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CAPÍTULO 17

Narra Ainhoa

—Tío, ¿podemos ir a comprarle comida a los patitos? Quiero darles de comer —preguntó Anastasia, haciendo un puchero adorable.

—Por supuesto, vamos a hacerlo.

La carita de felicidad de Anastasia se iluminó y tomó la mano de su tío, ansiosa por dirigirse a comprar la comida para los patos.

—¿Te quedas aquí mientras volvemos? —me consultó Andrew.

Respondí con una sonrisa mientras me acomodo en el césped.

—Tus pantalones se van a ensuciar, iré por un sweater al auto para que te sientes sobre él. —comentó antes de alejarse junto a su sobrina.

Observar a Andrew en este papel de tío cariñoso es algo que llena mi corazón de ternura. Mientras él va al auto, mis pensamientos comenzaron a divagar. La manera en que cuida de Anastasia muestra una faceta que no se ve a simple vista. La suavidad en sus gestos y sus palabras delicadas hacia su sobrina contrastan con la imagen seria que suelo ver de él.

A medida que espero, el aire fresco acaricia mi rostro. Mis pensamientos se concentran en la pequeña y en cómo Andrew disfruta su papel de tío. No puedo evitar sonreír, sintiendo que este lado de él es verdaderamente encantador.

Finalmente, Andrew vuelve con su sweater en mano. Se agacha junto a mí y extiende el sweater en el césped, invitándome a sentarme sobre él.

—Así tus pantalones no se ensuciarán —dice con una sonrisa.

Agradecí con una sonrisa mientras me acomodo sobre el sweater, maravillada por su consideración y preocupación. El lado cariñoso de Andrew me está dejando realmente sorprendida y es como si estuviera descubriendo un nuevo aspecto de él que desconocía.

—Ainhoa, ¿quieres acompañarme a darle comida a los patitos?

¿Cómo podría resistirme a la dulzura de Anastasia? Su invitación es tan adorable y sus ojitos llenos de ilusión cuando me propuso pasar la tarde con ellos me derritieron el corazón. Aunque en el fondo sabía que probablemente Andrew tuvo algo que ver con esta idea. Ya que no he querido aceptar sus anteriores invitaciones a salir para evitar complicaciones, ya que sé que está en una relación. No quiero que nadie salga lastimado, pero su papel de tío tierno es tan encantador que se hace difícil alejarlo de mis pensamientos. Sin embargo, tengo que recordar que está en una relación, y necesito cuidar de mis sentimientos para no acabar herida.

Acepté la invitación de Anastasia con una sonrisa sincera, incapaz de resistirme a su inocencia y alegría. Asentí, y agarró mi mano emocionada, guiándome hacia el lugar donde están los patos. Andrew camina detrás de nosotras, y su presencia me afecta de una manera que me resulta difícil de explicar. Sé que no puedo permitirme ilusiones, pero cada vez que su lado amable emerge, se vuelve más difícil mantenerme distante.

Anastasia soltó mi mano emocionada y se inclina para alimentar a los patos con pequeños trozos de pan. Su risa y gestos llenan el aire y me contagia de felicidad.

—¿Qué te convenció venir con nosotros? ¿Los patitos, la hamburguesa, la pequeña o yo? —Preguntó Andrew colocándose junto a mi.

Desvíe mi vista de Anastasia hacia Andrew. —Todo menos tú —respondí, esbozando una sonrisa juguetona.

Andrew se acercó a mi oído —No te creo.

Su suave aliento rozó mi oído, enviando escalofríos a lo largo de mi piel. Giré mi rostro hacia él y nuestras miradas quedaron fijas, separadas por apenas centímetros. Bajé la vista hacia sus labios y, cuando la levanté nuevamente, me di cuenta de que él también había estado observando los míos.

Mi corazón comenzó a latir con más fuerza aún, y mi respiración es más rápida. Sabe el efecto que provoca en mi, y lo utiliza a su favor.

—Mira, tío, ¡un patito chiquito! —Anastasia interrumpe nuestro momento con una voz llena de ternura, haciendo que nos apartemos rápidamente. 

Me alejo de ambos y me sento en el césped, Andrew se giro y me ofreció nuevamente su sweater que está sobre su hombro, lo acepte con una sonrisa y lo acomode para volver a sentarme sobre él. Desde mi lugar observo la escena con una sonrisa, este Andrew me gusta, bueno todas las facetas que he conocido de él me gustan, menos la faceta de que no somos nada.

Andrew toma a Anastasia entre sus brazos y comienza a jugar con ella, provocando que la pequeña estallara en risas; y no pude evitar no sonreír ante la escena. Anastasia algo le dice al oido y apunta un puesto de chucherías.

Ambos se alejan y caminan hasta el puesto de las chucherías. Saco mi celular y comienzo a responder algunos mensajes de mis amigos. Están organizando una salida al cine pero por motivos obvios yo no iré con ellos.

Los simios y las princesas 🐒👸🏻

Rafa:
Solo falta que Ainhoa responda.

Margot:
¿Dónde estás? (04.45 PM)

Derek:
La pregunta es ¿con quien está?
👀 (04.47 PM)

Camilla:

¿Qué esta haciendo que no contestara? 😏(05.05 PM)

Rafael:
Cosas buenas no creo (05.06 PM)

Ainhoa:

Son insoportables, estoy con Andrew y su sobrina en el parque (05.09 PM)

Damián:

¿Están jugando a la mamá y al papá?, no hagan cosas sucias enfrente de los niños 😏 (05.11 PM)

Suspire y bloque mi celular, no seguiré contestando sus otras preguntas de mis amigos, realmente cuando quieren ser insoportables lo son.

Andrew y Anastasia vienen de vuelta. Anastasia se acerco corriendo a mi lado y se sentó junto a mi, Andrew venia caminando más atrás con tres brochetas de fresas bañadas en chocolate y en la otra mano traía una ¿flor?

—Yo escogí esa flor y le dije que te la entregará. —Me susurra Anastasia de forma inocente. —Es bonita igual que tú. Mi tío también piensa que eres muy guapa.

Sonrió ante las palabras de Anastasia. Andrew se acerca a nosotras y se acomoda a mi lado, entregándonos las brochetas de fresas.

—Gracias —Le dije con una sonrisa —Las fresas me encantan. —Mi voz suena suave y emocionada, como si fuera una niña maravillada por un pequeño regalo.

—No hay de que —Me responde con una sonrisa, pero esta vez es diferente, es una sonrisa que parece abrir las puertas de su corazón, revelando un rincón de su ser que rara vez muestra. Sus ojos, esos ojos que suelen llevar un aire misterioso y rudo, ahora brillan con un matiz especial mientras me mira. En ese momento, el mundo a nuestro alrededor parece desvanecerse, y solo somos nosotros dos, conectados por un lazo invisible pero poderoso.

Sus labios curvados en esa sonrisa hacen que mi corazón lata un poco más rápido. No puedo evitar sentir un escalofrío de emoción recorriendo mi piel al notar cómo su expresión refleja algo más profundo, algo que va más allá de las palabras. Es como si en ese instante, en medio de las risas de los niños que juegan en el parque y el suave murmullo del río cercano, estuviéramos compartiendo un momento íntimo y especial.

Siento que mi propia sonrisa se vuelve más sincera y cálida en respuesta a la suya. En esos ojos que brillan con un matiz especial, puedo ver la posibilidad de algo más, algo que va más allá de la amistad casual. Esa conexión que nos une es intensa, y aunque no lo comprenda del todo, me siento atraída hacia él de una manera que nunca antes había experimentado.

Es como si el tiempo se detuviera por un instante, permitiéndonos sumergirnos en la magia del momento. Sus ojos, su sonrisa, cada gesto suyo, hablan de una historia que tal vez solo yo puedo percibir en ese momento. Mi corazón late al unísono con el suyo, como si estuviéramos conectados por un hilo invisible pero irrompible.

Y en ese instante, mientras compartimos un simple gesto de amabilidad y complicidad, puedo sentir cómo algo nuevo está naciendo entre nosotros. Una conexión profunda y genuina que va más allá de las palabras, algo que solo se puede entender a través de miradas y sonrisas compartidas. En sus ojos, encuentro un refugio, una promesa de algo hermoso que está por venir, y me siento agradecida por cada segundo que puedo pasar a su lado.

Y entonces, como si nuestros corazones estuvieran sincronizados, me acerco lentamente a él. Mi respiración se vuelve más intensa, y puedo sentir cómo el latido de mi corazón se acelera. Nuestros labios están a centímetros de distancia, y siento la electricidad en el aire. Sin pensarlo demasiado, sin miedo a lo que pueda venir después, dejo que mis labios rocen suavemente la comisura de los suyos. Un beso en la comisura de sus labios que transmite todas las emociones que hemos compartido en ese breve pero intenso momento. Puede que no haya sido un beso en los labios propiamente, pero el roce de nuestros labios es suficiente para encender una chispa que arde con promesas y posibilidades.

Andrew acunó mi rostro con sus manos cálidas y me besó en los labios. Fue un beso tierno, un momento en el que el mundo a nuestro alrededor desapareció y solo éramos él y yo. Sus labios eran suaves y cálidos, y sentí cómo una corriente eléctrica recorría mi piel. Olvidé por un momento la presencia de su pequeña sobrina, todo lo demás dejó de importar mientras nos entregábamos a aquel beso que me hizo sentir como si estuviera flotando en el aire. Cuando finalmente nos separamos, nuestras frentes quedaron juntas y una sonrisa sincera iluminó su rostro.

En ese momento, s como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros. La complicidad y la intensidad del momento nos habían envuelto por completo, creando una burbuja en la que solo existíamos él y yo. El latido de mi corazón resonaba en mis oídos, y en su mirada encontré un brillo que reflejaba todo lo que no necesitábamos decir con palabras.

Lentamente nos separamos, y volví a sonreír miramos hacia mi izquierda y Anastasia estaba en su mundo jugando con unas piedras y pasto, como si no se hubiera dado cuenta de lo que sucedió a su lado.

*****

—¿Qué vas a pedir pequeña? —Le preguntó Andrew a su sobrina.

—Quiero eso. —Dice apuntando el dibujo de la carta de niños.

Andrew me miro con una sonrisa —Yo quiero una hamburguesa con patatas fritas.

El camarero termino de tomar nuestras ordenes y nos dejo nuevamente solo a los tres. Anastasia estaba coloreando un dibujo que el camarero le entrego.

—¿Por qué te dicen Ander? —Pregunte curiosa.

Andrew sonrió —Es un poco vergonzoso —Lo mire curiosa, ahora me causaba más curiosidad escuchar su explicación—. No por mi sino por uno de mis mejores amigo, Federico. —Comienza a explicar. —Con Federico nos conocemos desde la cuna prácticamente, y cuando él era pequeño no podía decir Andrew, tenia dificultades para pronunciar y acomodo las letras, quito la doble w y lo dejo como Ander. Y desde ahí que todos mis amigos, familiar me llaman así.

—Me gusta más Andrew. —Le dije con una sonrisa.

—Eres la única, que me dice Andrew.

—Pero si te molesta puedo llamarte Ander. —dije nerviosa.

Andrew sonrió de lado, y su voz salió profunda y seductora—No. Me gusta como suena mi nombre en tus labios.

Uf! Porque eso solo tan erótico. O ¿solo fui yo quien le vio el doble sentido? Tragué con dificultad, sintiendo cómo mi corazón comenzaba a latir con fuerza, acelerando en un palpitar que parecía resonar en todo mi ser.

—¿Tío Ander?

Andrew la mira con una sonrisa demasiado tierna.

—¿Si pequeña?

—¿Después de comer podemos ir a tú casa?

—Está bien, le avisaré a tú mamá que te pase a buscar a mi departamento.

Anastasia volvió a concentrarse en su dibujo y luego me miro a mi. —¿Ainhoa? ¿Te gusta cómo está quedando mi dibujo?

Su dulzura me encoge el corazón, jamás había conocido a una pequeña tan dulce como es Anastasia, me pregunté si con la novia de Andrew es igual de dulce.

Novia... hice una mueca mental. ¿Por qué me sigo entrometiendo en un triángulo amoroso?, ¿Qué maldito poder emite Andrew sobre mi que logra hacerme olvidar que tiene novia? Aunque en ningún momento Anastasia a preguntado por ella o la a nombrado.

Mi sonrisa salió un poco forzada, ignorando la punzada en mi pecho ante tal recordatorio —Me encanta cómo está quedando tú dibujo, es precioso.

El camarero volvió con nuestras órdenes y comenzamos a disfrutar de nuestras hamburguesas, Anastasia llevaba muy animadamente la conversación hablando de sus ponnys favoritos y Andrew le seguía la corriente.

Será un buen padre. Suerte la que se gane su corazón.

—y a ti, ¿cómo te dicen tus hermanos o amigos? —Me pregunto curioso antes de darle una mordida a su hamburguesa —De los casi dos meses que llevo trabajando con tu papá, Mark o Nate te llaman enana.

Mis hermanos suelen llamarme enana, para fastidiarme.

Sonreí, —bueno si, así me dicen mis hermanos, cuando éramos pequeños. —Tome un sorbo de mi limonada— Mark lo hacía con el fin de fastidiarme, y Nate, imitación solamente cuando comenzó a ser más alto que yo, oporto por ese apodo. Al principio me molestaba, pero ya no.

—¿Tienes más hermanos? —preguntó Anastasia mientras comía una patata frita.

—Si, tengo dos hermanos más. Uno más grande que yo y otro más pequeño.

Suspira exageradamente como si tuviera muchos problemas y apoya su mentón en su mano. —Yo quiero tener un hermanito y mis papás no me quieren dar uno. —ladea la cabeza y mira a Andrew —¿tío Ander, tú y Ainhoa me darían un primito para jugar? —pregunto con inocencia.

Me atraganté con la pregunta de Anastasia y comencé a toser como foca con epilepsia. Andrew se quedó sorprendió. Nos miramos sin saber que decir. Anastasia continuo pintando con toda la tranquilidad del mundo como si no hubiese pasado nada.

¿Que le respondes a una niña que te hace ese tipo de preguntas? Me concentre en mi hamburguesa y patatas fritas, necesitaba mantener al menos la boca ocupada para no soltar cualquier comentario. Últimamente me he dado cuenta que cuando mis niveles de nerviosismo están al límite mi cerebro se desconecta y comienzo a decir puras burradas.

Andrew también se quedó en silencio y se concentró en ver el partido de fútbol que estaban transmitiendo por la televisión del local.

El ambiente se había convertido en uno tenso, terminamos de comer en silencio con algunas intervenciones de Anastasia que generalmente le seguía Andrew, yo literalmente estaba en Saturno.

—¿Lista para irnos? —Pregunta Andrew, mientras llama al camarero.

Asentí con la cabeza.

Caminamos en silencio hasta su auto, íbamos tan cerca el uno del otro que nuestras manos se rozaban con cada movimiento enviándome chispas de electricidad a todo mi cuerpo. Al llegar al auto Andrew abrió la puerta del copiloto para mi y luego subió a Anastasia a su silla.

Andrew subió en el lado del piloto.

—¿Ainhoa venda con nosotos a tu casa?

Me giré para mirarla y le tome la manito —No cariño, yo debo ir a mi casa.

—Pofaaa!! —suplicó —un ratito, podemos ver una película de princesas.

Andrew iba concentrado conduciendo, pero aún así iba pendiente de nuestra conversación.

—¿Verdad que no te molesta tío Ander?

—No, no me molesta —hablo con ternura —pero si no quiere quedarse o no puede no debemos obligarla.

Esta niña tiene algo en mente, algo está planeando con sus cuatro años y su carita de ángel.

Treinta y cinco minutos más tarde, Andrew estacionó su auto en el lujoso estacionamiento del imponente edificio. Se bajo del auto y camino hacia mi puerta para abrirla y luego se dirigió a la puerta trasera para sacar a Anastasia que se había dormido en su silla.

La tomó en brazos y comenzamos a caminar hasta el ascensor. Mi mente volvió a divagar imaginándose nuevamente lo buen padre que sería.

—Si el edificio es así de impresionante, no puedo ni imaginar cómo será tu departamento —susurré mientras caminábamos hacia el ascensor detrás de él.

Andrew me miró con curiosidad, esperando una explicación. —¿Qué?

—No. No. No nada —respondí, intentando disimular mi nerviosismo.

Él sonrió, y posó su mano en mi espalda baja acercándose a mi oído.

—Mentirosa —susurró, juguetón.

Mis mejillas se ruborizaron mientras me reía, sintiendo cómo mi piel se erizaba por su contacto.

Me reí.

Subimos juntos hasta su departamento. Andrew abrió la puerta y me indicó que entrara primero.

Al entrar en su departamento, quedé maravillada por la impresionante decoración y el ambiente de lujo que lo envolvía. Los tonos oscuros y los toques dorados le daban un aire de elegancia y sofisticación. Aunque no era excesivamente espacioso, tampoco era pequeño, lo que lo hacía sentir acogedor. La sala principal se abría frente a mí, mientras a la izquierda se encontraba una escalera que conducía al segundo piso. Al fondo, unas amplias ventanas ofrecían vistas impresionantes del centro de Vancouver.

Me adentré en la sala, donde un cómodo sofá en forma de L invitaba a relajarse. Me giré hacia la izquierda y encontré la cocina, equipada con una mesa de madera perfecta para compartir comidas y momentos especiales. Desde allí, podía apreciar toda la amplitud del espacio, con una enorme televisión en la sala. Aunque no había muchos cuadros, la decoración en sí era fascinante y atractiva. Al fondo había un pequeño pasillo con una puerta más, me imagino que una es el baño.

Observé cada detalle con asombro, maravillada por la elegancia y buen gusto de Andrew en la elección de su hogar.

—Tu departamento es absolutamente impresionante —exclamé, aún asombrada por lo que veía.

Andrew sonrió con orgullo y un toque de coquetería.

—Mi madre lo decoro....—guarda silencio y luego añade —Aún te falta ver mi habitación —dijo en tono coqueto.

Le devolví la sonrisa y jugué un poco con él.

—Primero, invítame  un trago antes que me muestres tu habitación —respondí, mordiéndome el labio con un toque de coquetería.

Andrew soltó una risa suave y aceptó el juego.

—Continúa explorando, sé que estás ansiosa por descubrir cada rincón. —me animó y añadió — Iré a acostar a esta pequeña a la habitación de invitados.

Asentí y subí las elegantes escaleras y me encontré con un segundo piso que refleja el mismo estilo de diseño que el primero. Grandes ventanales permitían que la luz natural iluminara cada rincón. Un pequeño espacio tipo sala se abría hacia la planta baja, con llamativas lámparas doradas redondas colgando del techo y descendiendo hasta la sala principal. En la sala de estar del segundo piso, destacaba un imponente piano de cola negro. Un pasillo conducía a tres puertas. Decidí explorar y comencé por la primera puerta a mano derecha, abrí la puerta y resultó ser una habitación de invitados.

La cerré y abrí la puerta a mano izquierda y entré en su habitación. No era demasiado grande, pero tampoco pequeña. En el centro de la habitación se encontraba una cama King elegantemente decorada con un edredón de color crema. Los enormes ventanales permitían disfrutar de las vistas impresionantes de la ciudad. La habitación tenía el tamaño perfecto, con un arco que conducía al armario y al baño. Este último era lujoso y elegante, dejándome sin palabras ante su magnificencia. Me maravillé por la belleza y elegancia del departamento. Salí de la habitación y Andrew estaba apoyado en el barandal de las escaleras con una sonrisa gigante en su rostro.

Me quede observando el piano, un piano sumamente elegante.

—¿Hace cuanto tocas piano? —pregunté mientras pasaba mis manos por sobre el piano.

—Desde los ocho años. Cuando vivía con mi padre, me inscribió en una escuela de musica y me incline por el piano.

Percibí una pequeña mueca al nombrar a su padre, quise indagar más en la relación con su padre nunca lo nombra o evitar nombrar a su padre, pero no me siento con la confianza aún. 

—Tengo mucha habilidad con los dedos, cuando quieras, puedo mostrarte esa habilidad —respondió Andrew con un tono juguetón.

Las palabras resonaron en el aire, cargadas de un magnetismo irresistible que hizo que mi piel se erizara. Mi corazón late con fuerza mientras intento mantener la calma y ocultar mi turbación. Me acerqué a las grandes ventanas, buscando un respiro y un momento de tranquilidad. Fuera, pude ver un balcón con acogedores sillones, invitándome a disfrutar del aire fresco y a contemplar la impresionante vista de la ciudad. Pasé junto al elegante piano, y abrí la ventana para salir al balcón. Necesito esa sensación de libertad y la brisa suave en mi rostro para calmar mis nervios. Escuché sus pasos acercándose detrás de mí, sintiendo su cercanía que hace que mi piel se erice aún más.

—¿A qué te dedicas por las noches?, no creo que el bufete te pague tan bien como para mantener un departamento tan lujoso—. Pregunté con una sonrisa traviesa.

Se acomoda a mi espalda y me acorrala entre sus manos apoyándolas en el barandal.

—¿Si te dijera que soy mafioso me creerías?

Negué con una sonrisa tímida, su cercanía me pone y no solamente nerviosa.

—He modelado para algunas campañas de ropa...

Lo interrumpí girándome para quedan enfrente de él—¿Algunas?

Soltó una suave risa —Cuando estaba en el último curso del instituto comencé a modelar para una campaña de Adidas, y les gustó tanto mi trabajo que me volvieron a llamar varias veces más. —Me cuenta —El modelaje me permitió poder comprar este departamento y costearme algunos lujos, la última sesión de fotos para una nueva campaña la hice hace dos meses.

—Eres impresionante. —Murmure.

—Tú eres más impresionante —susurra sobre mis labios.

Mis mejillas se encendieron ante su comentario.

Carraspee.

—Creo que debería irme.

Apoye mis manos en su pecho para empujarlo y poder salir del lugar, pero no me dejo él poso sus manos en mi cintura.

Permanecimos en ese pequeño pero intenso contacto, nuestras miradas se entrelazaron en un juego de emociones silenciosas. El ambiente parecía vibrar con una electricidad que ninguno de los dos quería romper.

Sus labios se curvaron en una sonrisa juguetona mientras su mirada se volvía más intensa. Con delicadeza, acarició mi cintura con sus pulgares, enviando un escalofrío por mi espalda. Me sentí atrapada en el hechizo de su cercanía, luchando por encontrar las palabras adecuadas en medio de mi mente que parecía nublarse.

—¿De verdad crees que deberías irte? —susurró, su voz acariciando mi oído y enviando un cosquilleo por mi piel.

Tragué saliva, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. No había forma de negar la atracción magnética que sentía hacia él, una conexión que iba más allá de las palabras. Pero también había una voz interior que advertía sobre las complicaciones que podrían surgir si me dejaba llevar por ese instante.

Aparte mi mirada de la suya y lentamente retire sus manos de mi cintura, me deslice hacia el costado para crear una pequeña distancian entre nosotros.

—No es que quiera irme, pero... —vacilé, buscando las palabras correctas—. Las cosas son complicadas tú tienes novia y yo te dije que no quiero estar en un triángulo amoroso.

—Recuerdo lo que me dijiste pero.... Tengo algo que decirte. —Toma aire — Ainhoa yo..

Sentía ansiedad ante su confesión, el miedo inundo mi cuerpo... Me va a rechazar, me va a decir que tiene novia y que solo puede pensar en mi como amiga.

Sus palabras nunca llegaron, porque una pequeña y dulce voz nos interrumpió.

—¿Tío? —Habla Anastasia desde el umbral del gran ventanal refregándose sus ojitos.

𓃭

Holaaa!!!

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla .

¿Qué les parece el capítulo?

No olviden dejar su voto o un comentario.

Gracias por leer, un abrazo 🧡

Actualizaciones: Lunes - Jueves y Sábado por medio

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