Capítulo VII
—Siempre estoy solo. —respondió sin quitar su mirada de la ventana. Realmente no creía eso, sería imposible que una persona como él, estuviera sola.
—Ya veo. —dije mirándolo fijamente— ¿Qué edad tienes?
—Tengo dieciséis. —musitó ésta vez mirándome.
Realmente estaba sorprendida, Álex aparentaba por lo menos tres o dos años más de los que tenía, creía que era un chico mayor que yo, pero no. Tal vez estaba exagerando, yo solo era un año mayor y era algo que no se aparentaba, siempre tuve una cara de niña que no me la quitaba nadie y estaba feliz con eso, pero siempre creí que los chicos menores que yo, solo traían problemas y engaños. Debo haberle echo caso a ese sentimiento, que tonta.
—¿Y tú? ¿Qué edad tienes? —preguntó sacándome de mis pensamientos. Tardé un poco, pero respondí.
—Diecisiete. —susurré. Eso pareció sorprenderle, arqueó una ceja y me miró.
—¿Enserio? —yo asentí—. Creí que tenías no sé... ¿Quince?
¿Quince? ¿Era enserio? No creía que él pensara eso, no soy una niña, aunque como dije antes, si lo parecía, pero nunca creí que él creyera que tenía esa edad, pero bueno, no me incomodaba ¿A quien no le gustaba ser más joven de lo que era? Por lo menos, a mí me gustaba.
—Creo que es mejor entrar —comentó mirando hacia el salón. Yo asentí rápidamente.
Primero entré yo y luego él, nada malo había pasado. Habíamos hablado por primera vez y había resultado bien, no había sido la mayor cosa, pero había dado el primer paso y eso era un punto para mí.
—¿Y bien? —Jade me miró y yo actúe confundida— ¿Le dijiste que te dejara de mirar?
—S-sí —titubee con nerviosismo. Ella pareció no notarlo y sonrió satisfecha.
El día transcurrió normal, bueno casi normal, Alex me seguía mirando y seguía incomodando a Jade, a mí no me importaba, yo hacía lo mismo, lo miraba todo el tiempo. Joder, parecía una idiota cada que lo miraba, pero ese niño me gustaba de una manera que simplemente no podía explicar, era el chico más hermoso que había visto y en mis diecisiete años, podría asegurar que era la primera vez que alguien me gustaba de verdad, estaba enloqueciendo, pero no me importaba, ya nada importaba, solo él.
(...)
Era martes, 30 de Julio. Me había integrado bien al grupo, las personas de aquí eran muy amables, nada comparado a mi antiguo pueblo, donde todos parecían odiarse mutuamente, yo estaba igual como todos los días, le prestaba más atención a Álex que a la clase, se había vuelto una costumbre ir al colegio simplemente para verlo a él ¡Dios! ¿Qué me estaba pasando? Simplemente no lo podía explicar. Estaba tan distraída, que no me di cuenta las palabras del profesor dirigidas hacia mí.
—Señorita Alejandra, el tablero no está allá —regañó. Desperté de mi transe, miré al profesor fijamente y podía ver su desagrado—. Preste más atención, su novio no le va a enseñar la clase —yo solo asentí, él había pensado que mi novio me tenía distraída, que tonto y que tonta era yo.
Dejé de mirar a Álex y empecé a prestar atención a la clase de matemáticas, cuanto odiaba esta materia y ni hablar del profesor. Desde que había llegado, se había empeñado en hacerme la vida imposible, en mi antiguo colegio las clases no eran tan estrictas, era normal que algunos temas no los entendiera, pero él parecía no entender eso. Las horas seguían pasando y Álex salió al baño y yo como toda una acosadora salí igual, ya me estaba pasando de la raya, pero no iba a permitir que se me escapara, yo lo quería conmigo y no me iba a rendir, las mujeres también podemos dar al primer paso.
—¿A dónde vas? —preguntó Daniel, tomó mi mano y yo solo sonreí.
—Al baño. —responsí y él pareció comprenderlo.
Alex estaba en la ventana nuevamente, al parecer le gustaba estar en ese lugar o al menos eso era lo que yo creía, probablemente se aburría de la clase y solía venir a acá para relajarse un poco, era un buen plan, a mí también me gustaba.
—¿Otra vez solo? —él asintió sin mencionar palabra.
Tomé su mano y lo llevé detrás de los baños -Ahora que lo pienso esto se veía realmente mal, pero no había tiempo para arrepentimientos- este era un lugar solo, además estábamos en clases, nadie nos vería allí. Hablamos un largo rato de muchas cosas, era increíble la cantidad de cosas que teníamos en común, es como encontrarme a mí, pero en versión hombre. Se podría decir que era como ver a tu doble, a tu media naranja, esa que parecía ser igual a ti, pero a la vez era un mundo diferente.
—Ya llevamos mucho tiempo afuera, tenemos que volver —informó Álex. Yo asentí con la cabeza.
Ambos nos preparamos para salir sin llamar la atención. Cuando el trató de salir del lugar, yo lo tomé de las mejillas, estaba confundido lo notaba en sus ojos, lo acerqué un poco y lo besé, me separe de inmediato y entre al salón, sentía que me iba a desmayar en cualquier momento, había dado un gran paso ¿Acaso iba muy rápido? Probablemente sí, pero ya estaba hecho.
No podía evitar sonreír de la emoción, así que puse mi cabeza en la mesa de mi silla y la tapé con mis manos, había sido el mejor día de éste año, siempre es emocionante besar por primera vez a la persona que a uno tanto le gusta, a esa persona que parecía enloquecer nuestro corazón, no importaba lo que pasara, yo solo quería ser feliz y mi felicidad era él, era Álex.
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