Marcas de amor🐺
Me gustaría regalarte el cielo y las estrellas, tatuar tu sonrisa en todas las galaxias o incluso dedicarte mi vida entera. Me gustaría darte todo, pero por ahora lo único que quiero de ti es tu compañía. Por ahora me conformo con el sonido de tu risa; tenerte a centímetros, correr y bailar por las calles de un pueblito. No deseo atraparte en el tiempo, pero quiero que seas eternidad en cada uno de mis latidos —J. Wailen.
La navidad en casa de Taehyung y Jungkook era todo menos tranquila, con cuatro hijos, dos alfas y dos omegas. Uno de ellos siendo omega pura sangre y alfa pura sangre. La cantidad de feromonas siempre ha sido algo que no cualquier podría soportar estando con ellos en una misma habitación.
La cena navideña se llevó a cabo en la casa de los Jeon, a pesar de que eran caóticos juntos, Hyun y Sung amaban tener a sus cuatro nietos juntos en casa, darles todo eso que sus padres se negaban a darle pero que lo permitían por petición de los abuelos. Muchos dulces y regalos caros que Taehyung siempre les pedía que no le hicieran porque se volvían caprichosos, ambiciosos y presumidos.
La noche fue agotadora con los mellizos Junghyun y Jaemin gritando mientras jugaban videojuegos en la sala de estar. Sun Hee se la pasó mensajeándose con el alfa que había conseguido el permiso de Jungkook para cortejarla, pero en cuanto se despegó del celular, se sintió su presencia al iniciar un karaoke con su hermana menor, Jisung.
Era un caos que ellos amaban, aunque casi siempre encontraban la forma de pelear o discutir entre ellos, para Taehyung era agradable verlos crecer. Le daba nostalgia mirarlos desde lejos y saber que estaban dando pasos muy grandes para llegar a la adultez y con ello dejar la casa en la que crecieron, ir a la universidad, enlazarse y formar una familia.
Tenía miedo de perderlos, su vínculo seguía fuerte con ellos, pero el tiempo pasaba tan rápido que sentía no podía disfrutar de ellos por completo.
Después de una larga noche en casa de los abuelos, jugando, bailando, cantando, haciendo todo tipo de cosa; la pareja tenía planeado celebrar la navidad a su manera en cuanto llegaran a casa y sus hijos se durmieran por completo.
—Alfa, estoy derrotado —comentó Taehyung al terminar de colocarse el pijama.
—Lo es, yo también lo estoy. Creo que nos estamos poniendo viejos —consideró el alfa abrazando al omega que terminaba de limpiarse el rostro en el cuarto de baño. Jungkook vio el reflejo de ambos en el espejo y le gustó lo que vio.
—Nada de eso. Tenemos cuatro hijos dominantes y pura sangre, no la tenemos fácil —dijo dándose la vuelta para encarar al alfa que lo abrazaba por la cintura.
Taehyung lo abrazó por los hombros, pasando sus dedos por el cabello de Jungkook, éste acariciando su nariz con la del omega que le sonreía.
—Hagámoslo otro día —susurró Jungkook antes de besar sus labios con sutileza. Taehyung podía saborear el alcohol que bebieron durante la cena.
—¿Cuándo empezamos a planear tener sexo? —cuestionó Taehyung, riéndose en el momento que Jungkook lo levantó para llevarlo a la cama.
—Cuando tuvimos a los mellizos y nos consumieron todo el tiempo —contestó Jungkook—. Sun Hee, por un lado, hiperactiva y creciendo bastante rápido. Luego llegó Jisung, callada pero conflictiva cuando presentó como alfa. Teníamos mucho trabajo, no había tiempo para tener sexo si no era planeado.
Sus hijos eran su mayor tesoro, su hogar. Su paz después de la tormenta, no importaba que tan caóticos fueran, amaban la familia que tenían, que siempre han querido tener, especialmente viniendo de Taehyung.
Desde su primer embarazo estuvo visitando a quien se convirtió en su terapeuta, sabía que estaba roto por dentro, que todo por lo que pasaron juntos y separados quizás fue algo necesario de la vida para crecer, no estaba seguro, pero lo que si sabía es que no podría solo.
Taehyung necesitaba sanar por completo y estaba listo para dar ese paso tendiendo terapias que le ayudaron a ver la vida de manera distinta. Pero lo que le impulsó a finalmente ir, fueron las heridas emocionales que seguían allí, escondidas, más no cicatrizadas y el necesitaba cicatrizar esas heridas en su interior.
Su mayor deseo era ser un buen padre, siempre tuvo miedo de que la vida que llevó, la relación con su padre y su hermanastro, todo lo qué pasó con Jungkook durante ese proceso doloroso que lo llevó a tomar malas decisiones, que todo eso de alguna manera afectara en la crianza de sus hijos.
Tenía miedo de cometer los mismos errores, de tomar malas decisiones respecto a sus hijos, es por ello que decidió sanar primero y mantenerse sano durante. Quería darles a sus hijos una versión mejorada de Taehyung, una de la que ellos podían estar orgullosos de decir que él era su padre.
Jungkook ha sido tan compresivo con él que a veces pensaba que no lo merecía, ha estado a su lado en cada momento, buenos malos y peores. En sus ataques de ansiedad que le hacían llorar por horas, en sus días de desánimo después de una sesión llena de sentimientos con su terapeuta. Estuvo con él, escuchó sus angustias y miedos, alentándolo siempre con sus palabras sabias.
Su esposo siempre sabía que decir y cuando decirlo. Lo admiraba por ello y muchas otras cosas de las que no terminaría nunca si empezaba a enumerarlas.
—Alfa, ¿puedes apagar las luces? Me estoy quedando dormido —susurró Taehyung entre sueños, hundiendo su cabeza en la almohada. Jungkook vio cómo su cabello esponjoso cubría parte de su rostro adormilado y no pudo evitar sonreír ante la imagen.
Tenían casi 20 años casados y seguía pareciéndole el omega más hermoso que haya visto. Aún se impresionaba por su belleza cuando se vestía formal para sus presentaciones en la galería de arte, incluso cuando salía de su cuarto de arte, lleno de pintura en las manos y parte de su rostro.
Su ternura y belleza era inigualable, pero lo que más le enorgullecía es que con el tiempo ha aprendido a amare cada vez más, a no sentirse inseguro con su cuerpo por las marcas que aún portaba en su espalda y en su abdomen bajo por haberle dado cuatro hijos. Se amaba como era, y lo mejor de todo es que él ha sido parte de esa transición, ha estado ahí en ese proceso de amor propio que aprendió a tener poco a poco.
—Está bien, blue, descansa —susurró besando la frente del omega que ya estaba casi dormido.
Blue, era un apodo que ya no tan nuevo para ellos. Desde que Jungkook conoció el lobo de Taehyung, y cada que lo veía era como ver en sus ojos el cielo azul, el mar. Era hermoso, y siempre que le mostraba su omega era como verlo por primera vez, es por ello que muchas veces, en lugar de referirse a él como omega, para dirigirse directamente a su lobo interior lo llamaba blue.
—Gracias, te amo —masculló estirando sus labios en un puchero, aún con sus ojos cerrados.
Sonriente, Jungkook se acercó para dejar un beso en sus labios y salir de la habitación para apagar las luces de la casa. Por lo general era Taehyung quien hacía aquello antes de pasar por las habitaciones de sus hijos a desearles las buenas noches o hasta acurrucarse con ellos antes de irse a la cama. Jungkook preparaba la habitación para dormir mientras el omega se despedía de sus hijos.
Al entrar a la recámara de los mellizos los encontró riendo mientras miraban videos en el móvil del omega.
—Queridos hijos míos, ya es hora de dormir, mañana es navidad y abriremos todos los regalos que le pidieron a santa este año —dijo Jungkook acercándose a la cama en la que se encontraban ambos.
—Padre, Santa no existe —dijo el alfa—. Tu eres santa, sin panza y con unas cuantas canas en la cabeza. Es todo.
—Santa fitness y joven —bromeó el omega.
—Pues, gracias por el cumplido.
—Oh, ¿y papi dónde está? —cuestionó Jaemin yéndose a su cama.
—Se durmió —contestó el alfa besando la frente del omega—. ¿Quieren que me quede un rato o...?
—No es necesario, papá —dijo Junghyun, dejando su móvil sobre la mesita de noche.
—Mmmm, ¿a qué se debe esta hostilidad? —cuestionó Jungkook extrañado por la respuesta lacónica de su hijo.
—Junghyun está un poco sensible estos días, creo que es por el celo —susurró Jaemin. Jungkook se acercó a la cama del pequeño alfa que se preparaba para dormir—. Cualquier cosa le irrita, no le hagas caso papá.
Jungkook se sentó en la orilla de la cama de su hijo, pasando su mano por el cabello medio alborotador del mismo.
—¿Qué pasa? Cuéntame —le pidió Jungkook, pero éste se mantuvo en silencio, apretando aún más la sabana contra su cuerpo —. Es por los regalos de navidad, sabes que mañana se abrirán los regalos, los Min vendrán en la noche y podrán estar con ellos.
—Nos siguen tratando como niños, ya estamos grandes. No es necesario que se queden hasta que nos durmamos —comentó el alfa, por lo que Jungkook solo se río bajito.
—Yo sé que no lo son. A ver, Jaemin ven aquí —le pidió al omega que tenía su mirada en el techo—. Muévete un poco más, Junghyunie.
Jungkook quedó en medio de sus dos hijos, abrazándolos a ambos por encima de sus hombros, de vez en cuando acariciando su cabello, mientras buscaba las palabras correctas que hicieran a ir el puchero molesto de su hijo alfa.
—Podrán tener una familia, un omega, alfa o lo que sea, para nosotros seguirán siendo nuestros niños —expresó el pelinegro—. Papi no se queda con ustedes cada noche antes de dormir porque los trata como niños y quiere esperar a que se duerman.
—Es exactamente eso —susurró Junghyun, causando que su padre girara la cabeza para mirarlo a los ojos.
—No —declaró para luego mirar a Jaemin que seguía en silencio—. Es porque cree que no les dedica el tiempo que quisiera, si fuera por Taehyung estaría pegado a ustedes todo el día, pero saben cómo es cuando tiene exposiciones en la galería, presentaciones en el museo, ustedes yendo a clases. No es suficiente para el verlos en la tarde o durante todo el fin de semana.
—Pero vivimos juntos, no nos iremos a ningún lado —comentó Jaemin.
—Lo harán, algún día —susurró Jungkook acariciando la cabeza de Jaemin con la suya, cerrando sus ojos en el acto—. Ver que Sun Hee irá a la universidad, que ya tiene un posible alfa, lo ha puesto un poco sensible. Quiere disfrutar cada segundo con ustedes porque sabe que cuando crezcan y se enlacen ya no podrá hacerlo.
—Seguiremos siendo sus hijos, no nos mudaremos al otro lado del mundo o algo parecido. Sun Hee seguirá viviendo con nosotros mientras vaya a la facultad, papi no debería ponerse así.
Jungkook asintió en silencio ante la conclusión de Junghyun. Tomó las manos de ambos y las entrelazó sus dedos con los de ellos. Respiró profundo porque sabía que tocario un tema frágil para Taehyung, el no había podido hablar de su padre con sus hijos, si, ellos sabían que existía, pero el omega siempre evitaba hablar de él; el alfa entendía que no lo había hecho porque aun seguía trabajando en el trauma que aquello le dejó.
—Cuando él esté listo les explicará mejor, ¿sí? Por ahora solo tienen que saber que su papi ha tenido una vida difícil y por eso tiene tanto miedo a perderlos, a perder la conexión que tienen —explicó Jungkook—. No lo rechacen o le hablen con esa hostilidad si viene a acurrucarse con ustedes antes que conmigo, ustedes se convirtieron en su razón de ser, en su mayor motivación.
—¿Todo claro? Ven, acabamos de tener una conversación de adultos, no son niños, yo lo sé. Son muy sabios para su edad —concluyó el alfa bajándose de la cama junto a Jaemin—. Ahora a dormir, ¿Quién cree que despierte primero? —preguntó desde el umbral de la puerta.
—Sun Hee y Jisung —contestaron al unísono.
—Yo voto por Jaemin —dijo Jungkook casi cerrando la puerta de la recamara.
—¡Papá! ¿Yo por qué? Soy el más tranquilo, mis hermanos son unas bestias, hasta la omega de Sun Hee.
Jungkook solo se echo a reír ante el pataleo de su hijo, viendo como el alfa a pocos pasos de él le lanzaba una almohada en forma de queja por llamarlo bestia.
—Por eso, el más aplicado se despierta primero —comentó encogiéndose de hombros, viendo como Junghyun lo miraba con los ojos muy abiertos, formando una O con sus labios.
—¡Papá! —gritó el alfa desde la cama.
—Ya, a dormir o le digo a Santa que no pase por aquí. Se supone que vine a hacer que se duerman —dijo esto último más para sí mismo que para sus hijos.
—¡Santa no existe! —fue lo último que escuchó de los mellizos en cuanto cerró la puerta.
Caminó solo algunos pasos por el pasillo hasta llegar a la puerta de la menor de sus hijos. Con Jisung tenía un código para poder entrar a su recamara. Dos golpes con pausa larga en medio y otros tres seguidos sin pausas. Recibió como respuesta un "si" al escuchar como esta respondía del otro lado con tres golpes seguidos, pausa, dos golpes más.
—Apuesto a que papi ya se durmió —consideró la niña de cabello largo y castaño como el de su padre omega.
—Así es mi pequeña alfita —susurró Jungkook sentándose en el espacio de la cama que ella le dejó.
—Ya voy a dormir, ¿te quedas conmigo un rato más? —preguntó dejando descansar el libro que leía sobre la mesita junto a su cama, donde se encontraba encendida la pequeña lámpara.
A diferencia de los mellizos, Jisung le estaba pidiendo que se quedara un rato más con ella. Sin decir mucho, recostó su cabeza del espaldar de la cama, mientras su hija lo abrazaba con fuerza.
—Pequeña, si me abrazas así de fuerte no podré respirar —susurró Jungkook, acariciando los hombros de la castaña.
—Te amo papá —masculló Jisung entre sueños.
A medida que ha fue creciendo, se ha vuelto mucho más expresiva y comunicativa en cuanto a sus sentimientos, aunque por lo general lo era mucho más con el que con sus propios hermanos. Era su favorito, lo sabía sin tener que preguntárselo.
Amaba la relación que tenía con ella, era especial, porque con él siempre ha tenido la confianza de contarle las cosas, aunque con Taehyung se quejaba porque según ella Jungkook la trataba diferente a Junghyun, porque este si era un alfa pura sangre y ella no. Solo era celos, algo normal en su vida cuando tenía un omega territorial y cuatro hijos que se peleaban por el número uno, el hijo favorito.
Para Jungkook, cada uno tenía sus cualidades que los hacían especiales y únicos, los amaba por igual a todos.
Después de cinco minutos en completo silencio, acariciando el cabello de la alfa que se quedaba dormida mientras lo abrazaba, Jungkook apagó la única luz encendida cuando terminó quedándose dormida y salió cuidadosamente de la habitación.
Tocó dos veces en la puerta de Sun Hee, esperando una respuesta de esta, pero solo hubo silencio. Supuso que estaba despierta porque tenía sus luces encendidas, pero se dio cuenta que no, cuando estuvo dentro de la recamara.
La omega se encontraba sentada en su escritorio, con su mejilla contra el cuaderno que permanecía abierto junto a todos sus libros y tablet. Se quedó dormida mientras estudiaba. Jungkook le quitó el lápiz que seguía en su mano y con cuidado la levantó para dejarla debajo de sus sabanas; a pesar de que estaba dormida, le dio el beso de buenas noches que nunca faltaba entre ellos y allí terminó su recorrido como padre, para seguir con su papel de esposo.
—Hueles a nuestros hijos —escuchó la voz de Taehyung cuando volvió a la comodidad de su cama, junto al omega que inmediatamente lo abrazó, entrelazando sus piernas debajo de las sabanas que su cuerpo mantuvo caliente.
—Me acurruqué con cada uno. Pensé que estarías dormido.
—Alfa, sabes que no puedo dormir sin ti cerca —masculló el omega entre sueños.
Con el aroma a coco y caramelo de Taehyung, mezclado con el suyo propio y el de sus hijos, Jungkook no tardó en quedarse completamente dormido.
***
El día de navidad, un día después de noche buena, era de los días favoritos para la familia Jeon, no por los regalos, sino porque en esa época se sentaban junto al árbol de navidad que decoraban todos juntos y antes de abrir los regalos, cada uno leía la carta que se escribían a sí mismos en forma de agradecimiento y las guardaban para el futuro "yo" de cada uno.
Como Jungkook tuvo previsto, fueron despertados por sus cuatro hijos a las nueve de la mañana, quienes chillaban con euforia. Los mellizos saltaban en la cama, mientras que Sun Hee y Jisung movían el cuerpo de sus padres para despertarlos.
—¡Es navidad! —chilló Sun Hee moviendo los hombros de Jungkook, quien se quejaba bajito por el ruido de su hija.
—Dejen de saltar en la cama —les pidió Taehyung estrujando sus ojos, apartando sus manos del cuerpo de su esposo, a quien abrazaba por la espalda mientras este se hacia el dormido solo para molestar a su hija.
—Recuérdame cuando accedí a tener cuatro hijos —masculló Taehyung volviendo a abrazar al alfa—. Yo no firmé para esto, Jeon Jungkook.
—Si no te levantas, seguirán insistiendo, arriba osito de peluche —susurró Jungkook besando el dorso de la mano de Taehyung, como pudo, porque su hija continuaba moviéndolo de un lado a otro con intensidad.
—¡Qué asco! No usen esos apodos cursis delante de nosotros —se quejó Junghyun.
—¡Muy bien! Es navidad, ¿ya escribieron sus cartas de agradecimiento? No quiero excusas este año —declaró Taehyung levantándose de la cama de golpe, llenando de besos a la alfa que tuvo enfrente en cuando se paró de la cama.
Jungkook le siguió los pasos, casi obligando a los mellizos a bajarse de la cama, Sun Hee corriendo hacia el pasillo mientras reía junto a su hermana menor. Ambos caminaron detrás de ellos hasta el primer piso de la casa, encontrandose en el gran árbol de navidad que ya estaba lleno de regalos.
—Parece que se portaron muy bien este año, santa trajo muchos regalos —consideró Jungkook sentándose de frente a sus hijos, junto al omega que seguía con su cabello esponjoso, alborotado y bostezando.
—¡Que no existe! —gritaron sus hijos al unísono.
—¿Acaso tengo que vestirme de Papá Noel? —preguntó Jungkook alcanzando un gorro rojo, colocándoselo en la cabeza de manera torpe—. Bien, hoy seré santa. ¿Dónde están sus cartas?
—La olvidamos —bromeó Junghyun cuando era el primero que tenía el papel color blanco en su mano.
—Este año será al revés, de menor a mayor —comentó Taehyung tomando la pequeña cajita de Jisung, en la que su nombre destacaba con colores oscuros, ella misma había decorado esa caja que veía anual.
—Este año he aprendido que salir de la zona de confort no es malo si sabes con quienes hacerlo. Que tu casta no determina tu personalidad o forma de actuar, que no es cierto que por ser una alfa no se me permite mostrar debilidad, al contrario, demostrar los sentimientos con las personas que quieres siempre será importante. Sean emociones oscuras o coloridas, no importa, porque los seres humanos estamos hechos de emociones, siempre recuérdalo, Jeon Jisung —leyó en un hilo de voz—. Agradezco haber aprendido de la valentía de mi padre omega y la sensatez de mi padre alfa. Modelo a seguir por siempre y para siempre: Jeon Jungkook y Kim Taehyung.
—Wow, esa fue una hermosa carta Jisungie —comentó Taehyung que intentaba mantener sus lágrimas atrás—. Gracias por tus lindas palabras mi niña hermosa, ven aquí —expresó Taehyung abriendo sus brazos en conjunto con Jungkook, recibiendo en medio de ellos el abrazo de su hija menor.
—A la caja y el siguiente —señaló Taehyung limpiándose las esquinas de sus ojos llorosos, tomando la caja de Jaemin. Sabía que los más pequeños tendría cosas que decir ese año, eran los más introvertidos pero los mejores cuando se trataba de escribir sus sentimientos en una carta.
El resto de las lecturas de sus hijos fue bastante emotivo, la menor de ellos tenía 12, los mellizos estaban en sus 17, mientras que Sun Hee estaba por iniciar la etapa de adultez yendo a la universidad y siendo cortejada por Joongi, el hijo mayor de Jimin y Yoongi.
Eran mejores amigos, lo fueron desde pequeños, hasta que presentaron como alfa y omega, por más que quisieron evitar la atracción entre ellos, no fue hasta años después de haberse presentado que las cosas se tornaron diferentes entre ellos. Aunque en un principio la omega intentó convencerse de quien le gustaba no era su mejor amigo, la atracción entre ellos fue más fuerte.
Sin esperárselo, Jungkook supo que ese chico que supuestamente le gustaba a su hija era alguien que quería aprovecharse de ella, como había deducido. Luego estaba Joongi pidiéndole, quien era como otro hijo para él, el único alfa que confiaba cerca de su hija, pidiéndole aprobación para cortejarla. Fue algo que le costó asimilar, a lo que accedió únicamente porque ha sido el único con los cojones suficientes como para hacer las cosas bien y decirle directamente, sin rodeos, que le gustaba su hija y que quería hacer las cosas bien con ella.
Jungkook fue el último en leer su carta, dejándola en su respectiva caja.
—Aprovecharé este momento para hablarles de algo que me han preguntado bastante —susurró Taehyung con la mirada en sus manos entrelazadas, tragando en seco. Eran sus hijos, pero era algo de lo que solo ha hablado con su terapeuta y su esposo, mismo que frotaba su espalda con cuidado.
—Tomate tu tiempo —susurró Jungkook, pasando su mano el cabello del omega que asentía con la atención de sus hijos sobre él, curiosos y preocupados por lo que padre parecía estar muy nervioso.
Se le hizo difícil empezar a hablar de su pasado, ese que tanto le atormentó por años, no dio detalles porque el nudo en su garganta no se lo permitiría, solo les contó lo que debian saber sobre esas marcas que llevaba en su espalda. Siempre han sabido que fueron hechas por una mala persona, pero fue esa mañana que se enteraron de que fueron hechas por su padre, quien ha estado en la cárcel desde hace un tiempo ya.
Apretó sus ojos tratando de reprimir las lágrimas que amenazaban en salir, después de casi 20 años, le contaba la verdad detrás de sus marcas, de su miedo a perderlos, de su necesidad de estar con ellos todo el tiempo que pudiera. No fue fácil, pero como siempre, tuvo a Jungkook a su lado, dándole la fuerza y valentía que necesitara.
—No te contengas de llorar si quieres hacerlo, papi —susurró Junghyun levantándose de su lugar para rodearlo en un abrazo que Taehyung recibió con una sonrisa que terminó en llanto cuando todos sus hijos se acercaron a él para abrazarlo.
Fue un gran paso que le tomó años poder dar, pudo hablar en voz alta eso que siempre tuvo en su mente. Aquellos recuerdos mientras vivió con su padre eran dolorosos y había aceptado que nunca dejarían de serlos porque eran parte de él. Su sufrimiento, ese dolor era parte de él y lo había aceptado cuando decidió hablarle de ello a sus hijos.
—Muy bien, ahora limpien esas lágrimas y abramos los regalos —señaló Taehyung recibiendo el pañuelo que Jungkook le extendía, tal y como lo hizo la primera vez, cuando apenas y se conocían, cuando sus lobos se reconocieron tan solo por el aroma.
—Huele a ti —masculló Taehyung limpiándose las lágrimas e inhalando el aroma a chocolate puro de su esposo.
—Siempre lo llevo por ti —masculló Jungkook besando la frente del omega, quien cerró sus ojos al sentir la calidez de sus labios en su piel.
En el exterior nevaba, copos de nieve cubriendo los ventanales y todo su patio trasero. Las luces del árbol seguían encendidas mientras sus hijos abrían sus regalos con felicidad; por más que Taehyung quiso evitar que el alfa los consistiera tanto, fue inevitable que al final su esposo se saliera con la suya como siempre, comprando un montón de regalos, aun cuando habían invertido mucho dinero en la ONG que era dirigida por Taehyung.
Disfrutó ver la sonrisa de oreja a oreja de sus cuatro hijos; observó en silencio como estos saltaban de felicidad con Jungkook ayudándoles a entender cada cosa. Sentado junto al árbol, con sus piernas en forma de indio, vio el brillo en los ojos de Jungkook, la emoción en sus sonrisas y su risa mientras abría los regalos junto a sus hijos.
—Este es para mí destinado —susurró Jungkook acercándose lentamente a Taehyung, dejando en sus manos una pequeña caja negra. Por la forma que tenía, podía deducir que se trataba de un collar.
En cuanto abrió la caja con la mirada de sus hijos curiosos sobre él, Taehyung vio el collar bañado en oro con una media luna; lo tomó en sus manos acariciando con sus dedos la luna que parecía estar incompleta.
—Lee la nota —le pidió Jisung.
—Niños eso es para él, no sean tan curiosos —comentó el alfa.
—Queremos saber que dice, vamos papi, léela —continuo Jaemin.
—Hay cierta telepatía entre dos almas destinadas por la luna. Tu y yo somos uno, el complemento del otro —leyó Taehyung ante la insistencia de sus hijos que solo gritaron un "Awwww".
Taehyung levantó su mirada encontrandose con la de Jungkook, quien lo miraba sonriente, fue en ese momento que el alfa le mostró el collar que llevaba puesto, lo acercó al suyo y en cuanto se unieron formó una luna llena. Sin pensarlo dos veces, el omega se lanzó a abrazarlo y llenar su rostro de besos mientras le daba las gracias.
—Tengo un último regalo, solo recen para que su padre no me mate por esto —declaró Jungkook mientras se ponía de pie con sus hijos detrás de él.
—Jeon Jungkook, ¿qué compraste esta vez? —preguntó Taehyung desafiante, tomando de la mano a los mellizos que ya eran de su misma estatura.
—Blue, solo lo remodelé, no compré nada —masculló Jungkook.
—¿Remodelaste qué y para quién? —preguntó viendo como el alfa se detenía en la entrada, con sus hijos mirándolo ansiosos.
—Sun Hee ya se va a la universidad dentro de algunos días. Ha sido una estudiante ejemplar en la escuela y tiene muy claro lo que quiere ser, creo que se ha ganado esto con mucho esfuerzo. Incluso en noche buena estaba estudiando, es muy dedicada, así que... —el alfa mostró lo que tenía escondido detrás de su espalda, dejando una caja roja en las manos de su hija mayor, quien lo miró confundida y con los ojos brillosos.
—Felicidades por haber aprobado el SAT —susurró Jungkook colocándose junto con a Jisung. Todos tenían la atención en Sun Hee mientras esta abría lentamente la caja y solo se pudo escuchar un chillido en toda la casa, seguido de eso los saltos de felicidad de la omega que inmediatamente fue a abrazar a su padre alfa.
Sun Hee mostró las llaves del auto al resto de sus hermanos quienes se emocionaron junto a ella, dirigiéndose todos juntos al exterior.
—¡Hace frio afuera, con cuidado! —gritó Taehyung siguiéndole los pasos abrazándose a sí mismo por el fuerte viento.
El jaguar de Jungkook que una vez fue negro, ahora era completamente blanco, con un lazo morado en medio, estaba como nuevo y Sun Hee tenía las llaves de este.
—Jungkook, es demasiado —susurró Taehyung al ver como todos sus hijos se subían al auto que su padre casi ya no usaba, mismo que ahora pasaba a ser de su hija mayor.
—Estaremos trabajando, la facultad no queda tan cerca de casa y Joongi ira a otra universidad, necesitará un auto, amor —mascullo Jungkook abrazándolo por la espalda para darle el calor que en ese momento necesitaba.
—¡Vamos adentro! —les gritó Taehyung haciéndole ademan con sus manos—. ¡Hace frio y no están abrigados se van a enfermar! —volvió a gritar. Sin reprochar, sus hijos volvieron al interior de su casa.
El resto del día fue bastante ruidoso como Jungkook tenía previsto que seria, no dejaban de hablar de todos los lugares a los que Sun Hee tenía que llevarlos ahora que tenía el Jaguar su padre completamente remodelado.
Taehyung pensó que estarían más tranquilos, pero fue peor cuando llegaron los hermanos Min junto a sus padres para tener ese almuerzo que Jimin y Taehyung han estado planeando desde que volvieron de Busan.
Yangmin y Joongi eran bastante unidos con sus hijos y cuando estaban juntos los seis era un completo desastre, uno del que Jimin, Taehyung, Jungkook y Yoongi no podían quejarse de la increíble relación que tenían; aunque para los alfas seguía siendo motivo de discusión la relación amorosa entre sus hijos mayores.
Cuando se hizo de noche y sus hijos parecían haber agotado todas sus energías para jugar, Jungkook terminó llevando a los Min a casa y para cuando volvió encontró a sus hijos en medio de la sala de estar jugando monopoly que había comprado para jugar entre todos en sus días libres.
Taehyung preparaba la cena en la cocina, tarareaba una canción mientras cocinaba. El sonido del extractor de grasa, más la de los alimentos sofreírse en el sartén no les permitieron darse cuenta de la llegada de Jungkook, pero ese aroma a chocolate puro cerca de él fue lo que le hizo darse la vuelta.
—Traje fresas y esa bebida de coco que te gusta —señaló el alfa dejando la bolsa sobre el desayunador.
—Tus hijos querían comer dulces antes de la cena, pero ya tengo la situación bajo control —susurró Taehyung sonriente, limpiándose las manos para tomar a su alfa por el cuello de su camiseta acercándolo más a su cuerpo.
—Claro que sí, siempre tienes el control de todo, incluso de mi —consideró Jungkook tomándolo de la cintura.
—Es porque soy padre de cuatro hijos: dos alfas y dos omegas, dos puros —enumeró Taehyung—. Claro que debo tener el control de todo.
—Sin ti, yo sería un completo desastre —afirmó el pelinegro.
—Para que digo que no, si es cierto —comentó Taehyung. Lo que hizo que el alfa se riera.
—Te amo —susurró Jungkook antes de besarlo con cariño. Profundizó el beso al sujetar su rostro con ambas manos y sintio su lengua rozar su labio inferior.
—Los niños pueden vernos, tranquilo vaquero, hasta aquí —señaló Taehyung alejándose y llevando el pulgar a la comisura de sus labios—. Eso y la comida se quema —le apuntó el omega mientras volvía su atención a la cocina.
—¿Hace tiempo que empezaron a jugar? —cuestionó Jungkook.
—Pregúntales.
—Está muy tranquilos así —explicó el alfa apoyando sus codos de la encimera.
—¡Papá! —lo llamó Sun Hee.
—Ahí está —señaló Taehyung con la espátula que sostenía en las manos.
—¿Si? —preguntó Jungkook aún desde la cocina.
—¡Ven a jugar! —gritó Junghyun en respuesta.
—¿Están listos para que su padre les patee el trasero en ese juego? —cuestionó Jungkook en cuanto se adentró a la sala de estar donde se encontraban sus hijos.
—Jeon Jungkook, esa boca —le chilló Taehyung.
—Toda tuya mi amor —respondió con una sonrisa cómplice que les dedicaba a sus hijos, quienes tenían la misma expresión que él, cubriendo con sus manos la pequeña risita que sería escuchada por su padre omega.
—¡Alfa!
—¡Ya, perdón! —vociferó sentándose en medio de sus dos hijas—. Les voy a patear el trasero, compraré todas las propiedades —susurró causando una risita por parte de sus hijos, chocando los puños con ellos mientras les guiñaba un ojo.
La verdad es que siempre decía aquello y en la mayoría se veces los dejaba ganar. Eran su debilidad y por más que sabía que podía ganarles, no lo hacía.
Despeas de haber cenado y jugado todos juntos una partida de monopoly en la que como casi siempre salieron ganando los gemelos, quienes siempre hacían equipo en cualquier cosa que pudieran hacer juntos. Jungkook se quedó arreglando la recamara mientras su esposo apagaba las luces y les daba las buenas noches a sus hijos.
No dejaban de decir que querían pasar el domingo en casa de sus abuelos. Taehyung sabía que era porque él no estaría allí para evitar que comieran tantos dulces, como a ellos les encantaban; eran los consentidos de sus abuelos, por supuesto que querían quedarse con ellos después de navidad.
—Ya se durmieron, Jimin dice que gracias por llevar a Joongi y Yangmin —susurró el omega entrando al cuarto de baño. Jungkook no dijo nada, notando que su omega estaba notablemente decaído y no porque estuviera cansado, lo podía sentir a través de su marca.
Taehyung terminaba de limpiarse el rostro frente al espejo del baño, mientras Jungkook quitaba cojines que decoraban la cama matrimonial que compartía con el omega, esperando a que este se recostara en la cama para preguntar que sucedía. Podía sentir como su lobo estaba un poco inquieto, su aroma también lo delataba o quizás es el hecho de que lo conocía como la palma de su mano. Era su omega, su destinado, llevaba su marca, podía sentir lo que él y algo no estaba del todo bien.
—Jungkook —lo llamó Taehyung enjuagando su rostro.
—¿Si? —masculló el alfa.
—Sehun me llamó hoy —le informó el omega. Logrando que el alfa corriera hasta el baño, completamente a la defensiva.
—¿Qué te dijo?, ¿qué quiere ese idiota? Le dejé muy claro que no se acercara a nosotros, que no llamara, ni mensajeara, nada —se quejó Jungkook alarmado. No había sabido nada de su hermanastro por años, solo esperaba que Taehyung no haya estado hablando con él o enloquecería.
—Pap... —el castaño se detuvo antes de terminar la frase—. Ji hoon murió anoche, solo llamó porque creía que yo debía saberlo.
—Oh —susurró Jungkook dejando caer sus hombros—. Adivino, después de casi 20 años quiere hacer una reunión familiar porque el hombre que casi te mató una vez, falleció en la cárcel.
—En realidad, lo mataron. Pero si, fue algo así, el entierro fue hoy, pero decidí no presentarme por el bien de mi salud mental —expresó Taehyung secando su rostro—. Hace mucho que dejé de considerar a ese hombre como mi padre.
—Si vuelve a llamarte, me lo dices inmediatamente, para ponerle un alto. No me importa que ahora sea un "alfa padre y trabajador" —comentó Jungkook volviendo a la recámara.
—En realidad, se disculpó, dijo que quería verme y conocer a nuestros hijos —masculló temeroso de que su alfa reaccionara de mala manera.
—No va a suceder, espero que le hayas dicho no —demandó Jungkook sentándose en la cama viendo como él omega apagaba las luces a su paso.
—Claro que no dejaré que se acerque a mis cachorros, iba a reunirme con él, pero...—susurró el omega causando que el pelinegro se incorporara de golpe.
—¿Estás loco? No, no puedes verte con él —demandó el alfa. Taehyung podía sentir como sus feromonas delataban lo enojado que empezaba a estar. Y lo entendía, Sehun fue parte de todo lo que le hizo su padre y ese alfa que una vez quiso abusar de él.
—Jungkook, escúchame, no lo hago para ponerme al día con su vida, solo son cuestiones legales, yo soy el hijo legítimo de Ji hoon, hay cosas que debo firmar —le explicó Taehyung metiéndose a la cama a su lado—. Y no, no me veré con él. Le dije que enviara todo lo que tuviera que firmar por correo.
—Bien, lo quiero lo más lejos posible de tu vida.
No hizo falta preguntar directamente que sucedía, era entendible que se sintiera de esa manera cuando quien una vez fue su padre acababa de morir. Conocía a su esposo y sabía que era demasiado bueno incluso con quienes no lo merecían, puede que no se sentía del todo triste por la que persona que fue con el Ji Hoon, pero su lobo no dejaba de decirle que no estaba del todo bien, que a pesar del daño, no le deseaba le mal a nadie, ni siquiera a él y esa era de una de las tantas razones por las que lo amaba.
Sin decir una sola palabra, lo abrazó, Taehyung recostando su cabeza del pecho del alfa, escuchando los latidos del corazón de su destinado. Su respiración y sus latidos eran tan pacíficos, el aroma a chocolate amargo le permitieron la tranquilidad que en ese preciso momento necesitaba.
La siguiente mañana, fue silenciosa cuando sus hijos se marcharon a casa de sus abuelos, con Sun Hee al volante, quien tenía días con su licencia de conducir, lo único que dejaba tranquilo a Jungkook es que sus padres vivían cerca de su hogar, a pocas esquinas, eso y que el transito era poco, por no decir nulo.
Al volver al interior de la casa, siquiera tuvo tiempo a reaccionar cuando tuvo a su omega rodeándolo con sus piernas y besándolo como si no hubiese un mañana, con cierta desesperación que Jungkook amaba obtener de su esposo.
—Mmmm, fue idea tuya, se lo pediste a mamá, ¿cierto? —preguntó Jungkook sujetándolo por su trasero, el contrario besando su mandíbula y todos los lunares de su rostro.
—Ella lo propuso y yo dije que sí, soy su cómplice —masculló Taehyung pasando sus dedos por el cabello del alfa, mirándolo a los ojos.
—Ya veo —masculló Jungkook, mirándole los labios del omega, húmedos y listos para ser besados por el durante todo lo que quedaba del día.
—Hazme el amor, alfa, aquí y ahora —le pidió Taehyung con un tono de voz tan lascivo como su mirada cuando se mordía el labio inferior, sin apartar su mirada de los ojos del alfa que empezaban a tornarse rojos.
Taehyung amaba el efecto inmediato que tenía sobre su esposo, el solo tenía que desprender sus feromonas, hablarle de esa forma y mirarlo así para tenerlo deseoso y excitado.
Jungkook caminó hasta la cocina aun cargando a Taehyung en sus fuertes brazos, quien no dejaba de besar su cuello y rostro en el proceso, su lobo por otro lado pidiéndole a gritos que lo anudara.
—¿No quieres desayunar primero? Necesitaras energías —cuestionó Jungkook alzando la comisura de sus labios en una sonrisa traviesa.
—Alfa, te quiero a ti. Lo único que tendré en mi boca será tu...
—Joder, omega, que ansioso estas —masculló Jungkook interrumpiendo las sucias palabras que estuvieron a punto de salir de sus labios, mismos que tomó en un beso pasional, dejándolo descansar sobre el taburete del desayunador.
En medio del beso que dejó de ser pasional y se tornó más desesperado, Taehyung fue el primero en desvestir a su alfa, pasando sus dedos por el torso fuerte que Jungkook ha mantenido con la edad. Si algo amaba de su esposo, es que los 40 le sentaban de maravilla, tenía algunas pocas canas entre el cabello que él no dejaba de acariciar mientras este lo desvestía, pequeñas arrugas debajo de sus ojos cuando sonreía, pero su cuerpo estaba intacto, debía decir que mucho mejor.
Su alfa era la verdadera definición de mientras más viejo, mas bueno. Las facciones de su rostro estaban más marcadas, como su mandíbula, esa que lo hacía ver tan varonil y sexy, al igual que los tatuajes en sus dos brazos.
Taehyung se mantuvo jadeante con sus piernas ligeramente abiertas cuando aún estaba sentado en ese taburete, sus dedos estaban enterrados en el cabello del alfa que estaba de rodillas frente a él, con su cabeza entre sus piernas, usando sus labios y lenguas de una forma tan lujuriosa que le hacía gemir en alto.
—¿Si vas a anudarme esta vez? —cuestionó con la respiración agitada cuando sintio los dedos del alfa jugar en su interior.
—¿Quieres tener más hijos? Te recuerdo que eres muy... extremadamente fértil —replicó Jungkook levantando su mirada, moviendo sus dedos de adentro hacia afuera, mientras que con su brazo evitaba que Taehyung pudiera caerse del taburete por tener las piernas abiertas en el pequeño espacio entre de la silla.
—Agh, dijiste lo mismo en los últimos tres celos y hace mucho que no me anudas —susurró el omega—. Quiero... no, necesito que me anudes.
—Antes llorabas de dolor por el nudo y ahora lo pides con desesperación, cosas de omegas —masculló dejando un rápido beso en el muslo de su esposo que jadeaba cada que tocaba ese punto con sus dedos.
—¿Eso es un sí? —preguntó Taehyung con ojos brillosos llenos de esperanza y placer.
—¿Cuándo te he dicho que no? —cuestionó Jungkook sacando sus dedos húmedos por el propio lubricante del omega, estaba tan húmedo y olía tan bien que no pudo evitar llevarse los dedos a su boca, saboreando la esencia de su omega.
—Tomo supresores y pastillas para evitar el embarazo, puedes hacerlo tanto como quieras, alfa —dijo usando su voz de omega. Viendo como Jungkook se ponía de pie, mostrando su gran erección. El omega jadeo de tan solo ver lo duro que estaba el pelinegro, deseoso de poder obtener lo que tanto querían el y su omega, un nudo.
—Sabes delicioso, como siempre —masculló con su voz ronca. Jungkook tomó al omega por la cintura, levantándolo y dejándolo de rodillas sobre el taburete y de espaladas a él—. Pon tus manos sobre la encimera, ya conoces la palabra de seguridad si quieres que me detenga.
Siempre que el alfa le recordaba que tenían una palabra de seguridad es porque hasta ese momento ha estado controlando la dominancia de su lobo pura sangre y que dejaría de hacerlo pronto. Taehyung hizo lo que le pidió, su trasero estaba expuso a él, estaba tan excitado de solo percibir el aroma de su alfa, que se encontró a si mismo moviendo sus caderas de un lado a otro cuando aún no sentía el contacto de su alfa.
—Tranquilo, omega —demandó con su voz de alfa.
Dejó salir un jadeo cuando sintió el miembro del alfa penetrarlo, moviendo sus caderas de adentro hacia a afuera en el proceso, causando que Taehyung tuviera que sujetarse de las esquinas de la encimera en la que cocinaba casi a diario.
Las estocadas se volvieron determinantes y fuertes, arrancándole gemidos de placer que hacían eco en toda la cocina, quizás toda la planta baja de la casa. Sus pieles al chocar, el castaño escondiendo su cabeza entre sus brazos, mordiéndose los labios para evitar gritar muy fuerte.
Fue entonces cuando sintio las manos de Jungkook azotar sus nalgas sin dejar de penetrarlo con vehemencia, su trasero chocando contra la pelvis del alfa provocaba un sonido tan obsceno que solo aumentaba la excitación de ambos. Las manos del alfa encontraron la cintura del omega, lugar de donde tiró hacia su cuerpo para llegar aún más profundo en el interior del castaño que ahora tenía su espalda arqueada, gimiendo tan alto en cada estocada que hacia arder el cuerpo del pelinegro.
Jungkook sabía cómo y dónde tocar para tener a su omega gritando su nombre de placer, y cada empujón que daba abusaba de su próstata, por lo que tenía al omega gimiendo tan fuerte que cualquiera que pasara cerca de su casa sabría lo que sucedía en aquella cocina.
—Los vecinos te escucharan, omega, ¿no tienes vergüenza? —dijo entre jadeos, tirando del cabello de su esposo, quien movía sus caderas al compás de sus movimientos, buscando con ello darse aún más placer del que le era proporcionado. Era su forma de pedir más y a Jungkook aquella acción le volvía loco.
—No, ¿vas a castigarme? —preguntó entre gemidos.
—Quizás lo haga —susurró Jungkook.
El alfa tomó los brazos del omega, llevándolo a su espalda, incrementando sus movimientos, impulsándose a su interior mientras sujetaba sus brazos. Golpeando su próstata una y otra vez.
Las palabras sucias durante el sexo era algo que encendía a Taehyung, que Jungkook la usara con el mientras lo penetraba con fuerza y rapidez, lo acercaba cada vez más a su orgasmo.
—¡Alfa! —gimoteó sin saber que más hacer con su cuerpo, estaba siendo manipulado como le gustaba. Escuchar los gemidos de Jungkook, sentir como el miembro de este empezaba a hincharse en su interior, le causaba escalofríos de placer.
—No pares, alfa, voy a... —siquiera pudo terminar la frase cuando con un par de estocadas mas ya estaba teniendo espasmos por el orgasmo, todo su cuerpo temblando en el proceso. Gemidos altos mientras su abdomen se contraía en placer.
—¿Te di permiso para esto?
Una fuerte y estruendosa nalgada, sus tocando los fluidos que salían de su miembro, todo aquello junto a la voz ronca de Jungkook erizó su piel. Este no detuvo sus movimientos aun cuando había dejado ir sus brazos, Taehyung lo miró por encima de sus hombros, notando que a quien tenía detrás, penetrándolo con fuerza después de que ya se había corrido, era el lobo de su esposo.
Sus ojos eran de un rojo intenso, sus manos estaban enroscadas en su cintura de manera casi territorial.
—P-perdón alfa, fue demasia...
—No te anudaré —determinó sin siquiera dejarlo terminar. Taehyung frunció sus cejas ante la sobreestimulación, no era un dolor insoportable, lo único que quería, su alfa se lo estaba negando.
—No, por favor —suplicó mirándole con sus cejas juntas por la gran cantidad de placer que recibía, apenas podía terminar una frase cuando Jungkook seguía embistiéndolo con fuerza—. Por favor, alfa, anúdame.
—Silencio —demandó usando su voz de mando, el omega volvió su mirada al frente sujetándose con fuerza de la orilla de la encimera, llegando a tocar parte de los fluidos que dejo allí esparcidos por su orgasmo.
Gimoteó de placer cuando el alfa detrás suyo volvió sus movimientos más fuertes, causando que este apretara sus manos en su lugar de apoyo ante el fuerte movimiento de su cuerpo por el vaivén desenfrenado que lo tenía gimiendo, casi gritando.
Era demasiado para él, pero le gustaba la sensación en su interior, porque sabía que por más que Jungkook y su alfa se resistieran, terminarían anudándolo.
Fue cuestión de un par de estocadas más cuando escuchó al alfa gruñir y gemir alto mientras llegaba al clímax. Sin salir del omega, Jungkook apretó las nalgas del castaño viendo como su abdomen se contraía cuando su omega apretada su miembro con sus paredes interiores, tan caliente y placentero. Tenía debajo de el a un omega gimiendo de placer cuando el nudo dentro suyo crecía.
—Alfa —gimoteo poniendo sus ojos en blanco al sentir la expansión de su nudo dentro de él. Se sentía tan lleno de él, no recordaba lo bien que se sentía ser anudado por su alfa, no dejaba de ser doloroso, pero mucho más placentero de lo que podría expresar fuera de sus gemidos.
Con cuidado, Jungkook hizo que el omega quedara sentado encima suyo para que estuviera cómodo mientras el nudo pasaba. Por otro lado, Taehyung seguía con su respiración agitada y una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—¿Te lastimé? —preguntó Jungkook cuando su lobo dejó de tener el control.
—No, alfa, estoy muy bien —masculló dejando caer su cabeza sobre el hombro del mayor.
—Ya no cocinaras igual teniendo esta imagen de nosotros en la cocina —bromeó el alfa.
—Me gusta esta imagen de nosotros, me recuerda a cuando éramos novios —concluyó Taehyung.
—Sí, teníamos mucho sexo —consideró Jungkook.
—Luego tuvimos hijos y ya no tanto —comentó Taehyung—. ¿Crees que podamos hacer el amor durante todo el día?
—¿Podrás soportarlo? —Taehyung solo asintió en respuesta.
Un día sin sus hijos en casa, era un día que tenía solo para ellos, un día que disfrutaron al máximo. Apenas tenía un descanso cuando estaba siendo padres todo el tiempo, incluso en el trabajo debian estar atentos a ellos. Pero ese día, se tomaron la molestia de dedicarse cada segundo a ellos mismos, porque extrañaban poder tener sexo en cualquier parte de la casa y en el momento que quisieran.
Taehyung extrañaba poder pasearse por toda la casa únicamente con la camiseta de su esposo, misma que siempre terminaba en el suelo cuando sus besos los llevaba a ese momento de placer en el que eran uno solo.
Bailaron semidesnudos en la calidez de su hogar, rieron juntos, cocinaron entre besos y toques que terminaban en sexo. Bebieron vino sin temor a emborracharse, tuvieron más de un baño juntos, vieron películas para adultos en la sala de estar. Ese era el día perfecto para hacer cada cosa que no podían con la presencia de sus hijos.
Taehyung se encontraba tumbado boca abajo en el piso de la sala de estar, junto al mueble, exhausto después de haber tenido sexo como por cuarta vez en la tarde. Sus ojos empezaban a cerrarse mientras sentía los dedos de Jungkook acariciar su espalda.
El alfa se encontraba a su lado, apoyando su peso en su antebrazo, mirando al omega a su lado que seguía completamente desnudo sobre la manta en el suelo. Pasó sus dedos por su mordida reciente en la marca que ahora se veía fresca. Podía sentir cada emoción de Taehyung, los latidos de sus corazones sincronizados. Por un momento cerró sus ojos para disfrutar la paz que le transmitía su destinado que volvió a marcar después de meses sin hacerlo.
En cuanto abrió los ojos se encontró con la mirada azulada de Taehyung y sonrió al ver lo hermoso que era su omega, lo radiante que lucía cuando la luz del sol se filtraba por la ventana, provocando que sus ojos se vieran aún más claros bajo la luz solar.
—Omega —masculló sonriente acariciando su mejilla y apartando el cabello algo húmedo de su frente—. Puedo sentirte, estas dentro de mí y yo de ti, es hermoso.
—Lo es, alfa —susurró dedicándole una sonrisa cálida. Su sonrisa le daba cierto brillo a su mirada, estar frente a Taehyung y su lobo manifestándose era de sus momentos favoritos después de renovar su lazo con el omega.
Jungkook se acercó a la espalda descubierta de Taehyung y como se había vuelto costumbre para él desde aquella noche en Florencia durante su luna de miel, la primera vez que besó sus cicatrices; volvió a hacerlo, besando cada una de ellas. Taehyung cerró sus ojos mientras el alfa lo rodeaba con sus feromonas, sintiendo sus labios en su espalda, besando con delicadeza sus marcas.
—¿Recuerdas cuando dijiste que querías convertir mis cicatrices en marcas de tu amor por mí? —preguntó Taehyung con su voz de omega.
—Sí, no podría olvidarlo —susurró Jungkook, volviendo a cerrar sus ojos mientras besaba aquellas cicatrices en su espalda.
—Hoy puedo decirte, que donde dolió, sanó. Que me amo y acepto como tú lo haces, aun no me veo tan hermoso como tú me ves. Pero he aprendido a amarme como soy, porque tú has convertido mis heridas en marcas de amor.
—Omega —masculló Jungkook apartándose lentamente, haciendo que el omega se sentara para quedar frente a frente a él—. ¿Hablas en serio?
—Sí, alfa. Tardé un tiempo en hacerlo por completo, pero no me avergüenza mi cuerpo o mis cicatrices. Cada beso tuyo sobre ellas se ha llevado todo el dolor. Se convirtieron en marcas de tu amor por mí.
Jungkook sonrió orgulloso abrazándolo, ambos recostando su cabeza en el hombro del contrario. Sus latidos sincronizados, el aroma a coco y chocolate amargo a su alrededor. La marca recién hecha solo intensificó el sentimiento que permanecía allí después de 20 años, el amor que los unía.
Aquella unión entre sus lobos era la marca de su amor, ser destinados los unió, pero el amor que sentían por el otro los mantuvo unidos por años, décadas, eternidades. Su destino era amarse, pero una vida juntos les parecía un suspiro.
Con sus labios podía besar su alma, con sus ojos podía dedicarle miradas llenas de amor, con sus dedos podía tocar esas cicatrices que siempre convertirá en marcas de su amor por su destinado, lo haría en cada momento que se encontraran, lo haría por la eternidad, porque después de todo, una vida juntos era tan solo un suspiro y en cada suspiro estaba su omega, como cada suspiro de su omega estaba en él.
El destino es el camino, pero el amor es la meta. Ser destinados por la luna era el motivo del encuentro, pero el amor siempre seria el motivo para quedarse, por siempre.
FELIZ NAVIDAD SOLECITOS🥺🎄
Como regalo de navidad quise darles algo que quisieran mucho, en la encuesta salió la ganador un capitulo extra de Destined, así que aquí estoy por el amor que les tengo a ustedes. Quisiera poder darles otros regalos, por ahora solo puedo complacerlas con personajes que se aman bonito.
Espero que haya sido de su agrado, quizás he dicho esto muchas veces, pero será lo último que escribiré de Destined, es por ello que ha sido un poco más largo, no duden en comentar que les pareció el regalo de navidad.
Aprovecho para recordarles que tenemos grupo de lectores en WhatsApp, solo digan yo y les envío el link por mensaje privado. Siempre estoy activa en Instagram (kimjade16) hacemos live y le lloramos al taekook a diario🥺👌.
Hasta aquí mi reporte, nos seguimos leyendo pornto. Feliz navidad y un próspero Año Nuevo.
Los amo un montón, sépanlo siempre. Con amor, Kim Jade💜.
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