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XVIII

Aunque no podía hacer nada para recuperar su cuerpo, si podía sentir todo a su alrededor. Aún recordaba el último abrazo que le dio Marius minutos antes de huir, y como es que su magia se iba debilitando cada vez más.

Le dolía todo, hasta las propias memorias de la diosa que la poseía. Cada tanto sentía la flecha mágica que atravesó su corazón, o la extraña magia que absorbió la suya. Aún pensaban en la fría mirada azul de Merlín, y como es que vio la lástima en los cálidos ojos de Morgana.

Eran frescos los momentos que alimentaban su sed venganza, o lo que los humanos le hicieron a su hermana. Vivía en la carne de alguien más, y ya no sabía si volvería a la suya.

Cada tanto lloraba y rogaba ver al futuro, una pizca de esperanza pero le imposible. No lograba siquiera conciliar el sueño, cerrar los ojos o hundirse en la oscuridad.

Estaba agotada, y asustada y no podía hacer nada para detener a Caeli. Se sentía la bruja más débil de todas, y la más fácil de engañar. Extrañaba a todos a su alrededor, pero sobre todo se extrañaba a ella misma.

Temía perderse para siempre sin antes haber hecho las pases con su padre, o eso que Galaga le aconsejó. Saltar al vacío sin miedo a lo hay abajo.

Ahora se encontraba perdida en alguna parte de esa jaula que era su cuerpo. Cada tanto podía ver qué ocurría, y se encontraba con su misma figura.

—He de admitir que eres muy linda brujita.— hablo Caeli.—Viendo en tus memorias me preguntó porque no lo aprovechaste.

—No me importa lo que puedo lograr con mí aspecto.— dio un gruñido leve.

—Es una lástima, hubieses ganado mucho.— insistió.

Al notar que abandono el espejo, una duda le surgió. Le gustaba mucho su cuerpo. Olivia esperaba que aquello le sirviera de algo.

—¿Moriré?— preguntó.—Solo quiero saber eso ¿Sobreviviré cuando me dejes?

Caeli freno, y se puso a pensar en silencio. Para Olivia, que la diosa estuviera callada era la peor de sensaciones. Pues parecía estar aún más sola. Y lo desconocido más amplio y vacío.

—No lo se, aún vives, no eres tan frágil como creer.— respondió.

E hizo una pausa, tan larga que llegó a ser agoniza.

—Pero ...

—Por favor no.— rogó, e interrumpió.

—Pero si es frágil para lo que realmente quiero hacer.— continuó.—Lo siento dulzura, no viviste tan bien como querías.

—Pensé que me dejarías vivir.— exclamó.—Que era diferente, que era buena.

Pronto Olivia vio todo oscuro. El silencio se hizo pesado, y le costaba respirar. Una bruma espesa se hizo presente, y de esta surgió una mujer de larga cabellera turquesa. Su pálido rostro estaba tatuado con las raíces de las tierras, y su cuerpo cubierto de adornos de oro.

Era hermosa, y daba miedo. No sonreía, y emanaba ninguna otra expresión. Su energía era pesada como los grandes grilletes que adornaban sus muñecas.

—Hola, Olivia Julia.— saludo.—¿Sabes quien soy?

La más joven asintió. A duras penas se puso de pie. Solo tenía energía para mantenerse despierta, y hacía tiempo que se encontraba atada al suelo.

Caeli se acercó a ella, y la tomo con delicadeza de su delgado rostro. Se perdió en su opaca mirada gris. Creyó hallarse en ella, pero cualquier gentileza se desvaneció.

—Eres diferente, tan buena y pura. Hermosa e inteligente. Una flor en un asqueroso pantano.— dijo dando una sonrisa.—Me has ayudado mucho, sin embargo.

—Por favor detente.— le suplicó.—No me hagas más daño.

—Ahí está el problema, no dejas de ser frágil, al igual que tú magia.— dijo.—Ni siquiera puedes controlar tus visiones, o verlas con claridad. No tienes voz, nadie te escucha. Ni te ven aunque brilles, florecilla.

Olivia negó contadas veces, mientras las lágrimas bañaban su rostro. Se soltó del agarré de Caeli y cayó al suelo. No podía dejar de llorar, sentía que en cualquier momento se apagaria sino lograba regular su respiración.

La diosa la vio con algo de pena, y se hincó frente a ella. Tomo una de sus manos, y rezo un hechizo antiguo. Pronto la bruja se calmó, y la paz otra vez la hábito.

—Lo siento pequeña, pero te hago un favor al dejar tu cuerpo.— dijo.—De todas formas morirás, junto con el resto y no de manera dolorosa tratando de romper mí corazón.

—¿Podré ver al resto?— pregunto con cierta ilusión.

Caeli alzó ambas cejas, y entrecerró sus ojos.

—Es una manera de decir.— murmuró.

Se puso de pie, y comenzó a caminar en dirección a la bruma pero algo la detuvo.

—Pensé que te encerraron injustamente.— dijo Olivia.—Pero si eres cruel.

—Lo se brujita.— dijo la diosa.

Veían la exclusiva discoteca Destinados desde la esquina de la calle del frente. A esa distancia se sentía la magia que aquel edificio emanaba, y la gente allí no disimulaba demasiado su estatus.

Se percibía magia de brujas hasta de hechiceros, así también como cambiantes y hadas. De todos los tipos y colores. Las luces de colores bailando al ritmo de la música que se oía distante, y no faltaba el brillo de ningún tipo. En la ropa, las pieles, los cabellos, hasta en diferentes joyerías.

Esa pequeña zona era un mundo aparte, donde el humano corriente no podía poner un pie.

—No se como haremos para entrar.— insistió Galaga.

—Concuerdo, algo nos falta.— dijo Hisirdoux.

Arabella los vio, y negó varias veces con la cabeza.

—Con esa actitud claro que no van a entrar.— sonrió.

Tomo sus manos, y los obligó a caminar. A medida que se acercaban al lugar, los hechiceros pudiera sentir un leve cosquilleo en las palmas. Bajaron la miradas, de manera sincronizada, y notaron como una leve luz rosa los cubría.

No lo habían notado, pero ya estaban en la entrada, frente al gran guardia de seguridad.

—Hola dulzura.— saludo Arabella, y sus ojos dieron un leve brillo rosa.

En los ojos del mismo guardia se vio reflejada la magia de Arabella. Este agitó la cabeza un tanto confundido, y se hizo a un lado.

—Gracias bonito.— sonrió, y le dio una leve palmada en el pecho.

Sin soltarse de la bruja, y sorprendidos por lo fácil que se les hizo, entraron al club nocturno.

Así confirmaron que ese sitio era un mundo aparte. La música sonaba impidiendo cualquier conversación, y las luces bajas no te dejaban ver con facilidad quien más había. Sin embargo, entre tanta oscuridad y el neón de la iluminación, había un ser que resaltaba por encima de los demás.

A lo lejos se podían ver sus ojos verdes como dos esmeraldas, vigilando todo a su alrededor. Cómo si fuera la reina del sitio, y el mundo.

Los tres se acercaron a la barra, sin quitar sus ojos de la rubia. El vestido rojo brillante, y el trono en el que estaba ubicada, llamaba demasiado su atención.

—Bien, es un hada con complejo de diosa.— murmuró Galaga.—Y le queda tan bien.

Hisirdoux negó, sin embargo le dio la razón. Aún a lo lejos era imposible ignorar la extraña belleza de la esa mujer.

—¿Cómo nos acercaremos? Esta rodeada de guardias.— pregunto el pelinegro.—Sera una diosa, o una simple hada, pero no deja de ser la reina de los bosques.

—Por robarle el trono a alguien más.— murmuró Galaga.—¿Quién dijo eso?— exclamó entre risa.

Al notar la poca gracias que hizo en sus amigos volvió la vista a la barra.

Arabella mordió su labio tratando de ingeniar alguna idea, pero nada se le ocurría. Giro y llamo a la bartender.

—Hola.— saludo dándole una sonrisa coqueta.

—Hola hadita.— saludo con las misma intensidad que la bruja.—¿Qué van a tomar?

Arabella rio, y cubrió su boca para luego guiarle un ojo.

—¿Qué invita la casa?— pregunto apoyándose en la barra.

Lo que desees reina.— respondió.

Sorpréndeme.— respondió.

Mientras la pelirroja preparaba una tanda de tequila, Arabella no le quitaba los ojos a Sigrid. Esta en ningún momento noto su presencia, lo que se le hacía difícil pensar en como acercarse a ella.

—Ya veo lo que buscas.— dijo la mujer.—Te meterás en problemas.

—¿Qué tal si quiero?— sonrió.—¿Cómo hago para acercarme sin que me saquen de acá?

La mujer vio en dirección a la reina, y luego volvió al trío.

—Debes brillar.— se limitó a sonreír.

Con la cabeza señaló una pequeña tarima, y les acercó los pequeños vasos de shots.

—Esto les va ayudar.— añadió, y sirvo los chupitos.—Pero hoy en día prefiere más a las de tu tipo.

Tras eso último se fue a atender a alguien más. Cada uno tomó uno de los caballitos, antes pusieron sal en sus manos, y tomaron la rodaja de limón que la bartender les dejo.

—Bien, hasta el fondo.— exclamó Galaga.

En sincronía, tomaron aquella bebida como solían hacer. Así, al mismo tiempo, dieron un grito, y pusieron sus manos al centro.

—Bien, es hora de la acción.— dijo Arabella.

Ella se alejó, y los magos la vieron subir a la pequeña tarima, y tomar el micrófono que allí había.

—¿Qué va hacer?— pregunto Galaga.

—Por todos los brujos.— murmuró Hisirdoux.—Ella va a cantar.

Ambos tomaron uno shots más de tequila, sin hacer todo el ritual anterior.

Estamos jodidos.— dijo Galaga.

La música se apago, y Arabella aclaro su garganta. Una luz rosa la enfocó, haciendo que alzara la mirada al frente.

—Birds flying high, you know how I feel; Sun in the sky, you know how I feel; Breeze driftin' on by, you know how I feel.— dijo y dio una sonrisa.—It's a new dawn; It's a new day; It's a new life for me, ooh.

Aún con el micrófono en mano, bajo del escenario, y camino en silencio, con la música baja por detrás. Se detuvo hasta quedar frente a la reina. Esta se irguió y enfocó la vista en la peli rosa

—And I'm feeling good.— exclamó, y la luz rosa brillo en sus manos, como si fuera un estallido de purpurina.—Ooh, I'm feeling good.

Pronto, como si de una orquesta se tratara, la música la envolvió y continuó cantado aquella canción. Su letra siempre resonaba en su cabeza al menos desde el momento en que la escucho por primera vez de la boca de la antigua artista.

Tras el estribillo, le sonrió a la reina de los bosques y le dio la espalda, sin dejar de cantar. Ahora no solo tenía la atención de los magos, que la oían asombrados, sino de un gran público y de aquella hada que imponía miedo y poder.

Subió al escenario, y apoyo el micrófono en el pie nuevamente. Cerró los ojos, y continuó con la melodía.

Stars when you shine;

You know how I feel.

Scent of the pine;

You know how I feel.

Oh, freedom is mine.— cantó como si la letra tratara sobre ella.—And I know how I feel.

Sus ojos se tiñeron de rosa, y su visión se puso borrosa por las amenazantes lágrimas. Con aquel sentimiento a flor de piel, el rubí comenzó a brillar, llamando aún más la atención de Sigrid. Su luz roja se confundía con la rosa y resaltaba en la oscuridad del antro.

It's a new dawn;

It's a new day;

It's a new life for me.

Hizo una pausa al notar que las lágrimas escurrían libre por su rostro. Vio a su amigos, y luego a Sigrid. El público la veía expectante por ver como acaba la canción.

Y como si de una diva se tratara, otra vez tomo el micrófono, y lo acerco a su boca.

—I'm feeling good.— susurró pese al volumen.

Lanzó el micrófono al suelo, y los presentes estallaron en aplausos, al verla bajar del escenario.

Lo había logrado. Otra vez llamó la atención, y sobre todo de la persona más importante del lugar. Vio por encima de su hombro y Sigrid tenía sus ojos verdes clavados en su espalda. Brillaban y Arabella no sabía de qué manera lo hacían ¿Encantada o enojada?

Lo importante, es que otra vez tenía su atención.

—Si, me siento bien.— sonrió, y continuó caminando.

✨✨✨

Hola ¿Cómo les va mis hadas preciosas?

Espero que bien. Dios, amo este capítulo y espero que se note lo fan que soy de los paralelismos.

Por un lado Olivia a punto de perderse, y por el otro Arabella brillando más que nunca, y recordando porque está en este mundo ... Para ser su centro 😎

Ah, cada vez más cerca del caótico final... Qué aún no escribí. Mierda. Ahhhhh

En fin no hay más que decir que ✨ besitos besitos, chau chau✨

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