Faltaban tan solo dos días para que Álex y yo completaramos un mes, realmente no era la gran cosa, solo eran 30 días juntos, pero habían pasado muchas cosas en ese poco tiempo, cosas que siempre estarían en mi corazón como un lindo y maravilloso recuerdo, pero siempre dicen que la vida no es color de rosa y algunos rumores de Álex llegaron hasta mis oídos, rumores que me hicieron dudar un poco sobre lo que él sentía realmente por mí.

—Dime Aleja ¿Que se siente saber que tu novio te está engañando? —preguntó uno de mis compañeros, el cual estaba sentado detrás de mí. Sus palabras hicieron que mi corazón se acelerara y doliera.

—Es cierto, ayer lo escuché hablado por celular, creía que era contigo, pero no, era otra mujer. —continuó otra compañera. Yo solo me quedé callada, tratando de no mostrar lo dolida que estaba con esas tontas palabras.

Escuchaba ese tipo de comentarios todo el tiempo, realmente no sabía si eran verdad o mentira, pues no conocía muy bien a Álex, pero tampoco podía dejarme llevar de rumores que quizá podían no ser ciertos, pero eso no evitaba que empezara a hacerme películas en mi cabeza, dañando mi poca confianza en él y dañando un poco lo que sentía por Alex ¿Acaso estaba mal o tenía razones para estar así? Realmente no lo sabía.

Los días seguían pasando rápidamente y sin darme cuenta, ya habían pasado los días días que faltaban. Ya era 6 de septiembre, el día en el que completaba un mes con Alex. Yo me encontraba dentro del salón concentrada en las notas de mi cuaderno, en ese momento Álex entró con un pequeño ramo de flores, eran hermosas y de color azul claro, realmente no sabía que flores eran, pero realmente no importaba, era un detalle hermoso, pero por alguna extraña razón, no me sentí feliz. 

—Toma. —susurró para luego entregarme las flores y abrazarme.

—Te quiero mucho. —murmuré a sus espaldas mientras lo abrazaba con fuerza, sintiéndome confundida, entre la felicidad y la duda.

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Las horas seguían pasando, creía que mi malestar se iría y al fin me sentiría feliz por el regalo de Álex, pero no fue así, los malos comentarios de mis compañeros empeoraron mi ánimo, creí que dejarían de hacerlo al ver que Álex me quería y que me había regalo algo, pero no, creían que eso lo había hecho para tapar lo que estaba haciendo, rápidamente me salí del salón a punto de estallar en lágrimas, me escondí en el lugar detrás del baño donde solíamos mantener Álex y yo, rápidamente le escribí que necesitaba hablar con él y luego me senté en el suelo.

—¿Que quieres decirme? —preguntó sentándose a mi lado.

—¿Tú me quieres? —cuestioné sin mirarlo, con mis lágrimas empezando a deslizarse por mi mejilla.

—Pues claro, si no te quisiera no te hubiera dado las flores —respondió para luego mirarme, pero yo seguía sin mirarlo a él —¿Por que preguntas eso?

—Me dijeron algo. —susurré mientras miraba mis manos inquietas.

—¿Que? —preguntó seriamente.

—No te lo voy a decir. —musité. Lo sé era una tonta al no querer decirle, pero tenía miedo a su respuesta y tenía miedo de perderlo todo.

—¿Por que la gente no lo pueden ver feliz a uno? —se preguntó a sí mismo, yo lo miré rápidamente—. Tienen siempre que dañar las cosas cuando uno esta feliz.

Después de aquellas palabras ambos nos quedamos en silencio, decidí respirar profundamente y hablar de otra cosa, realmente no quería dañar del todo nuestro día especial, además, algo dentro de mí sabía que algo malo estaba a punto de pasar, como aquel presentimiento que te advierte de un peligro, quizá estaba paranoica por todo lo que estaba pasando o realmente iba a pasar algo que no me iba a gustar.

Seguimos hablando de cosas de la vida, él me tomó de la mano y me pidió que no creyera en esas cosas, pero sus ojos se veían tristes y su mirada me expresaba que me estaba ocultando algo, yo decidí no mirarlo y evadir el tema.

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Los días siguieron pasando, decidí dejar de prestarle atención a lo que decían los demás y concentrarme en otras cosas, pero por alguna extra razón, Álex empezó a comportarse diferente. Sus mensajes se habían vuelto cortantes, por más que trataba de ser tierna o decirle lo mucho que lo quería, el solo me dejaba en visto o me respondía con un "igual" realmente empezaba a enojarme y decidí hablar con él nuevamente.

—Tenemos que hablar. —dije sacándolo de su conversación con sus amigos y lo llevé al lugar de siempre — ¿Que te pasa? Estas raro.

—Nada. —respondió mirándome confundido — estoy normal —trató de besarme pero rápidamente voltee mi rostro para otra parte— ¿Por que dices que me pasa algo?

—Solo fíjate como me escribes —dije para luego acercarme a él y mirarlo—. Si quieres jugar a quien esta mas serio perfecto, vamos haber quien gana.

Salí de allí sin decir nada mas, sin dejar que el respondiera, era mas la ira que la tristeza, tenia ira de saber que no me tenia confianza para contarme sus problemas, yo siempre lo iba a apoyar en lo que fuera que le estuviera pasando, incluso si quería irse con alguien más o alejarse de mí, estaba bien, si eso lo haría feliz entonces yo lo iba a apoyar, porque siempre voy a desear verlo feliz, aunque no sea conmigo.

Continuará.