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CAPÍTULO 2

ANDREW

Estoy sentado en mi pupitre, absorto en la fascinante clase de derecho penal impartida por el profesor Brown, un brillante abogado y juez. Su manera de exponer los conceptos, explicar el funcionamiento del derecho penal y transmitir tanta información me deja asombrado.

Dentro de mi grupo de amigos, soy conocido como el intelectual, pero también sé cómo divertirme y disfrutar en las fiestas. Este viernes, hemos planeado salir de fiesta. Ray comentó sobre una fiesta que se celebrará en algún lugar y sobre la que no sabemos muchos detalles, pero asegura que será espectacular, con muchas chicas universitarias jóvenes y atractivas.

—Recuerda que tengo novia —le recuerdo a Ray.

—Ojos que no ven, corazón que no siente —responde Ray en tono juguetón.

Sonrío mientras niego con la cabeza. Llevo dos años con Ashely, y aunque últimamente tenemos algunos problemas, jamás cruzaría la línea de engañarla. Eso está fuera de mi mente.

—Nunca la engañaría.

—Nunca digas nunca, querido amigo mío —replica Ray, poniéndose de pie para salir de la sala de clases que ya ha terminado.

Justo en ese momento, el profesor Brown me llama.

—Señor Miller, por favor, acérquese —me pide.

Miro a Ray, que ya se ha reunido con Vivían, una de nuestras amiga, y mi mejor amiga.

Me acerco al profesor.

—Andrew, han llegado los resultados de las postulaciones a la pasantía —me dice tranquilamente—. Y el abogado Roger Campbell ha aceptado, más bien, te ha solicitado a ti para que ocupes el puesto de la pasantía que tiene en su bufete.

—¿Roger Campbell? —pregunto sorprendido.

Ser elegido por Roger Campbell, dueño de uno de los mejores bufete de abogados de Vancouver, es un gran honor. Esto significa que ve potencial en mí y que tengo un futuro prometedor.

—Sí, tienes que demostrar el potencial que tienes. Campbell no elige a cualquiera para guiar y enseñar, es la segunda vez que elige a alguien, a pesar de que le he suplicado que abriera dos puestos en su bufete o hiciera pasantías todos los años, y no solo cuando encuentra un alumno prometedor. Déjame decirte que al ser su amigo, me sentía con la confianza para pedirlo de esa manera —guarda silencio unos segundos—. Así que, felicitaciones, Andrew, eres parte de uno de los mejores bufete de abogados, no solo de la ciudad, sino también del país.

Ahora, estoy frente a una oportunidad única para aprender de uno de los mejores profesionales en el campo del derecho, y estoy decidido a aprovechar al máximo esta oportunidad para alcanzar mis metas y demostrar lo que valgo.

—Esta es la dirección de su bufete —me dice, entregándome un papel con la dirección—. Tienes que presentarte hoy a las una con quince en su oficina. No te preocupes por tu clase que tienes esta tarde. Eso está resuelto. —Toma su maletín, y juntos caminamos hacia la salida de la sala—. En la reunión hablarán sobre tus horarios para compatibilizarlos con tus estudios, y tus responsabilidades dentro del bufete. —Se gira y me mira—. Por favor, no nos decepciones. Tengo toda mi confianza puesta en ti, cualquier duda que tengas me la puedes consultar.

—Gracias, profesor, no lo defraudaré.

Estoy muy emocionado por esta oportunidad, sabía que alguien me escogería pero no que Campbell sería mi tutor.

—... ¿Campbell? —preguntó Ray emocionado.

Vivían nos miró con curiosidad, sin entender nada—¿Quién es Campbell? —preguntó mientras se sienta con su café a mi lado.

—Campbell es el mejor abogado de todo Canadá, y que te elija para ser parte de su bufete como pasante es realmente increíble. Campbell nunca está dispuesto a enseñarle a alguien, y según los mitos de la universidad, solo ha escogido a dos estudiantes para que sean parte de su bufete—Ray puso su brazo sobre mi hombro—, contando a nuestro querido amigo.

—Vaya, no sabía que Campbell fuera tan importante.

—Pues lo es, querida Vivían, y sé que tiene una hija que es muy atractiva.

—¿Por qué siempre tienes que pensar en las mujeres de esa forma, Ray? —preguntó Vivían un poco molesta.

Ray levanta las manos en forma de paz. —No lo dije con la intención de que sonara depravado. No puedo negar que las mujeres me encantan.

Vivían lo mira con una expresión divertida y exasperada, sacudiendo la cabeza.

—Siempre tan tú, Ray. Pero volvamos a lo importante, ¿qué vas a hacer con esta oportunidad increíble? —preguntó ella, devolviendo la conversación al tema principal.

—Lo sé, lo sé. Bueno, respecto a la oportunidad con Campbell, voy a dar lo mejor de mí para aprender todo lo que pueda. Es una oportunidad única para crecer profesionalmente y demostrar de lo que soy capaz —respondo con entusiasmo.

Ray asiente, apoyándome en mi decisión—Es la actitud correcta, amigo. Estoy seguro de que te destacarás y aprovecharás al máximo esta oportunidad.

—El viernes celebraremos ¿o no? —pregunta Ray moviendo los hombros como si estuviera bailando.

𓃭

—Buenas tardes, tengo una reunión con el señor Campbell —Saludo amablemente a la recepcionista del lugar.

La señora, de unos cincuenta años, me mira con una sonrisa —¿Cuál es su nombre?

—Andrew Miller.

La recepcionista ingresa mi nombre en su computadora para corroborar la información. —El señor Campbell lo está esperando en su oficina. —Señala hacia el ascensor. —Piso 8, camina por el pasillo donde encontrarás varias oficinas y al final estará la oficina del señor Campbell.

—Muchas gracias, señorita—respondo con un gesto cortés y comienzo a recorrer el pasillo, recordando las indicaciones que me ha dado.

Llego a su oficina y doy dos golpes, esperando pacientemente a que Campbell me indicara que podía pasar.

Una voz grave me invita a entrar y abro la puerta con suavidad, encontrándome con una amplia y elegante oficina. Libros y expedientes perfectamente ordenados adornan los estantes de madera oscura. El señor Campbell está sentado detrás de su imponente escritorio, observándome con detenimiento.

—Andrew Miller, supongo —dice con una sonrisa amable.

—Así es, señor Campbell. Es un honor conocerlo —respondo, tratando de mantener la calma y el respeto.

—Siéntate, por favor —indica, señalando un cómodo sofá frente a su escritorio.

Tomo asiento y Campbell comienza a preguntar sobre mi experiencia académica y mis logros más destacados. Respondo con sinceridad, resaltando mi dedicación a los estudios y mi habilidad para trabajar en equipo.

Le explico con determinación mi pasión por el derecho y cómo admiro su trayectoria profesional. Le menciono mi deseo de aprender y crecer durante la pasantía, y mi compromiso para aportar lo mejor de mí en cada caso que se me presentara.

—Bien, Andrew, tienes una excelente reputación y tus calificaciones hablan por sí mismas. Por eso te elegí para que formes parte del equipo y enseñarte todo lo que sé, espero que estés dispuesto a enfrentar desafíos y a esforzarte más allá de tus límites habituales —advierte con seriedad.

—Sí, señor. Estoy preparado para enfrentar lo que sea necesario y demostrar que no defraudaré su confianza —aseguro, sintiendo la determinación.

Él sonríe satisfecho y extiende la mano para estrecharla con la mía. —Bienvenido a la firma, Andrew. Trabajaremos juntos para que te conviertas en un abogado excepcional.

A partir de ese momento, comienza mi travesía en el bufete de Campbell. Los días se llenarían de casos complicados, horas de investigación, argumentaciones acaloradas y un constante aprendizaje. Cada día, me esforzaría por dejar una impresión positiva y ser un miembro valioso del equipo.

Campbell miro la hora en su reloj y luego me hablo —Se que acordamos un horario acorde a tus estudios y así tú no pierdes tus horas de estudio, pero te parece que vayamos a mi casa a trabajar, allí deje los expedientes para este caso.

—Para mi es un honor acompañarlo y ayudarlo en todo lo que pueda.

Campbell sonrió —Serás muy exitoso en el futuro si sigues así.

Guiándome hasta su auto, llevo en mis brazos los expedientes necesarios para continuar con el caso en su casa. Mientras vamos en camino a su hogar, recuerdo lo que Ray había dicho sobre lo atractiva que era su hija y me pregunté si estaría allí.

La casa resultó ser bastante moderna, con un diseño equilibrado y acogedor. Su estructura cuadrada y los colores café le daban un toque elegante, y las numerosas ventanas permitían la entrada de luz natural.

Campbell saca las llaves de su casa y abre la puerta, dejándome entrar primero.

—Siéntete como en tu casa —dijo Campbell con cordialidad—. La segunda puerta por el pasillo es el baño y la siguiente es mi oficina.

—Gracias nuevamente, señor Campbell. Para mí es un orgullo aprender del mejor—, expreso con sinceridad.

—Andrew, llámame Roger por favor. Por lo general, la casa siempre está vacía, mi esposa vive en el hospital —dice con un tono de orgullo—, y mis hijos siempre están fuera, quizás te encuentres con Ainhoa de vez en cuando...

Justo en ese momento, una voz suave lo interrumpe, —Hola papá—, y una figura se acerca a donde estamos.

Ainhoa, una mujer cautivadora difícil de describir con justicia. Ray no estaba equivocado; es una chica deslumbrante en todos los sentidos. Sus ojos verdes, profundos y llenos de vida, irradian calidez y sinceridad.

Cada vez que sonríe, su encanto sería irresistible, iluminando la habitación con un brillo único. Ya me imagino sus sonrisas, y algo dentro de mí desea con ansias escuchar su risa.

Su rostro, de líneas suaves y rasgos delicados, emana una belleza casi angelical, capturando la atención de quienes la rodean. El cabello largo y castaño ondulado le otorga un aire encantador y natural, como si estuviera en armonía con la naturaleza misma. Ainhoa era una presencia magnética, que atrae miradas y suspiros sin siquiera pretenderlo.

En contraste, Ashley parecía palidecer ante su resplandor. Donde Ainhoa emana luz y amabilidad, Ashley irradia una sombra de frialdad y arrogancia. Sus facciones afiladas y su mirada desafiante, reflejan una personalidad distante y calculadora. No había duda de que estas dos jóvenes poseían una energía completamente opuesta, y sus diferencias eran innegables.

—Ainhoa, cariño, te presento a Andrew. Es el nuevo integrante del bufete —anuncia Campbell con una sonrisa cómplice.

—Ho-hola, Andrew, un placer conocerte —titubeó mientras me saluda pero fingí que no me daba cuenta.

—Hola, Ainhoa — Pronunció su nombre enmarcando cada sílaba entre mis labios.

—Estaremos en mi despacho—. Anuncio Campbell.

Ainhoa asiente levemente y comienzo a seguir a Campbell hacia su despacho. Antes de ponerme en marcha, le guiño un ojo a Ainhoa, descolocándola unos segundos.

Una vez dentro del despacho, Campbell me indica que tome asiento y me ponga cómodo.

—Toma asiento, Andrew, y ponte cómodo —dice con amabilidad.

Me siento en las sillas frente a su escritorio, y comenzamos a revisar los expedientes y los aspectos importantes que debía tener en cuenta al recibir un caso. Aunque ya había aprendido estas cosas en la universidad, siempre era valioso escucharlas de alguien con la experiencia de Campbell.

—¿Qué rama del derecho te gusta más? —preguntó Campbell.

Tengo muy clara la respuesta, y por eso me acerqué a él —Derecho penal.

—Con Brown.

Asiento una sonrisa.

Luego comenzamos a hablar sobre mi profesor. Campbell me cuenta cómo se habían conocido y se convirtieron en grandes amigos.

—Tengo un libro que te servirá mucho con Brown —dice, poniéndose de pie y caminando hacia un estante lleno de libros.

En ese momento, Ainhoa asoma la cabeza por la puerta del despacho y habla directamente a su padre.

Levanto la vista de los documentos que estoy leyendo y sonrió.

—Claro, cariño —responde Campbell sin levantar la vista de lo que está haciendo.

Continuamos revisando los expedientes, Campbell me explica cosas, me hace preguntas y yo respondo. De vez en cuando, debatimos sobre lo que estamos leyendo y él me pide que busque ciertos detalles en expedientes específicos que no se alcanzan a ver a simple vista, y los destaco.

La tarde pasa rápidamente mientras nos sumergimos en el mundo del derecho y los casos que enfrentamos. Con cada palabra de Campbell, mi pasión por el derecho crece y mi deseo de aprender más se intensifican.

—¿Deseas quedarte a cenar? —preguntó Campbell amablemente saliendo de su despacho.

Miro mi celular antes de responder y noto que tengo cuatro llamadas perdidas de Ashley y tres mensajes suyos. Sin leerlos, ya me imagino qué dicen. Siempre se molesta cuando no contesto sus llamadas.

—No, señor... —Comienzo a decir, pero Campbell me mira con una sonrisa, así que carraspeo —No, Roger, muchas gracias, pero aceptaría un vaso de agua.

—Para otro día será.

Entramos a la cocina y ahí se encuentra Ainhoa hablando con quien me imagino que es hermano, hacemos las presentaciones correspondientes con Mark el hijo mayor de Roger y Ainhoa desaparece de la cocina.

—¿Quieres que te acerque a algún lugar? —preguntó Roger amablemente.

—Mmm...

Mark me interrumpió —¿Dónde vives? Quizás te pueda llevar.

Le explico brevemente la ubicación de mi departamento, y él amablemente se ofrece a llevarme, ya que pasa por esa zona.

𓃭

Holaaa!!!

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

¿Qué les parece el capítulo?

No olviden dejar su voto o un comentario.

Se los agradeceria muchísimo 🫶🏻

Gracias por leer, un abrazo 🧡


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