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Soy Fuerte

Soy Fuerte

Tres días después

Hinata mantuvo la mirada vacia de su único ojo sano, hacia la ventana abierta. El otro ojo estaba parchado, habían bajado la hinchazón, pero los doctores le dijeron que lo mantuviera así.

Podía escuchar, por arriba del pitido constante de su oído malo, el leve ronquido de su hermano, que estaba durmiendo en un sofá cercano a su cama. Ella le dió una mirada rápida y sonrió al ver un libro abierto en su cara, su mano había caído hasta el suelo mientras la otra la tenía sobre su estómago plano.

Neji había llegado a la clínica cerca del medio día, cuando fue ingresada. Se había sentido algo ofendido de que ella no le dijera por lo que estaba pasando, después de todo al tiempo que empezó la terapia se habían acercado bastante. Pero le dijo que se sentía aliviado de que estuviera con ellos aún. Sus padres habían llegado a las pocas horas, y aunque su relación estaba lejos de ser mejor, pudo notar la felicidad de ambos de que su hija había sobrevivido a una situación tan traumática.

Luego de mantenerla despierta por unas horas y hacerle miles de exámenes, decidieron que la herida de fuego que había recibido no había afectado casi nada de su interior. Dijeron que hacer pasar a su cuerpo por una cirujía para sacar la bala sería sólo someter a su cuerpo a más estrés, y no estaban dispuestos a eso.

Ella viviría con una bala que se había alojado en algún lugar de su brazo.

Su pierna no había tenido huesos rotos, sólo una contusión fea y dolorosa que le impediría caminar con normalidad por una o dos semanas. Tenía una parte de la nuca sin cabello, allí donde tuvieron que cocer para cerrar el tajo que se le había abierto. Habían considerado darle una transfusión de sangre, pero decidieron que podían manejar eso con pastillas.

La hinchazón de su mejilla ya no le mostraba, aunque los bordes filosos de sus dientes rotos la habían molestado los primero dos días...

Y a pesar de todo el dolor o molestia física que habría sufrido, lo que a ella más le dolía era no saber de Naruto.

Supo por Neji, que él siempre venía al parte médico. En un principio, su hermano, se había negado en dejarlo escuchar. Pero le contó que había visto tal desesperación en sus ojos que lo dejo. Después de todo, no hacia algún mal que él lo hiciera.

Hinata había pensado que tal vez podría decirle a su hermano un mensaje para Naruto, pero lo descarto.

Volvió la mirada cuando la puerta de su habitación privada se abrió de improvisto. Pero sólo pudo ver qué la doctora entraba antes de desviar hacia el sofá cuando su hermano pego un chillido y se levantó de golpe. Hinata sonrió de manera disimulada cuando Neji terminó en el suelo con un duro golpe.

-¿Qué carajo?- murmuró Neji algo dormido aún, mirando hacia la puerta.

La doctora Tenten se rió un poco tapándose la boca.

-Es bueno que esté en una clínica, señor Hyūga. ¿Se encuntra usted bien?

Hinata notó como el rostro de su hermano se volvía algo sombrío con sus facciones algo enojadas mientras se levantaba.

-Estoy bien.. Umm.. doctora- aclaró con un carraspeo.

Tenten sonrió y se acercó a Hinata con unas cuantas cosas en sus manos y los bolsillos de delantal blanco lleno de cosas.

-¿Cómo se encuentran hoy, señorita Hinata?

-Bien- murmuró con una sonrisa.

-Que bueno, vamos a revisar ese ojo-, le aclaró mientras apoyaba su delicada mano bronceada en su hombre y le daba un apretón suave-. Lo siento-, se disculpó rápidamente cuando Hinata hizo una mueca.

-Esta bien-, susurró algo divertida.

-No tienes que hacerlo.

Hinata mantuvo su mano extendida hacia Kurenai.

La mujer había ido a visitarla esa misma tarde. Tenten había sacado el parche del ojo, y su hermano había ido a su casa a bañarse y descansar, Hinata lo había obligado diciendo que estaría bien. Kurenai había llegado a la hora de visita, más como una amiga que una terapeuta. Y Hinata estaba contenta con la visita, pero había algo que le molestaba.

-Puedo con esto-, le juró a la mujer mirándola fijamente.

A Hinata no le pasaba desapercibido las miradas que le había dado Neji después de que Tenten sacará su parche. Él había parecido preocupado y aterrorizado, tal vez algo mareado. Antes de irse le había dado otra mirada a su ojo malo. Luego, cuando Kurenai llegó, la mujer no dejaba de darle miradas a esa mitad de su cara.

Obviamente, Hinata aún no se había visto y quería saber qué tan malo era la obra de Hidan.

Le había pedido a Kurenai un espejo, la mujer sacó uno pequeño de su bolso, pero estaba reacia a dárselo. Parecía algo preocupada aún.

Hinata suspiró.

—No me romperá más ver lo que bastardo me hizo—. Kurenai subió una ceja por la palabra mal sonante. Hinata no era de decirlas, pero había decidido que le importaba todo una mierda ahora—. Ojalá se este pudriendo en el infierno mientras un diablo le rompe el ano— dijo ferozmente mientras apretaba los puños.

Hinata jamás habría esperado que la terapeuta se riera, pero eso hizo.

—Yo también lo deseo— dijo guiñando un ojo y dándole el espejo—. Tus heridas físicas sanarán.

Hinata abrió el pequeño espejo y miró fijamente la mitad de su rostro bueno, tomando valor cuando un golpe de cobardía le dió de lleno en el pecho. Largo el aire y se preparó para ver.

Ella miró fijamente el ojo inyectado en sangre, parecía algo sobresalido, como si quisiera salir de sus párpados. Ella parpadeó lentamente. El contorno azulado y violeta no ayudó mucho al paisaje. Él moratón llegaba hasta abajo de su pómulo, tenía un corte por arriba de la ceja, no se había dado cuenta de ello, ahora tendría una cicatriz dónde no le crecería cabello.

Levantó su mano lentamente, sin saber si lo que estaba viendo era la mitad de su cara. No llegó a tocarse cuando llevó el espejo a su boca y la abrió.

Una de sus paletas estaba rota en una esquina, sacándole un poco más que un cuarto de diente, uno de los de abajo tenía casi el mismo corte pero no tan grande. Ella uso su mano para correr su labio y ver su mejilla interior. Cortes profundos y algo rojos aún. Había perdido una o dos uñas de sus manos, pero ella las consideraba mínimas a comparación de las otras heridas.

Él había lastimado su exterior, pero no permitiría que dañará su interior.

Había trabajado muchos años para que un lunático arruinaras su nueva autoestima. Había estado dispuesta a enfrentar su mayor miedo para sanar: hablar con Naruto. No iba a permitir que ese loco la destruyera.

Era más fuerte que eso.

Se los mostraría a todos.

Especialmente a Naruto...

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