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Capítulo 2 ✨

Mi familia siempre se ha preocupado por mí y al enterarse que pronto me iría se entristecen. Emi y yo siempre peleamos; pero eso no quiere decir que no quiera a mi hermana. Mi madre esos días que todavía estaba en casa estaba muy atenta conmigo e igual que mi hermana, aunque ya era hora de irme y nada más pensarlo hacia que mi corazón se rompiera y al mismo tiempo se emocionara por el viaje, y ese día ya había llegado.

En el aeropuerto al ver a mi hermana y a mi mamá despidiéndose de mí no pude contener las lágrimas, mi rostro se entristeció al verlas; mi mamá es una gran mujer que había sufrido mucho con el abandono de mi padre, le había tocado trabajar muy duro para mantener a Emi y a mí, yo quería ser alguien importante con un buen empleo para ser feliz a esa dos mujeres, que son las personas más importante y favoritas en mi vida.

Sería un vuelo de veintiséis horas con dos escalas en diferentes aeropuertos, así que debería tener mucha calma para aguantar todas esas horas en ese avión.

Entro en la cabina y puedo sentir el olor a combustible que hace que aumente mi miedo a volar; porque creo que este perol se pueda caer y pilas nos morimos todos. Con desespero y el sudor corriendo por mi espalda ubico el asiento provocando que casi salga corriendo para sentarme, siento como mi corazón martilla mi pecho y mis piernas tiemblan, cierro mis ojos para tratar de calmarme, en este momento odié haber visto May Day catástrofes aéreas.

Poco a poco el avión se llena con los pasajeros que subían de lo más tranquilo mientras yo batallo conmigo misma para calmar mi miedo y no bajarme corriendo del avión,

" Todavía la puerta está abierta, te puedes bajar"

Decía en mi mente, es que solo estás vainas me pasan a mí por querer una beca en Corea, ¡pero ya que!, ya estaba montada en este perol y ni a punta de coñazo me bajo.

El avión despega y sentí que mi corazón me llegaba a la garganta,

" ¿Helen que sucede contigo? "

Me levanto de mi asiento para ir al baño y tratar de calmarme.

"Deja de actuar como una esquizofrénica la gente te queda mirando como si fueras una demente, este avión es seguro no como los aviones de las películas"

Me seguía regañando yo misma mientras lavaba mi rostro para después regresar a mi asiento.

- ¿Es la primera vez que subes a un avión? - me preguntó una señora que estaba sentada a mi lado y notó lo nerviosa que estaba.

- Si es mi primera vez - le respondí con una pequeña sonrisa en mi rostro.

- ¡No te preocupes llegarás bien!, toma este libro y léelo así te vas a relajar - mientras me daba el libro con un leve golpecito tocó mis manos para calmarme un poco haciéndome sentir mejor.

No estoy segura pero creo que leí ese libro unas cuatro veces en todo el viaje, nunca había leído tan rápido en mi vida.

Ya había terminado el viaje y cuando aterrizamos en el aeropuerto de Incheon me bajo casi corriendo de ese avión, sentía un zumbido en mis oídos pero feliz de que mis pies tocaran la tierra firme otra vez, estaba en Corea era como un sueño que de repente fue interrumpido por la cantidad de personas que habían.

Mientras caminaba por ese moderno aeropuerto para salir, un niño que corría detrás de un perrito chocó conmigo, haciendo caer mi maleta y que se abriera haciendo salir algunas cosas, entre ellas mi bata de dormir la cual era algo muy infantil para mi edad, pero esa bata me encantaba.

Corrí avergonzada a recogerla cuando a mi lado paso un chico alto, delgado, de cabello liso y negro, vestía
Ropa casual muy anticuada para su edad; aunque se le veía muy bien, no logré ver su rostro de frente, pero ya con su físico lucia hermoso.

- ¿Qué es esto? Como puede ver gente tan loca que deja su ropa íntima botada en la calle, debe ser de una niña porque es algo infantil - decía susurrando aquel chico mientras que con su pie quitó la bata que no le permitía pasar su maleta.

"¡Que vergüenza! "

murmuré al escuchar al chico decir esas palabras mientras me escondía detrás de una pared.

"¡Que forma tan linda de llegar a Corea Helen! "

Me decía yo misma mientras cerraba mis ojos y tapaba mi rostro con mis manos.

Me asomé y al ver a ese hombre subir a un auto muy lujoso, salí corriendo y recogí mi bata. Escucho a lo lejos alguien gritar mi nombre haciendo que voltee mirando para todos lados.

- ¡Señorita Helen! ¡señorita Helen, bienvenida! - era la señora Choi que había venido a recogerme en el aeropuerto para llevarme al apartamento donde iba a vivir. Ella aparte de ser la maestra que me enseñaría a mejorar el idioma coreano, también sería como mi tutora; y lo mejor que gracias a esa amable señora viviría en su apartamento y no en un cuarto para estudiantes en la Uni.

- ¿Cómo estuvo su vuelo señorita? - me preguntó con un rostro cálido y una pequeña sonrisa en sus labios que me decía que esa señora era una buena persona.

- ¡Mi vuelo estuvo horrible! Me imaginé todos los accidentes posibles que pueden suceder en un avión, fue horrible. Luego leí un libro de cómo controlar tus emociones; ya creo que soy una experta en eso porque leí el libro varias veces - yo hablaba con tanta confianza a la señora Choi que por completo se me olvidó que en este país no era como el mío, aquí se trataban diferente las personas; mientras que yo sonreía la señora Choi parpadeo varias veces y luego sonrió algo extrañada por mi forma de ser.

Al llegar al apartamento donde viviría todo el tiempo que iba a estar en Corea, corrí a la ventana donde se dejaba ver la belleza de Seúl, sus enormes rascacielos y sus calles tan brillantes por las luces de neón que bañaban a la ciudad alejando a la oscuridad, era impresionante lo hermoso que se veía la noche en Seúl.

"¡Helen, aquí estás ya!, tu primer sueño se cumplió, este es el fruto de pasar horas estudiando, ahora comenzaremos nuestro segundo sueño, estudiar medicina y convertirme en la mejor cirujana!"

Me animaba yo misma mientras cruzaba mis brazos y sonreía. Esa noche estaba tan cansada del viaje, no había dormido nada en el avión; la verdad me daba miedo dormirme y al despertar estuviera en el cielo porque el avión se calló y no me diera cuenta por estar dormida, mi imaginación como siempre era algo rara. Me acuesto y caigo como un bebé en esa cama tan suave.

°°°°°°°°°°°°

Es sábado por la mañana y apenas abrí mis ojos todavía no lo podía creer, se sentía como si estuviera en un sueño. Hacía mucho frío y la verdad no quería ni levantarme de la cama, era un frío al que no estaba acostumbrada; este era el clima que le gustaba a Emi y a mi mamá, pero a mí no.

- ¡Buenos días señorita Helen!, ¿ Ya estas despierta? - pregunta la señora Choi del otro lado de la puerta.

- Si señora ya me desperte - respondí mientras me levantaba rápidamente de la cama enrollada en la cobija.

Fui a la cocina a desayunar y conseguí a la señora Choi muy arreglada y con su cartera puesta.

- ¿Va a salir? - le pregunté mientras ella me vio de arriba abajo viendo en las fachas que andaba.

- ¡todavía andas en pijama! Ve a cambiarte que te llevaré a dar un paseo y a comer - insistió amablemente; aunque ese clima no era como para salir a pasear, era más como para seguir durmiendo, me dio pena decirle que no; ella no había tenido hijos y tal vez ahora que yo estaba en su casa estaba viviendo muchas cosas nuevas, estaba tan emocionada por llevarme a dar un paseo que yo no me pude negar, así que fuimos.

Íbamos caminando por las calles abarrotadas de personas, mi mirada se perdía en los enormes edificios que estaban por toda la ciudad. El río Han que estaba en el centro de la ciudad era un lugar perfecto para el romance, donde las parejitas se dejaban ver agarrados de las manos disfrutando del hermoso paisaje. Fuimos al palacio Gyeong-bok-gung; me impresionó en el buen estado en que estaba este palacio a pesar de todos los años que tenía, en el todavía se podía sentir el pasado de gloria y honor de la antigua Corea. El mercado Namdaemun era tan ruidoso que me hizo recordar a los mercados de mi país haciéndome sonreír, todos estos lugares tan hermosos representaban lo antiguo y lo moderno de Seúl. Ya el hambre nos obligó a pararnos en un puesto de comida que estaba en la calle; por lo que se ve la comida debe ser buena por la cantidad de personas que habían, la señora Choi pide Bulgogi y Kimbap junto con soju; era la primera vez que probaba la comida coreana y me pareció deliciosa. Al terminar de comer caminaba por la calle algo distraída escuchando a la señora Choi hablar, iba a cruzar la calle cuando escucho un grito aterrorizado.

- ¡cuidado señorita Helen!.

Volteo enseguida y vi pasar cerca de mí un auto negro muy lujoso, paso tan cerca que me hizo caer sentada en la acera, por un momento el temor recorrió todo mi cuerpo, pero solo por un momento porque después reaccione a mi mejor estilo el que más me caracteriza.

" él impulsivo" .

- ¡Estúpido me piensas matar, hijo de p..., idiota descerebrado, bájate de ese maldito carro y da la cara! - le grité mientras me levantaba de la acera.

En ese momento la ira nublaba mi mente haciendo que perdiera el control, algo que me enseñó bien mi madre fue a defenderme y a siempre decir lo que pienso y siento así fuera malo o bueno.

El carro se detuvo y retrocedió hacia mí, lo único que pude ver dentro del carro fue la figura de un hombre.

- ¡Que escandalosa eres! - pronunció ese hombre con una sonrisa malvada, como queriendo burlarse de mí. Subió la ventana del carro y se fue

- ¡Eres un psicópata de mierda, idiota, hijo de p... ¡ - le grité mientras mi rostro se tornaba rojo de lo molesta que estaba.

- ¿Estás bien señorita Helen? - la señora Choi se había asustado tanto que estaba pálida y temblorosa.

- Si estoy bien, vámonos señora Choi - sujeto su mano para tranquilizarla un poco y seguimos caminando.

Después de ese susto regresamos al apartamento, no puedo negarlo me asusté mucho, ¿Quién sería ese idiota que me llamo escandalosa? Por su bien ojalá nunca se cruce en mi camino.

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