Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XIX: Autocontrol

Mikey podía decir, con orgullo, que había aprendido a leer a su amiga. Había muchos matices de su personalidad que aún no dilucidaba, pero podía saber cuándo ella se sentía insegura sobre algo. Podía vislumbrarlo al fondo de sus brillantes pupilas o en la forma en que sus labios se separaban unos segundos para luego decir "no es nada".

Llevaba varios días viendo el mismo patrón cuando se encontraban por casualidad. A veces creía que la ciudad era muy pequeña o que simplemente algo los empujaba hacia el otro. Y no le desagradaba. (T/N) era buena compañía y tenía una perspectiva totalmente distinta a la de él. Por eso quería saber qué generaba tal inseguridad en ella.

Sin embargo, no pensó que, en cuanto lo viera, la chica le arrojaría la mochila a la cara mientras gritaba.

¿Pero cómo podían culparla cuando, después de regresar del colegio, encontró a Mikey saltando del alféizar de la ventana de su habitación en el segundo piso como si fuera el maldito Hombre Araña?

—¡¿Qué demonios...?!

—(T/N), ¿pasa algo? —exclamó la señora Matsuda desde la cocina.

—¡No es nada! —repuso de inmediato con la voz agudizada—. ¿Qué demonios haces aquí? Casi me matas de un infarto...

—No pensé que te asustarías tanto.

—¡¿Cómo no?! Una simplemente no espera encontrar a alguien colándose por la ventana con buenas intenciones... Porque tienes buenas intenciones, ¿no?

Manjiro rio, curioseando el sencillo escritorio y la cama de plaza y media con cajones en la parte de abajo. Se fijó en los detalles que hablaban de la personalidad de su amiga. En su portaminas de colores del atardecer, de las acuarelas empolvadas, de las fotos sin marco que empezaban a dañarse por la luz del sol y el polvo, de la sonrisa alegre que veía apretujada entre sus familiares. Todo su espacio era brillante. Se alejaba muchísimo de su mundo y temió mancillarla con los pecados que llevaba en las manos, con su apatía y sus ínfulas de superioridad.

Mikey llamó su nombre suavemente, sonriendo al ver una carta llena de escarcha y colores escrita en español, probablemente hecha por sus amigas antes de marcharse a Japón.

—¿Sí? —La chica prefirió no prestarle demasiado atención porque se trataba de Manjiro, que era un excéntrico por excelencia y se dispuso a sacar las hojas de ejercicios que tenía que resolver.

Miró la tarea extra de japonés, maldiciendo un poco a Emma por haberle propuesto pedirle ayuda a su espartana profesora de japonés para mejorar en el idioma; pero sabía que terminaría agradeciéndole.

—Hay algo que quieres decirme, ¿cierto?

—... No realmente.

—Eres pésima mintiendo.

—¡No soy pésima mintiendo!

Manjiro esgrimió una sonrisa de sabelotodo y ella cedió:

—Quizás lo soy un poquito, pero no tengo... —(T/N) suspiró al encontrarse con la mirada seria de Manjiro y se dejó caer dramáticamente sobre la cama—. Siento que no tengo derecho a decirte lo que quiero.

—¿Derecho? Eso lo veremos después.

—Manjiro, todos hablan de lo aterrador que eres cuando te molestas, y temo enfadarte, a pesar de que una parte de mí cree... —recordó al Manjiro descompuesto del futuro y agitó la cabeza—. Creo que lo necesitas.

Mikey apretó los labios y se sentó junto a ella, de modo que sus rodillas se rozaban. No quiso mencionar los vestigios de una costra que podían verse bajo el dobladillo de la falda. Por su parte, (T/N) aspiró profundo, convenciéndose una vez más de lo mucho que le gustaba el aroma de Manjiro, que a veces olía a frutos cítricos y otras veces a fresas, como el champú de Emma, y en otras ocasiones olía simplemente a él, sin más adjetivos que pudieran describirlo.

—Bien. Dímelo.

Ella vio de soslayo su perfil, cómo Manjiro se mantenía sereno, como una tormenta a punto de explotar y agitar todos los mares del mundo. La puso nerviosa cuando sus orbes de obsidiana se posaron sobre ella, pero, del mismo modo, la llenó de osadía.

—¿Qué quieres hacer con Kazutora?

Vio que las manos de Manjiro se crisparon y escuchó sus dientes rechinar cuando su mandíbula se tensó. No estaba segura de cómo fue capaz de sostenerle la mirada cuando creyó ver un millón de infiernos ardiendo en sus pupilas. Sin embargo, Mikey se tranquilizó de a poco y atisbó brevemente sus manos cuando ella deslizó la de ella sobre la de él.

—¿Quieres escuchar la verdad?

—Te estoy preguntando porque quiero saberlo todo.

—Quiero matarlo.

Ella parpadeó y bajó la mirada brevemente. Manjiro, de algún modo, agradeció que no retirara su mano, más bien se la apretó solo un poco más. Suspiró, trémula, y volvió a verlo.

—¿Estás consciente de lo que eso implica?

—Claro que sí.

—Manjiro... —negó con la cabeza y él curvó una ceja—. No me refiero a las repercusiones legales. ¿Qué harás después de asesinarlo? Tu hermano no regresará porque lo vengaste. Puede que vayas a prisión. Puede que alguien te proporcione una coartada y no aprendas las consecuencias de tus actos y sigas por ese camino. ¿Has pensado en qué pasaría con Emma?

—Sé que no regresará a Shinichiro —su voz sonó como un látigo e intento zafarse de su agarre, pero ella apretó sus dedos—. ¡Pero él no se ha arrepentido ni un poco! Puedo sentirlo, escucho los rumores. Sé que vendrá por mí. Puede que hasta me arrebate algo importante de nuevo.

—No digo que esté mal sentirte así. Pero ve más allá. ¿Es esa la vida que quieres tener a futuro?

—¿Qué sabes tú?

—No sé nada, pero quiero ayudarte. Eres... —Se mordió la lengua—. No quiero que en el futuro te arrepientas...

—¿El futuro? —bufó, pero se obligó a tomarla en serio cuando se percató de la gravedad con la que lo veía—. Yo... No podré contenerme, ¿sabes? Si lo veo, si se mete conmigo...

(T/N) apretó los labios y asintió, porque lo entendía. Pese a que no se trataba de una situación de la misma envergadura, ella también había querido golpear a alguien o, quizás, patearlo, pero la diferencia era que ella siempre se contenía. Quizás eso pasaba con Manjiro, y estaba a punto de rebasar los límites de su autocontrol.

—Manjiro, no te digo que lo perdones ni que regreses a ser su amigo. Está bien que lo odies el tiempo suficiente hasta que te sientas listo. Pero el odio es un arma de doble filo y pienso que terminarás lastimándote si te dejas controlar por este, más de lo que lo lastimarás a él.

Mikey la escuchó y pensó en cada una de sus palabras. La consideraba una persona sensata y que estaba al tanto de los matices que pintaban la sociedad. Tenía razón, pero a él le costaba aceptarlo; aunque agradecía que ella no desestimara sus propias emociones ni condicionara su cambio de actitud. Le gustaba cómo, a pesar de todo, seguía sosteniendo su mano y enfrentándolo con franqueza.

—No me había detenido a pensar en Emma.

—Eres su hermano mayor.

—Sí, pero sin mí... —Manjiro desvío la mirada—. Creo que podría estar bien sin mí.

—Eso no es cierto.

—... No tengo por qué mentirte.

—No me importa si me mientes. —Mikey respingó ante su voz demandante—. Me importa que te mientas a ti mismo.

—¿Qué...? —Manjiro se quiso reír porque le costaba creerle, pero, una vez más, descubría que confiaban tanto el uno en el otro, apenas percatándose, que no necesitaban mentiras para persuadirse—. Vale, (T/N)cchi, ¿y qué quieres que haga? Me importa Emma, pero creo que Kenchin estará para ella, tú estarás para ella... Si lo ves así, yo no soy tan indispensable.

—Yo no puedo reemplazarte, ni Draken, ni Takemichi, ni tu abuelo, ni nadie.

—¿Y qué quieres que haga, entonces?

—No quiero... —Ella apretó los labios, su corazón acelerado porque no creyó poder llegar tan lejos—. Que estés bien. Eso quiero. Quiero que pienses en el futuro, en cómo te ves, en qué anhelas.

—El futuro... —Mikey suspiró y echó la cabeza sobre su hombro—. No me gusta pensar demasiado en ello. Te haces expectativas y luego...

—Lo siento —susurró ella, notando cómo Mikey jugaba con sus dedos—. Yo quisiera verte en mi futuro.

—... —Mikey detuvo sus movimientos un instante y asintió—: A mí también me gustaría, pero dudo que podamos compartirlo.

(T/N) apretó los labios, pensando en el Manjiro del futuro, con su mirada desolada. Tenía razón. Podrían estar en el futuro, pero sus caminos apenas se cruzarían. No importaba que ella deseara con ahínco que Manjiro tuviera la jovialidad que había exhibido el día del partido de fútbol.

—Gracias por hablar conmigo —dijo finalmente Manjiro, separándose con cuidado—. Es refrescante hablar contigo.

—No, gracias a ti por escucharme —repuso, sin saber qué hacer sin la calidez de su cuerpo cerca—. Lamento si me entrometí.

—No me importa. Creo que tendré que pensar en todo lo que me dijiste.

—Gracias.

Manjiro se puso en pie y se estiró como un gato gigantesco. Luego, la observó de soslayo y curvó los labios.

—¿Sabes? Más del noventa por ciento de mis chicos se mearía en los pantalones antes de ser capaz de hablarme como lo hiciste tú.

—¿Y qué te hace pensar que no estoy asustada?

—Que no te measte nada.

—No seas tonto.

Manjiro rio, divertido y se acuclilló frente a ella, apoyó los codos de sus rodillas. Apreció el ligero rubor que coloreó sus mejillas.

—Que no apartaste la mirada ni un segundo de mí y que no titubeaste ni un poco.

—Es porque me importas, por eso no podía quedarme callada.

—Entiendo. —Manjiro estiró una mano y acarició uno de los mechones de cabello que caían sobre su frente—. Tú también me importas.

—¿Qué?

—Creo que será mejor que me vaya. —Ladeó el rostro cuando escuchó unos pasos subiendo por las escaleras—. No olvides dejar sin seguro la ventana.

—¡N-no puedes volver a entrar así...!

Manjiro le sonrió, como si se hubiera tomado sus palabras como un reto. Sin decir nada más, se aupó al alféizar y saltó a la rama de un robusto cerezo, balanceándose hasta caer en el suelo con gracia. Se limpió un poco la ropa y se despidió con la mano y una sonrisa.

(T/N) suspiró, incrédula. Pese a que su conversación había ido bien, sentía que aún no cumplía con la tarea que le designó Baji. Se cuestionó si era posible hablar una vez más con él. Empezó a planear cómo podía encontrárselo, quizás podía pedirle ayuda a Draken o a Takemichi.

No había forma en la que se pudiera percatar del chico que observaba su ventana desde el recodo de un calle.

Continuará...

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Ustedes no pueden cuantificar las ganas que tenía de escribir una escena de Mikey colándose por la ventana xD Siento que es algo muy él, muy de chico problemático.

Espero que tengan un gran fin de semana~

¡Nos leemos pronto! >.<

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro