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Sólo confío en ti

Sólo confío en ti

Naruto se mantuvo tensó mirando la puerta fijamente.

Era tarde, probablemente estaría dormida...

Pero necesitaba verla, necesitaba con desesperación pedirle perdón por no poder cuidarla. Entendería si ella lo echaba de la habitación a gritos luego.

Tomó una profunda respiración, dándose valor a su cobarde Interior y levantó la mano. Se detuvo antes de golpear, mirando fijamente la puerta blanca.

Dudando.

Cada mañana, antes de ir a trabajar, se quedaba en esa puerta al rededor de diez minutos. Dudando.

Cada noche, antes de ir a casa, se quedaba otros treinta. Dudando.

No podía seguir así. Simplemente tenía que enfrentar el resultado de su negligencia. Con un suspiro, hizo que sus nudillos tuvieran contacto con la madera pintada.

—Adelante..— escuchó suavemente desde el interior.

Sus dedos fueron al picaporte, pero no abrió. ¿Qué podría esperar? Él no lo sabía y se había cansado de ser un cobarde. Bajó el picaporte y empujó hacia adentro.

Lo primero que vió fue la sombra sobre la cama. Hinata estaba a oscuras. Naruto alargó la mano para prender la luz del lado de la puerta.

—No lo hagas— le llegó el susurró de la cama.

Naruto se congeló y miró a la forma sentada, la luz que se filtraba desde el pasillo sólo llevaba a mostrar los pies de la cama.

—¿Estás segura?— el preguntó suavemente.

— Si. Cierra la puerta— le ordenó.

Naruto asintió, aunque creía que Hinata no podía verlo. Por lo menos él no veía nada. Aún así, él cerró la puerta y la oscuridad se hizo casi completa. Hasta la ventana estaba cerrada con persianas, dejando las luces de la noche afuera.

Él dió pasos para acercarse a la cama, sin saber qué esperar aún.

—Hasta que al fin viniste. ¿Mucho papeleo?

Naruto se detuvo y agradeció la oscuridad, así Hinata no vería la vergüenza surcar en su rostro. Bajó la mirada.

— Hinata. Yo..

—Entiendo—, le interrumpió ella—. Tu trabajo no tiene descanso. Agradezco que vinieras igual.

Naruto hizo una mueca.

—No es eso. Yo... Me siento avergonzado— dijo algo enojado con él mismo.

—¿Por qué?

Naruto no podía verla, pero su tono estaba lleno de sorpresa. Eso hizo que levantará la mirada, sus ojos al parecer se estaban acostumbrado a la oscuridad. Pudo notas el cabello oscuro de Hinata levantado en un moño flojo, parte de sus facciones blancas, el brillo de sus ojos.

—¿Por qué? ¿De verdad lo preguntas?

—Por algo lo hago.

—Hinata...—, él dió un paso hacia la cama, intentando decir las palabras que había practicado durante esos días—. Lo siento tanto—, sólo logró decir.

El silencio se hizo tan pesado como la oscuridad que los rodeaba. Él intentó ver a su alrededor, notando que esa misma ceguera habría tenido Hinata esa noche que Hidan la atacó en su casa, con la casa a oscuras y la lluvia afuera. Había intentando imaginar el terror por el que había pasado, pero nunca se acercaría a eso.

—¿Qué cosas sientes?— preguntó Hinata, cada palabra goteando desagrado.

—Todo. Yo .. no pude cuidarte. Había prometido que todo estaría bien, que te cuidaría de este monstruo exterior, pero..

— Basta—, él se detuvo un segundo con su susurro.

—Entiendo si no quieres verme más, de verdad Hinata. Todo esto es mí culpa, si no...

—¡Cállate de una maldita vez!

Naruto se mantuvo con la boca abierta mientras observaba la sombra sobre la cama moverse. De repente, la luz sobre la cama se encendió, dejándolo algo cegado por unos segundos. Cuando pudo enfocar la mirada, sus ojos quedaron clavados en los de Hinata.

—¡Tu no me hiciste esto!— gruñó apuntándose la mitad de su rostro.

Los ojos de Naruto se llevaron de lágrimas pero las parpadeó hacia atrás, queriendo ser fuerte para ella y por ella. Lloraría en su cama, cuando estuviera solo. Él había visto las heridas frescas, pero no eran menos terribles que estás que Hinata le mostraba ahora.

— Así que no lo sientas. No hiciste nada malo.

Naruto le habría gustado discutir eso, pero se obligó a mantener la boca cerrada. Hinata tomó una respiración profunda y volvió a mirarlo.

—Ven aquí—, le pidió palmeando la cama al lado de ella.

Naruto no lo dudo, anhelaba sentirla, tocarla, consolarla. Pero se había obligado a mantenerse al margen, sabiendo que el hermano mayor de Hinata estaba con ella. Se sentó sin dudar y levantó una mano para acariciar suavemente su mandíbula.

—Mi hermano me dijo que escuchas los partes médicos—, murmuró ella jugando con el cierre abierto de su campera.

Naruto asintió.

— Estás sanando muy bien—, murmuró él observando de cerca su pómulo.

—Se ve feo ¿eh?— dijo con algo de diversión.

Naruto frunció el ceño y la tomó de las mejillas con suavidad, sabiendo que tenía algunos cortes en el interior. La obligó a que lo mirara fijamente a los ojos.

—¿Sabes lo que veo?— él no espero una respuesta—. Una mujer hermosa que se va a recuperar siendo más fuerte de lo que era antes.

Una pequeña sonrisa se asomó por el rostro de Hinata y de repente sus ojos brillaron.

—¿Sabes que estaba pensando?— preguntó con un tono de verdadera diversión.

—¿Qué cosa conejito?

— Hacerme un tatuaje.

—¿Un tatuaje?— preguntó Naruto desconcertado mientras soltaba su rostro y se alejaba para verla algo divertido.

Hinata asintió.

—Un ave fénix. Aquí—, ella le mostró su brazo interior.

—¿Por qué?— preguntó Naruto algo perdido aún.

—Bueno, sabemos lo que significa el ave fénix—, dijo Hinata rodando los ojos.

—No, tontita— dijo con cariño—. ¿Por qué allí?— preguntó señando su brazo.

Hinata sonrió.

— Allí está la bala. ¿Quieres sentirla?— Hinata alargó la mano para tomar la suya, pero Naruto no le permitió que llevara los dedos allí.

Él entrecerro los ojos al ver que ella reía.

—¿Te estás burlando de mí conejito?— preguntó algo molesto, aunque era en broma.

—Solo un poquito—, dijo ella mostrando sus dedos un pequeñísimos espacio.

Naruto sonrió a su pesar y acarició sus muslos por arriba de la ropa de cama. Separó la mano rápido cuando Hinata hizo una mueca dolorosa.

—Lo siento.

Hinata suspiró.

— Sólo son unos pocos moratones—, se quejó mientras apretaba las manos de Naruto entre las de ella, pero él ya había perdido la sonrisa que había tenido hacia unos segundos—. ¿Sabes algo?— preguntó suavemente, ella también poniéndose sería y mirando sus manso unidas—. Sólo confío en ti.

Naruto frunció el ceño mientras también miraba los dedos de ella entre los de él, algunos con vendas. Su pecho se apretó, él no merecía esa confianza.

—¿Por qué lo harías?— murmuró sin darse cuenta.

De repente, Hinata sacó las manos de las suyas y golpeó en su pecho, una suave palmada para llamar su atención.

—No digas estupideces, Naruto. Pero ya te conozco, nada de lo que te diga te sacará eso de la cabeza ¿no?.

Naruto desvío la mirada de la suya compasiva. No respondió, dejando que su silencio le dijera a Hinata su respuesta. Ella volvió a suspirar.

—¿Te puedo pedir algo, Naruto?

—Si, Lo que quieras— contestó sin dudar.

—¿Lo harás? ¿Sin importar lo que sea?— presionó ella un poco más.

Naruto tragó con dificultad, pero asintió. Había estado listo para que Hinata le dijera que no quería verlo más. Le dolería, pero haría lo que sea por ella.

Hinata sonrió.

— Quiero que hagamos terapia juntos.

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