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Yoongi despidió alegremente a la última de sus estudiantes, una pequeña de cuatro años muy bonita y tierna que vivía con su abuelita, para luego cerrar las puertas del jardín e ir al interior con sus compañeros. El resto de los docentes y asistentes estaban terminando de ordenar las sillas y materiales, dejando todo listo para el siguiente día.
-La señora Choi acaba de retirar a Hani. -avisó sacándose el delantal de trabajo.
-Gracias, Yoongi-ssi -dijo una de las profesoras con una sonrisa dulce- . No sé qué haríamos sin ti. Calmar a esa pequeña cuando solo quedaba ella era imposible hasta que llegaste. -El omega le sonrió avergonzado.
Hani era una de sus estudiantes favoritas, junto a dos mellizos de cinco años y a un bebé de seis meses, el cual iba a ver a menudo a la sala de al lado.
El jardín contaba con diversos espacios acondicionados de acuerdo a las necesidades y edades de los niños, dividiéndose en dos partes, una para los cachorros más pequeños de seis meses a un año, denominada ala pingüino, y la otra, desde los dos hasta los seis años, conocida como el ala osito polar. Era en esta en donde trabajaba Yoongi, aunque de vez en cuando y dependiendo de cuanto trabajo hubiera, iba a darle un vistazo a los pingüinitos, teniendo la precaución de no dejar su aroma en ninguno, sabiendo que las madres o padres omegas eran recelosos ante un olor desconocido en sus pequeños, de hecho, esa ala era únicamente custodiada por betas.
-Excelente trabajo el de hoy -Los felicitó un alfa apareciendo de la nada por la puerta. Los trabajadores le agradecieron con una venia-. ¿Qué dicen si vamos a celebrar este fin de mes a un restaurante?
-¿Su esposa ya lo perdonó por no haber encontrado sandía la noche pasada? -le preguntó una mujer en un tono bromista, provocando risas en los presentes. El hombre era muy simpático y amable con todos, así que solían bromear con él a menudo, más entonces que su esposa estaba embarazada de su segundo cachorro y él debía soportar sus antojos y cambios de humor constantes.
-Por suerte. Tuve que dormir dos noches con el perro, pero ya me permitió volver -contestó exagerando su sufrimiento con gestos divertidos-. ¿Qué dicen? ¿Vienen?
La mayoría de los docentes y asistentes dio un asentimiento, otros se negaron tras agradecer, excusándose con otros compromisos para esa noche. Yoongi también se negó.
-Oh, vamos, Yoongi-ssi. Casi nunca nos acompañas. -Se quejó uno de sus compañeros omegas.
-Lo sé. Lo siento. Es que estoy algo cansado y quiero ir a dormir a casa.
-Últimamente te agotas rápido. -comentó la mujer de antes sin malas intenciones, preocupándose por él.
-Sí, no sé porqué. Pero de seguro pasará rápido -les aseguró tratando de calmarlos. Recogió su bolso de uno de los casilleros, preparándose para irse-. Tengan una buena noche.
Hizo una pequeña venia escuchando las despedidas de sus colegas, caminando a la salida.
-¡Yoongi! -Un grito lo detuvo justo después de cruzar la puerta externa. Miró a su jefe, algo confuso.
-¿Sucede algo, señor Lee?
-Solo quería decirte que si te sientes estresado o algo y quieres tomarte unos días, no hay problema. Sé que cuidar de un niño es difícil, no me imagino hacer lo mismo con diez o quince.
-Oh. No se preocupe. No creo que sea estrés. La semana pasada nos mudamos de casa con mi alfa y hemos estado como locos ordenando todo, probablemente por eso es que estoy así.
-Entiendo. De todas maneras, insisto, si te sientes mal, eres libre de pedir un tiempo y descansar. Para cuidar de otros, debemos cuidar de nosotros primero. -le aseguró sonriente.
-Lo haré. Gracias.
Llegó a casa con los párpados pesándole de sueño y el estómago gruñendo en señal de protesta por no haber llevado nada para comer luego del almuerzo. Entró notando el tenue aroma de Hoseok en el ambiente, logrando que puchereara al recordar que tenía turno de noche en la clínica, por lo que estaría solo el resto del día.
Lo primero que hizo tras lanzar su bolso por ahí, fue ir hasta la cocina y hurgar el refrigerador en busca de comida, como siempre, el alfa le había dejado una porción lista para calentar junto con una notita de ánimo y un dibujo de un beso. Sonrió sin poder evitarlo, él hacía lo mismo cuando le tocaba turno en la mañana, preparándole el almuerzo y una colación para cuando le diera hambre.
Colocó la comida en el microondas, sin ánimos para traspasarla a un plato y tener que limpiarlo junto al potiche en donde estaba. Mientras se calentaba, vertió un poco de jugo en un vaso, frunciendo el ceño cuando a pesar de que sabía bien no le gustó del todo. Chasqueó la lengua, tirándolo al lavaplatos justo cuando el pitido del microondas sonó, anunciándole que su comida estaba lista, sin embargo, apenas abrió la puerta, el aroma del kimchi lo golpeó de lleno y su estómago se revolvió asqueado.
Huyó al baño sintiendo arcadas y tan pronto se arrodilló en la taza del sanitario, vomitó todo el contenido de su estómago. Reflejo tras reflejo, se deshizo hasta del almuerzo del día, percibiendo un desagradable dolor en su garganta cuando incluso algo de bilis salió de su interior. Gimoteó adolorido y cansado, sin fuerzas para levantarse.
Quiso llamar a su alfa, pero se contuvo. Hoseok estaba en constante estrés al estar en el ala de urgencias y a pesar de haber hecho los papeles para que lo trasladaran a otra sección, todavía faltaba que los firmara su supervisor, que se encontraba de vacaciones durante esos meses. Si le decía que se sentía mal, era seguro que regresaría a casa a revisarlo de pies a cabeza y, honestamente, el alfa era un excelente enfermero en la clínica, amable, atento y muy calmado sin importar la circunstancia, todo para darle lo mejor de sí a sus pacientes, pero cuando se trataba de YoonGi, olvidaba hasta cómo colocar una curita.
El omega dio un suspiro, cansado, bajó la tapa del sanitario y tiró la cadena, para después apoyarse en este y con algo de esfuerzo, se levantó. Ni siquiera quiso mirar su reflejo en el espejo del lavamanos, completamente seguro de que se veía horrible tras vomitar como condenado, así que hizo un par de enjuagues con agua y se fue a la cama.
Su estómago todavía gruñía hambriento, decidió ignorarlo y tratar de dormir, no quería volver a la cocina y sentir ese horrible aroma de nuevo. Quizás, a la mañana siguiente, se sentiría mejor y podría comer algo.
Hoseok llegó a casa pasadas las nueve de la mañana, algo adolorido por el esfuerzo hecho la noche anterior, donde llegaron un par de pacientes furiosos tras agarrarse a puñetazos en un bar, terminando uno con varios clavos enterrados en el brazo y otro con la pierna rota. Tuvieron que colocarlos en habitaciones separadas, ya que apenas se veían, trataban de pelearse otra vez y fue exactamente en uno de esos encuentros, donde recibió una patada en la espalda de la que se quejaba en ese momento.
Tiró su bolso por ahí, sin percatarse que cayó al lado del que le pertenecía a YoonGi. Caminó hacia la cocina, queriendo comer algo antes de irse a dormir y tomó una manzana del frutero, que estaba del lado opuesto del refrigerador, para después ir hacia su cuarto, esta vez, sin notar el kimchi que seguía en el microondas.
Alcanzó a darle un par de mordiscos a la fruta antes de quedarse quieto y observar el semblante tranquilo del omega en la cama. Su lobo y él dieron un suspiro ante lo bonito que era. Esbozó una sonrisa tierna, dejó la manzana sobre el mueble del televisor y tras quitarse la chaqueta, se acostó de costado, abrazando a YoonGi por la espalda. El omega se acomodó de manera instintiva contra él y poco después, Hoseok cayó profundamente dormido, sin darse cuenta, que tanto sus manos como las de YoonGi estaban sobre su vientre.
Después de varias horas de sueño, fue el hambre lo que obligó al alfa a despertarse. Abrió los ojos, percatándose de que su pareja seguía dormido a su lado, no se sorprendió, YoonGi amaba dormir. Miró la hora en el reloj en un mueble, notando que eran más de las dos de la tarde y esta vez, frunció el ceño, YoonGi amaba dormir, pero también comer, y le resultaba extraño que no se hubiera despertado antes para ir por algo.
Su lobo se removió inquieto, animándolo a levantarse e ir a preparar una buena comida. Hoseok ya lo había pensado, es solo que quedarse acostadito con el omega y abrazarlo era una opción sumamente tentadora. Finalmente, salió de la cama, estirándose con flojera. Dio un suspiro y tras besar la mejilla del mayor, dejó el cuarto, yendo a la cocina.
Yoongi olfateó entre sueños un delicioso aroma que lo despertó lentamente de su larga y reparadora siesta. Frotó sus ojos con pereza, percatándose de los ruidos provenientes del exterior, su omega aulló y ambos recibieron una respuesta en su cabeza. Su alfa estaba en casa.
Salió de la habitación aún medio dormido, caminando descalzo por el lugar. Hoseok preparaba una ensalada de frutas como postre, mientras una olla reposaba apagada en la cocina, además de la arrocera que soltaba un pitido agudo, avisándole que el arroz estaba listo.
-Buenas tardes, amor -lo saludó el menor, acercándose para besar sus labios. Yoongi lo correspondió feliz, apoyando la cabeza en su pecho cuando se separaron. Hoseok lo abrazó-. Vi que no te comiste el kimchi que preparé, ¿tenía algo malo? -El omega negó, adormecido por su aroma- Oh, entonces, ¿no tenías hambre? -Volvió a negar. Sí tenía hambre, pero de decírselo, el alfa comenzaría a hacerle varias preguntas y todavía no estaba lo suficientemente consciente para responder de manera coherente- Está bien, bebé. Pero debes comer algo ahora. ¿Por qué no te sientas mientras termino de preparar el almuerzo? Hice japchae y algo de ramyeon.
Yoongi asintió, aunque continuó quieto en su lugar. Hoseok depositó un beso dulce en su cabello, tomándolo de los muslos, logrando que enrollara las piernas en su cadera por instinto. Lo llevó hasta la sala, sentándolo en el sofá y luego fue por una manta que contenía sus aromas impregnados, arropándolo con ella antes de volver a la cocina.
Yoongi se dio cuenta cuando se sentaron a almorzar que el rechazo a la comida ya no estaba, permitiéndole disfrutar a gusto de los platillos. Puede que al final no le sucediera nada malo.
Dos semanas después, tras haber acabado de desempacar las cosas de la mudanza y ordenar todo, se dio cuenta de que quizás sí tenía algo. El cansancio no desaparecía, obligándolo a casi quedarse dormido en medio de su jornada laboral en varias ocasiones, despertando únicamente por las risas de los niños. El vómito, por otra parte, no volvió a presentarse, pero las náuseas lo acompañaban como una sombra, logrando que incluso el aroma más sutil, fuera de comida o de un cambiaformas, lo llevara directo a un baño o al macetero más cercano en caso de que a su estómago se le ocurriera devolver la comida. Como si fuera poco, hace unos días comenzó a tener mareos de la nada, ya sea al caminar o al levantarse, el mundo le daba vueltas haciéndolo tropezar.
En ese momento, bajaba las escaleras del jardín con un macetero en la mano, los cachorros dormían en el primer piso y al despertar tendrían una actividad en donde les enseñarían a cómo plantar unas semillas de distintas plantas, verduras y frutas entre ellas. Iba casi llegando al último escalón cuando un mareo intenso lo atacó de pronto, perdió el equilibrio y no alcanzó a tomarse del pasamanos cuando cayó.
-¡Yoongi-ssi! -gritó alguien. Cerró los ojos asustado, esperando el golpe, cuando escuchó el sonido de algo romperse y unos brazos lo atraparon- Y-Ya está, te tengo.
Su olfato reconoció el aroma de su jefe y aún temblando, lo miró. El hombre tenía la mirada fija en él, respiraba agitado, probablemente por el susto de verlo caer. Lo bajó con cuidado, sujetándolo por si no podía mantenerse de pie solo. Yoongi lo agradeció.
-G-Gracias.
-No hay de qué. Casi me matas del susto. -le indicó preocupado.
-Lo siento. Yo... No sé qué me pasó. E-Estaba bien y de la nada me mareé -De repente, recordó el macetero en su mano y lo buscó, encontrándolo hecho trizas en el suelo-. Oh, demonios. Lo siento, jefe. Lo arreglaré.
El mayor hizo un gesto restándole importancia.
-Eso es lo de menos, Yoongi. Lo que importa es que no te hayas lastimado -El omega negó, tranquilizándolo-. Que bueno. Ahora ¿por qué no nos sentamos unos minutos a descansar? -Yoongi asintió y permitió que lo llevara hasta una banca pequeña. El hombre no paró de observar sus movimientos con cuidado, como si quisiera comprobar algo- ¿Quieres agua?
-No, gracias. Estoy bien.
-De acuerdo... Dime, ¿es la primera vez que te sucede esto?
-N-No. Últimamente no me he sentido bien del todo. He tenido mareos, muchas náuseas y el cansancio me está matando -le comentó con sinceridad-. Aunque no quiere decir que sea por el trabajo, de verdad, al volver de vacaciones los niños son definitivamente unos pequeños tornados y jamás me hicieron sentir así. T-Tampoco tengo algo contagioso -le aseguró poniéndose nervioso al sentir que lo analizaba con la mirada-. Mi esposo me revisó hace unos días y dijo que estaba bien.
Bueno, técnicamente, Hoseok solo tomó su presión y signos vitales, además de revisar sus pulmones con un estetoscopio, pero no le hizo exámenes de sangre ni nada. Aun así le dijo que estaba saludable y Yoongi le creía.
-¿Y le dijiste de estos síntomas que tienes? -El menor se sonrojó, negando- ¿Qué manía tienen algunos omegas con ocultar cuando están mal? -mencionó para sí, recordando a su esposa. El contrario soltó una risita avergonzada- Deberías ir al hospital y hacerte unos exámenes, Yoongi-ssi. Un chequeo externo no siempre revela cuando hay algo fuera de lo común. ¡Si no vas -añadió al ver que quería negarse-, no te dejaré ir al ala pingüino!
-¡Jefe!
-Ya lo sabes -dijo levantándose-. Mañana esperaré el comprobante de que fuiste al médico. Por cierto, creo que deberías ir con un ginecólogo -le aconsejó con una sonrisa insinuante-. No has parado de agarrar tu vientre desde que te caíste.
Yoongi se observó, dándose cuenta de que el mayor tenía razón. Una luz de esperanza se encendió en su cabecita y su omega comenzó a aullar emocionado.
Hoseok lanzó nuevamente su bolso tras llegar a casa, ese día tuvo un turno de ocho horas en la mañana, por lo que aprovechó de pasar a comprar unas porciones de torta de yogurt para comer con el omega junto a una taza de té. Iba camino a la cocina cuando escuchó unos ruidos provenir del baño de invitados. Frunció el ceño confundido y fue hasta allá, notando al omega de rodillas frente al escusado.
-¡Hyung! -exclamó preocupado, arrodillándose junto a él, ignorando los papeles que estaban en el suelo.
-H-Hobi... -balbuceó mirándolo con ojos llorosos. Otra arcada lo atacó y volvió a vomitar.
Hoseok no sabía cómo ayudarlo, pero se obligó a mantener la calma. No era el momento de volverse loco, su pareja lo necesitaba. Sobó su espalda en movimiento circulares, aumentando su aroma con el fin de tranquilizarlo aunque fuera un poco.
Sorpresivamente, el omega no lo rechazó.
Los minutos pasaron y una vez que su estómago se vació por completo, se dejó caer contra el alfa, buscando consuelo. Hoseok lo abrazó, todavía muy preocupado por verlo así, brindándole caricias en el cabello.
-Estoy aquí, bebé -le dijo en un susurro-. ¿Cómo te sientes? ¿Crees que puedas levantarte, amor? Debemos ir al hospital -Yoongi negó. No quería ir-. Bebé, vomitar no es normal. Alguien tiene que verte.
-No es necesario -contestó sintiendo su garganta doler. Hoseok hizo una mueca, confuso, pero prefirió ayudarlo a pararse y tomar un poco de agua, manteniendo las manos firmes en su cadera-. L-Los papeles. -le indicó cuando trató de llevarlo al cuarto.
El alfa se agachó, tomándolos sin interés, para después alzar al omega en sus brazos e ir a su habitación, dejándolo con cuidado sobre la cama, sentado.
-Debemos ir al hospital. -Volvió a insistir. Sabía que su pareja no era gran fan del establecimiento de salud, pero no iba a permitir que se pusiera en riesgo por su terquedad.
Yoongi gimoteó en desacuerdo.
-Ya lo hice -Terminó por revelar, haciendo un puchero ante su mirada sorprendida-. Los papeles -repitió señalando la mano del alfa. Hoseok los miró, percatándose de que eran exámenes de sangre-. Léelos.
El menor lo hizo.
Pasaron varios minutos en los que ninguno de los dos dijo nada, Yoongi jugueteaba con sus manos esperando una reacción por parte de su esposo, mientras que la mente de Hoseok seguía procesando los documentos.
-¿Hobi? ¿Sucede algo? -preguntó sin estar seguro de lo que pensaba- Yo... Uhm, q-quería darte la sorpresa cocinando tu plato favorito, p-pero el aroma no me gustó y terminé vomitando todo -le confesó con una risa nerviosa. El alfa seguía sin reaccionar y eso hizo que se sintiera mal- ¿Hobi? ¿N-No te gustó la noticia? -Hoseok respondió con balbuceos inentendibles- ¿Qué?
-B-B-Bebé... Bebé... ¿T-Tendremos un bebé? -preguntó dudoso, sin creer del todo en los papeles. Yoongi asintió y eso fue lo único que necesitó para salir del trance- ¡Oh, por la Luna! ¡Un bebé! ¡Un cachorrito! ¡Tendremos un cachorrito! -gritó feliz, casi corriendo por toda la habitación. Su lobo aullaba eufórico en su interior y el omega pudo relajarse, su pareja estaba feliz con la noticia- ¡Tendremos un...! -De repente se detuvo, volviendo con él y arrodillándose al lado de la cama con una mirada nerviosa- ¿Lo vamos a tener, verdad? P-Porque si no quieres, no hay problema. Lo entiendo. Es tu cuerpo, tú decides.
Yoongi no pudo sonreír enternecido por las palabras de su destinado y su omega ronroneó a gusto. Asintió y el rostro de Hoseok se iluminó como el sol, lanzándose sobre él para juntar sus labios en un beso lleno de felicidad y amor. Terminaron recostados en la cama y pronto el alfa comenzó a llenarlo de más besos.
-¡Hobi! -chilló feliz.
-Te amo. Te amo. ¡Te amo! -Yoongi solo rió, dejándose querer- Gracias, amor -le dijo una vez que se tranquilizó, sin embargo, la gran alegría seguía presente en ambos-. Gracias por hacerme tan feliz.
-Tú también me haces feliz, alfa. Y estoy seguro que este pequeño o pequeña solo aumentará ese sentimiento -Hoseok asintió, observando su vientre-. Puedes tocar, Hobi. Saluda a nuestro cachorrito.
Los ojos del menor brillaron emocionados y con cuidado se inclinó sobre el vientre del omega, rozándolo con la yema de los dedos.
-Hola, mi vida. Soy tu papi.
Yoongi sonrió, él también se presentó con su bebé, a pesar de saber que ni siquiera podía oírlo. Echó la cabeza para atrás y se dejó llevar por los suaves susurros de su pareja hacia ese pequeño ser que se convertiría en su hijo o hija.
-¡JUNG HOSEOK, VEN AQUÍ EN ESTE MISMO INSTANTE! -El gritó de Yoongi resonó por toda la casa y el alfa, que se encontraba haciendo el almuerzo, corrió directo a la habitación.
-¿Sí, amor? -preguntó temeroso de haber metido la pata en algo. Con seis meses de embarazo, el omega presentaba unos cambios horribles de humor que lo hacían estallar con el error más pequeño.
-Mi manta no está. -gruñó cruzándose de brazos y frunciendo el ceño, todo en un intento de verse amenazante.
A Hoseok le causaba más ternura que miedo, asemejándolo con un gatito gordito y adorable al ver su pancita abultada y mejillas regordetas. El problema era que de decírselo, le podían ocurrir dos cosas: terminar durmiendo esa noche en el sillón o que el omega se pusiera a llorar a mares por lo sensible que estaba.
Prefirió cerrar la boca y responder a su duda.
-La eché al lavado, bebé. Estaba sucia y olía mal.
Supo que debió cuidar sus palabras cuando vio su quijada temblar y antes de poder retractarse, Yoongi se puso a llorar, reclamando por su manta.
-Mierda -masculló entredientes, acercándose al omega para abrazarlo y envolverlo con su olor, sabiendo que era lo único que lograba calmarlo-. Ya, ya, mi amor. Tranquilo. En unas horas estará seca y la tendrás de vuelta.
-P-Pero yo la quiero ahora. -sollozó triste.
-No se puede, bebé. ¿Qué dices si te colocó mi pijama por mientras? -le preguntó entendiendo que tener su manta no era por mero capricho.
Aquella frazada contenía la mezcla de sus aromas y le proporcionaban al omega la calidez y seguridad necesaria en caso de no tener a su alfa junto a él, después de todo, era normal sentirse vulnerable en períodos tan importantes como los celos y el embarazo. Por esa misma razón, es que Hoseok había buscado otra igual, para tenerla de repuesto cuando la echara a lavar, pero por más que recorrió tienda tras tienda, no encontró otra que mantuviera tan bien sus aromas como esa.
Yoongi terminó por asentir y el resto del día se la pasó detrás del alfa, usando su pijama, ya que además de la ropa que ambos usaban en ese momento, todo el resto estaba sobre la cama de la habitación, creando el nido de su futuro cachorro.
Con el pasar de los meses Yoongi se dio cuenta de varias cosas. La primera de ellas era lo mucho que le gustaba usar la ropa de su pareja, estuviera con él o no, amaba estar rodeado de su aroma. La segunda, la marca de unión podía ser un botón de llamado y un indicador de emociones dependiendo del momento, le advertía a Hoseok cuando lo quería a su lado mientras se ocupaba de otras cosas y, al mismo tiempo, le daba a entender lo que sentía incluso si el mismo Yoongi no tenía claridad absoluta de ello. En tercer lugar, su bebé tenía antojos muy raros y difíciles de complacer. ¿A quién se le ocurría pedir tomate relleno con yogurt de fresa a las cuatro de la mañana? Y ni hablar del sushi de salmón con helado de chocolate y jugo de limón que lo despertó a medianoche. Lo peor de los antojos, es que si no tenía exactamente lo que pedía, se ponía todo malhumorado y berrinchudo hasta que Hoseok le entregara su pedido. A Yoongi solo le hacía falta que el cachorro quisiera comerse un pez globo con salsa de caramelo para volverlo loco. Lo cuarto que notó, fue que el alfa podía ser sumamente sobreprotector cuando se lo proponía. Luego de cumplir los seis meses, Yoongi presentó licencia médica de prenatal que le permitía estar en casa hasta el nacimiento de su bebé, llevándose una sorpresa cuando el alfa hizo lo mismo dos días después, quedándose con él para cuidarlo y seguir cumpliendo sus caprichos. Al principio, Yoongi estuvo agradecido con la ley coreana que permitía no solo a la persona gestante tomarse un tiempo de sus labores, sino que también a su pareja para que lo acompañara en el proceso, entendiendo lo importante que era el vínculo entre los padres y sus cachorros. Sin embargo, cuando Hoseok comenzó a hacer todos los quehaceres de la casa solo y tratando que se moviera lo mínimo posible, comenzó a exasperarse. No podía cocinar ni pasear por el patio, mucho menos tomar una escoba para barrer la habitación y al final terminó por estallar enojado, discutiendo con el menor. Hoseok pudo comprenderlo tras hablar con su madre y explicarle la situación, así que al llegar la noche, se disculpó con un pastel de naranja y fue perdonado, con la promesa de que lo dejaría ayudar con las cosas de la casa. De más está decir que Yoongi se comió solito el pastel, pero antes le echó salsa de ajo encima y le enterró unas papas fritas que encontró por ahí. Quinto, tener sexo siendo una bolita de amor y odio era toda una odisea, sobre todo en un comienzo cuando el alfa se negó temiendo lastimarlo, hasta que le hizo un berrinche tan grande que solo detuvo cumpliendo su deseo. El problema vino cuando ninguno de los dos supo cómo colocarse, Hoseok temía aplastar su pancita si lo hacían de frente, tampoco le gustaba la idea de que Yoongi se pusiera en cuatro, preocupado porque cayera sobre sí mismo por error. El omega sugirió que se recostara y él se sentaba encima, pero Hoseok se negó, iba a hacer mucho esfuerzo. Tras varios intentos y fallos descubrieron una forma segura, se acostaron sobre la cama de lado, en la postura de cucharita y luego de que el alfa lo preparara, tomó una de sus piernas y la alzó suavemente, introduciéndose con cuidado. Acabaron sin mucho esfuerzo y Yoongi volvió a estar feliz, sabiendo que con la posición en mente, tendrían todo el sexo posible. Finalmente, el último descubrimiento que hizo y el más importante, Hoseok iba a ser un excelente padre. Solo verlo posicionarse junto a su vientre gordito y comenzar a hablar con su cachorro, le daba la seguridad a Yoongi de que su pequeño sería amado y protegido. En las mañanas, Hoseok era quien solía despertarse primero, acariciando su vientre con cariño en busca de saber si el pequeño dormía o no, si estaba despierto, le murmuraba palabras de amor antes de dejar un beso suave y levantarse a hacer el desayuno, de lo contrario, los dejaba descansar hasta que despertaran. Cuando estaba inquieto y Yoongi no podía calmarlo, era él quien se arrodillaba, tarareando cualquier melodía que se le ocurriera hasta que se tranquilizara. Y al anochecer, una vez que estaba seguro de que el omega estuviera cómodo en la cama, lo arrullaba con su aroma mientras les contaba un cuento hasta hacerlos dormir. Decir que tanto la parte humana como la animal del omega estaban conmovidos era poco, ambos se derretían al verlo ser tan tierno y amoroso.
En ese momento se encontraba sentado en una silla acolchada en el patio de la casa, comiendo un poco de melón con lechuga, el más reciente de sus antojos y probablemente el último teniendo ya treinta y seis semanas de gestación. Por suerte para él, y todavía más para Hoseok, los últimos meses casi no tuvo peticiones extrañas de comida, solo quería fruta y más fruta, y de vez en cuando, un sándwich de pollo.
El alfa se encontraba arreglando los últimos detalles de la cuna en la habitación que sería para el cachorro, la cual ocuparía a partir de los dos meses de nacido, ya que al principio dormiría con ellos en el nido.
En cuanto al pequeño en camino, desde aquella mañana que no paraba de moverse, pateando a Yoongi a veces con más fuerza de la necesaria.
-Oye, si sigues así, te quedas sin melón -le advirtió cuando sintió un golpecito en el estómago, seguidos de varios más. El omega rodó los ojos, dejó la fruta de lado y se levantó con deseos de ir por un poco de agua, cuando de repente sintió un dolor intenso en la parte baja de su abdomen y escuchó el sonido del agua golpear contra el piso de cemento-. Oh, mierda -masculló entre dientes, sujetándose de la silla-. ¡Hobi! ¡Código rojo! -gritó con todas sus fuerzas, apretando la mandíbula cuando sintió una contracción.
-¡¿Quieres más melón?! -preguntó en respuesta.
YoonGi quiso ahorcarlo y ni hablar de su lobo.
-¡No, alfa estúpido! ¡BEBÉ EN CAMINO!
-¡¿Bebé en camino?! ¡¿Ese no era el código ver...?! Espera... ¡BEBÉ EN CAMINO! -exclamó dándose cuenta del mensaje, tirando las herramientas por ahí y bajando rápidamente las escaleras.
Yoongi lo escuchó golpearse con algo y casi se ríe cuando nuevamente tuvo una contracción, arrancándole una queja. Hoseok llegó sobándose la cabeza, lo miró con ojos muy abiertos de la impresión y se acercó.
-Te hiciste pipí. -comentó bromista. Yoongi lo golpeó.
-¡Estoy por parir a tu hijo, maldita sea! ¡No necesito tus bromas!
-Perdón, bebé.
Lo levantó con cuidado, haciendo una mueca cuando el mayor le enterró las uñas en la espalda sin querer. Rápidamente fue hasta el auto estacionado en el exterior y tras agradecerle a su vecino por abrirle la puerta del copiloto, acomodó a Yoongi en el asiento, para luego volver a la casa, agarrar el móvil y enviar un mensaje al grupo que tenía con sus amigos, tomando el bolso con lo necesario para el nacimiento de su cachorro antes de salir. Entró al vehículo, tomó la mano del omega, encendió el motor y condujo camino al hospital, sin soltarlo en ningún momento, diciéndole las palabras más lindas que se le ocurrían a pesar de las maldiciones constantes de Yoongi.
Al estacionarse, se bajó del auto, saludando a gritos a sus amigos que ya estaban ahí, algunos emocionados y otros con cara de espanto ante los insultos del omega en cinta. Taehyung ya les tenía lista una silla de ruedas y las enfermeras y doctores, junto a la ginecóloga de Yoongi, que había monitoreado su embarazo desde el principio, se encontraban esperándolo en la entrada.
-¡Maldita sea, este mocoso me va a partir el culo! -gritó adolorido.
Hoseok lo agarró con cuidado y tan pronto estuvo en la silla, fueron hacia la sala de parto. Los demás los siguieron, quedándose en la sala de espera, a diferencia, por supuesto, de los especialistas y del alfa.
-Creo que es la primera vez que escucho a hyung maldecir tanto. -comentó Namjoon, agradecido de haberle puesto audífonos a prueba de ruido a su cachorra de tres años que jugueteaba feliz en su regazo. SeokJin asintió, cargando a un bebé de seis meses completamente dormido en brazos.
-Con el dolor de las contracciones, es comprensible. -dijo Jimin sonriente, meciendo a una pequeña de un año en sus piernas.
-No digas eso, hyung -puchereó Jungkook, colocando una mano en su imperceptible vientre de dos meses-. Me asustas.
Su compañero omega rió.
-Perdón.
-Si te asusta a ti, imagínate yo -habló Taehyung-. Aún recuerdo la amenaza de Minnie cuando tuvo a SunHee -Los presentes rieron al escucharlo-. "¡Te lo voy a cortar, Kim Taehyung!". Por un momento estuve dispuesto a hacerme la vasectomía en ese mismo instante.
El grupo continuó conversando animadamente, mientras que en la sala de parto, Hoseok tomaba la mano de su omega luego de haberse cambiado para poder entrar. Yoongi trataba de respirar profundo según las indicaciones de la doctora, que estaba entre sus piernas abiertas comprobando que tan dilatado estaba.
-Inhala. Exhala, amor mío. Inhala. Exhala. -le repitió el alfa besando su frente sudorosa.
-¡No es tan fácil si tienes un bebé abriéndote el trasero! -chilló apretando su mano.
La mujer lo miró entonces.
-Bien, Yoongi. Ya se le ve la cabecita - le indicó con una sonrisa dulce, sin inmutarse por el lenguaje del menor. Estaba acostumbrada a escuchar a los cambiaformas maldecir al dar a luz-. En la próxima contracción puja con todas tus fuerzas -Tan pronto dejó de hablar sintió una atacarlo-. ¡Puja, Yoongi! -El omega obedeció, apretando los dientes y la mano del alfa mientras pujaba con todo lo que tenía, deteniéndose debido al cansancio- Bien hecho. Una más y saldrá.
-Vamos, mi vida -lo animó Hoseok, besando sus labios-. Tú puedes.
Nuevamente vino el dolor y sin que nadie le dijera nada, volvió a pujar, pegando un grito que se escuchó en toda la sala y segundos después, se oyó un llanto agudo y el alivio recorrió su cuerpo.
-¡Felicidades! ¡Es un niño muy bonito! -les dijo la doctora, tomándolo cuidadosamente en brazos, envolviendo su cuerpo en una manta tras limpiarle la carita, para después dárselo al omega que la esperaba expectante.
Yoongi se perdió en esa criaturita rojita y pequeña en sus brazos, observándola con total amor y admiración. Ese era su bebé, el cachorrito que estuvo nueve meses en su vientre llenando a la familia de felicidad y que ahora estaba con ellos, listo para comenzar a aprender del mundo y vivir en él. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su omega aulló llamando al bebé, que se removió apegándose a su cuerpo, reconociéndolo.
Hoseok estaba igual de ensimismado en su hijo, mirándolo como si fuera la cosita más hermosa y única del mundo entero. Se agachó olfateándolo a cierta distancia, esperando que su esposo le permitiera acercarse. Yoongi lo hizo, mostrándole su rostro por completo, sintiendo la alegría y el amor del alfa a través de lazo. Hoseok se enamoró por segunda vez en la vida, percibiendo el latir de su corazón acelerado con solo ver a su pequeño. Tomó su manita y su lobo lloró al ver como se aferraba a su dedo anular, el cachorro también lo reconocía.
-Gracias, mi amor -le dijo en un susurro, sintiendo las lágrimas correr por sus mejillas, uniendo sus narices en un gesto de completo amor hacia su destinado-. Me haces la persona más feliz y afortunada del mundo.
Yoongi sonrió, aguantando un sollozo.
-Te lo dije. La Luna nos enlazó por algo. Ella me dio al mejor alfa y ahora nos entrega un cachorrito como regalo de nuestro destino.
Hoseok lo besó suave y lento, depositando una caricia en la cabecita de su bebé.
-Los amo.
El omega sollozó de felicidad.
-Y nosotros a ti, Hobi.
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