Capitulo 3.
Sam.
Mantenía mi cabeza agachada mientras David se movía de un lado a otro con desesperación.
-¡Llevas dos malditas horas arreglando esa llanta, Williams! - le gritó al chofer que se encontraba tirado en el suelo arreglando la llanta.
Gracias a una botella hecha añicos habíamos quedado accidentados.
-Disculpe el contratiempo, ya esto está listo - hablo el señor poniéndose de pie - pueden subir.
Hicimos lo antes dicho y en segundos el auto estaba en marcha, mi frustración se hizo mayor al mirar la hora y darme cuenta que solo faltaban 10 minutos para las 8.
Bien Samantha, perder una clase no afectará en nada - pensé.
-Samantha - David chasqueo sus dedos frente a mí, lo miré confusa ante su llamado - ¿En qué mundo andabas? - indagó con su semblante un tanto serio.
-¿Te importa?
-La verdad no. Tu vida no me interesa en lo absoluto.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
Suspiré.
-¿Qué quieres?
-De usted nunca necesitaré nada señorita - se apresuro en decir elevando su dedo índice, rodee mis ojos - no lo vuelvas a hacer.
-¿Qué cosa?
-Eso - imito mi rodee de ojos y reí ante su intento fallido - es raro, sabes.
Asentí mientras me incorporaba y él solo guardo silencio, su mirada demostraba preocupación y tristeza, supongo que fue por lo de anoche.
Baje la mirada al recordarlo todo y David doy un largo suspiro, lo mire nuevamente y éste se hecho en el asiento, cruzó sus brazos y me miró.
-¿Asombrada por tanta belleza?
Sentí de pronto mis mejillas arder y desvié su mirada. Aún así lo frío de ésta me incomodaba a tal punto de querer bajarme de una vez del auto.
¡Mierdaa!
-Oye - posó su mano izquierda en mi derecha y de inmediato la aleje de mi - Samantha.
-Deja de molestar, ¿quieres?
-¿Podría mirarme?
-¿Para qué? ¿Para que tu ego fluya más? No seas idiota al pensar que por verte pienso que seas bonito - sonreí y lo miré.
-A mi no me interesa parecerte bonito - replicó con cierto enfado en su voz - aunque no le encuentro otra justificación al mirarme tanto.
-No seas iluso.
-No soy de esa clase de persona.
-Pareces.
-Ya paren chicos - gritó Williams, no me había percatado de nuestro tono de voz - parecen niños.
-Y creo que eso no es asunto suyo - gruño David mientras tomaba su postura en el asiento.
-No le hables así - pedí en lo bajo.
-Yo le hablo como a mi se me de la grandísima perra gana, Samantha.
-Por personas como tú el mundo está como esta.
-¿Algo más por decir? - enarcó una ceja, guarde silencio - bien, yo si tengo algo más por decirte. Y es que nadie se tiene que enterar de que vives en casa de mi madre, ¿de acuerdo?
-No pensaba decirle a nadie - puse los ojos en blanco.
-De igual forma, es una advertencia. Si alguien se llega a enterar de esto, sera mejor que te atengas a las consecuencias.
Frunció sus labios para luego sonreír.
-Por cierto, lo de las reglas sigue en pie.
Lo miré por largos segundos, la sonrisa aún permanecían en las comisuras de sus labios y sus ojos destellaban cierto brillo de diversión.
¡Imbécil!
Desvié mi rostro hacia la ventada cuando una canción de Ed Sheeran, la cual no reconocí, comenzó a sonar en la radio. Y sin querer una rebelde lágrima se deslizo por mi mejilla al recordar a mis padres, rápidamente me deshice de ella.
Ser fuerte es lo que resta, Sam.
***
Después de llorar como 4 horas en los baños fui a la cafetería, sabía que Chris estaba allí.
Visualice el lugar y si, allí se encontraba. Y como cosa típica estaba leyendo un libro, me acerque hasta ella tomando asiento en su mesa, ni siquiera se molesto en mirarme.
-Hola - salude un poco apenada.
No respondió, el ambiente se tensó y a las milésimas de segundo ya me encontraba incomoda.
Entendía el motivo de su trato, era simple ¡joder! Les explico...
Cuando llegue al instituto no entre a la primera clase y no solamente porque iba tarde, sino por el estrés que me acompañaba.
Entonces, me encontraba sentada en las gradas de la cancha cuando la vi venir entre la multitud, al verme y estar cerca de mi, me saludo efusiva como siempre. Mi trato no fue el mismo, lo cual ella notó y se preocupo.
Insistió tanto en saber que me pasaba y me altere, dije palabras de las que ahora me arrepiento y salí casi corriendo de aquel lugar dejándola sola.
¡Una completa imbécil! Eso era.
-Oye... Sé que te hice sentir mal y la verdad lo siento.
-Descuida - espeto indiferente.
-Mis padres se han ido a un viaje de negocios - comenté, ella seguía con su vista al libro - y...
-Te han dejado en casa de los Harrison - termino por mi, mi ceño se frunció enseguida.
¿Cómo mierdas lo supo?
-Escuche a David cuando le contó a sus amigos - agregó levantando por primera vez su vista.
¿Quién lo entiende? Me dice que nadie se tiene que enterar de que vivo en su casa cuando es él quien le cuenta a las personas.
Algo de locos, ¿no?
Ya venía presintiendo ese trastorno.
-Entiendo tu actitud, tranquila.
Asentí cabizbaja mirando al fondo, Chris siguió mi mirada y sonrió.
-¿Vamos por batidos de chocolates? Son los mejores hechos aquí - propuso elevando sus hombros.
-Vale.
Una gran bendición de Dios fue Chris, ¿alguien más compresiva que ella? ninguna otra persona.
Agarramos nuestras pertenencias y nos acercamos al gran grupo de personas que esperaban a ser atendidas.
-Ojalá cuando reciba mi vaso pueda salir con una sonrisa como todos ellos - dije sin ánimos al ver la felicidad de las personas cuando salían.
-Lo harás.
-Sii claro - reí por lo bajo - ¿cómo un simple batido puede subir mis ánimos? Es algo imposible.
-Ya lo verás idiota - gruñó.
Golpee su hombro y reí al verla molesta, eramos de mundos totalmente diferentes.
Sé que nuestra amistad era sincera porque a pesar de llevarnos la contraria en todo, nos llevábamos bien y cada una respetaba la opinión de la otra.
La risa se desvaneció cuando mi atención y la de todos fue llamada por ellos al entrar cantando y gritando. Vestían ropa deportiva.
-¿Por qué visten así?
-Todos ellos forman parte del equipo de fútbol, ese es su uniforme - respondió la pelirroja.
-¿Por qué solamente ellos? - Indagué mientras avanzaba.
Las personas se detuvieron y por estar pendiente de cosas insignificantes, golpee mi cabeza con una blanda espalda.
Mierda.
-Oye fíjate que estoy aquí - se quejo la chica mirando por encima de su hombro.
-Oh, lo siento - espeté entre risas a lo que ella negó, Chris sonrió.
-Es un grupo, Sam - explicó obvia a mi pregunta.
No le di más importancia al tema y seguí en la espera, ya faltaban pocas personas para llegar, solo tres personas y tocaría mi turno.
A lo largo de 8 minutos habían sido atendidas, agradecí a Dios por la paciencia que me dio mientras esperaba e hice mis pedidos a la camarera.
-Ya les serán entregado - dijo y se marchó.
-Oye y...
Mi ceño se frunció al darme la vuelta, escuchar jadeos y verla respirando con dificultad.
-¿Qué sucede? - sus piernas estaban cruzadas y sus manos se encontraban apoyando su vientre.
¿Tendrá contracciones?
-Iré al baño, Sam. Ya vuelvo.
-¿Te sientes bien?
Asintió.
-Bueno, anda.
Reí al verla correr y ante mi pensamiento de segundos antes, suspiré al incorporarme y regrese mi vista a la chica que venía con los dos batidos.
Los cancele y los tome, se veían deliciosos.
Enseguida una felicidad se adentro en mí y sonreí, la muy idiota de mi amiga tenía razón, aunque pensándolo bien la felicidad provenía del tamaño del vaso. Es que uno con hambre y con comida en frente ¿quién no se alegra?
Le agradecí a la chica y me gire para ir a la mesa a esperarla.
Y eso, eso fue una mala idea señores.
¡Tres veces mierda!
¿Acaso el día no estaba hoy a mi favor?
Gracias al muy idiota los batidos se encontraban destilando por todo mi cuerpo, esto provocó la mirada de todas aquellas personas que se encontraban en la cafetería.
Genial, ¿no?
-¡Ups! - levanto las manos en forma de rendición y rió - no fue mi intención.
La cafetería fue inundada por grandes carcajadas.
-Diría un lo siento, pero la verdad no tuve la culpa - hizo énfasis en "lo siento" y frunció sus labios mientras me miraba de arriba abajo - creo que tendrás que cambiar tu atuendo, Samantha - habló con seriedad conteniendo sus ganas de reír.
¡Hijo de su puta madre!
-Eres un maldito, David - dijo Madison entre risas sacándome de mis pensamientos.
-Lo sé - dijo con suficiencia - Erick ¿podrías pasarme una toalla?
-Por supuesto - éste se la dio.
Su puta mirada seguía clavada en mí.
-¿La quieres para limpiar tu sucia cara Sellers? La necesitas más que yo.
-Eres un imbécil - espeté apretando mis puños.
-Mejor dime otra cosa que de verdad me ofenda.
-Te odio David - mi voz se quebraba cada vez más.
-¿Y crees que eso me importa? - enarco una ceja - Pues no cariño - limpió su brazo.
-David sé un caballero y préstale la toalla a la señorita - grito alguien a lo lejos.
-¡Sí, claro! - me la tendió.
-Vete al infierno, Harrison.
Estos eran los momentos donde anhelaba con ansias eso de que se abriera la tierra en dos y simplemente me tragara.
Limpie el mar de lágrimas que se encontraban en mi rostro y salí corriendo.
Era tanta la vergüenza que salir de ese modo no me importó, no quería estar aquí, no quería volver a pisar este lugar. Quería irme lejos y jamás toparme con todas estas personas. ¡Y en especial, con él!
Mi cabello se apegaba cada vez más en mi cara mientras seguía en el avance de mi carrera, y fue ahí cuando tropecé con alguien y caímos al suelo.
¡Lo que faltaba!
Quejidos provenían de mí al sentir como mi labio latía como un corazón.
-¡Perdón! ¿Te sientes bien? Lo siento, la verdad no te vi - dijo el chico poniéndose de pie y estirando su mano, enseguida la tome - ¡Rayos! ¿Qué le paso a la señorita?
-Tranquilo, fue mi culpa por andar corriendo como loca - dije limpiando mi falda y levantando la mirada.
Enarque una ceja cuando miré de quién se trataba, un chico del equipo de fútbol al que jugaba David me miraba con confusión.
-¿Puedo saber qué te paso?
-¿Por qué no vas y se lo preguntas al idiota de tu amigo?
-Espera un momento - desvío su rostro y se quedo en silencio pensando en las palabras que había dicho - no me digas que el causante de esto fue David - volvió a mirarme, asentí - esto no se quedara así.
-No te preocupes, estaré bien.
-Sé que estarás bien, pero esto no se le hace a una dama - dijo ¿enojado? - ¿Adónde ibas?
-Al baño, ahí se encuentra mi amiga, además iré a limpiarme.
-Te acompaño.
***
El lugar estaba solo y ni rastro de Chris se veía, mire con confusión todo el lugar mientras gritaba su nombre.
-No hay nadie.
-Pero ella dijo que vendría aquí - dije cansada - no entiendo.
Me apoye a la pared y cruce mis brazos a la altura de mis pecho, cuando de pronto volví a la realidad.
¿Qué mierda tenía en la cabeza al aceptar venir con éste chico y al baño?
Diablos, esto si que estaba mal.
-Quizás termino de hacer sus necesidades y volvió al lugar donde se supone que deberías de estar ahora - dijo con simpleza elevando sus hombros.
Suspiré, asentí y lo miré sacar dos toalla de su bolso. Abrió un grifo y una de éstas la humedeció.
Lo miré acercarse y cuando menos lo espere, esa toalla estaba sobre mi rostro. Un ataque de inmovilidad se apodero de mi al sentirlo cerca.
-Listo - sonrió - ahora tóma ésta y termina de secarte - me facilitó la otra.
-G-Gracias - dije incómoda y la tome. La pase por mi rostro húmedo, terminé de hacerlo y la devolví.
-No hay de que.
-¿Y eso qué? - Indagué al ver lo que ahora contenían sus manos.
-Digamos que es el uniforme de mi hermana - explicó con indiferencia - ve y cambiate.
Lo extendió hacia mi y rápidamente me negué en aceptarlo.
-¿Por qué haces todo esto por mi?
-Un verdadero caballero lo haría - sonrió - por cierto, soy Adams Brooks, disculpa por no presentarme antes.
-Samantha Sellers - devolví la sonrisa - ¿Tu hermana no se molestará por tomar sus cosas?
-No, ella es una gran chica.
Asentí y aún dudosa, tomé el uniforme que por suerte era de mi talla y me dirigí a un cubículo.
Si no lo necesitara con urgencia creanme que no lo usaría, pero la situación no me da más opciones.
Me miré por última vez en el espejo y salí, el rubio se encontraba revisando su teléfono. Aclare mi garganta y atraje su atención.
-Estas hermosa - comento, guardo su celular en uno de los bolsillos de su bolso y se acerco.
Una sonrisa a boca cerrada fue mi agradecimiento.
-Ya es hora de irnos, si viene alguien y nos ve juntos estaríamos en graves problemas.
-Bien, entonces vamos.
Caminamos hasta la salida del baño, todo se encontraba en silencio, lo que quería decir que la hora del receso había culminado.
Coloque mi mano en la manilla de la puerta y la gire.
Uno, dos y tres fueron los intentos que hice para abrirla, pero ésta no abrió.
Dándome por vencida me giré lentamente encontrándome al chico de brazos cruzados.
-Creo que hemos quedado encerrados Adams.
***
Buenas buenas <3
Espero que hayan disfrutado el cap. porque yo lo hice al escribirlo.
Nos leemos pronto. ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro