo está rodeando su cintura. Mi corazón empieza a latir con fuerza por la cercanía de nuestros cuerpos. Me quedé mirándola por unos segundos su rostro relajado, sus labios levemente entreabiertos. Mi corazón sigue latiendo con fuerza mientras observo a Ainhoa dormir plácidamente a mi lado. Su cabello cae delicadamente sobre su rostro, y la suavidad de su piel bajo mi brazo me hace sentir una conexión especial en ese momento. Con mucho cuidado, deslizo mi brazo con suavidad, tratando de no perturbar su sueño tranquilo. Me levanté de la cama con sigilo y me dirijo al baño para comenzar a arreglarme y salir al bufete, estoy muy cansado... dormí solamente tres horas. Regreso a la habitación con cuidado de no hacer ruido. Ainhoa sigue dormida, y su rostro angelical me hace sonreír.

Salgo de la habitación para prepararme un café bien cargado que me ayudará a despertar. Relleno un vaso de agua, una aspirina y los llevó a la habitación, junto con una nota.

Nos vemos más tarde, siéntete como en tu casa. Cuando despiertes tomate el agua y la aspirina te ayudará.

Andrew

*****

—Buenos Días. —Salude a Rachael quien está esperando el ascensor.

—Buenos días Andrew, ¿dormiste bien? —preguntó mirándome.

—Me dormí tarde. ¿Cómo estás tú?

—Estoy bien gracias por preguntar. Dile a Zöe que te lleve un café bien cargado, lo necesitarás si no quieres dormirte sobre los expedientes o escuchando la voz de Roger. —dice riendo.

Subimos al ascensor en medio de nuestra conversación.

Llego hasta mi oficina y comienzo con mi trabajo, con Roger y Rachael tenemos varios casos de divorcio, disputas comerciales, litigios de propiedad y asuntos penales llenan la agenda. Es un trabajo agotador, pero también gratificante. La ley siempre me ha fascinado, y defender los derechos de los clientes es mi pasión.

Después de revisar algunos correos electrónicos y documentos que Roger me envió, Zöe tocó la puerta.

—Andrew, aquí tienes tu café bien cargado, tal como me lo pediste. ¿Necesitas algo más?

—Gracias, Zöe. Por ahora, esto debería ser suficiente.

—Andrew, está todo listo para la reunión que tiene con los clientes Beltrán. Roger me pidió que te avisara también que se retrasó quince minutos por problemas de los clientes.

—Gracias Zöe. —Agradecí con una sonrisa.

—Si necesitas otro café, avisame.

Añade antes de cerrar la puerta de la oficina. Mientras saboreo mi café, repaso los detalles de la reunión en mi mente. Los Beltrán han estado involucrados en una complicada disputa de propiedad con sus vecinos durante meses, y con Roger debemos encontrar una solución que beneficie a ambas partes.

La mañana pasó volando, lidiando con llamadas telefónicas, redactando documentos legales y discutiendo estrategias con Roger y Rachael. A medida que se acerca la hora de la reunión con los Beltrán, siento una mezcla de emoción y nerviosismo.

Finalmente, llegó el momento de la reunión. Me levanto de mi escritorio y me dirijo con Roger y Rachael a la sala de conferencias, donde los Beltrán nos esperan con ansias. Esta es la parte de mi trabajo que más disfruto: la oportunidad de ayudar a las personas a resolver sus problemas legales y encontrar un camino hacia la justicia.

La puerta se cierra detrás de mí mientras me uno en la discusión, totalmente enfocado, listo para enfrentar los desafíos y tomar decisiones cruciales que cambiarían el rumbo de la vida de mis clientes.

Después de una hora finalmente la reunión terminó y los Beltrán quedaron conforme con la solución acordada.

—¿Almuerzas con nosotros? —preguntó Roger mientras salimos de la sala.

Levante mi vista de mi celular —No, Roger. Tengo que ir a la universidad a dejar unos papeles. —Mentí.

«Le acabas de mentir descaradamente a tú jefe, y a tu posible futuro suegro». Hablo subconsciente .

No puedo decirle a Roger que voy a ir a mi departamento a ver si su hija sigue durmiendo.

«Por cierto, anoche no llegó a su casa y pasó la noche conmigo, pero no pasó nada... Solo que casi tenemos sexo y violamos la Ley 27488. Ley de Decoro en Espacios Públicos y de Entretenimiento, artículo 1. Que dice que: Queda terminantemente prohibido el mantenimiento de relaciones sexuales en lugares públicos y de entretenimiento, definidos como cualquier espacio de acceso público destinado al ocio y recreación de la ciudadanía, incluyendo pero no limitado a discotecas, bares, parques y plazas». Se burla mi subconsciente.

—Claro, que te vaya bien. Nos vemos después del almuerzo.

Salgo del edificio y caminó en dirección a mi auto, Ainhoa tenía clases hoy, pero no creo que se haya despertado para ir. Me había enviado un mensaje agradeciéndole por dejarle una aspirina..

Veinte minutos después estoy estacionando el auto en el estacionamiento del edificio, me bajó y caminó en dirección al ascensor para subir a mi piso, mientras reviso la aplicación para pedir el almuerzo.

Saco la llave de mi mochila y la introduzco en la cerradura, abro la puerta y escuche música, sonrío, cuando veo a Ainhoa parada frente al ventanal mirando el paisaje, trago con dificultad. Mi corazón late un poco más rápido al ver a Ainhoa de esa manera, con mi camiseta abrazando su figura. Es una visión que me deja sin aliento, y no puedo evitar sentir como se me comenzó a poner dura.

La admire por unos minutos cautivado por el momento, cierro la puerta con cuidado para no hacer ruido y me acerco sigilosamente a ella. Sus pensamientos parecen estar perdidos en el paisaje, y eso me da la oportunidad perfecta para sorprenderla. Puse mis manos alrededor de su cintura y ella se estremece levemente, girando la cabeza para mirarme con esos ojos profundos y hermosos que tanto me fascinan.

—La camiseta te queda mucho mejor que a mi, hermosa —susurro, mis labios rozando su oído. Ella se vuelve a estremecer.

Ainhoa se giró hacia mí, con una sonrisa que iluminó toda la habitación. Sus ojos verdes, siempre tan expresivos, brillan con una chispa de alegría y sus brazos se enredaron a mi alrededor.

—¿Cómo está la resaca?— pregunté.

—Mejor, gracias a ti y a esa aspirina milagrosa—, responde sus ojos encontrando los míos.

—¿Cómo estuvo tu día?— preguntó con su voz suave y melodiosa, haciendo que mi corazón latiera aún más rápido.

—Mi día mejoró en el momento en que te vi aquí—, respondo sinceramente, apretándola más contra mi cuerpo. Sentirla en mis brazos es como un bálsamo para mi alma.

Ella sonríe al mismo tiempo en que se sonroja.

—¿Comiste algo?

Negó con la cabeza —No, me desperté hace no mucho y me di una ducha, espero que no te molestara que ocupará tus cosas y sacara otra de tus camisetas.

—No, no me molesta, al contrario cuando estés aquí puedes sentirte como en tu casa.

Beso sus labios intensamente con una pasión ardiente que nos envuelve. Nuestras lenguas se entrelazan en un juego de deseo, explorando cada rincón de nuestros labios con ansias insaciables. La necesidad nos consume, y mis manos encuentran su camino por su espalda, acariciando la piel con un toque ardiente.  Nuestros cuerpos se acercan, la excitación palpita en el aire mientras nuestros labios se devoran con urgencia.

A regañadientes, corto el beso, pero antes de separarme por completo de sus labios, succiono su labio inferior con pasión, arrancándole un jadeo ardiente de Ainhoa, debo volver al trabajo y si sigo aquí con ella en mis brazos vestida así, haría todo lo que quise hacerle anoche en la discoteca y lo hubiera hecho si no hubiese estado borracha.

—Pediré para almorzar, ¿que deseas? —pregunto sentándome en uno de los sillones y revisando mi celular.

—Mmmh.. no lo sé, algo liviano. Podría ser una ensalada.

—Tú padre me preguntó si almorzaría con él, después de salir de la junta. —Le cuento antes de tomar un sorbo de mi jugo.

—¿Y qué le dijiste?

Me encojo de hombros —Le dije que me comería a su hija. —Dije mientras levanto mi vista para ver su reacción.

Ainhoa comenzó a toser —¿Qué?— pregunto cuando se calmó y tomó un sorbo de su jugo.

—Que me comería a su hija.

Me miró con sorpresa —No puedes decirle que estoy contigo... No porque no me des vergüenza o algo...

Ainhoa comenzó a hablar nerviosamente y a decir un montón de palabras sin sentido, igual como aquella vez cuando le conté que había terminado con Ashley.

—Ainhoa, respira: Inhala, exhala. Repite conmigo —empecé a decir mientras hacía lo que le decía.

Ella empezó a reír y me lanzó una servilleta.

—¿Cómo crees que le iba a decir eso, bonita? Quiero seguir vivo y con trabajo —dije riendo. —Solo le dije que debía ir a dejar unos papeles a la universidad.

Me quedo mirando con curiosidad.

—Anoche....

¿Cómo le decía que me había pedido que la follara en medio de la discoteca?

Se tapó su rostro con sus manos —Qué vergüenza. Lo siento, yo estaba muy ebria y....

La interrumpí recordando el video que quería grabar —Mira en tu galería, el último video que grabaste.

Tomo rápidamente su celular que está sobre la mesa y frunce el ceño intentando desbloquear su celular.

Se tapa la boca con una de sus manos mientras el video se reproducía.

—Yo, Ainhoa Alexandra Campbell Salazar...

—Me gusta tu segundo nombre, Alexandra. —Susurre en su oído.

Deja de mirar la cámara y me mira con una sonrisa —Shhh... no arruines el momento. Volveré a empezar, Yo, Ainhoa Alexandra Campbell Salazar, doy mi consentimiento a que este hombre me succiona el alma.

—Ni que fuera un dementor para succionarte el alma.

—A la mierda con el consentimiento, ya lo dije.

Me mira con sus ojos muy abiertos y sus mejillas sonrojadas.

—No te preocupes, no pasó nada. —Le dije para que se sintiera más calmada.

—Gracias.

—Siempre que pueda te cuidare.


𓃭

Holaaa!!!

Espero que les siga gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

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Gracias a todos leer, un abrazo 🧡

Actualizaciones: Lunes - Jueves. 

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