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CAPÍTULO 20

Narra Andrew

—¿A qué hora sales? —Le pregunto mientras las puertas del elevador se abren y entro para subir hasta mi piso.

—A las tres treinta de la tarde —Responde al otro lado de la línea.

—Entonces, ¿te gustaría pasar la tarde conmigo? Podría pasar por ti y luego podríamos venir a mi departamento para ver Netflix —propongo mientras salgo del elevador y avanzó por el pasillo hacia mi puerta.

—¿Me estás haciendo una propuesta indecente, Andrew? —preguntó en un tono juguetón.

No puedo evitar reír mientras apoyo mi cabeza en mi hombro para buscar las llaves de mi casa.

—Tal vez sea tú quien me está proponiendo algo indecente.

Una risa contagiosa escapa de ella —Tú me estás invitando a tu departamento a ver Netflix.

—Bueno, si lo planteas de esa manera. No puedo resistirme a tu tentadora propuesta.

Entro a mi departamento y dejo mis llaves en el portallaves, me dirijo hacia las escaleras y subo para llegar a mi habitación.

—No he planteado ninguna propuesta —dice riendo. —Fuiste tú quien me invitó a tu departamento.

Abro la puerta de mi habitación y caminó hacia el baño. —Si lo quisieras, podrías decidir invitarte por tu cuenta.

Ella carraspea y puedo imaginarme cómo sus mejillas se sonrojan. —Tengo que ir a clases.

—Nos vemos a las tres y media.

Termino la llamada y abro el grifo de la ducha. La mañana con Roger fue agotadora, estábamos inmersos en un caso increíblemente complejo, Rachel también nos brindó su ayuda. Se trata de un asunto relacionado con una multinacional.

Salgo del baño con una toalla alrededor de mi cintura, me dirijo hacia mi armario en busca de ropa.

Un cuarto de hora más tarde, me encuentro al volante de mi auto, dirigiéndome hacia su universidad. Estoy un poco atrasado, así que mientras espero en un semáforo en rojo, le envío un mensaje rápido.

Estaciono a las afueras de su universidad y la observó acercarse caminando hacia mi auto, luciendo una sonrisa que ilumina su rostro. Se ve increíblemente impresionante.

—Hola —saluda en cuanto entra al auto, inclinándose para depositar un beso en mi mejilla.

—Salúdame bien. —Le digo con una sonrisa, tomando su mentón con suavidad mientras acerco a sus labios.

Esos labios suaves son mi debilidad, y me encanta que ahora pueda besarlos siempre que quiera. Con Ainhoa, hemos pasado todos los días de la semana juntos.. La he invitado a almorzar, a pasear por el parque, por la playa.

Ella se pasa la lengua por los labios, gesto que me encendió —¿Así saludas a todas tus amigas? —pregunta con una sonrisa traviesa.

—Solo a una en especial.. —Respondo, entrando en su juego, lo que provoca una carcajada de su parte mientras se abrocha el cinturón.

Empiezo a conducir en dirección a mi departamento, y mientras me cuenta cómo ha sido su mañana y yo le relato mi día en el bufete.

—¿Cómo está tu sobrina?, Es un amor.

Siento que mi corazón se llena de alegría ante su pregunta sobre mi sobrina. Anastasia también me preguntó por ella durante el fin de semana que pasamos juntas.

—Está bien. Ayer la llamé porque ella quería hablar conmigo y también me preguntó por ti..

—Es adorable y tierna. Además de hermosa.

—Ha heredado lo mejor de su tío —bromeó, provocando una risa en ella.

—Espero que no haya heredado tu humildad— dijo con ironía, lo cual me hizo reír.

Finalmente llegamos a mi departamento, y ella entra con la misma expresión de asombro que la primera vez.

—Me encanta, la vista es absolutamente hermosa —comenta mientras se dirige hacia los amplios ventanales.

—Sí, la vista es realmente maravillosa —afirmo, observándola detenidamente.

Se giró hacia mí y me regala una sonrisa que parece sacada de un sueño.

—¿Tienes hambre?

—No, almorcé en la universidad ¿y tú?

Negué con la cabeza. —No, yo tampoco. Roger me invitó a almorzar.

—¿Qué te parece si vemos una película? —propuso, acomodándose en el sillón.

—Por supuesto —respondí con una sonrisa, sentándome a su lado. Cojo el control —. ¿Qué película te gustaría ver?

—Mmhh no lo sé, pon Netflix y buscando algo juntos.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro. —Está bien —dije, poniendo Netflix—. Ponte cómoda.

Ella se acomoda en el sillón a mi lado, y juntos exploramos los títulos de las películas y series disponibles.

—¿Has visto "Peaky Blinders"? —pregunté con una sonrisa, sugiriendo la serie.

—No. O sea, una que otra escena, Nate la ve. —Me mira con una sonrisa— y, ¿tú?

—Solo he visto el primer capítulo, Vivían dice que es muy buena.

—¿Veámosla? —gira su rostro para mirarme.

—Está bien —Puse play a la serie y me acomodé a su lado.

—¿Puedo quitarme las zapatillas? —. Preguntó un poco avergonzada.

—A eso me refería cuando te dije que te pusieras cómoda. —Le contestó con una sonrisa.

Nos acomodamos en los sillones, la tenue luz de la sala crea un ambiente cálido y acogedor. Apoye mis pies sobre la mesita ratona frente a nosotros. La serie comienza a avanzar y, gradualmente, Ainhoa se comienza a recostar sobre mi pecho, mientras mi brazo rodea sus hombros y acaricio su mejilla con mi pulgar.

Se acurruca un poco más contra mi cuerpo, y nuestras piernas se entrelazan de manera natural.

Le prestó más atención a la chica que tengo a mi lado, que a la misma serie.

A lo largo de la serie, nuestros ojos se encuentran ocasionalmente, compartiendo sonrisas y miradas llenas de complicidad. No dejé de expresar mi cariño, con gestos dulces y tiernos.

Quiero besarla.... Es en lo único que pienso.

Cuando el segundo capítulo llegó a su final, nos quedamos en silencio durante un momento, disfrutando de la sensación de estar juntos.

—¿Tienes hambre? —le susurré.

Ella asintió con la cabeza —La verdad es que sí.

Me puse de pie y me encamino a la cocina, buscando ingredientes en las alacenas para preparar algo de comida.

—¿Cocinas? —preguntó, girándose en el sillón para mirarme.

—Sí, ¿te sorprende? —pregunté mientras sigo ocupado en la cocina.

—No. No sé. ¿Qué otras habilidades ocultas tienes? —preguntó con coquetería.

La miré con una sonrisa juguetona —Tengo muchas, amor. Algún día podría mostrarte algunas.

Ainhoa me da la espalda ocultando sus mejillas sonrojadas, luego de terminar de sacar todos los ingredientes que necesito para cocinar. Ella se levanta del sillón y se acerca a la cocina, observandome.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó con una sonrisa al llegar a mi lado.

Me detengo un momento y la miró con ternura, sus ojos brillan de una forma especial.

—Si quieres. —conteste.

Ainhoa sonrió ampliamente mientras se lava las manos y se coloca a mi lado. Me giró para quedar frente a ella y con ambas manos tomó sus mejillas, bese suavemente la punta de su nariz. Luego, mis manos bajaron hasta su cintura y, con suavidad, la levantó para sentarla sobre la encimera. Comenzó a reír ante la sorpresa.

—No puedo ayudarte desde aquí.

—No quiero que me ayudes, quiero que estés aquí conmigo.

Se apoyó en sus codos observando cada movimiento.

—¿Qué cocinarás?

—Ensalada de pollo con aguacates y tomates Cherry, junto con una pasta con salsa de tomate y albahaca. —la miró con una sonrisa —¿Te gusta?

Asiente sonriendo.

Dejó de revolver la salsa y con una cucharita la sumerjo con salsa y se la llevó a la boca para que la pruebe.

Ainhoa abre la boca y come de la cuchara sin dejar de mirarme a los ojos.

—Mmhh... es una delicia —dijo, pasando su lengua por sus labios, y mi vista desciende hacia ellos de manera inconsciente.

Mi respiración se vuelve irregular, un reflejo del latido acelerado de mi corazón. La cuchara queda olvidada en la encimera mientras que mis instintos tomaran el control. Mis manos encuentran el camino hacia su cintura, sintiendo el calor a través de su ropa. Cada centímetro de su piel contra mis dedos parece transmitir una electricidad que aviva el deseo que ya está latente entre nosotros.

Uní nuestros labios en un beso que supera cualquier expectativa que hubiera tenido. La suavidad inicial fue solo el comienzo, ya que la pasión acumulada comenzó a brotar. Fue como si nuestros labios se entendieran mutuamente, encontrando el ritmo perfecto, como una melodía que se desarrolla en armonía. Mis manos acarician su cintura, explorando la forma de su cuerpo de una manera que sólo he imaginado en mis pensamientos más íntimos.

Ainhoa responde con la misma intensidad, sus labios se mueven con delicadeza contra los míos. Sus brazos se enredan alrededor de mi cuello, atrayéndome hacia ella, quedando entre sus piernas. El beso se vuelve más profundo, como si nuestros corazones quisieran sincronizarse en un único latido. Mis manos, llenas de urgencia y deseo contenidos, se introducen bajo su camiseta, sintiendo la calidez de su piel contra mis dedos. El roce piel a piel envió una oleada de electricidad a través de ambos, y puedo sentir su leve temblor ante la intensidad del contacto.

Enrolla sus piernas en mi cintura mientras deja escapar un suave gemido entre nuestros labios, y que solo aumentó mi deseo de estar cerca de ella. Mi pulgar traza círculos reconfortantes en su cintura, mientras nuestras bocas se continúan explorando con pasión y un anhelo.

La intensidad del momento se mezcla con la dulzura del afecto que compartimos. Mis labios se mueven suavemente desde los suyos hacia su mejilla, dejando un sendero de besos que ascendía hacia su oreja, donde deposito un tierno beso que la hizo suspirar.

—Andrew... —susurra mi nombre, y esa simple exhalación.

Mis manos recorren con suavidad su espalda, dejando un rastro de caricias a su paso. Siento el ritmo acelerado de su corazón resonando contra el mío.

—Se va a quemar la cena —dice entre besos.

Me separo unos centímetros y susurro—Te preparo otra.

Vuelo a besar sus labios con más pasión, con mis manos tire de su cintura para pegarla más a mi cuerpo, suelta un gemido cuando nuestras partes íntimas se rozan. Mis besos bajan por su mandíbula hasta su cuello. Ainhoa inclina su cabeza hacia atrás, dándome más acceso a su cuello y clavícula.

Con cada roce, cada beso, cada caricia, su piel es cálida y suave, su aroma es para alucinar esa combinación de vainilla y Channel me deja sin aliento.

Ocupe toda mi fuerza de voluntad y me separe de ella lentamente, si continuamos caeríamos en un juego peligroso.

Ainhoa suspiró, y continué preparando la cena. Pronto, el aroma tentador de la comida empezó a llenar la cocina, mientras nuestras conversaciones se entrelazan con risas y anécdotas. Finalmente, el momento llegó: la cena estuvo lista y la ayudé a bajar de la encimera, deslizando con suavidad mis manos por sus piernas, mis ojos no podían apartarse de ella.

Tomamos asiento uno frente al otro en la mesa.

—Si alguna vez te va mal en el mundo del derecho, ya sabes a qué otra cosa puedes dedicarte —comentó con una sonrisa, llevando el tenedor a sus labios.

—Recuerda que también soy tu conductor de Uber.

Comenzó a reír —Viste, si no tienes futuro... de hambre no te morirás. Además —toma un sorbo de su jugo— siempre puedes volver donde todo empezó... al modelaje.

—Ser chef era mi otro sueño, si no lograba entrar a la escuela de derecho, iba a ser chef.

—Futuro tienes, realmente esto está delicioso.

—¿Por qué arquitectura y no otra carrera? —le pregunté dejando mi tenedor en la mesa.

—La arquitectura... es como un lienzo en blanco donde las ideas toman forma, donde puedes dar vida a tus visiones y crear algo tangible, duradero. Es una danza entre la creatividad y la funcionalidad, entre la estética y la utilidad. Siempre me ha fascinado cómo un espacio puede influir en las emociones, cómo una estructura puede contar historias sin pronunciar palabra alguna.

La escucho atentamente, cautivado por sus palabras y la pasión que transmitía.

—Además —continuó, jugueteando con su tenedor entre los dedos—, siempre me ha intrigado cómo las ciudades evolucionan con el tiempo, cómo las edificaciones antiguas se entrelazan con las modernas, creando un mosaico de épocas y culturas. La arquitectura es como un reflejo de la sociedad y su evolución a lo largo de los años.

Asentí, absorbido por su perspectiva.

Ella continuó hablando —... En realidad, hay algo poético en eso. Imagina cómo una plaza pública puede ser testigo de encuentros y despedidas, de celebraciones y tristezas. Las calles llevan las huellas de quienes las recorren, como un lienzo en constante cambio. Y a través de la arquitectura, puede contribuir a moldear esos espacios, a influir en la experiencia de las personas en su entorno.

Ainhoa deja el tenedor y me mira fijamente. —Y tú, ¿por qué decidiste estudiar derecho en lugar de seguir otro camino?

La pregunta resuena en el aire, y mientras comparto mi elección. —Elegí el derecho porque siempre he sentido una conexión con la justicia. Desde joven, me indignaba ver cómo algunas personas podían aprovecharse de otras sin consecuencias reales. Quiero ser alguien que ayude o intente equilibrar esa balanza, y garantizar que todos tengan la oportunidad de ser escuchados y tratados con equidad.

Sus ojos se suavizaron, y asentí hacia mí mismo, reafirmando mis propias razones.

—Además —proseguí—, el derecho es como un lenguaje que todos debemos entender para navegar por la sociedad de manera justa. Es una herramienta que puede empoderar a quienes no tienen voz y brindar soluciones a los problemas más complejos. A través de él, puedo ser un defensor de los valores en los que creo.

Ainhoa asintió, pareciendo sumergirse en mis palabras. —La justicia es un pilar fundamental de una sociedad equitativa —añadió ella con un gesto pensativo—. Y en muchos sentidos, la arquitectura también busca lograr equilibrio y armonía en el espacio que compartimos. Tal vez nuestras elecciones profesionales no sean tan distintas, después de todo.

Sonreí ante la conexión que estamos encontrando entre nuestras disciplinas aparentemente dispares.

—Quizás la justicia y la arquitectura no sean tan diferentes. Ambas buscan crear un mundo mejor, uno donde las personas se sientan comprendidas, protegidas y en armonía con su entorno —murmuré.

𓃭

Holaaa!!!

Ya somos 2K 🧡🥳🎊de lectores, les quiero dar las gracias a todos ustedes por leer y disfrutar de esta novela. 

Como agradecimiento hacia ustedes, dejare dos capítulos 🧡

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

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