Capítulo XXX: Omikuji
La tienda de conveniencia estaba más llena de lo usual. Supuso que se debía a que el templo estaba cerca y todos iban a abastecerse antes de la larga jornada que los esperaba.
Encontró la marca favorita de dorayakis de Manjiro y tomó un paquete, y luego fue a buscar el helado de su sabor favorito. Iba a meter la mano en la nevera cuando otra mano se le adelantó, ella se apartó a la par que el otro individuo también lo hacía. Reconoció al chico de inmediato y le dio una sonrisa deferente.
—¡Oh, Teta!
—¿Teta? —susurró, pero agitó la cabeza y curvó los labios mientras pronunciaba su nombre con fingida dubitación—. No pensé encontrarte por aquí hoy.
—Quería venir a ver la celebración del templo. Puedes quedarte con el helado. Buscaré algo más.
—Está bien. —Kisaki la siguió hacia las neveras para continuar hablando—. ¿No vienes con Mikey?
—¿Por qué preguntas? ¿Necesitas decirle algo?
Kisaki la analizó unos segundos y le ofreció una sonrisa amistosa.
—Nada en especial. Solo curiosidad. Espero que disfrutes de la celebración.
—Sí, bueno, siempre me pone nerviosa el choque cultural y que vaya a faltarle el respeto a alguien.
—Si lo haces, al cabo de un par de días nadie se acordará de ti.
—Si lo hago, Emma se hará cargo de que nunca lo olvide.
—No sabía que también eras amiga de la hermana de Mikey.
—Estudiamos juntas —respondió para después tomar un yogurt con su cereal favorito.
Luego, se dirigió al chico que atendía la caja para pagar.
—¿Pensé que eras mayor?
(T/N) respingó ante el estamento, pero forzó una sonrisa mientras metía todo en su bolso.
—Pues es como lo ves. —Se encogió de hombros y Kisaki curvó una ceja—. Nos vemos luego.
—Te acompaño afuera.
La chica aceptó porque no tenía opción, pero se sorprendió al descubrir que Manjiro, Draken y Emma la esperaban afuera. Manjiro arrugó apenas el entrecejo.
—Kisaki —saludó Draken, cruzado de brazos.
—Buenos días. —Asintió con cordialidad, aunque había un brillo en su mirada que perturbó a (T/N).
—No sabía que te gustaban este tipo de eventos —continuó Draken, sin relajar su postura defensiva.
—Como se habrán dado cuenta, hay muchas cosas de mí que no saben.
—(T/N)cchi, ¿compraste algo para mí? —Manjiro lo ignoró, pero se acercó a su novia y se posicionó de modo que, de pasar algo, Kisaki tuviera que pasar primero por él.
—¡Pero no te los comas todos!
—Como tú digas. —Él le sonrió mientras abría el paquete de dorayakis y luego le lanzó una mirada peligrosa a Kisaki—. ¿No piensas largarte? ¿O quieres que yo haga que te marches?
—Ya me iba —espetó Kisaki, ajustándose los lentes—. Nos vemos luego.
Emma curvó una ceja cuando notó la mirada que le lanzó Kisaki, pero prefirió ignorarlo.
—Ese bastardo... —masculló Draken—. ¿Estás bien?
—Sí. ¿Pero me he perdido de algo? ¿No se supone que era uno de tus capitanes, Manjiro?
—... Sí. Pero mi falta de juicio hizo que no me diera cuenta de que estaba traicionándonos.
—¡¿Qué?! —chilló Emma—. ¿Pero qué pasó? ¿Por qué no me enteré de nada?
—No queremos preocuparlas con estos asuntos.
—En resumen, Mitsuya y Takemicchi se metieron en problemas por su culpa. Así que tuve que exiliarlo de ToMan. No creo que haga nada malo, pero Takemicchi tampoco se fía de él, así que tengan cuidado.
Las dos amigas se vieron y asintieron, perplejas. Sin embargo, para alejar esos pensamientos oscuros, enlazaron los brazos y prefirieron concentrarse en el festival.
La sorprendía la cantidad de puestos de comida que había y también la capacidad de Manjiro para comprarse algo de cada uno y ofrecerle la mitad o menos cuando parecía acordarse de que tenía novia. Varias personas iban vestidas con kimonos, incluyendo a Emma, y no podía dejar de embelesarse por los colores, los diseños y las telas.
—En otra ocasión, podrías usar uno si quieres —dijo Manjiro, lamiéndose los dedos que se le habían llenado del dulce de unos dangos.
—No creo. No me quedaría bien...
—Claro que sí. A todas las mujeres les queda bien, no hay razón para que a ti no.
—Aun así, no creo...
—¡Yo te puedo prestar uno! —Saltó Emma, que escuchaba la conversación mientras Draken intentaba ganarle un premio.
—Ya la escuchaste. —Manjiro les dio un suave apretón a sus dedos—. ¿Qué más quieres ver?
—¡El omikuji! —dijo ella—. Aunque hay bastantes personas.
—La fila avanza rápido —señaló Manjiro y a su novia le pareció gracioso que se pusiera de puntitas para intentar ver sobre las personas en vano.
—Y vamos a que te laves las manos. Te puede dar una infección si sigues comiendo de ese modo.
Manjiro hizo un puchero, pero asintió. Se percató de que, una vez más, su novia le había echado un rápido vistazo a su barbilla para después desviar la mirada. Desde que la señora Matsuda les había dado su clase magistral de sexualidad responsable, él había notado que intentaba decirle algo, pero al parecer no hallaba las palabras exactas.
Ambos se lavaron las manos en un pozo de estilo tradicional y Manjiro la salpicó un poco en la cara tan solo para que ella le reclamara y, cuando él se dio media vuelta, le metió el agua por la espalda.
—¡Eso es trampa! —chilló Manjiro.
—¡Tú comenzaste!
Manjiro resopló, pero prefirió hacer una tregua y ofrecerle el brazo para que caminaran juntos. Ella empezó a contarle sobre el colegio y él también le habló un poco del tiempo que pasaba en la escuela, por primera vez pareciéndole remotamente interesante la vida estudiantil.
—Si necesitas ayuda, ¡puedes pedírmela! Estás un año más adelante, pero si leo la materia seguro que entiendo algo.
—Claro, porque mi novia es la más inteligente.
—Solo estudio —musitó, avergonzada, pero Manjiro notó como su mirada de encendía con tintes de orgullo.
La tomó de la mano y la llevó hacia la parte principal del templo. Estuvieron hablando mientras esperaban, notando que Draken y Emma estaban más abajo. (T/N) se percató de cómo Draken estaba levemente inclinado hacia Emma para escucharla y responderle.
—¿Cuándo crees que alguno dará el primer paso? —cuestionó ella.
—No lo sé. Solo sé que me gustaría verlos juntos en el futuro. Es bueno que se tomen su tiempo para descubrir sus sentimientos.
—¿Descubrirlos? ¡Si son tan obvios!
—En el caso de Kenchin, es bastante serio y responsable sobre sus sentimientos y los de los demás. Así que seguro piensa que aún no es lo suficientemente bueno para ella.
—Eso tiene sentido... Y parece que Emma piensa que no tiene ninguna oportunidad, así que los veremos así un tiempo más.
Manjiro curvó los labios y asintió, acercándose un poco más a ella para rodearla por la cintura. Cuando estuvieron por llegar al templo, Manjiro le explicó lo que debían hacer, aunque él no estaba demasiado seguro porque casi nunca les prestaba atención a los rituales. Así que (T/N) tomó sus palabras y las comparó con lo que hacían los demás hasta tener una mejor idea de los pasos a seguir para no quedar en ridículo.
Ambos pasaron frente a las campanas y rezaron en silencio. Luego, fueron a la tienda del templo para hacer una donación a cambio de los omikujis. Caminaron hasta a un sitio apartado y se observaron con diversión y complicidad.
—¡Abrámoslos a la cuenta de tres! ¡Uno!
—¡Dos!
—¡Tres! —gritaron al unísono con algarabía.
Abrieron los papeles y leyeron rápidamente el encabezado, cada uno con expresiones contrariadas. Luego, ojearon las especificaciones en cada aspecto de su suerte de ese año.
—¿Qué dice el tuyo? —preguntó Manjiro con un mohín, enfurruñado.
—Mala suerte... Al parecer me voy a enfermar de algo este año. —Rio apenas, sin querer que la decepción de la noticia tuviera realmente un efecto—. Aunque en la parte del amor dice que todo estará bien... Así que supongo que no terminaremos, ¿no?
Eso pareció hacerle gracia a Manjiro, pero asintió.
—Será difícil separarte de mí.
—... Quiero que me digas eso en doce años.
Manjiro curvó una ceja, pero asintió, convencido. Luego, le mostró su suerte con indignación.
—¿Como que buena suerte incierta? ¡Siempre he sacado excelente buena suerte!
—Al menos no es mala suerte como la mía...
—Aunque... —Manjiro le indicó su apartado en el amor—. El mío dice que habrá complicaciones en la parte sentimental y tendré que tomar una decisión importante. ¿Quizás se refiera a cuando tengas que regresar?
—¡Oye! No me quieras echar la culpa. —Lo codeó amistosamente y él rio.
—Vamos a dejar esa mala suerte acá. —Manjiro la tomó de la mano para guiarla hacia un árbol donde había varios omikujis atados.
A lo lejos divisaron a Emma y a Draken leyendo sus suertes con expresiones de alegría. (T/N) se convenció una vez más de que hacían una linda pareja.
—Me gustaría dejarla lo más arriba posible —dijo ella, haciendo una grulla con el papel, para sorpresa de Manjiro—. Hice un curso de origami las vacaciones pasadas en mi país... Aunque no fue gran cosa.
—Eres genial es un nivel completamente distinto al mío.
—Pero no seas tan modesto, Manjiro. —Rio ella, calculando hasta donde alcanzaba de puntitas.
—Podría trepar el árbol para ponerlo arriba —comentó Manjiro sin ahorrarse una indiscreta mirada al largo de su cuerpo.
—¡No! Debe ser algún árbol sagrado, no puedes hacer eso.
Manjiro puso los ojos en blanco y, echándole otro prolongado vistazo mientras ella estaba distraída, se le ocurrió una idea. Calculó con rapidez sus posibilidades y sonrió.
(T/N) dejó escapar un grito cuando sintió los brazos de su novio rodearle las piernas y alzarla con facilidad. A veces se le olvidaba que tras la contextura pequeña de Manjiro, se ocultaba el pandillero más fuerte de Kanto.
—No te muevas tanto. Solo confía en que yo, el Gran Mikey, te está sosteniendo.
—Qué demonios...
La chica se balanceó y se las arregló para amarrar la grulla con un cordón a una de las ramas más altas del árbol. Cuando acabó, volvió a chillar al descender bruscamente, aunque Manjiro la sostuvo a unos centímetros del suelo, abrazándola.
Cuando se percataron de que sus rostros estaban cerca, el de ella ligeramente por encima del de él, ambos se sonrojaron y Manjiro se apresuró a soltarla y tomar un prudente paso de distancia entre ambos. Por un instante, a Mikey lo asustó el vuelco de su corazón y el calor que pareció nublarle por un segundo los sentidos.
—No podían dar más espectáculo porque no podían, ¿verdad? —reclamó Draken, sintiendo verguënza ajena por las personas que susurraban entre ellas—. Además, podían pedirme ayuda.
—No se me ocurrió —dijo Manjiro al notar que el cerebro de su novia parecía haberse colgado como la antigua computadora que usaba su abuelo.
Emma se cubría los labios. Contrario a Draken, ella creía que la escena había sido inesperadamente romántica proviniendo de su hermano. Además, estaba seguro de que había pasado algo más por el ligero rubor espolvoreado en las mejillas de ambos.
—Y... ¿Y a ustedes que tal les fue en sus omikujis? —espetó (T/N) al notar las intenciones de su mejor amiga de ponerlos en evidencia.
—¡Buena suerte para ambos! —Draken sonrió mientras agitaba su suerte.
—A mí solo me preocupa algo sobre que me voy a enfermar, pero que podré recuperarme... Espero que sea por una gripe —dijo Emma con ligereza—. ¡Y decía que me irá bien en los estudios!
—¡Mis clases al fin darán frutos! —celebró (T/N) mientras enlazaba su brazo con el de Emma.
Mikey sonrió al verlas adelantárseles. Aun así, sentía su corazón ligeramente acelerado aún. Además, cada vez que su novia lo hacía sonrojar, hallaba confort en la calidez depositándose en sus mejillas, despertando su aterido corazón. Sabía que a (T/N) no le gustaba que la viera de ese modo, pero para él era inevitable percatarse de que, bañado en su cariño, empezaba a sentirse mucho mejor que nunca.
—Te has vuelto más atrevido desde que sales con ella —comentó Kenchin.
—¿Tú crees? —Le sonrió, relajado—. Es solo que, cuando estoy con ella, siento como si pudiera ser yo mismo. Solo tú, Emma y Mitsuya saben cómo soy realmente. —Manjiro apretó los labios, pensando en los otros amigos que había perdido en el camino—. Y con ella... Está aprendiendo sobre mis partes más oscuras, los matices de los que no estoy orgulloso y pareciera como si me quisiera más por ello. Discutimos muchas veces, pero logramos conversarlo hasta llegar a un punto medio. Me acepta por como soy y eso... —Manjiro miró a Kenchin y curvó los labios—. Eso también hace que yo empiece a amarla.
Kenchin parpadeó, anonadado por su estamento. Era cierto que su mejor amigo tenía una personalidad difícil y lo sorprendía que una chica tan dócil como ella logrará apaciguarlo de un modo en el que él se sintiera cómodo. Agradecía por esa inesperada bendición en la vida de Mikey, y aun así no pudo evitar expresarle su advertencia.
—Sabes que me hace feliz que te sientas a gusto con alguien, pero debes pensar también en su seguridad... En todo lo que implica que una chica salga contigo, Mikey.
—... Lo sé. —La mirada Manjiro se oscureció un poco, recordando muchos de los eventos que habían ocurrido entre sus propios chicos y sus novias y otras pandillas—. Pero no creo que alguien pueda caer tan bajo como para lastimarla a ella para hacerlo conmigo. Además, la protegeré y espero que los demás también lo hagan.
Kenchin curvó apenas los labios porque Mikey tenía razón, pero muchos pandilleros habían perdido cualquier indicio de honor en los últimos años. Así que dijo, como intentando apaciguar sus preocupaciones:
—Estoy seguro de que, si alguno la viera correr peligro, la iríamos a ayudar.
—Lo sé. —Manjiro le sonrió con confianza.
Prefirió cambiar de tema y ahogar sus preocupaciones infundados al fondo de su mente. Sin embargo, el resto de la noche se la pasó evaluando las posibilidades de que el escenario que pintaba Kenchin ocurriera.
Continuará...
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Estoy impresionada por la actuación de voz en el anime; la animación no es la mejor, pero soy fan de World Trigger, así que no soy exigente en ese aspecto xD
Sí, sí, soy muy mala con el foreshadowing y tengo que trabajar en ello, pero es para dejarlos con la sensación ominosa de lo que ocurrirá. En otras noticias, estoy escribiendo los últimos capítulos de la historia y estoy impresionada de lo largo que es este fic; aunque aún me falta bastante para acabarlo.
Nos estamos leyendo~
¡Dulces sueños! >.<
P.D.: Amo a Mikey con kimono.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro