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Capítulo XXIII: Templo

¡Claro que he estado yendo a misa!

Manjiro se sobresaltó al escucharla hablando en español. En su idioma natal pronunciaba las palabras más rápido y tenía un acento curioso, parecía que no paladeaba las sílabas como lo hacía con el japonés.

Mamá, tampoco es como que haya un montón de iglesias aquí. V-voy cuando puedo... Sí, sí, entiendo su punto, pero también tengo cosas que hacer y...

Manjiro rio entre dientes al ver su expresión de hastío, aunque cuando sus miradas se encontraron en mitad de la habitación, ella le sonrió a modo disculpas. Él negó con la cabeza. Lo divertía ver una nueva faceta de ella.

No es justo que meta a Dios en medio de esta discusión. —Puso los ojos en blanco, aunque una sonrisa traviesa bailaba en sus labios—. De acuerdo, intentaré ir al menos dos veces al mes... Aunque a veces hablan muy rápido y... Sí, sí, sé que es algo que se debe sentir en el espíritu, pero...

Suspiró y asintió varias veces. Manjiro curvó una ceja por su repentina seriedad.

Está bien. Me cuidaré, me portaré bien y... —Miró brevemente a Manjiro, apretó los labios y agitó la cabeza—. Hablamos luego. La quiero, má.

Volvió a suspirar cuando colgó el teléfono. Desenredó su dedo del cable después de percatarse de que había estado retorciéndolo compulsivamente.

—¿Pasó algo? —Manjiro dejó a un lado el bocetero de su novia, sorprendido de la cantidad de dibujos que había aun cuando le había dicho que había dejado el club de pintura—. Por cierto, suenas muy sexy en español.

—¡¿Qué dices?! —reclamó, enrojeciendo rápidamente y haciéndolo otro poco más al notar la mirada fija de Manjiro—. Y solo era mi mamá preguntando por lo estudios... Y también si estaba yendo a misa como si aquí abundaran las iglesias. También quise hablarle de ti, pero sé que se lo va a tomar mal, así que pensaré en formas de abordarlo.

—Sé dónde hay una iglesia. —Manjiro se frotó la barbilla—. ¿Quieres que te lleve el siguiente domingo?

Ella hizo un puchero, pero asintió. No le fascinaba ir a misa, pero quizás descubriría algo distinto en Japón. Así que quiso darle una chance.

—No sé si te molesta, pero yo ya les hablé de ti a Kenchin y Tamekicchi... Aunque Emma y mi abuelo no lo saben, o no sé si tú...

—Aún no sé lo he contado a nadie. Y no me molesta. —Se encogió de hombros—. Emma se pondrá muy feliz.

—Ya lo creo. —Manjiro curvó los labios—. Y podré molestarla con Kenchin.

—No seas malo. —La chica rio entre dientes, sentándose junto a Manjiro en la cama—. Entonces, debería decirle pronto a Emma para que no se vaya a enterar por alguien más. Ya me imagino que, si se lo dijiste a Takemichi, se le va de más la lengua...

Mikey siguió con sus ojos cómo tomaba el celular y escribía un mensaje rápidamente. Su mirada se concentró en la curvatura de sus labios por más tiempo de lo usual y se obligó a fijar la vista en un punto incierto de la habitación cuando ella ladeó el rostro.

—Por cierto, ¿quieres que te presente a mis amigos?

—Suena a que ya te comprometiste a presentarme. —Ella rio entre dientes cuando Manjiro alzó las cejas.

—Si te incomoda, podemos quedarnos aquí, en tu habitación, o salir al parque o...

—Espera, ¿me estás pidiendo una cita?

Manjiro volvió a ladear la cara, sus manos inquietas sobre su regazo hasta que ella las rodeó con sus dedos.

—¿Qué te parece esto? ¿Vamos a ver a tus amigos y mañana salimos a comer algo? En el colegio están hablando de una nueva cafetería que sirve dulces tradicionales, quizás tengan dorayaki.

—Suena bien.

Ella le sonrió y se paró, halándolo en el proceso. Manjiro apretó sus dedos e imitó su gesto en menor medida, pero tomó la delantera con seguridad. Él aún no comprendía cómo su corazón podía acelerarse de ese modo por algo tan simple como un roce, pero le gustaba embriagarse en esa sensación, en la seguridad que le brindaba.

Ambos dejaron la casa y (T/N) le escribió un mensaje a la señora Matsuda diciéndole que saldría con Manjiro. Se subieron en la motocicleta y pusieron rumbo al punto de encuentro.

A Manjiro le gustaba como su novia rodeaba su cintura con los brazos con fuerza durante los dos primeros kilómetros, y luego iba aflojando el agarre hasta relajarse y empezar a disfrutar del paisaje. A veces, la sentía recostarse de su espalda, confiando en sus habilidades de conducción mientras le hablaba con suavidad de la cotidianidad.

No tardaron a llegar y, como era usual, Manjiro esperaba que se bajara de la moto para que no se desestabilizara y ocurriera un accidente. Ella, por su parte, recibió el casco de él para guardarlos. Luego, oteó los alrededores.

—¿En serio nos reuniremos en un templo abandonado? Los pandilleros suelen tener sitios un poco... excéntricos para este tipo de encuentros.

Manjiro rio entre dientes y tomó su mano con dulzura para guiarla.

—Estás conmigo. No te va a pasar nada.

—Tus amigos no me preocupan, me preocupa que la policía venga y nos metamos en problemas. Nunca pensé que iba a terminar saliendo con un chico malo.

—No soy un chico malo —repuso Manjiro, su mirada tornándose reflexiva—. Aparte de andar con mi moto, para la cual tengo licencia provisional, no he hecho cosas como beber alcohol o fumar.

Ella lo observó unos segundos y prefirió no comentar más. Se conformó con apretar su mano y seguirlo. No quería discutir ni sacar a colación los eventos recientes con su pandilla. No quería lastimarlo con la verdad de su realidad.

La chica agradeció estar un poco más en forma después de empezar a movilizarse en bicicleta y realizar entrenamientos en el dojo de los Sano, porque no quería imaginar lo destrozada que hubiera acabado después de recorrer un sinfín de peldaños hasta el torii. Manjiro se burló, pero agitó las manos para intentar echarle aire.

—Estoy bien —dijo, aún agitada—. Mira. Ya están todos aquí y hemos llegado tarde.

—No. Ellos llegaron temprano. —Manjiro le lanzó una mirada altiva—. Las reuniones empiezan a la hora que yo llegue.

—¿Qué? ¿Acaso eres la reina de Genovia?

Manjiro curvó una ceja, sin entender de qué le hablaba. La chica lo observó, estupefacta, pero su expresión pronto se iluminó con una sonrisa y a Manjiro el corazón le dio un vuelco abrupto.

—¡Tengo que hacerte ver todas mis películas favoritas de Disney!

—Ah... A Emma le gustan, aunque yo realmente no soy mucho de ver películas animadas. Pero podemos intentarlo.

—Es una promesa.

—Es una promesa —susurró Manjiro, disfrutando de cómo su piel parecía más sensible al simple roce de sus manos.

Manjiro notó que ella se había atrasado un paso y que se escudó con su cuerpo cuando divisaron a los primeros chicos que, como siempre, estaban armando un escándalo. Mitsuya fue el primero en percatarse de sus presencias y alzó una mano mientras se acercaba.

—Te tomaste tu tiempo —dijo en tono bromista, a la par que le dedicaba una breve mirada a la única chica—. Eres la chica de la bicicleta en la playa, ¿no?

—Y tú debes ser Mitsuya; Manjiro me ha hablado mucho de ti. —Ella lo reconoció por el color de su cabello y agradeció cuando él estrechó su mano.

Mitsuya alzó apenas las cejas al escucharla decir el nombre de su amigo. En la boca de ella, el nombre de Mikey cobraba una fuerza arrolladora. Curvó los labios y siguió con los ojos cómo Mikey la presentaba al resto de sus amigos.

—Aquí están Angry y Happy. —Señaló a dos chicos que eran gemelos—. Mutto me dijo que no podía venir, pero que le hubiera gustado conocerte en mejores condiciones. A Kenchin ya lo conoces, pero tampoco pudo venir. Este de aquí es Peyan. Y a Takemicchi ya lo conoces. —Manjiro le sonrió, inflando el pecho con orgullo—. Chicos, (T/N)cchi es importante para mí, así que, si algún día la ven en problemas y yo no estoy cerca, quiero que la protejan por mí.

—Ay, ya solo di que es tu novia —molestó Happy, ensanchando su sonrisa.

—Quien iba a pensar que serías de los primeros en conseguirte novia. ¡Qué envidia! —exclamó Peyan—. Pero, más importante —se giró hacia Takemichi como un depredador—, por qué Hanagaki estaba enterado antes que nosotros, ¿eh? Entiendo que Draken lo sepa, pero...

(T/N) alzó las cejas cuando Peyan, mucho más alto que Mikey, se le acercó con las manos en los bolsillos y actitud intimidante.

—Es que Takemichi y yo nos conocemos de antes. Soy amiga de su novia —intervino ella.

Mitsuya se percató de cómo la chica se había parado entre Manjiro y Peyan, adoptando una posición defensiva. También notó la ligera sonrisa en los labios de Mikey, que no tardó en unirse a la conversación, deslizando sutilmente la mano por la de ella. Jamás creyó ver a Mikey con una pareja, porque él era un alma libre. Eso lo hizo cuestionarse qué clase de persona sería esa chica, que era capaz de lidiar con la actitud caprichosa y volátil de su amigo. Su primera impresión era que ella era buena y agradecía que se hubiera fijado en Mikey.

Sin embargo, (T/N) dejó de justificarse frente a Peyan, cuya intención realmente solo era conocerla mejor, cuando vio la expresión contrariada de Takemichi frente al nuevo miembro del grupo.

Mikey ladeó el rostro y esbozó una de sus sonrisas ligeras, de las que acudían a su rostro con facilidad por deferencia.

—Ah, Kisaki. Pensé que no vendrías.

—Pude desocuparme de mis asuntos personales más pronto de lo esperado —dijo el recién llegado, cuya mirada no tardó en caer sobre la única chica del grupo.

—(T/N)cchi, él es un nuevo miembro en ToMan, el que te comenté. Es Kisaki Tetta.

La joven, que estaba parada junto a Manjiro, se llevó una mano a la boca, sus hombros temblando ligeramente. Sin embargo, inclinó un poco la cabeza y dijo:

—Mu-mucho gusto.

—Igualmente. —Kisaki curvó una ceja, pero no le hizo más preguntas.

La chica no dudó dos veces en girar sobre sus talones y poner algo de distancia mientras su novio la seguía, confundido. Se detuvieron a unos cuantos metros.

—¿Dijiste que se llama Kisaki Teta?

—Sí, pero ¿por qué reaccionas así? ¿Se conocen de antes?

Manjiro respingó cuando ella soltó una carcajada y tuvo que contener el resto con las manos, doblándose a la mitad.

—Teta... —dijo ella, intentando recuperar el aire—. Dile que jamás vaya a un país que hable español.

—¿Eh? ¿Por qué?

Manjiro se quedó muy quieto cuando ella disminuyó la distancia para acercarse a su oído. Su vientre revoloteó al sentir su cálido aliento. Le explicó el motivo de su risa e, inevitablemente, él también fue atacado por un acceso de carcajadas.

Mitsuya alzó las cejas, impresionado. No estaba seguro de cuándo era la última vez que había visto ese brillo infantil al fondo de los oscuros ojos de Mikey, ni de escuchar su risa tan clara. Curvó los labios, aliviado, y notó a Takemichi posicionándose a su lado.

—Hacen una bonita pareja, ¿verdad? —dijo Takemichi en tono jovial.

—Sí. Me alegra que Mikey haya conseguido a alguien distinto a nosotros. Creo que es un soplo de aire fresco.

—Me pregunto... —Takemichi parpadeó, como experimentado una epifanía—. Me pregunto dónde estará en doce años.

—¿En doce años? —Mitsuya curvó una ceja, divertido—. ¿Quién sabe? ¿Aunque sería mucho pedir que sigan juntos?

Takemichi sonrió y asintió, él pensaba lo mismo. Y con ese anhelo, le surgió la duda de dónde estaba ella en el futuro. ¿Por qué si estaba teniendo esa influencia en Mikey, el futuro era cada vez más deprimente?

Continuará...

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Ya entró en escena el tetas xD Ok no. Sorprendentemente, me divertí escribiendo a Peyan; pensé que me costaría más.

Creo que el foreshadowing quedó muy obvio xD

En fin, nos leemos el miércoles.

¡Tengan una excelente semana! >.<

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