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Capítulo XVIII

Era un lunes soleado y hermoso, eso significaba que en la tarde llovería, ya que siempre solía ser así o viceversa. Faltaba solo una semana para salir a unas vacaciones cortas, pero al menos podríamos descansar, aunque también seria triste, porque no podría ver a Alex durante siete días, lo sé, es muy poco tiempo, pero aún así lo extrañaría, extrañaría verlo, abrazarlo, besarlo y sobre todo molestarlo, era mi parte favorita del día, poder verlo y molestarlo. Alex se había convertido en una parte necesaria de mi vida, era como si siempre necesitara de él, sentía que si se llegaba a ir, era como si me faltara un brazo o un pie, algo a lo que ya estás acostumbrado y sería difícil seguir igual después de esa perdida.

—Se ven lindos juntos, —dijo Nessa, yo la miré sin saber que decir— pero no te aconsejaría que confiaras en él.

Las cosas en el colegio empezaban nuevamente a tornarse oscuras, los rumores empezaban nuevamente a llegar hasta mis oídos, no había persona alguna en ese lugar que no me dijera que sería mejor no estar con Álex, no entendía el por qué, además ¿Cómo podría alejarme de alguien a quien quería tanto? En ese momento para mí era imposible o sencillamente no quería, con él era feliz ¿Cuál era la necesidad de dañarlo? Sería tonto de mi parte.

Mi madre nuevamente debía ir al trabajo y como era de esperarse, yo me quedaría sola en casa, así que como siempre, le pedí a Álex que me acompañara, el asedio sin problema y yo agradecí nuevamente por tenerlo en mi vida.

—Quiero llevarte a un lugar. —susurró cerca de mí con una sonrisa— ¿O prefieres quedarte a dormir en tu casa?

—Iré contigo. —respondí sin pensarlo dos veces, además no tenía nada más que hacer y adoraba salir con él.

Las clases acabaron pronto, lo cual agradecí, estaba muy emocionada por saber a dónde me llevaría Álex, así que el hecho de que las horas hayan pasado rápido, era un regalo. Después de clases fui a mi casa, me cambié rápidamente y esperé a Álex, quién no tardó mucho en llegar.

—Deberíamos comprar algo para comer —comentó de la nada detenido su moto—, compraremos unas papas.

—¿Es enserio? —pregunté, el asintió para luego ir a comprarlas.

Después de unos minutos volvió con las papás, nos subimos nuevamente a la moto y seguimos nuestro viaje. No sabía para donde íbamos, pero estaba segura de que sería muy divertido, estar con él siempre era así, así que no me importaba el lugar o lo que tuviéramos, solo importaba estar juntos, solo eso.

—Llegamos. —informó. Yo me bajé de la moto y empecé a mirar para todas partes, era una vereda, una muy cerca del pueblo— ¿Ves la casa de allí abajo? —preguntó, yo solo asentí—. Ahí vivo yo.

—Que linda es. —dije para luego empezar a caminar— que lindos son. —susurré al ver una pecera llena de peces.

—Veamos si comen, —musitó para luego poner una papa en el estanque haciendo que estos salieran nadando rápidamente— que ariscos son.

—Si que lo son, —comenté para luego mirarlo nuevamente— se ve que no están acostumbrados a ser molestados.

Después de aquella escena graciosa, empezamos a admirar el lugar o bueno, yo lo hacía, ya que era la primera vez que venía al lugar y él vivía allí, así que todo lo que me parecía asombro, era algo a lo que él ya estaba acostumbrado. La vista esa sencillamente hermosa, era un lugar muy alto y se podía observar los pequeños públicos que se encontraban en la parte de abajo, también podíamos admirar las casa que se veían lejanas al frente nosotros, como si de otro mundo se tratara, realmente era hermoso, estaba segura que era algo que jamás iba a olvidar.

—Se ve mejor desde allí arriba. —dijo para luego señalar un gran tanque en lo alto, el cual dejaba ver una hermosa vista, incluso mejor de la que ya tenía. 

—¿Vamos? —pregunté con una pequeña sonrisa.

—Vamos. —respondió siguiéndome la corriente. Empezamos a caminar hacia el lugar, pero no estaba solo, habían unas cuantas personas allí— como lo pensé, hay gente.

—No importa. —murmuré sin importancia.

Nos sentamos en el borde del tanque, admirando la vista sencilla, pero hermosa, mientras comíamos lo que habíamos comprado en el pueblo; unas papas y una gaseosa. El tiempo seguía pasando y al final las personas que estaban en el lugar se habían ido, dejándonos completamente solos, así que sin pensarlo dos veces, tomé un puñado de papas y se las lancé al rostro, dejándolo completamente lleno de las migas de papas.

—No te puedes quedar quieta. —dijo, rápidamente negué con la cabeza y después él hizo lo mismo.

—Infantil. —susurré tratando de quitar el resto del papas que me había tirado.

—De ti aprendí. —musitó sin darle importancia.

(...)

Caminamos un poco por el lugar, hasta llegar a un árbol de guayabas, las cuales aún estaban verdes, pero aún así cogimos dos, una para cada uno. Traté de comer la guayaba, pero los horribles alambres de mi boca no me dejaban, a veces odiaba mis brackets, pero cuando no se trataba de comida, los adoraba. Alex tomó la guayaba y la mordió, ya que así seria más fácil para mí comerla, quizás se veía algo asqueroso, pero en realidad no lo era, era un gesto muy tierno, eso significaba que se preocupaba por mí y que haría todo lo posible para que yo estuviera bien.

Le agradecí por su acto y empecé a disfrutar de mi guayaba y de su compañía. Las horas seguían pasando entre juegos, charlas, risas y besos, pronto oscureció y empezó a hacer frío, lo que significaba que pronto nos tendríamos que ir.

—Va a llover. —dije mirando la neblina a lo lejos.

—Eso espero. —susurró y yo asentí.

Esperábamos con ansias a que lloviera, seria divertido mojarnos un poco y jugar en la lluvia por un rato, pero realmente nada sale como uno lo planea y a la final no llovió, a cambio de eso, la neblina empezó a hacerse presente en el cual, haciendo que mi estómago se estremeciera de la emoción, era un lugar muy alto, lo que significaba que esa escena se vería muy linda.

—Esto sera divertido, —comenté mientras observaba la niebla acercándose poco a poco.

—Esta apuntó se llegar. —informó asombrado, yo asentí sonriente.

La neblina cada vez se acercaba más y más, hasta que al final llegó, pero como por arte de magia, esta paso por encima de nosotros. Veíamos como ésta pasaba por encima y luego bajaba montaña abajo, parecíamos hipnotizados por la vista esplendorosa, era algo que no se veía todos los días, era como si la neblina nos esquivara, logrando así, un efecto increíble. Después de eso, el frío se hizo presente, la vista se tapó por la niebla y empezaba a lloviznar, así que decidimos irnos.

Las gotas de agua empezaban a caer sobre nosotros, yo abrazaba fuertemente a Alex, no trataba de protegerme del frío, trataba de protegerlo a él, ya que él era el que estaba manejando la moto y probablemente la estaba pasando mal con el frío.

Después de unos minutos, llegamos a mi casa, el frío era insoportable y ni siquiera las cobijas podían calentarnos, así que optamos por quitarnos la ropa para que se secara un poco, mientras eso pasaba, nos abrazamos para entrar en calor y sin darnos cuenta, empezamos a besarnos haciéndolo una vez más, solo que esta vez, él había cometido un grave error, el cual esperábamos que no tuviera consecuencias.

—¿Te viniste dentro? —pregunté mientras lo miraba con mi ceño fruncido.

—Y-yo, lo siento, era la primera vez que me venia. —informó nervioso. En ese momento lo quería matar y estaba segura de que él lo había notado— me tengo que ir ya, es tarde.

—¡¿Como pudiste?! —exclamé enojada.

—Lo sé, es mi error. —dijo para luego darme un beso e irse de mi casa.

Definitivamente era un tonto, pero no puedo negar que fue gracioso ver su rostro de preocupación, definitivamente éste día quería grabado en mi memoria.


Ésta historia pasó hace aproximadamente 3 años, pero quiero volverla a subir para siempre recordarla.

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