Capítulo 26: Alma Gemela, Pareja Destinada
Capítulo dedicado a: Nyanchang y r1nkzzz, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
En un mundo donde todo se basaba en el destino y las posibilidades científicas de que dos personas fueran compatibles, no fue de extrañarse que los directivos del Nekoma tuvieran que tomar precauciones, se les informó a los padres de ambos y cuando menos se dieron cuenta, en lugar de que ellos tomaran sus clases como los invitados que eran, estaban en el despacho del director, con sus padres a su lado y teniendo que estar sentados uno al lado del otro. Los funcionarios del gobierno también fueron veloces, y ahora se erguían imponentes dos Alfas encargados de esos casos especiales, de pie, esperando poder actuar. El medidor esa vez era el director, que se removía en su escritorio con una seriedad innecesaria que sólo lograba poner los pelos de punta a Hinata.
Lo habían separado de Kageyama, y a éste lo mandaron a tomar sus clases en su salón respectivo, como si nada hubiera pasado. Ahora, tenía que estar sentado al lado de un desconocido que era su pareja destinada, sólo provocando que el aroma a mandarina que la persona con la que obtendría absoluta felicidad si lo elegía lo abrumara y lo mantuviera cautivo.
Ese mundo se regía por una pareja decidida, con la que pasarías el resto de tu vida. A simple vista y con sólo un vistazo, podría parecer todo lo digno de una sociedad avanzada, pero también existían varios rumores de infidelidades o infelicidad que eran cubiertos con todo el mundo tranquilo y calmado.
—Lo mejor sería que ustedes dos estuvieran juntos. —La voz del director se quedó estancada, entre el movimiento de sus palabras. Shoyo apretó más sus manos contra las prendas de su uniforme escolar.
Ni siquiera sabía lo mejor para él. Toda la vida le mostraron que las verdaderas almas gemelas estaban ahí como el amor absoluto, una vida perfecta de felicidad que sólo unos pocos podían obtener, porque sus cuerpos encajaban a la perfección, sus personalidades son mitades complementarias, y su instinto primitivo los lograba de poner ansiosos uno al lado del otro, justo como ahora, donde pequeños escalofríos le entorpecían el pensar con objetividad y terminaba todo cayendo porque Atsumu lo ponía inquieto. Hinata estaba ante la puerta de la felicidad en lo que respectaba el aspecto amoroso, si lo aceptaba, sería emparejado con Atsumu, pero... ¿dónde entraría Kageyama?
No había lugar para él.
La madre de Shoyo, tuvo la impresión de notar el extraño comportamiento de su hijo, con sus labios temblando y sus ojos directos hacia abajo, sin atreverse a dirigirle la palabra a alguno de ellos. Ella lo entendió todo rápidamente, por lo que sus instintos de madre protectora que apoyaría en lo que fuera a su hijo, la llevaron a levantar su mano al aire, pidiendo la palabra.
—Puede hablar, señora Hinata... —aseguró el hombre con un tono simple, y los dos funcionarios del gobierno dieron un asentimiento casi a la par. Shoyo dilató un poco sus pupilas al oír el permiso otorgado, y levantó su rostro, observando a su madre, con sus cejas arqueadas hacia abajo y sin ningún tambaleo en sus acciones.
—Disculpe que interrumpa, pero no creo que sea correcto que les pidan una respuesta inmediata sobre el cambio de pareja, pueden ser verdaderos destinados, pero no se conocen... —afirmó la mujer Omega, logrando que el director alzara una de sus cejas, un poco interesado en sus palabras. El joven Miya tuvo la extraña sensación de querer aprovechar esa apertura tras la afirmación de la fémina, que terminó por levantar su mano, como un impulso destructor de algo que había deseado por mucho tiempo: encontrar a su alma gemela.
No se sentía para nada como lo había imaginado, su pecho se revolvía en algo invisible y algo se estrujó en su interior. Cuando le dieron permiso de hablar, y la mirada desorbitada de su pareja destinada se posó sobre él, otro molesto escalofrío lo inundó.
—Me gustaría pedir tiempo para pensar en eso, quiero conocer mejor a Shoyo-kun... —declaró de improviso, sólo logrando que algo dentro de la columna vertebral de Hinata se resistiera entre un frío intenso que se convirtió en un escalofrío, porque su verdadero Alfa lo había llamado por su nombre.
Era extraño, Atsumu sabía que se estaba contradiciendo él solo a sus propias creencias. Kita tal vez ni siquiera estaría preocupado por esa decisión que debía de tomar a la brevedad posible, pero se estaba preocupando por esa pequeña posibilidad. Tan idiota, tan estúpido, y ahora su mano alzada estaba débil, su cuerpo lo recorría un cosquilleo y empezaba a realmente cuestionarse si quería dejar ir a Kita por su verdadera alma gemela.
Otra vez la sala quedó en silencio, y el único movimiento fue entre los dos Alfas funcionarios que se acercaron entre ellos y empezaron a susurrar, quizás con respecto a la petición.
Hinata Shoyo no podía dejar ir esa oportunidad, así que, con el desespero en la punta de la lengua y el corazón en la manga, levantó su mano al aire.
Si aceptaba a Atsumu, significaría que sería feliz en el ámbito amoroso. Pero eso significaba que tendría que alejarse de Tobio, eso significaba que ya no podrían abrazarse al dormir o que nunca podría volver a besarlo. Seguirían juntos como compañeros de equipo, y alguien más terminaría llegando para ser la nueva pareja de Kageyama, podría ser una chica Beta u Omega, o tal vez otro chico Omega.
Alguien más al lado de Kageyama, alguien que no fuera él...
—Adelante, joven Hinata.
—¡Quiero saber la forma de rechazar a mi verdadera pareja destinada! —Se le escapó el grito, entre sus pensamientos ahogados al odiar las posibilidades que se le entregaban si decidía dejarse llevar por el verdadero destino. Toda la sala se quedó muda, y Atsumu no pudo evitar dar un sobresalto, sintiéndose vagamente ofendido, fue muy doloroso el rápido rechazo—. Si puedo decidir si me quiero quedar con mi pareja actual o quedarme con mi verdadero destinado, es porque hay una forma de rechazarla, ¿no?
—Así es —aludió el director, dando un pequeño respiro pesado antes de inclinarse hacia atrás en el respaldo de su silla—. La vacuna que nos colocan al descubrir nuestro segundo género a los Alfas y Betas es para romper casi por completo la unión de dos personas destinadas para que el proyecto siga equilibrado, por lo que ese lazo que los mantiene ya está algo quebrado desde que su pareja asignada fue marcada, o ustedes fueron los marcados. —Primero señaló a Atsumu al hablar por su posición de Alfa, después siguió con su dedo a Shoyo al ser un Omega—. Sin embargo, el destino es muy poderoso, y todos los efectos de esa vacuna y su unión con otras personas, puede ser quebrantada con facilidad, si el verdadero Alfa destinado, marca a su verdadero Omega destinado.
—¿Y si quieren rechazarlo? —Hinata insistió, y Miya tuvo un pequeño temblor en su ceja izquierda al volver a sentirse pequeño ante la pareja desconocida de su pareja destinada: ¿era mejor que él como para que ni siquiera se considerara una opción el abandonarlo?
—El Alfa deberá morder de nuevo a su pareja dada por el gobierno, y el Omega deberá dejarse morder por la persona que se le asignó en primer instancia una vez más —contestó, dando un pequeño respiro de su boca porque no era la primera vez que eso pasaba en el tiempo que llevaba trabajando como director en el Nekoma y todas las clases de orientación donde deberían de saber que hacer en casos como ésos, le estaban dando los frutos de su desempeño actual.
Pronto los funcionarios se separaron de su plática discreta, tras haber llegado a una construcción del permiso. Uno de ellos, el hombre que era mucho más alto y vestía de un elegante traje, se animó a hablar.
—Como éste es un tema sumamente delicado, se les dará una semana para que piensen bien las cosas. En ese lapso de tiempo, traten de conocerse —consolidó el fin del caso, y antes de proseguir, dio un carraspeo—. Pueden dar su respuesta anticipada incluso unos días antes, pero traten de pasar tiempo juntos, ver si realmente les gustarías pasar el resto de sus vidas juntos, o muy al contrario, les gustaría rechazarse.
Kageyama al llegar a su salón asignado, y tener que aguantar la presentación bochornosa de él frente a la clase, a un lado de Tsukishima, mientras Hinata estaba en la oficina del director y Yamaguchi llegó a parar a otra aula, el extraño ardor en su pecho se iba haciendo cada vez más grande. Le daba la sensación de que estaba siendo absorbido por algo grande y no pudo obtener la paz hasta que el profesor encargado les pidió sus nombres, y mostrar una breve presentación, su molestia repentina que no entendía sus sentimientos, si Shoyo decidía quedarse con alguien más, él no podría hacer más que aceptar. Esos pensamientos lo proyectaron sus facciones al exterior: con sus cejas arqueadas hacia abajo y un puchero en sus labios. Kei no pudo hacer más que burlarse de él con discreción, y también de los alumnos de esa enorme escuela de Tokyo donde la misma formula que llevaba en Karasuno se replicaba.
Al tomar asiento, creyó que podría relajarse un poco, pero todo el pánico infundado golpeó con fuerza su pecho y se materializó al ver en el umbral de la puerta a Shoyo, con su verdadera pareja destinada. Su boca se le secó, y sintió un tirón en su pecho, al instante en que su mirada se acopló con el color café de ese chico desconocido que llegó sin previo aviso, reclamando una unión en la que claramente, él tenía todas las posibilidades de perder.
Hacía poco fue catalogado por Shoyo como una persona amable, pero su pasado de ser un Rey controlador justamente lo perseguía en esos instantes porque algo le decía que no debía de ceder a Hinata, había encontrado a su propio Sol y su peor error sería dejarlo ir. Aunque nada podía afirmar que realmente su verdadero error sería no dejarlo ir con esa persona.
No se veía como una mala persona, incluso era otro ser brillante que equiparaba el brillo de Hinata que en ese instante se mostraba algo inquieto. Cabellos rubios que era obvio eran teñidos, estatura alta, ojos caídos de un poderoso color café, seguridad en su postura y... ese joven era un verdadero Alfa.
Durante toda su vida, les habían enseñado el privilegio que tenían los Alfas y Omegas por tener un verdadero destinado, alguien con el que pasaran el resto de su vida con felicidades, y sin importar el problema o las adversidades, estarían juntos por siempre.
Las almas gemelas no podían ser atrapadas por un Beta, y ahora sólo podía limitarse a colocar sus dos manos contra el pupitre, formando puños con éstas y apretando los impulsos de ponerse de pie en ese instante, y reclamar a ese Omega con su diminuto aroma. De verdad era una persona mala.
—Entonces, ¿podemos pasar? —cuestionó Atsumu, fingiendo absoluta amabilidad ante la plática del maestro que sólo le hacía perder el tiempo al estar de pie. Hinata, muy a su sorpresa, no había dicho nada, y eso que era el más ruidoso de primer año.
—¿Eh? Sí, adelante, pueden sentarse en los dos lugares vacíos en que están al fondo —advirtió el mayor, señalando con sus manos los dos lugares que estaban vacíos en la última hilera, al lado de Kageyama.
Tsukishima examinó la situación con completo silencio, primero dando un breve vistazo a la verdadera pareja destinada donde Shoyo fue tomado desprevenido por Atsumu, cuando el mayor le dio unas cuantas palmadas en la espalda para que él fuera el primero en avanzar. Acto seguido, sus pupilas atrapadas entre el lente de sus gafas, terminaron por caer sobre el chico que estaba a su lado, que dejó escapar de su boca un leve gruñido porque el cuerpo de Shoyo era sensible ante el tacto de su verdadera pareja destinada, que terminó por ruborizarse. Kei no dijo nada por esos instantes, ya que lo vio contener todos sus impulsos y actuar como un desalmado.
Así que esa «mala persona», el Rey de su aula, como Tsukishima había oído de Kageyama por pláticas indiscretas de alumnos en los pasillos del Karasuno, se frenaba para no perjudicar a Hinata.
—Se avecina todo un drama digno de un Rey —acuñó su propia definición el joven rubio, dando una sonrisa socarrona que logró que Tobio se congelara y se quedara estático al sentirse descubierto en su remolino de emociones para nada discretas.
Tsukishima tenía razón, quería ser egoísta y quedarse con Hinata. Era una terrible persona.
Pero todo cayó por la borda cuando Hinata lo notó, una sonrisa se dibujó en su rostro y le importó poco llamar la atención de todo el aula al apurar el paso hasta él, para poder sentarse a su lado. Pero antes de tomar asiento, el chico Sol terminó por llegar hasta su pupitre, con esa sonrisa característica en sus labios, que Tobio no supo adónde apuntaba esa mueca que revelaba su comportamiento.
Tal vez Kageyama se imaginaba algo similar a que se le diera una respuesta publica, después de que los padres de los dos implicados fueran llamados a Tokyo y tuvieran una charla privada en el despacho del director, con palabras que Hinata pronunciaría sin duda como: «he decidido que me quedaré con mi verdadera pareja destinada, Kageyama. Así que no podré ser tu esposo, pero, no te molesta, ¿o sí? Me habías dicho que si la conocía, me entregarías a ella sin dudarlo». El simple pensamiento de que esa idea se volviera una realidad, lo mató por dentro, sintiendo una daga golpeando su pecho, como si estuviera a punto de morir.
Suerte que no ocurrió nada de eso (por el momento), en su lugar, otra vez, como antes de que su pareja destinada de Hinata se presentara, como un encuentro casual y que realmente no cambió para nada la situación, pudo sentir la calidez de la mano de Shoyo al dedicarle una caricia, donde su mirada perdida y confundida se topaba con el radiante rostro amable de Hinata que le volvía a dedicar una calma serena, sensata.
—He vuelto, Kageyama.
Nadie supo lo mucho que significó ese gesto para Tobio.
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