Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Destino Sellado

Recorrí las calles tratando de huir de él y de la compulsión que ejercía sobre mí.

En la inmensidad de la noche sólo se oía el rugido de mi motocicleta. La luna señalaba mi camino, no obstante, sentía que estaba sumergiéndome en un vortix de oscuridad. Mi cabello era sacudido por el viento, cuyas ráfagas heladas atravesaban mi fina cazadora de cuero. Tuve que detenerme de manera inesperada al percatarme que me había quedado sin gasolina. Había huido despavorida y no había pensado en recargar el tanque. Descendí de la Harley y en un intento de descargar mi furia propiné una patada a un neumático, causando solamente hacerme daño. Pero para mi desgracia ya no sentía dolor, mi piel se regeneraba con facilidad gracias al veneno que él había inyectado en mis venas.

Yo, Melania Trudence, ya no era humana. Me había convertido en un chupasangre.

Caminé varias calles hasta dar con la estación del metro, deteniéndome cada tanto ante la paranoia de sentir a alguien siguiéndome. Apreté entre los dedos la correa del escaso equipaje que había conseguido tomar y me dejé caer en una de las butacas de la estación. Mis pensamientos se perdían entre los murmullos de la gente y me sentía enloquecer ante esos poderes recién adquiridos. Permití que el cansancio me venciera, entregándome al placer de apagar mi mente.

Abrí los ojos en un estado de somnolencia y noté que ya no estaba recostada en los incómodos asientos. Unas firmes manos me sostenían y una fragancia que ya me era conocida, me envolvía.

Moví mi cabeza solo unos centímetros, encontrándome con la vista aérea de la ciudad de New York en pleno amanecer. Comencé a retorcerme ante el pensamiento del sol acariciando mi ahora pálida piel, pero la ya conocida compulsión impidió que continuara con mis movimientos espasmódicos. Antes de que la ciudad despertara a un nuevo día, me encontré sumergida en el interior de una enorme y conocida casa victoriana. Las puertas y ventanas se cerraron de manera automática tras nosotros y mis pies golpearon el frío piso, sacándome de ese estado de ingravidez.

-Te dije que no huyeras. Te advertí qué pasaría si te alejabas de mi ¿Acaso quieres morir? -la helada voz de Dominic me trajo a la realidad.

Me mantuve mirando mis pies, incapaz de enfrentar esos ojos acerados. Dominic L'Grant era mi creador, el vampiro que me había convertido tras encontrarme casi desangrándome en un oscuro callejón. No le agradecía que me hubiera rescatado de la inevitable muerte, siempre había sido una persona muy creyente y que él me hubiese convertido en un caminante nocturno era una maldición. Pero no podía evitar sentir esa atracción que me ataba a él, que me llevaba a desear besarlo y saborear su sangre en un frenesí interminable de pura agonía.

-¡Mírame cuando te hablo! -exclamó alzando mi barbilla con sus manos.

Lo miré a esos fríos ojos azules y sentí mi piel estremecerse ante su tacto. Antes de que pudiera reaccionar, su boca estaba saqueando la mía. Dominic estaba deleitándose con mis labios y cuando sus colmillos emergieron, la sangre brotó y comenzó alimentarse al ritmo en que me besaba. Recorrió mis labios con su lengua, sin dejar de succionar nuestro elixir de vida, provocando que yo saboreara mi propia sangre.

Así como me atacó, se alejó manteniéndose a un suspiro de distancia. Nuestros pechos subían y bajaban con rapidez, sus ojos se habían convertido de azulados a un rojo furioso, como una prueba física de la pasión que sentía. Parpadeé varias veces y dejé escapar el suspiro que estaba conteniendo. Él mostró sus colmillos y apoyó su frente contra la mía.

-¿No entiendes que sin mí no eres nada? -masculló al tiempo que me tomaba en sus brazos nuevamente.

Intenté hacer acopio de toda mi fuerza para resistir a la atracción que su cuerpo ejercía sobre mí, pero me fue imposible. Era mi creador, mi amante y mentor. Comenzaba a sentir mis propios colmillos asomarse en mi boca, ansiando el contacto con su piel, su poderosa sangre. Con la velocidad que solo un vampiro podía poseer, nos condujo hacia el dormitorio, depositándome en la cama como si yo fuese una simple muñeca sin peso.

-¿Qué... qué vas hacerme? -inquirí reaccionando ante su mirada depredadora.

-La pregunta, mi querida Melania es ¿qué no voy hacerte? -sonrió de lado, mientras comenzaba a quitarse lentamente la camisa.

Mis ojos seguían cada movimiento de sus largos dedos, mi corazón golpeteaba de manera descontrolada y mi cuerpo ardía por su toque. Dominic continuó despojándose de su ropa, ante mi atenta mirada. La habitación estaba en penumbras, pero gracias a nuestros agudos sentidos podíamos vernos con claridad.

Se detuvo a los pies de la cama, mientras barría mi cuerpo con sus ojos. De improvisto tomó mis pies y me arrastró hasta dejarme sentada al borde del colchón. Sus manos desgarraron mi camiseta, esparciendo los pedazos de tela por la habitación. Sus uñas rasgaron mi piel, produciendo que un hilo de sangre descendiera por mi pecho. Gemí cuando sentí su lengua probar nuevamente mi liquido vital, era un acto tan erótico que provocó que mis ojos revolotearan.

Un poderoso gruñido escapó de su garganta y sus movimientos se volvieron desesperados. Destrozó mis pantalones, llevándose con ellos mis bragas. Mis brazos actuaron dirigidos por la lujuria del momento y acabaron la tarea de despojarlo de su ropa. De un momento a otro sentí su cuerpo sobre el mío, sus manos recorriendo mi piel, su boca acercándose peligrosamente a mi cuello. Suspiré hondo y ladeé mi cabeza, dándole el permiso implícito de beber de mi yugular.

En el mismo momento en que sus colmillos se hundieron en mi cuello, sentí su miembro empujarse por entre mis húmedos pliegues. El frenesí de sentirlo dentro de mí, mientras se alimentaba era algo que jamás había experimentado. Comenzó a moverse de manera desesperada, reforzando sus envites, mientras su cadera golpeaba en la mía. Lo sentí endurecerse, mientras me permitía disfrutar del éxtasis que la situación me provocaba.

-Eres exquisita -jadeó contra mi cuello.

-¡Oh, Dios mío! No te detengas...

-Dios no está follándote, Melania -levantó mi barbilla, al mismo tiempo que se impulsaba con una fuerza sobrehumana en mi interior -. Mírame y di mi nombre.

Negué con la cabeza, incapaz de pronunciar palabra alguna. Su miembro estaba haciendo estragos en mi cuerpo, mientras mi lubricado interior lo acogía. Él volvió a rugir que lo nombrara y se incorporó sobre sus rodillas, llevándome consigo, de manera que estaba sentada por encima de sus piernas. La nueva posición permitía una mejor profundidad y mi cuerpo comenzó a convulsionarse.

-¡Dominic! -jadeé cuando sentí que el orgasmo comenzaba a florecer.

-Sí, me encanta poseerte, follarte y sentirte apretándome...

Mis colmillos renacieron y picaban por hundirse en su piel. Dominic gruñó cuando mecí mis caderas y pude ver que sus ojos estaban completamente rojos, cegados de lujuria y de su propia naturaleza monstruosa. Sin meditarlo dos veces, desgarré su piel, encontrando la vena que me proporcionaba el alimento que nos enloquecía. Su sangre era de un potente sabor dulce y sentirla recorrer mi garganta provocó que el orgasmo acabará de construirse. Estallé y mis ojos se cerraron, mientras el delicioso líquido entraba en mí, de la misma manera en que su virilidad estaba penetrándome.

-¡Demonios! Estás apretándome como un puño hirviendo... no puedo aguantarlo -gimió e imitó mi acción, volviendo a apoderarse de mi cuello.

Estábamos sumergidos en un espiral de deseo, nuestros cuerpos se fusionaban en uno y sin darnos cuenta, comenzamos a levitar. Dejé caer mi cabeza hacia atrás, mientras las réplicas del orgasmo acababan por consumirme, sintiéndolo tensarse debajo de mi. Gruñó palabras ininteligibles y pude sentir su caliente liberación desparramarse en mi interior.

Lentamente descendimos, dejándonos caer en la suavidad de las sábanas. Su cuerpo se enredó junto al mío, en un acto tan romántico que no parecía provenir de dos demonios. Me acunó entre sus brazos, permitiéndome descansar sobre él. Su brazo tatuado con un extraño dibujo rodeó mi cabeza, mientras su respiración apenas agitada, jugueteaba con mi cabello. El sueño diurno se apoderó de nosotros, provocando que cayéramos en un estado de completa somnolencia.

Cuando desperté, Dominic no estaba a mi lado. En los pies de la cama, yacía un vestido rojo. Cubrí mi desnudez con la sabana, sintiéndome aún incomoda con mi cuerpo. No acababa de acostumbrarme a la perfección que el ser vampiro generaba en mí, si bien mi piel era pálida, todas mis curvas se habían magnificado. Había sido engendrada en esta nueva vida para ser un arma letal, mi cuerpo era la tentación y nadie podía resistirse.

Me vestí lentamente, permitiendo sentir la seda del vestido deslizarse por mi piel. Di unos pasos hacia la ventana y contemplé la noche. El cielo parecía infinito, pero aún en su penumbra se hallaba acompañado por la luna. Respiré hondo varias veces y agudicé mi oído, tratando de localizar a Dominic. Lo oí deambular en el salón y me apresuré en ir a su encuentro. Solo vestía un pantalón que colgaba de su cadera, dejando al descubierto la Ve que rodeaba su cintura.

-Estas aquí -murmuró sin darse vuelta para verme.

-¿Qué quieres de mi, Dominic?

Giró para mirarme sobre su hombro y me tendió la mano. Estreché nuestros dedos y con la súper velocidad que nos caracterizaba, nos llevó hacia el borde del acantilado que rodeaba la casa. Me tomó entre sus brazos, manteniendo mi cuerpo apresado, mientras la luna resplandecía a mi espalda. Su boca se apoderó de la mía y sus caderas se adelantaron para demostrarme su creciente excitación. Hizo a un lado mi largo cabello rubio y dejó un beso en la herida, ya cerrada, que habían dejado sus dientes.

-Lo quiero todo -susurró -. Quiero poseerte en mi cama y fuera de ella. Que te entregues a tus demonios, que me permitas compartir mi eternidad contigo.

-Dominic, esta vida no es la que yo quería...

-Lo será. En el momento en que te vi supe que tenías que ser mía, no voy a perderte.

Jadeé cuando levantó mis piernas, enroscándolas en su cintura. Mientras una guerra se llevaba a cabo entre mi corazón y mi cerebro. Había escapado de la situación, no de él. Y tenía la certeza de qué por más que me permitiera alejarme, no podría permanecer en esta vida eterna si no era a su lado. No me permitió darle un segundo pensamiento al momento, cuando se sumergió en mi interior de manera impaciente, taladrándome con su erección.

-Esto, Melania. Esta unión es la única que importa -embistió hacia arriba, empujándose con fuerza entre mi caliente centro -. En el preciso instante que te alimentaste de mí y yo bebí de ti, mientras nuestros cuerpos se volvían uno, sellamos nuestro destino. Eres mía... sólo mía, mi vampiresa.

-¡Dominic! -grité al sentir que la velocidad de sus penetraciones aumentaba -. Me tienes, seré tuya... soy tuya -gemí cuando su vampiro interior poseyó mi cuerpo una vez más.

Una densa bruma nos rodeó, provocando que concentrara mis sentidos en lo que estaba experimentando. Entonces comprendí el significado de sus palabras. El frenesí sexual de la copulación de nuestros cuerpos, habían acabado de cerrar el círculo, mi sangre corría por sus venas y su sangre las mías. Éramos uno, y el sexo salvaje había sido el detonante de esta unión.


Una nueva vida había comenzado, mi vida como vampiro. Lo curioso era que en esta vida de demonio, tenía lo que no había logrado conseguir en mis veintitrés años mortales.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro