Capítulo 27: Atsumu Miya
Capítulo dedicado a: sopadepollo- y BokuAka_4_ever, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Nota: ayuda, según yo había organizado bien la trama de esta historia para no dejar cabos sueltos en la pareja principal y las secundarias (AtsuKita y AtsuHina), y me enfoqué demasiado que no me di cuenta de que metí a Atsumu en el salón de primer grado en esta historia JAJAJAJAJAJA.
Al final, queriendo arreglar este terrible error, voy a dar una explicación un tanto incoherente pero que será un recurso cómico sin mucho peso argumental. Mil disculpas por eso, espero que no vuelva a pasar.
—¿Son pareja destinada? —Muy al contrario de las habituales formas de saludo que tomaban los alumnos siempre que habían estudiantes de intercambio, mientras Tsukishima se ponía de pie y salía del salón en busca de Yamaguchi; Hinata y Atsumu fueron atrapados en sus pupitres cuando todo el rumor de que, como si se tratara de una película romántica, se encontraron por casualidad dos destinados, como todo un dramatismo. La más insistente daba la impresión de ser una chica, con el aroma casual de un Beta según a palabras de Miya, y quien más atención le prestaba al pobre Shoyo que sólo estaba temblando de pánico en su lugar—. Digan, ¿decidieron quedarse juntos?
«Ni siquiera los conozco, malditos ruidosos», aceptó Atsumu muy mentalmente, teniendo ese arranque de ganas de insultarlos a todos, pero deteniendo sus impulsos porque Kita lo regañó y le advirtió antes de bajar del autobús esa mañana que se comportara. Cuando Kita se enojaba lo trataba muy frío, y la mayoría de los enojos de Kita no eran su culpa (mentira, sí lo eran).
—Sí, somos pareja destinada —comentó Atsumu de improviso, rascando su nuca con nerviosismo y fingiendo que muy dentro de su mente no los estaba insultando y pidiendo que se metieran en sus asuntos.
También, sin contar, lo incómodo que era tener el aterrador gesto de Kageyama directamente sobre su propio cuerpo, ya que le dedicaba miradas por el rabillo del ojo y él no podía hacer nada. Literalmente nada, creía que sudaba por todos lados, ya que se imaginaba que en una pelea de puño limpio no podría ganar, iniciando con el factor de que realmente sólo se había agarrado a golpes con su hermano gemelo. Kageyama lo miraba de reojo y no decía nada, ése tal Kageyama era extraño, si algo pasaba, lo culpaba a él.
Atsumu quería ya salir de ese lugar, esperaba con ansias lograrlo, no le había salido todo de forma correcta, si podía iniciar en que había llegado a parar a un salón de primero siendo él de segundo, ¿cuál fue la excusa? No había lugares, ¿cómo que no había lugares, imbéciles? ¿Entonces para qué andan invitando gente que no pueden mantener a la perfección? Luego estaba el asunto con Shoyo y la bola de mocosos un año menores que él.
—¿Y ya decidieron ser pareja? —La pequeña fémina fue quién más se mostró interesada, ahora colocando sus manos con fuerza sobre el pupitre ajeno, provocando que Hinata diera un chillido en señal de alerta. A Hinata le abrumaba mucha atención sobre él, le gustaba ser halagado, pero no acosado. Ésa fue la razón por la que tal vez Tobio soltó un gruñido de su boca, siendo reacio y para nada amable, una advertencia solitaria que sorprendió a Hinata cuando sus cejas arqueadas hacia abajo y sus potentes ojos azules engullían a la chica para que dejara de molestarlo.
La chica no pudo evitar soltar un pequeño chillido agudo, teniendo un temblor largo que se extendió por toda su columna vertebral y sólo atinó a tomar su distancia con Hinata. Esa acción de Tobio desencadenó que otros cuantos estudiantes arremolinados alrededor de la verdadera pareja destinada tomaran distancias con el Omega de hebras naranjas.
—Bueno, tenemos tiempo para conocernos, ¿no, Shoyo-kun? —soltó de improviso Atsumu, logrando que Tobio detuviera por completo todo el enojo que profesaba una advertencia, y con eso, sus pupilas se dilataron, con sorpresa. Atsumu le dirigía por primera vez palabra a Hinata desde que se conocieron, y el pequeño chico que a duras penas procesaba todo, volvió a sentir como un escalofrío lo inundaba y el rubor poblaba sus mejillas, todo ante la vista atenta de Tobio.
—Bueno, prácticamente sí se trata de eso —respondió Hinata, dejando en una zanja vacía a Kageyama que trataba de contener el remolino de sus emociones.
Se estaban dando tiempo, para entender y saber si ambos podían congeniar, si los dos servían para pasar el resto de sus vidas juntos. Kageyama hasta se quiso reír de su propia ironía, el tiempo empleado incluso podía ser sólo una forma de ser más lentos en el resultado final. ¿Cómo dos almas gemelas no van a querer estar juntas? Mientras más intervendrían en su vida diaria, notarían lo bien que se complementan, lo bien que se llevan, lo bien que se entienden, lo mucho que estuvieron esperando por el otro; y después, como si las otras relaciones de su vida no importaran, terminarían por quebrarse.
Él no podría hacer nada, Kageyama no podría hacer nada. Las parejas destinadas... cuando la encontraras, ¿a quién no le gustaría estar con ella?
—¡Pues no deberían de dudar! ¡Ustedes tienen la suerte de haberse encontrado, son afortunados! —Las palabras claras de un chico terminaron por empezar a llenar de tierra la zanja donde cayó el Beta—. Dicen que alcanzarán una eterna felicidad si permanecen juntos.
—El complemento de la otra persona, ¡qué envidia! —Fue una chica la que afirmó, teniendo un enorme rubor en sus mejillas que trató de cubrir al colocar sus dos manos sobre su cabeza.
—No es así... —susurró Shoyo de improviso, y Atsumu muy al contrario sólo sonrió, con un gesto demasiado apacible, como si no le importara mucho el hecho. O más bien, como si no supiera qué hacer: ¿debía de estar feliz o triste?
—Felicidades, Hinata-san, Miya-san. —Una felicitación genuina que se escapaba de bocas ajenas ante lo que se calificaba como la suerte y el destino, y el hilo que sostenía a Kageyama, su última senda de escape, se rompió en mil pedazos.
No pudo evitarlo, por más que quiso mantenerse al margen de la situación, cuando menos se dio cuenta, el azabache que olía a chocolate se puso completamente de pie, generando un ruido sonoro de la silla al arrastrarse hacia atrás y el pupitre un poco hacia el frente.
Una persona terrible, era lo que era.
Toda el aula que se emocionó con algo tan ajeno a ellos, pero que sólo estaban ahí para saciar su curiosidad, notaron como el lado más egoísta de una persona terminaba por dejarse escapar, con la figura de pie de un chico que vestía el uniforme de una escuela invitada, un cuervo hambriento de cortos cabellos lacios de color negro, mirada azulada penetrante que dejó quietos a todos y logró que Hinata encontrara cierta tranquilidad cuando ese color golpeó con sus orbes cafés.
Era una horrible persona que sólo pensaba en él mismo, Tobio lo comprobó cuando sintió que su cara empezaba a ponerse roja y mordió sus labios, ante lo poco que logró aguantar. Sin decir palabra alguna más que el golpeteo de sus pasos proyectándose contra el piso hasta llegar a un lado del pupitre de Shoyo; todos fueron testigos de como Kageyama tomó del brazo a Shoyo y éste se paró por puro impulso, luego, los dos salieron del aula en esa extraña posición.
Hinata ignoró las miradas ajenas, no notando el pequeño suspiro que sacó Atsumu al volver a percatarse de las acciones de esa excéntrica pareja, y tampoco dijo nada, porque no tenía idea de lo que quería hacer: ¿quería enojarse porque su verdadera pareja destinada estaba siendo reclamada por alguien más, o sentía alivio por ese mismo factor? Él creyó que sería feliz al encontrarla, y la había esperado gran parte de su vida, no se asemejaba para nada a lo que soñó y sólo tenía cierto parecido a la sensación de conocer a una nueva persona, una persona cualquiera.
Shoyo hizo todo lo posible para seguirle los pasos a Kageyama, y éste último apuraba el paso, como si quisiera apurarse, alejarse de ahí. Para su suerte de ambos, ninguna persona trataba de ponerse en su camino, siendo la teoría más segura y viable para Hinata, que le tenían miedo al gesto de Tobio que realizaba en ese instante, la cual no podía ver, pero imaginaba que debía de ser chistosa.
Por los pasillos de la academia desconocida, la firmeza en la que sostenía el brazo del menor el mayor y no buscaba lastimarlo a pesar de eso se hacía cada vez más débil, Shoyo caminaba detrás de él a la par, sin preocuparse si después podrían terminar por perderse al no conocer la institución.
—¿Kageyama? —preguntó el chico al final de cuentas, con un gesto de duda que se convirtió en una respuesta rápida cuando parecieron llegar a un pequeño patio trasero con pocos estudiantes que tomaban su almuerzo. Apenas salieron de la institución, Kageyama detuvo sus pasos y Hinata copió su acción. El brazo del más bajo fue soltado y Shoyo estaba a punto de volver a soltar su nombre—. ¿Kage-...? —interrumpido de golpe en el instante diminuto en que el mencionado giró sobre sus talones para verlo a la cara y se acercó demasiado a él, y con sus dos brazos rodeó el pequeño cuerpo de Hinata antes de apegarlo contra su pecho.
Shoyo dilató sus pupilas, sólo alcanzando a reaccionar cuando su cara se golpeó contra el pecho ajeno, volviendo a sentir la calidez tan discreta al estar entre los brazos de Tobio, y su cuerpo reaccionó por mero impulso entre su corazón inexperto que se quería escapar de su pecho y terminó por corresponder el abrazo torpemente, empezando al subir sus brazos por la espalda ancha del número nueve, antes de aferrarse a sus prendas como si su vida dependiera de eso.
—Lo siento. —Se disculpó Kageyama una vez más, como si hubiera hecho algo malo.
Hinata creyó que él no era quien debía de disculparse.
—Hola, idiota de primer grado —saludó Osamu durante la hora de la primera práctica oficial entre las cuatro escuelas. Atsumu resopló con furia y algo de enojo ante el apodo y se sintió patético cuando Suna apoyó la idea de su pareja que terminó por reírse.
—¿Qué más podía hacer? —Se quejó el número siete, tras haber llegado un poco tarde por colocarse su playera al revés.
El Karasuno ya estaba en posición para juego, su primer oponente sería el Nekoma.
—Escuché que otro día más estarás en el salón de primero, ya pidieron un pupitre para ti —contó Miya Osamu con demasiada facilidad lo que había escuchado de unos profesores, sólo logrando que Atsumu diera un respiro entre agradecido y ansioso. Esa experiencia sin duda después sería una burla recia que Osamu le sacaría en cara siempre, y junto con su novio Rintaro, estaba mas que decidido que esa anécdota nunca podría ser olvidada.
¿Ésa era una especie de castigo porque se comió el postre favorito de Kita que estaba en el refrigerador de su casa en una de sus visitas, y cuando fue descubierto le echó la culpa a su abuelita? ¿Era por eso?
—¡Cuando regrese a segundo, Samu, juro que te daré un buen golpe! —reclamó Atsumu, sólo logrando que su hermano gemelo que usualmente siempre estaba serio lo mirara con detenimiento, como si buscara la oportunidad perfecta para seguirle el juego.
—Bien, pero por lo mientras debes de respetarme, soy un año mayor que tú, llámame Osamu-senpai —exigió respeto el chico de hebras grises, siendo directo en todo momento y lograra que Atsumu apretara sus dientes, generando un chirrido que se visualizó más claramente con su puño, preparándose para estrellarlo en su cara: se retractaba, lo golpearía ahí mismo.
Aran tragó grueso cuando Kita los observó de reojo, tras ignorar por completo una de sus peleas infantiles y Suna se lamentó por haber dejado su teléfono en los casilleros del salón del club.
—Atsumu —llamó de improviso Shinsuke, cuando el susodicho ya estaba preparando su voz para gritar como el típico protagonista de anime cuando atinaba un golpe, y se quedó a medio camino con la mano levantada y a Osamu formando un escudo con sus brazos al cruzarlas frente a su pecho.
Atsumu ni siquiera dudó para bajar su brazo, completamente paralizado y como si fuera un niño que se descubrió en medio de una travesura. También existió la posibilidad de que fuera su imaginación, pero sintió como las gotas de sudor rodaron por su cara.
—¿Vas a desperdiciar esta oportunidad dando una mala impresión a los entrenadores? —contó Shinsuke, logrando poner los pies sobre el suelo al rubio teñido, antes de que sus temblorosas pupilas cafés empezaran a notar el enorme gimnasio donde sólo había espacio para un campo de juego, había una red en medio de la disputa, y de un lado estaba el Nekoma calentando y en el otro el Karasuno, a la pared paralela donde estaba reunido todo el equipo Inarizaki y el Nohebi para el siguiente partido, se encontraban los entrenadores especializados en el deporte que buscaba talentos. Atsumu entendió que debía de comportarse, por más que creería que su hermano necesitaba un golpe que le reiniciara la vida.
Sin decir palabra alguna más que un puchero escapado por el inconformismo, terminó por recargarse contra la pared, a un lado de Kita y del serio Osamu que fingía ser alguien pulcro y tranquilo para dar una primera buena impresión. Fue en ese pequeño lapso de tiempo donde Kita se atrevió a preguntar lo que nadie quería soltar.
—¿Cómo te fue con tu verdadera pareja destinada? —Atsumu sintió como un escalofrío lo inundó, al sentir que Kita parecía preocupado por su situación sentimental y la tensión que mostraron Aran, Suna y Osamu le dejó un peso más grande sobre sus hombros.
Y Atsumu quiso mentir, presumir que todo iba perfecto y que se casarían, pero cuando una sonrisa tonta inundó sus labios y sus mejillas se pintaron de color rojizo, entendió que no podía mentirle a Shinsuke.
—Honestamente desde que nos conocimos no hemos podido mantener una conversación, así que tampoco creo que pueda decir algo con certeza —relató lo que había pasado ese tiempo, mientras su mirada seria era atrapada por la pequeña figura esbelta de Hinata, brincando con fuerza y golpeando el balón que levantó a la perfección Kageyama. Era satisfactorio verlo, sentía una calidez en su pecho, algo como un instinto primitivo de que le gustaría estar con esa persona, pero...—. Y, pensé que me sentiría más emocionado, más... ¿enamorado? Pero me pregunto si será normal que no sienta algo relativamente especial. —Pasó de repente a expulsar sus verdaderos sentimientos, logrando que los cuatro chicos que lo estaban oyendo, mostraran una discreta euforia ante tan repentina confesión.
—Hinata-kun recibirá el saque de
Haiba-kun... —declaró el árbitro antes de que el juego iniciara, cuando se daban indicios de que antes del partido, se realizaría una extraña combinación de saques y recibimientos entre los dos equipos, se notaba que los organizadores de ese campamento sí iban en serio en cuanto a casar talentos.
Rápidamente el entusiasmo del chico mencionado logró captar la atención de Atsumu, alguien que era una de las personas más altas que nunca antes vio en su vida, de lacios cabellos grisáceos y potentes ojos verdes portaba con orgullo el uniforme rojo del Nekoma, iniciando por lanzar el balón al aire, y entre la dificultad de acostumbrarse al voleibol al ser un novato, logró sacar por pura suerte un saque que se sacudió en el aire y terminó sin ir completamente recto. Shoyo, siendo que ésa no era una de sus fortalezas, naturalmente lo único que logró fue que el balón se estrellara con fuerza contra su cara, al calcular mal la distancia, y ante el grito de todo el Karasuno y la boca abierta de Kageyama, el balón salió disparado en un ángulo recto en dirección al equipo Inarizaki mientras Shoyo caía de golpe contra el suelo. El balón de voleibol apuntó sin querer el lugar exacto donde se encontraba Kita, mirando a Atsumu mientras continuaba con sus palabras y al mismo tiempo trataba de prestar atención a lo que ocurría en la cancha.
Aran gritó en medio de su advertencia y cuando Kita por fin miró al frente, no se mostró cohibido aunque la pelota siguiera su curso en dirección a su rostro, al ser detenida abruptamente por el brazo del Miya rubio que chocó contra la palma de su mano antes de dirigirse en picada al suelo. Kita dio un respiro discreto ante la salvación de Atsumu, y muy al contrario, el rubio teñido sólo pudo dar un resoplido de enojo.
—¡Ten más cuidado, Shoyo-kun! —exclamó el mayor al chico de primero que se estaba poniendo de pie con ayuda de Sugawara y Yamaguchi, y Kageyama con desespero le ofrecía a Hinata papel que Kiyoko le pasó porque su nariz estaba sangrando—. ¡Casi golpeas a Kita-san!
Atsumu en definitiva era muy peculiar.
El naranja es creado en base al amarillo...
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