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CAPÍTULO 1

Narra Ainhoa.

Estoy recostada en el suave sillón de la sala, completamente absorta en las páginas de mi libro favorito, cuando escucho la puerta principal abrirse, acompañada de dos voces. Una de ellas, la de mi padre, pero la segunda voz es desconocida, una voz grave y ronca que inmediatamente capta mi atención.

—Siéntete como en tu casa —le dice mi padre con cordialidad —. La segunda puerta por el pasillo es el baño y la siguiente es mi oficina.

La respuesta del joven fue educada y respetuosa, llenando el ambiente con una sensación de agradecimiento.

—Gracias nuevamente, señor Campbell. Para mí es un orgullo aprender del mejor.

Mi padre, siempre amable —Andrew, llámame Roger por favor. Por lo general, la casa siempre está vacía y por eso vengo a trabajar aquí cuando necesito paz y tranquilidad. —Mi esposa vive en el hospital —dice con un tono de orgullo—, y mis hijos por lo general están fuera de casa durante la semana y llegan tarde, quizás te encuentres con Ainhoa de vez en cuando que es quien pasa más tiempo en casa...

—Hola papá —interrumpo suavemente, acercándome a donde están conversando.

Al llegar al recibidor donde se encuentran, me quedo impresionada. El chico es, sin lugar a dudas, un hombre muy guapo. Alto, con una sonrisa radiante que ilumina la habitación, sus ojos café parecen esconder mil historias. Su mandíbula perfectamente marcada y su nariz recta le dan un aire imponente.

Fue esculpido por los dioses griegos. Pensé

1.80 metros de pura perfección.

El cabello corto de color café oscuro, como el más delicioso chocolate, enmarca su rostro varonil y atlético. Noto que hace deporte, sus músculos resaltan bajo la camisa negra que trae puesta.

Lo miro de pies a cabeza descaradamente y cuando llego a sus ojos nuestras miradas se cruzan. Mi boca se seca, el corazón me comienza a latir con fuerza y mi cuerpo se estremece ante aquellos mirada tan intensa de aquellos ojos café.

—Ainhoa, cariño, te presento a Andrew. Es el joven que ocupará el puesto de la pasantía —anuncia mi padre con una sonrisa de orgullo palmeando su hombro derecho.

—Ho-hola, Andrew, un placer conocerte —titubeo mientras lo saludo agarrando mi libro con fuerza.

Normalmente no suelo ponerme nerviosa cuando estoy enfrente de chicos. Mi grupo de amigos más cercano se compone de tres hombres y tres mujeres, incluyéndome. Estoy acostumbrada a estar rodeada por más hombres que mujeres, no solo en la universidad sino también en casa, ya que mis hermanos suelen venir con sus amigos a estudiar, jugar videojuegos o simplemente a pasar el rato en casa.

—Hola, Ainhoa —Pronuncia mi nombre enmarcando cada sílaba entre sus labios, provocando que mi cuerpo se estremeciera.

No sé si fue su tono seductor o la forma en que pronunció mi nombre con erotismo, pero sentí una chispa de electricidad recorrer mi cuerpo.

Trato de mantener la calma y centrarme en la conversación, pero sus ojos siguen atrapándome. Es como si pudiera leer mis pensamientos con solo mirarme, aunque sea algo imposible. Aprieto los labios y desvío la mirada hacia mi padre, intentando ocultar el leve rubor que se ha apoderado de mis mejillas.

—Estaremos en mi despacho—. Anuncia mi padre.

Asiento levemente mientras veo como mi padre camina hacia su despacho seguido de Andrew, quien antes de ponerse en marcha me guiña un ojo lo que me hace tragar con fuerza.

Subo a mi habitación e intento concentrarme en mis apuntes, pero me es imposible, la voz de Andrew resuena en mi memoria repitiendo mi nombre, una y otra vez.

—Necesito salir de aquí —murmuro para mí misma, incapaz de mantener la cabeza fría.

Guardo mi Mac y mis apuntes en mi mochila y me apresuro a bajar por las escaleras. Al llegar al despacho de mi padre, escucho sus voces provenientes del interior. Dudo un momento antes de atreverme a acercarme.

Puedo enviarle un WhatsApp's avisando que saldré. Pienso, y rápidamente niego con la cabeza.

No puedo enviarle un WhatsApp's si estamos en la misma casa.

Mi cuerpo está actuando solo y se siente atraído por aquella voz seductora que proviene desde el despacho de mi padre y comienzo a acercarme de manera involuntaria.

La puerta está levemente abierta. Tomo la manilla y la empujo suavemente para dejar ver la mitad de mi cuerpo.

—Papá, saldré a estudiar a la biblioteca con Margot —aviso, sin soltar la manilla de la puerta y esperando que mi voz no delate la ligera inquietud que siento.

Sin querer y de manera involuntaria miro a Andrew quien al escuchar mi voz levanta la vista de los documentos que está leyendo y me queda mirando de tal forma que siento un ligero temblor en mis piernas. Aprieto con más fuerza la manilla de la puerta para no caerme.

—Claro, cariño —responde mi padre sin levantar la vista de lo que está haciendo.

Tratando de ocultar mi turbación, me alejo del lugar lo más rápido posible. Afuera, el aire fresco de la tarde acaricia mi rostro y me ayuda a recobrar el aliento. ¿Qué está sucediendo conmigo?

𓃭

—¿Hace cuánto que no tienes sexo? —me pregunta Margot en un susurro travieso.

—Ay, gracias por recordarme mi inexistente vida sexual —le respondo, rodando los ojos en un gesto cómico.

A pesar de ser una joven bastante sociable y que sabe hacer amigos con facilidad, me encuentro soltera no por falta de algún pretendiente sino porque me siento bien con mi soltería, de vez en cuando echo sus polvos en alguna fiesta pero tampoco es algo común en mi.

—Quizás ese tipo no te atrae, solamente estás necesitada de un buen remezón —interviene Rafael, tratando de ahogar su risa.

Nos encontramos en una de las mesas más apartadas de la biblioteca, asegurándonos de que nadie más pueda escuchar nuestra animada conversación. Había compartido con mis amigos el encuentro con Andrew, y ellos no pierden oportunidad de bromear al respecto. Solo espero que las constantes apariciones de Andrew no se vuelvan demasiado frecuentes y complicadas de manejar.

Mi padre, por lo general, no suele llevar trabajo a casa. Prefiere quedarse hasta tarde en el bufete y luego llegar a casa para compartir tiempo con su familia, pero las veces que si lleva trabajo, es cuando quiere tranquilidad. Sin embargo, aquella situación con Andrew está cambiando las cosas. Papá se muestra más abierto a enseñar sus conocimientos y su forma de ver los casos que me lleva a la conclusión que ambos pasaran mucho tiempo juntos, y por ende cuando mi padre decida llevar trabajo a casa ya sea por algún caso importante o simplemente quiera trabajar en su casa.... Adivinen quien también estará recorriendo mi hogar.

Si.

Andrew.

Margot al igual que yo se encuentra cursando primer año de arquitectura, en cambio Rafael que a pesar de no ser compañero nuestro es muy buen amigo. A Rafael lo conocimos en la fiesta de bienvenida que hizo una de las fraternidades.

En las fiestas posteriores fuimos conociendo a nuestros otros amigos. Camille, quien estudia enfermería y va en su segundo año, Derek, entusiasta de las ciencias políticas, es el intelectual del grupo, pero también el más alocado en las salidas nocturnas. Y luego está Damian, el piloto de aviones en formación, cuyo espíritu aventurero nos contagia a todos.

Derek y Damian, con sus veintiún años, son los mayores del grupo, mientras que Margot y yo somos las más jóvenes, con diecinueve años. Pero la edad no importa, pues nos complementamos perfectamente.

—Tendrás que echar algún polvo en la fiesta del viernes —. Dice Derek quien se ha unido a nosotros hace unos veinte minutos y le cuento lo sucedido en mi casa.

—¿Con el perro del dueño?— Respondo poniendo los ojos en blanco.

Rafael ríe y se encoge de hombros.

—Bueno si te gusta ese tipo de sexo extraño es cosa tuya.

—Pretendientes no te faltan Ainhoa, lo sabes perfectamente.

—Si lo sé Margot... ya veremos en la fiesta.

Estuvimos conversando unos quince minutos más, veo la hora en mi celular y ya está siendo hora de volver, quizás Andrew ya se habrá ido, «eso espero». En eso mi celular comienza a sonar iluminado la pantalla con el nombre de Mark.

Contesto rápidamente. —Hola.

—Enana, ¿estás en la universidad?

—Hola hermanita hermosa, yo estoy bien y ¿tú?— respondo con ironía.

Mark comienza a reír —¿Sí o no?

—Qué si, pero ya me voy a casa.

Mientras hablo con mi hermano vamos los cuatro caminando hacia la salida de la universidad.

—Te paso a buscar, estoy cerca.

—Gracias por preocuparte por mi.

—No te acostumbres, solo porque está apunto de llover. Espérame en la entrada, estaré en cinco allí.

Al llegar a la cocina continuo escuchando las mismas voces de las dos personas que están en casa cuando salí. Para mi suerte Andrew sigue en casa.

«¿Cuándo es tu día de suerte cariño?». Me habla mi conciencia.

Gracias conciencia, por siempre estar ahí y recordarme que la suerte para mi no existe.

—¿Con quién está papá? —preguntó Mark dejando las llaves en el porta llaves.

—Es el nuevo pasante del bufete, ¿recuerdas que hace unas semanas atrás contó que iba a abrir una pasantía en el bufete para estudiantes de cuarto año de derecho?

Mark asiente con la cabeza y continuo hablando mientras nos dirigimos a la cocina.

—Bueno, se llama Andrew y hoy vino con él a trabajar a casa. —Respondo alcanzando un vaso del estante para servirme un poco de agua.

—Pobre... si supiera que en el bufete no se descansa ni para las navidades. —Dice divertido.

Río —Pronto sabrá en lo que se metió.

Me siento en el taburete con mi vaso de agua mientras Mark calienta dos trozos de pizza para nosotros.

Las voces de mi padre y Andrew se escuchan más cerca y en menos de dos minutos ambos se asoman por la cocina.

—Hola —Saludo Mark a ambos. —Soy Mark.

—Hola Mark soy Andrew.

Ellos se quedan conversando y yo aprovecho de escabullirme directo a mi habitación.

𓃭

Los siguientes tres días, (hoy es jueves), no fueron muy distintos a los anteriores.

Apago la alarma del despertador y me levanto arrastrando los pies al baño a darme una ducha. Necesito despertar y despejar mi mente llevo dos noches soñando con Andrew y no, no era sueños suaves y tiernos de color rosa. Eran sexys, rudos, candentes y muy húmedos, tanto así que anoche tuve que levantarme e ir al baño a refrescarme.

Salgo de mi habitación y cruzando el pasillo con dirección al baño, llevo mi mano a la manilla y está cerrada.

Bufo, me dejo caer sentándome en el piso apoyando mi cabeza en la pared. Veo salir a Nathan de su habitación refregándose los ojos y el pelo todo despeinado.

—Buenos días hermanita —Dice en medio de un bostezo.

—Buenos días hermanito, ¿cómo dormiste?

Nuevamente Nate bosteza, contagiándome el bostezo —Me quedé hasta tarde estudiando, y ahora no tengo energía para sobrevivir el día, ni lo que queda de la semana. ¿Y tú?

Me encojo de hombros, realmente no dormí casi nada —He dormido mejor.

—¿Sabes cuanto lleva el idiota en el baño?

Niego con la cabeza —No, no sé. Creo que llevo aquí unos ocho minutos esperando el baño.

Nate comienza a golpear la puerta —¡Mark puedes apurarte, nosotros también queremos ocupar el baño!

Sin respuesta.

—¡Te puedes apurar! ¡Te recuerdo que tienes dos hermanos más que necesitan ocupar el baño! —Nathan golpea la puerta más fuerte.

Papá sale de su habitación perfectamente vestido. Mi padre es un hombre muy guapo, unos bellos ojos color miel, un cuerpo bien trabajado, va tres veces a la semana al gimnasio, una barba bien cuidada y un cerebro que da para admirar.

—¿Se puede saber por qué tanto escándalo tan temprano por la mañana? —Preguntó seriamente.

Nathan que ya no daba más del enojo —Porque tú hijito no quiere salir del baño —miró la hora de su celular —y por su culpa llegare tarde a clases y Ainhoa se está durmiendo ahí sentada.

—Ocupen el baño de abajo, por eso tienen dos baños perfectamente equipados. —Dice en tono obvio.

—Pero aquí están todos mis productos del baño. —añado.

Mi papá nos mira —pueden tener lo mismo en ambos baños y así se ahorran este escándalo tan temprano. —termina con un tono serio y baja a desayunar.

—Habló el abogado Campbell —dice Nate con ironía y yo río.

Después de estar veinte minutos esperando, la puerta se abre y sale Mark.

—Estuviste veinte minutos en el baño y saliste igual.

—Estuviste veinte minutos en el baño y saliste igual. —Dice Mark imitándome.

Me quedo discutiendo con Mark y Nate aprovecha mi descuido para ocupar el el baño.

—¡Nathaaaaan! —grito enojada —Es mi turno de ocupar el baño, yo llegue primero

—Muy lenta Ainhoa —Grito desde adentro.

Mark comienza a reír y le doy un puñetazo.

—Al menos déjame sacar mis cosas para ir al baño de abajo. —Pido golpeando la puerta.

Escucho el sonido de la ducha y sé que no podré sacar mis productos del baño para ducharme en el otro baño y lo mejor que puedo hacer en estos momentos es bajar a desayunar y rezar para no llegar tarde a clases.

—¿Mala noche? —preguntó Mark burlándose cuando me ve entrar a la cocina.

Lo miro con cara de desagrado.

—¿Aún no te arreglas Ainhoa?, llegarás tarde. —Habla mi mamá.

Como si no lo supiera. —Tus hijos... tus hijos no me dejan entrar a arreglarme.

—¿Por qué no ocupas el baño de aquí abajo? —preguntó mi madre sirviendo café.

Intento no rodar los ojos mientras me siento al lado de mi padre con mi taza de café —Eso iba a hacer pero Nathan no me dejo sacar mis productos para ducharme en otro baño.

Mientras desayuno reviso mentalmente todo lo que tengo que hacer hoy, las clases y el informe que debemos terminar con Margot para el día de mañana.

Gracias a la amabilidad de mi padre no llegué tarde a mis clases, me esperó mientras me duchaba y arreglaba. Bueno me dio solo veinte minutos para estar lista, si me demoraba más se iría.

𓃭

Holaaa!!!

Espero que les este gustando la historia, tanto como a mi me gusta escribirla.

¿Qué les parece el capítulo?

No olviden dejar su voto o un comentario.

Se los agradeceria muchísimo 🫶🏻

Gracias por leer, un abrazo 🧡

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