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CAPÍTULO 12

AINHOA

Después de ese breve momento en el que mi mente se congela y me deja en vergüenza una vez más. ¿Qué le hace a mi pobre cerebro que este no es capaz de funcionar? soltando un torrente de incoherencias.

Quede completamente en evidencia que había estado husmeando en su Instagram. No sé si le di pena o vergüenza ajena decidió dejar el tema hasta ahí. 

Después de un rato conversando y riendo, intente relajarme un poco, pero me está costando. No sé qué es más bonito, si el paisaje con el mar de fondo o la persona que está a mi lado. A cada paso que dábamos nuestras manos se rozan, dándome pequeñas corrientes eléctricas.

Mi corazón late con una intensidad que parece querer liberarse de mi pecho. La forma en que él se dirige a mí y me observa me hace desear con ansias que ese mágico instante se prolongará eternamente.

—Hoy te ves realmente hermosa —me dijo de repente.

Dejo de respirar, Dios mío, ¿en serio?, ¿por qué me pones en el camino de esta especie de dios griego, malditamente sexy? Sus ojos café perfectos, sus labios tan apetitosos, esa voz seductora y sus manos enormes. ¡Ay, me va a dar un colapso! ¿Por qué soy tan débil?

—G-gracias.

Me pongo a mirar el horizonte buscando calmar mi nerviosismo, estoy más nerviosa que monja con retraso.

El silencio se apodera de nosotros, él contempla las olas mientras trato desesperadamente de pensar en un tema de conversación. Necesito un tema que no me hiciera quedar en ridículo ni decir tonterías.

«Cariño, siempre te pones en vergüenza».  Me habla mi conciencia.

Gracias por el voto de confianza querida conciencia.

—Me encanta la playa, el sonido del mar. Es tan relajante.

—Si la vista es hermosa— Dice, y siento su mirada fija en mi perfil.

Respira.... respira....

Tomo una bocanada de aire y las palabras salen de mi boca —¿Me vas a confesar por qué mentiste? —pregunto lentamente.

La mirada de Andrew refleja sorpresa y desconcierto.

—¿Con qué te mentí? —responde con una sonrisa juguetona.

Nos sentamos en la arena para disfrutar de la vista del lugar.

Sonrío de vuelta, intentando ocultar mis nervios—. No estabas cerca de mi universidad y mi papá no tiene clientes por allí.

Su risa llena el aire —Nunca te dije que Roger me había enviado para entregar unos documentos. Además... no creo que conozcas a todos sus clientes.

Abro la boca para responder, pero me quedo sin palabras, sus argumentos son válidos y mi valentía desaparece al instante.

Cómo se le está haciendo costumbre tomó uno de mis mechones de cabello y lo acomoda detrás de mi oreja lentamente, al igual como lo hizo en la azotea del edificio hace unos días atrás. Cierro los ojos para disfrutar el contacto.

Sus dedos trazaron caricias delicadas en mi mejilla, desencadenando una cálida oleada de sensaciones que se extienden por todo mi cuerpo. Cada roce parece despertar emociones dormidas y me hace sentir como si estuviera flotando en un océano de dulzura y deseo. En ese momento, sus labios y su ternura son todo lo que deseo.

—Te fui a buscar porque deseaba estar a solas contigo. —Confiesa en un susurro.

Mi respiración se entrecorta ante su confesión, como si un millón de mariposas revolotean en mi estómago, sus alas aleteando frenéticamente.

—¿Po-por qué? —balbuceo, mientras su pulgar sigue trazando círculos en mi mejilla.

Su pulgar continúa su suave caricia en mi mejilla, y su mirada se funde con la mía en un profundo y sincero contacto. Su sonrisa, en ese momento, irradia ternura, y su voz, más grave de lo normal, resuena suavemente como una melodía envolvente —¿Y por qué no, Ainhoa? Eres hermosa, tu sonrisa ilumina todo a tu alrededor y tus ojos son simplemente bellos. —Luego, toma una pausa, inhala profundamente, y su mirada se clava en la mía con una intensidad que me deja sin aliento —Fui a la fiesta porque anhelaba estar contigo.

Mis ojos se abren de par en par, y mi corazón late con tal intensidad que temo que pudiera escucharse en el silencio que nos rodea. —Y... y ¿por qué te fuiste? —mi voz era apenas un susurro.

Sus caricias se detienen y extraño el calor de su mano en mi mejilla.

Su mirada se pierde en el horizonte —Porque te vi con tu novio.

¿Novio?

Frunzo el ceño, confundida —No tengo novio.

Andrew se encoge de hombros —Estabas besando a alguien, y... bueno, me fui.

Tomo aliento y reuno el valor necesario, deslizando mi mano hasta su mejilla para que me mire directamente. Deseo que supiera que quería estar cerca, quería tocarlo y sentir sus labios.

Sus músculos se tensan bajo mi contacto mientras lo miro fijamente.

—Andrew, yo no tengo...

El momento fue nuevamente interrumpido por el sonido de su celular, caigo en cuenta de que él tiene novia y yo solo soy la persona para pasar el rato.

Me siento una completa estúpida, en primer lugar jamás debí aceptar salir a comer con él ni mucho menos venir hasta aquí.

Contesta la llamada y sus palabras me traen nuevamente a la tierra.

—....si Ash, después nos vemos... yo también. —Corta la llamada y su vista se devuelve hacia mí.

Me pongo de pie y comienzo a caminar con decisión hacia la carretera, quiero irme del lugar, como es posible que siempre que estoy con él olvide que él está en una relación.

—Ey... espera. —dice tomando delicadamente mi brazo. —¿A dónde vas?

—Me estoy alejando de ti, ¿no lo ves? —respondo mirándolo desde donde está.

Él permanece sentado en la arena. Continuo caminando hacia la carretera.

—¿Por qué te vas? Lo estamos pasando bien juntos. —Se levanta para seguirme.

—¡No!...—Exclamo. —No lo estamos pasando bien, no debí haber aceptado salir contigo.

—¿Por qué dices eso? no te entiendo. Somos amigos y podemos salir, yo también salgo con mis amigas.

Si prestas atención, puedes escuchar el momento exacto en el que mi corazón se quiebra al escuchar "somos amigos".

Asiento con una sonrisa triste. —Sí, somos amigos....—. Vacilo en decirlo.

«No quiero ser tú amiga»

—Yo no me comporto así con mis amigos, no les digo palabras bonitas, ni les acaricio las mejillas.

—Ainhoa, estás exagerando.

—¿No deberías estar con tu novia en lugar de estar aquí coqueteando conmigo? 

Grito, sintiendo cómo las palabras salen impulsadas por una mezcla de frustración y tristeza. Mi voz se quiebra ligeramente al final de la frase, revelando la intensidad de mis emociones en ese momento.

Me mira con una sonrisa de lado y entrecierra los ojos mientras sigue mirándome. —¿Qué te hace pensar que estoy coqueteando contigo?

Hace apenas tres minutos, me sentía tonta, pero ahora, me siento completamente estúpida al haber siquiera considerado que él estaba coqueteando conmigo. Mis ilusiones se habían elevado tan alto como las estrellas en el cielo nocturno, solo para estrellarse violentamente contra la realidad. No había ninguna posibilidad de que quisiera algo más allá de una amistad superficial con alguien como yo, que apenas estaba empezando en el mundo universitario.

La sensación de insignificancia y la desilusión me inundan, haciendo que me sienta como una niña perdida en un mundo de adultos, incapaz de competir con las expectativas y experiencias que él probablemente tenía.

—Sí, sabes... me equivoqué. Malinterprete todo... todas las señales las malinterpreté. Eres un estúpido. —Lo empujo. —Tú y yo no somos, ni seremos amigos.

Andrew toma mi muñeca y tira suavemente de ella, acercándome a él hasta que quedo a centímetros de su rostro. Con su otra mano, la apoya suavemente en mi espalda. Ambos estamos agitados, nuestra respiración entrecortada. Levanto la vista y encuentro sus ojos fijos en mis labios.

Tomo una profunda bocanada de aire, sintiendo su fragancia. Involuntariamente, mis labios se entreabren mientras lo miro.

Sus labios se encuentran con los míos en un suave y apasionado roce, y de repente, una oleada de emociones me envuelve como una marea ardiente. No son simples mariposas revoloteando en mi estómago; son como fuegos artificiales que estallan en el cielo de mi alma, destellando en colores brillantes y chispeantes que parecen encender cada rincón de mi cuerpo. Cada célula cobra vida, cada poro de mi piel se eriza con una sensación eléctrica que parece conectar con el universo entero. Es como si el tiempo se detuviera y el mundo exterior desapareciera, dejándonos a él y a mí atrapados en un momento de éxtasis puro, donde todo lo demás se desvanece ante la intensidad del beso.

Pude sentir la calidez de su aliento mezclándose con el mío, y cada pequeño detalle se vuelve intensamente vívido. El contacto de su piel en mi muñeca, el palpitar de mi corazón resonando en mis oídos y el latir del suyo, todo parecen converger en un momento de conexión única.

Andrew Miller me estaba besando....

Andrew Miller me está besando.

Después de separarnos del beso, una sensación de estar en las nubes me invade. No puedo creer que el sueño que había recreado en mi mente tantas veces se hubiera vuelto realidad. Fue un momento que superó todas mis expectativas, pero esa magia se desvaneció abruptamente al ver la expresión desconcertada en el rostro de Andrew. No comprendo por qué su reacción es así, y eso apago los fuegos artificiales que han estallado en mi interior.

—Yo... yo tengo que irme. —Su voz resuena, y comienza a caminar por la arena hasta llegar al estacionamiento donde está su auto.

Comienzo a caminar detrás de él. Un nudo se forma en mi garganta, llevándome a un torbellino de dudas. La confusión en el aire parece palpable mientras observo a Andrew alejarse. Mi mente corre a toda velocidad, tratando de encontrar una explicación a su abrupta partida. ¿Había sido un error besarle? ¿Acaso no compartía los mismos sentimientos? El nudo en mi garganta se aprieta con cada paso que él da, alejándose de mí.

Mi voz titubea finalmente logra romper el silencio que nos envuelve —Andrew, espera... —pero mis palabras se desvanecen en el aire, como un susurro que apenas logra alcanzar sus oídos.

Veo cómo se acomoda en su auto y el rugir del motor llena el espacio, mientras mi mundo parece derrumbarse con su partida. Trago con dificultad.

No, no, no puede dejarme aquí. Quizás, quizás...

—¡¡Andrew!!! —Grito mientras lo veo arrancar y alejarse.

—¡No puedes dejarme aquí! —vuelvo a exclamar, desesperada.

—¡Maldición! ¡Eres un maldito hijo de puta!— Grito.

Grito con todas mis fuerzas, consciente de que no me escucharía; ya me había abandonado en este lugar. Las lágrimas comienzan a surcar mis mejillas sin control. Saco mi celular del bolsillo trasero y llamo a Derek, no voy a llamar a mi hermano para que viniera a buscarme. No quiero tener que explicarle todo lo sucedido, me da vergüenza y temo su reacción.

—Contesta... por favor, contéstame —pido mientras mantengo el celular pegado a mi oreja.

Nada. Intento otra vez, esta vez marcando el número de Damián, buscando su nombre en mis contactos y llamándolo. Llevo el celular a mi oído mientras deambulo por el lugar. Después de dos tonos que parecieron una eternidad, responde.

—Hola, mi bella amiga ¿a qué se debe el placer de tú.....

No deje que termine de hablar —Por favor, ven a buscarme —dije, luchando contra las ganas de llorar.

—Estoy en camino —responde preocupado—. ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

—Te lo cuento cuando llegues, te enviaré mi ubicación por WhatsApp.

Corto la llamada y me siento en una roca, esperando a mi amigo. Odio a Andrew, lo odio por ser atractivo, por gustarme, por haberme besado y luego abandonado aquí.

Veinticinco minutos después, aparece el auto de Damian y él sale corriendo hacia donde yo estoy. Me mira y me abraza, y vuelvo a llorar en su hombro, sintiendo su mano acariciar mi espalda.

—¿Qué pasó?, ¿por qué estás aquí? —Preguntó preocupado.

—Vine aquí con Andrew....

Comienzo a contarle todo lo sucedido, desde que lo vi fuera de mi universidad.

—...Me besó y luego se marchó, dejándome aquí.

Damián me limpia las lágrimas con su pulgar.

—Espero no encontrarlo porque le pateare las bolas y le dejaré un bonito recuerdo de mi puño en su cara. Eso no se hace, lo matare. —expresó con enfado.

—Por favor, llévame a casa. No quiero quedarme aquí. Además, se llevó mis cosas y no quiero enfrentarlo para recuperar mi mochila.

Toma mi mano, me ayuda a levantarme de la roca donde me he sentado.

—No te preocupes por tus cosas. Derek y yo nos encargaremos de recuperarlas. No tienes que enfrentarlo. Es un tonto que no merece nada.

El camino de regreso a casa en silencio. El motor del auto de Damián zumba suavemente, y el paisaje va quedando atrás mientras la tarde comienza a teñirse de tonos dorados. Mi mente sigue procesando lo sucedido, y aunque el apoyo de Damián es reconfortante, no puedo evitar sentir un nudo en el estómago al recordar el beso y la repentina partida de Andrew.

Llegamos a mi casa y diviso a Andrew apoyado en su auto, con las manos en los bolsillos. Se gira hacia mí al escuchar el sonido de la puerta al cerrarse, avanzando rápidamente hacia donde me encuentro.

—Ainhoa, por favor, hablemos —imploró.

Damián, se baja y cierra la puerta de manera estruendosa y se aproxima a nosotros, empujando a Andrew.

—¿Quién te crees que eres para venir a empujarme? —gritó Andrew, enfurecido, devolviendo el empujón.

—Mucho más hombre que tú.

—¿No te metas en lo que no te llaman? —vuelve a empujarlo.

—Me meto porque Ainhoa es mi amiga y un idiota con aires de grandeza la dejó botada.

No deseo escuchar esa discusión...

—Damián, déjalo... no gastes palabras ni energía. Gracias por traerme. —Le dije sosteniéndolo del brazo.

Damián toma mi rostro en sus manos y lo eleva para que lo mire directamente a los ojos —¿Estarás bien?

Asiento con la cabeza y me besa en la frente. —Nos vemos el jueves con los chicos.

Damián se sube a su auto, pero no arranca, se queda esperando a que entre a mi casa, paso junto a Andrew ignorándolo.

—Hablemos, por favor. —Me suplica Andrew.

—No, Andrew, vete —pido mientras entro a mi casa.

Intento cerrar la puerta, pero el pie y el cuerpo de Andrew me lo impiden.

—Ainhoa, por favor.

—¡Vete! —digo con voz alta, pero no gritando.

—Hablemos.

—No. Vete antes que llegue mi papá.

—No me importa, quiero hablar contigo.

—¡¿No te importa?! Y ¿qué le dirás a tu jefe? —mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas —¡Roger, estoy aquí porque necesito hablar con su hija, le fui infiel a mi novia con ella y luego me arrepentí dejándola sola en el lugar!

—Ainhoa... yo de verdad lo siento. No... yo me equivoqué.

—¿Con qué te equivocaste? ¿Con besarme? ¿Con engañar a tu novia o dejarme sola allí? —chillo, mi enojo es palpable y solo quiero que se vaya y poder refugiarme en mi habitación para llorar.

Andrew no contestó y me queda mirando. Siento el nudo en mi garganta y los ojos llenos de lágrimas, trago con fuerza y respiro hondo.

—Vete —hablo con firmeza y cierro la puerta con un portazo que hizo vibrar todos los vidrios.

Me apoyo en la puerta, tratando de contener mi tristeza. ¿Cómo había permitido que la atracción que sentía por él me hiciera olvidar que tenía novia?

—Ainhoa, ¿qué fue ese ruido? —preguntó mamá, saliendo de la sala asustada.

—¡Demonios! No sabía que ella estaba aquí—, susurro para mí misma.

—Cariño, ¿estás bien? —preguntó preocupada acercándose a mí.

Una madre siempre sabe cuando su hijo está triste, a pesar de los intentos por ocultarlo. Ella me abraza y no digo nada, sé que si hablo, las lágrimas caerán y no quiero explicar nada.

—Los escuché, Ainhoa —dijo acariciando mi cabello mientras me abraza. —¿Qué pasó entre tú y Andrew?

Me separo de su abrazo, sorprendida. Claro, cómo no iba a escuchar si prácticamente grité todo, hasta los vecinos se enteraron.

—Lo escuchaste y no quiero volver a decirlo —dije en un susurro.

Mi madre asiente, —ve a tu habitación, te llevaré un té para que calmes. —dice besando mi frente.

Asiento con tristeza y subo a mi habitación, conecto mis auriculares y me hago un ovillo en mi cama. 

𓃭

Holaaa!!!

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

Fin mini-maraton.

¿Qué les parece el capítulo?

Se besaroooon!!!!  

¿Qué piensan de la reacción de Andrew?

¿Qué les gustaría que suceda en los próximos capítulos?

No olviden dejar su voto o un comentario.

Gracias por leer, un abrazo 🧡

Actualizaciones: Lunes - Jueves y Sábado por medio


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