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06| EL PRÍNCIPE DE HIELO

¿Qué es la pérdida si no dolor?

A medida que avanza el tiempo, y la arena cae, grano a grano en el contenedor de cristal; su corazón se siente cada vez más desesperado, deseoso y moribundo. La mirada llena de rencor que ese pastizal lleno de vida, le otorga cada vez que se cruzan por casualidad, es la peor de las penitencias; el más horrible y atroz castigo que un lobo enamorado pueda experimentar.

Llevaba días de la misma manera: muriendo lentamente por su desprecio.

Extrañamente y después de tanto tiempo, por fin ha logrado sentir algo más que autodesprecio; y perdido entre el océano de aguas turbulentas y cristalinas, pudo sentir a su lobo estremecerse intimidado por el odio que provocaba aquel bello mar al elevar olas cargadas de algo que estaba lejos de descifrar.

Ese día por la mañana, un joven que asistía al líder, fue a buscarlo con un pergamino en la mano. Al no poder leerlo, y ganándose una mirada desconcertada de niño, le pidió que lo leyera para él, y así, después de una sacudida de realidad, fue que se dio cuenta que el mundo seguía avanzando, y que él formaba parte de éste.

Frente a él, tenía al hermano menor de su precioso omega. El joven alfa que heredaría las tierras del norte tan pronto como su entrenamiento le permitiera convertirse en un lobo mucho más fuerte que su propio padre. Un cachorro recién presentado al que no podía dejar de mirar; pues jamás había tenido el privilegio de conocer al segundo hijo del líder, al hermano pequeño del joven que no dejaba de atormentarlo entre sueños.

Lo veía, observaba y analizaba, cada detalle de él, de su mera existencia. Desde el color dorado de sus cabellos, hasta la forma extraña en la que sus pies sostenían su peso. Sus lunares, sus labios, y esos ojos azules cual zafiros; un océano de olas bravas y marea turbulenta. Cargado de odio, resentimiento y un poco de celos.

Alec era ridículamente parecido a su hermano mayor; pero en él, no había dulzura contenida, sumisión ni consideración. Era joven, sí; pero era un alfa, uno que venía de un linaje limpio y poderoso, fuerte y aguerrido. Ese era Kim Alec, el príncipe de hielo y el joven que alguna vez pudo ser su familia.

Después de quedarse mirándolo como un idiota, el joven rubio suspiró con fastidio, gruñó y afilió su mirada en su dirección.

Fue breve, una pequeña y gutural advertencia a su presencia y cercanía, pero el azabache pudo sentir su piel erizarse y a su lobo meter la cola entre las patas ante semejante imposición. Jungkook definitivamente era mucho más fuerte que él; más grande y con más experiencia, le ganaría en una batalla con solo tres movimientos, pero, tanto él como su lobo comprenden que por el cuerpo de ese niño corría sangre poderosa, y no solo eso, sino que, pertenecía a la misma camada de la luna su vida.

Jamás podría atacarlo, no cuando éste tenía impregnado en su cuerpo el aroma de su omega, y lucía prácticamente igual.

– General Jeon.

Tras escuchar la conocida voz de su líder, Jungkook finalmente pudo rendirse a esa guerra de miradas que había comenzado sin querer con el pequeño príncipe.

– Mi líder. — respondió el azabache cuando el alfa rubio se detuvo al lado de su hijo, acompañado de otro alfa de cabellos castaños, a quien no conocía ni de vista. — Me desconcertó su llamado, pero me complace verlo nuevamente.

– Supongo que ya conoces a mi hijo. — Namjoon le regaló una sonrisa, y palmeó sus hombros a modo de saludo. Jungkook asintió y volvió a dirigir la vista a ese pequeño alfa que no paraba de lanzarle dagas con la mirada. — Kim SungHoon, o mejor conocido como Alec. Verás, a mi pequeño príncipe no le agrada mucho su nombre.

– Es un honor conocerlo finalmente. — se precipitó a decir el azabache, inclinándose en una reverencia ante el otro alfa.

– Desearía decir lo mismo, señor. — respondió con la voz ronca, tensando la atmósfera que los envolvía. — ¿Cómo está su oreja? Yo mismo me aseguré de que el clavo fuera el más viejo y oxidado que tenían en su taller; así que espero que la pierda pronto.

Jungkook se tensó notablemente, pero no se atrevió a levantar la vista, simplemente se quedó de esa manera, escuchando al menor gruñir.

– ¡Alec! — lo reprendió su padre. — No seas ingrato, niño mal criado. Este hombre frente a ti, salvó la vida de tu padre.

– Y fue este mismo desgraciado quien casi mata al tío HyoSeop. No le debo nada, y tú tampoco. Su delito por intimidar a mi hermano y al cachorro merecía la pena de muerte. ¡Tú lo salvaste! Tu deuda está saldada.

Antes de que Namjoon pudiera decir algo más, Jungkook se arrodilló ante el joven, quién había adoptado una expresión aún más molesta.

– Jamás he eludido la responsabilidad de mis acciones. Lo que hice aquel día fue imperdonable, y yo lo lamento, realmente lo hago.

– ¡Mi hermano lloró por días enteros! En ese momento no podía hacer nada al respecto, pero ahora que soy un alfa, créame que no dudaré en arrancarle los ojos con...

– ¿Y como piensas hacer eso, niño idiota? — lo interrumpió el líder elevando la voz. — Jeon es un alfa experimentado, y líder de un batallón importante. ¿No has visto su cuello? ¿Puedes siquiera contar todas las malditas orejas que adornan su collar? Ser un alfa no te da la fuerza suficiente para vencerlo, y como futuro líder, debes aprender en qué momento retirarte. La vida te ha premiado con el apellido que posees, pero solo la experiencia y humildad te darán la victoria.

Alec asintió de mala gana hacia su padre, y murmuró un balbuceo que pretendía ser una disculpa ante el azabache.

– Un joven encantador. — una cuarta voz se hizo presente en el lugar, llamando la atención de los involucrados en la pequeña disputa. — Un alfa valiente, aunque imprudente.

El joven rubio se sonrojó hasta las orejas por las palabras del otro; carraspeó la garganta y caminó los pocos pasos que lo separaban de aquel intruso.

– ¿Y usted es...?

– Jung Hoseok, mi príncipe. — respondió dejando brillar una sonrisa que provocó en el rubio un hormigueo desconocido recorrerle el cuerpo. — O, profesor Jung, para usted.

– Para eso los he reunido. — Namjoon habló nuevamente, tras recibir una mirada desconcertada por parte de su hijo. — Jeon y Jung serán tus maestros a partir de hoy. No hay mejores alfas en esta manada que puedan enseñarte a liderar. El general Jeon entrenará contigo cuatro horas por día, y el profesor Jung te enseñará todo lo que necesites para enriquecer tu mente. Los líderes del norte no somos únicamente bárbaros despiadados en el campo de batalla; también somos diplomáticos. Aprende bien y enorgullece a tu padre, cachorro.

– Me rehúso. — replicó el menor cuando volvió a fijar su vista en Jungkook, quién parecía bastante perdido en la nueva información. — No voy a entrenar con este alfa.

– No es una petición, te estoy dando una orden como tu líder y padre. Desobedeceme y tendrás que afrontar las consecuencias.

Su sentencia era definitiva, si bien Namjoon podría ser muy dulce con sus hijos, también era un hombre firme. Alec no tuvo más remedio que agachar la cabeza en sumisión, ningún alfa, por más fuerte que fuera podía contradecir a su líder; su naturaleza no se los permitía, y el pobre cachorro seguía siendo eso, un cachorro.

– Sí padre...

Hoseok se rió quedito por la extraña situación, y Alec volvió a tensarse por sentir su atención sobre él.

– Cuadremos los horarios el día de mañana. — está vez el líder se dirigió a los otros alfas, quienes asintieron sin más. — Es todo por el día de hoy, solo quería presentarlos y darles a conocer la noticia. Comprendan que es un gran honor servirle al heredero como su profesor... Y hablando como padre, les suplico que cuiden bien de mi hijo, es valioso para mí.

No dejando lugar para discusión, el alfa rubio se encaminó de vuelta a la aldea, dejando a su cachorro bajo la atenta mirada de esos dos alfas que había elegido.

– Ni creas que por esto estás disculpado. — amenazó el joven dirigiéndose a Jungkook, quién le dio una mirada apenada. — No te soporto y no quiero ser tu amigo, así que limítate a hacer lo que te han ordenado.

– Así será...

– Sus palabras son muy duras, joven SungHoon. — Hoseok se mezcló entre esa discusión, callando al alfa azabache y ganándose la atención del rubio. — Hoy puede odiarlo a muerte, pero quizás mañana lo admire tanto que le será imposible suplicar para ser su pupilo.

– ¿Quién le ha permitido llamarme por ese nombre? — preguntó exasperado el rubio, elevando la voz hasta el punto que la vena de su frente se inflamó. — Además, ¿Qué va a saber sobre eso? No me conoce de nada, y le advierto que...

– Su actitud prepotente solo le traerá problemas, príncipe. — lo silenció de inmediato, con un tono tranquilo. — Recuerde las palabras de su padre y aprenda a retirarse con humildad. Ese alfa es mucho más fuerte que usted y yo juntos; fastidie su paciencia y terminará con los brazos quebrados.

Alec bufó ofendido, y con un sentimiento de menosprecio en su pecho.

¿Cómo se atrevía ese alfa a decir semejante estupidez? Y peor aún, ¿Cómo pudo siquiera poner en duda su fuerza?

– Le prometo que seré tan fuerte que le sacaré la lengua con las manos.

– Para llegar a eso. — susurró mientras caminaba en su dirección, lentamente y mirando su angelical rostro con cautela. — Tendrá que aprender del General Jeon.

El aludido se encontraba bastante confundido por esa interacción tan... ¿Peculiar? No sabría describirlo, pues era un tanto idiota que un alfa como Jung, quién parecía alguien de alto rango y conocimiento vasto, perdiera el tiempo discutiendo con alguien tan ingenuo como el príncipe. No tenía sentido; pero por alguna razón, presentía que algo extraño sucedería, la tensión entre ellos dos no pintaba para nada bueno.

[...]

El pequeño príncipe de hielo entró a su casa con una expresión sombría, dando un fuerte portazo antes de echarse sobre el sofá de su sala. Sus manos tomaron uno de los tantos cojines y lo posicionó sobre su rostro, gritando la frustración acumulada en su cuerpo, pataleando sin tregua y casi arrancándose los cabellos.

Taehyung desde su habitación logró escuchar el alboroto en la planta baja, y tan solo abrir la puerta, pudo notar las notas ácidas del aroma de su hermano rodeando el entorno con feromonas molestas.

– ¿Qué sucedió? — le preguntó en cuanto llegó hasta él, mirándolo desde arriba a la espera de que Alec decidiera terminar su rabieta.

– ¡Me tratan como a un niño! Papá decidió que dos alfas me prepararán para la sucesión. ¿Y sabes quienes son? — ahogó sus palabras en el acolchado material, bajándolo un poco para ver el desconcierto en el rostro de su mayor, el cual, le dio la respuesta a su pregunta. — ¡Jeon Jungkook! Ese alfa idiota que peleó con el tío HyoSeop. Hermano, pero eso no es lo peor, el otro imbécil de Jung, me ha llamado por mi nombre. ¡Por mi nombre! ¿Puedes creerlo? Me siento tan humillado.

Taehyung pudo sentir a su omega removerse en su interior, sensible ante la mención del alfa que atormentaba su mente; y por supuesto, angustiado por la reacción tan alterada de su pequeño hermano.

Esos días que habían pasado desde que se encontraron en la casa de los Min, el omega de ojos verdes se mantuvo encerrado en su habitación, renuente a la idea de salir de su nido para algo más que no fueran sus deberes en la aldea. Sin duda, fue difícil, pues verlo nuevamente le abrieron heridas que creyó cerradas, y evitar su mirada cuando se cruzaban por casualidad, era una tortura interminable.

Atraído por el aroma que el azabache dejó —sin querer— en el cuerpo de Alec, Taehyung fue acercándose a la fuente, y se tumbó junto al alfa en el sofá. El cachorro, complacido por su cercanía, disminuyó el espacio que los separaba, hasta que terminó recostado en su pecho, aspirando la fragancia floral que desprendía su cuerpo, y ronroneando gustoso cuando sintió esas reconfortantes caricias hacerle cosquillas en sus brazos descubiertos.

– Aún eres un niño, Alec. — murmuró el mayor con la voz sedosa, tranquila y suave como el recorrido que dejaba sobre la piel impropia. — Llevas unos cuantos días como alfa, y no puedes pretender que todos te traten como uno, si continúas actuando de esta manera... No me quejo, pero si quieres que los demás te vean como un alfa digno del apellido Kim, debes aprender a defenderte, y mucho más importante, a recibir órdenes sin objetar nada. Nuestro padre sigue siendo el líder, y si él eligió a esos dos alfas para que seas su pupilo, entonces deben ser los mejores.

– Quizás pueda dudarlo de Jung. — concedió de mala gana, absorbiendo las palabras de su hermano como una lección de vida. — Aunque es un idiota prepotente, puedo ver qué es alguien brillante... Pero Jeon, ese desgraciado ha ofendido a nuestra familia, a la manada misma. ¿Cómo puede ser apto para enseñarme a luchar?

– Por lo que he escuchado, es un alfa con destreza inigualable en la batalla, permaneció cuatro inviernos en la frontera y ha demostrado ser un excelente estratega. — A medida que iba hablando, su voz iba subiendo en intensidad, pareciendo efusivo y orgulloso por los logros de ese alfa a quien su hermano repudia. — ¿Por qué no darle una oportunidad? Debe ser magnífico aprender tácticas de alguien tan experimentado como él.

– ¿Y tú cómo sabes tanto? — inquirió el menor elevando la mirada para observar el rostro perdido del omega. — No me agrada, te ha hecho llorar, y yo no puedo aceptar a alguien que te ha herido de algún modo. Eres mi hermano, lo más preciado que tengo en mi vida, y ahora que soy un alfa, mi deber es protegerte de todo y de todos, así como lo hiciste conmigo...

Taehyung sonrió enternecido por sus palabras, y atrajo más a su cuerpo al cachorro que cada vez, iba ganando más altura y peso debido a la aceleración de su crecimiento tras presentarse como alfa.

– Para poder protegerme, debes aprender...

– Si ya lo sé “aprender a luchar y perder con humildad” — lo interrumpió imitando la voz del alfa que había conocido ese día, rodando los ojos mientras hacía comillas con su mano libre. — Si hablamos de experiencia, el Comandante Park es el hombre ideal, incluso ese tal HyungSik podría intentarlo. ¿Pero Jeon? Después de semejante castigo papá jamás le daría el puesto de entrenador.

– Porque no fue idea de tu padre. — una tercera voz se coló a la fraternal conversación. Ambos hermanos se giraron en busca de la cálida voz de su madre, y se levantaron de un salto al verlo batallar con los costales y canastas que llevaba en las manos. — Gracias mis niños. — Seokjin agradeció su ayuda con una sonrisa. — Fuí yo quién recomendó a Jeon para ser tu entrenador, si tienes algo que objetar, es a mí a quien debes reclamar.

Alec infló sus mejillas, callando sus quejas en cuanto notó a su madre arquear la ceja en su dirección.

– No madre...

– Eso creí.

Por otra parte, Taehyung sí que tenía mucho que decir, pues le parecía ridículo que su madre a sabiendas del dolor que le provocaba la presencia de ese alfa, decidiera mantenerlo cerca de la familia.

– ¿Por qué? — preguntó en un hilo de voz. — ¿Por qué él?

Seokjin enfocó toda su atención en su hijo mayor. Se lamió los labios y caminó a pasos lentos hasta quedar frente a él.

– Porque es un buen muchacho, y estoy seguro de que jamás ha actuado con malicia.

Esas palabras fueron dichas con la puerta abierta a otra interpretación, y obviamente, Taehyung, pudo captarlo.

– Si sus palabras son contradictorias a sus acciones, quizás no sea tan confiable como presume.

– O quizás hay un trasfondo oculto que le ha impedido cumplir con su palabra. — refutó el omega mayor, dejando una caricia en su rostro. — Confía en tu lobo, la luna nunca se equivoca.

– ¿Eso qué tiene que ver conmigo? — intervino el joven alfa que fue dejado de lado, y que no comprendía ni un poco a qué se referían.

– ¿Y tú qué haces escuchando conversaciones ajenas? — Seokjin vociferó molesto en su dirección.

– ¡Estábamos hablando de mí!

– Eres demasiado engreído al pensar que todo gira en torno a ti, Alec.

– ¡Mamá! — chilló agudo el cachorro. — No seas tan cruel conmigo.

– Y tú no seas entrometido. ¿Ya hiciste tus deberes?

Alec abrió en grande los ojos, y sonrió apenado, acercándose a su madre para dejarle un beso fugaz en su mejilla.

– Por eso digo que mejor los dejo en lo suyo. Un alfa debe cumplir con sus obligaciones...

– ¡Diosa santa! ¿No limpiaste los establos?

El cachorro apretó los dientes y sonrió hacia abajo, una mueca que había copiado de Taehyung, y salió corriendo cuando vio a Seokjin tomar peligrosamente una de las canastas que había dejado sobre el sofá.

– Te amo mami, ya me voy.

– Ese niño hará que me broten canas. — dijo Seokjin al ver a su hijo salir por la puerta que dirigía a los establos de su propiedad, bufando una risita por su personalidad extrovertida y divertida que solo salía a luz con su familia. — Cuando tengas a tus cachorros tendrás que aprender a controlarlos si no quieres que se parezcan a tu hermano.

– Madre, no tener cachorros en un futuro cercano.

– Estás en edad de aceptar el cortejo de un alfa. — Seokjin frunció los labios, y achicó sus párpados en su dirección. — Eligelo antes de que tu padre intervenga en la búsqueda. Ayer por la noche HyungSik vino a charlar con él, y por lo que pude escuchar, tú eras parte de su conversación.

Taehyung tragó en seco, alarmado por lo que significaba que un alfa como Park, pudiera una audiencia con su padre.

– ¿Debería aceptar su cortejo? HyungSik es un buen alfa, y ha demostrado quererme mucho.

– Jamás podría interponerme en tu decisión, pero mi niño, ¿Estás consciente de lo que eso implica? ¿Te crees tan valiente como para vivir con una marca de alguien a quien realmente no amas?

– Pero yo lo aprecio...

– El querer y amar sin mundos completamente distintos. — lo interrumpió su madre con un tono suave. — Sé que Jeon te ha herido, pero apostaría la mano a qué tiene un buen motivo para no regresar en tanto tiempo. Dale la oportunidad de hablar, y si sus razones no son suficientes para ti, entonces comienza a olvidarlo. Pero hazlo por ti Tae, y no uses a nadie más para olvidar el dolor de tu corazón.

Taehyung asintió no muy convencido por su petición, aspiró profundamente y mordió su labio inferior para evitar que más lágrimas salieran de sus ojos. Había llorado mares enteros desde su partida, y no quería seguir haciéndolo ante su regreso. Quizás si debía darle la oportunidad de explicarse correctamente.

– Lo haré. — comentó tras un largo suspiro. — Pero no ahora, no me siento preparado para enfrentarlo.

– Tomate tu tiempo. — le sonrió con dulzura el castaño. — Ahora alístate, que debemos asistir un parto en la aldea vecina.

[...]

Alec no tuvo más remedio que asistir a sus lecciones. Formando una rutina estricta que no podía saltarse ni por un resfriado. Durante las mañanas, en cuanto el sol salía por las bonitas montañas, el joven alfa partía de su hogar con almuerzo para dos; pues, por alguna extraña razón, durante el tiempo que llevaba conociendo a Jung, su relación se fue fortaleciendo, rompiendo la barrera de profesor ~ alumno, que el rubio había impuesto entre ambos.

Las jornadas eran largas, pesadas por decir poco. Durante esas semanas había conocido datos que jamás creyó posibles, y memorizó los apellidos de las familias mejor posicionadas de toda la manada. También aprendió a contabilizar las ganancias de su pueblo, para poder administrar de manera acertada todo el alimento que algunas aldeas no podían cazar, o, en dado caso, recolectar.

Su trabajo fue arduo, pues no solo memorizaba números y letras, sino que también, tuvo que aprender a fortalecer su cuerpo, hacer estrategias en el campo de batalla y controlar el temperamento de su lobo.

Jeon era un increíble entrenador, Alec lo admitió tras tomar unas cuantas clases con él, pero, a diferencia con Hoseok, jamás se permitió establecer una relación más estrecha con el alfa azabache, pues se mantenía firme a su idea.

Por otro lado, Jungkook apreciaba cada minuto con el rubio de ojos zafiros, pues de alguna manera, lo hacía sentirse más cerca de su luna; poder aspirar el deje de jazmines y frambuesas en el cuerpo del alfa, era reconfortante. Aunque claro, su personalidad arisca, y esa renuencia a someterse a sus órdenes e indicaciones, siempre terminaban agotandolo mentalmente.

Una tarde calurosa del verano en pleno apogeo, ambos alfas se encontraban en medio del bosque, muy cerca del sauce que ambos conocían y apreciaban por los recuerdos con una persona en común.

El sol estaba por ocultarse, así que, antes de quedarse en absoluta oscuridad, ambos se dispusieron a buscar un poco de madera seca para armar una fogata que los ayudará a guiar su entrenamiento.

– Vaya con cuidado, a estas horas los animales salvajes salen a merendar. — advirtió el azabache en dirección al otro, quién, como todas las veces que recibía una orden, rodó los ojos con evidente fastidio. — Si ocurre algo, por favor no dude en llamarme, iré enseguida...

– No hace falta que me cuide tanto. — respondió el menor con molestia. — Deje de tratarme como a un cachorro, puedo cuidarme solo.

– Sé que puede hacerlo, pero aún no logra controlar su mutación, y de ser necesario yo...

– ¡Que sí! — lo interrumpió elevando la voz. — Ya lo escuché, iré por allá a buscar leña.

Jungkook suspiró cansino, y asintió en dirección al rubio, quien no tardó ni un segundo en desaparecer por el espesor del bosque. A decir verdad, si que le daba un poco de miedo perderse en la oscuridad del verde entorno, pues sí bien, conocía el terreno a la perfección, jamás había andado por ahí a tan altas horas de la tarde.

Después de un largo rato buscando debajo de troncos caídos y viejos, el rubio logró encontrar unas cuantas ramas lo suficientemente secas para avivar la fogata, y cuando el sol terminó de caer, le fue imposible continuar con la búsqueda. Durante esas fechas las lluvias eran vastas y recurrentes, por lo cual, era una suerte lograr encontrar madera apta para prenderle fuego.

Mordiéndose el labio por el cansancio de sus manos repletas de ramas, Alec se dispuso a volver por el camino que había marcado con su aroma, caminando despacio y cauteloso por la falta de iluminación. Durante su trayecto, tropezó con varias rocas y raíces sobresalientes, soltando maldiciones altas por los rasguños que su torpeza le propinó, pero fue hasta casi llegar a su destino, que pisó un montículo de hojas, repleta de ramas y un sin fin de cosas que no supo descifrar.

La leña que traía en los brazos cayó al suelo por el tropiezo, y a tientas, con las rodillas como su único soporte, buscó la madera que tanto tiempo le había costado recolectar.

Lamentablemente no esperó que un gruñido gutural se hiciera presente. Era una advertencia clara, que algún animal había soltado por invasión de su territorio.

Temeroso a lo desconocido, el rubio intentó ponerse de pie con premura, pero sus rodillas le fallaron, y sus manos comenzaron a temblar cuando escuchó los fuertes pasos de aquel animal acercarse hasta él. Cuando su olfato logró agudizarse lo suficiente y sus sentidos despertaron, pudo descifrar que era un oso grizzly al que había logrado enfadar.

Se aclaró la garganta, e intentó poner en práctica las lecciones que había aprendido del azabache, pero no consiguió mutar a su forma lobuna, sino hasta que el oso estuvo tan cerca de él, que pudo avivar aquella llama de supervivencia que yacía dormida en su interior.

El enorme ejemplar atacó sin piedad alguna al pequeño lobo blanco, gruñendo fuerte y claro a la vez que se abalanzaba contra este.

Alec, aunque se mostró valiente ante el enfrentamiento perdido, no pudo esquivar los zarpazos del grizzly, y chillo adolorido cuando sus filosas garras lo hicieron brutalmente en su costado.

El ser mutante se tumbó rendido, el oso había ganado la batalla, pero su naturaleza no le permitió dejar la situación por la paz, y volvió acercarse hacia el lobo, quién en un intento desesperado por aferrarse a la vida, aulló hacia luna en busca de ayuda.

Tan solo unos instantes después, cuando el oso lo tomó por las patas traseras, Jungkook apareció de la nada, corriendo a cuatro patas con la mirada encendida en amatistas; gruñendo en dirección el enorme oso para llamar su atención.

Hubo gruñidos, zarpazos y mordiscos de muerte. La batalla se alargó lo suficiente para que Alec comenzará a llamar a su padre en busca de protección, y ayuda para el valiente lobo negro quien parecía no querer rendirse.

La sangre empapó los suelos, y un quejido agonizante provocó que las aves dormidas en los árboles salieran volando de sus nidos.

Jungkook salió victorioso tras apretar con sus fauces la yugular del animal, y mutó de vuelta al divisar al alfa aún en su estado animal, chillar lastimero por la herida abierta debajo de sus costillas.

– Vas a estar bien. — murmuró cerca de la oreja peluda del lobo, quién lo miraba con los ojos verdes medio apagados, respirando pesadamente por la pérdida de sangre, y dejándose envolver entre los fuertes brazos de su salvador. — Te llevaré a casa, solo resiste, por favor resiste.

[...]

– Tu cachorro viene bien posicionado. — indicó Seokjin dándole una sonrisa completa al omega castaño que se encontraba recostado sobre su cama, con la barriga abultada por los cuatro meses de embarazo. — Ya puedes cubrirte Jimin.

Taehyung se encontraba detrás de su madre haciendo algunas anotaciones en su libreta, sonriendo por la dicha que le provocaba ver a su amigo en tan buen estado.

– Me entusiasma la idea de que sea usted quien atienda mi parto. — comentó devolviéndole la sonrisa.

– Si la Diosa me lo permite, traeré a todos tus cachorros al mundo, y si no, mi Tae lo hará en mi lugar.

– No me creo capaz de traer a un niño al mundo, madre. — respondió el rubio con una mueca extraña en su rostro. — Aún tengo muchas cosas que aprender.

Seokjin se levantó de su asiento para comenzar a guardar los ungüentos que había llevado a casa de los Min para esa revisión. Jimin les comentó que se sentía algo extraño, su cachorro parecía inquieto durante las noches, y su espalda comenzaba a dolerle demasiado.

– Lo harás bien, llevas asistiendo a partos desde hace cuatro años. — está vez fue Jimin quien lo alentó, vistiéndose nuevamente tras sentir la incertidumbre de su alfa a través del lazo. — Ya puedes pasar Yoongi.

Tan solo pronunciar esas palabras, el alfa pelirrojo entró a la habitación, angustiado por la repentina presencia de la luna de la manada en su morada.

– ¿Están bien? ¿Necesita que compre alguna medicina? — preguntó en un tono preocupante, ganándose una risita por los omegas presentes.

– Todo está bien, querido. Tu cachorro está creciendo bien, y tu omega goza de buena salud. — respondió la luna en un tono tranquilizante, riendo burlesco por el fuerte suspiro que soltó el alfa. — Deberás darle masajes en los pies cada vez que se hinchen, y si la barriga se lo permite, también deberás hacerlo en su espalda. Cuida su alimentación y evita que salga cuando el clima se refresque. 

– Le agradezco que cuide tan bien de mi familia. — Yoongi asintió efusivamente, y se inclinó en una reverencia completa ante su luna. — Me aseguraré de seguir sus instrucciones al pie de la letra.

– Lo sé, lo sé. — se burló el mayor dándole rítmicas palmadas en los hombros. — Su estado anímico es lo que me preocupa, pero hablaré con el señor Park, para que hagan las paces de una bendita vez.

Jimin bajó la cabeza de inmediato, y el aroma antes dulce se agrió lo suficiente para provocar que los presentes arrugaran la nariz, por el cambio tan brusco.

Después de esa cena en la que se dio a conocer su nueva condición, Park SeoJoon se lanzó a los golpes contra Yoongi. Las madres de ambos terminaron en una disputa que fue interceptada por HyungSik, y Jimin simplemente sacó a todos de su hogar, gritando entre lágrimas que no quería verlos aparecer nuevamente hasta que se disculparan con su alfa.

Una riña bastante caliente, y que, hoy en día, no parecía querer llegar a su fin.

Por supuesto que eso había estado atormentando al pobre omega, pues no podía creer que el orgullo de su padre, fuera tan fuerte como para evitar que estuviera a su lado en un momento tan especial y significativo en su vida.

– No hace falta, mi luna. — hablo en un tono bajo, recibiendo gustoso las caricias que Taehyung comenzó a darle en su cabello. — Mi padre vendrá a pedirnos disculpas tarde o temprano; la curiosidad por conocer a su nieto vencerán sobre su orgullo.

– Disculpame Jimin, pero lo que ha hecho me parece ridículo. ¿Cómo puede un padre interponer sus deseos sobre los de su hijo? La unión entre alfa y omega es sagrada, y el nacimiento de un cachorro lo es mucho más. No te agobies pensando en eso, y déjamelo todo a mí, si no recapacita, tendré que pedirle a mi esposo que intervenga.

– Madre, creo que...

Antes de que Taehyung pudiera decir algo más, la puerta de la habitación fue abierta abruptamente por una de las omegas que servían a la familia de los Kim, entrando a pesar del gruñido de advertencia que soltó el omega gestante, al sentirse amenazado por aquel aroma extraño en su territorio.

– El joven Alec. — anunció entre jadeos, sosteniéndose de la base de la cama para evitar caer al suelo. — Lo atacó un oso....

[...]

Nt/a

SungHoon significa “Príncipe de hielo”

Hola bbs, lamento hacerlos esperar...

Solo una cosita, me he dado cuenta que hay personas que de plano no se aparecen por aquí, a esto me refiero a que no votan, no comentan y de plano no interactuan, únicamente vienen a decirme que actualice.

Sé que puede sonar un poco grosero, pero por favor no lo hagan. Me meten una presión horrible y me quitan las ganas de actualizar.

Comprendo que quieran saber que sigue, pero todos tenemos un ritmo propio. La verdad si me molesta ver comentarios que más que ser una petición es una exigencia.

Interactúen con la historia, comenten y voten, si veo que en verdad les gusta, eso sí que me motiva a actualizar.

Comprendamos que todos tenemos cosas que hacer y una vida que atender.

Hasta aquí mi reporte Joaquín.

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