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CAPÍTULO 18

Narra Andrew

Ese era el momento adecuado para decirle que había terminado con Ashley, que estaba soltero pero mi pequeña favorita interrumpió el momento y Ainhoa aprovecho la distracción para marcharse sin poder detenerla. Y desde entonces han pasado tres días en los que no he hablado con ella, le envió mensajes pero no responde sólo me clava los vistos.

Estoy en camino al juicio con Roger y Rachael, voy nervioso ya que Roger me dará la oportunidad para demostrar mi potencial y tengo fe de que todo marchará de maravilla.

El salón de justicia esta impregnado de una atmósfera tensa y expectante. El aire está cargado de anticipación mientras los murmullos y susurros llenan la sala. Las bancas están ocupadas en su mayoría por periodistas ansiosos por capturar cada detalle. Al final de la sala, el estrado del juez se alza imponente, flanqueado por la balaustrada de madera pulida.

Mis nervios están a flor de piel. La universidad me había preparado para estos momentos, pero todo aquello se había desenvuelto en un espacio protegido, rodeado de profesores que me guiaban, calificaban y alentaban a mejorar constantemente. Sin embargo, aquí estoy yo, enfrentando a un verdadero juez, en un caso real. Ya no estoy jugando, esto es la vida real.

Estamos en la mesa de la defensa, Rachael me recuerda algunos tips que me  pueden servir para este momento. Seré la mano derecha de Campbell. Al otro lado de la sala, el equipo legal del Estado se prepara para presentar su caso, liderado por Victoria Reynolds, una fiscal conocida por su tenacidad en tejer narrativas convincentes.

El tribunal está cargado de expectación mientras se inicia el juicio de Lorenzo Galeano. El juez llamó a la orden y todos los presentes se acomodaron en sus asientos.

Roger se acomodó su saco y miró al juez con confianza y seguridad. —Señoras y señores del jurado, hoy les presentaré pruebas sólidas que demuestran la inocencia de mi cliente, Lorenzo Galeano. Las acusaciones en su contra carecen de fundamento y se basan en conjeturas.

Victoria Reynolds se puso de pie con seguridad. —Permítanme expresar con firmeza, jurado, que las pruebas forenses y los testimonios de los testigos corroboran irrefutablemente la participación de Lorenzo Galeano en el delito que se le imputa.

Roger Campbell miró al jurado con seriedad. —Comenzaré presentando el testimonio de la señora Isabella Cruz. Ella fue testigo del incidente y afirma que Lorenzo no estaba presente en la escena del crimen en el momento en que ocurrió.

Victoria Reynolds frunció el ceño y se cruzó de brazos. —Señoría, el testimonio de la señora Cruz está influenciado por su relación cercana con el acusado. Presentaré a un testigo experto que analizará las pruebas forenses y demostrará que el ADN de Lorenzo Galeano se encontraba en el lugar del crimen.

Roger se puso de pie con firmeza. —Eso nos conduce a nuestra siguiente prueba: las pruebas de ADN. Nuestro perito forense demostrará que la presencia del ADN de mi cliente en el lugar del crimen se debe a su participación previa en el mismo, no a su participación en el delito.

Victoria Reynolds sonrió con seguridad. —Apreciados miembros del jurado, les aseguro que nuestro experto refutará esa afirmación. Además, presentaré registros telefónicos que vinculan a Lorenzo Galeano con los cómplices en este caso.

Roger frunció el ceño y se levantó rápidamente. —¡Objeción, su señoría! El fiscal está especulando sobre la naturaleza de esos registros.

El juez golpeó su martillo. —Sostenga la objeción. Fiscal, presente las pruebas de manera apropiada.

Victoria Reynolds se disculpó y continuó. —Mis disculpas, su señoría. Presentaré los registros telefónicos sin hacer conjeturas. Dichos registros demuestran la comunicación constante entre Galeano y los cómplices en los días previos al crimen.

Roger miró al jurado con determinación. —Señoras y señores, este juicio se trata de más que pruebas aisladas. Les insto a considerar la presunción de inocencia de mi cliente y a no dejarse llevar por suposiciones infundadas.

Victoria Reynolds se dirigió al jurado con pasión. —Jurado, las pruebas en conjunto dibujan un cuadro claro y contundente de la culpabilidad de Lorenzo Galeano. Las piezas del rompecabezas encajan perfectamente.

Se empezaron a escuchar numerosos murmullos.

El juez tuvo que intervenir enérgicamente. —Orden en la sala. Jurado, les recuerdo que deben basar su veredicto en las pruebas presentadas y en las instrucciones que recibirán al final del juicio.

Después de un breve momento de silencio, retomó el control. —Continuemos con el juicio. Fiscal, puede presentar sus próximas pruebas.

Reynolds se enderezó y asintió. —Agradezco su paciencia, su señoría. Llamaré al estrado al oficial de policía Javier Martínez. Él testificará que encontró huellas dactilares de Lorenzo Galeano en la escena del crimen.

Campbell me miró y me hizo un gesto para que continuara. —Demuéstrame lo buen abogado que eres y por qué te elegí para mi equipo. No me falles—Me dijo con firmeza en su voz y su mirada fija en mí.

Me puse de pie. —Objeción, su señoría. El oficial Martínez no es un perito en análisis de huellas dactilares. Su testimonio carece de credibilidad en este asunto.

El juez asintió. —Fiscal, presente pruebas válidas y pertinentes.

Reynolds suspiró. —Retiro mi pregunta, su señoría.

—Miembros del jurado, tengan en cuenta la objeción y las razones para su retiro. —El juez dirigió su mirada al jurado.

Dirigí mi mirada al jurado. —Aprovechando este momento, presentaré a nuestra última testigo, la señorita Gabriela Ramos. Ella proporcionará un sólido coartada para el momento en que ocurrió el crimen, corroborando la ubicación de mi cliente en otro lugar.

Reynolds frunció el ceño y se cruzó de brazos. —Puede ser que la señorita Ramos crea en la coartada, pero presentaré pruebas de que su relación cercana con el acusado podría influir en su testimonio.

Rachael se indignó y habló. —¡Objeción, su señoría! El fiscal está insinuando sin fundamentos que el testimonio de nuestra testigo es parcial.

Cuarenta y cinco minutos después....

La sala quedó en silencio mientras el jurado se retiraba a deliberar. La tensión en el aire era palpable mientras todos esperaban el resultado final del juicio.

Una persona del jurado se puso de pie y habló. —Sí, su señoría, hemos llegado a un veredicto.

El juez asintió. —Por favor, procedan a leer el veredicto.

En el caso del Estado contra Lorenzo Galeano, en relación con el cargo de asesinato en primer grado después de revisar las pruebas y deliberar exhaustivamente, declaramos al acusado... —Habla el representante del jurado mirando al juez y al publico.

La tensión se intensificó en la sala mientras todos contuvieron la respiración, esperando el veredicto final. El silencio se apoderó del lugar mientras el jurado continuaba con su anuncio.

—...declaramos al acusado, Lorenzo Galeano, inocente de todos los cargos presentados.

Una ola de emoción y alivio recorrió la sala. Algunos suspiraron, mientras que otros dejaron escapar lágrimas de alegría. Lorenzo Galeano, sus abogados y sus seres queridos estaban visiblemente emocionados. La fiscal apretó los puños con frustración.

El juez golpeó el martillo para restaurar el orden. —¡Orden en la sala! Agradezco al jurado por su diligente trabajo. Se ha llegado a un veredicto de no culpabilidad. El acusado, Lorenzo Galeano, queda en libertad. —Golpeó el martillo una vez más para restablecer el orden.

Lorenzo D'Marco nos abrazó felicitándonos por nuestro esfuerzo y trabajo, mientras que la contraparte abandonaba la sala con una expresión sombría.

Rachael se acercó a mí. —Felicitaciones, Andrew. Tu primer juicio con nosotros y lo ganamos. Serás un gran abogado.

No podía contener la felicidad que sentía en ese momento. El equipo y, sobre todo, Roger, habían confiado en mí y no los defraudé.

—Felicitaciones —Me dice Roger.

Me acerqué a Roger, quien me miró con una sonrisa de orgullo en su rostro. —Hiciste un excelente trabajo, Andrew. Has demostrado que eres una valiosa adición a nuestro equipo.

Le agradecí con sinceridad. —Gracias, Roger. Estoy increíblemente agradecido por esta oportunidad y por toda la experiencia que he obtenido de trabajar contigo y el equipo.

Rachel también se unió a la conversación. —Estoy segura de que este es solo el comienzo de tu éxito en la abogacía. Has demostrado tu habilidad y dedicación en este caso.

—¿Cuándo terminas la universidad? —pregunto Roger serio.

—En dos meses.

—Pues... en dos meses te quiero en mi equipo. Haz demostrado ser un gran profesional y como te dije el primer día que nos conocimos, llegaras lejos.

No podía contener la felicidad que sentía en ese momento. Las palabras de Roger resonaban en mis oídos como una melodía de triunfo. Había trabajado duro para llegar hasta aquí, y saber que mi esfuerzo había sido reconocido de esta manera era simplemente abrumador.

Mi rostro se iluminó con una sonrisa radiante, y apenas podía contener mi emoción. Miré a Roger con gratitud y entusiasmo. —¡No puedo expresar lo emocionado que estoy por esta oportunidad, Roger! Es un honor poder ser parte de tu equipo y continuar aprendiendo de ti y de todos aquí.

Rachel asintió con una sonrisa amable. —Andrew, estoy segura de que harás grandes cosas. Eres talentoso y tienes la pasión que se necesita para sobresalir en esta profesión.

Las palabras de ambos resonaban en mi mente, llenándome de un sentido de logro que nunca había experimentado antes. No solo había ganado el caso, sino que también había ganado la confianza de personas que admiraba y respetaba profundamente en el campo legal.

Miré alrededor de la sala, observando la mezcla de emociones en los rostros de quienes nos rodeaban. La alegría y el alivio eran palpables en el aire, y todos compartíamos un momento de triunfo juntos. Lorenzo Galeano, el hombre que había estado en el centro de todo, se veía visiblemente conmovido, agradeciendo al equipo por su arduo trabajo.

—¡Lo logramos! —exclamé, casi sin poder creerlo del todo. No solo habíamos ganado el caso, sino que había sido parte integral de ese proceso. Era una sensación abrumadora de realización.

Roger me palmeó el hombro con camaradería. —Este es solo el comienzo, Andrew. Estoy seguro de que tendrás un futuro brillante en la abogacía. Ahora, vamos a celebrar este éxito merecido.

Nos dirigimos hacia la puerta del tribunal, y el peso de la tensión y la expectativa que había estado presente durante todo el juicio parecía haberse disipado. La luz del día se filtraba a través de las ventanas, simbolizando un nuevo comienzo y un horizonte lleno de posibilidades.

Caminé junto a Roger y Rachael, sintiendo una mezcla de emoción y gratitud que parecía fluir a través de cada fibra de mi ser. Mi camino en la abogacía estaba tomando forma de una manera que nunca habría imaginado, y no podía esperar para enfrentar los desafíos y las oportunidades que me aguardaban en el futuro.

A medida que el día avanzaba, las felicitaciones y las conversaciones continuaron. Lorenzo Galeano se reunía con su familia y amigos, compartiendo momentos de alegría y alivio. La sala de justicia, que antes estaba llena de tensión, ahora estaba impregnada de un ambiente más relajado y festivo.

Caminé junto a Roger y Rachael, sintiendo una mezcla de emoción y gratitud que parecía fluir a través de cada fibra de mi ser. Mi camino en la abogacía estaba tomando forma de una manera que nunca habría imaginado, y no podía esperar para enfrentar los desafíos y las oportunidades que me aguardaban en el futuro.

Fuera del tribunal, el sol brillaba con fuerza y el aire estaba lleno de una sensación de victoria. Lorenzo Galeano se acercó, su rostro iluminado por una sonrisa que mostraba una mezcla de alivio y felicidad. Nos abrazó a todos, agradeciéndonos una vez más por nuestro trabajo incansable.

—Realmente no sé cómo agradecerles lo suficiente —dijo Lorenzo, con los ojos brillantes de emoción. —Ustedes creyeron en mí y lucharon por mi inocencia. Nunca olvidaré esto.

Sonreí y asentí, sintiendo una satisfacción profunda por haber contribuido a cambiar el rumbo de la vida de alguien. —Lorenzo, ha sido un honor ser parte de tu defensa. Todos merecen una oportunidad justa, y estoy contento de haber sido parte de eso.

Roger se unió a la conversación. —Has pasado por un momento difícil, Lorenzo, pero nos alegra haber podido demostrar tu inocencia. Ahora, puedes mirar hacia adelante y reconstruir tu vida.

Lorenzo asintió con gratitud. —Definitivamente lo haré. Y todo esto no habría sido posible sin ustedes. Eres un gran equipo, Roger, y Andrew, estoy seguro de que llegarás lejos en este campo.

Estoy tan emocionado, que saque mi celular para marcarle a Ainhoa, quiero compartir mi felicidad con ella, a pesar de todo.

Mis dedos se movieron solos y marque su número, me alejé de Roger para que no me escuche hablar con su hija, a los tres tonos contesto con voz perezosa.

—¿Hola? —Bosteza.

—¿Te desperté? —pregunté

Se escuchó un golpe y luego un auch —¿Andrew?

Sonreí —Si estás ocupada podemos hablar después.

—Nono.

—¿Qué harás más tarde?

Se queda en silencio unos segundos, como si estuviera pensando la respuesta adecuada.

Roger me llama para que subiera al auto e irnos al bufete.

—Voy —Le conteste y comencé a caminar es su dirección.

Ainhoa habló después de un par de segundos —Nada, ¿tienes algún plan?

Me sorprendió su respuesta pero de una manera muy positiva.

—¿Vamos por una hamburguesas y luego al mirador? —propuse.

Me subí al auto junto a Roger y él encendió el auto con dirección al bufete, espero que no fuera a reconozca la voz de su hija y me despidiera por intentar conquistar a su hija.

—Si, me parece bien.

—Entonces, te paso a buscar a las seis con treinta.

Sentí como sonríe al otro lado de la línea. —Vale, nos vemos en un rato.

*****

Llegue hasta su casa y le envié un mensaje avisándole que estoy afuera, después de cinco minutos ella salió por la puerta con una sonrisa, me quede mirándola como si no pudiera despegar mi vista de ella. Viene con una falda negra sencilla con una abertura lateral, un croptop blanco de mangas cortas y cuello redondo, y unas zapatillas negras.

Se subió al auto y me saluda con una sonrisa. Mi auto se inundo en seguida de su fragancia, una mezcla entre vainilla y Channel.

—Hola —cerro la puerta y se abrocho el cinturón.

—Hola, Ainhoa. ¿Cómo estas?

—Bien y ¿tú?, —me mira con una sonrisa —¿cómo te fue en el juicio?

Qué supiera del juicio no me sorprende porque trabajo con su papá. Que sepa que iba a participar tampoco, su padre lo debe haber contado.

—Nos fue bien, participe casi al final del juicio. —dije mientras pongo el auto en marcha.

—Diste el golpe final —me mira con una sonrisa. —Te felicito.

Aún estoy emocionado por haber ganado el juicio, mi primer juicio.

—Tenemos que celebrarlo. —me sonríe —yo opino que deberíamos comprar las hamburguesas y luego ir por unos chupitos a un bar. —dice emocionada.

Me detengo en un semáforo en rojo y la mire con una sonrisa —te noto feliz. —La miro y le susurro seductor —¿o estás feliz por mi?

Sus mejillas se enrojecieron y justo comenzó a sonar una canción que se sabe.

—Escucha me encanta esta canción —Dice subiendo el volumen y cantando, ignorando completamente mi pregunte.

I'll tell you what I want, what I really, really want

So tell me what you want, what you really, really want

I'll tell you what I want, what I really, really want

So tell me what you want, what you really, really want

I wanna (hey), I wanna (hey), I wanna (hey), I wanna (hey)

I wanna really, really, really wanna zig-a-zig, ah

Comencé a reír y comencé a conducir nuevamente hasta la hamburguesería.

—Omitiré que ignoraste mi pregunta. —dije cuando la canción termino.

Me mira con un rostro angelical y me habla con una voz muy suave —¿Qué pregunta?

La miro con los ojos entrecerrados, sintiendo un cosquilleo en todo mi cuerpo.

Entre al autoservicio del pequeño restaurante y pedí dos hamburguesas con patatas fritas, y dos refrescos.

Conversamos algunas trivialidades y le cuento un poco del caso mientras esperamos las hamburguesas.

Me acercan el aparato para pagar y saco mi tarjeta.

—No puedo dejar que pagues todo —Dice poniendo una mano sobre mi brazo.

Miro su mano sobre mi biceps y luego a sus ojos —Yo te invité, yo pago.

Entrecierra los ojos —pero.... estamos celebrando que te fue bien en el juicio así que yo pago —dice de una manera tan difícilmente de explicar mientras se inclina sobre mi, apoyando su mano en mi muslo.

Piensa en mariposas... piensa en la biblia... piensa en lo que sea, pero no pienses en su mano que esta en mi muslo y además está inclina sobre mi.

.....mariposas.....mariposas.....mariposas....

Le entrega su tarjeta a la cajera, yo estoy que muero. Solté el aire disimuladamente cuando retiro su mano de mi pierna y se vuelve a su lugar después pagar.

Me entregan nuestras bolsas y se las entregue, puse en marcha el auto directo al mirador. Ainhoa comienza a cantar la canción lenta, pero movida que está sonando. La canción tiene ritmo y algunas cosas entiendo. La canción es en español y la miro unos segundos mientras ella canta tan fluida la canción.

Me concentre en la carretera, sino lo hago vamos a tener un accidente.

Abre una de las bolsas y saca una patata frita, me gusta que sienta esa confianza. El ambiente ya no es incómodo como lo fue antes, aunque ella sigue colocándose nerviosa.

—¿No piensas comer sola o si? —Le dije y abrí la boca para que me de una patata frita. —A dame una.

Abro mi boca, sin dejar de mirar la carreta. Escucho el sonido de la bolsa volver a abrirse y luego acerca su mano frente a mi boca. Comí la patata frita que me está ofreciendo y rozo mis labios con sus dedos sintiendo un cosquilleo en mis labios.

No retiró su mano, aleje una de mis manos del volante y tome su mano que aún seguían rozando mis labios y le planté un beso en sus dedos.

Llegamos con nuestras hamburguesas a un bonito mirador que queda en uno de los cerros de la ciudad, desde aquí se puede apreciar la belleza de Vancouver sus árboles florecidos, el lago, los edificios.

Bajo del auto y voy hasta su lado del auto para abrir su puerta y ayudarle a bajar con las bolsas de nuestra comida, las apoyó sobre el capot del auto.

—Me encanta la vista. —Exclamó cuando se bajo del auto y comienza a mirar el horizonte.

Yo la miro a ella y la vista que tengo con ella en el panorama es la mejor de todas.

—Ven sentémonos aquí a comer —Le dije mientas daba pequeños golpes al capot de mi auto.

Se acerca hasta mi y la ayude a subir, coloco mis manos en su cintura sintiendo la corriente eléctrica entrando por mis manos y recorriendo todo mi cuerpo provocando que mi corazón comenzara a latir con fuerza. Cuando se sentó y se acomodó, subí y me senté a su lado.

Tome mi bolsa de papel con mi comida en ella y le entregue la suya, me miro con una sonrisa.

—¿Siempre vienes aquí?

—Si, siempre vengo solo. Me gusta la paz del lugar y cuando quiero estar solo sin que nadie me encuentre vengo. —Le di un mordisco a mi hamburguesa.

Mi vista está en ella, acaparaba toda la belleza del lugar, le da un mordisco a su hamburguesa y murmuró limpiándose los labios con una servilleta.

—Mmmmhhh... que delicia. Como siempre puede saber tan bien.

—Son las mejores del lugar.

Nos quedamos en silencio unos minutos, apreciando los sonidos de la naturaleza y disfrutando de nuestra comida.

—¡Mira! Una ardilla —Apuntó hacia el lugar que se encontraba la ardilla. —Me encantan las ardillas.... Cuando era pequeña siempre quise una ardilla de mascota, pero mis padres me decían que no podíamos tener una ardilla porque eran animales salvajes y no mascotas, y me puse triste porque no iba a tener mi ardilla y Mark fue a una tienda de peluches y me regaló una y fui la niña más feliz, dormía con ella, la llevaba a todas partes...

Me contaba con una sonrisa en su rostro, sus ojos le brillaban mientras contaba la historia y yo la escuchaba atentamente.

Estábamos conversando y riendo, el ambiente era muy agradable.

—¿Vas a revelarme cómo conseguiste mi número? —me preguntó con una sonrisa juguetona.

Le devolví la mirada con complicidad —Ya te lo he dicho, un mago nunca revela sus secretos.

—Pero tú no eres un mago.

—No. Pero tampoco lo sabrás. —le respondo riendo.

Nuestros ojos se encontraron en un intercambio silencioso, cargado de complicidad. En ese instante, el aire pareció cargarse de electricidad y el mundo a nuestro alrededor se desvaneció, dejando solo espacio para nosotros dos. Me incliné ligeramente hacia ella, mi corazón latiendo un poco más rápido de lo normal.

Ella apartó la mirada por un instante, sintiendo el peso de mi intensa atención sobre ella. Sus mejillas se tiñeron de un suave rubor que contrastaba con la luz dorada del sol que se filtraba entre las hojas del bosque. Finalmente, volvió a mirarme, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de nerviosismo y emoción.

—Sabes —empecé con voz suave, permitiendo que mis sentimientos fluyeran libremente —, aunque no sea un mago, hay algo que deseo compartir contigo.

Ella me miró con curiosidad, su expresión ahora mezclada con intriga. Mis dedos buscaron los suyos con timidez, entrelazando nuestras manos en un gesto que parecía encajar perfectamente. Una corriente de calor y conexión recorrió mi piel mientras nuestros dedos se entrelazaban.

—Andrew... por favor no. —dice desviando su mirada. —No quiero que caigamos en un circulo vicioso en el que tu engañas a tu novia conmigo y yo lo acepto como si nada. No puede seguir coqueteándome. No voy a estar dentro de un triangulo amoroso. Te lo vuelvo a repetir porque parece que no te queda claro y yo soy la estúpida que también cae cada vez que apareces.

Me dice y siento una punzada en mi pecho, la he lastimado con todos esos besos que le di y los coqueteos constante.

—Ainhoa...

𓃭
Les presento a Derek

𓃭
Holaaa!!!

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla .

¿Qué les parece el capítulo?

¿Qué les parece Derek?

No olviden dejar su voto o un comentario.

Gracias por leer, un abrazo  🧡

Actualizaciones: Lunes - Jueves y Sábado por medio

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