Depredador
Depredador
Hinata podía sentir el enojo emanando del cuerpo tensó de Naruto mientras se cernía casi sobre el pobre anciano. Su corazón aún estaba agitado en su pecho, se sentía débil y acorralada.
Un cervatillo nervioso, esperando el movimiento del depredador para que mostrará dónde estaba.
—¿¡Cómo que las cámaras no sirven!?— rugió Naruto haciéndola saltar a ella y a Jiraiya.
El anciano se encogió en su asiento.
—Estaba en la iglesia, detective. ¿Que podría pasar en una hora?
—¿¡Qué podría...!?— Naruto se detuvo con el rostro retorcido en furia. Se dió media vuelta, para darle la espalda al anciano mientras se pasaba las manos por la cabeza.
Hinata estaba a unos pasos, sentada con un vaso de agua lleno en su mano y la biblia en la otra. Naruto había llamado a sus compañeros mientras él la hacia casi correr por las escaleras, agarrándola de un brazo y en su otra mano su pistola reglamentaria. Él la arrastró, todavía en stock hasta la calle. No supo que estabas buscando, pero volvió a entrar y la llevó directamente a la habitación de su conserje.
Una discusión empezó casi al instante, donde Naruto se presentó como el jefe detective del caso de Hinata, ya que Jiraiya tenía una idea de lo que estaba pasando. Después de todo le habría parecido raro que varios hombres entrarán en el departamento de Hinata por día. Naruto le exigió que le dijera quién había entrado en el edificio mientras no estaban. Jiraiya había explicado que había ido a la iglesia. Entonces Naruto le pidió ver las grabaciones.
—En menos de 15 minutos, un hombre podría haber entrado al departamento de Hinata, drogarla, violarla y matarla. ¡En menos de 15 minutos!— rugió de nuevo, su voz retumbando en las cuatro paredes.
El labio inferior de Hinata tembló mientras sentía que sus ojos se humedecían. Bajó la mirada a sus manos temblorosas y se llevó el vaso a su boca, intentando bajar el nudo en su garganta.
—¿Y me preguntas que puede pasar en una maldita hora?— gruñó furioso paseándose por la habitación. De repente se detuvo y corrió la cortina para ver hacia la calle—. Maldito hijo de puta—, murmuró.
—Lo siento, no lo sabía— dijo Jiraiya mirando a Hinata.
Ella sonrió de manera triste, no culpaba a Jiraiya. La culpa lo tenía el depredador que estaba tras ella, escondido pero listo para saltar sobre ella. Le dió curiosidad saber qué habría escrito en la última nota, pero Naruto ni siquiera le permitió acercarse a la puerta.
Ella levantó la mirada cuando Naruto salió de la habitación, pisando fuerte y dejó la puerta abierta. A Hinata le habría gustado seguirlo, pero sus piernas se sentían débiles...
¿Cómo podría correr por su vida?
El ruido de coches frenando en la calle llegó a ella y en menos de dos minutos, hombres y mujeres que ella había conocido en la comisaría comenzaron a entrar como un ejército. Hinata observó desde donde estaba sentada que Naruto venía hablando con Sakura. Ella asintió y se volvió al grupo que venía atrás.
—¡Quiero que cinco de ustedes se encarguen de cerrar el perímetro!— gritó apuntando hacia fuera. Tres hombres y dos mujeres se apresuraron a seguir su orden—. ¡Kiba y Shino, los quiero arriba! Preserven la escena—, los dos hombres asintieron y empezaron a moverse al ascensor—. ¡Cuidado con lo que tocan, maldición!— gritó antes de que Kiba tocará el botón. Ambos se miraron y comenzaron a correr a la escalera, evitando el pasamanos.
Dos hombres entraron en la habitación del conserje, a ninguno de los dos había visto antes. Uno pelirrojo de ojos verdes apenas le dió una mirada mientras se movía a la ventana y miraba hacia afuera. El otro era delgado y alto, algo desgarbado con el cabello largo y oscuro. Este tenía un cigarrillo encendido y sacó la cajetilla para ofrecerle uno a Hinata cuando ella se lo quedó mirando. Hinata parpadeó, ella jamás había fumado. Negó con la cabeza. El hombre se encogió de hombros mientras lo guardo e iba a una de las esquinas de la habitación, soltando humo por la boca y su otra mano la dejo dentro del bolsillo de su vaquero.
Un gruñido le llamó la atención hacia afuera de la habitación, notando cómo Sakura agarraba a Naruto del brazo y ambos discutían en voz baja. El rostro de Naruto seguía torcido de ira, Hinata sabía que se sentía impotente. Ella también lo hacía...
—¿Tiene alguna sospecha, señorita Hyūga?
Hinata volvió su mirada el hombre de cabello largo y oscuro cuando habló. El hombre fumó un poco de su cigarrillo mientras la miraba con sus ojos oscuros.
—¿Sospecha?— murmuró ella apretando su mano en su biblia.
El hombre asintió mientras se movía para agarrar un plato pequeño con la sobra de alguna comida. Puso el plato en una repisa que estaba cerca de él y tiró la ceniza allí.
—El asesino se está tomando esto muy personal. Está perdiendo su camino—. Hinata le frunció el ceño sin entender qué estaba diciendo—. Se lo explicaré—, dijo mientras apagaba su cigarro en el plato de sobras.
El hombre se cruzó de brazos y se puso cómodo contra la pared.
—¡Señor Jiraiya!— gritó Naruto afuera de la habitación.
Hinata saltó por el gritó y miró entre Naruto y el anciano cuando esté se levantó y casi corrió a Naruto. Él agarró a su conserje y lo sacó fuera del edificio, junto con Sakura. Hinata volvió a mirar en la habitación cuando el ruido de una silla arrastrase por el suelo la hizo casi saltar de nuevo.
Él pelirrojo arrastró las patas traseras de la silla y la giró para sentarse de manera que quedará el respaldo en su torso, con las piernas a horcajadas de la silla. Él apoyó sus brazos en el respaldo y su mentón sobre ellos, sus ojos verdes profundos clavados en ella.
Volvió la mirada al otro hombre cuando esté se aclaró la garganta.
— Déjeme explicarle mí hipótesis.
Hinata asintió, ansiosa por darle algo de sentido a todo eso.
— Vamos a referimos a este... Enfermo como sujeto A. ¿De acuerdo?— Hinata volvió a asentir—. Bien. Mí teoría dice que sujeto A, la conoce hace ya tiempo. Él nunca describía a sus víctimas o lo que les haría. Él las juzgaba, como si estuviera presentando sus delitos a un juez, para luego darles el castigo que él creía justo. Sujeto A no ha dicho nada malo suyo, en un momento llegue a pensar que estamos tratando con un imitador. Pero es algo descartado, ya que no se ha infiltrado en la prensa. Sujeto A no tiene forma de saber que de esa forma se movía nuestro asesino, entonces eso descarta la imitación. ¿Me sigue hasta ahora?
Hinata tragó saliva y asintió.
—No sabemos lo que dice en esa nota. Pero ¿Quiere apostar?— Hinata se quedó simplemente con la mirada fija en él—. Él la juzgará. Sujeto A sabía que la estábamos cuidando 24/7 antes de su segunda nota. Eso quiso decir con que él no la tendría. Que usted era de él. Creo que sujeto A está obsesionado con usted. ¿Ha tenido parejas en los últimos años, señorita Hyūga?
Ella negó con la cabeza y el hombre sonrió.
— Ahí está la diferencia. La veía como una especie de virgen. Hubo una mujer que se salvó de él cuando tomó su virginidad. Él adora a las mujeres vírgenes, no las quiere matar. O por lo menos eso creemos.
El hombre sacó la cajetilla de cigarrillos y comenzó a sacar uno y a prenderlo. Hinata desvío su mirada para al pelirrojo en la misma posición. Su único movimiento era el parpadeó lento de sus ojos.
Hinata tragó saliva y volvió a mirar a el hombre de cabello largo.
—¿Entonces... Él no quiere matarme?
El hombre soltó humo de tabaco por la boca mientras se sacaba el cigarrillo de los labios con finos dedos y negaba con la cabeza.
— Él sabe que usted no es virgen. Pero está enamorado de una manera retorcida. Creemos que sujeto A tiene una estrecha vigilancia con usted. Él sabe que está con el detective Namikaze.
Hinata sintió sus mejillas quemar.
—¿Cómo...?
— Créame, si lo he notado yo. Lo ha notado él.
Hinata temblaba tanto que el agua desbordó por la taza y cayó sobre su falda larga. Ella maldijo con voz temblorosa y dejó la taza con la biblia en la mesa al lado de ella. Apretó sus manos entre sí y volvió la mirada al hombre.
— Sujeto A tiene que ser un hombre que usted conoce. Puede ser hasta uno que usted confía. Generalmente no muestras su verdadero ser a los demás, parecen gente normal, pero están retorcidos en su mente. ¿Conoce a algún hombre con aberración por las mujeres? ¿O uno que tenga el pensamiento tan cerrado con respecto a la virginidad?
Hinata comenzó a respirar con fuerza, su mirada se quedó clavada en la biblia mientras empezaba a hiperventilar.
Ella levantó la mirada de nuevo, primero mirando al hombre de pelo largo y luego al pelirrojo.
Ella asintió.
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