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02| MADRE DESESPERADA

El choque de sus emociones y sensaciones luchando entre sí, lo estaban volviendo loco.

Por un lado, tenía a su parte humana maldiciendose por el hecho de estar moliendose con insistencia sobre una de las almohadas que conformaban su nido; y por el otro, a su lobo, quién no paraba de aullar enloquecido por el contacto tan necesitado de ese alfa, a quien había proclamado como suyo.

Taehyung llevaba exactamente tres días en celo, y en ese tiempo los calores abrumadores en su vientre no cesaron. Le habían advertido que sufrir un celo solo, era de lo más doloroso, pero el joven Omega jamás creyó que fuera tan malditamente horrible.

Su lubricante, sus corridas, y sus gemidos, tenían dedicatoria absoluta, y el rubio estaba realmente avergonzado por eso; pero no podía contenerlo, simplemente su cuerpo había tomado vida propia para cometer esos actos tan imporos ante su conciencia.

Namjoon y Alec, habían ido a pasar esos días fuera de casa, dándole al joven Omega, la privacidad suficiente para saciar su apetito sexual; pero claro que no lo dejaron solo, su madre, Seokjin, se había quedado en casa a cuidar de él, y evitar que cometiera una estupidez, justo, como la que estaba por suceder.

Los días habían estado particularmente lluviosos, lo que significaba, que la tierra se había humedecido, y por consecuencia el lobo de Taehyung creía que ese alfa pelinegro andaba rondando por ahí.

Con sus ojos brillando en un precioso esmeralda, Taehyung se corrió por tercera vez en la noche, la esencia blanquecina de su esperma se dejó derramar a chorros por todo el perímetro de su nido, seguido de un agudo y sonoro “Alfa” que brotó desde su garganta de manera natural.

Cuando los jadeos acelerados producto de su orgasmo, disminuyeron, el Omega rubio se levantó de su nido, tomo un gran sorbo de agua, y se vistió como bien pudo con una túnica que encontró regada en el suelo.

Su lobo había tomado absoluto control de la situación, y ni si quiera le prestó atención a los llamados de su madre, cuando esté abrió la puerta principal de su casa.

– ¿¡A dónde crees que vas!? — la voz áspera de Seokjin lo detuvo al instante, y Taehyung se giro levemente para verle. — ¡Regresa adentro! ¡Ahora!

Pero Taehyung le gruñó. Esa acción logró despertar algo en su madre, quién al instante, dejó al descubierto la presencia de su lobo en un destello ámbar contorneando sus pupilas. Su rostro dejó de ser calmo y amable, para transformarse en una mueca fea llena de rabia. Seokjin se movió a pasos tranquilos por el pasillo principal, y Taehyung tembló de miedo, cuando el aroma agrio de su madre se adentro en sus pulmones de manera amenazante.

– ¿¡A quien mierda crees que acabas de gruñirle, mocoso insolente!?

La luna Seokjin, no era alguien que podría considerarse temperamental; al contrario, el Omega del líder, se caracterizaba por su buen carisma y grata empatía a con los demás, pero había algo que no soportaba, y eso eran las faltas de respeto a su persona. El Omega castaño podría parecer de lo más inofensivo, pero cuando lograban turbarle las aguas, era alguien de temer, incluso su alfa había tenido que lidiar con una fiera molesta en varias ocasiones, y siendo él, un hombre sensato, jamás, pero en verdad jamás, se atrevía si quiera a bromear con algo que pudiera ofenderle.

Cuando el Omega mayor, estuvo a escasos centímetros de distancia, Taehyung agachó su mirada en sumisión, e inmediatamente sintió los dedos de su madre apresando con fuerza su naríz, para después moverla de un lado a otro como si realmente quisiera desprenderla de su cuerpo.

– PERDÓN. PERDÓN. PERDÓN. — imploró Taehyung al borde de las lágrimas. — Perdón madre... Por favor.

– ¿Quién crees que soy? — cuestionó colérico el mayor, soltando su agarre solo para tomarlo de lo hombros y empujarlo dentro de la casa. — Jamás te he faltado al respeto, niño mal criado. Y no me interesa que tu lobo este necesitado. ¡Soy tu madre y me respetas como tal!

El lobo de Taehyung se achicó intimidado por la intensa mirada de su progenitor, y chilló arrepentido por lo que había hecho. En ese momento, cuando su parte lobuna se escondió, el rubio logró tomar las riendas de la situación, y se inclino ante su madre en una reverencia completa.

– Lo siento mucho mamá. — musitó Taehyung, permitiendo que sus lágrimas brotaran por sus mejillas. — He estado actuando de manera estúpida e imprudente, y no sabes cuánto lo lamento, no quise gruñirte, pero estoy realmente desesperado. — hizo una pausa para levantar la mirada, una vez que notó que el aroma de su madre iba disminuyendo su densidad. — No se que pasa, pero no puedo dejar de pensar en él, mi cuerpo está reaccionando de manera involuntaria a pesar de que me esfuerzo por controlarlo, pero yo simplemente lo necesito...

Sus palabras eran sinceras, y Seokjin se reprendió mentalmente por ser tan duro con su cachorro cuando esté estaba pasando por su primer celo. No era la manera correcta de actuar, hizo mal en dejarse guiar por sus instintos irracionales. Su niño estaba realmente aturdido por lo que estaba sucediendo, asustado por el cambio tan brusco, experimentado en tan poco tiempo.

Si bien, a los cachorros cercanos a los dieciséis, se les instruía sobre los celos, uno jamás estaba cien porciento preparado para esté, y Jin lo olvidó.

Ahora se arrepentía.

Pero hubo algo en sus palabras que logró captar su atención. Así como también esos lamentos que escuchó con anterioridad cuando los calores de su niño, se presentaban. Y es que por más que su lobo estuviera llamando a un alfa, jamás se referían como “mi alfa” a cualquiera.

– ¿De que hablas Tete? — cuestionó con la voz más suave que pudo, y notó al instante como la mirada de su cachorro se volvía cristalina nuevamente. — Tranquilo mi amor. Yo también me comporte de manera estúpida, y te pido una disculpa, entiendo perfectamente por lo que estás pasando, y no debí gritarte, mucho menos lastimarte.

– Está bien, madre, me lo merecía...

– No bebé. No es así, ni siquiera yo tengo permitido lastimar tu cuerpo. No normalices este trato, por favor.

Sus palabras lograron mover el sentimentalismo del rubio, quién corrió hasta su madre para abrazarlo con fuerza y aspirar desde su cuello el aroma dulce a cerezas que tanto le gustaba.

Seokjin correspondió su abrazo de inmediato, y lo movió con delicadeza hasta el sofá más grande de la sala para que se recostada sobre sus piernas. Sus dedos se movieron hábiles por las hebras rubias de su niño, y sonrió contento cuando esté comenzó a ronronear.

Sus hijos eran tan parecidos a veces.

– Cuéntame, Tae. ¿A quien llama tu lobo? — La simple mencion del alfa, logró turbar la tranquilidad de Taehyung, quién se tensó de pies a cabeza, al no recordar en qué momento había mencionado al bendito alfa de sus sueños. — Puedo ayudarte ¿Sabes? Si conociste a tu destinado, eso explicaría el porque tu primer celo se ha prolongado más de la cuenta, y que tus dolores, sean mucho más intensos. Si me dices quien es, podría pedirle ayu...

– ¡No! — lo interrumpió alarmado. — No puedes. Sería tan vergonzoso...

Seokjin sonrió. — Si realmente son destinados de la madre luna, te aseguro que está muy preocupado por ti, y querrá ayudarte sin chistar. Cuéntame mi amor. ¿Quién es?

Taehyung se mordió las uñas con nerviosismo, y debatió un momento, si era buena idea contarle a su madre sobre ese encuentro. Aunque realmente no quería hacerlo, la ansiedad en su pecho pedía a gritos ser ayudado, si al menos pudiera tener una prenda del alfa, todo mejoraría para bien, o al menos eso pensó.

– No sé su nombre. — musitó quedito haciéndose más chiquito en su lugar. — Es un guerrero, o bueno, eso creo.

– Continúa.

– Es mayor, pero no parece tan viejo, supongo que está entre los veinticinco. Es increíblemente alto, tiene el cabello largo y negro, su piel es blanca, tan bonita como la nieve, y sus ojos, mamá, sus ojos son realmente hermosos.

Taehyung no se dio cuenta, pero mientras describía al alfa, una sonrisa enamorada había salido al descubierto, y por supuesto que Seokjin la notó.

– ¿Qué fue lo que sentiste cuando lo viste? — preguntó con la voz quebrada por la melancolía y felicidad que sentía por escuchar a su cachorro tan entusiasmado.

Eran muy pocos los que tenían el privilegio de encontrar a su pareja predestinada, y el Omega mayor, sabía por experiencia propia, lo que era encontrarlo, y lo que era mejor, amarlo y ser correspondido.

– Fue como perder la noción del tiempo. — comenzó el rubio sintiendo ese conocido cosquilleo en su estómago al recordar al alfa. — Cuando capté su aroma, mi cuerpo vibró, sentí una desquiciante necesidad de mostrarle mi cuello y pedirle que me hiciera una marca como la tuya... Pero en el momento en el que nuestras miradas conectaron, pude incluso sentir a su lobo jugueteando con el mío. Vi dentro de él, madre... Y me encantó. Se que es vergonzoso porque ni siquiera lo conozco, pero siento la necesidad de estar junto a él, quiero que me proteja, que abrace hasta la inconciencia. Yo en verdad lo necesito...

– ¡Oww! Mi bebé está creciendo rápido. — se burló Seokjin cuando notó el sonrojo en las mejillas del menor. — Pero no te preocupes, mi amor, resolveremos esto tan pronto como sea posible.

– ¿Y papá? ¿Crees que pierda la cabeza cuando se entere que yo...

– No te preocupes por el. — lo interrumpió con seguridad. — Recuerda que mamá tiene a ese tonto alfa comiendo de aquí.

Taehyung soltó una risa al ver la palma de su madre extendía. Y era cierto, Namjoon podría parecer un alfa de lo más intolerante y fuerte frente a toda la manada, pero cuando se trataba de complacer los caprichos de su Omega, toda su rudeza se iba al fondo del mar.

– Solo quiero que deje de doler...

[...]

– ¡Hombre, cálmate! — gritó exasperado Yoongi tomando fuertemente a su amigo por los hombros, sacudiendolo un poco para hacerlo entrar en razón. — No puedes seguir comportarte como un idiota irracional.

– Hyun. — chilló desesperado Jungkook con una expresión deplorable en su rostro. — Puedo sentirlo, me está llamando...

– ¿Y que crees que pasará si sigues así? ¿Crees que el líder abrirá las puertas de su casa solo para que tú puedas entrar a follarte a su hijo en celo, en sus putas narices? No seas estúpido. ¡Podrían matarte si sigues rondando en su propiedad!

Bien, quizás no fue la mejor manera de hacerlo entrar en razón, pero funcionó.

Jeon Jungkook, había pasado tres días enteros rondando la casa del Omega, importandole una mierda las fuertes lluvias que arribaron sus tierras. Pasó frío, e incluso no había dormido más de diez horas en todo ese tiempo. Su aspecto era totalmente asqueroso, sus ropas estaban sucias, y su cabello brillaba por la falta de higiene.

El alfa, era un auténtico caos, en toda la extensión de la palabra. Pero no podía evitarlo, tanto su lobo, como él, estaban enloquecidos por la idea de que su Omega estuviera sufriendo. Su orgullo no le permitía alejarse si quiera un metro de esa casa, de esa ventana con la luz encendida de la que provenía el aroma a excitación más exquisito que jamás había captado en alguien antes. El hijo del líder lo estaba llamando para calmar los dolores de su celo, podía escucharlo en la lejanía rogar entre gemidos por su nudo y marca, podía sentir los aullidos de su lobo llamando al suyo, y la impotencia de no poder acercarse un poco más, lo estaba haciendo perder la cordura.

Pero Yoongi tenía razón. No estaba comportándose con racionalidad, sino que todo lo contrario, y Jungkook no quería asustar a su Omega, no quería que su líder lo exiliara por actuar como un maldito acosador; pues de ser así, no tendría la posibilidad de cortejarlo más adelante.

Cortejarlo...

¿Jungkook realmente quería eso?

En el pasado, la posibilidad de emparejarse le había parecido absurda, ya que para un huérfano como él, las posibilidades de encontrar una pareja que estuviera dispuesta a soportar largos meses en constante incertidumbre debido a su trabajo, era casi imposible.

Jungkook no era un guerrero de renombre, ni siquiera formaba parte de las filas principales, y su sueldo como escudero, no alcanzaba más que para mantenerlo con vida a él. ¿Por qué condenaría a la miseria a alguien más?

Cuando sus padres murieron, el tenía a penas ocho años de edad, y tuvo que aprender a ganarse la vida, como su madre alfa le había enseñado: con la herrería. Vivía en una pequeña casa y poseía por herencia, un taller que abastecía a su aldea de armas y todo lo que pudieran necesitar a base de ese pesado metal; y cuando logró entrar al ejercicio, le cedió a una familia su taller, recibiendo una diminuta parte de las ganancias como parte de la renta.

No tenía nada más, y jamás fue tan codicioso como para querer mirar más allá de lo que tenía frente a él.

¿Por qué la madre luna no había emparejado con el hijo de su líder?

¿Por qué no pudo ser con la hija del nuevo herrero, o quizás el hijo del zapatero?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

No fue hasta este momento, que Jeon se sintió apenado por lo poco que poseía. Jamás lamentó la muerte de sus padres, tanto como ahora, que no tenía quien respaldará su valía como alfa.

Fueron mieles de escenarios innecesarios los que transitaron por su mente hasta hacerlo entrar en un bucle sin salida. La frustración e impotencia retenida en su pecho, estalló con fuerte y gutural gruñido, acompañado de unas cuantas lágrimas delgadas.

– ¡Hey! Tranquilo. — intentó nuevamente Yoongi, atrayendo a su amigo en un abrazo. — Calma, todo va a estar bien.

– Yo no soy así hyun. Tú me conoces, pero no puedo evitarlo, quiero estar con él, pero soy tan poca cosa...

– No lo eres. — lo interrumpió, y lo alejó un poco para acunar el rostro del contrario entre sus manos y obligarlo mirarle a los ojos. — Eres el mejor alfa que conozco. Tu noble corazón, y valía lo demostrarán. Quizás ese chiquillo sea el hijo del líder. ¡Pero tú eres Jeon Jungkook! El alfa más joven del ejército, y el hijo de puta capaz de bloquear miles de flechas con tu escudo. Quizás hoy no seas “suficiente” ante los ojos del líder, pero te aseguro, que ese Omega, está esperando con ansias a que le demuestres que eres un hombre digno de su corazón.

La poca gente que transitaba por esa parte de la aldea, se les quedaba viendo de manera extraña, y Yoongi cayó en cuenta del espectáculo que estaban dando.

– Ahora vámonos. Te darás un baño, por qué amigo, créeme. Apestas. — volvió hablar el pelirrojo cuando su amigo logró tranquilizar sus sollozos. – Comerás, dormirás, y mañana por la mañana te acompañaré al mercado para que le compres algo bonito a ese capullo caprichoso. ¿Qué dices?

Jungkook se limpió sus lágrimas con el dobladillo de su camisa, y asintió no muy convencido por irse, pero lo hizo. Tomó todo su autocontrol y se marchó con su amigo a su casa, para acatar todas las indicaciones que esté le dió.

Por primera vez en días, pudo darse un baño, y se sorprendió de lo sucia que el agua de la tina salió. También comió y durmió un poco antes de que la luz del sol lo encandilara, dando inicio a un nuevo día.

Aunque cualquiera pensaría que el alfa estaba desesperado por tener un encuentro sexual con el Omega rubio, no era del todo cierto. En su aroma no había si quiera algún indicio de excitación, sino que predominaba mayormente la absoluta preocupación.

...

El medio día había llegado más rápido de lo que pensó. Después de pasar una noche horrible acompañado de los irritantes cantos de los grillos, Jungkook se levantó de su cama y corrió al mercado con toda la intención de evitar a su amigo, porque ciertamente no quería que se burlara de él, por lo que compraría.

Pero poco le duró el gusto, pues justo cuando terminó de hacer las compras, se encontró con el pálido alfa, quién ahora tenía el rostro casi tan rojo como su cabello, por el fuerte sol que brillaba en el cielo.

– ¿Dónde mierda estabas? — le preguntó Yoongi una vez que estuvieron de frente. — Te busqué en tu casa. Incluso fuí a la propiedad del líder para asegurarme de que no estuvieras merodeando ahí. ¿¡Cómo puedes hacerme esto!?

– Lo siento mucho hyun. Tenía que comprar unas cosas. — le dijo Jungkook con una risa apenada, y se inclino en una reverencia corta, haciéndole énfasis a su disculpa.

– ¿Le has comprado algo bonito como te dije?

– No, yo solo...

Las palabras del pelinegro quedaron en el aire, debido a la bendita interrupción de un Omega castaño, quién se acercaba a ellos con gritos entre cortados por la agitación de su recorrido.

– ¡YOONGI HYUN! — pronunció el castaño aún con el tono bastante alto, a pesar de estar frente al pelirrojo. — Lo he estado buscando por toda la aldea. ¿Cómo está usted?

Yoongi tomo la mano del Omega, y le regaló la sonrisa más dulce y cursi, que Jungkook jamás había logrado ver en él.

– ¿Qué ocurre capullo? ¿Necesitas algo? — preguntó dulcemente ganándose un sonrojo en el rostro del Omega.

– Oh, es solo que nuestra luna está buscando a alguien, y quería preguntarle si usted conoce a un alfa alto, de cabellos negros y largos, con los ojos amatistas cuando su lobo se manifiesta y... — se detuvo un momento con la mirada perdida en el cielo tratando de recordar lo que Seokjin le había dicho. — Ah sí, y que huele a ¿Tierra húmeda? ¿Qué es ese aroma tan patético?

Mierda.

Estaban jodidos.

Yoongi miró de solsayo a Jungkook quién había palidecido de sobremanera por la descripción tan exacta a su persona.

– ¿Sabes el motivo por el que lo busca nuestra luna, Jimin? — le preguntó el pelirrojo tratando de no tartamudear.

– No nos dio el motivo.

– ¿Nos? — intervino Jungkook con el pánico brotando a flor de piel.

Jimin se atonto por el fuerte aroma a preocupación del alfa, y fue hasta ese momento que distinguio esa humedad de la que su luna le había hablado.

– ¿Eres tú? ¡Mierda! — se cubrió el rostro con vergüenza. — Discúlpeme hyun, no quise decir que su aroma era patético.

– Jimin. — lo llamó Yoongi. — ¿Quién más lo está buscando?

– Mi papá...

Ambos alfas se tensaron con la simple mención de su comandante, y se miraron con los ojos abiertos a tope.

¿Para que otra cosa buscarían a Jungkook, si no era para asesinarlo por fisgonear tan descaradamente en la casa del líder?

– ¡Van a cortarte la cabeza Jungkook!

[...]

Decir que no estaba muerto de miedo, sería una absurda y muy descarada mentira. Su cuerpo estaba temblando aterrado por las consecuencias de sus actos estúpidos, pero aún con todo el pánico atacando sus sentidos, el orgullo de su lobo, le impedía salir corriendo despavorido de la aldea.

¿De que le serviría huir?

Tarde o temprano, el ejercicio lo encontraría, y su castigo sería mucho más severo, por no atender al llamado de su luna.

Si iba a morir, al menos lo haría con honor, y la frente muy en alto.

Mierda, no.

No quería morir así, no sin antes ver a su Omega.

Cuando estuvo frente a la casa por la que estuvo perdiendo la cabeza esos últimos días, sus manos tensas apretaron la canasta que llevaba en sus manos con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos. Respiró profundo unas cuantas veces, intentando así, disipar al menos un poco la preocupación que sentía.

No solo estaba por conocer el motivo de su llamado, sino que también, entraría al hogar el Omega rubio, que había estado turbando sus sentidos hasta hacerlo reaccionar de la manera más estúpida e irracional posible. Su aroma estaría dulcemente impregano por todo el lugar, y Jungkook no sabía si estaba listo para eso.

¿Tenía otra alternativa?

Por supuesto que no.

Reuniendo todo el valor posible, el alfa pelinegro llamo con suaves toques a la madera, y después de solo unos segundos de espera, está se abrió con rapidez, y pudo distinguir el precioso rostro de su luna, quién lo miraba con incredulidad.

– Mi luna... — pronunció el alfa sintiendo su corazón martillear contra su pecho. — ¿M-me ha llamado?

Los ojos ámbar del castaño brillaron ante el fuerte aroma que el alfa estaba desprendiendo. Llamando inconcientemente al Omega en celo, que ahí vivía.

– ¿Quién eres tú? — cuestionó el Omega aún sin abrir del todo la puerta.

– El hijo Omega de los Park, me ha informado que usted ha solicito mi presencia. — aclaró intentando sonreírle, pero al ver el escepticismo del Omega, se aclaró la garganta, tomo una posición correcta y completamente erguida, para posteriormente colocar su mano izquierda sobre su frente. — Soy Jeon Jungkook, sargento segundo, al mando de la tropa de escudería, en las filas de nuestro ejército.

Quizás fue la seguridad con la que habló, o quizás el contenido visible en la canasta que llevaba en sus manos, pero Seokjin le regaló una sonrisa complacida, y después de hacerlo sufrir un poco, finalmente terminó por abrir completamente la puerta de su casa.

– Jeon Jungkook, es un honor conocerlo al fin. — le dijo el castaño sin vacilar su sonrisa. — Por favor pasa, hay algo de lo que quiero platicar contigo.

– Discúlpeme, luna, pero tengo entendido que nuestro líder no se encuentra en su hogar, y yo realmente no quiero importunarlo con mi aroma. — se negó con un tono firme, pero logrando a ser amable a la vez. — De igual manera, no deseo faltarle al respeto a nuestro príncipe...

– Nuestro príncipe, se llama Taehyung, Jungkook. — dijo el Omega con una sonrisa cada vez más resplandeciente y complacida. — Y es de él, de quién quiero hablarte. Por favor pasa, tu líder no se atreverá a cuestionar mis desiciones.

¿Y ahora que hacía? Jungkook estaba al borde del colapso.

En el momento que Seokjin terminó de abrir la puerta, el aroma a jazmín y frambuesas había entrado de lleno en sus pulmones. La excitación de su amiscle era tan palpable, que Jungkook no pudo evitar que su miembro comenzará a endurecerse, así como tampoco creía poder evitar que su lobo tomara el control de la situación.

– Tranquilo. — volvió hablar el Omega cuando notó el nerviosismo del alfa. — Se lo que ustedes son, y te aseguro que tu lobo ya me reconoció como la madre de su Omega. ¿Crees que querrá quedar mal frente a mi?

Rojo. Hirviendo. Jungkook entró en ebullición por la vergüenza que sintió ante las palabras de su luna.

– No fue mi intención faltarle al respeto...

– No lo hiciste, así que pasa por favor.

Con un fuerte suspiro, el alfa se inclino en una reverencia completa a su luna, y procedió a retirarse su calzado para poder entrar a la casa de su líder.

¿Estaba alucinando?

No solo estaba dentro del hogar de su Omega, sino que también, era de los pocos afortunados que tenían el privilegio de compartir una charla con la luna, y por si fuera poco, también había entrado su casa.

¿Qué mierda estaba ocurriendo?

Cuando ambos tomaron asiento en la sala, Seokjin sonrió con cierta malicia, pues le cedió el sillón más largo, ese mismo que en la noche anterior había compartido una pequeña charla con su cachorro. Y terminó por reírse cuando el alfa soltó un sonoro ronroneo.

– Mi Taehyung estuvo recostado en ese sofá, ayer por la noche. — le contó el Omega cuando Jungkook saltó avergonzado del sofá. — Toma asiento, Jungkook, no es como si pudieras marcarlo sentándote en un lugar en el que estuvo el antes.

Luna, y-yo...

– Siéntate. — ordenó aún con esa mirada cargada en diversión, y asintió complacido cuando el alfa tomó asiento como si fuese un cachorro regañado. — Bien, Jungkook, seré muy sincero contigo, ya que por lo que veo, estás realmente nervioso por mi presencia.

– No es así. — musitó quedito. — Es solo que su aroma está tan...

– Lo sé, Jungkook. El celo de mi cachorro se ha prolongado debido a ti. — el alfa frunció el ceño, consternado por lo que acababa de decir, y lo miró prestandole toda su atención. — No te asustes, no es del todo tu culpa. — agregó el Omega cuando distinguio un ligero tono amatista en los orbes contrareos. — La madre luna, algunas veces suele jugar un poco con nosotros, con nuestro destino.

– Discúlpeme, luna, pero no estoy entendiendo nada.

– Se que ustedes están unidos por ella, Jungkook. También sé, que eres un alfa mucho mayor que mi cachorro, y que tu posición en el ejército no es del todo cómoda.

– ¿Qué quiere decir con eso?

Seokjin se acomodo de mejor manera sobre el sofá individual del salón. Inclinó su torso al frente, y arqueando una ceja, escaneo al alfa, tratando de no perderse ningún detalle.

Era realmente atractivo, tenía que admitir; pero eso no era suficiente. Su ropa se veía desgastada, al igual que sus zapatos viejos.

El Omega no estaba tratando de hacerlo menos, por supuesto que no, pero al final del día, él era una madre, una madre desesperada por el alivio inmediato para el sufrimiento de su cachorro. ¿Podría ese alfa cumplir con sus espectativas?

– ¿Intentarás cortejar a mi hijo, Jungkook?

Lo dijo. Sin más. Sin un maldito filtro.

Jungkook se atragantó con su propia saliva, y le dedico a su luna una mirada de terror.

– Luna, yo realmente quisiera que el príncipe me diera una oportunidad. — comenzó a decirle soltando un fuerte suspiro. — Pero también sé, que mi rol en la manada, no alcanza si quiera para poder costear los obsequios simbólicos para el cortejo, que su hijo se merece. ¿Cómo podría un alfa como yo, atreverse a codiciar la estrella más brillante del cielo?

Jungkook tenía razón, los dos lo sabían.

– ¿Cuántos años tienes?

– Veintitrés, mi luna.

El Omega asintió. — Creo que te haces una idea, del poder que yo poseo.¿Verdad? — el azabeche asintió dándole la razón. — Quería conocerte  primero, antes de que mi alfa pudiera meter sus narices en este asunto, y debo admitir que me has sorprendido. Pero... — ¿Por qué siempre debía haber un 'pero'? — Como tú mismo lo has dicho, se necesita más que ser un escudero, para poder tomar a mi hijo.

– Lo sé...

– No pienses que estoy menospreciando tu trabajo, como el Omega del líder, mi deber es agradecer e impulsar a mi manada a la gloria. Pero mi deber como madre, es buscar lo mejor para mis cachorros. ¿Crees poder dar la talla, Jungkook? — la duda en el rostro del joven logró enternecer al Omega, y continuo. — Creo fielmente que tienes madera para ser un buen yerno, pero te hace falta un impulso, una pequeña ayuda para que puedas alcanzar la gloría. Y yo estoy dispuesto a darte esa ayuda, joven Jeon.

» Mi alfa no buscará una pareja para nuestro Taehyung, hasta dentro de unos cuantos años. Mi cachorro aún es un bebé, no puedo permitir que se una a alguien tan pronto. ¿Entiendes a lo que me refiero?

– No. Realmente no lo comprendo.

– ¡Por la luna! Alfa tonto. ¿Cómo puedes ser tan incrédulo? — se quejó Seokjin con evidente fastidio en su voz. — Solo el alfa más hábil y fuerte de la manada puede contraer matrimonio con mi hijo. Y te estoy dando la maldita oportunidad para que ese alfa seas...

Seokjin se quedó callado ante la repentida oleada de un aroma dulzón que los rodeo.

– ¡Alfa! — gritó Taehyung desde la escalera, llamando la atención de sus mayores. — Estás aquí.

Antes de que Seokjin pudiera reprender a su escurridizo cachorro, el Omega rubio corrió con los brazos abiertos hasta quedar sentado en el regazo del alfa, al cual abrazó con fuerza.

Sus pupilas estaban brillando en un tono esmeralda intenso, sus cabellos rizados alborotados, y a penas vestido con una túnica en color azul.

Jungkook perdió el absoluto control de sus sentidos, cuando sintió su cuerpo ser apresado por el esbelto cuerpo de su Omega, y aún con la mirada furiosa de su luna sobre ellos, se permitió enredar sus brazos en la cintura del menor, y aspirar su aroma extremadamente dulce.

Taehyung no estaba teniendo una ola de calor, pero era su lobo el que había tomado el control de la situación, cuando desde su habitación, logró distinguir un fuerte aroma a tierra húmeda y eucalipto.

– Que bueno que viniste, alfa. — le dijo el rubio regalándole una enorme sonrisa. — Hice un nido. ¿Quieres verlo?

El alfa le devolvió la sonrisa, pero negó despacio con la cabeza. — Me encantaría verlo, pero no puedo...

– ¿Por qué? — preguntó de inmediato Taehyung, haciendo un puchero. — ¿Es porqué no tiene tu aroma? No te preocupes, puedes darme está. — le dijo subiendo descaradamente la camisa del alfa, quién rápidamente trató de devolverla a su lugar. — Bueno, entonces quizás tus panta...

– ¡Kim Taehyung! — gritó su madre llamando su atención. El rubio se giro a verle, y comprendió de inmediato lo que acababa de hacer. — Ni siquiera sabes su nombre y ya estás comportandote como un omega descarado. ¿Qué crees que pensara él sobre ti?

El rostro de Taehyung era realmente afligido, y se giró de nueva cuánta para mirar al alfa en busca de una afirmación a lo que su madre acaba de decir, pero contrareo a lo que espero, Jungkook le sonrió, y negó tan despacio, que ese movimiento fue imperceptible para el Omega mayor.

– Lo siento alfa. — murmuró sin deshacer su puchero. — ¿Cómo te llamas, ojitos bonitos?

– Jungkook, Omega. Me llamo Jeon Jungkook.

– ¿Oíste mamá? Mi alfa tiene un bonito nombre. ¿Qué tal suena Jeon Taehyung? Bonito. ¿Verdad que sí?

A Seokjin se le derritió el corazón ante la imagen alegre de su cachorro, pero su instinto protector le pedía a gritos que lo separara del alfa, y así lo hizo. Tomó a su hijo de la mano, y lo jaló con algo de fuerza para que se levantara.

– Es bonito bebé, pero anda. Ve a atraerle algo de beber, a Jungkookie. ¿Puedes?

Los ojitos le brillaron ante la posibilidad de complacer a su alfa, y salió corriendo a la cocina, no sin antes darle una última sonrisa al alfa que lo miraba con tanta adoración desde su lugar.

– Esto es a lo que me refiero, Jungkook. — le dijo Seokjin, una vez volvieron a quedarse solos. — ¿Crees que puedo dejar que mi hijo pierda esto que tiene contigo, por tu posición social?

» Voy a encargarme de que te asignen un buen puesto en las filas principales del ejército. Y quizás en algún tiempo, el comandante Park pueda darnos buenas referencias tuyas.

En cuanto esas palabras entraron por sus oídos, Jungkook volvió a su realidad, y no pudo evitar sentirse avergonzado por lo poco que era.

– Entiendo que usted quiere lo mejor para su cachorro, y lamentablemente, yo no soy el mejor prospecto para él, mi luna...

– ¿Qué intentas decir?

– Agradezco con el alma el que quiera ayudarme a convertirme en un alfa digno de su hijo, pero tendré que declinar su oferta. — El ceño del castaño se frunció con rabia, y estuvo a punto de ir a abofetearlo, de no ser porque nuevamente habló. — Quiero ser un alfa digno del príncipe por mi propio mérito. Si usted me lo permite, preciosa luna, en un futuro cercano me gustaría poder cortejar al príncipe Taehyung como corresponde. Hasta entonces, le prometo que me convertiré en un alfa digno de unirme a su hijo.

Mientras pronunciaba esas palabras, el alfa se arrodilló ante su luna, justo como lo había hecho con el Omega rubio, la noche en la que lo conoció.

Seokjin agradeció con una sonrisa aquel acto tan sumiso de su parte, y tomo las manos ásperas del menor para ayudarlo a ponerse de pie.

– No es a mi a quien debes prometerle eso, joven Jeon. — en ese momento, Taehyung venía entrando a la sala, con una bandeja en las manos. — Es a él.

Jungkook beso las manos de Seokjin en agradecimiento por sus palabras, y sonrió enternecido cuando Taehyung le extendió la bandeja.

– Te traje jugo de frambuesa, alfa. Espero que te guste.

¿Cómo mierda no iba a gustarle ese bendito sabor, si así olía el precioso Omega frente a él?

– Muchas gracias, Taehyung. — tomó la bandeja de plata, para después colocarla en la mesita de centro, y bebió el primer sorbo del jugo, pues la atenta mirada del Omega no se despegaba de él, esperando aprobación. — Está delicioso. De nuevo muchas gracias.

El rubio sonrió triunfal y orgulloso, por sus palabras, pero pronto se vio curioso por la canasta que estaba en el suelo de su sala.

– ¿Lo has traído tú, Jungkookie? — preguntó el menor señalando la canasta. El alfa se ruborizó completo, pues se había olvidado de aquel detalle.

– Sí, y-yo... Bueno yo... — tartamudeo inquieto. Sus manos se dirigieron hasta su cuello y rasco con insistencia, en un claro acto de nerviosismo. — Es un pequeño obsequio para ti.

– ¿Para mí? — le preguntó contento, y soltó un grito de emoción cuando el pelinegro asintió, y corrió hasta atrapar nuevamente al alfa entre sus brazos. — Muchas gracias Jungkookie, seguro me gustará mucho.

– ¡YA! — los interrumpió Seokjin. — ¡Ya basta! Taehyung, sube a tu habitación ahora mismo, porque comienzo a oler tu excitación.

Pero el Omega se aferró más al cuerpo tenso del alfa, quién miraba a Seokjin con súplica. Él también había detectado ese ligero aroma a excitación, y era cuestión de minutos para que su lobo tomara el control de la situación, y se follara al príncipe sin importarle absolutamente nada.

Marca.
Nudo.
Cachorros.

Eso era en lo único que ambos podían pensar, y ocurriría si Seokjin no actuaba rápido.

– Voy a exiliar al alfa, si no lo sueltas ahora mismo Taehyung. — advirtió el mayor con un tono severo, que hizo al menor retroceder inmediatamente, soltando al alfa como si su tacto quemara. — Que bonito bebé. Ahora sube.

Pero Taehyung no lo hizo, sino que miro a su alfa con un destello suplicante.

Pídeme que me quede.

Por favor, pídeme...

– Tae. — pronunció Jungkook acercándose al Omega, y tomo su diestra con sutileza. — En la canasta hay algo que quizás pueda ayudarte, por ahora no puedo quedarme. Te prometo que te veré cuando tú celo termine. ¿Esta bien?

– No, Jungkookie. Yo quiero que subas conmigo, al nido. — se quejó berrincudo, y Jungkook se rió bajito.

– Pronto, cachorro, ahora sube a tu habitación, o tu madre me arrancará la cabeza.

– ¿Me lo prometes?

– ¿El qué?

– Que me verás cuando mi celo termine, y que pronto tendremos un nido para los dos.

– Lo prometo...

[...]

Nt/a

Una vez mi mamá me jalo bien horrible la nariz porque la hice enojar JAJAJAJAJAJAJA.

Quería contarles.

Ahora sí, chao.

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