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Capítulo 19: Un Omega Deber Ser Mimado Durante El Celo

Capítulo dedicado a: pan_de_papaya_uwu, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

El aroma de Hinata empezando a darle vueltas en la cabeza lo terminó despertado del sueño que llegó sin querer. La luz había sido apagada por lo que tardó demasiado y más de la cuenta para poder reconocer el lugar en donde estaba. Parpadeó un par de veces, teniendo que acostumbrar sus ojos a la notable oscuridad. El peso bajado y atrapado en su abdomen también era demasiado obvio, sólo teniendo que bajar un poco para encontrarse a Shoyo dormido, abrazado a él como si su vida dependiera de eso. En parte era lógico, él era como el mecanismo que ayudaba a que no le doliera la cabeza.

Trató de restarle importancia a ese asunto no tan importante para él, distrayendo lo más que podía la habitación ajena, dando vistazos de un lado a otro en el pequeño cuarto, sólo topándose con unos cuantos pósters en las paredes de series que no conocía y los muebles de Hinata. Pero no podía concentrarse, sabiendo de sobra que sus propios instintos lo habían traicionado: había despertado hace poco abrazando al menor, y no importando que sólo lo hubiera hecho inconscientemente mientras dormía, el problema actual era que se negaba a apartar su brazo del cuerpo ajeno. El calor de Shoyo era extraña y algo aterrador, pero después de haber entendido que no quemaba y sólo dejaba una sensación cálida y reconfortante, empezó a creer que tal vez le gustaría quedarse así para siempre.

Cuando ese pensamiento cruzó por su mente, no pudo evitar sentirse frustrado y extrañado. Algo desconocido lo estaba arrastrando a jugar con lo aterrador que podía ser el mundo de sentimientos especiales hacia una persona y prácticamente lo estaba incentivando a tirarse a las llamas. Pero todo era tranquilo, porque el aroma a naranja flotando en el ambiente por el avanzado celo de su pareja sólo le daba un efecto relajante y se creía adormecido.

Shoyo lo orillaba a no temer a lo desconocido. No sabía si eso era algo bueno o malo.

Hinata no era alguien especial ni tampoco una belleza exótica. Mirándolo con detenimiento mientras dormitaba con tranquilidad, sólo podía notar lo cortas que eran sus pestañas, que su nariz era bonita, y sus labios delgados estaban húmedos por la saliva expulsada del mismo. No era algo que nunca haya visto en la vida ni tampoco era tan fascinante.

Entonces, ¿por qué su corazón empezó a latir demasiado rápido al examinarlo con lentitud? No era la persona más atractiva que vio en su vida, y su apariencia era relativamente normal, pero el simple hecho de verlo lo empezaba a marear.

Ni hablar por supuesto, cuando vio al de menor estatura dar un pequeño gruñido, arrugando el tabique de su nariz y cerrando su boca de golpe, Kageyama entró en pánico. Su cara empezó a explotar en el color rojizo, al verlo abrir uno de sus ojos, mostrando ese curioso color café que también era demasiado común entre las personas pero que lograba agitarlo.

—¡Kageyama, buenos días! —Fue lo primero que dijo Hinata, ampliando su sonrisa de golpe y alejando la mano que abrazaba a Tobio de ese lugar para poder tallar sus ojos.

El azabache frunció su ceño al verlo despierto por mero impulso, teniendo que aceptar que aunque también lo agitaba ese chico de una manera desconocida para su capacidad de entendimiento, también era cierto que lo irritaba, lo irritaba demasiado y lo ponía de mal humor sólo ver su cara.

—¿También te quedaste dormido? —cuestionó de improviso, dando una pequeña risa sincera al notar que la oscuridad era lo que reinaba en el pequeño cuarto. Kageyama apretó más sus facciones y se dedicó a afilarlas mucho más de lo que ya lo hacía, permitiéndose a lujo de detalles sólo ser él mismo, a pesar de que seguía un poco nervioso por el obvio color rojizo en su cara que tal vez Shoyo ya había notado y fingía no verlo, o era porque su suerte lo apoyó esa vez y Shoyo no tenía buena vista en la oscuridad.

—Tu aroma me arrulló... no pude evitarlo —contestó el otro, tratando de evitar la mirada que había caído en dirección a su rostro, siendo observado sin esperanza de tregua alguna por los ojos ansiosos de Shoyo.

Hinata podía considerarse alguien que en ese instante estaba viviendo algo normal con Kageyama: que tu pareja te visitara durante el celo para satisfacer tus necesidades o calmarte era algo común y en algún momento dejó de ser algo discreto y que no debería de ser hablado a la ligera. Pero se sentía feliz, como si creyera por un breve lapso de tiempo que él era una persona demasiado afortunada por no pasar al menos uno de los pocos celos que había tenido en su vida, completamente solo, encerrado en su cuarto. Por eso no pudo evitar ampliar su sonrisa y dar una pequeña carcajada, dejando que un infantil color rojizo amueblara sus inexpertas facciones que trataban de encontrarle el significado a algo que lo empezaba a inundar.

—¿Qué te pasa? —Enmarcó Tobio de improviso, agudizando un poco su vista al verlo actuar tan extraño, antes de fruncir su ceño con obviedad y tratar de encontrarle el significado a ese actuar tan extraño.

—¿Sabes?, me siento feliz de que hayas venido hoy a verme. Es la primera vez que no pasaré mi celo encerrado sólo en mi cuarto,  así que te lo agradezco —concordó con mucha seguridad, siendo un poco tímido con las últimas palabras que ofreció al ambiente tan extraño entre ambos, empezando a hundirse un poco en las cobijas que los cubrían a ambos.

—Sólo vine por un impulso. —Se excusó con rapidez el hombre mucho más alto, tratando de pasar por alto ese tipo de sentimientos. Hinata no se tomó a mal esa excusa, es más, parecía más ruborizado que antes y algo agitado. Kageyama creyó que era su imaginación que el aroma a naranjas de Shoyo se estaba volviendo cada vez más intenso.

Oh, no.

—Mi Kageyama es alguien muy amable —soltó de improviso, sin siquiera pensar en las palabras que estaba diciendo, sólo dejándose llevar por el momento, continuando con sus afirmaciones entre risas y estirando su mano hasta llegar a la altura de la cabeza de Tobio, donde le dio unas cuantas caricias en esa parte con esa calidez tan característica.

Kageyama, por supuesto, ya estaba completamente quieto y perdido, congelado y sintiendo como un temblor extraño empezaba a recorrer su cuerpo. Había dos cosas completamente extrañas en la oración sorpresa del chico al cual estaba acompañando: la primera era sin duda que lo había calificado como alguien amable, y la segunda era la clara palabra «mi» que había salido de la boca de Hinata con tanta naturalidad.

—¿Cómo me llamaste? —transmitió su duda el más alto de improviso, sólo logrando que el chico que estaba ofreciendo pequeñas caricias sobre sus cabellos, apartara su mano por unos instantes, sin mostrarse avergonzado.

—Mi Kageyama —rectificó, sin una pizca de tacto y un poco seguro de lo que hacía. Kageyama guardó absoluto silencio, sintiendo como el rubor que poco a poco había empezado a bajar, empezara a subir con mucha más fuerza que en un inicio, y se quedó mudo—. Ya que somos pareja, no creo que deba de haber un problema. Igual, tú me puedes llamar «mi Hinata» o algo así... —sostuvo sus planes sin mantenerse avergonzado, contradiciendo sus propias acciones e incluso aprovechando un poco lo alterado que estaba como para enderezar su cuerpo, dejando a un congelado Kageyama que no sabía cómo responder ante un obvio coqueteo.

—¿Q-qué estás diciendo? —El de ojos rasgados apenas y podía pronunciar palabras sin quebrarse, quedándose completamente quieto cuando Shoyo le dedicó un claro gesto de duda ante su afirmación, y, sin cohibir su forma de actuar en lo absoluto, se acercó más a él, dejándolo vulnerable por unos breves instantes al creerse hombre muerto.

Hinata Shoyo actuando como un loco dominante, con sus hormonas disparadas debido a que el efecto del medicamento que había consumido había pasado.

Se suponía que duraba 24 horas, y que el efecto acabara de pasar a esa hora era porque tal vez se había tomado su medicamento correspondiente el día anterior. Mientras Hinata se posicionaba arriba de él, Kageyama estaba perdido en su mundo, entendiendo con lentitud que realmente el celo ajeno no había empezado en el transcurso de ese día, si no más bien un día antes: ¿eso significaba que había ido a la escuela sólo para llevarle un bento durante su celo?

Para su desgracia, no pudo continuar con sus propias suposiciones, porque la caliente lengua ajena chocó sin nada de escrúpulos sobre su cuello, y la presión en su entrepierna porque Hinata había dejado caer parte de su cuerpo ahí. Kageyama se erizó ante el evidente tacto, y tuvo mucho más pánico acumulado cuando se creyó alguien fácil de influenciar por la respiración agitada de Hinata, y el ligero movimiento de su cadera para poder rozar sus partes íntimas a través de las sábanas. Kageyama contuvo el aire en un esfuerzo sobrehumano, teniendo que aceptar muy por impulso que le había gustado ese roce y que el inimaginable ardor que sentía la parte de su cuello que fue lamida fue tentador. Era un adolescente, después de todo. Su parte baja ardió para reafirmar ese hecho, tal vez demostrando una pequeña erección demasiado obvia marcándose en sus pantalones y levantándose entre las cobijas. Hinata, por supuesto, al estar sentado en esa parte, pudo notarla, dando un pequeño jadeo ansioso y complacido por lo que había hecho sin querer.

—Kageyama, ¿no quieres tomarme? —pidió Hinata, en un diminuto gemido demasiado obvio. Shoyo pasó su propia lengua por sus labios, humedeciéndolos y sólo aumentando la vista erótica que Kageyama podía captar en la oscuridad de su habitación.

Tobio entendió que tal vez Hinata sí se le hacía atractivo físicamente, que si se dejaba cegar bien podría aprovechar la oportunidad y terminar haciendo con él de todo. Pero también sabía que Hinata Shoyo en esos momentos no se encontraba en sus cincos sentidos funcionando, sólo era su parte animal que buscaba ser saciada hasta el cansancio por interés reproductivo.

Y él no era un Alfa, era un Beta. Podía mantener el control con mucha facilidad, a pesar de que su aroma lo tenía abrumado y el claro cuerpo necesitado de Hinata que jugaba rozando sus partes íntimas al mover su cadera con pequeñas estocadas, sólo dieron un impulso para que Tobio mirara hacia el techo, como por tres segundos, respirara profundo, y se dedicara a rodear con sus dos grandes brazos el delgado cuerpo ajeno. Shoyo dilató sus pupilas, y sintió un vértigo razonable entre sus instintos que tomaban control de él cuando Tobio lo forzó a recostarse a su lado, mientras él, después de haberlo depositado en la cama, se ponía de pie. Hinata, a su lado, enderezó una vez más su cuerpo, con la excitación rodando su cuerpo y su pequeña y agitada voz que destruía el ambiente sereno llenando los oídos del Beta.

Kageyama acercó su mano al buró donde la madre de su pareja seleccionada le había dicho donde estaba el medicamento antes de entrar, y lo tomó, listo para servir la dosis indicada.

Para su suerte, Hinata era un Omega dócil en el celo y no se mostró hostil ni listo para atacarlo en modo de reproche por rechazarlo en el acto sexual. Aceptó el jarabe que Kageyama le ofreció, después de que el azabache leyera el empaque del mismo y recordara sus benditas clases de Educación Sexual.

Tras tomarlo, Tobio dio un largo respiro más tranquilo, empezando a deshacerse de su suéter escolar antes de ofrecérselo al menor, para que no se agitara por verlo alejarse; por último, decidió tomar distancia, sentándose en una de las esquinas de la habitación, esperando que todo diera efecto mientras se aguantaba el ardor en su entrepierna.

«Me voy a casa con Kita-san a solas», Atsumu era el ser más afortunado del mundo, no tenía pruebas pero tampoco dudas. Su enorme sonrisa no cabía en su rostro y cada vez que su superior trataba de darle un vistazo para preguntar por sus acciones, él le evadía la mirada y observaba a otro lado del vagón atestado de gente de camino a casa, después de un agitado día de práctica. Tenerlo frente a frente no ayudaba.

Osamu y Suna habían decidido irse por su cuenta a la casa del último mencionado a hacer tarea... según ellos. Pero fuera lo que fueran a hacer, no importaba, lo único importante era en cómo le haría para tratar de borrar esa estúpida sonrisa en su cara que buscaba delatarlo, y para su mala suerte, ya había sido notada por Kita.

—¿Te pasa algo, Atsumu? —cuestionó el menor, con su habitual mirada perdida e inexpresiva que a veces no le servía para socializar.

Atsumu, como era de esperarse, entró en pánico, no pudiendo ser alguien despectivo con Shinsuke sólo porque se trataba de Shinsuke. Porque, ¡era Shinsuke Kita! ¿Quién podría ser grosero o violento con él?

—¡No pasa nada, Kita-san! Sólo pensaba en lo muy agradecido que estoy de que Samu no esté con nosotros, porque así puedo estar a solas contigo —contó sus verdaderos sentimientos por mero impulso, no pudiendo disimular para nada en ese aspecto, y mucho menos su rostro ocultó sus verdaderos colores porque su piel reveló un honesto color rojizo, listo para delatarlo.

Kita mostró sorpresa ante esa afirmación por unos breves instantes, dando un gesto muy humano con sus ojos un poco despiertos y sus labios abiertos con ligereza. Guardó absoluto silencio por unos breves segundos, mostrando la enorme sonrisa que Atsumu no podía ocultar por más que quisiera, de oreja a oreja y su inocente actitud, terminó por lograr que sólo esbozara de su boca una pequeña y diminuta sonrisa.

—Ya veo. —Se limitó a decir, con mucha felicidad. Miya asintió, ya acostumbrado a las pocas palabras y las conversaciones que iniciaban y terminaban al instante con su superior.

El tren en el que ambos viajaban mantenía al principio un ritmo constante, dando relajación total a la mayoría de pasajeros hasta que se acercaban a una estación cercana, porque ahí era cuando el poco talento de conducir del conductor salía a la luz con frenos del demonio. Por supuesto, ésa no fue la excepción, ya que el transporte que ambos tomaban, frenó de golpe, permitiendo que un chirrido inundara los oídos de todos los pasajeros del vagón lleno en el que viajaban. Como era de esperarse, el movimiento brusco logró que alguien descuidado casi tropezara, empujando a alguien en el acto, generando un efecto domino que llegó hasta la espalda de Atsumu, y Atsumu no pudo evitar chocar con el pequeño cuerpo de Kita que estaba frente a él.

Se permitirá el paso de otro tren, no entren en pánico. Muchas gracias por la comprensión. —Ese pequeño discurso formal, sólo fue un pitido agudo en los oídos del mayor, en el instante certero en que Kita hundió su rostro en su pecho por accidente. Una corriente eléctrica empezó desde la punta de sus pies, hasta su cabeza, y tuvo que apretar sus labios para no gritar. Atsumu se alteró ante ese acercamiento.

—Perdón —afirmó el chico de tercer año, alejándose con tranquilidad del cuerpo ajeno, sólo topándose en primera plana con un Atsumu que se había quedado quieto, rojo en toda su cara y mudo.

Kita lo notó, pero no le dijo nada.

—Tus padres dijeron que puedes quedarte aquí esta noche.

La seguridad en que la madre dijo esas palabras, al entrar al cuarto y encontrar a Kageyama sentado en una esquina y Hinata respirando con más tranquilidad que con anterioridad por el efecto dado, ella supo entender bien qué era lo que había pasado. A Hinata se le había pasado el efecto una hora antes que la habitual, posiblemente por influencia cercana de su pareja, a comparación que en dosis anteriores donde su celo «volvía» con deseos sexuales minutos después de que se cumpliera la hora exacta en que se tomó el jarabe el día anterior. Luego, tras darle un enorme agradecimiento a Tobio por cuidar responsablemente de Shoyo, le ofreció que tomara un baño. Seguido de eso, le tocó a Shoyo, ya no siendo raro que el más bajo cuando le tocó salir de la habitación, abrazara de manera posesiva su suéter escolar que le había prestado para calmarse, y se lo llevó al baño con él.

Cuando regresó Hinata minutos después, con sus cabellos todavía húmedos y no muy bien secos, Kageyama ya estaba sentado en la pequeña mesa que tenía Hinata en el medio de su cuarto, con la comida preparada de su madre, en dos platos, uno para cada uno para que pudieran tomar su cena sin problema alguno. Tobio trató de ignorar y pasar por alto que el pequeño chico sólo estaba utilizando los pantalones de la misma pijama que había visto la vez anterior que se quedó en su casa, y que, muy al contrario, en la parte superior, lo que estaba usando era su suéter escolar: prácticamente Shoyo ya se había adueñado de él. Lo peor era que le quedaba demasiado grande, sus manos terminaban ocultas entre las mangas y parecía más un abrigo que un suéter si alguien tan enano lo utilizaba.

—¿Mamá trajo la cena? —platicó con completa emoción el de cabellos naranjas, corriendo hasta poder sentarse en el suelo de la pequeña mesa. Kageyama asintió con completa seriedad, volviendo a tener ese extraño hormigueo en su cuerpo que lo sacudió cuando sus distancias volvieron a acortarse: de metros, ahora sólo estaban a unos cuantos centímetros, como a cinco de separación. Estaban uno al lado del otro y aun así, todavía se sentía un poco distantes sus formas de actuar. Pero, eso no era lo importante, lo importante fue lo que Tobio encontró al darle un vistazo de reojo: ¿no fue su imaginación haberlo visto ruborizado hasta más no poder mientras enterraba la cuchara en el curry?—. Kageyama... —notificó el inicio de una nueva plática el de menor estatura, dando un sobresalto a Tobio cuando apenas estaba empezando a tomar la cuchara para disponerse a comer, porque se creyó descubierto.

—¿Qué quieres? —expresó por pura suerte, una seguridad casi mentirosa en su boca cuando sus palabras se deslizaron de ese sitio, un lugar poderoso para delatarse a sí mismo y que por suerte él no cayó.

—Actúe raro hace poco, ¿verdad? Lo siento mucho. Todo lo que te dije, fue vergonzoso, ¿no? —Se disculpó a su manera, dando una pequeña risa para que él no se pusiera nervioso mientras trataba de dar sus más sinceras disculpas.

Tobio guardó absoluto silencio. Dio un breve vistazo hacia el frente, antes de continuar.

—¿Todo lo que dijiste fue mentira?

—¿Eh? —Hinata detuvo un poco su tranquilidad, para entender sus propias emociones. Shoyo dio una pequeña risa, y tuvo que rascar su nuca, completamente avergonzado—. No recuerdo lo que dije, pero creo tener un recuerdo difuso de pedirte que me tomaras... ¡pu-puedes olvidarte de eso! ¡Lo siento si te incomode! —aseguró, completamente hecho un remolino de emociones mostrados en su cara y sacudiendo uno de sus brazos con violencia. Tobio sintió un amargo sabor en su boca, porque aunque era bueno que se disculpara por eso, realmente él buscaba otro tipo de respuesta.

«¿Realmente crees que soy una persona amable?», ¡cómo si pudiera decírselo!

—Sé que no estabas siendo tú mismo en ese momento, así que ya no te disculpes, no pasó nada realmente —informó muy al contrario de otra cosa que realmente quería expresar, pero no se atrevía.

Hinata, al oír esas palabras, su mirada cayó en dirección hasta el atractivo rostro serio de Tobio que le dedicaba una mirada fría y ausente. Ninguno de los dos dijo nada, se quedaron viendo en silencio por unos segundos sin apartarse la vista, porque sería una pérdida enorme el que decidieran dejar de verse, o al menos eso fue lo que pensó Kageyama. Agudizó su vista para encararlo con más fuerza sólo por eso. Esa guerra apenas iniciaba.

Hinata, muy al contrario, dejó de lado la lucha y en su lugar se dedicó a acercar un poco más su plato al de Tobio, y arrastró su cuerpo todavía más cerca de él, hasta que sus hombros rozaron y las distancias de centímetros desaparecieron porque prácticamente ya estaban uno al lado del otro.

Kageyama volvió a sentirse raro. Como si estuviera empezando a enamorarse.

—¿Por qué te me pegas tanto? —murmuró Kageyama, quedándose quieto y sintiendo un pequeño temblor en su cuerpo porque la cercanía lo asfixiaba. Hinata sólo soltó una pequeña sonrisa y se negó a apartarse de su lado.

—No lo sé, mi corazón latió muy fuerte hace poco y sentí la necesidad de querer estar contigo —declaró con honestidad, mirando el rostro un poco sacado de sus casillas de Tobio, demasiado cerca.

Kageyama creyó que el mundo se le vendría abajo por las declaraciones tan descuidadas de su pareja asignada.

—¡¿Te estás dando cuenta de lo que e-estás diciendo?!

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