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Capítulo 31: Karasuno

Estamos en la recta final, sólo faltan unos cuantos capítulos para que la historia termine.

Capítulo dedicado a: Akane_Akiko16, LupinBlack- y HanieTez, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Después de la plática, entre el cansancio y la burla, el bullicio molesto, los reclamos de Daichi y toda la seguridad limitada, el Karasuno terminó por llegar a sus dormitorios asignados. Realmente no era algo costoso o fuera de lo común, las tres escuelas invitadas pasaban las noches en un hotel que se encontraba en la misma calle que la preparatoria Nekoma, y todo era cubierto por el gobierno. El Inarizaki, Nohebi y el Karasuno compartían hotel, pero rara vez se veían por habitar en pisos diferentes y sus horarios de baño y comida eran separados por media hora. Tampoco era como si los profesores los dejaran andar por sus anchas, tenían una enorme habitación para todo el grupo deportivo, otra más para las dos mánager femeninas y una más para el entrenador y el profesor encargado del club. Tres habitaciones en total.

—¡Vamos a jugar! —gritó Noya al entrar corriendo a la habitación que compartían todos los chicos del club, con una toalla enredada sobre sus cabellos húmedos. Detrás de él, un sonriente y apacible Asahi portaba en sus manos lo que parecía ser un extenso juego de mesa (cortesía del hotel) de figura rectangular.

—¿Qué ha traído esta vez, Nishinoya-san? —Kageyama fue el primero en preguntar, apartando su mirada del partido grabado que estaba viendo sobre su futón, tratando de calmar la ansiedad en su cuerpo, ya que esa noche tendría que hablar con Hinata.

Muy a lo esperado, Nishinoya se colocó en medio del cuarto, colocándose arriba de la orilla del futón de Suga. Todos guardaron absoluto silencio, mientras Asahi se quedaba de pie en la puerta y Tanaka caminaba hasta él para ver el contenido. Ese momento fue clave para que Noya se cruzara de brazos y se mostrara orgulloso y satisfecho de su trabajo.

—Verán, justo ahora, estamos en una noche de chicos que dura semanas, pero lo único que hacemos cuando llegamos de entrenar es dormir o cada quien se va por su lado, ¡eso no está bien! —declaró, completamente dolido, y colocando una de sus manos en su pecho, como si fingiera lastimarse. Luego, miró sin nada de tacto a su pareja y terminó por sonreír con felicidad antes de alzar su pulgar al aire en modo de apoyo—. ¡Asahi y yo planeamos que sería divertido jugar un juego antes de dormir! ¡Tenemos dos horas antes de que se apaguen las luces y hay que aprovecharlo!

—Bien, pero, ¿qué jugaremos? —Tadashi se atrevió a preguntar, quien se encontraba sentado a un lado de Tsukishima, con una almohada abrazada contra su pecho. Yuu sonrió al haber captado la atención de al menos una persona y miró a otro lado, tratando de dar la impresión de ser alguien absolutamente misterioso.

—Al principio pensé en jugar algo normal como «Verdad o Reto», pero, luego concordé con Asahi que era demasiado cliché, ¡y ya muy usado! —gritó, ahora siendo él quien señalaba con su mano al completamente quieto Asahi del cual se recargaba Tanaka. Asahi tenía un pequeño rubor en su cara, avergonzado por ser el centro de atención—. ¡Así que les presento el juego-...!

—El juego de la vida —leyó Tanaka, sin apartar la vista del juego. Noya soltó un pequeño grito frustrado porque su gran momento de fama lo interrumpió su antigua pareja seleccionada.

—Sí, prácticamente es ése —soltó Asahi de improviso, dando una sonrisa amable, tratando de animar al más bajo de todos.

—¡Ahhhh, yo quiero jugar! —gritó Hinata, quien estaba leyendo una edición de la Shonen Jump, sentado a un lado de Tsukishima y Kageyama por la posición de los futones. Tobio rápidamente observó al chico que se mostraba emocionado por la actividad, viendo como sus pupilas brillaban del entusiasmo y él no pudo hacer más que apartar la mirada, observar a Noya, luego a Asahi y después a Tanaka.

—Creo que no habrá problema con que juguemos un poco... —asimiló Daichi, viendo que Hinata fue el primero en enseñar su entusiasmo, pero Suga y Ennoshita fueron los siguientes en mostrar interés.

—¿Qué es eso del «Juego de la vida»? —El azabache de primer año preguntó, quitándose los audífonos de sus oídos y completamente perdido ante lo que hablaban y él no entendía nada. Hinata lo observó de reojo, al verlo ser honesto y generando un silencio absoluto que terminó siendo tirado por Tanaka.

—¿Cómo? Kageyama, ¿no lo conoces? —cuestionó Tanaka, alejándose de Azumane para caminar hasta donde estaba el chico, perdido, y sin dar muestras de estar jugando.

—No lo conozco... —Se atrevió a decir, recordando vagamente que su abuelo nunca le había enseñado esos juegos modernos, y su hermana Miwa nunca mostró interés por ese tipo de actividades.

—¡Cómo es posible que no conozcas ese juego! —El Omega de hebras grisáceas fue quien ahora habló, señalando con su mano a Asahi para que se acercara. El mayor aceptó todo sin rechistar y Yuu lo siguió.

Una amarga sensación en el paladar golpeó a Kageyama, como si tuviera un extraño déjà vu de algo ocurrido en su infancia, apretando más su teléfono celular.

«Qué aburrido», recordó esas palabras saliendo de la boca de Mahiro.

—Tal vez lo conozcas por otro nombre o no recuerdes su nombre —contó Shoyo una posibilidad, metiéndose a la plática de golpe antes de tomar la mano de Kageyama para que regresara de dónde fuera que se perdió en su bruma mental y terminó estancado, con el juego que el chico de tercero trajo frente a él. La caja tenía letras de diversos colores, esponjosas y se notaba en la portada a unos jóvenes jugando en la parte más alejada de la caja, porque casillas de colores en primera plana, y sobre ellas fichas circulares de diferentes colores que representaban a cada jugador, eran el punto de enfoque. Tobio entró en pánico: de verdad nunca lo había visto—. Es donde cada quien elige una ficha y conforme se giren los dados, iremos avanzando por las casillas de colores. En cada casilla te conducen a tarjetas de colores que debes de tomar, dependiendo del color en el que caigas. Ahí encontrarás situaciones similares a lo que ocurre en la vida real: como una boda, ganar dinero, pagar impuestos, ir a la escuela y todo lo que harías en una vida verdadera.

—¿Te suena ahora, Rey? —preguntó Tsukishima. Kageyama se quedó en blanco, tratando de procesar la información.

¡Esperen, esperen! ¡Todo va muy rápido!

—No.

El ambiente volvió a quedarse en silencio y Kageyama temió. La inquietud duró sólo poco tiempo antes de que Noya llorara conmovido y Hinata soltara una pequeña risa.

—No hay nada qué hacer, ¡te enseñaré cómo se juega! —afirmó Hinata, dando una pequeña risa de nuevo que captó la atención de Tobio. Hinata lo volteó a mirar y le dedicó un gesto emocionado, Kageyama se quedó absolutamente mudó, perdido entra esa curva divertida del Omega.

Su contemplación fue interrumpida de golpe, al sentir unos buenos golpes en la espalda por parte de Tanaka, que lo hicieron reaccionar y de paso le sacaron el aire de sus pulmones a la fuerza. Sintió que se asfixiaba. Al poco tiempo, la mano de Tanaka revolvió sus cabellos, y él trataba de recuperar su respiración habitual.

—Pero no hagas esa cara de pánico, hombre, que no conozcas un juego no es el fin del mundo. —Rio entre sus palabras el alegre chico de segundo año en medio de esas caricias amistosas, sacando un asentimiento a la mayoría.

—Siempre hay una primera vez —relató Sugawara con facilidad, dejando que Sawamura fuera quien le quitara la tapa al juego.

Kageyama los contempló en silencio, abriendo un poco sus labios, dejando escapar de su boca un suave «sí» y captando la atención de Shoyo con facilidad, quien lo observó de reojo. Al final, Hinata no pudo evitar sacar una diminuta sonrisa de su boca, discreta y sin mucho que decir, al ver esos oceánicos ojos azules recobrar un poco del brillo que antes portaban.

—¡Shoyo se ha casado con Tsukishima! —Se carcajeó Noya cuando el menor sacó una tarjeta que indicaba una boda con la persona más cercana: la ficha de Tsukishima.

—¡Eres un empresario famoso y te has casado conmigo! —Se señaló Hinata con una sonrisa radiante, mientras presumía abiertamente haber logrado ser un prestigioso estudiante en una universidad de artes. Kei arrugó el puente de su nariz ante esa afirmación tan segura y Kageyama apretó los dados en sus manos por la impotencia de no poder hacer nada.

—Eso no puede ser —chilló Tadashi, a punto de irse al otro mundo por tremenda noticia que se llevó.

—Esto debe ser un castigo divino —confirmó Tsukishima, dando un suspiro pesado.

—Kageyama, es tu turno —contó Sugawara, al ver al chico de primero hundiéndose en molestia y regresando en sí tras eso. Luego, el famoso empresario Kageyama que ganaba millones de dólares, y seguía soltero, avanzó tres casillas, cayendo en una de color rojo.

Kageyama tomó una tarjeta roja que estaba sobre el escritorio, y se dedicó a leerla en voz alta.

—«¡Esto es malo! Te metiste en problemas y tu empresa cerró, quedaste en quiebra y ahora vives en las calles. Todo tu dinero se lo lleva la persona más cercana a ti». — Al mismo tiempo que leía esa ficha demasiado específica y su voz se iba cortando por la terrible noticia, Sugawara sonreía malicioso ante el golpe de suerte.

Daichi miró a su Omega, quieto y sin atreverse a decir nada, dejando que Tobio mirara por su cuenta la ficha gris que iba una casilla en frente, y luego, cuando miró a su superior, Koushi ya tenía las manos listas para recibir el dinero y una sonrisa más aterradora que las forzadas de Kageyama se mostraba en su atractivo rostro que normalmente era apacible, ¡el dinero cambiaba a las personas!

El perdedor no pudo hacer más que entregar todo su dinero al jugador Sugawara, quien ahora llevaba la cabeza en el juego de la vida.

—Ahora Kageyama vivirá en la calle. —Lloró Ryuunosuke, logrando que Yuu lo acompañara y Asahi terminara por unirse más tarde. Kageyama se sintió devastado, sólo regresando en sí cuando sintió que Hinata le tocaba el hombro. Al voltear, pudo ver a Shoyo con los ojos llorosos, a punto de entregarle la mitad de su dinero que compartía con Tsukki.

—Puedes tomarlo, Kageyama —aseguró, con un pequeño rubor en sus cachetes y extendiendo más el fajo de billetes falsos. Kageyama se ruborizó y observó conmovido al Omega que olía a naranjas.

—Hinata... —susurró.

—A este paso nos vamos a quedar en la calle —protestó el rubio con lentes sin intervenir de más, sabiendo que su matrimonio daba indicios de una infidelidad. La gata rompehogares era Kageyama Tobio.

—También eso es trampa —dijo Daichi, logrando que Hinata se paralizara y bajara la vista al suelo.

—Es turno de Asahi —llamó Yamaguchi, el cual recibió los dados de Tobio, listo para mover su ficha café. Al moverlos y avanzar cinco espacios, el soltero Asahi, un cocinero profesional, terminó cayendo en la cárcel por tratar de envenenar a uno de sus clientes-...

¿¡Qué clase de juego era ése!?

—De verdad nunca creí hacerlo —lamentó Daichi, un humilde policía, al tomar la ficha café y arrastrarla hasta la cárcel, donde tendría que quedarse cuatro turnos.

—¡Sólo hazlo rápido! —Se quejó Asahi, cubriendo con sus dos manos su cara, a punto de llorar. No podía ser, ¿qué diría su madre cuando supiera lo que hizo?

El juego continuó, con Tanaka, un pandillero redimido que se volvió cura y a Noya, un joven estudiante de universidad en el área científica que descubre la cura de una enfermedad que hasta el momento era incurable, hasta llegar a Yamaguchi, el joven chico soltero que viaja por todo el mundo como turista.

Tsukki volvió a tirar, cayendo en una ficha verde y al leer la tarjeta, éste quedó absolutamente soltero: «divorcio». Kageyama y Yamaguchi no pudieron evitar suspirar de alivio casi al mismo tiempo, y Tobio fue el único en hacer un movimiento nada disimulado con su puño cerrado. Hinata fingió llorar por su desamor. Kei se quedó quieto, pensando que todos se tomaban muy en serio el juego.

Hinata y Tsukishima separaron sus billetes, y ante una torcida sonrisa que buscaba asomarse de la boca de Kageyama, Hinata tiró los dados, volvió a avanzar, y quedó en otra casilla de matrimonio...

El más cercano era Noya.

—¿Otra vez? —reveló su enojo Kageyama, llamando la atención de todos. Al darse cuenta de su error, su cara se pintó de un color rojo y Tanaka le dio palmadas en la espalda, de esas que no te llevaban a mejor vida como las anteriores, en señal de consuelo.

—¡Shoyo, querido! —gritó el líbero al enterarse de que se casó, moviéndose entre los jugadores hasta llegar al cuerpo del mencionado, y al tenerlo cerca lo abrazó, restregando su mejilla con la del chico de cabellos naranjas. Shoyo se carcajeó ante el juego amistoso de Noya y en menos de unos segundos los dos ya estaban abrazados, riéndose.

Kageyama avanzó más casillas y encontró una pequeña oportunidad como cajero de un supermercado y pronto pasó a ser gerente de sección. Hinata por lo mientras, vivía felizmente casado con Noya, hasta que...

—¡«Descubres una infidelidad de parte de su pareja, la pareja secreta de tu pareja, es la ficha más cercana»! —Hinata leyó eso, consternado y un nudo en su garganta, no pudiendo hacer más que tapar con una de sus manos su boca, y contuvo las ganas de llorar. Noya se alejó de Hinata ante esa noticia, y se posó a un lado de Tsukki, quien era el infiel al ser el más cercano a Hinata después de que éste lo sobrepasó. Los dos ex-esposos de Shoyo se habían enamorado, ¿eso era posible?—. ¿Cómo pudieron, Noya-san, Tsukishima? —Lloró Shoyo, soltando de sus manos su ficha y cubriéndose con sus dos manos su cara, simulando llorar.

—Lo siento, Shoyo, pero hace mucho dejé de amarte. ¡Yo no mandó al corazón! —Trató de justificarse Yuu, abrazándose más a Tsukishima, quien ya se arrepentía de haber aceptado jugar. No volvería a jugar con ellos—. Ahora amo a Tsukishima, y tenemos cinco hijos que ocultado de ti.

—No puede ser, ¿por eso faltaba dinero en la casa? —preguntó Hinata, con los ojos llorosos y su mano cubriendo su boca. Todos vieron a Shoyo negar, no creyéndose lo que estaba oyendo.

Los ojos de color similar al amarillo de Kei ignoraron el drama, y terminaron por mirar al chico con pecas en sus mejillas, quien tenía sus ojos acuosos, a punto de llorar. Ay, no, lo que faltaba...

—Me has decepcionado, Tsukki. Nunca te creí alguien así —dramatizó Yamaguchi.

—Sólo es un juego, Yamaguchi...

Hinata, divorciado una vez más y tras ser consolado por Tanaka y Kageyama, en su siguiente turno, volvió a caer en una casilla de matrimonio.

—¡¿Otra vez me voy a casar?! —contempló sorprendido, creyendo que debía de frenarse, ¡se enamoraba demasiado rápido!

Sugawara tomó una de las tarjetas naranjas para poder leerla.

—«Te casarás con el jugador que tenga su turno después de ti» —relató en voz alta, permitiendo que Hinata dilatara sus pupilas y todos los jugadores miraran a Tobio. Fue natural que esa afirmación de un juego ficticio lograra que los ojos azules del mayor temblaran y su corazón empezara a latir de le emoción.

Pronto, los dos estaban hechos unos completos tomates y miraban hacia el suelo. Dos enamorados avergonzados.

Se casaron.

Para ser más exactos, fue en el juego, pero se casaron.

Hinata levantó la mirada un poco, con su bonito rostro inundado de color rojizo que recibió el gesto avergonzado de Kageyama. Acto seguido, una de las manos de Hinata más cercana al cuerpo del mayor, terminó llegando hasta la mano del Beta, y entrelazó débilmente sus dedos meñiques. Los dos sentían los temblores ajenos pero trataron de seguir adelante en ese juego.

—¿Te molesta, Kageyama? —preguntó Hinata, en un tono de voz baja y sólo permitiendo que en el susodicho su corazón empezará a latir como loco. Acto seguido, cuando la pena fue demasiada, Shoyo buscó apartar la mirada, completamente rojo y avergonzado.

—N-no, idiota...

En medio de la noche se escabulleron de la habitación principal donde todo el equipo dormitaba, y en el piso donde se encontraban, ambos caminaron lo más silencioso que pudieron para pasar por las habitaciones de las mánager y del entrenador y asesor sin ser vistos. Cuando bajaron al siguiente piso, ya no hubo mucho trabajo entre los pasillos iluminados y uno que otro invitado que seguía despierto, les permitió mezclarse con facilidad y salir con éxito por la puerta trasera al enorme patio del hotel que servía para actividades o comidas al aire libre en las mañanas y que colindaba al parque principal del vecindario tras atravesar un pequeño bosque artificial. En la noche estaba todo completamente oscuro, y a pesar de la ligera incomodidad que corría alrededor del ambiente y los enormes árboles asomándose en la entrada de un pequeño bosque artificial que tenía fama romántica, porque algunas parejas de jóvenes iban a darse amor en ese sitio durante una caminata nocturna, una velada cariñosa o un encuentro prohibido.

El lugar ciertamente era aterrador, Hinata lo asoció como el exterior de su casa cuando llegaba la noche.

No fue del todo extraño que el número 10 terminara por aferrarse al brazo de Kageyama, siguiéndole el paso y sus temblores bien escritos danzaban a través de su pequeño cuerpo. Su propio aroma a naranjas le generaba náuseas y más pánico por todo el miedo acumulado.

Kageyama se tensó ante el tacto al inicio y el aroma pesado, pero permitió que éste se aferrara a él todo el rato que quisiera. Entraron al bosque artificial cercano que de día era un parque donde la gente iba a correr o hacer ejercicio, según a palabras de Kuroo.

Caminaron ambos, dejándose tragar por una pequeña oscuridad antes de llegar a un pequeño sendero con faros alumbrando. Siguieron por ese camino de tierra aplanada, y cuando creyeron ya estar lo suficientemente lejos del hotel como para no ser vistos o escuchados, Kageyama detuvo sus pasos, vio por todos lados e hizo que Hinata soltara su brazo al moverlo.

Shoyo tembló al sentirse desprotegido, y sólo fue cuestión de tiempo antes de sentir como Kageyama buscaba su mano a tientas, sin voltearlo a ver, y al atraparla, se aferró a ésta, como si no quisiera soltarla. Una sensación de inquietud se revolvió en el estómago del Omega.

Tobio no dijo ni una palabra.

—¿Kageyama? —cuestionó Shoyo, ni siquiera dudando en seguirlo cuando se desviaron del camino, y ambos llegaron a un enorme árbol. Entre la brisa fresca que golpeaba esa calurosa noche, el sonido de los grillos al cantar entre la maleza, el ruido de la cuidad de Tokyo y los faros iluminándose, Kageyama por fin volteó su rostro hasta el cuerpo de Hinata.

Antes de hablar, sus labios se abrieron un poco y lo único que salió fue la nada, se acobardó por unos instantes. Shoyo dilató sus pupilas al ver a Kageyama actuar de esa forma, cuando sus manos se separaron, el rubor llegó a esa cara dolida, entorpeciendo sus acciones y los ojos azules entrecerrados a punto de llorar. Era la imagen de Kageyama Tobio rompiéndose, una expresión que Hinata nunca antes había visto.

—Creo que deberías de quedarte con Miya-san.

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