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07| ME QUIERO A TU LADO

Soltando un angustiado suspiro vió como la puerta que anteriormente había sido cerrada tras la llegada de su hermano en estado crítico, se abrió nuevamente para él, dejándole ver el rostro cansado y afligido de su padre, quién le regaló una sonrisa cerrada y acarició sus cabellos con cariño.

–Tu hermano está bien, no hay nada que temer—, afirmó con seguridad, apaciguando los ajetreados latidos del omega, quién lloró de nueva cuenta entre sus brazos—. Calma Tae, todo está bien.

El aludido asintió limpiando el resto de lágrimas de sus mejillas. Desde que fueron informados del ataque, Taehyung había hecho guardia frente a la habitación de su hermano, esperando y rezando para que la luna mantuviera al joven alfa con bien, y finalmente, después de extensas horas de angustia, pudo sentir que volvía a respirar con normalidad.

Durante el tiempo que duró el procedimiento que realizaron las omegas curanderas, nadie le había informado nada más, pero pudo escuchar los quejidos adoloridos que brotaban agonizantes por los labios del alfa, los sollozos de su madre, y las palabras de consuelo de su padre.

–¿Puedo verlo?—, preguntó en un susurro al que Namjoon negó—. ¿Por qué?

–Está débil—, respondió con pesar, apretando su agarre cuando Taehyung quiso protestar—. Alec sigue siendo un cachorro, necesita de nosotros, y tu aroma podría afectar su recuperación. Él te adora y querrá levantarse de la cama apenas note tu presencia.

–Pero...

–He dicho que no—, lo interrumpió con severidad, evitando a toda costa que su voz se fragmentara en dolor, pues la vida de Alec pendía de un hilo;  el ataque de la bestia había sido casi mortal, y no quería preocupar a Taehyung, no cuando sabía que el lazo de sus cachorros era firme, y si uno caía, el otro lo haría por igual—. Pasarás unos días en la cabaña del bosque y no regresaras a menos que yo te lo indique. ¿De acuerdo? Esto no lo hago por capricho. Eres tú la flor más hermosa y parecida de mi jardín; odio la idea de enviarte lejos, pero Alec también es mi hijo, y ahora necesita de mí. ¿Puedes hacer eso, verdad?

Muy a su pesar Taehyung asintió, pues comprendía que el estado de su hermano era delicado, y él no estaría tranquilo hasta que no pudiera verlo andar por los pasillos con esa altanería característica de él.

–Lo lamento padre, haré lo que me pides.

–Buen muchacho—, halagó como de costumbre, besando su frente y soltando su aroma para marcarlo con el—. Eres un buen chico.

Taehyung, tan ajeno e ingenuo como de costumbre se dejó mimar por su padre, y ronroneó gustoso al sentirse protegido por el alfa más fuerte de su manada, por ese hombre que aunque era firme y duro, le demostraba cuánto lo quería.

–¿Puedo quedarme hasta el amanecer? Al menos quisiera despedirme de mi madre.

–Tu madre irá a visitarte pronto—, le dijo mientras negaba, sintiendo su pecho apretarse por esa mirada dolida que recibió—. Ahora deberías empacar un poco de ropa, mientras tanto, yo le pediré a alguien que te acompañe a la cabaña. Recibirás noticias nuestras todos los días, así que no debes preocuparte. ¿Está bien?

–Sí padre…

Otro beso tronó sobre su frente, y el omega se alejó finalmente cuando vio a su padre bajar las escaleras en busca de las sirvientas para ayudarle con su equipaje.

Taehyung seguía abrumado, débil y cansado; la madrugada brillaba melancólica y él solo pudo obedecer a su padre mientras sentía como su corazón se estrujaba por su pronta partida.

Sus baúles fueron llenados a tope de ropa, mantas y otras cuantas pertenencias que creyó esenciales, pues no sabía cuánto tiempo duraría su exilio, y ciertamente, no estaba en sus planes morirse de aburrimiento estando tan lejos de su aldea.

Antes de que el sol comenzará a salir por las montañas, Taehyung ya se encontraba en el portón principal de su casa, sus sirvientes ya habían partido a la cabaña con sus pertenencias, y él esperaba impaciente a su padre, quién apareció momentos después acompañado de cierto alfa a quien le debía toda su gratitud.

Jeon Jungkook emergió de las sombras con ese característico semblante sereno, su presencia imponiendo respeto debido a las vivas y ensangrentadas heridas en sus brazos y rostro. Su aroma era fuerte, tanto que, podría notarse a kilómetros de distancia que había librado una batalla y salido victorioso de ella, pero, pese la adrenalina que continuaba corriendo por sus venas no pudo evitar mirar con alivio e infinita adoración al omega que parecía querer lanzarse a sus brazos.

–Taehyung—, su padre lo llamó cuando ambos estuvieron frente a él—. El General Jeon te escoltará a la cabaña, y cuidará de ti el tiempo que estés lejos de casa.

Aunque hubiera querido oponerse, Taehyung no fue capaz de pronunciar palabra alguna, pues estaba demasiado sensible como para contradecir alguna orden de su padre, y negarse a estar cerca de ese reconfortante y seductor aroma que desprendía el alfa quién seguía enterrado en su corazón; sería un sacrilegio imperdonable para su omega.

Cuando se despidió de su padre, y éste le aseguró que todo estaba bajo control, Jungkook tomó entre sus manos el único morral que el omega llevaba consigo, y comenzó a caminar hacia el bosque justo por donde había visto que los sirvientes de la casa principal habían partido.

Con un nudo en la garganta, Taehyung siguió al alfa sin emitir una sola palabra. La propiedad del líder poseía grandes hectáreas de cosechas y jardines con diversas flores, lo que hacía casi imposible que algún fisgón pudiera esconderse; en algún momento del corto recorrido que llevaban, el rubio se giró en dirección a su casa, mirando con aires melancólicos el lugar donde yacía su hermano; el cielo azul comenzó a iluminarse por los primeros rayos del sol, acabando con la oscuridad de la noche aunque la esfera de fuego seguía escondida detrás de las montañas, lo cual le facilitó notar el cuerpo encorvado de alguien que debido a la distancia no pudo reconocer.

–General—, lo llamó carraspeando la garganta, tomando aquella divina excusa que se puso en su camino para entablar una conversación con el alfa, logrando que éste se girará de inmediato para mirarlo—. Hay alguien ahí.

Jungkook miró en dirección al señalante índice el omega, y se mordió el labio cuando distinguió de quién se trataba.

–Es el profesor Jung—, indicó con tranquilidad—. Desde que supo del ataque del príncipe, no ha dejado de hacer guardia frente a su casa.

Taehyung frunció el ceño en confusión, pues sabía por la boca de su hermano que el alfa en cuestión, era un tanto frívolo y desapegado, pese la insistencia del menor en formar una amistad.

–¿Sabe usted si el profesor y mi hermano son cercanos?

–Ciertamente no lo sé—, respondió retomando su camino, escuchando los pasos suaves del rubio detrás suyo con claridad, como si sus sentidos se hubieran potencializado al máximo—. El príncipe es reservado, o al menos conmigo lo es; pero los he visto charlar amenamente en varias ocasiones. Quizás por el tiempo compartido se hicieron cercanos.

–Supongo que sí—, concedió no muy convencido, volviendo a mirar brevemente a Hoseok, quién parecía firme a su tarea de no abandonar su posición—. Él parece ser una buena persona.

–Lo es.

Después de esa cortante respuesta, Taehyung pronunció un puchero que lejos de parecer adorable, demostraba cuán dolido se sintió por experimentar el trato hosco del alfa quién desde el primer instante demostró su adoración por él. Lo que no sabía, era que Jungkook estaba sintiendo su interior apretarse ante las inmensas ganas que tenía por sostenerlo entre sus brazos, por besarlo y contarle cuánto lo había extrañado; pero, como ya era costumbre, había actuado sin pensar, movido por el nerviosismo que el precioso omega provocaba en sus centros con su presencia, no notando aquel anhelo que tenía el otro por ser tocado exactamente como él quería hacerlo.

Habían muchas cosas que ambos querían decir, muchos asuntos que resolver, pero ninguno fue capaz de volver a emitir palabra, y se dedicaron a caminar en silencio por el boscoso entorno hasta que el sol terminó de salir por las montañas.

Incómodos y mareados por las feromonas que sus lobos expulsaron sin permiso, llegaron al centro del bosque, y una bonita cabaña los saludó con gracia.

Aquel lugar distaba del lujo al que la familia principal estaba acostumbrada, pues, desde los cimientos hasta el detalle más insignificante en ella, habían sido armados y colocados por el líder después de enlazarse con su luna.

Jungkook sonrió cuando notó el dulzor en el aroma del rubio, quién al verse rodeado de ese lugar que tan buenos recuerdos le traía pudo soltar un poco del peso que cargaba sobre sus hombros.

–Muchas gracias por escoltarme, General Jeon—, habló Taehyung repentinamente tenso por la presencia imponente del azabache, subiendo el escalón de madera para poder estar a la altura de este—, también quería agradecerle por salvar a Alec, sé que su temperamento no es agradable en muchas ocasiones, y quizás, le habrá dicho algunas cosas fuera de lugar, pero es mi hermano, y no me alcanzará la vida para demostrarle la gratitud que siento por mantenerlo a salvo.

El lobo de Jungkook corrió con ánimo por sus palabras, y se mofó con orgullo al saberse digno de su gratitud, de ser objetivo de sus palabras y su dulce mirada. Sin poder evitarlo el alfa sonrió, pues Taehyung se había sonrojado; sus manos picaron por tocarlo y retirar ese mechón rebelde que se coló frente a sus divinos ojos verdes.

–Es mi deber, no tiene nada que agradecerme—, respondió despacio, apretando sus puños al intentar contenerse a besar sus labios que se fueron abultando—. No me perdonaría lastimarlo nuevamente, sé lo importante que es el príncipe Alec para usted.

–Haré cualquier cosa—, respondió en un tono bajo, pestañeando repetidamente por órdenes de su omega, agachando ligeramente la cabeza pero manteniendo su vista fija en su rostro—. Puede pedirme lo que sea, yo se lo daré.

La sangre que corría con ferocidad por su cuerpo se calentó de sobremanera, evocando que su temperatura se elevará, y tanto sus mejillas como la punta de sus orejas se tornaran rojas. No debía ser muy listo para darse cuenta de que el rubio trataba de seducirlo, que quizás por fin habían logrado ganarse una nueva oportunidad de redimir sus errores, que su valentía y entrega lo habían colocado nuevamente en la cima. Era esa su oportunidad para suplicarle perdón, para expresar su pesar en tiempos de guerra, contarle sus vivencias de infancia, y el motivo por el cual se alejó; pero no lo hizo, pues pensó que aquello sería abusar de las circunstancias, y prefirió esperar un momento más oportuno.

–Verlo sonreír es la mayor de las recompensas.

Taehyung sonrió inevitablemente por su comentario, y no supo qué, y tampoco por qué, pero su cuerpo se fue impulsando hacia enfrente, lento y cauteloso, hasta que pudo sentir su nariz rozar con la del otro y sus alimentos se fundieron como si siempre hubieran sido uno solo. Todo en él parecía atrayente, y su lobo había comenzado a llamarlo con su aroma.

–General, yo…

El sórdido sonido de un grito asustadizo a sus espaldas rompió la atmósfera creada entre ellos. Jungkook rompió el contacto visual con el omega, y por mero instinto atrajo su cuerpo a su pecho, girándolo y cubriéndolo como el buen escudero que era, de aquella amenaza inexistente.

Una de las sirvientas de los Kim había salido de la cabaña con un montón de sábanas sucias, al igual que una cubeta llena de agua, que lanzó sin querer al cuerpo de azabache, empapándolo por completo cuando su equilibrio falló.

–¡Diosa santa!—, exclamó la fémina arrojando las sábanas al suelo para bajar corriendo los escalones que los separaban—. Discúlpenme, lo siento tanto, no fue mi intención… había un ratón por ahí y les tengo mucho miedo.

Entre su desesperación de ver al alfa completamente mojado, y el rostro de Taehyung sorprendido aún entre los brazos del azabache, la mujer hizo un intento absurdo por secar las gotas de agua sucia que caían por la frente del azabache con un pañuelo que sacó de su falda, empujando ligeramente al rubio para realizar su tarea con eficacia.

–No ha sido nada—, comentó Jungkook soltando la cintura de Taehyung para sacudirse el cabello y retirar su abrigo—. ¿Está usted bien?

Ofendido y sintiéndose excluido, el rubio vio como la omega comenzaba a sonrojarse cada vez más, a medida que Jungkook le ayudaba a recoger las cosas del suelo y le sonreía cuando sus miradas se encontraban.

Indignado, limpió su hombro como si el tacto de la mujer hubiera sido de lo más asqueroso, y se acercó a pasos fuertes hasta ellos. Jungkook llevaba en sus manos las sábanas de lino cuando Taehyung se las arrebató con fuerza, interponiéndose entre ellos antes de girarse para encarar a la joven de cabellos castaños.

–Tiene usted mucha confianza en sí misma para atreverse a dirigirle la mirada a un general, y al hijo de su líder con tanto atrevimiento—, soltó sin meditarlo, mirando con dureza el rostro de la omega y empujando las sábanas a su pecho para que las tomara—. Lo que ha hecho es una falta que sería castigada en compañía de la picota. ¿Es que acaso no tiene ni un poco de respeto por sus superiores?

–Yo…—, tartamudeo perpleja, agachando la mirada y estrujando sus manos en las sábanas; la mirada del rubio era escalofriante, nada similar al dulce omega que ella había tenido el privilegio de conocer con anterioridad—... lo siento mucho, no fue mi intención.

–¿¡Cómo puede temerle a un maldito ratón!?— continuó aún más molesto cuando notó su aroma espesarse en busca de la protección del alfa detrás de él—. ¿Qué podría hacerle ese indefenso animal a su depredador natural? ¡No sea estúpida!

Aunque su lobo estaba regocijándose por sentir al rubio celoso de la presencia de otra omega, Jungkook decidió intervenir, tocando el hombro impropio con delicadeza para llamar su atención, y la consiguió de inmediato, pues Taehyung se giró a verlo brevemente.

–Tae…

En ese momento los destellos verdes de su lobo se apagaron por completo, y pudo recobrar el sentido que su instinto le había robado. No entendía porqué estaba actuando de esa manera, pero le molestaba en demasía esa cercanía, no quería a nadie cerca de su alfa, porque pese a sus diferencias, Jungkook seguía siendo su alfa, el hombre la luna había elegido para él.

–Limpie su desorden y salga de aquí antes de que me arrepienta—, ordenó con el mismo tono severo, pero relajando sus facciones a medida que suspiraba y veía a la joven salir corriendo de su vista.

Después de marcar sutilmente el cuerpo del alfa con su aroma, el rubio se encaminó dentro de la cabaña, siendo seguido por Jungkook, quién se detuvo bajo el umbral de la habitación en la que había entrado.

–No era necesario hablarle en ese tono, la señorita…

–Puedo hablarle con el tono que yo quiera a quien me plazca—, lo interrumpió con evidente mal humor, sentándose en la orilla de la cama recién tendida—. ¿O es que acaso disfrutó de su coqueteo? Porque sí es así puede ir a seguirla, no debe ir tan lejos, yo puedo cuidarme solo, no se preocupe por mí.

–No es eso, ella no estaba coqueteando conmigo—, quiso aclarar de inmediato, cruzando la puerta al ser retado por su mirada, sintiendo a su lobo arañarle el pecho para tranquilizarlo—. Y sí así fuera, ¿A usted le molesta? ¿Todavía le importo?

–¡Por supuesto que me importa!—, su boca se movió antes de que pudiera procesar sus palabras, y cuando lo hizo, cuando notó ese destello esperanzado en la mirada del azabache quiso retractarse—. No… Bueno, mi lobo… ¡No me importa! ¿No se supone que usted ya tiene omega?

–¿Ha escuchado los rumores, cierto?—, soltó tras un largo suspiro, mordiéndose el labio inferior cuando vio a Taehyung asentir a su pregunta—. He escuchado a muchos soldados jurar que han peleado con el fuego hecho carne, que las hadas andan desnudas en busca de un buen alfa, y caballos de agua corriendo libres por los lagos. ¿Usted cree que eso sea cierto?—, el omega murmuró una respuesta negativa, blanqueando los ojos por lo absurdo que todo eso sonaba en su cabeza, y él aprovechó esa pequeña distracción para acercarse más, arrodillándose a sus pies y tomando sus manos entre las suyas—. Lo que le dije antes de partir ha sido verdad, mi corazón le pertenece hoy y siempre. No hubo noche en la que no imaginara su rostro para poder dormir, ni día en el que el recuerdo de su voz no me inspirará a seguir con vida. No me atrevería a tomar a alguien más como mío cuando yo le pertenezco solo a usted. Todo lo que soy, todo lo que fuí, y lo que algún día seré, es por y para usted. Lo amo con locura, con una intensidad desbordante; cada parte de mí lo necesita para poder vivir. Su mera existencia ha logrado convertir la nieve en primavera, una hermosa y fresca primavera en la que deseo vivir hasta el último de mis días…

No había mejor analogía para expresar aquel sentimiento que sacudió sus centros desde el primer instante en el que sus almas se reclamaron como propias. Jungkook había vivido en un invierno eterno, donde una gruesa capa de nieve le impedía salir de una frívola monotonía y conformismo. Taehyung logró hacer florecer frutos en su árido corazón, pintó de miles de colores sus días nublados y le proporcionó la calidez que ni siquiera el más ardiente sol veraniego pudo brindarle.

Ese bello omega frente a él era su eterna primavera, su única motivación para existir en ese cruel mundo atestado de sangre y hierro.

Era por él que se mantenía de pie, era por él que intentaría una y mil veces enfrentar la adversidad, sin importarle lo comprometido que se vería su corazón.

Seducido por su aroma picante, su mirada penetrante y semblante sincero, Taehyung se armó de valor, olvidó su orgullo y se acercó suavemente hacía él, sosteniendo su rostro cuando logró escabullirse del agarre de sus manos y unió sus labios en un beso que gritaba “te quiero a mi lado”.

Ninguno de los dos sabía con exactitud lo que estaba ocurriendo, la memoria de su cuerpo reconocía esa bella danza, ese dulce sabor de sus salivas haciéndose una sola, la cercanía y sus alimentos fundidos; pero, no fue como la vez primera en la que sellaron su unión bajo la luz de las estrellas, fue más explosivo, lleno de una emoción desconocida; hambrientos, voraces y desesperados por algo más, pero ¿qué? No había palabras correctas para explicar lo que estaban viviendo en ese instante, pues habían pasado de ignorar su presencia, a no poder vivir sin ella.

Sus cuerpos se sentían calientes bajo el tacto del otro, y sus besos no parecían ser suficientes.

Cegado por la insistencia de su lobo, Jungkook se incorporó ligeramente, solo despegando sus rodillas del suelo para empujar la espalda del omega a la comodidad de la cama con sumo cuidado, y subirse encima de él sin detener el roce de sus labios, y dejando caer su peso solo un poco para comenzar a mecerse sobre su cuerpo.

Una necesidad instintiva y meramente reproductiva que el azabache había frenado por cuatro primaveras, y qué, el día de hoy, por fin había eclosionado, provocando que su mente se nublara y sus sentidos se mantuvieran enfocados en el rubio, en su mirada, en su aroma y en ese débil intento por fluir a su ritmo. También, fue consciente del momento en el que sus ojos destellaron en esmeralda, dándole una idea clara de que su luna lo aceptaba, y que estaba dispuesto a entregarse a la pasión de su cuerpo, de ayudarlo con el dolor de su entrepierna, y ser marcado en ese preciso instante.

Jungkook había entrado en celo, uno arrebatador que difícilmente podría controlar debido al tiempo que lo contuvo, y por supuesto, por esa divina presencia que yacía debajo suyo.

Cuando las caricias del alfa comenzaron a ser más certeras, y su propio cuerpo comenzó a lubricar para recibir el grosor de su amado, Taehyung despertó del corto letargo en el que su parte lobuna lo sumergió. Sus piernas ya se encontraban abiertas, y la erección del azabache se mecía con ímpetu sobre la propia.

El pánico se apoderó de su cuerpo al saberse vencido por el deseo. Esa no era una escena apropiada para sus puritanos pensamientos, y mucho menos, para la castidad que deseaba entregarle a su alfa una vez unieran sus vidas en sagrado matrimonio. Pero se sentía bien, de algún modo logró sentirse correcto, quizás porque era Jungkook quién lo sostenía con posesión, o tal vez, simplemente deseaba ser uno solo con él, pese a todo lo que no habían podido vivir, pero que deseaba con ganas hacerlo.

No queriendo darle más vueltas a la situación, su mano fue directamente hacia el antebrazo del azabache, frenando sus movimientos, y obligándolo a mirarlo, pero fue catastrófico, pues el alfa se veía ridículamente atractivo, con su cabello aún húmedo, sus labios hinchados por sus propios besos y sus ojos brillando en un intenso amatista, incendiados en deseo, destilando amor y devoción por su cuerpo.

–Jungkook, está entrando en celo—, comentó entre tartamudos, apenas y logrando pronunciar palabra alguna cuando se sintió vacío—. Debemos detenernos.

El aludido tardó un momento en procesar sus palabras, pues era su lobo quien había tomado completo dominio de sus acciones, pero verlo tan frágil y asustado esperando su respuesta, lo hizo regresar momentáneamente, obligándose a sí mismo y a su parte animal, a frenar aquello que deseaban con intensidad.

El temor y la vergüenza por creer que lo había forzado con sus feromonas, lo apresaron en un rincón, y se levantó de la cama, subiéndose el pantalón y girándose al otro lado de la habitación para no mirar a Taehyung más allá de lo estrictamente permitido.

Lo había jodido todo. Y no solo le temía a la furia del líder, pues se había desviado de su tarea y sucumbió a sus deseos; estuvo a punto de profanar la virtud de su hijo, pero no era eso lo que lo aturdió, sino el hecho de parecer una bestia sin razón frente al omega de su afecto, ese con el que finalmente había creído tener una nueva oportunidad.

–Lo siento… le juro que no ha sido mi intención—, pronunció casi sollozando, con sus manos apretando sus cabellos, y mordiéndose el labio inferior hasta hacerlo sangrar—. Perdóneme, por favor.

Hubo un momento extenso de silencio, y Jungkook creyó lo peor. Esperó ser cruelmente juzgado por su *luna, menospreciado por su intento de poseerlo, pero no sucedió, porque tan pronto como quiso salir de la habitación y echarse a llorar en algún lugar del bosque, Taehyung se plantó frente a él, mirándolo dulcemente, sonriéndole y acariciando su rostro con cariño y suavidad.

–Está hirviendo, Jungkook—, fue lo primero que dijo antes de impulsarse a besar sus labios—. Vaya por un poco de agua al pozo. Lo ayudaré con tu celo como mejor pueda, pero debe prometerme que no me lastimará, y tampoco me forzará a… Bueno… eso.

–Mi lobo y yo seríamos incapaces de obligarlo a algo—, susurró juntando su frente con la del rubio, cerrando los ojos mientras negaba—. Pero no puedo quedarme, no estando en este estado; si alguien nos encuentra sería el fin para ambos, y no podré protegerte.

Ronroneando por su aliento caliente chocando sobre sus labios, el rubio enredó sus brazos a su cuello, levantando la mirada para conectar con esos bonitos ojos violeta.

Quédate conmigo, está vez no puedes abandonarme.

Solo eso bastó para que su lobo gruñera, para sentirse comprometido a quedarse; y no es que realmente quisiera irse, pues estar entre sus brazos y rodeado de su aroma, era todo lo que siempre deseó, pero las consecuencias serían graves si alguien llegara a encontrarlos en esa situación.

–Iré por agua—, respondió finalmente, atreviéndose a dejar otro beso sobre sus labios hasta verlo sonreír. Él daría cualquier cosa por hacerlo sonreír eternamente—. Solo, por favor no piense que le haré daño, o que estoy aprovechando esa oportunidad para obligarlo a estar conmigo… Tengo miedo de perderte.

Una sonrisa tímida y un asentamiento fueron su única respuesta, pues el rubio se alejó de su cuerpo y se caminó hasta los baúles que descansaban intactos alrededor de la habitación, siendo está la señal que necesitaba para salir.

Cuando el viento fresco lo recibió en las afueras de la cabaña, no pudo sentirse más contrariado, pues, por una parte quería volver, los efectos de su celo recién comenzaba a presentarse, y el estar lejos de *su omega, le provocaba cierto sentimiento de rabia, está celoso y muy atento a cualquier sonido, aroma o presencia indeseada, marcando sin darse cuenta todo su alrededor, restringido el perímetro para que ningún listillo osara cruzar los límites; pero, por otro lado, se sentía tranquilo, quizás hasta un poco emocionado, alejado de él, pero sabiendo que tenía a dónde regresar, que él lo esperaría y lo ayudaría a superar el dolor incesante de su cuerpo.

El pozo al que el rubio lo había enviado a buscar un poco de agua, se encontraba realmente retirado de la cabaña, algo que no tenía sentido, pero tampoco buscó alguna explicación lógica, y simplemente fue hacía el, llenando dos cubetas de aquel fresco líquido, y regresando con pasos perezosos, pues con cada minuto que pasaba, se sentía cada vez más acalorado y verdaderamente incómodo.

Cuando por fin llegó a la cabaña, la habitación en la que habían compartido un bello momento de intimidad se encontraba cerrada; pero, podía escuchar los pasos del omega en el interior.

–¿Puedo pasar?—, preguntó después de un rato, llamando a la puerta con sutiles e insistentes toques a la vez, pues no obtenía respuesta. Su lobo comenzaba a impacientarse, y ya podía sentir su celo burbujeando con más intensidad en su interior. Necesitaba cerca a Taehyung, sentir su calor, y embriagarse con su aroma, pero éste parecía no querer dejarlo entrar—. ¿Está todo bien? ¿Quiere… quiere que me vaya?

Pero nuevamente no hubo respuesta, y Jungkook interpretó su silencio como una negativa a su pregunta.

Suspirando por el apabullante dolor de sentirse rechazado, dejó las cubetas sobre el suelo, y luchó con su parte lobuna para abandonar el lugar. Estaba haciendo las cosas mal, quizás Taehyung por fin había reaccionado a lo sucedido entre ellos, y había decidido dejarlo morir en eso, en un simple recuerdo, un momento que no debió dar lugar.

Cuando comenzó a caminar con dirección a la salida, la puerta de la habitación se abrió, y Jungkook se giró tan rápido que estuvo por caer al suelo, pero logró estabilizarse cuando vio el angelical rostro del rubio asomarse entre la madera, dedicándole una mirada llena de anhelo, pero también de duda.

–Ya puede entrar—, le dijo apretando las manos en su camisa, nervioso por la incertidumbre que veía en el semblante ajeno, pero él simplemente suspiró, y regresó sobre sus pasos hasta entrar a la habitación, donde sus aromas seguían impregnados en todos los rincones, combinados y dulces por lo que vivieron hace tan solo minutos atrás.

Una vez dentro, Jungkook frenó sus pasos por completo, abriendo los ojos en grande cuando notó ese montón de ropa y sábanas acomodadas con precisión sobre la cama.

–Esto…—, sus palabras murieron en su garganta debido a la emoción que su lobo sintió, su corazón comenzó a palpitar de manera acelerada, y buscó la mirada del omega, quién se mantenía detrás de él, jugando con sus dedos y mordiéndose los labios—. Es un nido. ¿Usted hizo un nido para mí?

Taehyung asintió despacio, sintiéndose cada vez más avergonzado por la mirada del alfa, que viajaba de su improvisado revoltijo a su sonrojado rostro.

–Si no le gusta, no es necesario que entre. Yo creí que sería buena idea para ayudarlo a aliviar el dolor del celo, pero si no quiere… ¿Es muy feo?

–¿Está bromeando?—, inquirió el alfa, soltando una risita que no pudo retener por lo tierno que se veía el rubio—. Mi precioso omega, este nido es lo más hermoso que hayan visto mis ojos, después de usted, por supuesto.

Taehyung por fin lo miró, sonriendo débilmente por la aprobación del azabache. Y es que su naturaleza omega le había suplicado hacer algo al respecto para ayudar a su alfa, ya que Taehyung seguía firme a la idea de no consumirse en todo aquello que significaba pasar el celo con él, pues no había sido cortejado, y realmente no lo conocía de nada, pero lo amaba, el destino se encargó de que así fuera, y odiaba la idea de verlo sufrir.

–¿Lo dice en serio?

–Por supuesto—, afirmó Jungkook acercándose a él, tomando entre sus manos su pequeño rostro para besarlo—. La Diosa no se equivocó, es usted el omega que siempre soñé, tan perfecto en todos los sentidos. Gracias, por esto y por todo lo que implica que esté aquí, que me permita estar a su lado. No volveré a lastimarlo, juro por mi vida que no lo haré.

–Aún hay cosas que debemos hablar, pero puedo notar el calor apoderándose de usted, cuando todo esto pase quisiera que respondiera algunas preguntas. ¿Está dispuesto?

Haría lo que fuera por ti, por tu amor—, respondió con un barítono grave, seductor incluso, nada parecido a su tono habitual, pues era su lobo hablando por él—. No importa lo que sea, yo entregaría mi vida si me la pidieras, pero ahora solo quiero estar rodeado de ti e impregnarme de su dulce olor, quiero pertenecerte eternamente. Me quiero a tu lado, ahora y siempre.

Con cada palabra pronunciada, el alfa besó una facción de su rostro, hasta que volvió a la cumbre de sus labios, aquel lugar donde sus almas se fundían, donde podían gritar cuánto se pertenecían, donde nada más importaba, y sus pasados y raíces se perdían.

Pero nuevamente, Taehyung tuvo que poner distancia, pues la respiración del azabache comenzó a tornarse pesada, y sus manos que antes descansaban sobre su cintura, bajaron descaradamente hasta posarse en su trasero, el cual, comenzó a amasar a plenitud, y pegándolo más a su cuerpo en un intento por fundirse bajo su piel.

–Jungkook…—, jadeó sobre sus labios, regresando a sus sentidos al alfa, quién apretó los párpados y lo soltó.

–Mi luna, ¿Puedo entrar?

Taehyung sabía a qué se refería sin siquiera mencionarlo, y asintió.

Con todo el autocontrol que pudo recolectar, el alfa se adentró en el nido, procurando no mover absolutamente nada, pues, aunque no había compartido ese tipo de intimidad con nadie más que su madre omega cuando fue niño, sabía que los nidos eran dulces y reconfortantes, un lugar sagrado que no debía ser modificado por nadie más que su omega, o en dado caso, sus cachorros. El simple hecho de que Taehyung haya hecho uno para él, lo sabía sentir especial, aceptado; no retaría su suerte arruinando algo que él rubio había armado con tanto cariño para él; no cuando hace cuatro años atrás lo había invitado a conocer su primer nido hecho bajo el calor de su propio celo.

Era afortunado. La espera había valido completamente la pena.

Una vez acomodado en el interior y rodeado de ese dulzor primaveral que desprendían las prendas a su alrededor, Jungkook miró a Taehyung, quién parecía bastante complacido por verlo ahí dentro.

–¿Me acompañará?—, le preguntó con anhelo, pero vio sus bonitos ojos verdes brillar con incertidumbre, y lo comprendía, después de todo, estaba a solas con un alfa en celo en medio del bosque, completamente expuesto ante su naturaleza superior—. Prometo que no intentaré nada, mi celo aún no se apodera por completo de mí. No lo tocaré más de lo permitido, no corromperé su virtud. Pero por favor quédese a mi lado.

Aunque dudoso, pero convencido por su lobo, Taehyung se recostó a su lado, sintiéndose cálido y protegido por los brazos que no tardaron en envolverlo en un abrazo revitalizante, en esos besos sobre su cabello y esas caricias dejadas en sus brazos y espalda.

Estaba tan ensimismado en ese momento que olvidó por completo el motivo de su estancia en esa cabaña, pero no se atormentó con ello, pues llevaba años enteros sintiéndose afligido, y una noche en vela llorando por la vida de su hermano.

Estar ahí, junto al alfa al que había echando tanto de menos, era lo único que necesitaba para sentirse en paz, lo único que había deseado por años, y que estuviera sucediendo parecía irreal, un sueño que jamás se atrevió a tener porque lo creía imposible.

Con su mejilla pegada a su pecho, y su nariz perdida en su aroma boscoso, Taehyung se permitió cerrar los ojos, ronroneando enamorado, plenamente cautivado por el alfa que lo besaba con cariño hasta que finalmente se quedó dormido, confiando en que a su lado nada podría pasarle, que aunque sus instintos estuvieran más que despiertos, él nunca le haría daño.

–Descansa mi amor, duerme entre mis brazos que no hay nada que temer. Yo velaré tus sueños, y cuidaré tu hermoso cuerpo…


[La versión sin censura de este capítulo podrás encontrarla en inkspired, ya que tuve que sensurar una escena un poquito +18. Te dejo el link en este comentario, disfruta.]

JAJAJAJAJA y como dato curioso, dos días después de escribir la escena del ratón se metió uno a mi cuarto 😭

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