Capítulo II
Había llegado la hora, estaba en mi habitación empacando todo lo que había allí dentro, un sentimiento de tristeza comenzaba a hacerse presente en mi pecho. Había vivido tanto da mi vida en ese lugar, nunca se me había pasado por la mente irme de allí, todo lo que conocía se iba a desaparecer y tendría que acostumbrarme a un lugar nuevo, a uno que jamás creí conocer.
—¿Estás lista? —escuché la voz de mi madre a mis espaldas, di media vuelta y asenti.
—Más que lista mamá. —suspiré cancina. Mi vida había cambiado de la noche a la mañana.
Las cosas ya estaban en la camioneta, estaba a punto de dejar todo lo que conocía, las personas, los diferentes lugares etc. El viaje se hacía cada vez más largo, no conocía el lugar hacía donde íbamos así que no sabía en que momento llegaríamos, todo era nuevo y diferente, miraba con asombro cada detalle, no podía negar el pequeño sentimiento de felicidad, pues la emoción se apoderan de mí y cada vez me convencía a mí misma que estaba haciendo lo correcto.
—¿Ya llegamos? —mi padre negó.
—¿Ya llegamos? —volví a preguntar y el nuevamente negó.
—¿Ya llegamos? —pregunté por tercera vez.
—No, yo te diré cuando lleguemos. —musitó un poco harto, yo solo asentí para luego seguir mirando por la ventana de la camioneta.
Ya quería llegar, estaba cansada de estar sentada y la emoción de conocer un nuevo lugar me volvía ansiosa. Las horas seguían pasando con lentitud y cuando más ansiosa y nerviosa estaba, llegamos a un pequeño pueblo, pero para mi desgracia no era nuestro destino, la vista de este lugar era hermosa, no resistí más y bajé de la camioneta con rapidez cuando esta paró.
—¿Te gusta? —asentí—. Estamos en un lugar muy alto, la vista aquí es sensacional.
—Sí madre, tienes razón. —afirmé mirando los lugares que se veían en los planes.
Ella me sonrió y volvimos a la camioneta para seguir con nuestro viaje, miraba por la ventana las nuevas cosas que habían a mi alrededor, una pequeña sonrisa se comenzaba a formar en mi rostro. Simplemente no podía explicar la explosión de sentimientos que sentía en mi interior, solo aquellas personas que aman los lugares nuevos me podría entender, pues es algo simple inefable.
—Llegamos —escuché la voz de mi padre y empecé a ver todo con más curiosidad.
—Es muy pequeño —dije refiriéndome al pueblo—. Me voy a aburrir.
—Ya harás amigos y quizás un novio. —sonrió, yo rodeé los ojos.
—No vengó en son de conquista mamá. —bufé, ya estaba harta de los malos amores.
Llegamos a la que sería mi nueva casa, era pequeña, igual a este lugar, creo que no me amañare nunca, ya me quiero ir, realmente prefería la ciudad, así sería más fácil conocer personas y tener una vida normal, no una donde estaría más sola que la mismísima soledad. Después de bajar todo y entrarlas a la casa, decidimos salir para comprar algo, cualquier cosa, ya que nos estábamos muriendo de hambre, en todo el camino no habías comido o bebido algo, era justo comprar algo en ese mismo instante.
—¿Qué quieres comer? —preguntó mi madre mientras caminábamos.
—No sé. —pensé por un momento— algo de panadería —ella asintió.
Llegamos a una pequeña panadería, todo en ese lugar en formato miniatura, mientras mis padres compraban algo rico yo miraba todo con curiosidad, en ese momento fue donde lo vi a él y juro que mi corazón nunca había latido tan rápido. Era un chico un poco alto, delgado y sobre todo muy lindo, al menos para mí lo era; sin embargo, desde aquí podía notar su ego, su personalidad arrogante y su vanidad, quizá no podía juzgarlo, no lo conocía y no nos podemos confiar de las apariencias.
Para mi "buena suerte" mi padre decidió comprar algo para tomar allá, donde estaba el chico que me había gustado a primera vista, no era posible, las casualidades eran muy grandes o simplemente el destino estaba haciendo de las suyas.
¿El amor a primera vista existe? Que buena pregunta, lastimosamente no podía responderla, pero si tuviera que responder referente a lo que sentí, entonces diría que sí.
Lo admito, no le quitaba la mirada de encima, parecía una maldita acosadora que lo quería secuestrar, también admito que lo que más me llamaba la atención fue su cabello, era muy extrovertido, me encantaba, lo hacía ver muy hermoso o simplemente estaba enloqueciendo, pero después de todo ¿Quién en ésta vida está cuerdo? Nadie.
—Si lo sigues mirando así lo vas a asustar. —me sobre salté al escuchar la voz de madre, sentía mis mejillas arder, me había pillado y era obvio, no sabía disimular.
—No es lo que piensas. -aclaré mi garganta— es solo que su cabello me gusta.
—No sabes mentir —aseguró— tus ojos te delatan.
Oh claro, mis ojos, tenía un pequeño problema y eran mis ojos, suelen ser muy expresivos, las personas pueden darse cuenta de lo que siento ante de que yo lo sepa. Sin importar lo que dijera mi madre, yo seguía mirándolo, hasta que llegó el punto en el que él me miro "demonios" al parecer me había pillado, sus hermosos ojos marrones hicieron que mis mejillas empezarán a calentarse, fue en ese momento que decidí dejar de mirarlo.
Creo que jamas olvidare cuando nuestras miradas se cruzaron, aunque se notaba que no le interesaba en lo mas mínimo, pero eso no quitaba aquel sentimiento que sentía, me gustaba, de eso estaba segura.
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