🐺Capítulo 19🐺
Kim Taehyung
La plata pura líquida entró en el sistema de Jimin tan rápido que cuando los médicos reales llegaron ya no había nada que lo pudiera salvar. Observé la marca en su cuello desaparecer, la verdad no me importó estar desnudo frente a tanta gente pero la prima de Jimin nos proporcionó ropas a Jungkook y a mí. Si él no se hubiera interpuesto en nuestra relación nada de esto habría sucedido. Así que lo tomé de la chaqueta con fuerza mientras que el par de reyes le lloraban al cuerpo de su hijo.
—¡No te atrevas a lastimarlo! —dijo Yoongi con voz de mando—. Mi hermano a muerto para salvarlos y si alguno de ustedes muere le estarán faltando el respeto a su memoria.
—Vivir no tiene sentido si no está Jimin —dijo Jungkook.
Y tenía razón, ¿para qué vivir si él no estaba respirando?
—Lo que no entiendo es que estás parado como si nada —dijo Yoongi mirándome a los ojos—. Se supone que marcaste a mi hermano, el vínculo debió ocasionar que desearas la muerte cuando él murió.
—¡No se vincularon! —gritó el rey Seokjin apartándose del cuerpo de Jimin— ¡Lo marcaste por la fuerza y el vínculo no se llevó a cabo! Si hubieran esperado un poco más la marca habría desaparecido ¡Esto es un desastre! —gritó en medio de lágrimas y el rey Namjoon lo abrazó.
—¿Jimin nunca me perteneció? —pregunté en un hilo de voz dando un paso hacia atrás.
—Él me eligió a mí ¡Y ahora por tu culpa está muerto! —gritó Jungkook apretando los puños, tratando de controlar su lobo— ¡Su aroma está desapareciendo! —volvió a gritar poniéndose de cuclillas para oler el cuerpo de Jimin.
Hice lo mismo, me acerqué a oler y toda fragancia omega había desaparecido. Solté más lágrimas invadidas de arrepentimiento, de impotencia, de ganas de regresar el tiempo para evitar que la calamidad sucediera.
—Jimin los amaba a los dos —dijo el príncipe Hoseok—. Los amaba incluso más que a si mismo, por eso hizo lo que hizo. —Nos miró juzgando nuestro acto, pero también era consciente de que en cuestiones de destinados y marcas se nubla la razón del lobo.
—Haremos un funeral, yo lo coordinaré porque papá Jin ya se desmayó y no creo que alguno de los dos pueda hacerlo —dijo Yoongi—. Llévense el cuerpo —añadió ordenándole a los médicos forenses que lo hicieran.
Sentí unas ganas inmensas de abrazar el cuerpo inerte de Jimin, de pedirles que me dejaran quedarme un ratito más junto a él. Pero en lugar de eso me quedé estático mirando a Jungkook hacerlo.
—¡Por favor, se los ruego! —gritaba en medio de lágrimas.
Me quebró el alma verlo en esa situación. Él parecía a simple vista desalmado, ególatra, despreocupado. Sin embargo con Jimin era completamente diferente ¿Es todo esto mi culpa? Estuve a punto de caer de rodillas pero sentí un par de manos conocidas sostenerme, era Hyunjin, mi rubio amigo que llegaba siempre en el momento indicado.
—Jungkook, ven conmigo... —Era la voz de la alfa Inguk.
—¡No te atrevas a tocarme o a intentar convencerme de casarme contigo. No voy a hacerlo! —gritó furioso.
—Hijito de mi alma. —Era la señora Jeon—. Ven con nosotros, te acompañamos en tu dolor.
—Mamá... —Lloraba—. Mi destinado, él iba a impedir que saliera del castillo, él quería que yo lo marcara.
—Márcalo. —Era la voz del príncipe Yoongi—. Cumple la última voluntad de mi hermano para que se lleven el cuerpo de una vez por todas.
Intenté avanzar para impedirlo, pero Hyunjin me tomó por los hombros evitando que me moviera.
Jeon Jungkook
Primero le di un beso en la frente, estaba tan helado como el hielo, sus mejillas rosas eran pálidas, sus hermosos ojos azules no centelleaban así que los cerré con mis pulgares. Lo abracé en medio del llanto, si tan solo lo hubiera marcado aquella noche que se entregó a mí nada de esto hubiera pasado ¿Por qué tuve que ser tan considerado?
Besé el área en donde debería de ser marcado, el área en donde yacía la marca de Taehyung minutos atrás. Tomando todas mis fuerzas, todo mi amor, uniéndome a mi lobo en cuerpo y alma para cumplir con el último deseo de mi Jimin. Encajé mis dientes en su piel sorbiendo su sangre que todavía se sentía un poco cálida, no me importó el riesgo que conllevaba tal acto porque al haber ingerido plata posiblemente también pude envenenarme. Marqué a mi destinado, me uní a él.
Tal vez no en vida...
Tal vez nunca más podría volver a tocar sus labios...
Pero me pertenecía...
Era mío y de alguna manera yo era suyo.
Me separé de su cuerpo deseando que sucediera como en las películas de lobos en las que cuando muere el destinado logra resucitar gracias al poder de la marca. Sin embargo ese no fue mi caso, Jimin se había marchado para nunca más volver.
—Ahora sí, llévenselo —ordenó Yoongi.
Los médicos forenses se lo llevaron, de esa manera iban a prepararlo para el funeral. Me quedé de pie sintiendo una tristeza profunda.
—El funeral será llevado a cabo en la capilla real, la abriremos cuando el cuerpo esté listo —dijo Yoongi, seguido de eso me tocó el hombro apretando con fuerza—. Lo siento mucho.
Bajé la mirada, no pude contestarle. Él y yo no nos caíamos bien pero el amor por Jimin nos unía en este momento de tristeza.
La familia real entró al castillo, ellos debían prepararse para dar el anuncio al reino entero acerca de la caída del miembro más joven. Yo estaba a punto de ir con mis padres cuando Kim Taehyung se paró frente a mí estirando la mano para darme un saludo, dudoso lo acepté.
—Tu dolor es mi dolor porque también perdí a mi destinado —dijo con su chocante voz aterciopelada.
—No sé cómo es que estoy de pie—dije apretando su mano—.Y lo peor de todo es que no puedo partirte la cara porque Jimin murió para que no nos lastimáramos. —Solté su mano—. Y si lo hago le faltaré el respeto a su memoria.
Al anochecer, se congregaron seres de todas las esquinas del reino para rendir homenaje al príncipe caído. El cielo, un lienzo de estrellas parpadeantes, parecía llorar con destellos de luz que se deslizaban como lágrimas por la bóveda celeste.
El féretro, hecho de un cristal que reflejaba la eterna danza de las auroras lunares, yacía en el centro de la capilla. Los sacerdotes, vestidos con togas oscuras, entonaban cánticos que resonaban por todo el lugar, mientras que los guardianes reales, con sus armaduras, montaban guardia en un silencio respetuoso.
La familia real, avanzó con gracia entre la multitud e incluso pareciera que una luz lunar flotaba a su paso como una estela de esperanza. Al llegar al féretro, uno a uno depositaron una flor de cristal que florecía en las noches más oscuras, esas se cultivaban en un jardín en el que únicamente podían acceder los mejores floristas, era un símbolo de la vida que persiste incluso en la ausencia de la luz.
Jimin, amado por su pueblo y respetado por sus aliados, murió joven, sin embargo no sería olvidado.
Los rumores acerca de que el príncipe menor era un omega se dispersaron por todas partes, por eso el rey Namjoon salió a decir que eran mentiras para desprestigiar a la familia real y por respeto a la memoria del príncipe no volvieron a mencionar el tema.
Jungkook y Taehyung lloraron durante todo el evento, ambos se quedaron sentados junto al féretro e incluso se tomaron de las manos reconfortándose el uno al otro pues sus corazones estaban sintiendo lo mismo. El dolor de perder a su destinado era insoportable.
Los dos comenzaron a gritar cuando llegó el final de la ceremonia, porque se rehusaban a que se llevaran el cuerpo de Jimin a incinerar, pero Yoongi y Hoseok los sostuvieron con fuerza para evitar más escándalos.
—¡No lo quemen! —gritó Jungkook—. Mejor sepúltenlo en un lugar en el que pueda ir a visitarlo.
—Por primera vez —dijo Taehyung con voz temblorosa—. Estoy de acuerdo con él, por favor...
El rey Namjoon asintió con la cabeza y entonces los planes cambiaron y el féretro fue llevado en procesión a través de los campos más verdes del reino , hasta alcanzar el cementerio real, donde los grandes de su linaje descansaban. Allí, el príncipe sería colocado entre las constelaciones, su espíritu unido para siempre con la tierra que lo vio crecer.
Y mientras la luna ascendía en el firmamento terrestre, una nueva estrella brilló en el cielo, anunciando al universo que el príncipe del Reino Lunar viviría eternamente, no solo en la memoria de su gente, sino en el mismo tejido del espacio y el tiempo.
Uno a uno se fueron los dolientes, después la familia real, sin embargo Jungkook y Taehyung permanecieron en silencio durante horas mirando la tumba con el cuerpo de su destinado.
—Vete primero —dijo Jungkook levantando la barbilla.
—Me temo que somos los últimos que quedamos. —Taehyung aclaró la garganta tratando de ser lo más amable posible—. Al principio, el día que nos conocimos peleamos para ver quién entraba primero al castillo. ¿Recuerdas?
—¿Ah sí? —Alzó las cejas—. Soy un noble, ¿tú quién eres?
Taehyung sonrió con tristeza y Jungkook imitó el gesto. Pues estaban recordando aquel día.
—No voy a irme, Jungkook —dijo Taehyung en un murmuro tratando de evitar a toda costa quebrarse de nuevo.
—Pues yo tampoco, mi lobo no me lo permite.
—Entonces quedémonos juntos. —Taehyung miró a Jungkook a los ojos, con el corazón en la mano, por primera vez se sentía tan frágil frente a él.
—Claro. —Asintió seguido de un suspiro.
Ambos se quedaron el vela durante toda la noche, y al día siguiente, y al siguiente...
En largos silencios incómodos que eran interrumpidos de vez en cuando por el sonido de las aves o por comentarios mordaces, otros algo graciosos, pero nunca dejaron de sentir el inmenso dolor de haber perdido a Jimin.
FIN
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