Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

08| ¿PADRE O LÍDER?

A pocos pasos delante de él se encontraba el final del bosque, el sauce en el que se juraron amor hace un par de líneas atrás quedó muy atrás, y no fue capaz de siquiera atreverse a mirar sobre su hombro cuando en su recorrido de vuelta a casa, caminó por ahí. Podía escuchar el bullicio de la gente, el chirrido de las carretillas y a los niños cantar con alegría, sin embargo él no compartía el mismo sentimiento.

El aroma a tierra húmeda era intenso, mezclado con el dulzor de los jazmines que desprendía su propio cuerpo, pero no se sentía tranquilo como días atrás. Ya no era el joven que cruzó ese mismo sendero bajo las órdenes de su padre; sus pesares eran distintos, más intensos, mucho más personales y dolorosos. Avasallantes.

Con los ojos ardiendo en sal, una de sus manos se dirigió a la unión de su cuello, y suspirando se giró, su mirada se enfocó con pesar el sonriente rostro del alfa a sus espaldas. La boca se le secó repentinamente, y tuvo que morderse los labios para acallar el doloroso sollozo que nació en la boca de su estómago y subió como un nudo que terminó instalándose en su garganta. Su lobo arañó su interior para correr nuevamente al encuentro de sus brazos, y chilló desesperado cuando lo vió apretar los puños en el dobladillo de su camisa blanca. Habían sido semanas enteras rodeado de su compañía, envuelto en su aroma y siendo víctima de sus dulces besos. ¿Cómo podría simplemente decirle adiós?

¿Cómo regresaría a vivir como el príncipe Kim y dejar de ser el omega de Jeon Jungkook?

Su amor por él no disminuyó ni cuando los tiempos fueron tensos entre las brasas de la guerra, ¿Podría olvidar lo que vivieron estando tan cerca, tan juntos? La respuesta a esa absurda pregunta era un rotundo «no», porque en ese momento podía sentir que su cariño se avivó mucho más. Pero lo que hicieron en aquella cabaña era un pecado que les costaría la vida, una mancha que no saldría ni con el huracán más feroz. Debían continuar con sus vidas como si fueran extraños, desconocidos que compartieron mucho más que simples días en lo profundo del bosque.

¿Por qué?

¿Por qué debían alejarse cuando más plenos se sentían?

La cobardía lo invadió cuando volvió a mirar al frente, pues ese mundo al que estaba por volver le era totalmente ajeno; su hogar era el hombre que cuidaba sus pasos, el alfa que, a pesar de todo, seguía siéndole fiel a su palabra.

»¿No puedes ser un poco más egoísta?«

Le preguntó sin mirarlo, sin mover los labios, pero tampoco hizo falta decirlo en voz alta, pues conocía cuál sería su respuesta; así que, y sin pensarlo demasiado, corrió hacía él, buscando en su pecho el refugio que lo protegió de la adversidad de sus propios pensamientos, ese abrigo que pese al caliente sol que tocaba de lleno su piel, jamás se sentía sofocante.

–Lo amo—, sus palabras se ahogaron en la tela de su camisa, pero Taehyung supo que lo había escuchado, que lo entendía y que también compartía el mismo sentimiento. Su lobo lo sabía, podía sentirlo, escucharlo fuerte y claro con ese tamborileo que expresaba su corazón—. Lo amo tanto que me duele separarme de usted. No quiero volver, quiero quedarme junto a usted.

Era caprichoso, una súplica que había esperado por brotar de sus labios desde el instante en el que el mensajero perturbó su calma esa misma mañana, con la noticia de que su padre había pedido su regreso por medio de un papiro escrito por su puño y letra.

Las gentiles manos del azabache sostuvieron su delicado cuerpo, y lo acarició con dulzura. Enredó sus dedos en sus cabellos de oro y besó éstos cuando lo sintió sollozar con más intensidad.

–Lo que hicimos…—, respondió con angustia el alfa, lamiéndose los labios en un intento por disipar sus crecientes ganas de llorar—. Lo que pasó entre nosotros fue hermoso, pero su padre no opinará lo mismo, nadie lo hará. Sí alguien se entera de esto…—, sus manos picaban por tocar la contundente y duradera prueba de aquel secreto mortal, pero se abstuvo de hacerlo, no tenía la fuerza de voluntad para volver a acariciarlo de esa manera, no cuando estaban a punto de separarse—. Mi deber era cuidar de usted, y aunque lo intenté, terminé por fallarle. No pude protegerlo de mí. Sólo debe esperar un poco más, le prometo que pronto volveremos a estar juntos, y está vez, será correcto, no habrá nadie, ni siquiera su padre, que pueda separarnos. Lo amo, ¿Puede sentirlo, no es así?—, el rubio asintió a sus palabras, aún oculto entre su pecho, y Jungkook sonrió enternecido por aquella acción—. Odio la idea de abandonar nuestro nido, de no poder despertar a su lado nuevamente, pero tenemos que hacer esto, por favor. Prometa que lo intentará.

–¿Y si huimos juntos?—, sugirió el menor, sorbiendo su nariz y mirándolo a la cara con las esmeraldas brillosas y anhelantes, pues tanto su lobo como él, deseaban fugarse del dictamen y costumbres que los mantenían presos de su amor. Quizás viajar al oriente sería lo más prudente, una salida fácil para continuar con su vida juntos, ya que ellos, al ser una manada mucho más liberal, comprenderían la circunstancia en la que se encontraban—. Podemos irnos al anochecer, tomaré mis cosas y nos iremos juntos. Incluso el infierno suena más acogedor que vivir separado del alfa que amo. No quiero dejarlo, no puedo… Mi lobo está inquieto, y me duele el pecho de sólo pensar que no podré estar a su lado. ¿Qué pasará si…?

Jungkook siseo en respuesta, negando con la cabeza y tomando entre sus dedos el mentón del rubio que parecía estar a punto de perder la razón.

–Me mantendré cerca—, afirmó con seguridad. Su rostro se fue acercando gradualmente al ajeno, hasta que finalmente sus labios se rozaron, sus alientos se mezclaron y pudieron sentirse plenos nuevamente. Su cercanía era revitalizante, totalmente necesaria, pero las circunstancias resultaban fatídicas, no podían tomar decisiones a la ligera—. No podemos huir, nuestro destino sería incierto. Ahora eres mío, tu seguridad es mi prioridad y sería incapaz de condenarte al exilio, a vivir una vida en la que tengamos que escondernos del mundo. No puedo hacerte eso, mi hermosa luna. ¿Lo comprendes?

Taehyung volvió a asentir, su razón comprendía que escapar les traería más problemas de los que ya tenían; la furia de su padre sería incontenible si es que un día decidía desaparecer; pero su corazón estaba comprometido, su parte más sensible aullaba melancólica en sus centros y le suplicaba quedarse, porque era su instinto, su más grande anhelo.

Escondidos en las sombras de los árboles, compartieron un último beso, voraz y necesitado. Sus lobos aparecieron brevemente para consolar al otro, para prometer que harían todo lo que estuviera en sus manos para poder volver a encontrarse y se despidieron con una ínfima caricia.

Taehyung tuvo que contener la respiración cuando a la distancia logró distinguir los tres cuerpos de las personas que más amaba, esperándolo de pie frente a la puerta de aquella casa que alguna vez fue su hogar. Quizás, y en otras circunstancias estaría saltando de felicidad por reencontrarse con sus padres, con su querido hermano que había danzado sobre la cuerda floja de la vida y la muerte; pero no podía fingir una sonrisa, mucho menos ir a su encuentro rebosando felicidad, porque estaba molesto. Los culpaba por ser los causantes de tener que abandonar los brazos de su alfa.

Una vez llegó a su destino, volvió a girarse para encontrar a Jungkook, y éste le sonrió con discreción. Antes de que pudiera permitirse volver a suplicarle que no lo abandonara, el aroma de otro alfa se hizo presente, provocando que un gruñido saliera gutural hacía el sujeto que tardó un momento en reconocer.

Alec se había adelantado a su encuentro, cojeando por la herida que seguía sin sanar completamente en su pierna. Su cabello había crecido considerablemente desde la última vez que se vieron, pero el flequillo se encontraba perfectamente peinado hacia atrás, dejando su rostro libre de cualquier mechón indeseado, y por supuesto, mostrando con orgullo aquella cicatriz roja y viva que se extendía desde la mitad de su frente, hasta el inicio de su mejilla izquierda, cruzando por su ojo ahora un poco más cerrado que antes.

Ante la reacción agresiva de su hermano, el joven alfa retrocedió dos pasos, arrugando el entrecejo en desconcierto, pero sonriendo débilmente cuando notó el asombro en su expresión. Pero no era Taehyung su verdadero objetivo, sino el alfa detrás de él que se mantuvo con la cabeza agachada y la mirada perdida en sus zapatos.

–General Jeon—, habló Alec hacia el azabache, quién después de hacer una reverencia se incorporó nuevamente, está vez, alzando la mirada para encararlo. Lo que nadie esperó, fue que el joven le devolviera el gesto con el mismo respeto—. Me alegra volver a verlo.

Jungkook quedó estupefacto, y buscó con la mirada a Taehyung, quién se encontraba igualmente sorprendido por el cambio tan brusco en la actitud de su hermano.

–Joven Alec—, tartamudeó el azabache, no logrando comprender lo que estaba sucediendo—. A mí también me da gusto verlo. ¿Se siente mejor ahora?

–Aún no me encuentro completamente recuperado, pero estoy vivo gracias a usted—, respondió regalándole una sonrisa llena de gratitud—. Sí estuviera en mis manos, le daría en agradecimiento la mano de mi hermano; pero supongo que sería demasiado cruel de mi parte. Aún no soy un alfa digno del poderío, y estaría complacido si es que usted quisiera volver a entrenarme. Mientras estuve en cama pude pensar con mayor claridad, General, y lamento mucho los desplantes que tuvo que soportar por mi inmadura actitud. Nada de esto hubiera pasado si yo lo hubiera escuchado, y…

–No hace falta, príncipe—, lo interrumpió Jungkook cuando vió que Alec comenzaba a sentirse ansioso—. Es mi deber cuidar de su familia con mi vida. Y si lo desea, para mí sería un gran honor entrenarlo nuevamente.

–Créame, el honor es todo mío. Le prometo que jamás volveré a faltarle al respeto, y buscaré un obsequio adecuado para demostrarle mi gratitud.

–Verlo con vida, y con tantas ganas de salir adelante, son el mejor obsequio que pueda darme.

–¿Entonces no quiere casarse con mi hermano?—, soltó con burla, intentando aligerar la tensa atmósfera. Sin embargo a Taehyung pareció agradarle la idea, pues sus mejillas se colorearon de carmín, y el azabache tuvo que evadir su mirada con nerviosismo.

–Eso, Alec, es algo que no te corresponde preguntar, y mucho menos ofrecer—, la voz de Namjoon se hizo presente en ese momento, evitando un escalofrío que les recorrió la médula a los amantes—. Joven Jeon, siempre es grato ver su amable rostro. Veo que ha hecho un buen trabajo, mis hijos están a enteros y a salvo, todo se lo debo a usted. Si hay algo que quiera, créame que estoy más que dispuesto a otorgárselo.

Agradecido y notablemente sorprendido por el ofrecimiento del líder, Jungkook se llenó de valentía cuando al mirar a su costado encontró a Taehyung suplicándole en silencio que hiciera algo al respecto. Suspiró y aspiró nuevamente, llenándose el pecho de seguridad, de puro orgullo.

–De hecho, líder Kim, hay algo que deseo—, se atrevió a decir, casi sonriendo victorioso por no vacilar—. Hay un omega al que amo con mi vida, por quién daría todo y más de lo que poseo, y si me lo permite, me encantaría hacerlo mi esposo.

–¿De quién se trata?—, preguntó Namjoon, dejando brillar una sonrisa—. Créame, General, no hay omega en esta manada que no sueñe con ser su esposo.

–Mi corazón, mi humanidad, mi lobo y mi espada están comprometidos a servirle con fervor y devoción a mi destinado, al omega que sacudió mi mundo entero el día que se presentó como tal. Es con el príncipe Taehyung con quién deseo casarme…

En ese momento cualquier rastro de amabilidad se disipó por completo del rostro del líder, y en cambio, una disgustada mueca figuró en su lugar. Se giró en dirección a su hijo, quién corrió a los brazos de su madre cuando su mirada amenazó con arrebatarle la vida, y lo descubrió. Notó con el cambio del viento el aroma mezclado de dos cuadrúpedos que habían sido enlazados recientemente por una marca. Los jazmines y el bosque húmedo, entraron por sus fosas nasales y lo golpearon cruelmente en el corazón.

Entonces, su rabia brotó, sus ojos se pintaron completamente de azúl y se lanzó a Taehyung. Sin cuidado, rasgó su camisa, descubriendo la piel sensible de su cuello, sólo para cerciorarse de que estaba en lo cierto, pues en la unión de su cuello se encontraba la marca de la mordida de aquel infeliz.

¡Infame canalla!—, vociferó Namjoon en voz de mando, gruñendo y maldiciendo en dirección al alfa azabache—. ¡Te mataré, maldito! ¡Por la Diosa que te mataré!

Bastaron un par de segundos para que su cuerpo hiciera combustión, para que su ropa se rasgara al ser incapaz de contener a la enorme bestia en la que se convirtió. Sus instintos lo traicionaron, tenía la cabeza llena de pensamientos y circunstancias en las que su hijo fue abusado una y otra vez por el hombre que lo miraba con resignación, aquel a quien le había confiado su más grande tesoro y que lo traicionó de la peor manera.

El lobo más fuerte de la manada, de pelaje tan blanco como la nieve misma, se aproximó veloz contra Jungkook, dándole un zarpazo en el pecho que lo hizo caer inmediatamente al suelo, pero, y aunque deseaba tener entre sus fauces la yugular del alfa, esperó un momento, le dio tiempo para que mutara y luchara contra él; sin embargo, no sucedió, y en un abrir y cerrar de ojos tuvo a Taehyung sobre el cuerpo del azabache, llorando y suplicándole que se detuviera.

–¡No puede, padre! ¡No debe hacerlo! ¿Pretende separar a dos personas que han sido unidas por la madre luna?—, gritó desesperado el omega, mostrándole la marca en su cuello—. Sí así lo desea, si condena a la muerte al hombre amo, me estará condenando a mi también. Este alfa es tan mío como yo soy suyo, y no hay nada que pueda hacer al respecto.

Las palabras de su hijo lo frenaron por un momento, el tiempo suficiente para que Alec y Seokjin intervinieran en la pelea, ambos intentando sostener al enorme lobo con sus cortas extremidades que no fueron suficientes para siquiera situarse alrededor de su lomo.

Lamentablemente para los protagonistas de la disputa, el bullicio logró alertar a los alfas que se encontraban alrededor de la casa principal, aquellos que tan leales le eran al líder que no dudaron en acudir a su ayuda. Un par de ellos alejaron a Taehyung del azabache, mientras que un puñado más, entre ellos, el General Park, encadenaron y amordazaron a Jungkook con gruesas cadenas de plata para evitar que se transformara.

Un gruñido gutural y cargado de ira del líder, bastó para que Seokjin y Alec se alejaran de su cuerpo, para darle espacio a que la desnudes del hombre volviera a brillar bajo el sol. Su aroma era agrio, pesado e incontenible, y tanto era su enojo y decepción que el azúl brillante de sus iris no se desvaneció incluso cuando mutó de vuelta.

–¿¡Cómo pudiste ser capaz de abusar de mi hijo!?—, bramó Namjoon hacia el alfa sometido y arrodillado a sus pies—. Te di la confianza de cuidar de él, y lo arruinaste, lo violaste y lo marcaste. ¡A mi hijo, por la Diosa! ¿¡Cómo pudiste hacerle eso al hijo de tu líder!?

–Padre, por favor—, suplicó Taehyung desde el otro extremo del jardín, luchando en vano por zafarse del agarre de los alfas que lo tenían preso—. El General no abusó de mí, no me marcó sin mi consentimiento. Lo amo, lo he amado por años, le suplico que reconsidere…

–¿Acaso te estás escuchando?—, lo interrumpió con un gruñido—. No mientas Taehyung, no intentes salvarlo. Tú no serías capaz de deshonrar a los tuyos. Es este desgraciado quien te ha convencido.

–No es así. Por el amor que le tengo a usted, amado padre, a mi manada, a mi familia y a mí mismo, le juro que no es así. Jeon Jungkook jamás ha ido en contra de mis deseos. Me ama tanto como yo lo amo a él. Y sé que erré, que lo traicioné y decepcioné, pero le suplico que me perdone, que lo perdone a él, pues no puedo imaginarme una vida sin…

¡Guarda silencio!—, sentenció en voz de mando, obligando a su hijo a callar inmediatamente y temblar de miedo por la oscura mirada que le lanzó—. Me avergüenza tanto saber que crié a un maldito omega desagradecido, que no puedo escucharte más. Me has decepcionado, sí, pero no solo como tu padre, sino que como tu líder. ¿Con qué cara le diré a tu prometido que mi hijo fue tan fácil como para dejarse marcar por otro alfa?

Seokjin quien se había mantenido al margen todo el tiempo, por fin decidió intervenir activamente, sí bien, no estaba de acuerdo con la actitud de su esposo, tampoco lo reprochó del todo, pues era su deber como padre y líder mantener el orden y tradiciones incluso si se trataba de sus propios hijos. Sin embargo, aquello último logró hacerle bastante ruido, y no permitiría que continuara poniendo en vergüenza a su familia frente a todo el recinto.

–¿Prometido?—, preguntó Seokjin, con el ceño fruncido en desconcierto—. ¿De qué estás hablando?

–¿Fingirás que no lo sabes?—, inquirió con sorna—. Si fuiste tú, amada luna, quien propuso la boda de nuestro hijo con el comandante Park.

–No mientas esposo—, lo enfrentó vivaz—. Sugerí como esposo de nuestro hijo al guerrero más fuerte de la manda, y ciertamente, el joven HyungSik no lo es.

–¿Apruebas este desaire?

–No lo hago—, respondió dando un paso al frente—, pero es injusto que no quieras siquiera escuchar a tu propio hijo. Ellos descubrieron su destino el mismo día que la madre luna decidió la naturaleza de Taehyung, y usando sus palabras, no existe poder terrenal que pueda separarlos, no hubo nada que pudiera separarnos a nosotros.

–No hay nada que se pueda hacer—, respondió mientras esquivaba la gentil caricia que su omega intentó dejar en su mejilla, y volvió a mirar a su hijo—. Llévenlo a su habitación.

–¡Padre por favor!—, intentó una vez más el rubio mientras era llevado a rastras al interior de la casa, pero no obtuvo más respuesta que una mirada llena de desprecio y decepción.

Una vez que su hijo desapareció de su campo de visión y tras cubrir su desnudez, se encaminó nuevamente hacia Jungkook, quién no hizo más que mirar con anhelo la ventana de la habitación de Taehyung.

–Morirás—, aseveró en su dirección el líder—. La peor muerte que puede tener un guerrero como tú, es ser despojado de su virilidad, encerrado en una oscura celda y no con el vigor y glorioso sabor de una batalla. Me aseguraré de vengar la inocencia que le has arrebatado a mi hijo, y no habrá tumba alguna en la que pueda llorar tu muerte.

–Padre—, dijo Alec con evidente vergüenza—. Tenemos una deuda de sangre con el General Jeon. Una vida por otra vida, y así como él salvó la mía, hoy soy yo quién suplica por la suya. Olvidando por un momento el hecho de que este hombre ha osado ultrajar el honor de mi hermano mayor, puedo decirle con certeza, que es un buen hombre, un valeroso guerrero que ha demostrado su valentía en batalla, y definitivamente no merece morir con tal deshonra. Sugiero su exilio definitivo. De este modo, mi hermano podrá vivir también.

–Haré caso de tu consejo, hijo mío—, acotó soltando un suspiro cansino. Luciendo aparentemente sereno, les pidió a los alfas que levantaran al alfa del suelo, y sujetando su barbilla con desdén, lo obligó a mirarlo—. Jeon Jungkook, te despojó de tu título, tus tierras y cualquier otra cosa que te mantenga sujeto a la manada del norte. Te condeno al destierro. Partirás de mi territorio en una semana, siempre y cuando hayas marcado a otro omega…

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro