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Necesidades

Necesidades

Naruto sabía que estaba haciendo algo estúpido. Tendría que estar llendo a su casa a descansar, pero su instinto le decía que tenía que ver qué Hinata estuviera bien.

Después de ese mal presentimiento que tuvo al salir de la casa de Hinata, la noche en que ella le pidió disculpas por su comportamiento de hace 13 años, no podía dejarla sola. Él no entendía qué era, qué fue lo que lo llevó a ir a media calle, acercándose a la vieja iglesia católica, pero podía sentir un peso. Una mirada malvada...

No podía explicarlo, más al acercarse y no ver nadie allí.

Simplemente ese presentimiento no le dejó tranquilo. Tuvo que pedirle a sus muchachos que descansarán en la casa de Hinata, por lo menos por un par de horas y así se fueron turnando. Ninguno le preguntó el por qué, simplemente lo hicieron como buenos amigos que eran. Y él... Él estuvo sumergido en las pruebas, leyendo y escuchando los interrogatorios a los compañeros de trabajo de Hinata. Viendo las grabaciones de las cámaras de las oficinas, pero no habían visto a nadie fuera de lugar en las grabaciones de esa noche.

Otra vez, estaba en un maldito callejón.

Las cosas se complicaron cuando Sai llegó de la Niebla, diciendo que tenía casi siete asesinatos con las mismas secuencias. Acosadas por unas semanas, para después encontrarlas asesinadas, violadas y atadas en la casa. Naruto no entendía cómo habían permitido que el asesino llegará a tantas. Hasta ahora, habían encontrado a 12 víctimas, todas de distintas edades, de distintas complexiones físicas, con hijos pequeños, grandes, o sin hijos. Con esposos, novios, amantes.

Lo único que notó, fue que una de las chicas de la Niebla se "salvó" de la violación cuando él se dió cuenta que era virgen. No la mató, pero la muchacha estaba tan drogada que no tenía recuerdos de lo sucedido.

El grafólogo sólo le dijo cosas que él sabía. Un ser obsesionado con el control, alejado de la sociedad, posesivo. Pero le dió datos que él no habría adivinado. Su letra le decía que era un hombre de unos 50 años, con una gran posibilidad de tez blanco y con estudios avanzados. Tal vez doctor o farmacéutico, pensó ya que sabía darle una droga a sus víctimas que no era fácil de conseguir.

Naruto se rasco la barba mientras él ascensor lo llevaba al tercer piso, notando que la tenía demasiado larga para su gusto. Esperaba que Hinata no se enojara, pero había traído para darse un baño e intentar descansar un poco en su departamento.

Tocó la puerta del departamento de Hinata y esperó pacientemente a que Shino hablará.

-¿Si?

-Vine a ver a Luna- respondió.

Escuchó que Shino abría la puerta con la llave y se saludaron mientras Shino le dejaba espacio para que pasara. Naruto fue a la sala y frunció el ceño al no encontrar a Hinata allí. Se volvió justo cuando Shino también entraba en la sala e iba directamente a buscar su mochila.

-¿Y Hinata?- preguntó algo preocupado.

-Creo que está durmiendo en su habitación.

-¿Crees?- gruñó Naruto mientras dejaba caer su mochila y se movía a la habitación de Hinata.

Se detuvo en seco al verla dormir en su cama como había dicho Shino y suspiró. Era totalmente irracional se dijo, qué haría él asesino. ¿Cómo entraría en el departamento de Hinata en el tercer piso? ¿Cómo podría pasar por arriba de Shino? Era totalmente irracional.

Se obligó a moverse a la sala, donde Shino ya se había preparado para irse y lo esperaba con una ceja alzada.

-¿Mejor?- preguntó.

Naruto sonrió de forma cansada.

-Lo siento. Estoy cansado.

-Se nota. Intenta descansar ahora que ella está fuera de combate. Afeitate-, le dijo señalando su mentón y luego hizo una mueca-. Y báñate, hueles como una casa de fraternidad llena de testosterona.

Naruto rió bajo mientras lo acompañaba a la puerta.

-Gracias amigo. Te debo una-, palmeó su espalda mientras le abría la puerta.

Shino asintió mientras se iba y Naruto volvió a cerrar la puerta con llave.

Naruto suspiró mientras salía del baño con una toalla de mano en su nuca, pasándosela por la barba recortada. Sus pies descalzos apenas hacían ruido en el suelo de madera y tenía en su otra mano la remera que se pondría después de poner el agua para tomar un café.

Su cuerpo estaba algo adolorido, el ejercicio era importante para mantener la residencia, pero también lo era el descanso. Naruto estaba hundiéndose demasiado en este caso. Le había pasado muchas veces, pero tampoco para evitar dormir. Él creía que era por Hinata.

Tenía una necesidad de mantenerla segura que se sentía primitiva. Se sentía, físicamente, enfermo si pensaba que esté monstruo podría agarrarla de manera desprevenida. Luego estaba ese asunto que lo mantenía tan confundido.

Hinata había cambiado. Ella se había esforzado por dejar esa parte tóxica de su vida, esa parte que él tanto había odiado y temido. Pero .. ¿Qué esperaba ella? Él estaba muy confundido.

Naruto puso el agua y apoyó sus codos en la mesada de la cocina mientras apoyaba su frente algo húmeda por sus cabellos en las palmas de sus manos. Suspiró mientras seguía pensando en ello y cerraba los ojos.

Si ella se hubiera acercado a los pocos años de su separación, él la habría abrazo y la había aceptado en su vida de nuevo. Él de verdad la había amado. Estaba dispuesto a perdonar todo. Pero ella había tardado casi 14 años para volver. Él simplemente no podía aceptarla de nuevo... ¿o si?

Hinata le dijo que seguía sanando con su terapeuta, que consideraba importante pedirle perdón. Porque ella de verdad lo había amado... ¿Pero seguiría haciéndolo?

Un leve ruido le hizo levantarse y girar, llevando su mano a su cinturón que lo usaba aunque estuviera en chandal. Sus dedos tocaron la culata de su arma reglamentaria, justo cuando veía una adormilada Hinata detenerse en el umbral de la puerta. Obligó a su cuerpo a relajarse mientras la observaba frotarse un ojo con el dorso de la mano. Sonrió al ver que tenía el cabello en un moño raro y torcido, largos mechones cayendo por todos lados.

Hinata frunció el ceño cuando, al parecer, pudo reconocerlo.

-¿Naruto?- preguntó en un susurró.

-Hola conejito-, le dió la espalda cuando ella le frunció el ceño-. ¿Quieres un café?

Él sacó una taza de las repisas y esperó a que el café empezará a caer. Golpeó sus dedos en la mesada, con nerviosismo, cuando Hinata no le contesto. Naruto sabía que debía estar algo enojada, él se había desaparecido cuando ella le había pedido perdón y él no había contestado. Pero necesitaba tiempo para pensar... Aunque no llegó a ninguna conclusión.

Naruto giró la cabeza con brusquedad cuando Hinata apareció a su lado. Él no la había escuchado moverse. Ella buscó su mirada y él simplemente no pudo esquivarla. Sus ojos perlas se entrecerraron.

-No deberías tomar café-. Naruto levantó una ceja, parecía más una orden que una sugerencia.

-Ah ¿no?- preguntó algo divertido.

Él tensó sus dedos sobre el material de la mesada cuando ella subió su mano a su cara. Sus suaves dedos tocaron abajo de sus ojos.

-Tus ojeras son horribles-, ella arrugó su pequeña nariz.

Naruto sonrió y levantó la mano para cerrar sus dedos en la muñeca delgada. Ella dejó de examinar su rostro para quedar clavada en sus ojos. Notó como contenía la respiración mientras él se giraba un poco hacia ella.

-Estoy bien- le prometió.

Ella volvió a fruncir el ceño, hasta hizo ese pequeño mohin que hacia cuando eran adolescentes. Ese mismo que él creía que era tierno, y también le hacían dar ganas de besarla hasta que cambiará de expresión. Él abrió levemente la boca al darse cuenta, que aún tenía el mismo efecto en él.

-No pareces estar bien, Naruto- dijo ella-. Deberías dormir.

Naruto frunció el ceño y soltó su mano.

-Siempre me pasa cuando tengo un caso, Hinata. No deberías preocuparte- le contestó con un tono algo duro.

Se sintió incómodo, por hablarle de esa forma, pero lo oculto moviéndose para agarrar la garra y servirse café. Pero ella le arrebató la taza y se movió a el lava platos y tiró el líquido a la cañería.

-¿Qué haces?- gruñó, pero no pudo detenerla.

Cuando le arrebató la taza, está ya estaba vacía. Naruto se volvió a Hinata, con la boca abierta y el vaso vacío en la mano.

-¿En serio, Hinata?

-¿En serio, Naruto?- le respondió-. Necesitas desesperadamente descansar. No tomarás café, necesitas estar bien dormido para poder pensar con claridad.

Naruto sintió que su mal humor salía a flote. En el fondo sabía que Hinata tenía razón, estaba más volátil, más enojado, con migrañas más largas.

-¿Ahora sabes de mís necesidades?- preguntó dando un paso hacia ella.

Era un movimiento bajo, pero no pudo evitar cernirse sobre ella, provocándole nervios por su cuerpo más alto y ancho. Hinata empezó a respirar con más agitación, pero el miedo no apareció en sus ojos.

- Sé de necesidades-, murmuró bajando la mirada a su torso desnudo.

Él también empezó a respirar más profundo, aunque no sabía si era de enojo o excitación. Podrían ser ambas, decidió.

Retuvo la respiración cuando la pequeña y fría mano de Hinata se apoyó en su bajo vientre, su estómago se tensó, sus dedos se apretaron formando un puño apretado. Cada parte de él se apretó, se endureció y rugió a la vida.

Hinata levantó la mirada hacia su rostro mientras él tenía la suya hacia abajo. Pudo sentir como su miembro comenzaba a llenarse de sangre, con el retumbar de su pecho, su corazón trabajando el doble para hacerlo más rápido. Los dedos de Hinata se apretaron en su abdominales y poco a poco comenzó a subir y bajar lentamente, una caricia que lo hizo casi temblar.

Naruto se obligó a mantenerse quieto.

Las mejillas de Hinata se colorearon de rojo mientras sus ojos se volvían vidriosos.

- Sé que te esfuerzas en protegerme, Naruto-, murmuró-. Déjame cuidarte.

Naruto respiró por la boca con más velocidad, como si estuviera haciendo un ejerció complicado. Cada parte de su cuerpo reventó en piel de gallina y el sudor explotó fuera de él.

Hinata lo estaba tentando más de lo que él podría aguantar. Naruto aún no sabía que sentía por ella, no sabía qué haría una vez que atraparan a ese enfermo. Él no sabía lo que haría Hinata.

Un ruido casi indefenso salió de él cuando la mano de Hinata bajó hasta donde estaba su polla dura y palpitante. Sus manos se aflojaron y se movieron sin su consentimiento para apoyarlas en los pequeños hombros de Hinata. Tal vez para sostenerse cuando sus piernas quisieron aflojarse, o tal vez para acariciar sus brazos desnudos. De todos modos, hizo ambos.

-Hinata..-, gruñó cuando ella apretó sus dedos en el contorno de su polla, sobre su chandal.

En algún momento, había cerrado los ojos mientras gemía y sentía sólo lo que Hinata le estaba haciendo. Sus manos terminaron apoyándose en la mesada cuando ella sacó su miembro de su chandal y lo acarició con su mano. Su cabeza cayó hacia atrás mientras se mordía el labio.

¿Debería detenerla?

Naruto ni siquiera recordaba por qué era una mala idea.

Bajó la cabeza de golpe cuando sintió que ella lo llevaba a su boca. La suya se abrió mientras veía a Hinata sobre sus rodillas mientras chupaba la cabeza de su polla con suavidad. Sus ojos perlas subieron por unos segundos mientras sus labios besaban su corona, su lengua salió afuera para pasarla por su abertura, tomando el líquido que escapaba por allí.

Naruto jadeó mientras endurecía cada parte de su cuerpo.

Cuando habían sido novios, Hinata sólo se lo había hecho dos o tres veces, pero casi siempre porque él se lo había pedido. Tenía una clase de obsesión por ver su boca roja sobre su polla, y casi explota en ese momento al verla una vez más. Jamás encontró otra mujer con los labios como Hinata. Los suyos eran suaves, el inferior más regordete que el superior y rojos, rojos naturales, como una manzana madura.

Él gimió su nombre mientras ella hacia otro gemido en su polla, haciendo algo con su lengua que le hizo ver las estrellas. Se obligó a moverse, alejando su miembro duro de su boca, se inclinó y la levantó.

Atacó su boca con la desesperación que sentía en ese momento, mordiendo su labio pecaminosa, hundiendo su lengua en su cavidad dulce y caliente. Sus manos se apretaron en su cintura, mientras las piernas de ella lo rodeaban y sus brazos se cruzaban tras su cabeza. Ambos gimieron en la boca del otro, las manos de Hinata hundiéndose en su cabello húmedo, volviéndolo más loco y despeinado. Naruto apretó su polla desnuda contra la uve de sus muslos cubiertos con la fina tela del holgado pantalón.

Él comenzó a moverse, a caminar, sin siquiera saber a dónde iba, ni le importaba mientras seguía con el ataque a la boca de Hinata. Con su codo se ayudo a abrir la puerta y entraron en la habitación de ella, Naruto los había llevado instintivamente. No quería tomarla sobre la mesada, o el suelo de la cocina, o el sofá de la sala.

Hinata era importante para él, era su primera, ella había sido el amor de su vida.

Cuando él se había imaginado en una familia, Hinata siempre había sido su compañera, ella había sido su mundo fantástico y lleno de amor. Un mundo que pareció perderse como el Atlantis cuando ella no volvió a él.

La bajó con suavidad en el colchón y se colocó sobre ella, besando esta vez su cuello. Amando sentir su perfume a canela, su piel suave. Él chupó con fuerza, sabiendo que le dejaría una marca, pero no le importaba en ese momento.

Ella gimió su nombre y él sintió que podría haberse venido en seco. Sus manos vagaron por su cuerpo, sintiendo cada curva nueva y muelle. Sus pechos habían crecido un poco más, desbordando sus manos grandes. Sus pezones eran cuencas duras contra su palma bajo su enorme remera. Él siguió bajando, hasta que pudo sentir la piel desnuda de su estómago temblar en sus dedos.

- Sácala. Por favor, Naruto- murmuró ella con desesperación.

Él no se hizo rogar mucho, se levantó un poco y sacó la molesta tela por su cabeza, para bajar rápidamente y chupar su pezón dentro de su boca codiciosa. Quería sentir cada parte de ella, quería besarla en cada rincón. Pero también estaba desesperado por sentirla, por sentir su interior.

Hinata rasguño su espalda con sus uñas cortas, calmó con sus dedos el escozor que había provocado mientras gemía, por él, por lo que él le estaba haciendo.

Mientras iba al otro pecho, bajo las manos e intentó sacarle el pantalón. Hinata tuvo que ayudarlo, levantando sus caderas, pero al poco tiempo la tenía completamente desnuda en la cama. Él observó con avidez su piel blanca, sus muslos apretados, la curva de su cintura, sus pechos turgentes y agitados gracias a su respiración jadeante.

Naruto se sacó el chandal y dejó el cinturón con su arma en la mesita de luz, antes de subirse a la cama una vez más. Él apretó la raíz de su polla mientras se acomodaba entre sus piernas. Siseo mientras se daba una caricia de arriba hacia abajo, antes de apoyar una de sus manos a la altura del hombro de Hinata. Observó su rostro, antes de acercarse. La pregunta silenciosa pero implícita. Hinata se mordió el labio hinchado mientras él acercaba su rostro al de ella.

-¿Estás segura?- preguntó con voz cruda. Ella asintió sin dudar-. ¿De verdad Hinata? No podré dejarte si te vuelvo a tener-, se sincero él, dejando de las emociones salieran a flote.

La expresión de Hinata se suavizó, ella levantó una mano y acarició su mejilla llena de barba con suavidad.

-Estoy segura, Naruto. Te deseo.

Naruto la observó unos segundos, su expresión se volvió dolorosa y ocultó su rostro en la unión de su hombro y cuello cuando acercó su miembro a su coño. Ambos gimieron cuando comenzó a sumergirse a ella. Naruto se detuvo cuando estuvo totalmente dentro de ella, respirando con dificultad. Él escuchó un sonido extraño, como de lamento, y levantó la cabeza para mirar a Hinata. Se sorprendió al encontrar una sonrisa tierna en su rostro, ella volvió a acariciar sus mejillas húmedas y, allí, se dió cuenta que de él había salido el ruido.

-¿Por qué lloras mí zorrito?- le preguntó mientras le bajaba la cabeza y besaba cada uno de sus ojos.

Naruto no supo el porqué, pero lloró, cómo cuando Hinata lo había dejado. Separó su rostro de su cara y se escondió de nuevo. Comenzó a moverse lentamente mientras sollozaba en silencio. Jadeos fuertes se escaparon de su boca, ruidos que había escondido, que había aguantado, escaparon de su boca sin poder detenerlos.

Las piernas de Hinata volvieron a envolverlo, sus brazos lo apretaron en un abrazo de oso. No podrían haber estado más unidos como en ese momento, y Naruto lo sentía aún más profundo que nunca.

Hinata gimoteo su nombre y él comenzó a moverse más violentamente, dejándose llevar por la necesidad. Su boca dijo las palabras que su cuerpo estaban queriendo explicarle.

-Te amo, conejito. Te amo-, gimió.

Naruto no le dió tiempo de que lo rechazará, él la beso con desesperación, ocupando su boca con la suya. Mordiendo, besando, saqueando sin piedad.

Uso su hueso púbico para que Hinata obtuviera la fricción en su clítoris y aguantó hasta que ella gritó en su boca, su coño comenzó a cerrarse con fuerza a su alrededor. Por fin se dejó ir, gruñendo su nombre en su boca, temblando como si una corriente eléctrica lo atacará. Él apoyó la frente en la cama mientras los últimos chorros de su liberación golpeaban dentro de Hinata, su cuerpo perdiendo toda la fuerza, sus ojos cerrándose sin su consentimiento.

Él lucho con el sueño, sólo llegó a moverse para ponerse de costado, unido internamente aún con Hinata. Él bostezó mientras acariciaba la espalda suave, sus párpados demasiados pesados para abrirse.

-¿Naruto?- murmuró Hinata suavemente.

-¿Humm?

Él sintió sus dedos en su rostro, luego en su pecho con una tierna caricia íntima.

-Yo también te amo- dijo ella para darle un corto beso en su pecho, justo donde su corazón latía.

Él no pudo responder, estaba tan cansado. Pero por fin se durmió con una sonrisa.

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