09| ¡RESCATEMOS A LA PRINCESA!
Con la mirada fija siguiendo cada uno de sus movimientos, Namjoon intentó acercarse a su omega, caminó lentamente y aprovechó cuando Seokjin le dio la espalda para tomarlo de la cintura, y así pegarlo a su pecho para intentar buscar consuelo en la unión de su cuello. Lo que definitivamente no esperó, fue que él lo apartara bruscamente, sin emitir palabra alguna.
—¿Estás molesto? —le preguntó, pero Seokjin no le respondió, continuó acomodando las hierbas secas en la cocina—. Habla conmigo.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué eres un imbécil? —masculló mordazmente—. Eso ya lo sabes.
—Taehyung nos humilló, —dijo en un suspiro el líder, masajeando el puente de su nariz—. Es mi deber…
—El que humilló a su familia, y a su manada, fuiste tú, nadie más que tú, —lo interrumpió tajantemente, girándose para encararlo—. Hubo tantas opciones a las que pudiste recurrir, y no lo hiciste, en cambio, preferiste armar un escándalo y denigrar a tu propio hijo frente a toda esa jauría de alfas lame botas. Actuaste como un estúpido líder soberbio y embriagado de poder, no como el padre que le prometió una vida llena de dicha, amor y libertad. Así que sí, Kim Namjoon, estoy molesto, más que eso, dolido, decepcionado, porque el alfa con el que me casé ha condenado a mi hijo a un destino peor que la muerte. Eso es algo que nunca te voy a perdonar, y solo para que lo sepas, estoy dispuesto a todo por él. Si no quieres morir deshonrado en la intimidad de nuestra cama, te aconsejo que los liberes antes del amanecer.
—¿Cómo te atreves a amenazarme? —alzó tanto la voz que las venas de su frente y cuello aparecieron y un rojo vivo se apoderó por completo de su rostro—. Soy tu alfa, por el amor a la Luna. ¿Cómo puedes decirme algo así?
—Yo elegí unirme a un buen alfa, Namjoon, no a este intento absurdo de uno, —su voz se quebró, sus manos comenzaron a temblar y sus feromonas se dispararon de golpe. Sentía a su lobo aullando melancólico en su interior, contrariado y derrotado ante la firme postura que había adoptado su compañero, sin embargo, y aunque le partía el corazón pensar en la idea de enfrentarse al hombre que más amaba, el instinto de proteger a sus hijos era más fuerte que el cariño que le pudiera tener—. Bien deberías saberlo ya, no puedes luchar en contra de una madre que ve a sus cachorros en peligro. Es supervivencia básica, querido.
Dando la discusión por terminada, con el desprecio flameando en su mirada y con un atisbo de tristeza y súplica en su aroma, el omega le dió un ligero golpe en el pecho, dejando caer el manojo de menta antes de caminar embravecido hacia la estancia. Namjoon, aunque sorprendido lo siguió nuevamente, lo tomó del antebrazo e hizo el intento de limpiar de sus lágrimas, de abrazarlo y reconfortarlo, sin embargo, y ante una nueva negativa por su parte, se le quedó mirando, mas no desvaneció su agarre.
—Quiero que entiendas que es algo que tuve que hacer. Taehyung es… Él es lo más preciado para mí, mi precioso cachorro al que le di la confianza de salir al mundo con libertad, y me traicionó de la peor manera. Yo jamás escuché de sus labios la…
–¿Salir al mundo? —bufó ofendido—. ¡Tú lo entregaste a ese alfa, Namjoon, por la Diosa! Tú tuviste la idea de que se encerrara en esa cabaña con un alfa extraño. ¡El culpable de todo has sido tú! ¿No se te cruzó por la cabeza enviarlo con JiSoo? No lo culpes a él.
—No me quieras pintar como el villano, Seokjin, porque no lo soy.
—No, —concordó—. Sólo eres un mal padre.
Esta vez cuando el castaño se zafó de su agarre, Namjoon no fue detrás de él, se quedó petrificado en su lugar, viendo la silueta de su omega desvanecerse en el interior de la casa, y posteriormente, miró hacia las escaleras de dónde provenía el más melancólico aroma que alguna vez pudo haber percibido. Entonces, lo entendió, las palabras de su omega resonaron fuerte y claro en su cabeza, la culpabilidad se apoderó de su cuerpo pero no fue capaz de encontrar alguna alternativa para disolver la equivocación que había cometido.
[...]
En la celda más oscura y alejada del confinamiento, los guardias que custodiaban al General Jeon, debatían animadamente por saber cuál de ellos debería llevarle la cena, que consistía únicamente de un plato de arroz hervido, una manzana madura y un vaso con agua. Aunque el alimento era precario, las jóvenes alfas estaban más que entusiasmadas por verle cara al héroe de su manada, así que, tras medir sus varas, fue la señorita Kang quien tuvo la dicha de llevar la bandeja.
—General, aquí tiene su… —Aunque inició hablando con firmeza su voz se fragmentó a un débil susurro cuando las amatistas del alfa la escrutaron ferozmente, sus fuertes feromonas la hicieron flaquear y tuvo que sostenerse de las rejas para evitar caer inerte al suelo—. ¿General?
—Dime tu nombre, —exigió tajantemente el alfa, con un atisbo de su voz de mando—. ¿No sabe que me han destituido de mi cargo?
—Kang RaeRa, señor, —respondió la castaña, sonrojada hasta las orejas por su impertinencia—. Lo siento, no tenía idea.
—Sabes, muy pocas veces han logrado calmarme la paciencia, y si te soy honesto me considero un hombre apacible, para nada conflictivo, sin embargo, y dadas mis circunstancias, hoy pretendo ser lo más irritante posible. ¿Estás dispuesta a ser el blanco de mi ira?
—No sé si no se ha dado cuenta, señor, pero es usted quien se encuentra tras la rejas, —soltó con burla, ladeando una sonrisa en su dirección—. Me hacía mucha ilusión poder conocer al alfa que dirigió nuestro ejército, pero ahora me doy cuenta de que no es más que un imbécil fanfarrón. Ubíquese, dese cuenta de su alrededor, y comience a tenerle respeto a quien le sirve la comida, de lo contrario y con un poco de suerte, terminará saliendo cojeando de esta celda.
—Me encantaría que lo intentaras, —la retó—. Acércate un poco más y averigua por ti misma cuan feroz puedo ser.
—No me subestime, señor, —se defendió con audacia y entera seguridad—. Seré jovén pero bien puedo arrancarle un brazo.
—Te lo dije, inténtalo.
—¿Qué? ¿De un momento a otro le resulto encantadora? ¿Es que acaso no le bastó marcar a la princesita y deshonrar el nombre del líder con sus lujuriosas intenciones? No se engañe, podré admirarlo, pero no es para tanto, mi vagina está destinada a algo mucho mejor.
—¿Quién está hablando de tu vagina, perra boca sucia? —le gruñó Jungkook al ponerse de pie, caminando despacio y pausado por la pesada cadena que lo tenía atado al suelo, pero que era lo suficientemente larga para poder llegar al límite de la celda, donde la mujer lo miraba altiva—. Me parece que eres tú quien se imagina montándome, ¿No es así? De ser el caso ¿por qué no entras? ¿No te gustaría probar aquello que estuvo dentro de la princesita del norte?
Ante tal insinuación el lobo de la joven gruñó embravecido, sus ojos se tiñeron de rojo vivo y avanzó hacia la puerta de la celda una vez que hubo arrojado la bandeja al suelo. Cegada por la rabia no midió sus acciones, rebuscó entre las llaves hasta que finalmente abrió la celda y se adentró a esta con bélicas intenciones.
Apenas entró sus manos se aferraron fuertemente en la camisa del alfa y la adrenalina del momento la impulsaron a pegarlo por completo a la pared sucia y musgosa.
—¿No le enseñaron a nunca subestimar a su oponente, General? —inquirió RaeRa con una sonrisa socarrona que pronto fue reemplazada por una expresión sorprendida, pues Jungkook le devolvió la sonrisa y bastó solo un movimiento para que sus posiciones se invirtieran.
Con su pecho pegado a su espalda, el alfa hizo uso de las esposas que apresaban sus muñecas, las colocó con fuerza descomunal en su garganta y tiró hacia arriba para hacer que sus plantas se alejaran del suelo y que su rostro se enrojeciera por la falta inminente del oxígeno.
—¿Nunca le enseñaron que no hay que ofender al omega de un alfa furioso? —contraatacó el azabache, haciendo más presión en la cadena—. Lo lamento, señorita, pero esta será su última noche en la tierra.
—Si me lo hubiera pedido por favor, yo lo habría dejado salir…
Ante tanto sofoco y tras luchar para intentar zafarse de su agarre, RaeRa perdió el conocimiento en cuestión de minutos, y su cuerpo se desvaneció sobre el azabache. Con el dominio completo sobre el cuerpo humano de Jungkook, el lobo de este no tuvo compasión alguna al girar el rostro de la castaña hasta que el crujiente sonido de su cuello la despidió del mundo terrenal.
—Es demasiado tarde para pedir las cosas por favor, —le habló el azabache al cadáver fresco en el suelo.
A sabiendas de la poca vigilancia que le tenían a las celdas a esas horas de la noche, se tomó su tiempo para buscar las llaves de sus cadenas, que fueron abiertas un instante después.
Libre de sus ataduras, tomó un poco de la comida tirada en suelo para recuperar su fuerza, y al obtener la suficiente su cuerpo mutó de inmediato, dándole paso al enorme cuadrúpedo de pelaje negro y mirada sombría, que al igual que antes no se midió al arrebatarle la vida al par de guardias que se encontraban en la salida.
Libre y con un rastro de sangre en sus fauces, el lobo se escabulló sigiloso por el verde de la aldea, camuflajeado entre la penumbra de la noche para llegar sin ser descubierto a la casa de su amigo en las afueras. La adrenalina y el cansancio no le permitieron mutar de vuelta, la paranoia y el sentimiento de persecución lo mantuvieron alerta, y de esa manera se adentró en la casa sin invitación, rompió la puerta trasera con su cuerpo y subió las escaleras hasta donde el aroma del alfa pelirrojo era más intenso, e irrumpió en la habitación.
Jimin, quién se había percatado de su presencia desde que merodeó las afueras de su casa, cubrió su vientre con recelo, le gruñó con advertencia en medio de su nido, y con sus ojos brillando intensamente por la presencia de su lobo.
Ante sus fuertes feromonas y el atisbo de miedo que distinguió en la mirada del castaño, Jungkook se quedó de pie debajo del umbral, con las orejas hacia atrás y el hocico agachado como signo de sumisión y sumo respeto por su intimidad. En ese instante con el llamado del omega a su alfa, no tuvo más remedio que ceder ante el cansancio y la debilidad de su cuerpo, así que, en un abrir y cerrar de ojos, el pelaje negro de la bestia se transformó en piel de porcelana, completamente desnuda.
—¿Dónde está Yoongi? —le preguntó Jungkook desde el suelo, con la respiración agitada y sus ojos brillando en violeta—. No he venido a hacerte daño, solo quiero saber en dónde está tu alfa.
—Fuera de aquí, —gruñó el omega con ferocidad—. Vete antes de que te arranque la cabeza.
—Jimin, por el amor a la Diosa, dime dónde mierda está tu alfa, —le exigió alzando la voz, desesperado por una respuesta—. Taehyung está muy mal, tengo que ir por él, así que, por favor, por el cariño que le tienes a mi omega, dime dónde está Yoongi, de lo contrario él morirá y yo lo haré también.
La mención de su amigo bastó para que su lobo bajara la guardia, aún así, su aroma continuó brotando con advertencia, sin embargo, se levantó, caminó con dificultad hacia el alfa y lo guió a la habitación continúa, apartándolo así de su nido.
—Fue a cortar leña, —le dijo una vez que lo obligó a tomar asiento sobre la cama, mientras que él buscaba algo para cubrirlo, y limpiarle la sangre de la barbilla—. No debería tardar en llegar, así que te aconsejo que lo esperes aquí, alguien podría verte e informarle al líder de tu escape.
—No puedo esperar más, el líder ya ha enviado por las omegas esclavas de la aldea vecina, no quisiera tener que enfrentarme a él. Tengo que ir por Taehyung a como dé lugar. Necesito que sobreviva.
—No quiero ni imaginarme como te sientes, pero trata de tranquilizarte, Yoongi llegará pronto, mientras tanto, tienes que vestirte, o tomar un baño si lo prefieres.
Antes de que alguno pudiera agregar algo más, Yoongi se adentró en la habitación hecho furia, y de no ser por la mirada dulce de su omega, habría atacado a su amigo sin consideración.
—¿Cómo escapaste? —fue lo primero que se le ocurrió decir.
—Asesiné a todos ahí, —admitió Jungkook sin culpa aparentemente—. Necesito que me ayudes, tengo que ir por Taehyung.
—Por supuesto, —aceptó el pelirrojo sin siquiera dudar—. Pero por favor, amigo, vístete.
Una vez que Jimin salió de su habitación para bajar a la cocina, Jungkook pudo levantarse de la cama, disculpándose entre murmullos por mostrarse de tan impúdica manera frente al omega de la casa. Yoongi lo disculpó, sin embargo lo amenazó para que aquello no volviera a ocurrir, y al verlo tan golpeado y sucio, prefirió llevarlo afuera para que se diera un baño con el agua del pozo, y así, poder pensar en un plan de rescate.
[...]
El choque constante de lo que parecían ser piedras contra su ventana, terminaron por despertar por completo a Hoseok. Sacudió su cabeza de lado a lado y se levantó para asomarse discretamente entre las cortinas. La casa en la que vivía era compartida con un par de alfas más que emigraron del oriente en busca de estabilidad, y fue una fortuna que ninguno de ellos se despertara, pues la silueta que reconoció en el exterior, no era digna de mirar, ni siquiera para él.
Era tan tarde ya que el alfa tuvo que buscar a tientas la camisa que se había retirado antes de dormir, se limpió las lagañas con los puños y se dio un par de palmadas en las mejillas para intentar despabilar el sueño, acto que consiguió cuando el viento nocturno se filtró entre la fina tela que llevaba puesta, una vez que salió de la casa.
—¿Joven Alec? —susurró al aire, buscando algún indicio de la sombra que había divisado por la ventana, y al escuchar las ramas de los arbustos sacudirse, reparó en que el príncipe rubio se escondía entre la maleza—. Salga de ahí, le va a picar un bicho. Además, no creo que sean horas apropiadas para que usted…
Un fuerte sollozo brotó de los labios del joven que salía despavorido de los arbustos, interrumpiendo su oración y también lanzándose con fuerza y rapidez a los brazos apenas abiertos del profesor.
—Hyung… —pronunció Alec sobre su pecho, aferrándose a su torso y anhelando inmiscuirse debajo de su piel, de revitalizarse con su aroma y sentirse protegido por su cuerpo—. Fue la primera vez que me tomaron en cuenta y lo arruiné. Tuve la oportunidad de hacerme valer como el hijo del líder y lo único que provoqué fue hacerle daño a mi hermano. No quiere comer y la casa se inundó de tristeza. ¿Qué hago, Hyung? ¿Qué hago?
A sabiendas de lo ocurrido el día anterior frente a la casa principal, y empatizando sinceramente con el sentir del rubio, Hoseok se tomó un momento para acariciarlo, osó con desprender su aroma y lo cubrió con este de pies a cabeza, mientras que susurraba gentiles palabras de aliento.
—No fue su culpa, —le repitió con firmeza, apartándolo ligeramente de su cuerpo para obligarlo a levantar la mirada—. Según lo que escuché, usted tenía toda la intención de ayudarlos, solo que no supo formular su petición. La cuestión es, ¿qué tanto está dispuesto a hacer ahora? Para estas alturas, el General ya debió haber formulado un plan para arrancarle a su hermano del nido. ¿Está dispuesto a ayudarlo a escapar, aún cuando eso significa no volverlo a ver?
Su labio inferior se abultó ante la idea de no poder volver a ver a su hermano mayor, y el sentimiento que compartieron tanto su parte humana como la lobuna, fue tan inmenso y avasallante que más de sus lágrimas brotaron ante ello. Después de pensarlo un poco, supo que, lamentablemente, ese sería su destino incluso si decidía no unirse a Jungkook, pues la marca de unión era sagrada, tanto que, terminaría matándolo si su padre continuaba renuente a dejarlos vivir su amor.
—Supongo que debo remediar mi equivocación.
Hoseok sonrió ampliamente por su respuesta, y en un impulso que quizás le costaría la vida en esa región, y la cruel indiferencia del joven frente a él, acunó su delicado rostro entre sus manos, y besó dulcemente sus labios. Siendo apenas un roce que dejó petrificado al menor de los dos, y que sus ojos se abrieran de sobremanera.
Angustiado por su reacción, Hoseok se apartó con brusquedad, mas no esperó que el rubio se abalanzara sobre él, y enredando sus brazos sobre su cuello, correspondiera su beso de mejor manera, danzando delicadamente y con torpeza.
—Esto que siento por usted está mal, —musitó Alec sobre sus labios. Contradiciendo sus propias palabras al volver a besarlo—. Pero me alegra saber que no estoy solo en este barco.
—De dónde vengo esto que sentimos no es prohibido, y si me lo permite, lo ayudaré a que todos aquí se den cuenta de ello. No somos anormales por amar a quien amamos, así que no se aflija, y concédame el honor de llamarlo mío.
Aunque quisieron continuar con lo suyo, la premura que había llevado a Alec en busca de su profesor, volvió a tornarse nítida, y no queriendo alargar más el sufrimiento de su hermano, se apartó definitivamente de él, para posteriormente entrelazar su mano con la impropia.
—Tenemos que ir con Jimin Hyung, estoy seguro de que ellos podrán ayudarnos.
Afianzando su agarre y regalándole una sonrisa más, Hoseok lo guió por el sendero menos concurrido de la aldea, y se encaminaron juntos al punto de reunión. La casa de los Min.
[...]
El inquieto movimiento de su cachorro, la angustia que sentía por el estado anímico de su amigo, y sumado también, el hecho de tener un fugitivo bañándose detrás de su casa, provocaron en Jimin una fuerte punzada en su vientre, que fue incluso más alarmante cuando la puerta principal de su casa fue llamada con premura.
Sudando frío se aproximó para abrirla, y aunque simplemente se asomó por el pequeño espacio, el aroma familiar de su hermano lo atacó de lleno. Salió apresuradamente a su encuentro, pues pudo detectar la tristeza en su cansado semblante.
—Hermano, —fue lo primero que dijo HyungSik cuando el omega embarazado salió de la casa—. ¿Tú sabías sobre Taehyung y el mal nacido de Jungkook?
—¿Bebiste? —prefirió preguntar el omega, pues aunque podía percibir mayormente el agrio aroma de la tristeza, cuando habló, detecto cierto olor a licor—. Hyung, siéntate aquí, te traeré un poco de agua.
—¿Por qué no me invitas a pasar? —balbuceó el alfa—. Quisiera tomarme un trago con tu esposo, ¿no crees que sería buena idea?
—No puedes pasar, y Yoongi no está. Así que mejor vete a casa, mamá debe estar muy preocupada.
—Jimin, yo… Yo en verdad quiero a Taehyung. Estoy enamorado de él desde que éramos niños, me quedaba a propósito en casa cuando iba a visitarte solo para poder verlo jugar contigo. Lo juro, hermano, lo amo, y creí que él había llegado a sentir lo mismo por mí, y ahora no solo no tendré una oportunidad con él, sino que realmente no lo volveré a ver. ¿Por qué mierda la Luna es así conmigo? ¿Qué mal estoy pagando para hacerme sentir tan miserable? Y lo más importante, ¿Qué tiene Jungkook que no pueda tener yo?
—No se trata de eso, hermano, —le dijo Jimin una vez que logró hacerlo tomar asiento en el pórtico—. Debiste ser claro con tus sentimientos e intenciones.
—¡Fui claro! —se defendió exaltado—. Visité a su padre y le conté sobre mis intenciones, y él me prometió que intercedería por mí.
—Eso es algo que debiste hablar con Taehyung primero, HyungSik.
—Sabes bien que no sé como expresarme, soy un cobarde.
—No lo eres, hermano. Eres el alfa más valiente que conozco, y debo admitir que estoy orgulloso de ti por lo mucho que has logrado.
—No te compadezcas de tu patético hermano, —musitó, sin embargo sonrió y aceptó gustoso la caricia que el menor le dejó en la mejilla—. Escribí una carta, me preguntaba si tú podrías…
—Lo haré, —respondió de inmediato—. Tenía planeado visitarlo por la mañana, y si el líder me permite verlo, se la daré.
Con eso último ambos guardaron silencio, se quedaron mirando dulcemente y se dejaron envolver por el pacifico momento, escuchando a los grillos armar su sinfonía y a las aves nocturnas revolotear por las ramas de los altos árboles que los rodeaban.
—Yo también me siento muy orgulloso de ti, Jimin, —declaró HyungSik con la voz pausada, sintiéndose cada vez menos ebrio conforme pasaban los minutos—. Dejando de lado el hecho de que te uniste al alfa más… zarrapastroso que pudiste encontrar, en verdad me tranquiliza verte tan pleno, y quiero asegurarte que seré un buen tío para tu cachorro.
—Lo aprecio, Hyung, —respondió con lágrimas en los ojos, y por un instante el dolor en su vientre cesó—. Pese a nuestras diferencias, te amo, y espero que logres encontrar a un omega que sepa valorar lo buen hombre que eres.
—Después de todo no soy el villano, ¿no? —se burló—. En fin, solo necesitaba un poco de compañía, pero creo que debo irme.
—Eres bienvenido siempre…
Atento por el crujiente sonido de las ramas del suelo rompiéndose, HyungSik cubrió la boca de su hermano con una de sus manos, mientras que él se levantaba lentamente, mirando en dirección a la parte trasera de la casa que estaba apenas iluminada con una antorcha. Su lobo hizo presencia en sus iris, y sus sentidos se agudizaron al punto de percibir el aroma retenido del par de alfas que se aproximaban. Le resultó curioso que, y antes de que pudiera saber quién era el intruso, dos presencias más comenzaron a acercarse.
Vuelto loco en posesividad y el sentimiento de protección que lo embargó por tener a su hermano cerca, estuvo a punto de mutar, sin embargo, sus intentos se vieron interrumpidos cuando de la penumbra emergió un singular cabello rubio a sus espaldas.
—¿Joven Alec? —pronunció confundido, aún más cuando al girar nuevamente hacia enfrente, se encontró con el alfa a quien menos esperó ver—. ¿General Jeon?
—Coronel, —respondió Jungkook, apretando los dientes y lanzándole una mirada amenazante.
—Creo que voy a vomitar, —declaró Alec, aturdido por lo que estaba sucediendo.
La pesada atmósfera y la suma exorbitante de feromonas alfas, provocaron que Jimin se sintiera más ansioso de lo previsto. El sofocó que sufrió fue solo el inicio de lo que sería una larga noche para todos, pues al intentar llegar a dónde su alfa se encontraba, el dolor que había estado sintiendo en su vientre se intensificó de sobremanera, evocando un grito cargado de dolor y un líquido acuoso que brotó entre sus piernas.
—Yoongi, mi bebé…
Ante semejante escena, Yoongi corrió hacía su omega, mientras que los demás alfas intentaron ayudarlo a llevarlo dentro de la casa, sin embargo, el pelirrojo no lo aceptó, les mostró los dientes y les dio rienda suelta a sus feromonas.
—Va a dar a luz, —dijo Alec una vez que el matrimonio se perdió en el interior de la casa—. Tengo que ir por mi madre. El pobre Jimin…
—Tranquilo, —habló suavemente Hoseok, tomando su antebrazo con fuerza para evitar que se le escapara de las manos—. Ahora que estamos todos aquí, y que las circunstancias nos favorecen, debemos hablar antes de actuar. El príncipe Kim ha venido en busca del Capitán Min para planear el escape del General, y dado que está aquí presente, pues, solo nos queda ejecutar el último golpe.
—No sé si no te has dado cuenta, imbécil, pero mi hermano está a punto de traer a un niño al mundo, —gruñó HyungSik hacia el profesor—. No tenemos tiempo que perder.
—Ese niño nacerá incluso sin la ayuda de la Luna, pero Taehyung no sobrevivirá si dejamos pasar una noche más —se defendió con dureza—. Entiendo que se sienta decepcionado, Coronel, pero no lo creo tan cruel como para permitir que el omega que fue su prometido perezca una dolorosa agonía.
—No necesito de este imbécil para salvar a mi omega—, se sumó Jungkook, embravecido por la presencia del alfa castaño—. Así que, Coronel, ¿Está dispuesto a ver morir a Taehyung por su insensatez? De ser así, mejor hágase a un lado y cierre la boca.
—Lo creas o no, bárbaro sinvergüenza, amo tanto a Taehyung que incluso si… Incluso si me parte el alma que sea tuyo, no permitiré que muera.
—En ese caso, —acotó Hoseok con una brillante sonrisa en su rostro—. Rescatemos a la princesa…
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