CAPÍTULO 2
Luego de que Niall tomara venganza contra su hermano, metiendo en su chaqueta un poco de lluvia congelada que colgaba de los árboles, ambos hicieron las pases gracias a los regaños de Liam.
El señor Stevens los citó a todos en las afueras de su campamento provisional. El omega sopló un poco de aliento en sus manos para poder dar calor; una suave ventisca de nieve hizo que todos se encontraran muy abrigados.
Las amigas de los chicos estaban juntas y abrazadas en el fondo, mientras que los alfas comandaban al grupo frente al profesor.
Liam se encargaba de cubrir a todos los omegas con unas mantas extras que Louis decidió llevar.
Niall servía chocolate caliente para compartir.
El señor Stevens estaba entusiasmado porque ese sería el día en que la manada conocería a sus estudiantes. Bebió un poco de chocolate antes de hablar, su nariz estaba roja y cada vez que hablaba, pequeñas porciones de humo se formaban cuando su aliento se mezclaba con el frío ambiente.
—Muchachos, está de más decirles que aquí empieza esta parte importante en sus carreras. Ser médico no solo se resume a tratar de salvar vidas, sino de sentir, comprender y no perder la humanidad.
Los alumnos tenían estas miradas ilusionadas que derrochaban emoción por todo lo que su profesor les decía.
—Eviten ver a las personas como un paciente más o uno menos. Esta hermosa labor va más allá que eso, se dirige a donde ustedes dejan alma y cuerpo; donde comprenden y entienden el dolor y tratan de remediarlo. —El omega les vio a todos esbozando una suave sonrisa, tomando un poco de aire para seguir hablando.
—Hoy conoceremos a quien nos ha abierto las puertas de lo más sagrado para estas tierras, respeten a todos, ayuden, sean cordiales y amables siempre, así que el jefe Maka nos espera para presentarse, ha tenido la amabilidad de recibirnos y dar la bienvenida, así que sigamos a los guías y pronto estaremos en el campamento
Todos aplaudieron compartiendo sonrisas nerviosas y emocionadas; sabían que por estos momentos valían todos sus esfuerzos.
Louis, Niall y Liam caminaron detrás de los guías cargando los presentes que habían traído como agradecimiento al jefe de la manada.
Francis se encargó de irritar a todos durante el trayecto, quejándose de todo y por todo. Se habían puesto algunas prendas demasiado ajustadas y nada abrigadoras. Uno de los alfas compañeros de los chicos lo acercó a él para brindarle un poco de calor y para que se callara y dejara de quejarse tanto.
A medida que iban avanzando, Louis sentía extraño, notaba a su lobo nervioso, volteó a los árboles, sintiendo de nuevo que le observaban.
Liam se apegó a él, algo inquietaba a su amigo y ya estaba empezando a ponerlo un poco ansioso.
—Louis, ¿te encuentras bien, amigo? —El alfa caminaba con la vista fija en los árboles, buscando lo que ni él sabía qué había.
—Seguro se le congeló el cerebro —Niall se acercó hablando en un tono serio, posando sus manos en los hombros de su hermano, abrió sus ojos para luego entrecerrarlos, examinando el rostro de Louis.
—¿Qué haces, Niall? —preguntó molesto, intentándose alejar.
—Nada, Louis. —responde el rubio acercándose para darle un abrazo acariciando su espalda—. Quiero asegurarme de que estés bien.
Tanto Liam como Niall estaban algo preocupados por cómo Louis se había comportado últimamente, esos sueños le estaban perturbándolo mucho.
—Lo sé, Niall, es solo que estoy un poco inquieto, mi alfa se siente extraño —intentó sonar tranquilo—, pero todo está bien.
El camino cambió de repente, el viento se hizo un poco más liviano, el ambiente era diferente… realmente diferente, podían ver a lo lejos cómo los árboles estaban agrupados, eran grandes y fascinantes.
Uno de los guías les habló informando que detrás se encontraba la manada. Ellos entrarían junto al grupo hasta el campamento, luego regresarían por algunas cosas que faltaban.
Siguieron avanzando hasta estar frente a los árboles. Uno de los alfas guías se giró para poder hablar. —Estamos frente a las tierras de la manada de los Campua, no sé si observaron bien, pero entre los árboles hay algunos lobos esperándonos, no teman, son los vigías que se encuentran en cada territorio, si no supieran que vendríamos posiblemente ya estaríamos con la diosa luna —bromeó, pero a ninguno le causo gracia.
Lentamente, los lobos fueron apareciendo de la nada hasta encontrarse frente a frente. El alfa hizo una reverencia mostrando su respeto; estos imitaron su acción volteando su vista de inmediato al frente.
Los chicos hicieron lo mismo cuando pasaban ante las imponentes presencias. Un pequeño cachorro se acercó hasta donde estaba el señor Stevens olfateando y saltando de un lugar a otro, pero uno de los lobos gruñó hacia él llamando su atención e inmediatamente el lobito se formó en línea.
Se intimidaron un poco por el gruñido, los omegas tenían sus manos tapándose los oídos por el gran sonido.
—No se preocupen, el pequeño es un aprendiz y está en entrenamiento para convertirse en guardián. —mencionó el guía.
Louis abrazaba a un Niall muy asustado, su hermano lo negaba, pero estar pegado a su brazo le decía todo lo contrario. El rubio solo estuvo alistando todo para que todos pudieran llegar a la tribu.
A medida que iban avanzando, las pequeñas cabañas se iban haciendo presentes, los pequeños cachorros corrieron hacia ellos dando vueltas a su alrededor, aullando para anunciar su entrada.
El campamento se encontraba en el centro de la tribu, al lado de la casa del jefe Maka. Louis estaba más que fascinado, todo parecía mágico, era tan impresionante la vista que tenía al frente.
El señor Stevens llamó su atención para darles las últimas indicaciones.
—Jóvenes, ahora vendrán algunos lugareños con ropa para darnos. Esto lo usaremos cuando nos presentemos como lobos, estas ropas son un regalo de ellos para nosotros.
Terminando de mencionar aquello, un grupo de alfas y omegas se dejó ver. Sonrieron hacia ellos, dándoles la bienvenida a su territorio y en sus manos traían trajes que estaban hechos con piel de animales.
Le entregaron a cada uno juego para que se desvistieran y se colocaran lo que ellos habían llevado.
—Muchas gracias, son muy acogedores. —Habló Liam viendo directamente a un omega de tez acaramelada, juró nunca haber visto unos ojos tan lindos como los de él, tan cafés como la tierra misma. —El lindo omega hizo una pequeña reverencia, regalándole una suave y linda sonrisa.
—¡Liam por la luna!, tienes cara de idiota —Niall se burló por la expresión en la cara de su amigo.
—Calla, Niall, no sé de qué hablas —respondió con las mejillas rojas.
—Si lo que digas, ese omega era muy hermoso, tengo que decir que no eres tan idiota después de todo.
Liam le vio con el ceño fruncido —lo es —siseó en tono molesto.
—¡Ay, Li, te enamoraste! Tan rápido has caído, amigo. —Abrazó al alfa dando unos golpes en su brazo.
—Idiota.
Al terminar de vestirse, vieron a Louis arreglando los presentes que le darían al jefe, acomodando todo el perfecto orden.
El mismo grupo regresó para escoltarlos hasta donde se encontraba el jefe. El señor Stevens iba al frente y los alfas a su lado para darle su entero apoyo.
Los otros alfas venían al lado de los omegas para que no se sintieran intimidados por el olor que emanaban los de la manada.
Llegaron al centro de la tribu. Un gran hombre se acercaba, apoyando sus pasos en un bastón de madera con adornos de plumas. Tenía algunas marcas tribales en su piel, era alto, su cabello negro era recogido con algunas trenzas.
Su vestimenta era similar a la de los demás, con la única diferencia: eran de puntadas de oro formando bordados simbólicos, con gran presencia se dirigió a ellos.
—Bienvenidos sean a nuestros territorios, la tierra de los Campua. Estamos agradecidos con los dioses por su llegada. —sonrió complaciente.
—Muchas gracias, jefe. Mi nombre es Matt Stevens, soy el encargado de los muchachos, para nosotros es un privilegio que nos permita estar junto a ustedes. —El maestro se acercó dando una pequeña reverencia en señal de respeto.
—Es un gusto, Matt, puede llamarme Maka.
—Está bien, señor Maka, su nombre es muy bonito, tiene como significado a la madre tierra.
—Así es, Matt. Mis padres contaban que fueron los dioses los que me nombraron, haciendo honor a nuestros ojos y a la madre tierra. Imagino que se encuentran cansados por el viaje, por favor síganme que hemos preparado algunos alimentos para que se recuperen.
Dieron las gracias y siguieron al gran jefe que iba hacia dentro de una de las cabañas. Toda la tribu estaba esperándolos ansiosos por su llegada, realmente se sintieron alagados por la calurosa bienvenida que les ofrecían.
El maestro llamó a Niall, él era el enlace con la tribu, esto era estando fuera en el campamento anterior.
Niall se dirigió al alfa líder, hablándole con tal confianza que parecía como si estuviera viviendo desde hace mucho tiempo en ese lugar. El gran líder ya se había encontrado días atrás con el rubio cuando salió para recibirlo y darle la bienvenida.
—Jefe Maka quiero presentarle a mi hermano Louis, hemos traído algunos presentes y estaríamos muy honrados de que los aceptara.
—Será un placer, por favor, no sientan pena alguna, mi casa será su casa y mi familia, su familia.
Los tres alfas amigos se dirigieron al frente haciendo reverencia ante el jefe y Louis habló en nombre de todos.
—Jefe Maka, estamos muy felices de poder estar en sus tierras como muestra de agradecimiento, hemos traído unos presentes esperando que no sean de ofensa para usted, para la tribu o para los dioses.
—La bondad de su corazón gran alfa procede de la forma en que se ha dirigido hacia mí, su poder yace en la fuerza de su corazón, adelante que no es ninguna ofensa.
Levantaron la vista para colocar los cofres que habían cargado. Liam saludó mostrando algunos adornos y joyas con dioses labrados, además de un cayado con los mismos tallados.
—Estos son dijes, jefe, para que los dioses siempre estén a su lado y, junto a la tribu, el cayado es para que su soporte en esta tierra siempre sea firme.
El alfa los tomó con mucho agradecimiento, admirando el detalle de las joyas; eran maravillosas.
Fue el turno de Niall mostrar otro de los presentes, era el emblema de la tribu; una luna azul con un lobo aullando, además unos símbolos de protección bordados en una gran manta con adornos de plata y oro —el oro y la plata es para que siempre haya abundancia en sus tierras y los símbolos son de protección hacía la tribu.
No hacía falta que el alfa hiciera mención de algo, estaba más que maravillado por las cosas que recibía y su expresión lo hacía ver.
Louis acercó el último presente, eran anillos con diferentes piedras incrustadas en ellos, una capa con bordados y una candela.
—Estos anillos tienen piedras de jade, ópalo, zafiros y rubíes. Cada una representa los 4 grandes elementos para que usted y su tribu siempre sean virtuosos, las aguas siempre sean calmas y nunca falten para saciar su sed, el viento sea puro y calmo trayendo la paz a sus corazones y el calor de su gente siempre le abrace en los días difíciles.
Todos escuchaban con gran atención y admiración lo que decían, Louis continuó después de entregar los anillos —la capa es para protección y sobre sus hombros siempre este la salud y el vigor para seguir liderando, por último la candela que no se apaga está hecha de un material especial que al encenderla la mecha no termina y es para que la luz siempre ilumine su camino.
El gran alfa se puso de pie y abrazó a los tres alfas que se encontraban frente a él.
—Agradezco su benevolencia y el gran gesto que han tenido hacia mí y mi pueblo.
—Ha sido un regalo departe de todos, Jefe, es un honor para nosotros. —mencionó Louis.
El gran alfa estaba a punto de responder cuando un golpe retumbó en la cabaña donde estaban. Todos voltearon a ver notando a una omega con cabello blanco y largo hasta la cintura, se quedaron extrañados al ver sus ojos color violeta.
—Miente, gran jefe. —Espetó algo molesta haciendo una reverencia hacia el jefe—. Sus presentes han sido solo elegidos por ellos, los demás no tienen nada que ver. —Después de decir eso, salió sin más.
Los tres amigos se vieron los rostros algo preocupados, el jefe sonrió hacia ellos haciéndoles saber que todo está bien, los guio afuera, donde se presentarían como lobos.
—Ella era Onawa, es nuestra guía espiritual, tiene contacto con los dioses, es una omega muy respetada en la tribu, algo extraña, pero tiene un gran poder.
—Te escuché tonto, alfa. —Dijo la omega saliendo de la nada.
Louis sintió esa extraña sensación de nuevo al estar tan cerca de ella. La omega le vio detenidamente ladeando su cabeza de un lado al otro hasta fijarse en sus ojos.
Onawa giró a un costado como si estuviera hablando con alguien —¡Los ojos de la diosa luna! —habló realmente sorprendida—. Ahora sé por qué estabas de necio que fuera a verlo.
Antes de que Louis digiera algo, la omega se acercó a él posando un dedo sobre sus labios. —No digas nada, aún no es tiempo —Louis parpadeó muy desconcertado.
Onawa se alejó de él hablando a la nada, escuchando lo último antes de perderla de vista: —Ya veremos, mi bebé es una gran joya, claro que le gustará.
Sus amigos se apegaron a él, Niall lo tomó fuertemente del brazo —Louis, ¿qué fue eso y por qué rayos me dio tanto miedo? Ella estaba hablando sola.
—No sé, Niall, es esta extraña sensación de nuevo.
—¿Louis, no tendrás algún parásito? Ya me estás preocupando.
Liam se encontraba un poco ido apreciando al hermoso omega que tenía frente a él. El gran jefe se acercó a ellos, hizo señales para que todos sus compañeros se agruparan, era hora de presentarse ante toda la manada.
Salían de la cabaña para dirigirse al centro, quedaron sorprendidos al ver a toda la tribu frente a ellos.
Maka alzó la voz dirigiéndose a toda la manada.
—Hijos de la tierra, tribu de los Campua, presento ante ustedes a estos alfas, omegas y betas que han venido de ambientes diferentes al nuestro para poder brindar su ayuda con nuestros enfermos, hagan que sientan el calor de nuestra tribu como si hubiesen nacido en nuestra tierra misma.
La manada inclinó sus rostros como acto de respeto ante el grupo de estudiantes.
—Es hora de que nuestros lobos se conozcan, pero antes llamen a mi primogénito para que se acerque y pueda estar junto a nosotros. En este momento, un alfa salió trotando para acatar la orden del jefe.
—Manada, liberen a sus lobos —ordenó el alfa a todos los presentes.
Todos se habían transformado en lobos, dejando ver su lado animal.
Los estudiantes esperaban la orden para que pudieran hacer lo mismo.
Maka sonrió al percibir el aroma de su hijo alfa, dirigió su atención a la arboleda donde imponente se asomaba un gran lobo café.
El jefe les explicó que su hijo fue en busca de Onawa para poder recibirlos, pero al parecer la omega aparecía cuando a ella se le antojaba.
—Les presento a mi hijo, el gran heredero de la tribu de los Campua. Su nombre es Tarak, nombre que su madre dio en un suspiro antes de ser llevada por los dioses al descanso eterno. —habló con orgullo, pero su voz se escuchaba melancólica.
Todos saludaron al lobo que se encontraba junto al gran alfa. Maka dio el asentimiento para que todos se transformaran, se despojaron de sus ropas, transformándose al instante.
Sus lobos eran muy diferentes a los de la tribu, sus colores eran distintos.
Louis estaba a punto de permitirle salir a su lobo cuando un olor lo distrajo. Su alfa se removió inquieto en su interior.
Eso nunca había pasado, asustado y emocionado, giró sobre sí buscando quién era el poseedor de ese aroma que había vuelto loco a su alfa, aullando una palabra.
Onawa veía todo de lejos con una enorme sonrisa, el jefe observaba la actitud de Louis, sonrió para sí sabiendo que la omega tenía razón.
Notó a Tarak su hijo queriendo avanzar hacia él, pero su padre lo detuvo.
Louis seguía en su forma humana olfateando el olor, «omega» gruñía su alfa dentro de sí.
Sus ojos se movieron a todos lados hasta posarse en una figura que venía acercándose, era un lindo omega, el dueño de ese peculiar olor.
Louis se paralizó sintiendo que todo se detenía algo así como si estuviera dentro de una película y no tuviera el control de sí mismo.
Era el omega más hermoso que había visto en toda su vida, lindo y delicado, su nariz era respingada, de piel tan blanca como la nieve, su rostro acentuado por unos bellos rizos, labios lindos y rosados.
Y por la santa mierda, el omega estaba bendecido con cierto color de ojos, eran verdes como el bosque mismo.
De pronto cayó la realidad sobre él, ¿era posible tal cosa? Recordó sus sueños y esa mirada.
Esos ojos eran los de sus sueños, esos hermosos ojos eran los que le habían perturbado cada noche.
Salió de su aturdimiento cuando Maka tocó su hombro preguntando si se encontraba bien, Louis se puso un poco nervioso al ver que el omega se acercaba un poco afectado y tímido.
El hijo del jefe correteó hacia el omega y Louis se sintió un poco molesto al ver cómo este acariciaba el pelaje del alfa con mucho cariño.
—Harry —Maka llamó. El mencionado alzó la vista riendo un poco y Louis creyó que no había escuchado cosa más linda en toda su existencia. El omega caminó dirigiéndose a ellos y de la nada Onawa estaba a su lado, muy feliz de verlo.
—Hola, bebé chandra ¿cómo te ha ido? —preguntó la mujer sonriente.
—Bien, nana, pude estirar un poco las piernas. —El omega respondió a la guía espiritual.
Onawa lo tomó de la mano y lo llevó hasta donde estaban ambos alfas, el hijo de Maka venía junto a ellas, pero la omega le dijo que se fuera que no necesitaban guardianes.
Decir que Louis estaba muy ansioso era poco, pues tenía frente a este chico tan bello y al parecer perdió toda habilidad de hablar.
Maka posó sus manos en los hombros de Louis, ya que al parecer necesitaba algo de soporte.
—Alfa —el jefe llamó la atención de Louis—. Permíteme presentar a Harry. Es un enviado de la misma diosa luna, es muy querido en la tribu, se ha ganado el nombre de chandra que significa luna.
El omega extendió su delicada mano para saludar, pero Louis seguía aturdido, Onawa le dio un golpe en el brazo para que reaccionara.
—Saluda, alfa, que no vez que es mal presagio no responder un saludo viniendo de mi bebé.
Louis estaba encantando con el omega que se encontraba frente a él, era algo alto, de piel casi tan blanca como la nieve, había pequeñas estrellas adornando su piel, su entallado rostro era adornado por esos rizos que caían hasta sus hombros y sus ojos con el mismo verde intenso que los bosques, pensó que no le importaría perderse en esas inmensidades.
Louis extendió su mano para tomar la de Harry, en el momento que sus pieles rozaron sintieron un magnetismo que los atraía el uno con el otro.
—¿Te conozco?—preguntaron ambos al mismo tiempo, intrigados por el revoloteo dentro de sus pechos.
El lobo de Louis le demandaba tomar a ese omega y apretarlo junto a su pecho, era el causante de su corazón latiera tan rápido, y necesitaba que su omega lo supiera, el alfa se emocionó tanto que Louis se puso nervioso por el arrebato en su interior se tambaleó cayendo de bruces al suelo.
Harry soltó una sonora carcajada, y de inmediato se cubrió la boca, apenado se inclinó hacia él, viéndolo detenidamente.
—Hola, Louis, es un gusto, ¿te encuentras bien?—preguntó el omega tratando de ayudarlo a que se ponga el pie.
—Hola, es un gusto, estoy perfectamente —sonrió—. Perdona eso.
Onawa de nuevo hablaba a la nada —Tonto espíritu, tú no me dijiste que sería tan tonto.
Maka se acercó a ambos llevando la mirada del omega al alfa cómplice. —Bien, solo faltamos nosotros para que nuestros lobos se conozcan. ¿Qué les parece si continuamos y después Harry te llevará a conocer todo el territorio? —ofreció el alfa con una enorme sonrisa.
Los demás lobos se encontraban jugueteando de un lado a otro, emocionados de poder conocer a los nuevos invitados en la manada, Liam tenía toda su atención puesta en el omega que se había acercado tímido a su lobo.
Niall trataba de alcanzar una ardilla que estaba en uno de los árboles y una omega muy parecida a Harry, solo veía al lobo con tonalidades rubias, intentar trepar para llegar al animalito que se encontraba en una rama algo alta, en un parpadeo se transformó era una loba gris con tonos blancos en su pelaje y estaba encantada de la vista que tenía.
Louis se transformó en su lobo, el jefe quedó impresionado al ver su tamaño, era evidente que su alfa era linaje puro, un lobo blanco que era un poco más grande que todos los de la manada, igualaba el tamaño de Maka, sus ojos azules resaltaban y fácilmente podrían confundirlo con la nieve, sus ojos resaltaron aún más por el color de su pelaje eran de un azul intenso con destellos dorados ¡impresionante!
Harry se había transformado en un lobo color negro, resaltaba entre todos, llamativo y sus ojos parecían brillar.
Ambos lobos se acercaron a la manada para que todos se pudieran conocer, juguetearon un poco mordisqueando sus orejeas y saltando de aquí para allá, y pasado el rato volvieron a su forma humana.
Era por la tarde cuando los Campua prepararon tintes para poder marcar las pieles de los visitantes, con esto su entrada era oficial, ya no serían desconocidos manada ni en las otras tribus.
Todo esto fue por los presentes que los alfas habían dado a Maka. El jefe alfa habló diciendo que los dioses se habían manifestado hacia Onawa haciendo saber lo complacidos que estaban por el respeto que habían demostrado hacia ellos.
Toda la tribu estaba esperando a las palabras del jefe. Maka se paró sobre un enorme tronco en el centro para poder dirigirse a todos. Al lado derecho se encontraba su heredero.
—Familia, después de que nuestros lobos se conocieran oficialmente, los dioses han hablado manifestando su total aprobación, para los lobos, nuestras tierras y los dioses es de gran gusto que ustedes estén aquí, nosotros nos regimos a la ley de los antepasados con esta tinta se ha marcado a cada uno para que forme parte de nosotros. En nombre de la gran diosa luna azul, les doy bienvenida a la tribu de los Campua.
Tomó uno de los cuencos que su hijo extendía hacia él, alzándolo al cielo y recitando unas palabras en una lengua que no conocían.
Se pintó los dedos pasando por cada uno de los estudiantes y maestros, manchando con pintura sus mejillas y frente.
—La diosa luna extienda su luz sobre sus lomos y ella sea quien marque el camino de su destino. —Dijo frente a Louis.
Todos estaban muy felices por los actos que la tribu demostraba, no esperaban recibir un trato de tal manera, el jefe estaba muy agradecido porque ellos llegaron para ayudarlos con sus enfermos, había un extraño mal que rondaba en los omegas haciéndolos caer en fiebres altas tanta era su desesperación que salían corriendo sin rumbo en busca de aliviar sus males.
Después de haber trazado los símbolos, los invitó a que se reunieran, pues la noche los sorprendió y había gran fogata organizada por Onawa.
Los tres alfas habían preguntado si podían compartir con los cachorros y entregar algunos juguetes que llevaban para ellos. Maka dio su total aprobación al ver la emoción en los chicos frente a él.
Niall corrió para traer unas pelotas. Gemma, la omega parecida a Harry, se unió a él al ver que el alfa no podía con todas, además de que la ropa era abrigadora y le dificultaría el traslado.
Niall prefería el calor, le encantaba la playa y poder broncearse tirado en la arena.
Liam y Louis se encontraban con los cachorros, sus compañeros ayudaban a los demás y otros hablaban amenamente con los aldeanos. Vieron cómo Francis pretendía coquetear con Tarak y era claro que el alfa no sentía un poco de interés por el omega.
Harry se acercó a ellos junto al omega de ojos bonitos, así le había llamado Liam, pues no se habían presentado aún. El omega era un poco tímido.
Louis les mostraba cómo hacer muñecos de nieve mientras Liam buscaba una ramita para ponerlas de manos. Louis llegó hasta ellos y su amigo tenía en manos unas ramitas para que pudieran usar.
—Hola, ¿necesitan ayuda? —preguntó el omega de ojos verdes en dirección a ambos alfas, pero un poco cohibido ante la presencia del alfa de ojos azules.
Louis no fue capaz de responder, pues, se había perdido en sus ojos, le veía directo.
—Hola, sí, claro, muchas gracias, mi nombre es Liam. —Respondió dando una cálida sonrisa.
—Hola, Liam, soy Harry. Este es mi amigo Zayn. Me comentó que ya te había conocido.
—Es un gusto, Harry, y sí, ya lo conocía solo que no sabía su nombre, así que es un gusto, Zayn.
El omega de ojos bonitos sonrió en grande —gracias, Liam, es un gusto para mí también. ¿Te puedo ayudar?
—Será todo un gusto.
Louis vio la chispa que se encendió en los ojos de ambos, sonrió al ver las miradas tímidas que se mostraban mientras buscaban algunas rocas que Liam mencionó para el muñeco.
Harry estaba de pie con sus manos escondidas detrás de su espalda, balanceándose adelante y hacia atrás, algo tímido se acercó al alfa.
—Hola, Louis, ¿te encuentras bien?
—Hola, de nuevo, sí, gracias, ¿tú, cómo estás? —le vio con naciente cariño.
—Bien, gracias. —Sonrió algo sonrojado y Louis no era capaz de descifrar si era por su presencia o por el frío.
—Me alegra saber eso —caminó, pero uno de sus pies se hundió en la nieve haciéndolo tambalear. Harry se acercó de inmediato tomándolo del brazo, y ambos levantaron la vista al mismo tiempo viéndose.
—Lo siento —el omega se disculpó, creyendo que quizá le incomodaría que lo tocara de esa manera.
—No te preocupes —sonrió enternecido—. Te agradezco.
—Bien.
—Eres un poco tímido, ¿no? —preguntó el alfa. Louis se sintió nuevamente observado.
—Y un poco torpe, el uno para el otro. —Onawa mencionó apareciendo de la nada. Louis llevó su mano al pecho, era una extraña sensación tener a la omega cerca…
—Nana, no seas grosera. —reprendió Harry a la omega.
—Perdón, bebé, son los espíritus, no yo. —Onawa caminó alrededor del alfa, inspeccionándolo de arriba hacia abajo—. Nada mal, nada mal.
Luego de unos momentos, Onawa se dio la vuelta para conocer a Liam. El alfa la saludó cortésmente, la omega decía cosas sin sentido, haciendo que las mejillas de Zayn se tornaran de un carmín muy tierno.
Niall llegó con Gemma con las pelotas. El alfa llamó la atención de los niños inventando un nuevo juego, ya que no podían rebotar los balones en la nieve.
—Muy bien, cachorros, pongan atención, este es un nuevo juego llamado quemados. —Lanzó una pelota fuertemente, queriendo golpear a su amiga Vale, quien estaba cuidando de las cachorras omegas.
La jugada salió mal cuando la pelota topó en un árbol cercano, re virando sobre su rostro, tremendo balonazo recibió.
El golpe era fuerte, que se fue de espaldas, pero no tocó el suelo, ya que una persona lo había sujetado antes de caer.
Onawa lo veía con una seductora mirada —Hola, hermoso alfa. —La omega le habló guiñándole un ojo.
—Louis, Louis, ¿amor mío, dónde estás? —Niall utilizó aquella vieja técnica para huir cuando alguien lo molestaba.
Louis llegó a su lado conteniendo la risa al ver a su hermano y el descarado coqueteo de la omega, era un poco mayor que todos ahí.
Niall se había colgado de la cintura de su hermano, susurrando en su oído: —Sálvame, Louis.
Onawa se acercó a ellos digiriéndose a Niall, acarició su cabello seductoramente. —Te veo más tarde, mi flor silvestre.
El alfa se abrazó por el cuello a Louis, pegándose mucho a él, queriendo que lo salvara de la omega.
—Tranquilo, Niall ya no está, ¿por qué te asustas? Ella es muy linda.
—Linda es Gemma —contestó su rubio amigo. Louis frunció el ceño, notando el sonrojo en el rostro feliz de Harry.
—¿Qué has dicho, Niall?
—¿Qué, quién? Yo nada, pero mira qué alto eres, Louis. Si ves las cosas diferentes de aquí, te quiero, amigo, eres mi caballo valiente… digo, mi caballero valiente, te amo. —Terminó dándole un sonoro beso en la mejilla.
Louis soltó a Niall haciéndolo caer a la nieve, sacudiéndose el traje un poco. Vio al rizado con esa omega muy abrazado.
—Louis, ¿por qué no ayudas a Harry a reunir algunas ramas para la fogata? Tarak está algo ocupado ahora y nunca se permite que este bomboncito esté solo. —La omega habló rondando.
Gemma y Harry se acercaban a ellos, cuando estuvieron lo suficientemente cerca. —¿Quién es él? —El rubio preguntó poniéndose de pie, señalando al rizado.
—Es mi hermano —respondió la orgullosa omega, y de inmediato Louis sintió un enorme alivio.
—Hola, mi nombre es Niall, soy el hermano y mejor amigo de Louis, pero no le digas a Liam porque él no lo sabe aún. —Habló el alfa dirigiéndose a Harry.
—Hola, es un gusto, yo soy Harry y no te preocupes, tu secreto, está a salvo conmigo. —El omega susurró hacia él.
—Te pedimos que cuides muy bien a Louis, es algo tonto, pero tampoco lo sabe. —Continuó el alfa en bromas.
—Te estoy escuchando, Niall, literalmente estoy a tu lado. —Louis reclamó sentido.
Harry se movió para estar junto a Louis, se le hacía muy tierno, era un gran alfa muy lindo y es que ¡Por la luna! Era bendecido por tener el mismo océano dentro de sus ojos bajo una noche estrellada, no le importaría sumergirse y nadar en esas profundidades.
—Bien, Louis, sígueme que por aquí tenemos las provisiones de madera —el alfa caminó siguiendo al omega, tomaron lo que necesitaban y regresaron.
Durante todo el pequeño trayecto, Louis no se atrevió a hablar después de haber tropezado un par de veces con todas las raíces, además de hundirse en pequeños montículos de nieve. Nunca en su vida su alfa se ha portado tan torpe delante de nadie.
Dejaron la madera en el centro mientras los demás preparaban la fogata, otros hacían la comida. Se había sentado uno al lado del otro, el alfa sentía cómo las manos transpiraban a causa de los nervios que le provocaba el omega.
Onawa apareció con una flauta tipo de madera en sus manos, la acercó a sus labios entonando unas suaves y relajantes melodías.
El ambiente era frío, pero el calor de la fogata compensaba la temperatura. Era uno de esos momentos que te hacían sonreír y suspirar por nada.
Había algo en el viento que provocaba que su piel se erizara, algo extraño, sensaciones nunca antes sentidas, todo cambiaba y era mágico.
La omega dirigió palabras a todos los presentes: —Para finalizar esta bienvenida he de contar que los espíritus están satisfechos, todo pasa, todo cambia, todo viene y va, nada sucede sin su aprobación, el destino está marcado. —habló tirando algo en el fuego que hizo que las llamas crecieran.
El tono de voz que estaba usando era extraño, algo misterioso. Caminó alrededor del fuego, hablando hacia él. —Tú no me dices qué hacer, yo estoy aquí, tú no, así que solo danos calor y cállate o te apago.
Harry se veía hermoso a la luz del fuego. El omega en tan poco tiempo supo que Louis una persona para sentarse y ser digno de admirar.
Tenían poco de haber visto al omega, pero sentía que lo conocía de la vida entera.
Porque en ocasiones no es necesario entablar una conexión a lo largo de los años, en estas raras, pero posibles veces, solo eran se necesitan segundos para que las estrellas brillen intensamente.
Estaban contando anécdotas sobre todo lo relacionado con la tribu, Onawa hablaba historias y leyendas de la manda.
La omega seguía recitando palabras, se acercó a ellos poniendo sobre sus cabezas unas coronas echas de trenzas tejidas.
—Es un regalo de los dioses por el gran corazón que comparten —expresó al alfa y omega.
Todos guardaron silencio al ver lo que sucedía. La omega continuó hablando, dando vueltas alrededor del fuego, danzando y agradeciendo al gran elemento. De la nada se detuvo, viendo hacia el gran cielo estrellado. Sus ojos viraron, estaban completamente blancos, fue como si algo la poseyera.
—Hay una leyenda que proviene del auge de nuestros ancestros, llevando plasmado en puño y sangre las palabras que quedaron como ecos rondando para la eternidad, historias que remontan generaciones buscando hacerse realidad, decían que azul y verde están destinados a ser, así como la fundadora nuestra madre tierra.
Hizo señas para que la música se escuchara más fuerte. —La profundidad del verdoso bosque encontrará calma en las profundidades del azul del mar. La diosa luna está destinada al dios de los bosques y de las montañas, ¿será el infinito suficiente para profesar su amor?
Terminó hablando con la vista dirigida a Louis y Harry, ella pudo ver más allá de simples cuerpos, los espíritus se hicieron presentes y mostraron a sus instintos, dejaron ver a los dos lobos que estaban acurrucados uno junto al otro.
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¡Hola otra vez! Espero les haya gustado el capítulo.
Nalgaditas cariñosas ✨️
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¡Hola otra vez! Espero les haya gustado el capítulo.
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