3- Confesión en la cancha
Bajé las escaleras como pude, y vi que mis amigas me estaban buscando.
—¿Dónde te metiste?
—Perdona Luana fui a buscar agua, y como ni acá ni en secretaría había, tuve que subir al primer piso.
—Pero ¿Estas bien Milena? Te ves terrible — me preguntó Anahí observándome de pies a cabeza.
—Sí, es solo que me cansé de subir y bajar escaleras ¿Por qué no tendremos un ascensor? — me excusé rogando que me creyeran la mentira.
—¿No te parece que no puedes poner esas excusas? — me preguntó Aylana — Si te viera la entrenadora te obligaría a dejar de fumar y te suspendería.
—Está bien, no te preocupes. Le prometí a la entrenadora que si mi rendimiento físico bajaba dejaría de fumar, pero no dejaré que pase — le contesté olvidando todo por un momento.
—Y hablando de fumar vayamos antes de que llegue la profe de Bases — y todas salimos al patio.
Sólo necesitaba aire para asimilar todo lo que me estaba pasando, y para lo que faltaba del día.
Bases era la materia más aburrida de todo el año, ninguno le encontraba el sentido, pero sobre todo yo no entendía nada, siempre fui mala en Biología.
La clase pasó rápido porque ninguna tenía ningún trabajo que entregar, así que salimos temprano. Me despedí de las chicas y me fui directo a mi casa a buscar mi equipo de voleyball.
El tiempo pasaba rápido, así que cuando llegué solo me dio tiempo de dejar las cosas de la facultad, ponerme el equipo corto de gimnasia porque el día estaba muy caluroso.
Agarré el bolso con las protecciones, me puse los auriculares y fui directo a la parada del colectivo.
Llegué temprano al club, y como todavía no había nadie, me puse a calentar y comencé a correr hasta que las demás llegaran.
—¡Buenas Noches! — me saludó un chico que también estaba corriendo el mismo circuito que yo, así que seguro pertenecía a algún equipo.
—Buenas Noches — le respondí y seguí corriendo sin darle mayor importancia.
Al poco tiempo llegaron las demás chicas junto con la entrenadora, volvimos a pre-calentar y corrimos todas juntas.
—Bien chicas, formen una fila que voy a asignar las posiciones definitivas. Milena serás la armadora y las chicas te eligieron para ser la capitana — todas aplaudieron.
—Prometo que no las defraudaré — dije emocionada, ya que hasta ahora era lo mejor que me había pasado en el día.
—La posición de líbero la va a ocupar Agustina, las defensoras centrales serán Verónica, Luna y Celeste… — y así continuó nombrando el resto de las posiciones.
Mientras la entrenadora terminaba de hablar nos mandó a colocarnos las protecciones para empezar el partido de práctica para probar las nuevas posiciones.
Me estaba terminando de colocar las rodilleras, cuando observé que del otro lado de la cancha estaban algunos chicos calentando y poniéndose las protecciones.
—¡¿Listo chicas?! — preguntó la entrenadora mientras nos volvíamos a alinear — La práctica de hoy será especial, ya que para ver sus posiciones le he pedido al entrenador del equipo masculino que tengan un partido de práctica contra nosotras. Así que fórmense y saluden.
—¡Mucho gusto! — dijimos todas al unísono.
—¡Mucho gusto! — nos respondieron los varones formados al otro lado de la red.
—Ven, les dije que eran lindas — se escuchó el comentario de alguno.
—A mi particularmente me gusta la pelirroja — y cuando escuché ese comentario referido a mi me enfurecí.
—¡Vamos chicas, no vamos a dejar ni a uno vivo! — grité con todas alrededor.
—¡Si! — gritaron todas.
—¡Ohhhhhhh! Veo que tienen agallas — dijo el mismo chico que había hecho el comentario sobre mi — ¡Me gustas más colo! — gritó tan fuerte que sus compañeros empezaron a reír.
—¡Basta! — les gritó su entrenador- Les dije que se comportaran — todos agacharon la cabeza.
—Pues a mi no me gustas en lo más mínimo — dije mientras me acomodaba en mi posición — Antes preferiría besar a un sapo.
—¡Esa es nuestra capitana! ¡Vamos Mile a ganarles! — dijeron las chicas, y el partido comenzó.
El saque fue nuestro, pero podía ver que los varones no jugaban mal.
Volvimos a sacar, pero esta vez la recepción fue buena y el balón volvió a nuestro lado de la red. Corrí para alcanzarlo, pero para poder armar la jugada tuve que tirarme y caí al suelo, mi intento fue inútil y la pelota salió.
Cuando me estaba por incorporar vi frente a mi la mano extendida de alguien que tomé para levantarme, sin reparar de quién era.
—Gracias — dije sacudiéndome.
—No te preocupes, después de verte jugar no me dieron ganas de perder — cuando busqué el rostro vi al joven que me había saludado mientras corría.
Me sonrojé al ver que me sonreía de una manera muy tierna. ¡Dios! Se ve que hoy no era mi día en absoluto.
El primer set lo ganamos 25 a 20; el segundo lo perdimos 21-25; pero finalmente les demostramos quién manda en nuestra cancha y ganamos 26-24.
Luego del partido los varones estuvieron en silencio mientras estirábamos. La entrenadora nos felicitó y nos marchamos.
Cansada llegué a la parada, y mientras esperaba que el colectivo llegara encendí un cigarrillo para relajarme. Me puse con la cabeza hacia atrás mientras encendía el reproductor; cuando bajé la cabeza lo vi parado frente a mi y me asustó tanto que retrocedí algunos pasos.
—¿Disculpa? — dije sarcásticamente mientras me sacaba los auriculares — ¿Necesitas algo?
—Nunca vi a una capitana fumar — y se colocó a mi lado.
—Creo que no es de tu incumbencia. Si te sientes mal por el partido pídele a tu entrenador que arregle el partido para jugar la revancha — estaba a punto de volver a mi mundo con la música, cuando me tomó la mano para evitarlo.
—¿Tienes novio Milena? — me preguntó sin dejar de sostener mi mano.
—No te interesa — dije enojada retirando mi mano.
—La verdad es que estoy enamorado de ti — sonrió.
Cuando lo miré detenidamente, noté que su cabello negro dejaba entrever algunos pequeños rizos, tenía ojos verdes sorprendentemente oscuros, y sus manos, a pesar de ser un jugador, eran sumamente suaves.
—Creo que mejor caminaré hasta casa, no necesito tener que escuchar esto — tiré el cigarrillo para apagarlo, puse mis manos en los bolsillos de mi campera y con mi bolso en el hombro me marché.
Mientras caminaba sin mirar atrás, rogaba que ese chico no me persiguiera, hoy había tenido suficiente de chicos; primero el joven rubio de esta mañana y ahora el morocho del club.
No entendía qué les pasaba a los jóvenes, pensé que por ser poco femenina no les gustaba a los varones y ahora resulta que hay dos chicos detrás de mí. De verdad creo que el mundo está de cabeza.
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